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☦ Catemaco's Magic☦ (MM B: 111338)


Valeskya Granger
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-Al menos esmérate un poco más en que me sienta confiado con lo que haces -«perra infeliz» Lo último me lo guardé porque aquello era un ida y vuelta, y parte de nuestro esfuerzo para seguir negándolo todo, era guardarse las agresiones hasta llegar a casa; o al menos hasta salir del local si no podíamos aguantar a liberar las tensiones.

 

 

Mientras ella daba vuelta una y otra vez mis manos, yo escuchaba, observaba y trataba de concluir. Tenía dedos finos largos, dedos de pianista decían por ahí, y uñas cuadradas, elegantes, siempre muy prolijas, aunque eso no tuviera mucho que ver. Las palmas de mis manos estaban llenas de líneas; no sabía a qué se debía, ya las tenía así desde que era un simple humano mortal, Me agradaba aquello, siempre me había gustado pensar que cuando me leyeran la suerte tendrían mucho para decir. Lo que no imaginaba es que luego de desechar aquello como si fuera una estupidez, me encontraría sentado frente a mi hermana, ensimismado.

 

 

«Ja! ¡te dije que te estabas engañando!» ¿En qué momento mi hermana lograba mirando la palma de mi mano, ganar más credulidad de mi cerebro que yo mismo? Que irritante. Pero... quizás fuera que la persona fría, centrada y calculadora era solo la imagen que yo tenía de mí mismo y no lo que representaba a mi entorno. Muy mal. No podía asegurar el momento en que se me había salido de control también aquello, era algo que sin resultados y sin suerte había tratado de descubrir a lo largo de la noche, y cada vez habían más y más cosas que aparecían y no eran como yo las veía.

 

 

Los humanos decían que no tenían tiempo para hurgar en el pasado, a los inmortales el pasado los podía perseguir toda su vida si no hacían todo bien; y una eternidad era demasiado tiempo, muchos se suicidaban porque no supieron cerrar las cosas en el momento, y no pudieron lidera con ellas en el presente, por lo que no tuvieron un futuro. Patético. Como una persona responsable con su futuro procuraba no dejar cabos sueltos. Terminaba lo que tenía que terminar, ataba lo que había que atar y tapaba lo que tenía que tapar en el peor de los casos.

 

 

«¡Por supuesto que sí, campeón! Por eso toda la noche te has cuestionado de las personas de tu pasado que rondan en la tierra, y además... tu y yo sabemos que lo que está tapado es fácil de destapar» Estaba verdaderamente insoportable conmigo mismo; no soportaba hacer catarsis sobre mis conductas. Pero muy a mi pesar, tenía razón, si hubiera hecho las cosas bien, no estaría tan preocupado de lo que se veía y de lo que se podía llegar a saber; tendría que estar muy tranquilo. Porque aunque fuera imposible no tener secretos en trescientos años, si estaba bien guardados, no había que ponerse nervioso.

 

 

Devolví la mirada incrédula a mi hermana, con la misma y enseguida sonreí un poco bajando la cabeza. No me reía de ella, pero que me vieran leal por un momento me tomó por sorpresa al repasar a todas las personas a las que había engatusado y traicionado sin mucho miramiento. Supongo que eran personas que solo me deslumbraron un poco pero que no se habían ganado mi real afecto. Para con quienes de verdad lo conseguían, era una persona de extrema confianza, que estaría en las buenas y en las malas, creo que lo había demostrado. Lo de la calidez.... era relativo. Con Valeskya no era nada cálido, más bien solo lo era con mis niños, pero volviendo a mi hermana ¡Ella se lo buscaba, lo incitaba!

