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☦ Catemaco's Magic☦ (MM B: 111338)


Valeskya Granger
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-Lo tenebroso no es que deba obedecer a alguien en sí -terminé por admitir- lo comprometido es que seas tú esa persona, y para que lo sepas -dije adoptando una imprudente postura arrogante- prefiero tener una vida de desgracias a darte el tamaño gusto de desaparecer como lo quieres.

 

Dada la situación tuve que reconocerme que debía arrepentirme de haber empleado aquel tono, al fin y al cabo, lo quisiera o no, de cierta manera me había sometido a mi hermana y desde mi ignorancia creía que ella tenía el control sobre mi suerte; al menos tenía toda una tienda para retorcer el destino con ayudas externas a las decisiones de uno. Quizás por eso me encontraba un poco a la defensiva, y estaba olvidando que ella no podía más que intuir sobre mi pasado para conocer mi futuro. Si no me concentraba en aquello y me relajaba un poco más, desvirtuaría la lectura y no sería más que una introspección de mi vida. Pero resultaba difícil.

 

Obedecía la orden dada de terminar el café cuando a la maldita suerte, el resentido destino o lo que fuera, hizo salir a relucir una carta desagradable, tan desagradable como la torre a la que Valeskya hizo alusión, aunque lejos de suavizar lo que quería decir, la mujer empleó un tono de lo más exasperante que hizo que me tensara; hasta que preguntó por Li Xue, transformando aquel repelús en irritamiento por el habitual tonito de burla. Si quería evitarse una pelea me lo estaba poniendo difícil.

 

¿Ah sí? Que pena... -comenté con ironía- ese aperitivo me caía bien, me lo pensaré dos veces antes de abrirle las puertas de la mansión donde habita el que la amenazó e intentó comerla, que seguro no tarda en volver ¿A quién no le gusta sentir que va a morir con la carótida perforada? -Pregunté en tono de burla.

 

Cuando al fin construía por un lado, se destruía por el otro. Hacía unos minutos había hablado de recibir la ayuda de alguien que pudiera ser del extranjero, había logrado tranquilizarme cuando decidí que podía tratarse de la oriunda de China; sin embargo ahora con esta carta, caía en la cuenta de que no debía confiar en ella; en realidad de haber recordado que no acabamos en los mejores términos, jamás me había planteado que ella pudiera ser mi aliada; tenía todo para ser mi enemiga más bien. Parecía alguien débil, pero había logrado fascinarme con su auto control ¿Necesitaría apoyo del extranjero para enfrentarme a ella? No podía ni quería creerlo. Clavé los ojos en Valeskya tratando de ocultar mi preocupación y mi confusión; quizás un amarre pusiera fin a esa incertidumbre... Que Li Xue sirviera de experimento.

 

Con la siguiente carta no pude evitar una codiciosa sonrisa. Lo ideal no era que tuviera que andar complicándome la existencia con más trabajo o inversiones infructíferas, pero la idea de donaciones o herencias parecía de lo más atractiva; aunque esta última también era bastante improbable. Clavé los ojos en los mi hermana, con cierta esperanza morbosa pero lo descarté en el mismo momento. Aunque su hija no le hablara, seguía siendo su hija y sería ella quien heredara.

 

-Colaboraré con la familia en cuanto llegue la riqueza de la que hablas, despreocúpate -y titubee un momento antes de agregar- y ya deja de suspirar cuando tocas mis cartas, me duele en el orgullo reconocerlo pero me pones nervioso.

 

Arquee una ceja ante la siguiente carta, dolor y conflicto emocional eran algo que venía arrastrando desde hacía varios años, ella lo sabía, o al menos Luna lo sabía. Me preocupó lo del autoengaño, y seguramente se hizo notar. No estaba seguro a que se refería, pero quise creer que se trataba de las veces que había intentado estar en pareja y creerme enamorado cuando sabía que había sido un capricho pasajero. Todo parecía indicar que debía esperar a un gran amor, y no forzarlo a base de intentar acostumbrarme... Sin embargo había una vocecita insidiosa en mi interior que repetía: «¡Así es como te engañas! Sabes bien a lo que se refiere» Sonreí con amargura, aunque intenté disimularlo.

 

-¿Autoengaño? -remarqué tratando de sonar confiado.

 

Inconformista era sin dudas una palabra con la que podía identificarme, a tal punto de preferir hacer todo por mí mismo y sufrir un disgusto por mis acciones, que tener que tolerar y reconocer el esfuerzo que los demás hacían por mí, sonreír con cortesía aun cuando algo en realidad no me parecía suficiente o agradable. Y después llegaba a preguntarme por qué estaba tan solo. Según parecía aquella carta podía significar que todo podía cambiar, y a la vez no necesariamente era alguien para compartir en el ámbito sentimental. Pero lo más intrigante era lo del deseo. Sinceramente, hacía tiempo solo fantaseaba con cosas imposibles.

