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• Mansión de la Familia Macnair • (MM B: 86385)


Pik Macnair
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ㅤㅤㅤㅤOyó atentamente las palabras del Macnair, era increíble, cómo a pesar de no haber convivido ni haber sido educados, ambos, bajo ninguna doctrina de dicha familia, tuviesen tanto en común y todo por la sangre de Pik corriendo por sus venas. Sintió un pequeño escalofrío a la altura de su corazón, y luego pequeñas mariposas danzando en su estómago. Hace tanto que no veía a su padre, que a veces temía él se hubiese olvidado del todo de ella ─ ¿la reconocería? Negó con sutileza, de manera casi imperceptible pues logró disimular el gesto al dar un largo sorbo al licor. Abrió los ojos luego de disfrutar de su sabor, y soltó un pequeño suspiro ─ aquel lo dijo todo y nada al mismo tiempo. 

Escuchar aquello de su hermana le causaba una pequeña diversión, y es que aún recordaba, tan claro como el agua, la rivalidad entre ambas. Los celos de Arya. Las pláticas en su habitación cuando ambas eran lastimadas por el pasado que les golpeaba constantemente. Cómo la vio renacer de las cenizas, ascender a lo más alto de la cúspide, y también, cómo percibió el dolor que le causó su ausencia. Arya no sólo era su hermana de sangre, ella era su hermana de alma, sus vidas, sus destinos... estarían unidos hoy y siempre.

─── Todos cometemos errores, Kyle. ───habló con suavidad, sin querer tocar su piel por temor a invadir su privacidad, pero realmente quería compartir su compresión. Sólo podía detener sus preciosas esmeraldas en él, y desde ahí, inundarlo hasta al fondo de la transparencia que ella mostraba con los miembros de su familia.─── E imagino que tu naturaleza no ayudó mucho a mantener a raya esa personalidad que sé te caracteriza. Pareces un témpano de hielo, capaz de hacer a un lado a quién se cruce por tu camino, pero también veo... ───entrecerró los ojos y ladeó el rostro como cuando era una niña observando aves mágicas.─── Veo a alguien que quiere ser profundamente amado y protegido.

Su ceño se frunció ligeramente al terminar su interrupción, y volvió a perderse en sus cavilaciones. Él había nombrado a alguien, una Macnair que aunque no era de sangre, sí mantenía nexos seguros con la familia. ¿Sería ella? ¿La mujer que la encontró aquel fatídico día en el Castillo junto al Black y su hermana? ¿Kyle sabría que su cuerpo y alma estuvo condenado por una piedra convertida en daga? Deslizó una de sus manos por sus cabellos, acomodando un poco las hebras oscuras pero también los pensamientos abstractos que comenzaban a inundarle. Creyó haber superado esa etapa, haber destruido por completo sus temores aquella noche en el cementerio, pero ahí estaba, latiendo en su pecho, como si la cicatriz palpitara y le recordara cada uno de sus pecados posterior a su liberación del infierno.

─── Es curioso, creo que ambos tenemos tanta oscuridad oculta... y tanta luz a la vez. ───volvió a alzar su mirada, para depositarla con más dulzura en la de su hermano y esta vez, sí que acercó su mano hasta él; deslizó las puntas de sus dedos por sus facciones y una nueva sonrisa se acentuó en sus delicadas facciones.─── Me recuerdas a mi adolescencia, Kyle... a un viejo amigo, atormentado por su licantropía y las múltiples atrocidades que no pudo controlar durante algunas lunas... realmente lo amé muchísimo. ───deslizó con más seguridad las yemas por su rostro hasta agarrar con cariño su mentón, y luego de un ligero apretón, le soltó para volver a su posición.─── No vuelvas a intentar lanzarme... ahora sé cómo caer gracias a ti.

Le devolvió la broma tarde, aunque con la misma picardía característica de su personalidad. Cuando las risas callaron, y el fuego volvió a inundar el salón, la ya no tan pequeña Macnair, volvió a contemplar las llamas danzarinas con un hipnótico sentir. Ahí yacía ella, en todo ese fuego y en toda esa destrucción. Realmente quería ser la hermana, la Macnair que su familia necesitaba, pero con Kyle colándose en su vida, un peso más yacía sobre las palmas de sus manos. No podría con la culpa si ahora él era partícipe de los conflictos del Averno, si lo lastimaba como Juliette hizo con Arya... y al mismo tiempo, le aterraba aferrarse a alguien, a él. Algunas cosas parecían no cambiar del todo, como su miedo al abandono o a olvidar todos los momentos como Black hizo con ella en un dos por tres.