 

 

La joven de cabello negro y ojos violetas se tornó pensativa y yo también. Los años en que los hermanos Granger arreglaban hasta sus problemas más ínfimos con abrazos y palabras quebradas con una bebida de por medio habían quedado en el pasado. Lo había terminado de comprobar hacía un momento. Naturalmente que aunque yo cediera y volviera a responderle con dulzura y a apoyarla con señales de afecto, ella no estaba muy dispuesta, y yo no toleraría su acidez mientras hacía el papel de buen hermano. Si quisiera entrenara criaturas, más vale lo hacía con canes de caza rabiosos.

 

 

-Si te sirve de consuelo, la catarsis me está matando -dije con una mueca- puedes continuar... -y agregué rápidamente,- gracias, por todo... -Pensar en su lectura me hizo flaquear, y aunque no habíamos terminado, era que agradecimiento tenía otras connotaciones.

 

 

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La Granger soltó una risita de suficiencia, que se hacía demasiado evidente aunque estuviera oculta bajo el velo que solo dejaba ver sus ojos. Sin proponérselo, había logrado que alguien como su hermano, que solía ser calculador y escéptico, se llenara de dudas; no estaba segura si era porque no esperaba que algunas o todas las cosas que ella le había dicho, resultaran ciertas, o simplemente dudaba de que una simple lectura pudiera dejarlo en un estado de vulnerabilidad ante ella. Lo cierto era que a la bruja, le apasionaba la adivinación y tenía la posibilidad de ejercerla en ese negocio.


- Bueno… He de reconocer que ha sido valiente de tu parte venir dispuesto a probar lo que ofrece Catemaco’s, a pesar de que no siempre pueden salir bien las cosas –


¿Era un cumplido lo que acababa de decir? Valeskya se inclinó de hombros, como muestra de indiferencia, había dejado las palabras al aire, para dejar que su hermano las tomara como él quisiera: reconocimiento, afecto, amenaza o cualquier otra cosa. Como lo tenía esperado, no había más preguntas con respecto a cómo estaban transcurriendo las cosas; el pacto silencioso de no insultarse y fingir que nada había pasado, estaba dando resultados, pero podía notar que su hermano se esforzaba por no golpearla.


- Está la línea de la cabeza, marcada justamente acá – La joven presionó la línea en la palma de la mano. - Indica la profundidad con la comprendes, tu nivel de inteligencia y la capacidad intelectual de cada persona. – Sonrió maliciosamente, estaba segura que lo que iba a decirle a su hermano, lo molestaría. - En tu caso, indica que eres una persona práctica y te gusta organizar bien las cosas, eres bueno planeando y llevando a cabo tus ambiciones… aunque la chinita ha sido la excepción.-


Tenía que recordarle ese incidente, pues aunque era cierto que el Granger siempre solía ser muy cuidadoso, ese desliz sería imperdonable y no tanto por la gravedad, sino simplemente porque había sido una oportunidad maravillosa que Li hubiera aparecido en sus vidas y así tener un pretexto más para fastidiar el “pequeño descuido” que había tenido. Lo más seguro es que el hermano de la ojivioleta, pusiera esa cara de amargura y continuara con ese resentimiento durante días, como era su costumbre hacerlo.


- Y… la línea de la vida, finalmente. En nuestro caso, esa línea es algo irónico, debido a que predice la longevidad, la salud y la vitalidad. Debo deducir que es la línea de la vida mortal que tuvimos… en mi caso fue algo corta. – Examinó la línea que se encontraba entre sus dedos pulgar e índice. - Y en el tuyo, pues muestra que eras una persona cautelosa y que al final las cosas no salieron como esperabas. –


La realidad es que la pelinegra recordaba poco y nada acerca de la vida de su hermano; o quizás era algo que nunca le había preguntado, acerca de cómo habían terminado en esa condición. Era curioso que ambos estuvieran condenados a un mundo inmortal, aunque él parecía disfrutarlo y ella simplemente lo tomaba como resignación. Las circunstancias obviamente habían sido distintas, pero lo realmente importante es que eso indicaba el distanciamiento entre ambos y el desconocimiento de sus vidas pasadas.