 

-¿A qué te refieres con eso de un deseo cumplido en forma inesperada? -No quería transmitir ni esperanza ni desesperación, pero había sonado un poco brusco. Nada a lo que Val no estuviera acostumbrada.

 

La última carta era casi una sentencia. Mi mente inmortal había trabajado aquella noche como la de un humano con ansiedad; intentando descifrar lo que la intérprete me decía y encontrar los por qué de lo que me deparaba el destino. ¿Qué era más importante para mi en aquel momento? El éxito profesional lo había ido consiguiendo poco a poco y estaba contento con lo que había conseguido para mis pequeños, mas era cierto que lo había logrado porque me había dejado de lado ¿Sería ya momento de volver a prestarme un poco más de atención? Al final podía ser que de verdad necesitara las palabras de mi hermana y las alianzas que estarían por venir.

 

-Tus palabras son tranquilizadoras -dije sonriendo como si me hubiera liberado de cierta presión- ¿Tanto me he relegado que ya no parece posible un término medio? Serás una perra, pero por mucho que me desagrade aceptarlo, no has dejado de ser mordazmente honesta, es lo que quiero ahora. Además confío en que puedas ayudarme a encauzarme con alguno de esos encantamientos que ofreces... -Le tendí la taza y la miré expectante. Había echado a perder la arrogancia de hacía unos minutos.

 

 

 

 

@@Valeskya Granger

 

 

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FIamma seguía con su actividad sin contratiempos, bueno, con algunos. Pero ella misma se los provocaba, cada dos por tres se distraía pensando en cómo iba a llevar lo aprendido en la clase de Adivinación al local. De entrada, sentía que era poco lo que había avanzado en la exploración de los elementos. No por culpa del maestro, si no porque definitivamente requería de ponerlos un poco mas en práctica.

 

De repente escuchó a la elfina de Valeskya gritarle, hasta que volteó y la vio junto a ella. NO sabía cómo había llegado ahí. Seguramente su prima la había llevado ya que aún no registraban a los elfos que las iban a ayudar con las labores del local.

 

-¿Qué? Breena, ¿qué pasa?- le respondió a la elfina que gritaba como histérica su nombre. Escuchó con atención lo que decía acerca de que alguien bebió una de las pociones.

 

Dejó lo que estaba haciendo y se dirigió a la parte en donde se encontraban el mago y la bruja a quienes se refería Breena. No entendía cómo es que habían llegado hasta esa parte del local. Ni siquiera lo tenían abierto al publico. Los objetos y las pociones ahí guardaban, no iban muy bien con el tema del lugar, por lo que los tenían en un área reservada.

 

-Ejem, disculpen, ¿les puedo ayudar en algo?- se dirigió amablemente al par, pero estos no parecían escuchar. Insistió un par de veces mas, no quería pensar que la estaban ignorando de manera intencional.

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Valeskya se sentía divertida y a la vez un poco extrañada por el giro que estaba dando la lectura de las cartas. Su hermano, quien al inicio se sentía atraído por todo lo que el negocio estaba ofreciendo, quizás ahora se mostraba un poco desconfiado o quizás más curioso por todo lo que la bruja le había dicho. De mostrarse aparentemente desconfiado, incluso burlón en ciertas ocasiones, ahora parecía mostrarse bastante más interesado por continuar. Entre esa parte del juego de decirse las verdades en medio de la lectura, la joven había dicho varias cosas a Joaquín y de él dependería de cómo las tomara, aunque parece que todo había resultado bastante bien.


- Más que intentar tranquilizarte, la idea es que aceptes que tu futuro puede cambiar dependiendo de tus decisiones – Tomó la taza que minutos antes contenía el café que Breena le había ofrecido al Granger. - Eso sí, ni creas que voy a estar a tu disposición a cada rato para que te diga lo que el destino tiene preparado para ti. Son solo pistas, no voy a arruinar a un más tu aburrida existencia inmortal, diciéndote todo lo que te va a pasar. –


Dudaba que eso pudiera pasar, más que nada no creía que su hermano fuera como esos muggles que creen que una lectura de cartas les resolverá su vida, o peor aún, que se conviertan en seres incapaces de decidir qué ropa van a utilizar ese día, por miedo a que se conviertan en un augurio de muerte o alguna cosa así. De todas formas, era mejor soltar esa advertencia por si el joven de ojos azules terminaba por convertirse en un muggle más del montón (?). A pesar de que el pelinegro había bebido por completo el contenido de la taza, aún podía percibirse el aroma del café turco, el cual era ideal para poder hacer una mejor lectura.


- Es curioso hermanito – Musitó la ojivioleta, pensativa. - Nunca pensé que serías del tipo de persona que siente curiosidad por saber su futuro… – De la parte de atrás del cuarto, un bote apareció flotando hasta posarse a un lado de ella. – Las personas suelen subestimar el noble arte de la adivinación… sobretodo porque no cualquiera puede hacerlo. – Con un movimiento de su varita, hizo que el bote se destapara. Con su mano tomó una pizca de café y lo depositó en la taza, y la comenzó a girar con suavidad en contra de las manecillas del reloj.


