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Castillo Evans McGonagall (MM: B 97458)


Syrius McGonagall
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Pandora S. Evans McGonagall

 

 

Jank.

 

Pandora no puede evitar observar a su hijo mortal con cierta aprensión ¿Qué puede decirle? Él no va a disculparse, ni rogar, ni tampoco evocar viejas memorias nostálgicas de la manera en que hizo Lils. No es que no posea la amabilidad de ella, si no que sus vivencias están salpicadas de tormentos que han hecho de su carácter un híbrido, trastocado por la amargura. Quizá, en la medida en que ha sufrido todo eso en tan pocos años, siendo todavía tan joven, es más cercano a ella. Porque, desde luego y al igual que Armand, Pandora siempre se ha sentido prendada por la atracción trágica que poseen los humanos y que es inherente a su raza. Su hijo, es una muestra álgida de la belleza, retorciéndose y abriéndose paso en medio del desorden.

 

¿No era acaso que su progenie parecía, a pesar de todos sus esfuerzos, condenada al caos de una mente atribulada por memorias mixtas? Pandora había pensado que Lils había conseguido escapar de eso pero ni siquiera la actual versión, más curtida por las vivencias difíciles, que es su hija, es comparable con la expresión, con la mirada que posee Jank. Ni siquiera quiere pensar en Madeleine. La aleja de su mente apenas el nombre ha aflorado en su memoria.

 

―Tu rencor ―no es una pregunta, si no una afirmación―, me lo merezco. Pero no le mentí a Lillian ―la voz de Pandora se vuelve más fuerte e imperativa a medida que parece intentar aproximarse más al marco, algo que desde luego no es posible, por lo que da vueltas de un lado al otro, con la túnica barriendo el alfombrado persa. Luego, clava la vista en Jank, ignorando el fuego de la chimenea que hace que su rostro brille con cierta luz antinatural y, en general, cualquier otra cosa que no sea él― y tampoco a ti. Leonard se marchó porque él mismo lo decidió así. Tu padre... ―Pandora lucha consigo misma para encontrar las palabras, palabras que no sean dañinas pero no las hay― era un hombre débil.

 

Quisiera agregar "en comparación contigo" pero parece demasiado tarde y fuera de lugar como para que se atreva a decirlo. El dolor que siente se instala en su pecho, escapando el confinamiento al que Pandora había conseguido someterlo. Sabe que no tiene derecho a hablar de personas débiles, cuando ella ha sido una de las primeras en quebrarse y abandonarlo todo. También es consciente de que lo más probable es que Jank le reclame; porque él sí que ha sido fuerte y ha aguantado todo eso, sacando energía de... ¿de dónde exactamente? Desde luego no de sus padres. Lo peor de todo, sería que desestime su comentario sin siquiera considerarlo y la deje allí, incapaz de hacer nada para intentar remediarlo.

 

Un cuadro. Eso es lo que es ¿pero qué es ser un cuadro? ¿son siquiera todos esos pensamientos o sentimientos reales?

 

Sus ojos toman un tono enfermizo y acuoso, a causa de la sangre que empieza a agolparse en ellos pero las sensaciones no alcanzan a constreñirla lo suficiente. No puede permitírselo. El dolor, multiplicado por diez en comparación con el dolor que sintiera siendo humana, deviene de sus sentidos, que son capaces de percibirlo y deducirlo con mayor claridad. Éstos no le dan tregua y se mantienen alertas pero Pandora se deja ir poco a poco. Llorar no es una opción y menos ante Jank.

 

―Necesito que me lo digas.

 

¿Qué es lo que tiene él atravesado en la garganta? ¿Qué clase de insultos, dudas, preguntas? No puede preguntarle esas dos cosas en voz alta, bajo el peligro de abaratar los sentimientos que la invaden así que sólo deja la frase colgando, esperando que Jank tome el hilo conductor de sus palabras. Que le diga a la cara todas esas cosas que necesita decirle porque mientras el silencio trepe entre ambos, mientras el rencor, el resentimiento o en su caso, la culpa, repten y empiecen a invadir ambas gargantas, entonces no habrá esperanza alguna. No importa cuantas veces mire en sus ojos, no suyos si no los heredados de un hermoso humano al que una vez amó: si los pozos insondables retenidos en sus pupilas no develan su contenido, lo habrá perdido para siempre. Y no quiere perderlo, no porque sea su hijo o porque Pandora sea distinta ahora que tan sólo es un vestigio, un cuadro, si no porque quiere retenerlo, antes que esté más allá de todo reparo posible. Como en su propio caso.

