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☦ Catemaco's Magic☦ (MM B: 111338)


Valeskya Granger
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Obviando el comentario irónico sobre mi modestia, lo que en parte podía tomarlo como un halago, si lo retorcía bastante como para pensar que lo dicho había sido con ese tonito porque en verdad aquellas cualidades que me definían eran una virtud; porque yo lo creía, pero seguro que ella no... Había fruncido el ceño un momento considerando sus palabras sobre Seishiro, no lograba entender del todo si lo decía por mi fuerte amor hacia su madre o mi fuerte amor hacia el pequeño. Pero era algo que no se discutía, y sobre todo y todos ganaría el pequeño, sin lugar a dudas. No había estado preparado para ser padre, pero era una tarea que adoro.

 

Tampoco estaba en mí ser necio, no era ningún secreto que en su tiempo mi ideal había sido criar al niño con su madre. Sucesos inesperados me pusieron en un rol supletorio: el de padrino. Había aceptado orgulloso el nombramiento, con la punzada de frustración de pensar que en realidad aquello se reducía a un titulo sin mucha relevancia y podía llegar a ser un vinculo incluso frágil. No me imaginaba que en realidad por ese honor concedido, una carta y una situación devastadora me terminaría convirtiendo en padre. Y aquí estaba siete años después. Nunca mi longeva vida había tenido cambios tan bruscos desde que fui convertido.

 

-Val, ¿Sabes quienes son tus padrinos? -la curiosidad era genuina, y supuse que así evitaría una discusión.

 

Escuché sus comentarios sobre el arte de la aritmancia, la cual no era para mí. En ese rato había descubierto que era interesante por lo certera, pero carecía de la enorme pasión de la que la joven de cabello negro y ojos violeta transmitía a cada palabra y cada actuación. Consideraba al igual que ella, una verdadera falta a la educación que alguien con su potencial no fuera tenida en cuenta, y aunque sabíamos que los acomodos existían, no dejaban de ser frustrantes, más cuando se estaba convencido de que uno podría hacer un mejor trabajo que la selección hecha por las autoridades de la enseñanza...

 

Pero antes de que pudiera sugerir mi idea para solucionarlo, la joven suspiró y continuó hablando de lo que podría hacer con los números, y otra vez, hizo alusión a la rubia de ojos grises que había sido su mejor amiga. En parte era mi culpa la idea que daba de que mi mundo giraba alrededor de su recuerdo, pero el hecho de que ella hubiera dejado el estándar muy alto para las demás personas que pudieran llegar a mi vida, y ¿por qué no? sin mucho entusiasmo en ese aspecto, yo no consideraba que me hubiera estancado en la vida solo por no poder haber conseguido una pareja estable de varios años.

 

-No tengo intención de pelear contigo por alguien que ya no está... y si me permites confesarte un secreto... si resultara que Silverlyn no murió, y regresara, queriendo llevarse a Seishiro, no se lo permitiría incluso a ella. Es mi límite del amor. -Le dirigí una mirada contundente y continué ablandándome- Calcula mi número del amor solito, ya que no tengo con quien calcular la compatibilidad. Cuando lo haya, será lo primero que haga -solté una pequeña risa.

 

-Antes de empezar, espera, no sería tan idi*** de usar un muñeco vudú contra ti, quizás me das uno que me afecte a mí, pero veamos como me irá en el amor y te pregunto más acerca de la manera de usarlos y todo eso. -Era una broma, claro. Pero resultaba llamativo incluso saber como se creaban.

 

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  • 1 año más tarde...

Una figura apareció en medio de aquella tranquila noche; las estrellas brillaban y el silencio solo era roto por el sonido de las hojas de los árboles, los cuales se agitaban por el viento que golpeaba en su contra. La joven levantó la mirada hacia la luna llena que se alzaba y que brillaba con tal intensidad, que todo en conjunto parecía ser un paisaje digno de retratarse. ”Si tan solo fuera buena pintando”, pensó desganadamente la joven Granger mientras se quedaba inmóvil ante aquel maravilloso, aunque algo oscuro paisaje.  

 

Todo ese panorama hubiera sido perfecto de no ser porque había algo que no cuadraba con el lugar y es que en el centro de aquella laguna, se encontraba un sauce boxeador que parecía proteger los restos de aquella tienda de campaña que alguna vez había sido blanca y que aunque solo había pasado un poco más de un año, se veía tan desolado. La tienda tenía algunas rasgaduras que eran una clara señal de abandono.  Si bien esto era algo que no sorprendía a la Granger, el hecho de que fuera de eso todo lo demás lucía intacto, le daba una esperanza de que quizás las cosas podrían volver a ser como antes.