- ¿Sabes por qué pasa eso? – Hablaba con tranquilidad, al tiempo en que tomaba el plato en el que minutos antes estaba la taza, vertió el poco líquido que quedaba y lo depositó sobre este. - Mucho tiene que ver la energía que emanan las personas… es decir, no todo depende del ambiente ni de la capacidad de la persona que hace una lectura. – Retiró la taza y sonrió al ver las figuras que se habían formado de los restos que quedaban de café. - La gran mayoría ignora que la energía que transmites, en tu caso lo que pensabas al momento de tomar tu café, influye en lo que yo pueda ver. –


- Dicho en palabras más simples, si tu vienes lleno de escepticismo a exigir que yo te lea tu porvenir, yo no podré lograrlo, así tuviera que invocar a todos los elementos del universo…- Dio un largo suspiro y continuó. - De la misma forma pasa cuando alguien se obsesiona con algo… con un amor, por ejemplo. En el mundo muggle, muchos acuden a ver su futuro simplemente para que les digan que la persona objeto de su amor terminará a su lado por el resto de su vida; el tipo de energía que se genera cuando ese amor se transforma en obsesión, termina por atraer lo contrario. ¿Cuántas personas están dispuestas a escuchar que nunca serán correspondidos? ¿Tú, por ejemplo? –


A Valeskya no le gustaba mucho leer el café, era un tema complicado, más cuando se trataba de descifrar figuras; era algo muy subjetivo, tanto como ver las caprichosas formas de las nubes en el cielo. Donde ella podía ver un tigre, otra persona podía ver un perro y esa era la parte que complicaba la lectura, no tanto para saber el significado: se trataba de ver la figura correcta y eso era una labor difícil. Eran tres secciones para ver en la taza: el fondo, el centro y el borde.


- ¿Ves eso Joaquín? En el fondo de la taza se logra ver un número… el seis – No sabía si el Granger se daría cuenta o simplemente había decidido no volver a respirar tras percibir el aroma del copal cuando había llegado. Ahora se podía percibir un aroma floral, una combinación bastante exótica que quizás podría disgustarle. - Simplemente es la armonía y la seguridad, esa que puedes encontrar solo cuando estás con tu familia, en tu casa. – Era demasiado simple tal vez, pero así se trataba ese tipo de lectura: más escueta, más directa.


- También se ve de este lado, la forma de un gato: representan los secretos. Los que tú guardas y que no siempre debes decir. En este caso está situado en el fondo de la taza, lo que representa secretos familiares que simplemente surgirán. – Observó fijamente a su hermano - Es la segunda vez que sale algo relacionado con los secretos. Deberías aceptar de una vez que hay algo que ocultas, antes que toda la familia lo descubra. – Dijo misteriosamente.

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Hasta que Valeskya no había abierto la boca soltando palabras de forma pensativa, no había caído en la cuenta sobre lo obvio que estaba resultando ante la lectura de mi suerte. Le dirigí una mirada recelosa, dispuesto a pelear, a contestar de forma mordaz cuando una luz de razón iluminó mi mente y me ayudó a calmar los asesinos instintos fraternales. No lo había dicho con ánimos de pelear, quizás con un poco de orgullo y hasta soberbia, pero era porque se estaba dando cuenta de era con lo que hacía.

 

-Muy a mi pesar te reconozco que vine con la intención de reírme de lo que dijeras, y no he podido hacerlo como quisiera... -El orgullo por los suelos y lleno de mugre, esperando que Valeskya lo pisoteara.

 

Escuchaba a mi hermana, miraba con cara de asco como se manchaba las manos con café, y por Dios que no dejaría que tocara mi gabardina y la manchara de café, es más, ni siquiera estaba convencido de querer que me leyera las palmas y terminara con mi blanca piel manchada de café. Esperaba que se diera cuenta y se lavara las manos. El olor a café que era fuerte e imponía presencia, se abría camino entre un intenso olor que había cambiado a una empalagosa mezcla floral que ella parecía no haber notado hasta mucho después de que nublara mi mente junto con el copal.

 

Intentaba concentrarme en lo que decía la joven de ojos violeta mientras se ocupaba de la taza tanto como en mi mente trataba de cavilar y concluir que decisiones debía tomar para cambiar mi futuro, aun cuando la lectura no había terminado. Lo más triste de todo aquello es que había llegado a considerar preguntarle más cosas sobre cómo debía proseguir y que debía hacer, pero ella quizás por sus poderes adquiridos o porque me conocía muy bien, había derribado mis intenciones como una brisa a un castillo de naipes. Tan abatido había quedado por lo arrastrado que casi me veo, que no pude ni responder a su provocación. Como fuera, ya era tarde. Al menos era un símbolo de madurez ignorar aquellas cosas; al menos lo era para los humanos.