─── Entonces... ¿me dirás qué fue lo que encontraste, hermanito?

 

cita. @ Juv Macnair

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KJ0

 

Juliette había errado respecto a su percepción sobre Kyle, no necesitaba que nadie le cobijará debajo de sus alas o le diera una muestra de afecto o amor desinteresado. No existía cabida para banalidades como esa dentro de su vida, para que malgastar su tiempo en sentimentalismos baratos. Ella era su hermana, la sangre que le corría por las venas, le condenó desde que tuvo memoria orillándolo a cometer actos atroces que no serían perdonados, ni aunque volviera  a nacer un millón de veces. Las palabras de la fémina eran las justas y necesarias en ese momento, buscando romper parte de la superficie que era la coraza de hielo que protegía al Holandés

— ¿Amor?, lamento decepcionarte. Pero no, yo no conozco al amor como el resto, yo lo he vivido de una forma por demás intensa y desgarradora—sentenció mirando fijamente los ojos de su acompañante. ¿Qué rayos era el amor en realidad?, perder la cabeza por una persona que a las vueltas de cambio te rompería el corazón en mil pedazos. Sentir que el alma se te desarma como lo hace un juguete muggle, quedando desperdigadas las piezas por todo el universo que te rodea. Falacias sin razón de ser o sentido real para el Nigromante, ella buscaba darle un consuelo que jamás alcanzaría del todo al caballero. El sentirla tan cercana y al mismo tiempo tan lejos de él, mancillaba esa alegría maltrecha de saberse aceptado por su familia. 

— Descubrí como matar a una nación entera sin sentir el menor remordimiento, asesine a destajo a todo aquel que obro en mi contra desde que fui arrancado de está mansión—la sinceridad que brotaba de sus labios era semejante a una pesada lápida. Aquel trozo de piedra donde yacían grabados los nombres de todos los malnacidos que le hicieron la vida un infierno en la tierra— He visitado miles de veces el averno, no me asusta lo que me ha legado nuestro padre. No temo al poder que eso desencadena y mucho menos lo que me permite hacer—la sonrisa arrogante se abría paso en sus labios. Tal y como lo hace un chorro de agua que deseaba bañar con sus aguas cristalinas la tierra árida que jamás ha vuelto a dar ninguna clase de fruto— No intentes cambiar lo que ves, no puedes sacar una pizca de amor de mi y menos eso que suelen llamar cariño de hermanos—tomaba la mano de la castaña antes de que la sacará de su rostro. 

Le miraba del mismo modo que ella a él, analizando cada detalle de sus facciones, detallando cada gesto como si lo cincelará sobre una roca sin forma. Pasaje oscuro que permanecería tatuado en su memoria— Mucho tiempo alejados, ya va siendo hora de que seamos lo que somos en verdad. Mi hermana, mi querida y amada hermana. Si te preocupa lastimarme como lo hiciste con Arya, no te eches esa pesada carga sobre tus hombros—relamió sus labios quitando el poco sabor a licor que quedó en ellos. Cada uno tenía sus propios demonios internos, seres que siempre atormentaban por las noches a sus moradores. Pero no al Macnair, aquel hombre que descubrió como plantarles la cara y darles una batalla que difícilmente ellos podrían ganar— No vas a lastimarme, prometo que no será así—dejaba un beso sobre la mano de su querida hermana— Te di mi palabra, protegeré cada paso que des, seré aquel que de la vida por ti de ser necesario—salió sin demasiado esfuerzo esa confesión de sus labios. 

Al parecer ser tan similares les jugaba un poco en contra, ya que podían leerse sin mucha dificultad, tal y como se hace con un libro— Ella es lo que me mantiene cuerdo por momentos, no puedo pedir nada mejor que una dama como ella. Aunque solo seamos amigos y socios de negocios, no puedo negar que hemos pasado momentos sumamente gratos—ladeó la cabeza llevándose la copa a los labios. Si las paredes de su mansión en Ámsterdam hablaran que no diría entre susurros y otra clase de sonidos que resguardaban en sus cuerpos de concreto.

@ Juliette Macnair

Editado por Juv Macnair

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 1 mes más tarde...