 

Valeskya suspiró profundamente.

 

- ¿Tanto tiempo ha pasado ya? Parecía que solo me había ido un par de días…-

 

Y es que el tiempo para la joven de ojos de color violeta, transcurría de la misma manera siempre: nunca se percataba si eran horas, días, meses, años. Así es como un simple viaje de un par de días, se tornaba más largo de lo habitual y eso ocurría cada vez con más frecuencia, ya que a medida que el tiempo pasaba, se sentía más sola en aquel lugar que, totalmente convencida, llamaba hogar. Sentía que pocas cosas la ataban a Ottery, sin embargo, siempre había algo que la hacía volver: la nostalgia quizás era.

 

La Granger había decidido regresar y visitar primero Catemaco’s Magic, aquel lugar en el que disfrutaba “trabajar”, si es que a eso le podía llamar trabajo, disfrutaba muchísimo el esoterismo que se escondía entre las rasgaduras de aquella tienda, ahora abandonada.  La gabardina roja de la pelinegra se balanceaba a la par de sus pasos mientras se iba acercando cada vez más hasta llegar a la entrada de lo que quedaba del antiguo negocio. Sacó la varita mientras hacía un suave movimiento con ella y apuntaba hacía el césped a su alrededor; aguardó alerta, a una prudente distancia del sauce boxeador, el cual se estremeció por un instante, parecía detectar la presencia de la joven, pero no parecía estar alterado por ello.

 

El césped comenzó a recortarse, hasta quedar como una alfombra verde, aunque eso apenas podía distinguirse de la oscuridad. Con otro movimiento apuntó hacia la tienda y ésta comenzó a repararse, como si el tiempo estuviera retrocediendo, hasta quedar tan impecable como el primer día. Con cautela se adentró en el lugar solo para darse cuenta que el polvo se había acumulado de una forma casi alarmante. ”Breena”pensó Valeskya, pero antes de que se le ocurriera llamar a su elfina, decidió que lo mejor sería limpiar por su cuenta.

 

Acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja, esperando que no se ensuciara su ropa nueva. Apuntó con su varita hacia una escoba, y un plumero y otros artículos de limpieza que descansaban en un rincón, los cuales se pusieron en acción mientras la ojivioleta revisaba unos papeles que descansaban en la estantería.

- ¿Será prudente regresar a casa? – Se preguntó en voz alta, mientras pensaba si sería bueno anunciar su llegada una vez más.

Editado por Valeskya Granger

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De la misma manera en que silenciosamente había desaparecido de aquel lugar al que llamaba hogar, aquella hermosa noche de luna llena, había sido la noche en la que había decidido volver. Di un vistazo al satélite de la tierra, que orgullosa irradiaba un brillo que en realidad no era suyo, pero nadie se lo cuestionaba, mucho menos lo iba a hacer yo, que su abundancia me traía poder, y que me alimentaba de la sangre de otros. Ni siquiera yo era tan hipócrita como para chistar por aquello; bajé la cabeza y comencé a caminar por aquel lugar serpenteante, en el que, para aquellas horas, estaba vacío.

 

Había pasado ya un año y poco más desde que había retomado mi capricho de viajar de aquí para allá, y la verdad aquel lugar no solo se veía desierto por ser de madrugada, sino que incluso yo me atrevía a pensar que estaba desolado, y que por la mañana aquello no mejoraba. Fue un sentimiento extraño, por un lado, si hubiera visto aquello lleno de gente, me hubiera sentido incómodo e irritado, el plan de aquella noche no era mezclarme en alguna multitud o unirme a alguna algarabía; lo único que me había motivado era caminar, pero... así y todo, era inquietante no ver un rostro conocido, no sentir ni un alma cerca. Incluso daba la impresión de que la luz de los distintos escaparates brillaban a desgano, delos pocos que tenían la luz encendida. Ese lugar se había ido al demonio.

 

Me detuve frente a la puerta roja con el árbol familiar tallado en ella, la tienda seguía manteniendo su viejo esplendor, su aparador brillaba tenue, pero de una forma mística que quedaba bien en una tienda de varitas, y al mirar al interior, noté que la luz de la trastienda, allí donde estaba el taller, estaba encendida. Puse una mano enguantada sobre la puerta y al mirar la rama de la última generación, el rostro de una niña me llenó de culpa y simplemente no pude empujar la puerta para entrar a mi propia tienda. No estaba listo para que me reclamaran cosas de las cuales no podría defenderme. Apreté los dientes y continué mi camino sin rumbos, aunque la nostalgia me hizo mirar hacia atrás y hacia arriba, allí donde bañada en absoluta obscuridad, estaba la mejor oficina del local, con vista hacia el bullicioso Callejón Diagón. En mi vida habían cosas muy buenas, y no las apreciaba.