 

Volví a sorprenderme cuando la muchacha confesó que había podido llevar a cabo la lectura porque yo me había mostrado abierto y receptivo a ella. No me supo nada bien. Estaba en territorio enemigo en una posición de evidente desconfianza, pero así y todo, ni siquiera pensé en retirarme; la verdad era que mi hermanita me tenía tan desconfiado como encantado con aquellas actividades, me tenía atado. No quería reconocer que estaba esperando que escarbara en mi interior y ver hasta dónde llegaba. ¿Por qué tenía la necesidad de exponerme así?

 

-Tengo una eternidad por delante y la posibilidad de ir a cualquier parte del mundo, es difícil que pase. Sin embargo... Si es lo que puedes ver en la taza, quizás sea porque el amor de mi vida ya murió -Decir aquello, en parte desafiante, en parte expectante a que me lo contradijera; había resultado más doloroso para mí que para ella, pero lo pude ocultar, ya que fue mientras se encargaba de la taza. Al menos eso creía-. Sinceramente, hermanita, no veo nada más que la borra del café -me encogí de hombros aceptando lo obtuso que era.

 

Las palabras que transmitió Valeskya me hicieron sentir aliviado. Armonía la antítesis de lo que vivía en mi casa cuando ella aparecía, pero no podía dejar de reconocer que me alegraba verla de regreso sana y salva; era reconfortante además que aunque prefiriera confiar en cualquier humano de la calle antes que en ella, si necesitaba apoyo, siempre que me tragara mi orgullo y la alabara un poco, lo tendría. Pensando en aquello le sonreí de forma casi automática.

 

El asunto del gato hizo que se esfumara la paz y las breves, muy breves, imágenes de alegre convivencia familiar que había comenzado a imaginar. Era natural que una persona tan longeva como yo tuviera secretos, por lo mismo, si eran secretos, es porque había podido lidiar con ellos y enterrarlos en algún profundo lugar de mi subconsciente de donde no salían. Sin embargo había un puñado de ellos que eran muy grandes y siempre rondaban en mi mente, dando golpes de remordimiento. Pero había uno de ellos que tenía la intensidad para destruir todo lo que había construido... Era silencioso, era constante, era una bomba esperando ser activada.

 

-¿Seishiro? -Ese tema no admitía rodeos- Confirmarlo y abandono la mansión cuanto antes. No pienso dejar que se descubra, fue una promesa -Dudaba que pudiera ver tanto detalle; pero estaba dispuesto a dejarme sorprender una vez más.

 

 

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Para fortuna de la Granger, había una tela que solo dejaba al descubierto sus ojos, así su hermano no podría ver esa expresión de pena que pasó por su rostro en el instante que mencionó acerca del amor de su vida. Era algo demasiado fuerte, más sabiendo que él era inmortal y esa frase expresaba el que tendría que andar deambulando solo durante una eternidad; tenía que estar bromeando, no podía acabar de esa forma. ”Solo es algo reciente”, dijo para sus adentros, pues solo habían pasado unos años en que había pasado aquello de lo que siempre evitaban hablar.


Se había fastidiado, en parte por la cara de disgusto mal disfrazado que traía puesta Joaquín al ver su mano con café, parecía como si se tratara de una aberración. ”Si solo es un poco”, pensó malhumorada la joven, al tiempo que agarraba un extremo del mantel (?) para quitar los restos de grano de café de sus dedos; otra parte, esa decisión extremista de sentenciar en una frase, el hecho de que se quedaría solo. Y por último, ese secreto que estaba admitiendo… esas tres cosas combinadas, provocaron que la bruja dejara a un lado la taza y exclamara furiosa:


-¡No sé por qué siempre te encuentras a la defensiva en cuanto hablamos de ese niño! – Tuvo que controlarse para no aventarle la mesa en la cara (?) - Para empezar, ya te he dicho que yo no puedo decirte con exactitud lo que veo en esta taza… Ahora, muy a mi pesar debo reconocer que si es un secreto serio, pero… - Se quedó pensativa unos instantes - ¡Demonios Joaquín! ¡No entiendo en qué momento te nació ese instinto paternal por un niño que ni es tuyo! –


Ya estaba dicho, trataba de no tocar ese tema, resultaba demasiado delicado para los dos; en alguna parte de lo que quedaba de Luna, podía sentir esa parte en la que su corazón se le encogía de dolor al pensar en su amiga y en el caso de su hermano, se trataba de alguien a quien había querido, quizás más de lo que debería. Se levantó y comenzó a caminar alrededor del cuarto, tratando de no perder el control; ”no estamos aquí para discutir cosas familiares”, se repetía una y otra vez la joven.