 

¿Irónico? Tal vez, teniendo en cuenta que quizá la estocada más artera se la haya clavado ella misma, con su muerte. Su frustración es palpable pero duda que sea importante de todas formas; su persona no es lo principal allí si no él. Sus ojos, que han vuelto a ser más cercanos al azul acerado original, no apartan ni por un instante la mirada de él. Tiene que sacarlo de allí, como sea, dónde sea que Jank se encuentra metido. Es quizá, una determinación nacida del desespero pero no importa: mientras se encuentre allí, mientras no se despida o se niegue a seguir hablando con ella, tiene que aferrarse a esa esperanza, por más que resulte vana al final.

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  • 2 semanas más tarde...

Elfina P-ko

¿Cuánto más los miembros del castillo pensaban seguir con esa búsqueda? Para la elfina nada tiene sentido. El ladrón es muy rápido y sigiloso, y mientras ahora escucha las risas en torno a la parrillada, está convencida que la mayoría de los miembros ya han olvidado el asunto.

 

De cualquier forma, ella no es quien decide sobre esas cuestiones en la casa. Ha preferido entonces, estar en el interior, más precisamente en la biblioteca. Ese lugar le gusta, no solo por la cantidad de libros que contiene, varios de los cuales se han vuelto sus favoritos (aunque claro, comentarle a la ama de Bel del gusto por Jane Austen no es algo que vaya permitirse) sino además porque es el sitio predilecto de Mavado, que incluso mientras ella está alli, retirando con cuidado las cenizas para colocar leña y alimentar la chimenea, solo se limita a observarla unos segundos, para luego regresar a la edición de El Profeta que sigue leyendo religiosamente, aun cuando esa suscripción al diario se lleve una parte de su salario mensual.

 

Cuando termina con la chimenea, tímidamente va hacia el catálogo, que en otros tiempos, Catherine con su manía de orden había elaborado y se había constituido en su inusual legado para la Familia Evans McGonagall. No tarda mucho en encontrar el libro que desea, pero entonces cuando está yendo al lugar para recogerlo, nota un diminuto huevo dorado, apenas una pulgada más grande que una canica.

 

¿Será que el bromista también desea convertirla en su víctima?

 

El impulso de tocarlo es demasiado fuerte, pero cuando ya está extendiendo la mano, siente una manita apoyarse en su hombro. Paralizada, observa de reojo reconociendo al instante de quien se trata. Y ese solo toque espanta de repente todo deseo, avivando más bien otra clase de pensamientos. Solo que cuando ve de nuevo al piso, el huevo no está más.

 

Gra, gracias Mavado- suelta apenas en un hilillo de voz mientras con sus dedos inquietos retuercen el delantal afrancesadoque siempre lleva.

 

No obtiene respuesta, pero tampoco siente que la necesite. Y antes bien, sale de la biblioteca, con el temor de que su corazón vaya salírsele del pecho en cualquier momento.

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  • 3 semanas más tarde...

Desde mi regreso a Ottery que vivía como un vil fantasma en el castillo de mi madre y estaba segura que ni ella se había dado cuenta que entraba y salía del lugar evitando el mayor contacto posible con cualquier miembro de la familia.

 

No tenía grandes planes para mi día por lo que papel de fantasma incognito no era demasiado útil, así que solo me dispuse a pasar un relajante y tranquilo día en casa con quien fuera que encontrara por allí. No sabía con exactitud la hora pero el sol aun brillaba en el firmamento lo cual era perfecto para comenzar.