Así andaba consigo mismo, después de mucho que no respiraba estos aires cargados de nostalgia, lo cual lo llenaba de amargura en una impotencia atónita al no reconocer nada. Sus manos vacías se tocaban entre si ocultas entre sus ropajes dejando flamear con la brisa en su rostro mientras se dirigía por entre los aires volando a dónde alguna vez fue su domicilio.

No sabía bien si estaba correcto lo que hacía, ni mucho menos de esperar algo que le llene de alguna manera, pero... no tenía nada que perder y quién sabría si  todo estos le vendrían beneficios. 
Pasó su mano por ambos ojos como si algo le incomodaba limpiando las comisuras y despejando de lo alguna vez fueron lágrimas ahora secas; no le importó romper esos avivados recuerdos, si recuerdos, aquellos que fueron y que volaron siendo regados por los aires tras de si, siendo borrados; seguidamente notaron sus dientes en una sonrisa forzada  la cuál se relajo haciéndole fruncir un poco el ceño de su frente entre sus cejas  pobladas.

Miró hacía abajo donde estaba la Macnair  llendo en picada sin ninguna incomodidad y zigzagueando las torres de la misma e ingresando por uno de los viejos vitrales y materializarse con su máscara de Cuatro Jaguares puesta en su rostro y traje mortífagos y caminar unos tantos pasos en el salón para quitársela con los dedos y está desvanecerse entre los mismos. 

Imaginó que su madre Cissy o tía Arya estuvieran pero no las sentía cerca.
No vió a ningún elfo cerca lo cual fue una gran consuelo ya que nunca le habían agradado. 
No sabía que le vendría en el destino al Canciller o eso fue su última labor antes de desaparecer por tanto tiempo después de uno de sus tan largos viajes, aunque sabía que habría mucho por hacer y no debía perder más el tiempo.


@Cissy Macnair

 @Arya Macnair

Editado por Eterno Black Triviani

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  • 2 semanas más tarde...

Kahlandead2

 

Recuperando...

Eso era lo que anhelaba en verdad, dar con el paradero de su hermano gemelo. Kyle no era un hombre que pasará desapercibido fácilmente dentro de la comunidad mágica, no teniendo el titulo que ostentaba por todo lo alto. Ella en cambio era una asesina serial que jamás habían logrado pillar en tierras Alemanas, no salió de ahí por mero placer, sino por algo mucho más importante y que le dejaría sin duda con grandes dividendos dentro de su cuenta personal

— Su morada...—musito contra la nada. Ahí delante de ella el sitio que le viera nacer junto a carne de su carne, sangre de su sangre y maldad que les brotaba por cada poro de la piel. Kahlan era todo menos amorosa o compasiva, jamás sintió el afecto de los que se decían sus progenitores y tampoco le interesaba tener un nexo con esos cuerpos que ahora yacían sin cabeza y extremidades dentro de la residencia Mondanth. Sus mejores obsequios eran los órganos que colgaban de las fauces de Vermithor, dejando que se deleitará con los presentes que le brindará la Oclumante. 

El viento soplaba agitando los bajos de su capa de viaje, causando un silbido que llego hasta los oídos de un elfo que andaba deambulando por los jardines a sus anchas. Cerrando por un breve instante los ojos, escuchaba a lo lejos los gritos de un par de pequeños que se lanzaban hechizos inofensivos a la hora de terminar la practica impuesta por su padre Pik. Aquel mago que buscaba a como diera lugar sembrar en ellos aquella vena competitiva que les orillaba a retarse en todo momento— Gracias—salió de sus labios sin una pizca de emoción. Era como estar mirando a una estatua de hielo, fría distante e indiferente— Macnair—el apellido de su parentela afloraba de sus labios como lo hacen las raíces de una planta carnívora.

— ¿Dónde esta el señor Kyle Macnair?—preguntaba relamiendo sus labios como un felino que recién había degustado un cuenco de leche fresca. Sus ojos cargados de ira y desdén escaneaban a la pequeña criatura, conteniendo sus ganas de arrancarle la cabeza de tajo y cocinar el resto dentro de una olla repleta de aceite hirviendo— No soy una enemiga, si es lo que estás pensando. Solo deseo darle el abrazo que se merece mi querido hermano y de paso, ajustar algunas cuentas pendientes—indicaba sintiendo la fría madera de su varita erizar su blanquecina piel— Se que pasa poco tiempo en la mansión. Pero tal vez hoy sea mi día de suerte, ¿no lo crees?—se acercaba hacia la entrada del recinto con zancadas elegantes y finas. 
 