- Eres demasiado extremista ¿sabes? –Dijo la Granger tras un largo rato de silencio - No entiendo por qué te preocupa tanto el hecho de que en la familia se enteren de todo.- Su voz era fría, contenía esa amargura y resentimiento que tanto se había esforzado en olvidar. - ¿Qué más da? En todo caso, la única reacción que debe preocuparte, es la mía – Había sonado hasta egocéntrica, pero ambos sabían el porqué lo había dicho. - Y si fuera por mí, seguro ese niño estaría en un orfanato muggle... pero bueno, tuvo suerte de que tú te hiciste cargo de él. –


Esas últimas palabras que había dicho, no eran totalmente ciertas, Valeskya no tenía tanto alcance, no era tan mala persona después de todo, habían cosas en las que su antiguo yo aún prevalecían y entre esas cosas estaba incluida el hacerse cargo en el hijo de su amiga. Ella sabía el por qué su amiga no le había querido dejar esa responsabilidad y su hermano también lo sabía. Estaba alterada, pero por fuera trataba de mostrarse lo más indiferente posible. Lo miró fijamente, sabía que en cualquier momento iban a terminar las cosas mal y Seishiro era un tema que podía acelerar el final de la visita de Joaquín.


- Al final lo que te quiero decir Joaquín, es que no tienes por qué dedicar tus días a Seishiro solamente. ¡Por Merlín! No te empeñes en querer seguir tu camino solo… Entiende de una vez, que si las cosas se derrumban, será por tu afán de querer mantener todo en secreto. No puedes mantener a ese niño dentro de un mundo de fantasía.- Finalmente tomó la taza entre sus pálidas manos y bajó la mirada. - Será mejor continuar con esto… -

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¿Qué demonios esperaba? Era bien sabido y más por ella, que mi razón de ser y de estar ahí, era por el pequeño niño rubio; quería que viviera en un hogar familiar, con primos, tíos, que aprendiera a desarrollarse. Era también un soporte para mí, sabía que si algo me desabordaba podría recurrir a mi familia. Clavé los ojos en mi querida hermana. Sin dudas contaba con la madrina del niño cuando me hice cargo de él, y era a la que el niño menos conocía, y de por si tenía poco trato con todos.

 

Traté de mantener la calma, pero en cuanto mencionó lo que intentaba negar por todos los medios, no pude menos que ponerme de pie de un salto y golpee la mesa con ambas manos. Ella era la única que conocía el secreto, que nos habían confiado, y que yo confiaba en ella como el legado maldito que recibí con la paternidad. Y ahora lo había exclamado con total libertada, con el volumen suficiente como para que lo escuchara toda la carpa. Aquella fue la traición más dolorosa. Mis ojos se tiñeron de un naranja sangriento y mis preciosos colmillos afloraron sin control.

 

Pero la muchacha dale que dale con el tema, no siendo consciente del peligro que significaba aquel estado que me poseía, o lo suficientemente confiada como para saber que todavía adoraba a mi hermana; aunque se hubiera vuelto una perra fría, que me había abandonado y acababa de traicionarme. No podía engañar nadie, no podía ni siquiera pensar en darle muerte, no seriamente al menos. Pero me entristecía mucho en lo que se había convertido; no quise ver que tanto había cambiado.

 

Como quien no quiere la cosa, una lágrima roja se escapó y rodó por mi mejilla. ¡¿Qué diablos era aquello?! Quizás por rabia, quizás por dolor, tal vez fuera una mezcla de ambos, o el hecho de que la lectura había resultado más intensa de lo que había pensado cuando llegué con miras de inaugurar el negocio y ahora me sentía vulnerado como no me había sentido en mucho, muchos años. ¿Cuándo había sido la vez que había llorado? no lo recordaba. Pero menos recordaba la última vez que había llorado en público.

 

-¿En qué te has convertido, Luna...? -Fue lo más que pude musitar con una voz débil- extraño a mi hermanita, a mi confidente, quien estaba siempre conmigo con una mano en mi hombro -no podía verla a la cara, aunque estuviera cubierta.- Puedo entender que adoptaras esta nueva forma para protegerte del sufrimiento, puedo entender que te desquites conmigo; pero me niego a aceptar que faltes a su memoria y a sus deseos de estas forma. ¡Te mostré la carta! La carta de tu mejor amiga en la que lo pide sin rodeos ¿Ni siquiera ella te importa?

 

Podía recitarle la carta de memoria si me lo pedía, pero prefería no tener que hacerlo. Era ya la segunda vez que Valeskya me decía que no debía guardar secretos, una vez por las cartas, otra vez por iniciativa propia. ¿Era tan obvio? Me costaba confiar en la gente, y era de mis secretos mejor guardados porque temía que la traición de algunos diera como resultado que me viera despojado de la tenencia de mi pequeño. Biológicamente no compartíamos nada, pero teníamos un lazo más fuerte.

 

-Continuemos... -contesté resignado a que si contestaba, entraríamos en una pelea en la que estaba en desventaja. Si era cierto que lo que uno pensaba y sentía afectaba a las lecturas; estaba nervioso y expectante.

 

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No sabía si se trataba de una actuación digna de telenovela por parte de su hermano, pero sin duda no era lo que ella había buscado desde un inicio, solo quería que entrara en razón acerca de que la familia se enterara acerca de la procedencia de Seishiro, no era tan malo como él creía; por más que se tratara de un secreto, a estas alturas y después de tanto tiempo ¿qué importaba? Conocía tan bien a su familia, que sabía que ellos aceptarían las cosas sin más… aunque la carta de su amiga dijera una cosa, no significaba que hubiera estado en total acuerdo con eso.


