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♠ Casino Royale ♠ (MM B: 111331)


Eobard Thawne
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Conocía la existencia del Casino Royale porque se había encargado de realizar las transacciones bancarias necesarias para su correcto funcionamiento, pero aún no había encontrado el tiempo suficiente para ir a visitarlo y conocerlo más de cerca. Siempre que creía haberse hecho un espacio entre sus obligaciones, aparecía una pila de pendientes que pocas veces la dejan libre antes de la media noche.

 

Sin embargo, ese día parecía que gracias a los próximos festejos de Año Nuevo los magos londinenses se encontraban sumidos en sus compras y su mondo, aislándose de los trámites burocráticos del Banco, por lo que disfrutando de esa pequeña tregua, tomó su capa de viaje y se la colocó en los hombros y abandonó su oficina en el recinto mágico dispuesta a pasar un rato agradable.

 

Mirando la edificación de dos pisos, en la cual se encontraba el casino, esbozó una sonrisa. Si, sin duda era un buen negocio y en el cual podría pasar un rato agradable y quizás conocer gente nueva, que la ayudará a salir un poco de la monotonía de su rutina y aunque tenía cierta persona un lugar importante en su vida, quería conocer a más y hacerlas parte de su vida, al menos de manera amistosa.

 

—Buenas… quiero 5000 galeones en fichas. —pidió con una sonrisa ladeada al empleado de la puerta, sin siquiera mirarlo a los ojos.

 

Una vez que recibió sus fichas, permitió que le quitaran la capa de viaje dejando al descubierto un vestido de color blanco que contrastaba con su piel blanquecina y rubios cabellos. Mientras que sus ojos verdes brillaban con cierto interés por las mesas de apuestas que la invitaban a realizar algunas apuestas y perder parte de su fortuna.

 

Comenzando a caminar hasta una de ellas, sin darse cuenta chocó con el cuerpo de un mago al menos un palmo más alta que ella y que al parecer no era inglés. Mirándolo con atención, notó su medalla, ¿se le hacía conocida? Puede que sí, le encababa leer y esa pieza podía haberla visto antes en uno de sus libros.

 

—Hola, ¿eres nuevo por estos sitios? —preguntó de manera curiosa— Por cierto, mi nombre es Mia Black Lestrange. —añadió su nombre con diversión esperando una respuesta por parte de él.

 

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Un casino no era precisamente un sitio donde podía aumentar sus ganancias aún así lo había elegido como el entretenimiento de esa tarde. Al observar el interior del sitio supo que su elección era la acertada. Podía ver como el estilo gótico del lugar producía que las personas se mantuvieran el entusiasmo y quizás aumentaran su ambición; o quizás era lo que le sucedía a ella en ese momento.
No contaba con galeones suficientes para probar los juegos más interesantes pero suponía que en algún momento los tendría y mientras tanto evaluaría aquellos que podría considerar fáciles, clasificándolos por categoría. A simple vista podía reconocer que existían diferentes estilos de juegos y la idea de distinguirlos se estaba convirtiendo en imposible. Quizás sólo probaría suerte.
Intentó identificar las áreas del local a través de las señalizaciones, no existía los colores llamativos, al menos no desde aquella perspectiva, por lo que podía reconocer que los juegos no tenían niveles. Si tenía suerte encontraría la máquina traga monedas, popular en el mundo muggle. Era en cierta forma la manera más simple de probar su suerte y, quizás, el más sencillo de participar.
¿10 fichas? se preguntó a si misma al ver el cartel que se ubicaba en una de las máquinas más próximas a ella que se dedicaba al juego de naipes.
Estaba segura que era muy distinto al mundo muggle y las reglas podrían cambiar. Visualizó el mostrador para intercambiar galeones por fichas o quizás le darían galeones por fichas; aún dudaba de su funcionamiento. Necesitaba un instructivo o un manual de reglas para poder informarse de las oportunidades que existían. Se acercó hacía el lugar que estaba visualizando.
¿Ofrecen asesoramiento?