Experimentando una sensación familiar en su ser, quemando cada musculo de su cuerpo, encendiendo la vieja hoguera que se apagará hace casi 20 años. Él le estaba observando desde el interior de la mansión, escudriñando a la mujer que era su contraparte, su complemento y la única que le conocía realmente. Sonrisa enigmática se plasmó de un momento a otro en sus labios, imposible de leer lo que la misma deseaba dar a conocer sin emitir una sola palabra.

Editado por Kahlan Macnair

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 1 mes más tarde...


Hacia tiempo ya que no visitaba la Mansión Macnair , en aquella Mansión había muchas personas que me interesaban y lo que menos podía ser era visitarlos. La intención en esta ocasión era ir a la antigua casa a saludar a la familia, siempre llevaba presentes, algunas botellas de vinos, algunos quesos. Ojalá que alguien de la familia pudiera atenderme estaba bastante aburrida de estar sola en una tarde tan lluviosa. El carruaje de abraxan se movió ligeramente por la lluvia y los vientos pero estaba acostumbrada a esta clase de viajes, al llegar frente a la casona recordé que la última vez que había estado allí habíamos querido hacer una tarde de chicas y habíamos terminado bebiendo Idylla y yo hasta emborrachar había sido muy gracioso y hacía demasiado tiempo que no la veía.
No había reparado mucho en mis vestimenta, iba en atuendo de calle, blusa blanca falda negra y botas hasta la rodilla, nada fuera de lo usual. El carruaje se detuvo en la calle y baje ayudada por mi elfina, ella siempre era mi acompañante a donde me dirigía, Lynnete era fiel a mi como yo era leal a mis ideales.


-    Merci


Saque la varita para hacer una barrera para evitar mojarme,  y camine por el jardín hasta la puerta de entrada del a gran Mansión, mire a la elfina tras de mi y le sonreí.


-    No es necesario que me acompañes, regresa en el coche si te necesito prometo llamarte de inmediato.


Dije mientras tocaba la puerta esperando a ser recibida en la Mansion 
 

Editado por Ada Camille Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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  • 1 año más tarde...

Muchos años después
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Apareció entre llamaradas verdosas emanando de la chimenea polvorienta que con el tiempo había acumulado, no sólo la soledad de una familia ausente, sino también, la maraña de secretos enredándose entre las telas de araña que colgaban de los ganchos y los artefactos oscuros que los ancestros alguna vez custodiaron con tanto valor. La bruja Rosier se desprendió rápidamente de su pesada capa de viaje y con ayuda de su varita, pronuncio un lumos elegante para poder iluminar un poco aquella habitación.

Taconeó lentamente sobre la madera, acercándose a las pesadas y verdosas cortinas para poder moverlas al fin, dejando paso al gélido paisaje que se alzaba majestuoso en aquel bellísimo jardín. Habían demasiados secretos que aún pesaban en su alma, y debía enfrentarse a todas las consecuencias de los mismos, pero esta vez, con un porte totalmente diferente. Echaba de menos a su familia... quería con ella a sus tías, prima, hermana y a su padre. Anhelaba regresar en el tiempo, a aquellos momentos en donde se permitían los berrinches, y luego se consolaba entre los brazos de sus seres más queridos.

Pero estaba sola, otra vez.

⸻ ( ... ) quisiera que las cosas hubiesen sido diferentes. ⸻le habló directamente al retrato familiar, y luego de un pequeño suspiro decidió abandonar la biblioteca, fundiéndose entre las sombras para reaparecer en la comodidad de su alcoba.⸻ Al menos esto no ha cambiado nada, sigue igual que siempre.

Deslizó las puntas de los dedos por los muebles blanquecinos, y en cuanto palpó la fineza del espejo en su tocador, se dejó caer sobre una banca para poder admirarse en el reflejo polvoriento del mismo. Sopló. Tosió. Y volvió a mirarse con más claridad.

Ay, Juliette. Sí, has madurado, pero tu corazón sigue latiendo por un pasado extinto. 

Se habló a sí misma, y luego miró sobre su hombro.

Sé que estás ahí, Dróvik... ¿Hay noticias de mi hijo o aún se niega a dirigirme la palabra luego de su exquisito descubrimiento respecto a la verdadera identidad de su padre?