”Un monstruo sin sentimientos, quizás…”, pensó cuando le preguntó en qué se había convertido; la ojivioleta había permanecido indiferente, incluso cuando Joaquín la llamó por su antiguo nombre, lo que hizo que tuviera la sensación de que su corazón se encogía de dolor y angustia, así como si fuera algo en su interior que aún permanecía allí, dormido, aguardando a ser llamado para intentar despertar. La Luna débil, compasiva, la que apoyaba a su hermano, la que se hacía la madre salvadora de todos (?), había quedado atrás; ahora era más fuerte, luchando por no volver a lo que era antes, la que podía vivir a pesar de todo lo malo que había vivido… o al menos eso intentaba.


Al final de todo, se trataba de que el Granger tenía que aceptar que el pasado ya no volvería jamás, tenía que dejar fluir todo: su antiguo amor, sus recuerdos, sus promesas hechas a alguien que ya no estaba con ellos. Solo así podría conseguir un poco de la paz y tranquilidad que tanto le hacía falta aunque él no se diera cuenta; la verdad lo liberaría de aquel tormento en el que decidió vivir al momento de aceptar una promesa. A pesar de que la solución era bastante obvia y sencilla, la bruja tenía que reconocer que la terquedad de su hermano era única.


La intensidad de aquellas palabras, el golpe a la mesa, las palabras que ellos habían cruzado… todo eso era una clara señal de que sería una discusión interminable. Suspiró, mientras giraba la taza de café entre sus manos y tenía la mirada perdida entre las formas del café; en medio de la taza se mostraba el presente. Pudo ver la figura que le daba la razón, pero ahora no estaba del todo segura que el pelinegro le creería; ”da lo mismo”, dijo la ojivioleta para sus adentros, ella solo cumpliría con decirle las cosas.


- Está de sobra que te diga que no me voy a disculpar por haberte dicho la verdad que no quieres4 aceptar, pero por si las dudas…- Exclamó fríamente la joven tras un largo silencio. - Está formada la figura de un elefante… representa la ayuda de tus amigos y familia. Si pides ayuda, te la darán. – Tuvo que contenerse para sacar nuevamente el tema. - También hay un círculo, el cual representa el cierre definitivo de una etapa y el comienzo de una vida nueva. De ti depende la disposición que tengas para poder encontrarte a ti mismo y definir tu situación con todo lo que te rodea.-


Se abstuvo de sacar nuevamente el tema, pero todo estaba más que claro: en él estaba vivir atormentado por el resto de su vida o simplemente darle vuelta a la página. A pesar de todo eran hermanos y aunque Valeskya no lo reconociera abiertamente, le preocupaba esa actitud terca y solitaria que estaba empeñado en adoptar; en el fondo deseaba que él se pudiera dar cuenta de las cosas, pero con lo que había pasado momentos atrás, la situación se veía muy complicada. Finalmente el borde de la taza mostraría el futuro que se avecinaba.


- Un corazón… el amor se acerca.-Susurró la joven con desgana. - Y antes que digas algo acerca de que no va a pasar y no sé qué otras cosas más, solo te digo lo que se ve. Amor real o amor con pena, no lo sé, solo te digo lo que está por venir. – Habló rápido para no ser interrumpida por algún reclamo por parte del ojiazul. - Finalmente un cofre del tesoro… nos dice que estás a punto de descubrir quién eres en realidad, ante ti y ante el resto de las personas. Mostrarte tal cual eres. Un suceso importante hará que las cosas cambien para ti.-


- Y con esto – Dejó caer la taza con suavidad y pudo escucharse el sonido del material al chocar con el plato. - Se da por concluida la lectura del café. Si aún tienes ánimos para continuar o quieres dejarlo así, también podré entenderlo. – La situación era tensa, no sabía si él estaría dispuesto a continuar o querría marcharse después de lo que había sucedido.

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― ¿No debería ser justo lo contrario? -, Garry se adelanta un par de pasos para arrebatarle a la muchacha el frasco con la pócima matalobos. ― ¿Deverdad esto es por lo que has venido? En casa hay demasiado de esto -, hiso a un lado la pócima y se quedó ahí quieto un rato más, examinando algunas pócimas más arriba del estanque, buscando alguna que Nasha no alcanzaba y que tal vez cree que le puedan interesar.

 

El par de ojos de color dispar brillaron cuando al fin leía en la etiqueta un nombre bastante peculiar, pero apenas se estira para alcanzarla cuando el grito que la elfina ha soltado de pronto lastima sus oídos demasiado sensibles ahora. El gesto del muchacho se contrae y confundido busca a la elfina con su mirada, cuando al fin se encontraba con aquellos enormes ojos de pelota, la criaturilla desapareció dejando al mago aún más confundido.