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La ventaja de ser el dueño del lugar, es que prácticamente podía aparecerse dónde a él se le antojara. De vez en cuando, le gustaba adoptar una posición vigilante, en la cima de las estanterías que ofrecían bebidas a los jugadores, para poder observar a los clientes que iban y venían por el casino.

Aquella tarde, había sido una excepción. Y en su lugar, el diricawl fungía de vigía en la sala de juegos, pudiendo avisarle al propietario de la llegada de alguna persona.

Se materializó al pie de la escalera que daba al jardín trasero, con la mano izquierda en el pantalón de corte recto que, en conjunto con su camisa, le daba la apariencia de ser uno de los supervisores de las partidas. Casi a mitad de la estancia, se encontraba Litsy, la chica que había conocido en el Caldero Envenenado, quien a juzgar por lo que hacía, esperaba que le fueran suministradas un par de fichas.

-Creo que Jack se tomó el día libre, de lo contrario, ya tendrías tus fichas.

Valiéndose de las caracteristicas mágicas de las botas de siete leguas, se deslizó con gracia hasta quedar detrás del mostrador. Rebuscó en el bolsillo de la camisa, adornada con ases, corazones y picas que se deslizaban por toda su vestimenta de manera ocasional. A juzgar por el murmullo en el hall de entrada, parecía que Vincent Sobel, su vigilante personal, atendía, o intentaba hacerlo, a otros visitantes.

-La casa invita. -extendió la mano izquierda para entregar las veinte fichas, moradas y con los bordes dorados, a Litsy. Con la diestra, se acomodó la montura de las gafas sobre la nariz. -Para ser honesto, la máquina no ha tenido uso en muchos meses, es bueno ver que alguien se interesa por ella.

Abandonó el mostrador para situarse en el banco al lado del juego de naipes, parecía intrigado por cómo resultaría la partida de su visitante.

-Según recuerdo, debes de insertar la ficha, y ser bastante rápida. Por cada par acertado en un minuto, ganas cuatro fichas de premio, que después puedes volver a canjear. Pero cuidado, que si te equivocas, la máquina emitiría un pequeño disparo de fuego.

Echó una mirada a la máquina que yacía a su costado derecho, una variante mágica de la ruleta. Una réplica de snitch dorada cruzaba la estructura achatada, hasta que era detenida por un encantamiento petrificante al azar.

@Litsy

Editado por Eobard A. Black Lestrange
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Su respuesta tardó en llegar y de haber sabido que las cosas resultarían de cierta forma se hubiera dedicado a seguir recorriendo las inmediaciones. Para su sorpresa, el dueño del lugar era a quien había conocido previamente en el Caldero Envenenado y se encontraba delante de ella en esos momentos. Recordaba de manera vaga que le había mencionado que tenía ese negocio.
—Te lo agradezco —necesitaba mostrar su gratitud ante esa situación inesperada; ahorrar algunos galeones no le venían mal.
Antes de poder articular alguna otra palabra prestó su atención a las instrucciones del mago acerca de los juegos, ésto le servía y a la vez le entusiasmaba bastante. Se preguntaba si todos los juegos de aquel lugar tenían sus mismas trampas. Visualizó otra vez el lugar, y pudo notar lo que antes no había podido hacer, había objetos volando por el aire e incluso luces que bien podían ser llamas.
—Estoy segura que no pasará —elevó una de sus cejas para mostrar seguridad; aunque no podía medir su grado de suerte ante esas máquinas ya que no solía probar su suerte; de hecho, era la primera vez que lo intentaba.
Sostenía un par de fichas en una de sus manos y con la otra guardaba el resto ara utilizarlas luego, por otra parte, no perdía de vista su varita ya que reaccionaría en caso de fallar. Miró fijamente la máquina que estaba delante de ella y siguió las mismas instrucciones que se le habían dado con anterioridad.
No podía dejar de apreciar la exactitud que tenía la máquina en comparación con aquellas que carecían de magia. Para su suerte, los tres primeros intentos resultaron a su favor, pero fe ese último con el que concluyó su racha de suerte. Como prevención, cambió las fichas por su varita:
— Aguamenti —en conjuró fue directo al fuego que la máquina emitía y desapareció antes que le hiciera daño.
Había calculado bien en esa ocasión pero no sabía de qué manera actuaría en la próxima por esa razón permitiría que pasaran unos minutos más hasta que ese momento llegara. Miró a Eobard para luego preguntar: —. ¿Quieres intentarlo?