 

Tratando de no pensar en aquello, trataba de concentrarme en aquel lugar comercial en decadencia. En otro tiempo, con salir tan solo una semana de aquel lugar, bastaba para que se instalaran dos nuevos locales comerciales llenos de ilusión. En aquella noche, incluso el enorme banco con su fachada de mármol blanco, en el que se reflejaba la luz de la luna, parecía estar a punto de ser clausurado. Naturalmente los restaurantes estaban cerrados a aquellas horas, pero siempre había un bar o un club que salvaba a los más fiesteros, pero no aquella noche. Comencé a pensar que quizás habría algún evento en Ottery, aquello era mejor que pensar que estaba todo muerto en aquel lugar.

 

Casi sin darme cuenta me encontraba en el final del Callejón, cuando el olor a césped recién cortado inundó mis fosas nasales, y al prestar un poco más de atención, el cartel que indicaba la entrada a "Catemaco's" estaba justo frente a mí. Titubee unos momentos antes de decidirme a entrar, pero al fin y al cabo aquel lugar era especial, por lo pronto había sido el único lugar donde Valeskya y yo habíamos podido charlar en paz; y si bien, había evitado ir a la mansión para no tener que enfrentarme a un montón de preguntas y reclamos sobre mi desaparición, aquel lugar de verdad me llamaba.

 

El gran terreno en el que había un lago que invitaba a meterse en él, con el reflejo de la luna en él, pero el sauce boxeador que protegía el negocio estaba inquieto, así que preferí dejarlo para otro momento. La gran carpa blanca que en su interior asfixiaba por su olor a inciensos, velas aromáticas y copal, se veía inmaculada, era como si allí, el tiempo no hubiera pasado. Claro que todo podía deberse a que había alguien allí dentro. Sabía que debía irme si quería evitar el interrogatorio, pero por otro lado, era una criatura curiosa, y no pude resistirme a acercarme en secreto, y esbozar una sonrisa al ver la figura de una joven leyendo unos papeles contra una estantería. Tuve que usar toda mi fuerza para evitar darle un buen susto, quería que el reencuentro fuera en paz.

 

-Fregotego -dije apuntando al mantel de la mesa, que volvió a todo su esplendor. -Hola hermanita ¿llego a buena hora?. 

 

 

@ Valeskya Granger

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- Al final parece como si estuviéramos atados a un hilo invisible. -

 

Respondió secamente la Granger a manera de saludo. Levantó la mirada y esbozó una leve, muy leve sonrisa mientras acomodaba los papeles rápidamente y los metía en un cajón de la estantería, principal, por así decirlo. Fue inevitable recordar en ese momento todo lo que había pasado en el local al lado de su hermano, lo cual en ese momento no le agradaba en lo absoluto. El ambiente de Catemaco’s solo propiciaba a sacar lo más vulnerable para ambos y eso era algo para lo cual no estaba preparada en ese momento.

 

Suspiró brevemente, mientras pensaba en que de una forma u otra, siempre parecía reencontrarse con su hermano, para bien o para mal, las cosas parecían ocurrir en momentos importantes para la vida de uno u otro; tal vez era la necesidad de tener a alguien con quien charlar… o pelear quizás. Lo cierto era es que nuevamente estaban allí, frente a frente y por alguna fracción de segundo, a la joven ojivioleta pareció notar algo de agobio en el rostro de su hermano. Quiso hacer algún comentario venenoso, como los que solía hacer solo para fastidiar, pero algo la detuvo.

 

- Cuánto tiempo sin poder vernos. ¿Qué ha sido de ti? ¿Qué sorpresas nos trae Joaquín Granger ahora? –

 

Le dio la espalda al joven de cabello negro mientras apuntaba con su varita hacia los artículos de limpieza que habían terminado de hacer su trabajo, y éstos se iban flotando hasta un rincón hasta quedar inertes. La mirada de la Granger recorrió el lugar y se percató que todo había quedado tan impecable como si el tiempo no hubiera pasado, pero la realidad era que no estaba segura de lo que duraría su estadía ahí, sin embargo, pensaba aprovechar el momento, antes de que probablemente agarrara sus cosas antes de irse nuevamente.