- ¿Cómo fue que terminaste en esa condición? – Preguntó curiosa, a sabiendas que las cosas podrían salirse de control nuevamente. – Aun no termino la lectura, pero podríamos hacer una pausa breve.- Finalizó.

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-No podías inaugurar el negocio con mejor conejillo de indias que yo, admítelo -comenté con una sonrisa divertida. Los nervios y amarguras iban amainando.

 

Las ganas de ejercer la fuerza física contra mi hermana, volvían poco a poco a ser la cosa constante de siempre, sin ninguna motivación especial; la mezcla de olores dulce y empalagosa volvía a inundar mis sentidos, ya que en el torbellino que tuve en la cabeza, había bloqueado el olfato al parecer. Extrañaba aquello ahora. Pasé discretamente la mano izquierda por la nariz, como para darme una milésima de segundo de tregua, y continué escuchando a la ojivioleta que presionaba una de las tantas líneas de mi mano.

 

Me gustaba lo que decía de mí, era como siempre me vi, ambicioso, analítico, precavido, el perfecto ejecutante, una sonrisa de suficiencia no pudo dejar de plantarse en mi rostro; no importaba si era todo lo que habían hecho verme, tanto mi mente como Valeskya que hacía en exceso nocivo para mí, escucharlo era sumamente satisfactorio, así como superficial al mismo tiempo. Claro que la sonrisa de suficiencia al instante se modificó en una sonrisa de amargura y cierta vergüenza.

 

-Otra vez con el temita -dije poniendo los ojos en blanco, como quitándole importancia- Que conste que si no hubieras insistido en seguirme, no sabrías nada. Nadie sabría nada, y Li sería un pequeño montón de huesos. Pero no, vives pegada a mí. Si me extrañas tanto, no desaparezcas por tanto tiempo.

 

Lo cierto era que aunque ella me hubiera seguido o no, yo había fallado de igual manera, pero eso no lo reconocería. Sin embargo era cierto que si me hubiera dado solo un minuto más, ahora Li no sería la especie de aprendiz de mi hermana para hacerme la vida imposible. A mi entender, Valeskya la entrenaba para cuando se fuera, y la insolente muchachita tomaba confianza muy rápido, era divertido cambiarle la mirada desafiante por una de temor, mas eso no lo lograría para siempre.

 

¿Una persona cautelosa? Bueno... quizás lo fui. No tuve su vida acomodada, ni sus tiempos modernos. Supe hacer las cosas a escondidas para evitar el castigo, y también supe acatar las órdenes. Tal vez no fuera cautela por motu propio, sino por miedo. Al final y viéndolo fríamente, había ganado un cuerpo de envidia, y una habilidad con la espada que aunque estaba oxidada, no dejaba que se perdiera completamente. Aun así, tenía que reconocer que de no ser por las penurias que viví, no estaría allí aquel día.

 

-¿Nunca te lo conté? -pregunté extrañado- Bueno, trabajaba como mercenario, tenía que buscarme la vida como podía, cuando me hirieron en medio de un asalto. Me abandonaron a mi suerte, como era costumbre en la época -aclaré, encogiéndome de hombros- y en la noche, una dama me rescató. Cuando desperté ya era un vampiro, creado por Gabrielle D'Auberie; y lo agradezco de sobremanera, incluso sin haber sido herido, posiblemente hubiera muerto un par de años después. La historia tiene otros detalles, pero esta es la versión corta. -No correspondía sentir rencor contra ella por el abandono sufrido- Explícame cómo es que tu línea de vida "es algo corta".