 

Luego de ordenar un poco el gran desorden que había en mi cuarto con ayuda de mi elfina Zura quien corría de un lado a otro como una histérica mientras llevaba un manojo de flores de un lado a otro.

 

-Zura..quedate quieta por favor…estas dejando todo lleno de pétalos- le dije mientras reía y me dejaba caer sobre la cama, la elfina era una de las más emocionada cuando le había anunciado que volvería a vivir al castillo por tiempo indefinido, esta había sido su primer hogar de ella como una elfina libre y era demasiado especial.

 

-Ya…dejo todo el orden en tus manos querida – comente mientras me colocaba una sudadera y me dirigía a la puerta de mi habitación, y salí de esta para comenzar a caminar con tranquilidad por los pasillos del castillo recordando cuantas veces había corrido por allí sin destino alguno; ¿estarán por allí aun mis hermanos o mis tías tan locas como siempre?....

 

Al llegar a la primera planta me quede de pie en medio del hall de entrada y con una sonrisa en mis labios me lleve las manos a la cintura y grite..

 

-¿Dónde están todos en ese castillo?

 

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Edward

 

 

-En la piscina -

 

Contestó Edward mientras sonreía al acercarse a la bruja de cabello azul, era Laimi hace mucho tiempo que no la veía, Aquel día parecía ser la fecha que secretamente todos los Evans McGonagall habían escogido para reunirse. Abrazó a la bruja -¿Como estas? Hace tiempo que no sabía nada de tí... hoy parece que ha llegado todo el mundo, Kutsy y Ania también lo hicieron - se alejó unos pasos de la bruja.

 

-¿No te has encontrado con huevos dorados no? - la pregunta sonaba extraña pero aquel día estaba resultando ser una jornada insólita -Pues si ves uno, simplemente no lo toques a no ser que quieras ser humillada, estamos bajo ataque -sonrió para no preocuparla.

 

 

-Ahora mismo voy junto con el resto tengo que llevarles leña que me pidieron para hacer un asado, creo que me vieron cara de elfo domestico - el pelinegro suspiró -¿Bien vamos? - preguntó a Laimi mientras un atado grande de leña flotaba detrás del pelinegro.

 

Con su hermana salieron hacia el jardín principal y llegaron hasta donde el resto estaba reunido -Miren a quien me encontré entre la leña -

 

 

@@Laimi Evans

 

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Mis ojos verdes seguían observando todo y cada detalle los cuales me hacían eternamente feliz hasta que una voz a mis espaldas me hizo sobresalta del susto; al voltear me encontré frente a frente con los ojos azules que se le hacían tan familiares y que para ser sincera adoraba.

 

-¡Hermano!- grite mientras saltaba a colgarme de su cuello como si fuera un mono arrancando del fuego, era mucho el tiempo que había pasado desde que había visto a aquel pequeño gigante y de verdad no podía evitar ocultar mi felicidad al tenerlo al frente. Escuche con atención todo lo que me decía y reí ante su comentario.

 

-¿¡De verdad andan todos por allí!?- encontrarme con los demás integrantes de la familia era una verdadera dicha puesto que de seguro algo grande pasaba debido a encontrar a todos reunidos en un solo lugar y al mencionar lo de los huevos me hizo pensar que esas cosas ya habían comenzado a pasar aunque de seguro nadie lo esperaba.

Comencé a caminar junto a mi hermano mientras reía ante su comentario.

 

–Pero hermano…de seguro te enviaron a ti porque eres el más fuerte de todos….o porque vieron tu cara y se confundieron- escondí mi risa con una leve tos que sonó extremadamente falsa mientras salí junto a él al jardín.

 

-Pero si quieres…puedo ayudarte, no soy muy buena con los asados pero….tengo bastante hambre así que eso puede ser de ayuda, tu dime lo que hacemos y yo te sigo- sonrei ampliamente mientras comenzaba a sujetar mi cabello azulado con una gran coleta alta.

 

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Ante la llegada de la leña, Mel alejó su atención por primera vez de la carne, para ponerse manos a la obra. No era que alguien se lo hubiese pedido o que Kutsy y Ania no resultaran una compañía interesante, todo lo contrario. Era más bien que hacer fuego, mantenerlo, transportarlo, sumergirlo o cocinar con él era una de las actividades que aportaban a Mel una inusitada satisfacción.