 

La realidad es que tenía mucho tiempo que no utilizaba nada con respecto a la magia, nada que le que recordara de dónde provenía: todo lo relacionado con runas, adivinación, incluso su varita, la cual era su inseparable amiga desde que su memoria le permitía recordar. “Recuerdos…” pensó, los culpables de que ella se convirtiera en lo que era en ese momento, los que ocasionaban que de cierta forma huyera para que éstos no se agolparan en su mente para atormentarla.  Exhaló con fuerza, como para ahuyentar todos esos pensamientos y esperaba que la conversación que estaba a punto de tener con el ojiazul, se enfocara solamente en él.

 

- ¿Sabes? En el mundo muggle existen unas velas, evidentemente comunes y corrientes, pero las venden con la promesa de atraer ciertas cosas dependiendo el color: vela amarilla para atraer el dinero, roja para el amor y un sinfín de colores para supuestamente atraer hasta lo más bizarro que puedas imaginarte. ¿Crees que ese tipo de veladoras tengan éxito por acá? La única diferencia es que las mías sí serían efectivas, aunque por unos breves instantes. –

 

Valeskya giró y observó a su hermano detenidamente. Lo cierto es que esa idea le había atraído desde la primera vez que lo había visto con muggles y le había divertido muchísimo solo de pensarlo, solo que no había tenido la oportunidad de compartir su opinión con alguien más y ahora estaba el joven pelinegro ahí, con alguna intención que todavía no lograba descifrar y que solo era cuestión de tiempo para poder averiguar.

 

@ Joaquín Granger

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Si no hubiera sido por la sonrisa que había esbozado justo después de su comentario sobre el hilo invisible, me hubiera sentido ofendido; el comentario podría estar acertado, de hecho, que nos hubiéramos encontrado, no allí precisamente, sino en la vida, era algo digno de destacar, aunque claro, cuando dos personas discutían tanto como nosotros, incluso llegando a la destrucción, no solo del autoestima y buen humor de uno y otro, así como también de objetos varios, muy especialmente floreros que alguna vez adornaron la mansión Granger, que en mi opinión era bastante magra en cuanto a decoración, quizás, aquel asunto de la suerte del reencuentro quedaba bastante ensombrecida.

 

Así y todo, el aire melancólico de la Granger de ojos violetas y cabello negro, lograba despertar en mí cierta ternura, me recordaba a Luna, de alguna forma, sentía que en cada muestra de fragilidad en la férrea y dura, muy dura, Valeskya, afloraba el espíritu de quien fue mi hermana. Era un tanto triste que mantuviera un recuerdo de su tristeza o vulnerabilidad, cuando nunca la consideré una persona así, de hecho me hubiera gustado pensarla feliz y sonriente, aunque ahora solo me venían a la mente las malévolas risas de Valeskya cuando hacía (por lo generala mí) alguna maldad, o un comentario ácido. En parte, desde que Lunita fue desterrada al fondo de su propio cuerpo, me cuestioné si en mi afán de felicidad.

 

-No mucho, la verdad -me encogí de hombros- fui a Disney World, te traje un imán -del bolsillo de la chaqueta saqué un objeto pequeño objeto con la forma de las orejas del ratón Mickey Mouse y abajo se leía "Disney World" en su estilo de letra característica- Para ser el lugar más feliz de la tierra, no fui nada feliz. También tengo una camiseta para ti, si la quieres.

 

Lo cierto era que lo de Disney World era sólo una de las cosas que había hecho, y ni siquiera era la más interesante o la que me importaba, pero sin dudas prefería hablar de aquello, antes que tener que explicar lo del largo viaje que me había tenido tan ausente; en mi mente, hablar del mítico parque de atracciones de los muggles, que hasta los magos y las criaturas eternas como yo, conocíamos, iba a ser la distracción perfecta, al fin y al cabo, imaginarse al amargado, anticuado y snob Joaquín Granger, en el parque de atracciones más grande del mundo. Era algo que simplemente no cabía en la imaginación de nadie.

 

Cuando escuché el comentario sobre las velas que los muggles usaban para atraer cosas y asentí. Luego de la última visita al local en el que ahora nos encontrábamos, había despertado la curiosidad en mí, así que tuve la oportunidad de visitar un par de esas tiendas en Latinoamérica, y las velas de distintos en un recipiente de vidrio con una etiqueta de muy mala calidad que prometía desde enfermedades al enemigo, castigos al amante, o que bajara el precio de la gasolina, entre muchas otras. La idea de Valeskya tenía su encanto, de seguro todos ya sabía de las velas muggles, y de no ser así, no era algo difícil de explicar y comparar, sería una buena diversión para quien las comprara.