 

― ¿En serio? Solo le di la espalda un instante y usted molesta a la elfina-, Garry sigue buscando a la criaturilla, por encontrarla bajo algún estante o en un rincón oscuro escondiéndose de los magos. ―No importa lo que diga o haga ahora, no le compraré nada, Nasha-, no está verdaderamente molesto, es difícil conseguirlo, incluso se siente divertido por lo que acaba de suceder. ―Debió desaparecer, ella no está más en este salón.

 

Despreocupado, el muchacho se gira sobre sí mismo solo para encontrarse con Nasha, ahora trepando por los estantes para alcanzar las pociones que están más arriba de lo que sus cortos brazos alcanzan. Como si se tratara de algo muy entretenido para ver, Ollivander se queda quieto observándola, tras una corta exhalación ha guardado las manos dentro de los bolcillos, preguntándose al mismo tiempo que cosa es lo que ella está tratando de obtener esta vez.

 

― ¿Ug? ¿Qué es esta vez? -, detrás de él se puede escuchar un par de voces que ha estado escuchando por un rato, pero que no es hasta que se da cuenta que se refieren a ellos que el muchacho se gira para dar con una mujer preguntando si podía ayudarlos en algo.

 

Garry suspiró de nuevo, sintiéndose desganado de continuar con todo esto. ―Estábamos buscando medallones malditos, pero la elfo nos ha dicho que no hay-, habló aquello con tranquilidad, encogiéndose de hombros, como si con eso justificara a la mujer trepando por los estantes del local y bebiendo de las pócimas.

 

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Mis labios eran una simple línea apretada. No estaba del todo seguro en realidad del porqué seguía allí. En esos últimos segundos la expectación y curiosidad que sentía, tenían una batalla a muerte con el desesperado deseo de salir de allí y no volver, mas yo seguía allí sentado escuchado lo que decía Valeskya. Lo peor de todo es que sabía que no iba a escuchar que todo iba a estar bien si seguía como hasta ahora, porque era todo lo contrario, llevaba desde el inicio diciéndome lo mismo. Supongo que esperaba algo tan nefasto, que me hiciera cambiar.

 

 

Lo peor es que en toda mi terquedad seguía y seguía manteniendo mi firme decisión de dejar que todo siguiera tal cual, a menos que el peligro inminente recayera pura y exclusivamente sobre mi familia y sobre todo sobre mi familia. Tan terco era, que aunque reconociera que debía estar al en óptimas condiciones para poder mantener todo en orden para ellos, me limitaba a forzar una sonrisa, y hacer como que todo estaba bien, cuando en realidad deseaba poder volver a tener nada más que un ligero roce con mi vida despreocupada de hacía diez años; pero que no podía ser tan egoísta.

 

 

Sin dudas haber llegado y haberme quedado había sido una decisión difícil; tuve mis motivaciones iniciales, que ya no están, algunos nunca estuvieron y ya no los espero. De un tiempo hacia atrás ya no lo consideraba; me había acostumbrado a mantener una vida arreglada entre gente que era tanto o más poderosa que yo, y de la que prefería apartarme, todo por seguridad. Ahora lo veía, tantos años viviendo en soledad, haciendo lo que quería con la gente, me habían hecho olvidar lo que era la vida en sociedad, dando resultado que me cohibiera al interactuar, y resultando que me volví una mera figura bonita para ver, incapaz de hacer algo cuestionable.

 

 

Simplemente asentí ante lo del elefante y el círculo. No iba a dar el brazo a torcer y reconocerle que lo había considerado estos momentos atrás. No me gustaba pedir ayuda, ni siquiera estaba cómodo aceptándola, eran cosas de otra época, en la que me había estancado. Pedir ayuda lo consideraba como un signo de debilidad y volverse una carga; irónicamente siempre estaba bien dispuesto para tender mi mano a quien lo necesitara y mereciera mi consideración, obviamente; eso para mí significaba sentirse superior, ganar reconocimiento y admiración.

 

 

No me dejaron interrumpir aunque la verdad que tampoco quería llevarle la contraria; aquello había sido tan intenso que sentía que me dolía la cabeza, y a los muertos no les puede doler la cabeza, ni levantar presión, ni nada de eso. El amor me había llevado a donde estaba ahora, era el sentimiento que más miedo me daba, el más ingrato, y por el que más sufrí, y sufría en aquel momento. Siempre me decía que aquello ya había pasado, que ya no volvería a caer tan bajo como para enamorarme, y me cuidaba de no enamorar a nadie más. No me gustaba admitirlo, pero al destrozar el corazón de una persona interesada sentía que se reflejaba en el mío. Era lo único en lo que era una persona empática; quizás porque conocía el dolor.