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Valeskya no pudo evitar decepcionarse al escuchar la historia de su hermano, pues esperaba algo contado con más detalle, alguna historia de aventuras, drama, romance, lo que fuera; o quizás sí era algo que había vivido y se negaba a contarlo o solo intentaba hacerse el interesante. Como fuera que hubiera ocurrido, no había podido notar una enorme y marcada diferencia entre ambos: él parecía estar encantado con su condición y ella si bien no le afectaba, lo cierto es que hubiera preferido mil veces vivir como una humana. La historia entre ellos como hermanos, había sido un tanto extraña, pero no dudaba en que su hermano quizás guardaba resentimiento por la forma en que ellos habían vivido sus vidas.


Si bien es cierto que ella vivió un tiempo con sus padres, tampoco es que su vida fuera totalmente plena; los errores que había cometido, era los que la habían llevado hasta la condición en la que actualmente se encontraba. Era joven, imprudente y todas esas cosas le habían pasado factura; las consecuencias de sus actos ahí estaban: inmortal, sola y buscando retomar el rumbo de su vida. Sentía que las cosas habían mejorado notablemente con el tiempo y quizás al final había encontrado una paz que tanto había esperado.


- ¿Te ahorras todo el drama, eh? – Le preguntó secamente a Joaquín. - Bueno, entonces haré lo mismo y te contaré la versión corta – Sonrió de forma arrogante. - Yo no recuerdo cómo es que acabé en esta condición. Un día desperté y estaba en mi casa, sin recuerdos y con mi madre. Así de fácil y sencillo. Después de un tiempo y por cuestiones del destino, me encontré con alguien que formó parte de mi pasado y así es que pude tener una remota idea de lo sucedido. –


No tenía intenciones de contarle que había tenido a su hija y que la abandonó por protegerla de una persecución de la que fue objeto por enamorarse de un espía de la marca y todas esas tonteras de una guerra de bandos que, ahora que lo pensaba mejor, solamente le habían traído problemas desde que había tomado la decisión de involucrarse. Suspiró y se puso a pensar que realmente no había una persona que conociera completamente su historia, salvo quizás, ella misma. Una de las ventajas de su condición, es que podía tomar la decisión de comenzar nuevamente, sin ninguna clase de remordimiento (?).


- El punto es… - Prosiguió tras una breve pausa. - Que cuando ocurrió nuestra “conversión”, por así decirlo, morimos siendo jóvenes, de ahí a que la línea de la vida sea corta. Por eso resulta irónico que ahora estemos viendo esa línea de tu mano, es como que… está de sobra. – Sonrió amargamente al tiempo que continuaba examinando la mano del ojiazul.


- También los montes de nuestra mano, tienen muchas cosas que decirnos… y antes que lo preguntes, son estas pequeñas elevaciones que sobresalen en la palma. – Le señaló con el índice una parte de la fría piel del Granger. - Nuestras manos son únicas, tienen muchas que decirnos… como en tu caso, que el monte de Marte dice que eres complejo, necio, persistente y enérgico, luchador…. Algunos suelen ser agresivos, pero en tu caso es lo contrario, lo cual no es que sea malo, simplemente prefieres tomar una postura defensiva la mayor parte de las veces. –


- Añadiendo a lo que te he dicho, también existen ciertas líneas secundarias, las cuales también pueden decirnos, en tu caso, por ejemplo, que esta línea que tienes fragmentada, indica un cambio total en tu vida. – La ojivioleta cerró la mano de su hermano y la empujó con suavidad hacia él. - A menos que quieras saber algo más o tengas alguna pregunta con respecto a lo que te he dicho, creo que esta lectura ha terminado. – Finalizó.

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  • 2 semanas más tarde...

Que usara la frase «mi madre» remarcando su exclusividad como hija durante tanto tiempo, no fue algo que pasara indiferente para mí, pero me limité a apretar los labios de forma discreta. Que no tuviera resentimiento contra Valeskya, no significaba que no pensara en el abandono y en la vida que podría haber sido, en los múltiples motivos hipotéticos por el cual me abandonaron y nunca me buscaron; en algunos los justificaba un poco, y en los otros no veía explicación y me desesperaba de dolor.