 

-Me parece una idea de lo más entretenida, hermanita, las he visto, claro que la de la gasolina no la necesitas acá. Creo que si puedes hacer publicidad mostrando la que venden allá, despertarías curiosidad entre nuestra gente -Sonreí divertido. -¿Se puede decir que este año que no nos hemos visto, lo único que has hecho ha sido pensar ideas para ganar más galeones?

 

La pregunta había sido de lo más rebuscada, ni ella ni yo nos creíamos aquello, en un año pasaban muchas cosas, y Valeskya no era una persona que desperdiciara el dinero o no le diera mucha importancia, pero sin dudas tampoco era una persona que viviera tan solo para amasar fortunas. Le di una rápida mirada, antes de dirigir mi atención a las velas que ya tenía allí, todo en pos de que tal ve, si no la miraba fijamente, no saldría con alguna respuesta a la defensiva. 

 

@ Valeskya Granger

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De no haber sido por el comentario de Joaquín dando su aprobación acerca de las velas, la joven pelinegra hubiera encontrado el momento ideal para burlarse de él por la respuesta que le había dado. Estaba segura que podría esperar cualquier cosa, menos que su hermano dijera que parte de su tiempo lo había pasado en un parque de diversiones. No se imaginaba a alguien de su apariencia tratando de encajar en el mundo muggle, vestido así como lo hacía habitualmente, en un mundo tan colorido, tan llenos de diversión y de niños… “¡Claro!” Sonó la voz dentro de su cabeza mientras le daba la espalda a su hermano por un momento y ponía los ojos en blanco.

 

Había olvidado por completo el motivo por el cual alguien como él estaría en un lugar como ese. “Seishiro…” pensó con amargura. Era su debilidad, su todo, por él no dudaría ni por un segundo el hacer cualquier cosa, por ridícula que fuera o que estuviera en contra de sus pensamientos y eso irritaba a la ojivioleta en exceso, aunque no por las razones que su hermano creía… al menos no del todo. Valeskya no estaba con ganas de desatar una discusión que ya habían tenido en muchas otras ocasiones y que al final sabía que terminarían en lo mismo, o sea, en nada. Así que se limitó a girar hasta quedar frente a él y tomó la playera junto con el imán que le había traído mientras murmuraba:

 

- Gracias. –

 

Dijo tan secamente, que se sorprendió a sí misma la forma en que lo había dicho e intentó corregir un poco las cosas.

 

- Es linda, seguramente pronto la usaré, aunque sea para limpiar los estantes o para dejar tirada por ahí. – Una sonrisa malévola se dibujó en el rostro de la joven. – Siento que mis andanzas no hayan dado para acordarme de ti y traerte un souvenir… un día de estos veré cómo compensarlo. –

 

Sin decir otra palabra, se enfocó en la respuesta a la idea acerca de las velas; en realidad había sido algo bastante improvisado, ni siquiera se veía promocionando algo así. Sin embargo, la idea le agradaba, en realidad, todo lo relacionado con el misticismo siempre le atraía y muchas veces le había traído problemas, pero ahí estaba Valeskya de nuevo, tratando de darle un sentido más entretenido al negocio.

 

- Entrando al tema de las velas… no sé, sería algo divertido que los muggles las utilizaran y en realidad funcionaran. Aunque lo cierto es lo que pasaría si alguien las utilizara con malas intenciones. Solo… solo imagina las posibilidades. Es tentador, pero seguro nos meteríamos en problemas. – Alzó la ceja y miró a su hermano fijamente. – Desde el momento en que lo apruebas, automáticamente serías mi cómplice, hermanito. –

 

- Y volviendo al tema de los galeones… - Dijo en un tono como si le restara importancia al asunto. – No he llegado a la mansión, vine directamente acá después de un año, temo volver y darme cuenta de que todo sigue igual y si no recuerdas mal, nuestra situación económica como familia no es la más… próspera, por así decirlo; aparte tienes que considerar que ya había pasado mucho tiempo con la mitad de la mansión en ruinas. Entonces no es que alguien quiera sacar la mitad de su fortuna para repararla ¿o qué piensas al respecto? ¿O es que acaso ya has ido a la mansión a ver el estado en el que se encuentra? – Preguntó con curiosidad mientras se dirigía hacia las escaleras.

 

- ¿Quieres bajar? Seguramente allá necesitaré ayuda con la limpieza y … quizás pueda comenzar a hacer unas pruebas con las velas y ver qué opinas. ¿Te parece? -  Finalizó.