 

—Yo me encargo —informó sonriente, antes de ponerse a preparar la leña.

 

Pronto, luego de saludar a la recién llegada con una venia, había armado ya la parrilla y puesto a cocinar la primera parte de la carne. Luego de ello, se quedó junto a la parrilla, de forma que pudiese percibir el humo con olores familiares de la madera consumiéndose y la propia carne cocinándose lentamente.

 

—Soy Melrose Moody —informó entonces para la muchacha que apenas había llegado y con quien no había sido presentada—. Llegué aquí con Richard Moody pero me temo que él se fue con Bel y Albus y aún no ha vuelto.

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  • 3 semanas más tarde...
No hay manera sencilla de explicar los giros en la vida de Binny. Por el momento, basta decir que vive cómoda y burguesamente, por supuesto. Ha adoptado una actitud proactiva, en esta nueva etapa soñó con fortalecer la alianza con la familia y decidió regresar a Ottery antes de cerrar el libro y empezar otra emocionante historia. No hace falta decir que Boss no estaría incluído.


Se sabe que sus deseos y anhelos son tan variables que ella misma se acelera en este propósito. Por tanto se ha instalado en la torre del castillo que ocupaba durante la época de la academia sin anunciarse y ha planeado algunas bromas para causar un gran revuelo entre los familiares en el castillo. Naturalmente, tal actitud tiene precedentes clarísimos en la Orden del Fénix y más que nada en en sus pininos con Andrómeda y Only.


Antes de entrar en más detalle sobre el objetivo de Binny se debe saber que tenía un negocio de música llamado Spark of Madness, fue ahí donde encontró una flauta mágica que atraía a Octa —una hermosa araña del tamaño de dos manos juntas, muy inteligente y venenosa que es capaz de realizar muchísimos trucos—, con el tiempo y sus dones de sacerdotiza se hicieron amigas y con su colaboración colocaron huevos dorados por el castillo para jugarle bromas a cada unos de sus parientes. Es muy importante reconocer el aporte de Octa en estas bromas, pues era quien se escabullía para reacomodar los huevo dorados y pudieran encontrarlos fácilmente.


Les tomó toda una mañana colocar los huevos dorados por todo el castillo, estos se activaban al tacto y ninguno contenía nunca la misma broma, por ende ni siquiera Binny sabía qué podría ocurrir. En el castillo cayeron uno a uno, demostrando así que los Evans McGonagall poseían una loable curiosidad y capacidad de asombro. El primero fue Edward (@@Syrius McGonagall), luego @, @@Ania Evans Weasley, @ —la broma de los monos era la que más carcajadas consiguió— y finalmente @@Kutsy Stroud Lenteric hizo que los corazones de todos latieran acelerados por lo inesperado y peligroso de la situación.


Para Binny fue asombrosa la reacción calmada y poco pudorosa de Kutsy cuando le vio cambiarse frente a todos. En ese preciso momento no pudo contener la risa y dobló la nimbus rumbo a la ventana de la torre oeste donde podría reír con total soltura y descompostura. Sin embargo había dejado sola a Octa y debía regresar pronto por ella, no quería de ninguna manera que la atrapen e intenten darle un escobazo.


Para mala fortuna Binny nunca aprobó el examen de vuelo en escoba y la nimbus se resistia a obedecerle. Notó la llegada de @@Laimi Evans y ordenó a Octa que colocara un huevo cerca de ella. Sin embargo, la escoba temblaba más cada vez así que decidió aterrizar o al menos intentarlo. Tomó fuertemente la escoba para controlarla mejor pero fue inevitablemente una tragedia. La Nimbus enloqueció llevando a Binny de un lado a otro, arriba y abajo, hacia el cielo y ahora en picada.