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Editado por Litsy


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-Es una cuestión interesante, la suerte. Algunos la ven como una entidad que anda rondando por ahí, a veces adentrándose en objetos valiosos. Y yo...bueno, quizá me aprovecho un poco de eso, ahí la razón por la que decidí abrir un casino en una edificación venida a menos.

Siguió la partida de Litsy con peculiar interés, pues le generaba curiosidad saber hasta qué punto lograría sin que la máquina emitiera un poco de fuego. En cuanto ella le pregunto si quería intentarlo, el castaño lo pensó dos veces, flexionando los dedos de la mano izquierda para asegurarse de que estaba en condiciones óptimas.

-¡Qué reflejos! Probablemente, yo me habría quemado una ceja. -sugirió, extrayendo una ficha del bolsillo del pantalón para dar inicio al juego. -Veremos qué tal me va.

Lo ignoraba, pero cada vez que se iniciaba una nueva partida, la velocidad del cronómetro se duplicaba, así como el premio a recibir. Era una alta apuesta, sobre todo porque, también la intensidad del fuego podía, o no, incrementarse. Dio un ligero suspiro, antes de concentrarse. Todo iba bien hasta el segundo par, cuando seleccionó una carta errónea, que ocasionó que el artefacto emitiera un beep.

El fuego salió disparado hacia sus gafas, las cuales recibieron el impacto. Reaccionó para apagar el fuego con su varita, pero el daño ya estaba hecho. La montura estaba chamuscada, por lo que se había debilitado como para sostener las lentes en sus sitios. Se encorvó para recuperar sus fichas, las cuales, para su mala suerte se las había quedado el artilugio.

-Ahora que lo pienso, no sería mala idea desempolvar estos juegos. Ver si son aptas para uso de los clientes. -rió por lo bajo, colocando las gafas sobre los botones de la camisa. -Si lo deseas, podrías contarme un poco más de ti, ya que sólo sé tu nombre. ¿Tienes familia?

Quizá, si las máquinas traga monedas, o el billar a la entrada, no los mataba, podrían llegar a averiguar la clave para ganar en todas esas actividades. El tiempo era algo así como su mejor aliado y, considerando la caótica situación que se vivía en Inglaterra, lo mejor era resguardarse.


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Le resultaba interesante conocer la reacción del dueño del local con respecto al funcionamiento de las máquinas. Si bien, existía la posibilidad de que él mismo fuera quien hubiera implementado ese tipo de juegos y por esa razón sabía de los secretos que podría encontrar; por otra parte podría ser que el casino ya hubiese establecido de tal manera en el momento de la compra. Lo deduciría al observar la situación.

Se ubicó sólo a unos centímetros atrás lo que le permitiría ser espectadora y a la vez era lo suficientemente lejos para que las reaccione de la máquina no le hiciera daño.No le sorprendería que las máquinas estuviesen encantadas todas de manera diferente ni que estuviesen vivas,ésto último resultaría imposible pero en el mundo mágico todo valía.

Se impactó al ver la velocidad de la llama, sin dudas su intensidad se había incrementado desde su último intento. Los resultados para Eobard fueron negativos ya que cayó en la trampa de su propia máquina de juegos y , considerando que los daños no fueron importantes, no pudo evitar enmarcar una sonrisa—. Siento que terminaras así.

—De hecho, no lo sé —su respuesta fue sincera; no tenía una idea de quiénes podrían ser sus parientes ni tampoco estaba segura de que fueran brujos.

Sentía la necesidad de evitar el tema aún no estaba preparada para hablar y reflexionar al respecto por esa razón aprovecharía la posibilidad de cambiar el tema de conversación y a la vez conocer las instalaciones.