 

@ Joaquín Granger

Editado por Valeskya Granger

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-No le temo a los problemas, hermanita. Podremos estar siempre al límite de molernos a golpes, pero no se me ocurre mejor cómplice para delinquir que tú, y si no solucionamos el asuntillo de la mansión, creo que no tendremos más opción que esa, aunque vacié mi bóveda, no bastaría para repararla en su totalidad. No es algo que pueda solucionar con imanes y camisetas -solté un largo suspiro.- A este paso terminaremos viviendo en una nueva versión de La Madriguera de los antiguos Weasley, creo que en parte por eso no he querido volver. 

 

Tras responder aquello, me absorbí en mis pensamientos mientras bajábamos al subsuelo de la carpa. Aquello era solamente por diversión con los pobres e ilusos muggles, quienes ya tenían la fama, e incluso había anécdotas y cuentos en los que se narran las ocurrencias y creencias de lo que los que no pueden hacer magia, consideran que es magia; era verdaderamente desopilante escuchar las impresiones de aquellos humanos y de como "tuvieron resultados" y ganaron la lotería o encontraron un cheque millonario, luego de haber barrido canela en la puerta, o quemar hojas de laurel. Honestamente, darles un poco de magia real, era un acto de caridad enorme.

 

Mi postura acerca del Secreto Mágico Internacional, no era firme, a lo largo de los siglos, más de una vez desee que no existiera, naturalmente no era para darle beneficio a los muggles, al menos no directamente, pero en momentos como aquel, sobre lo que comentábamos con Valeskya, era muy dificil no lamentarse el hecho de que no podríamos amasar fortunas con las velas y luego cambiar el dinero a galeones; esos malditos duendes eran unos excelentes desconfiados, enfermizamente desconfiados, en el mismo momento en que cambiáramos dinero con cierta frecuencia, comenzarían una investigación y antes de que pudiéramos hacer cualquier cosa, terminaríamos en Azkaban y eso era algo que no querría bajo ningún concepto.

 

-Pero si no encontramos una forma de conseguir la mini fortuna que se necesita para reparar la mansión, creo que terminar en Azkaban significaría tener un techo en la cabeza... 

 

Comente aquello sin haber sido consiente de que Valeskya no podía -o al menos no estaba- leyendo mis pensamientos, pero estaba seguro que lo entendería. Era todo un dilema el de la mansión, si bien, éramos unos pocos los que habitábamos allí y no era una morada especialmente ostentosa, era grande, cómoda, y cada uno tenía su habitación a su gusto, es decir, en una casita no habría lugar para las mazmorras perturbadoras de Sophie, Apolo y su extrañísima habitación pecera, y yo necesitaba tener mi habitación con chimenea y baño privado y no podría compartirla. Estaba seguro de que todos estaban pensando lo mismo que yo.

 

-Muy bien, hermanita -me arremangué para ponerme manos a la obra- dime como te puedo ayudar, necesitamos dinero, no voy a vivir en una casita y ni tú ni yo queremos compartir una habitación ni pelearnos por las camas de la litera. Encontremos la manera de ganar dinero con los muggles y poderlos cambiar a galeones sin que nos encarcelen. Ya no tenemos mucho más que perder. 

 

 

@ Valeskya Granger

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- ¿Azkaban? – Valeskya soltó una carcajada. – Creí que tu frivolidad no te permitiría caer tan bajo, pero por lo visto, me he equivocado.-

 

Al descender por las escaleras, no pudo evitar que los recuerdos llegaran a su mente, desde la última vez que había hecho una limpia, algún ritual de purificación, una lectura de cartas, una bola de cristal y todas esas cosas por las cuales Valeskya se desvivía desde siempre, o al menos desde que sus escasos recuerdos le permitían recordar. La realidad de todo esto, es que algo que la ojivioleta tenía en común con su hermano, es que ambos eran demasiado frívolos como para aceptar irse a vivir en cualquier lado si no lograban reparar la mansión al menos.

 

- Debo reconocer que mis ideas de fatalidad en nuestro destino no son nada si lo comparamos a lo que acabas de decir. ¿Compartir habitación? ¡Jamás permitiría que tu y el mocoso ese estemos juntos en un cuarto diminuto.-

 

Solo de imaginarse a Seishiro haciendo algún berrinche, ocasionaba que la sien comenzara a palpitar de manera peligrosa para la joven. Sin duda la idea le resultaba bastante desagradable, por muchas cosas; ella necesitaba de un espacio personal muy amplio, donde no solo habitaran ella y sus pensamientos, sin cabida a que alguien de la familia estuviera ahí, cuestionando cada movimiento o gesto que ella hacía. Sintió un escalofrío al imaginar el negro panorama, y sus pensamientos fueron interrumpidos por las palabras de su hermano.