 

Pero me olvidé de mi unos segundos para reconsiderar la arrogancia con la que habló, me hizo pensar que seguro ocultaba un recuerdo de los dolorosos y que no puso la excusa de la versión corta solo para evitar pensarlo. Por un momento se me ocurrió que la vida de Valeskya, o de Luna más bien, no había sido un lecho de rosas precisamente, mas yo siempre me había negado a creerlo, más bien, ignoraba un poco su vida antes de que yo llegara. Ser egocéntrico era un defecto que me había llevado a la soledad.

 

¿Qué tan egoísta podía sentirme ahora? Habían pasado varios años en que nos descubrimos, y no podía escudarme con la excusa de que respetaba su privacidad, cuando entre vampiros, era algo común conocer eso. Era un arma de doble filos conocer el creador del otro vampiro para tener cierta noción de la fuerza a la que uno se enfrentaba o pretendía aliarse, incluso podía resultar que fueran hermanos. Claro que podría ser que no le hubiera dado importancia porque no iba a enfrentarme con ella, y ya teníamos un parentesco.

 

Su voz me volvió a la realidad cuando explicó que estaba de sobra esa línea en la mano, pero desde mi punto de vista, era un lindo adorno. Prosiguió y yo no pude menos que sonreír conforme con los adjetivos que la mujer usaba para describirme; era como siempre me había gustado verme, al parecer no todo se me había ido de las manos, y pude mantener algo de mi esencia. Sobre todo, me gustaba la palabra "complejo" podía sorprender a todos, incluso a mí mismo; ya había dejado ver otras veces que mis reacciones supuestamente predefinidas, no lo eran tanto.

 

Asentí y me mantuve en silencio unos momentos. Nadie estaba echándome precisamente, pero en mi mente tenía un pequeño dilema sin sentido: ¿Debía preocuparme de forma tardía por su pasado o debía preocuparme primero por encausar mi futuro? Teniendo en cuenta esto último, nuevamente me hablaban de un cambio radical. Ya me cansaba de eso pero al mismo tiempo empezaba a experimentar una especie de resignación que me impulsaba a solicitar ayuda, aunque fuera espiritual, para tener el mejor futuro posible. Pero una mirada al velo que cubría su rostro, me hizo relegarme por unos minutos.

 

-Tengo una petición más, bueno... que sean dos -dije seriamente- La primera es un trato: Tú me cuentas con detalle cómo fue tu vida mortal y tu conversión, y a cambio yo hago lo mismo y te cuento lo que quieras saber. Es un gran trato ¿no crees? -sonreí con suficiencia, aunque secretamente esperaba que rechazara el trato, para no tener que arriesgarme a sus preguntas- La segunda petición debe ser más sencilla para ti: Ayuda. Necesito que uses tus nuevas habilidades para que me ayudes a tener el mejor cambio posible, del que parece que no me salvaré. YA sé que todo depende de mí en definitiva, pero una ayudita espiritual no puede ser mala, ¿no?

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Valeskya meditó durante algunos minutos las palabras que había pronunciado su hermano. ”¿Un trato?”, dudaba de Joaquín, el nunca preguntaba o hacía las cosas solamente porque sí, lo conocía lo suficiente como para saber que había algún interés oculto en querer conocer los detalles, aun así era una excelente oferta a la que también podría sacar provecho, hasta quizás más de lo que él podría recibir. La otra petición, en cambio, le resultaba de lo más extraña, casi antinatural ¿pedirle ayuda? ¿A ella? Pensó que de verdad tendría que estar desesperado para hacer eso.