— ¿Es posible recorrer el lugar?

Aún tenía fichas, lo utilizaría en caso de ver alguna máquina menos complicada y peligrosa, aunque podía admitir que eran emocionantes.

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Editado por Litsy


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-Descuida, de todas formas, ya necesitaba cambiar mis gafas. -dejó ir una risa a la par que extendía ambos brazos. Simplemente, no había teñido buena suerte. -Consideraré poner una advertencia para quienes decidan jugar partidas seguidas.

La respuesta que tuvo a su pregunta, no le sorprendió del todo, pues eran tiempos de incertidumbre. Además, entendía a Litsy de cierta forma, pues se había visto en una situación similar. Para ser extranjero, ya se había adaptado lo suficiente como para pasar por británico, inclusive en el acento.

-Hay tres puntos de interés. El jardín, a nuestras espaldas; la zona de habitaciones, en el segundo piso; y, finalmente, la sala de partidas privadas. Que...bueno, no ha sido celebrada una hasta ahora, así que más bien, es simbólica.

Extendió el brazo derecho para llamar a la criatura emplumada, similar al dodo muggle, que reposaba sobre una de las lámparas en forma de araña en el techo. El diricawl emitió un graznido, posándose sobre el hombro del mago, mientras éste le acarició el pico con cautela. Llevaba poco tiempo con aquel ave, por lo que aún estaba habituándose a tratarla.

-¿Sabes? Creo que la mayoría de personas que he conocido, no siempre tienen idea de su familia. Eso me incluye a mí. -esbozó una media sonrisa, encogiéndose de hombros. -Supe de los Black Lestrange, hasta la mayoría de edad, que fue cuando decidí venir a Inglaterra.

Por primera vez, no dejó que los recuerdos invadieran su mente. Generalmente, hablar de su pasado le producía esas secuelas, pero parecía haber logrado controlar sus emociones. Ladeó su cabeza hacia la izquierda, con la intención de decidir qué camino tomar para el tour improvisado.

-¿A dónde te gustaría ir primero, entonces? Si es el jardín, más vale tener listas las varitas, por si aparecen plagas.

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Las señalizaciones que indicaban las diferentes áreas del local le daban un posible indicio de lo que podía encontrarse, sin embargo, no podía estar segura de que todo lo que se imaginaba sería realmente de esa forma considerando que el episodio en el sector de máquinas no había sido lo que ella podía denominar común. De todas maneras, se encontraba expectante de lo que podía encontrarse en esos lugares.

— Debe ser un buen acompañante —refiriéndose al ave que se posó sobre el hombro de Eobard.

Le generaba curiosidad las características de éste, su plumaje, alimentación y, sobre todo, su actitud con quién se encargaba de su cuidado. Por otra parte, en los últimos días había considerado adquirir una criatura mágica y por esa razón el hecho de ver cómo el ave seguía las instrucciones del mago, le molestaba. Esa sensación se desvaneció de inmediato al suponer que posiblemente en algún futuro próximo tendría uno para ella.

— Supongo que el jardín —sentía curiosidad por saber el tipo de plagas que podían encontrar. La única referencia que tenía de éstas era lo que previamente había leído en libros, pero suponía que podría tener un punto de vista diferente al autor.

Por otra parte, desconocía si el lugar estaba climatizado como el resto de las áreas y se podía notar que estaba anocheciendo, lo que significaba que era posible encontrar sorpresas. A su vez, su atención se situaba en el diricawl ya que desconocía completamente información al respecto a ese tipo de especie y lo único que podía determinar era que su comportamiento parecía como el de cualquier ave.

— ¿Qué tipo de criatura es? —por otra parte intentaba cambiar el tema de conversación sobre la familia—. ¿Es posible que posea el don de leer mentes? —Eso último lo consideraría debido a que por unos segundos creyó ver una mirada fija sobre ella.

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-Para ser honestos, el cuidado de criaturas mágicas, no es un área de mi especialidad. Aunque, hago lo que puedo.