 

Sin decir palabra, se dirigió a la habitación de la derecha, donde estaba solo una mesa y la bola de cristal, la cual captó la atención de la Granger por unos instantes; tuvo que hacer a un lado la tentación de ver qué era lo que aquella esfera cristalina tenía que decirle e hizo un movimiento con la varita, apuntando hacia las cortinas de terciopelo que se encontraban al fondo, esperando que lo último que había guardado, se encontraba ahí. El ruido de pequeños cristales moviéndose, indicó a la ojivioleta que los materiales se encontraban allí: algunas esencias, muchos frascos de diferentes tamaños, algunos vacíos, otros contenían líquidos de diversos colores: simples tintes o pociones hechas con diferentes finalidades.

 

- ¿Alguna vez has hecho velas? Considero que es un proceso demasiado simple, aunque nunca he intentado hacerlas con alguna poción extra. – Se dirigió a Joaquín y con una expresión dubitativa, continuó. – Será cuestión de ponerle colores, brillos, algo que sea realmente llamativo para un muggle, aparte de esos nombres, que si preguntas mi opinión, son bastante comunes y corrientes.-

 

Con otro movimiento de varita apuntó hacia la mesa, haciendo que esta se expandiera hasta quedar en forma rectangular y de un tamaño considerable para que todos los materiales desfilaran flotantes hasta acomodarse suavemente.

 

- Obviamente es un truco tan viejo, que nadie querrá comprar a menos que regalemos unas pequeñas muestras. – Dijo al tiempo que sujetaba un vaso pequeño, y en ese momento una idea no tan buena cruzaba en su mente. - ¿Alguna vez probaste si el inhalar una poción para dormir suele tener el mismo efecto que ingerirla? –

 

Sus ojos violáceos miraron a su hermano a través del cristal de aquel pequeño frasco.

 

- Quién necesita vender velas, cuando con unas cuantas se podrían dominar a muggles ricos y robarles…-

 

Era una idea tan absurda, pero a la vez no la encontraba tan descabellada, que aguardó expectante a lo que su hermano tuviera que decir.

 

@ Joaquín Granger

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-La próxima vez que no esté en juego la habitación propia de cada uno, tienes que leerme lo que sea en esa bola de cristal, me da curiosidad -dije al fijarme en aquel curioso artefacto. A mi entender se requería una sensibilidad mágica que yo no creía tener.

 

Había obviado, de manera excepcional el comentario poco amigable que había hecho hacia Seishiro, y necesité hacer acopio de todo mi autocontrol para lograrlo. A lo largo de los años en los que Valeskya era parte de nosotros, que eran más o menos, la misma cantidad de años que Seishiro llevaba conmigo, la joven pelinegra solamente había sentido un rechazo inexplicable, por el niño de ojos cambiantes. Ella nunca lo había explicado con claridad, y si lo había hecho, quizás yo estaba cegado con mi paternidad como para entenderlo, pero incluso en aquel momento, no encontraba el motivo por el cual Valeskya no había querido acercarse al hijo de su mejor amiga, y eso era algo que Luna tampoco había querido.

 

No era que el niño sintiera especial curiosidad por su madrina, título otorgado por la mismísima Silverlyn, aunque aquello había sido una medida tomada por mí mismo. Yo podía tolerar y contraatacar la hostilidad de la matriarca, incluso llevarla a niveles impensados y divertirme con aquello, pero el niño no, y yo no lo iba a exponer de aquella forma. La realidad era que siempre solía decir y actuar como si yo pudiera con todo sin el más mínimo problema, pero había momentos, en los que la responsabilidad compartida era anhelada, al menos para no cargar con la culpa por todas las decisiones que afectan la vida de Seishiro. Nada en este mundo a lo largo de mi larga vida había despertado tanta inseguridad en mí como la paternidad.

 

-¿Derrites la parafina, le agregas colorante y la esencia y ya está, ¿no? -No estaba seguro de que fuera algo bueno que ella supiera que sabía como hacer una vela, en mi interior aquello podría servir para que ella se burlara toda la noche, aunque preferí arriesgar mientras tomaba un frasquito vacío y cavilaba sobre lo de las pociones.

 

La última vez que habíamos incursionado en algo con pociones, todo había terminado demasiado mal, y mirando alrededor, en comparación con un gimnasio de cristal en donde había estado la familia, jugar con pociones, aunque cupiera la posibilidad de que aquellas galletas para el alto rendimiento físico nos hubieran puesto en un sueño a la altura del filtro de muertos en vida, podía deberse a lo pésima cocinera que era Valeskya; no era el sótano de una carpa en un terreno perdido, a esas horas de la noche, el lugar ideal para ponerse a probar cosas nuevas. Quizás si Fiamma hubiera estado allí, o algún elfo, para que no nos detuvieran, no hubiera dudado tanto.