 

- No puedo evitar pensar que de verdad toda esta situación que ha ocurrido desde que llegaste aquí, te ha puesto más vulnerable de lo habitual – Dijo la joven mientras se quitaba el velo que cubría parte de su rostro. - Tampoco puedo negar que es un trato de lo más interesante, aunque es casi un hecho de que te arrepentirás de haberlo hecho –

 

La Granger le extendió la mano a su hermano, lo que era una muestra de aceptación y sello de un trato. ”Juramento inquebrantable”, dijo para sus adentros, pensando en que quizás podrían hacerlo solo para cerciorarse de que ambos dirían la verdad, aunque era algo demasiado exagerado y peligroso de plantear. Confiaría en él, aparte de que ella no tenía nada que esconder y quizás hasta sus palabras harían que se arrepintiera de las veces en que el ojiazul le había dicho que era una mala madre.

- Con respecto a lo otro – Sonrió de forma burlona e incrédula - ¿De verdad requieres de MI ayuda? Me cuesta creer que, habiendo tantas personas en este mundo, tengas que acudir precisamente a mí. Sé que somos hermanos y todo, pero estamos lejos de ser una familia convencional. – Solo de imaginar la situación, hacía que le dieran escalofríos. - No es tan sencillo como crees… para empezar, la gente JAMÁS cambia, solo modifica sus actitudes, pero al final en esencia siguen siendo lo mismo hasta que mueran. Así que no puedo prometer semejante cosa… sin embargo, acepto dar mi opinión siempre que la busques.- Meditó un momento y añadió - Solo te advierto que tienes que estar consciente de que no siempre te diré las cosas de la mejor manera.-

 

El pelinegro ya conocía a la ojivioleta lo suficiente para saber a qué se refería; ella siempre solía dar su opinión de forma descarada, sobretodo cuando se trataba de él. De todas formas, una advertencia de que el trato no incluía una situación cariñosa entre hermanos, no estaba de más. Se quedó en silencio durante unos instantes, pensando en que si debería comenzar a hablar o no; ahora que lo pensaba más detenidamente, caía en la cuenta de que, a pesar de tener un lazo demasiado cercano, parecían dos perfectos desconocidos pues nunca habían hablado de sus vidas antes de encontrarse.

- Antes de la “conversión”, solía tener una vida que puede considerarse como normal: jugaba, fui a Hogwarts y todo eso. – Por alguna razón, le resultaba sumamente incómodo tener que platicar sobre eso. - Contrario a lo que siempre pensaste, yo no crecí con nuestros padres – Había recordado que él tenía cierto resentimiento al creer que ella había tenido todo lo que él deseó alguna vez.

- Nuestra madre me dejó en casa de unos tíos, ya que ella viajaba constantemente ¿para qué? Es algo obvio... siendo específica, ellos pertenecían a la Orden del Fenix. – Si no fallaba su memoria, era la primera vez en que hablaba con él con respecto a los bandos. A esas alturas le daba igual que supiera el secreto que sus padres guardaban celosamente, así como ella alguna vez lo hizo. - En el caso de nuestro padre, pues la situación era bastante similar: también era fenixiano y crecí con la ausencia de ellos. Aunque a diferencia tuya, no me amargué tanto como tú… la amargura llegó después. – Dijo con seriedad.

- Antes de continuar ¿hay algo que desees preguntar? – Estaba segura de que Joaquín preguntaría más sobre sus padres, o quizás estaba equivocada. Aguardó el tiempo suficiente para ver si tenía algún argumento para debatir el hecho del por qué habían crecido separados.

Editado por Valeskya Granger

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Sonreí con confianza cuando mi querida hermanita me tendió la mano sugiriendo que me iba a arrepentir del trato, lo cierto era que podía contarle sin problemas hasta el más mínimo detalle de mi vida, porque la conocía demasiado bien como para saber que ni aunque se encontrara sumamente aburrida en uno de sus misteriosos viajes por el mundo, se le ocurriría ponerse a buscar a las personas del pasado, o rebuscar entre mis propiedades ocultas. En parte porque ella no estaba tan interesada como yo y aquello le daría demasiado trabajo.