—CUIDADO LAS CABEZAAAAAAAS AAAAAHHHHH —gritó, pues iba en picada hacia el jardín principal donde estaba la familia. No podía controlar a esa Nimbus salvaje y furiosa, iba a morir o ser herida letalmente. En vano luchó por controlar la escoba porque no servía y veía el piso cada vez más cerca. Sin tan solo pudiera sujetar la varita...

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Los ideales son solo palabras hasta que luches por ellos.

 

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Edward

 

Un gritó de alerta desagarró la tranquilidad de aquella parrillada de la tarde, todos dejaron inmediatamente lo que estaba haciendo, cayeron vasos, cubiertos y alguna que otra silla perdió el equilibrio al levantarse velozmente su ocupante, tomó apenas unos segundos para que todos entendieran desde donde provenía la voz.

 

Edward levantó la vista al cielo justo para ver como una bruja se precipitaba hacia ellos sobre una escoba. No parecía tener control alguno de la misma, o había apuntado directamente hacia ellos mientras azuzaba al vehiculo.

 

Sea cual fuera de las dos opciones o hacían algo o alguien sufriría una accidente, no lo tuvo que pensar dos veces. El pelinegro sacó como pudo su varita y apuntó directamente al proyectil humano que como bólido se acercaba hacia ellos.

 

Pensó en su cabeza el encantamiento necesario y el efecto fue inmediato, la escoba dio una curva pronunciada y se dirigió hacia el castillo pero a medida que se alejaba su velocidad disminuía y su altura cada vez era menor. Al final se detuvo por completo al principio de los grandes escalones de piedra que llevaban a la entrada principal del enorme palacio.

 

El ojiazul que controló en todo momento a la escoba con su varita la guardó nuevamente en un bolsillo de su pantalón y miró al resto de sus familiares -¿Quién es ella? –

 

La mujer se bajó del vehiculo y cuando se alisó un poco el alborotado cabello del rostro pudo reconocerla. ¿Binny? ¿Su tía?

 

-¿Binny? – preguntó confundido mientras la bruja se acercaba hacia ellos.

 

@@Binny Evans @ @@Laimi Evans @

 

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Todo había sucedido con rapidez, y la confusión que había estado experimentando no hizo sino incrementarse, al observar la figura de Binny cayendo en picada hacia nosotros, aunque gracias a Edward tuviera finalmente un aterrizaje seguro.

 

Tan solo un tiempo atrás, había estado con Albus junto a un nuevo huevo dorado, mientras a la distancia, Richard nos observaba. Mi falsa seguridad de que esta vez atraparía al bromista, había hecho que a último momento este huyera rápidamente, solo que, sin posibilidad de escabullirse, por primera vez reveló su apariencia.

 

Así que la había seguido, a esa araña que parecía tan habilidosa, desde la habitación hasta la zona donde alegremente Edward preparaba parrilla y Melrose olfateaba el ambiente. Solo un momento la presencia de Laimi, a quien no veía hace mucho había desviado mi atención de la araña, llevándome a soltar la varita y correr a abrazar a mi hija.

 

Y entonces el incidente de Binny había ocurrido. Lo peor, que la araña bromista no había tardado en cuanto ella había hecho contacto con el suelo en correr en su dirección y rápidamente trepar por su brazo hasta su hombro.

 

Y frente a ese hecho, fue como si de pronto los sucesos acaecidos todo el día, encontraran sentido, como piezas faltantes encajando para completar un puzzle.

 

— ¿Esa araña es tuya Binny de las mercedes? —grité dando varios pasos e incapaz de razonar de forma coherente- más te vale responder en este instante, o te juro que cogeré esa escoba y no precisamente para montarla.

 

Y enseguida, sin decir más, cogí por el mango la escoba que había quedado a un lado, y la alcé en lo alto.

 

@@Binny Evans @@Syrius McGonagall @@Laimi Evans @@Albus Severus Black @@Ania Evans Weasley @@Kutsy Stroud Lenteric Lenteric Stroud

 

P-ko, elfina de Bel

Varios días después, al atardecer

La alerta la había hecho ir rápidamente hasta los terrenos posteriores al castillo, donde tiempo atrás, la familia entera había construido un establo. Las órdenes de su ama no habían sido del todo claras, de hecho, le había asustado enormemente a su elfina que a pesar de ser su voz, esta sonara diferente, como más másculina y con cierto tono alcohólico.