 

-No pienso probar inhalar nada que tú prepares -apunté a mi cabeza y conjuré el «Casco burbuja.»- Lo de las galletas quizás haya sido porque eres una pésima cocinera, pero igualmente, he tenido una larga vida llena de hazañas como para terminarla por andar inhalando cosas. Disney fue mi límite. Busquemos unos muggles y probemos a ver que surge, pero luego ya no los soltaremos...

 

No había querido mencionar nada sobre las complicaciones de lucrar a costillas de los muggles, en parte porque sentía que solamente yo era capaz de tener una idea así y que nunca sería seguida por nadie más en mi familia, sin embargo, en aquel momento en que Valeskya comentó lo de dominar muggles, sentí que me agradó bastante más que casi cualquier otro día común y corriente. Aquello reafirmaba lo que pensé hacía un rato, no había en el mundo mejor cómplice que ella para hacer cualquier ilegalidad.

 

-Tu idea de dominar y robar a muggles es de lo más tentadora, pero hay que pensar una manera de hacerlo bien y tras bambalinas, si en el mundo muggles, las velas causan revuelo, terminaremos en Azkaban, si logramos amasar una fortuna en dinero no mágico y levantamos sospechas entre los insidiosos duendes de Gringotts, el destino es el mismo. -Guardé silencio un instante, pensativo- ¿Podríamos encantar los pabilos?

 

 

@ Valeskya Granger

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Valeskya hizo un esfuerzo casi sobrehumano para no poner los ojos en blanco al ver el encantamiento de casco burbuja en la cabeza de su hermano. “¡Cobarde!” dijo para sus adentros, mientras agradecía internamente el hecho de que no hubiera nadie capaz de leerle la mente en ese instante. Sabía que no era el momento para desencadenar una pelea con el Granger y más cuando sabía que era el único que apoyaría su no tan descabellada idea. La joven no veía nada de malo en que pudieran experimentar un poco a costilla de un muggle “¿Qué sería lo peor que podría pasar?”.

 

- Supera lo de las galletas, nadie murió y bueno… aquí seguimos después de haber experimentado algún sueño bonito, apuesto a que dormir después de tantos años pudo ser reparador para tu piel.-  Exclamó la pelinegra desdeñosamente. – Y en cuanto a la problemática del dinero no mágico, eso no quita que se pueda gastar en ese mundo y traer cosas acá ¿no crees? El punto es que los muebles y artefactos muggles suelen ser aburridos, aunque nada que un encantamiento no solucione.-

 

La cera ya estaba lista, los tintes, las esencias y demás materiales para comenzar a fabricar alguna. Un vaso comenzó a llenarse solo, mientras que con otro movimiento de varita de la joven pelinegra, ocasionaba que la cera transparente tomara un ligero color azul, muy tenue; con mucho cuidado tomó una de las pociones más cercanas a ella: una de amor. La mezcló con cuidado y se encargó de ponerle algo de diamantina, junto con una pequeña flor blanca. La Granger no era la más experta en manualidades, pero se esforzó para que esa vela tuviera un aspecto aceptable.

 

Era la primera vez que hacía una vela y no estaba del todo segura de la consistencia que debía tener, más ahora que llevaba una poción mezclada. “¿Sería prudente algo de esencia de flores?” Pero inmediatamente recordó algo curioso de la amortentia.

 

- Déjate de ridiculeces Joaquín, quítate ese encantamiento y dime qué olor tiene esta vela para ti. – Le extendió la vela casi con violencia hasta dejarla muy cerca de su rostro. – Anda, anda, anda… - Comenzó a insistir para que su hermano la oliera.

 

- Volviendo al tema de los muggles, ya que eres el rey del pesimismo y de todo lo que puede salir mal… - Dijo sin poder disimular su tono burlón. – ¿Cuál sería tu plan para que todo saliera perfecto con estas velas? Sabes que en la mansión Granger hay unas mazmorras, pero ya sabes.. .tendríamos que hacer una labor de reparación, no se en qué estado se encuentren después de lo de... ya sabes. Es cosa de ir con nuestra amada prima y preguntarle, ella suele dejar a sus presas a veces allí, aunque no estoy tan segura de cuándo fue la última vez que hizo algo así...–

 

@ Joaquín Granger

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