Él mantuvo el silencio, y ella sólo suspiró con frustración.

Todo sería más fácil si estuviera aquí conmigo ( ... ) Dime, ¿crees que él también sepa la verdad, sombra?

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El pesado libro sobre el atril se abrió estrepitosamente. 

Alcé la vista, aun inmersa en las embriagadoras ondas del líquido ambarino en mi copa, y miré hacia el libro de las sombras. Recordaba una única vez en donde había actuado de la misma manera y con la misma intensidad, sonreí: Una Macnair estaba en casa, por fin. Pero eso no significaba que fuese amigo, los lazos sanguíneos se habían ido difuminando con el correr de los años, Pik nos había abandonado de manera descarada por una familia que posiblemente le trajera más felicidad que sus conflictivas hijas. Mi sonrisa se disolvió, apuré el trago y flexioné las piernas que había tenido cruzadas por los tobillos. El fino vestido de tela veraniega resbaló por mis muslos, la caricia me cosquilleó la piel ¿Quién podría ser?

Sybilla había tenido que apartarse de todo luego de Kore, se encontraba a buen recaudo junto con Hades, Sebástian, Castalia y Rohana. En ocasiones les envidiaba, aunque hablase más con mi tía desde que deserté como Líder de La Marca Tenebrosa que en toda mi vida. Al ponerme de pie abandoné el cristal vacío, los hielos a medio derretir. El calor se escurrió por mi cuerpo a medida que cortaba las distancias hasta el ala principal de la mansión. Oía pasos en la planta alta, alcé una ceja retorciendo mis labios en una mueca curiosa. 

Adivina adivinador, susurré. 

Con los pasos de un espectro y pies de pluma, ascendí hacia las habitaciones. Hacía años que allí no había elfos domésticos, todos se habían mudado al Norte, donde los más pequeños de los Macnair los volvían completamente locos. Ámbar, Kalevi y Rohana habían crecido un motón, e igual sus aventuras nos quitaban el aliento. En cuanto a Kore y los dos pares de gemelos ¡madre mía! a veces extrañaba estar allí, rodeada de mis propios hijos, con la mirada atenta de Aidan taladrándome la nuca, desconfiando de mi permanencia, cuanto lo echaba de menos. Sin embargo no, no lo admitiría en voz alta, todos estaban mucho mejor sin mi. 

Una voz femenina y pesarosa atronó mis oídos cuando pasaba por el cuarto de Jullie. Me detuve en seco, casi como si algo hubiese clavado mis pies al suelo. Llevé una mano a mi pecho pues podía jurar que el corazón me había dejado de latir ¿Sería posible, después de tantos años? parpadeé, lento, muy lento, en lo que recuperaba el aliento ¿Sería ella? Quise golpear, pero mis puños cerrados caían pesados como roca a cada lado de mis caderas. Así que me quedé allí, de pie ante una puerta roída por el abandono y la falta de cuidados, en total silencio, notando como mis ojos ardían, incapaz de articular una sola palabra.

Tenía que ser ella, la sangre bullía por mis venas clamando su cercanía. 

Era ella. 

@ Juliette Macnair  ❤️

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  • 3 semanas más tarde...

En las afueras del castillo se escucha un estruendo tan corto como ensordecedor.

Puede observarse a un hombre caminando con determinación a la puerta principal. El sol brilla con una extraña intensidad, creando un llamativo contraste entre el hermoso y colorido jardín que está cruzando el mago y las oscuras prendas que viste. Su rostro, pulcro y blanquecino, permanece inexpresivo durante todo el recurrido. El cabello, antes rebelde, lo lleva totalmente peinado hacia atrás, artificialmente alterado para que no se mueva ni un ápice. Su aura denota seguridad, altivez y, sobretodo, misterio; tanto por su aspecto general como por el elegante maletín negro que sujeta con la mano derecha. 

Al llegar no toca la puerta, solo la traspasa. Una elfa mortificada lo recibe, acercándose aparatosamente al intruso. Lo reconoce, pues utiliza su nombre completo cuando le pregunta el motivo de su visita. Él, por su parte, ni siquiera la observa, como si nadie estuviera hablando. Con la mirada inspecciona el interior de la Mansión, evitando la necesidad hacer uso de su memoria para recordar dónde está la mesa más cercana. Se adentra a los salones del hogar Macnair a pesar de las quejas de la elfa, quien llama a uno de sus colegas para que la apoye y entre ambos amenazan al hombre. Cuando por fin encuentra el sitio perfecto, susurra una palabra en Noruego que hace desplazar a las criaturas a metros de distancia mediante una fuerte brisa. No insistieron más y, tal y como supuso, desaparecieron en busca de su Ama. 