 

 

Otra vez con eso de mostrarme tal cual era. ¡Cuánta insistencia que tenía la suerte para con ese tema! Y no lo entendía del todo. No sabía si me desataría y empezaría a destrozar todo, hasta que viniera el departamento de Criaturas Mágicas, y me anularan o si simplemente me terminaría de recluir del todo. «Ya no te engañes...» En mi ensimismamiento ice un movimiento involuntario con mi brazo y chasquee la lengua, negando toda posibilidad. Ya había estado rodeado de ellos y no había pasado nada, y en situaciones un tanto comprometidas. No podía ser eso. Ya era tiempo de ver que decían mis manos al respecto.

 

 

-Bien hermanita, continuemos con la quiromancia -Dije y le tendí las manos. Por una vez había preferido obviar la tensa situación y hacer de cuenta que no pasaba nada. Eso era un cambio, ¿no?

 

 

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Contrario a lo que Valeskya pensaba, su hermano había accedido a continuar probando los servicios que ofrecía Catemaco’s. Comenzó a pensar que eso de las lecturas era una total pérdida de tiempo, dijera lo que dijera, simplemente las cosas seguirían igual; ”¿De verdad tiene planeado huir con ese niño?” La ojivioleta todavía no podía entender hasta qué punto podía agravarse esa situación: sabía que Joaquín no era una persona social, pero tampoco creía que fuera alguien totalmente solitario, sentía que solo se trataba de cierto temor a sentirse expuesto, a darle las armas a alguien para poder atacarlo, esa dificultad en confiar de que en el mundo no solo había malas personas.


Sentía que ese amor desinteresado por Seishiro, solo se trataba porque era lo único que mantenía de lo que el llamaba “amor de su vida” y simplemente era algo que la bruja no podría admitir de ninguna forma. ”Bueeeno, ya que”, pensó totalmente resignada de la actitud egoísta de su hermano, quien ya tenía muchísimos más años de experiencia de los que aparentaba y sabía perfectamente que las consecuencias de lo que estaba haciendo, podían ser totalmente desastrosas. Ahora se encontraban ahí, frente a frente, los dos fingiendo que no había pasado ni un momento de intensidad entre ambos; él con su actitud aparentemente impasible y ella dudando de continuar con la lectura de manos.


- Esto es una pérdida de tiempo… Pero acá vamos…- Dijo la pelinegra en voz baja, sin disimular lo que pensaba y al tiempo que tomaba sus manos y les daba vueltas una y otra vez. - Nuestras manos nos dicen muchísimas cosas acerca de lo que fuimos, lo que somos y lo que pretendemos ser, desde la forma hasta las uñas y no solo las líneas de la palma de la mano, como la mayoría cree.- La quiromancia era un arte bastante complicado que dependía mucho acerca del conocimiento de la persona que lo efectuaba.


- Haré algo bastante superficial, pues examinar tus manos y una lectura completa, podría llevarte hasta días, quizás… incluso las uñas, tienden a ser estudiadas por separado. – Hizo una pequeña mueca de desagrado, ella no llegaría a tanto. - La forma de tus manos, dice que eres de fuertes emociones y fantasías, introvertido y personalmente añadiría que volátil. A pesar de ser un poco tímido, tienes un carácter racional, que te permite tener buen juicio…. La mayoría de las veces – La joven arqueó una ceja, con cierta incredulidad. - Tu pulgar nos dice más de lo mismo: que eres una persona rígida, reservada, prudente y necio. –


La ojivioleta comenzó a pensar que estaba empezando a sonar más que chocante con el mismo tema, pero no era su culpa, todo estaba ahí de forma clara y ella solamente era la encargada de aventarle las verdades en la cara (?). Tomó la mano derecha de Joaquín, haciendo la otra a un lado y puso la palma mirando hacia arriba. Comenzó a examinar las líneas principales, durante un largo rato, provocando quizás la impaciencia del Granger, pero confiaba en que no interrumpiera. Finalmente, resopló y comenzó a hablar pausadamente:


- La línea del corazón es la que controla el temperamento y tu salud emocional. También depende de la fuerza con la que esté marcada en la palma de tu mano, indica la intensidad con la que amas, lo cual creo que ambos sabemos que para eso no se requiere tener un gran conocimiento de quiromancia – Era evidente de la intensidad con la que dominaban sus emociones, sobretodo cuando hacía unos minutos habían discutido algo acerca del tema. - También dice que eres una persona leal y ¿cálida? –


Hizo una pausa para verlo con cierta incredulidad, arqueando las cejas sorprendida, pero inmediatamente recordó en años anteriores, cuando eran los amados hermanitos inseparables, cuando él mostraba esa parte cariñosa, que casi nunca mostraba ante los demás. También recordó las palabras que había mencionado y eso hizo sentir una punzada dentro de su ser ¿culpa quizás? Se quedó pensativa durante un momento, pensando que le resultaba imposible volver a ser la misma de antes, pero tampoco tenía la culpa de que el ojiazul no dejara ver esa parte de él.


- Esto es como un círculo vicioso, querido hermanito… ¿Te das cuenta que tarde o temprano volvemos a lo mismo? – Dijo con cierta exasperación. - ¿Hay algo que quieras preguntar o añadir antes de continuar?-

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