 

Reí de una forma estrepitosa cuando sugirió que lo que pretendía de ella eran consejos, teniendo en cuenta que su vida era tan desastrosa como la mía, y ella lo sabía; mucho menos esperaba palabras de apoyo cuando nos tratábamos con suma hostilidad a la más mínima provocación. Aun considerando aquello no me quitaba de la mente lo que dijo aquella carta de escuchar a una mujer, que seguro era ella; la miré por un segundo con una sonrisa torcida, quizás tuviera una ingenua esperanza de que en una situación límite pudiera contar con ella.

 

-A lo que me refería, Corazoncito -dije fingiendo una voz de ingenuidad, solo para irritarla un poco- es que contrataré varios de los servicios que ofreces acá, las pociones, los muñequitos, las limpias y cualquier otra cosa que consideres útil, y que debamos mantener en secreto -y le di un guiño de complicidad- pero primero, el trato.

 

Escuchaba casi con incredulidad su historia. Toda la vida, bueno, más bien desde que la había conocido, me había imaginado que ella creció en la mansión en la que morábamos ahora, velada por nuestros padres, regodeada en el amor de una madre de sonrisa amable y sometida a las reglas de un padre justo pero no inflexible. En sus ojos no había rastro de mentiras sobre lo que me decía, incluso quizás podría divisar un pequeño dolor, aunque no se amargara tanto como yo. Era obvio, ella había crecido aún en familia, y había tenido la oportunidad de desarrollar su magia a la edad adecuada; en cambio yo, me vi salvado de una muerte sofocante pero con la regla inquebrantable de "nada de magia".

 

De todas formas, había un desfajase temporal que no terminaba de convencerme del todo: La conocida Orden del Fénix, aun ignorando quienes fueran sus miembros, no era una organización muy antigua, a decir verdad, en comparación conmigo, seguía en pañales. ¿Por qué me habían dejado? Si fue para perseguir sus ideales sin la carga de proteger a su pequeño, seguro no fue en la misma Orden. Como fuera, esa pregunta escapaba del conocimiento de ambos y me hizo soltar un largo suspiro de resignación.

 

-Tu amargura vino después -No había ignorado ese detalle- y yo hasta los veintitrés no supe lo que era no amargarse, aunque pasaron como cien años antes de que pudiera empuñar una varita, para solucionarme mucho en la vida -hice un gesto con la mano para que no dijera nada- La Orden del Fénix es mucho más nueva que yo, si ellos tenían ya los ideales de antes es algo que no podrás responder, pero quizás el tío que te crio pueda saber algo ¿Quién es y dónde lo encuentro?

Editado por Joaquín Granger

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Valeskya se mostró indiferente ante la burla de su hermano con respecto al tipo de ayuda que buscaba. Suspiró fastidiada, pues después de todo el tiempo que habían perdido con las diversas lecturas, al final parecía que no había servido para nada; le irritaba que a pesar de que Joaquín fuera muchísimo mayor que ella, a veces mostraba ciertas actitudes infantiles. Contuvo las ganas de darle una bofetada y solo asintió secamente ante la idea de ocupar los servicios del negocio para cualquiera de los fines a los que el Granger pretendía llegar.


”Al final, es más dinero para nosotras”, dijo la joven para sus adentros mientras se inclinaba de hombros al tiempo que le daba la espalda y se disponía a caminar alrededor. Era la única forma en la que podía relajarse después de escuchar la idea que había tenido su hermano; a la ojivioleta nada le costaba hacerle un muñeco vudú que sirviera para hacerle daño a alguien, sin embargo, lo conocía suficientemente bien, para saber que su hermano podía ser muy cruel si se lo proponía. Decidió que ya vería después la forma de no proporcionarle tantas armas.