Sin permiso de nadie, se sienta frente a una pequeña mesa para dos justo a un lado de un gran ventanal con vista a los jardines. El maletín ahora flota a su izquierda, casi tan impávido como él. Mientras espera, se distrae viendo cómo el hipogrifo de la familia hace varias piruetas en el aire, como si se tratara de un animal de circo entreteniendo a una audiencia invisible. En otras instancias habría sentido fascinación o incluso el ímpetu por domarlo y volar encima de la criatura durante horas. Ya no. Y tal vez nunca más. 

De repente toca su anillo plateado, el que aún lleva puesto en el anular. La luz del sol veraniego choca contra el metal y crea un sutil espectáculo de reflexión en la sala donde se encuentra. Solo basta esperar, como siempre. Sabe que ella vendrá. 

 

 

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  • 5 meses más tarde...

El vampiro se encontraba observando la chimenea. Tanto Cissy como Kore no se encontraban en casa. La Macnair y la pequeña se habían ido a pasar unos días con Castella. La verdad es que al Ragnarok no le agradaba la idea y Cissy lo sabía, sin embargo, conociendo a su esposa era mejor evitarse dolores de cabeza y discusiones, total, muchas veces ella salía ganando y el vampiro solamente deseaba que la vampiresa fuera realmente feliz, además, Castella era parte importante de la vida de su esposa y el no le iba a quitar eso.

 

No paso mucho tiempo hasta que el cainita se sentó en el sofá con una bebida fría en sus niveas manos. Tenía la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados pero como si estuviera mirando el techo. Por su mente pasaban muchas imágenes, cosas que debía hacer y arreglar, lo bueno es que Cissy no estaría por lo que él no se sentiría tan culpable por dejarlas tanto tiempo solas a ella y la la pequeña Kore que cada vez estaba más grande y hermosa. Suspiro, con su suerte seguramente tendría que comenzar a matar lenta y dolorosamente a cada uno de sus pretendientes

 

La mansión estaba silenciosa, la verdad es que, tenía demasiado tiempo sin ver a ninguna de las Macnair.

 

@ Idylla Macnair T.

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¿Estaba asustada? ¿talvez? Pero era como si cada paso que daba hacia la mansión, fuera uno de arrepentimiento por el tiempo que deje. Las cosas no iban bien cuando se fue, pero la Macnair tenia que regresar cada cierto tiempo para saber cómo estaba su madre. 


Sabía que ella talvez estaba enojada, sabía que tenía otras hermanas y a ella la veía cada cierto tiempo y algunos meses seguidos, pero después de la primera vez que se fue y desapareció en otros países algo entre ellas se rompió, como si su relación se hubiera fracturado y su madre ya no le importaba si se iba o se quedaba; inclusive pensaba que ya ni siquiera la estaba esperando.


Aún así la peliazul camino con paso firme hacia la verja de la entrada y la abrió, sus botas de tacón negras resonaban en los adoquines de la entrada, y su vestido color azul largo ondeaba en el viento con cada paso que daba. Tenía su cabello agarrado en una fina trenza y un bolso en el hombro donde guardaba todas sus pertenencias con un hechizo de agrandamiento oculto.


Después de unos minutos llegó a la puerta y no tuvo que tocar, su elfina doméstica Artemis, le abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, se habían visto en un par de ocasiones en esos años, donde solo preguntaba cómo estaban las cosas en la mansión y ella regresaba a está a cuidar de su madre. Era la forma que tenía para poder estar al pendiente de lo que pasaba en su familia.


Entro en el recibidor y parecía que el lugar estaba solo o deshabitado, no se escuchaba nada por lo que siguió avanzando, pretendiendo no asustar a nadie. Mientras que de pronto volteo a la sala de estar y estaba alguien sentado, que no logro reconocer de inmediato.

-Parece que aquí ya no vive ningún Macnair, por lo que veo- dijo por lo bajo mientras miraba al sujeto en el sofá.
 

@ Hades Ragnarok

Editado por Idylla Macnair T.

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