Sonrió de lado mientras se encaminaban hacia el portón que daba acceso al jardín. El seto que rodeaba los límites del negocio, a pesar del tiempo sin un propio mantenimiento, seguía pareciendo ordenado y atractivo a la vista, con un sinfín de botones florales que crecían en éste como la hiedra. El diricawl emitió un graznido, para después echar a volar, aprovechando que se encontraba en el exterior.

-Es un diricawl, según leí. -respondió a Litsy, rebuscando en el bolsillo del pantalón para hallar su varita. -Dudo que pueda leer mentes, o de lo contrario, le causaría una jaqueca estar cerca de mí tan seguido.

Apuntó con el fragmento de nogal negro a la fuente, pensando en un hechizo para encender las luces. Inmediatamente, el pilar de ésta se iluminó, como si hubiese reflectores bajo el agua. Al pequeño monumento, le siguieron las distintas hileras de lámparas que adornaban a lo ancho y largo del jardín. Tenían forma de canastos, y daban la impresión de contener miles de luciérnagas.

-Me parece que es inofensivo. Por el contrario, este espécimen que tenemos aquí, sí es un poco de cuidado.

Tomó asiento en el borde de la fuente, donde, si uno se inclinaba lo suficiente, podía observar un grindylow nadando cual pez en el agua. La criatura presintió la llegada del castaño, por lo que se asomó a la superficie. Con el anillo de amistad con las bestias tomando forma en su mano izquierda, Eobard percibió parte de los pensamientos de la criatura.

Estaba animado por las luces nocturnas.

-No podría tenerlos en la mansión de mi familia, así que los trajé aquí. -explicó, haciendo alusión al ave con apariencia de dodo. -Antes solía trabajar en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, así que supongo que se me quedó el gusto de tratar con entes mágicos.

@Litsy
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Sentía curiosidad por conocer las diferentes criaturas que existían en el mundo mágico, especialmente, si algunas de ellas eran capaces de leer los pensamientos de lo demás. Sabía que muchas eran resguardadas en áreas restringidas debido a ser consideradas peligrosas y según le habían informado, a medida que alguien demostraba cierto nivel de experiencia sería capaz de dominar más tipos de ellas. Quizás era por esa razón que le era imposible imaginarse a sí misma cuidando de un diricawl.

Sonrió al escuchar que no era la única que solía tener múltiples pensamientos en poco minutos y luego observó como el ave emprendía su vuelo para disfrutar del exterior. Si la criatura hubiese estado al cuidado de ella su corazón se habría detenido por unos instantes por el miedo de que no volviese. Aún así, verlo volar era algo que le impresionaba, era la primera vez que estaba cerca de uno. En ese momento volvió a considerar la idea acerca de la lectura de mentes porque suponía que podía haber infinidades de cosas no descubiertas.

Al perderle de vista dirigió su atención a las dimensiones del jardín y podía determinar que era aún más amplio de lo que se había imaginado, incluso, su aspecto era elegante y la tonalidad natural de las plantas podían ser percibidas a pesar de no estar iluminado con la luz solar. Confiaba que el lugar atraía a muchas personas a causa de los diversos servicios que ofrecía aún sin haber visitado las otras áreas del local.

— Impresionante —señaló al ver al grindylow. Desconocía si la criatura realizaba técnicas de defensa al encontrarse cerca de desconocidos pero notaba que Eobard era capaz de conectarse con éste de alguna manera, por lo estaba de más mantenerse alerta.

Se aproximó a la fuente perdiendo el miedo de ser atacada por alguna criatura que estuviese sumergida, pero sí pensando con qué otras podía encontrarse, si bien, parecía haber más—. Es un lugar agradable para ellos —descartaba la idea de que el territorio de su familia no tuviese las condiciones adecuadas para tenerlos por lo que supuso que la verdadera razón era por su última frase o, quizás, por motivos más complejos.

— Es diferente saber de ellos teniéndolos en frente que mediante libros —estos mostraban sólo una porción de información al respecto; pero delante de ella tenía quien le resolviera sus consultas—. ¿Sabes si existen magos capaces de cuidar dragones?

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