 

Y era verdad lo que el resto de elfos comentaban con insistencia. Al fondo de la estancia, tumbado en la esquina y con varias botellas de licor a sus pies, ya vacías, la figura de Pakami Gryffindor, el amigo entrañable de su ama, vestido con smoking y hablándole algo a los animales que tenía frente a él, se mostraba bastante ¿dolido? ¿afectado?

 

La elfina quería hacer muchas preguntas, pero sabiendo que solo tenía que cumplir las órdenes, chasqueó los dedos y al instante, las puertas del establo se abrieron de par en par, permitiendo su ingreso. En el interior, llevándose un pañuelo a la boca comprobó que el cuadro de la ama Pandora también estaba allí, al lado del joven y otro cuadro que no alcanzaba a distinguir. Las mejillas completamente enrojecidas y las palabras altisonantes que alzaba corroboraban que Pandora ya no se encontraba en sus cabales.

 

Joven Gryffindor- dijo entonces, temerosa ante como las criaturas de la extinta ama Evans McGonagall se agitaban alrededor de ella al interior del establo, rodeándola- el portal creado por la ama Evans está listo. Le sugiero se apure en llegar, puesto que mantenerlo consume mucha magia, y no sé cuanto mi ama pueda soportar.

 

De alguna manera extraña esos tres se habían reencontrado ¿que sería lo que pasaría ahora? La elfina tragó saliva, no demasiado segura de querer saber la respuesta.

 

@@Pakami Gryffindor @

Editado por Bel Evans McGonagall

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El aterrizaje fue algo forzoso. Hacía mucho tiempo que no me aparecía. De hecho, hacía mucho tiempo que no utilizaba magia en general. Era una sensación extraña, como encontrarse con una vieja conocida. Necesitaría un poco de práctica para ponerse al día... O quizás eran solo las copiosas cantidades de alcohol recorriendo mis venas que apenas me permitían reconocer la mano sosteniendo una varita frente a mí como mía.

 

Recibir la llamada de Belosa me había transformado, una sed de angustiosa e insaciable venganza despertando dentro mío. Si bien había sido relativamente costoso mantener mis emociones a raya durante las primeras dos o tres botellas de whiskey de fuego, para la cuarta ya había roto mi juramento contra la magia y había cambiado mi atuendo al mismo traje que había usado el día de mi casamiento. Para la quinta, la magia me había transportado al antiquísimo hogar de las Evans.

 

Realizando una extraña y alcoholizada danza, logré transportarme al lugar donde sabía que encontraría el cuadro de Pandora. Seguramente estaría diciendo algo con respecto a mi repentina aparición. Mi cerebro se ahogaba en alcohol como para entender una sola palabra fuera de las que salían arrastrándose de mi boca.

 

-El juró que volvería... y ella empapada en llanto, ella juró que esperaría...

 

Descolgando el cuadro de mi amiga y ubicándolo debajo de mi brazo, pausé un momento al ver un trío de alemanes bastante animados, siguiendo el triste ritmo de mi canción mientras llenaban una pequeña mesa redonda de botellas vacías. Lo tomé sin hesitar y partimos rumbo a los establos.

 

Llegar allí costó una considerable cantidad de concentración. Una vez lo hube logrado, dediqué unos cuantos minutos a bizquear, tratando de decidir cuál sería el mejor lugar para pasar aquella borrosa noche.

 

El hipogrifo me miró extrañado. Sin duda no muchas personas se atrevían a desparramarse contra semejante bestia mientras dormía. Gruñó levemente pero no protestó más que eso, especialmente cuando hice aparecer una nueva botella de ron y la llevé hacia su pico.

 

-Ahora sí, cantemos Padosa- Le dije al cuadro. -Solaaaaa... en el muelle de San Blás...

.-*[[ GPciano de Alma || http://i.imgur.com/LVhxFeN.gif || Sandía del Mal ]]*-.


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