El momento que había temido desde que decidió aceptar el trato había llegado: Joaquín y aquel resentimiento que intentaba disimular de la peor manera con respecto a la vida de ambos, se habían hecho presentes. Su mirada de incredulidad al escuchar las palabras de la ojivioleta parecía casi pintada en su rostro; sin embargo, fue un avance no escuchar de sus labios alguna clase de pregunta tipo ¿por qué? ¿para qué? La bruja había decidido explotar al máximo su nivel de tolerancia hasta que mencionó algo que hizo que detuviera en seco su caminata por el cuarto.


- Me sorprende tu nivel de ingenuidad – Se recargó en la pared y cruzó los brazos. - ¿Te has puesto a pensar en nuestra edad? La real…. Y pretendes que sigan vivos, ja. –


Era cierto que sus tíos la habían criado y le habían dado el cariño en la medida de lo que era posible Pero la realidad es que cuando ella era pequeña, sus tíos ya ostentaban una edad considerablemente mayor. Cuando ella recién se había convertido, se enteró que sus tíos habían fallecido un año antes y para el momento en el que ellos se encontraban, fácil habían transcurrido entre treinta y cuarenta años [?]. Meditó mucho la respuesta que daría, pues seguramente las cosas terminarían como siempre que hablaba con el Granger sobre algún tema delicado.


- Tienes un resentimiento absurdo Joaquín. Si bien no estuvimos al lado de nuestros padres viviendo felices, ya eres bastante mayor como para andar buscando una verdad que NUNCA – Se encargó de resaltar la última palabra. - Llegarás a saber… suerte si logras encontrar a nuestros padres… También te pido que dejes de victimizarte, ya que no eres el único en este lugar que ha sufrido. -


Sus palabras sonaban frías, como si de verdad no le importara lo que había sucedido con su hermano durante el tiempo que no estuvieron viviendo en el mismo hogar. La realidad es que lo que le molestaba, era el hecho de que tomara esa actitud de ser el único que la había pasado mal. Muchas veces tenía la paciencia suficiente para pasar el hecho por alto, pero ese no era el día.


- Antes de que malinterpretes lo que digo, como es tu costumbre, solo te digo que asumas la verdad. Ya te lo he dicho hace poco – Señaló la mesa en donde le había leído las cartas. - Deja de atormentarte por tu pasado… a veces es mejor dejar las cosas como están, puede que encuentres algo que no te guste y al final te resulte peor. ¿Has escuchado que la ignorancia es lo que hace felices a las personas? Deberías planteártelo. –


Y ahí estaba la Granger, dando un consejo sin proponérselo y a la persona menos pensada. Suspiró profundamente, dando por hecho de que seguramente no le haría caso, su hermano era una persona necia por naturaleza. A veces se preguntaba qué cosa, aparte del lazo sanguíneo, los podía identificar como hermanos. Tal vez algún día aparecería la persona que se lo pudiera decir, mientras tanto, ahí estaban ambos, tratando de platicar sobre su pasado.


- ¿Por qué no podías hacer magia? – Preguntó con curiosidad, después de que hubiera transcurrido un largo rato en silencio.

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Llevaban poco tiempo desde que abrieron el local en el Callejón Diagon, mas bien a las afueras de este sobre un lago poco visitado por los habitantes del lugar. Habían tenido pocas ventas, pero si querían tener algo de dinero para enfrentar los gastos de la Universidad, tenían que vender más. Quizás era la ubicación la que no les ayudaba mucho, pero no tenía remedio ya.

 

"Algo se podrá hacer", hablaba Fiamma consigo misma, siendo el pobre de su elfo Wormy quien siempre la escuchaba.

 

En la pequeña oficina hacia la parte trasera del local, tenían un pequeño escritorio de madera con 3 sillas acojinadas. Aunque las dueñas eran dos, siempre pensaban en su prima Zahil para todo. Se sentó en una de las sillas y subió los pies al escritorio para ponerse cómoda y así poder pensar mejor en estrategias que las ayudasen a subir las ventas. Sabía que Valeskya estaba en algún lugar del local con Joaquín, pero no la iba a molestar.

 

Tomó la vuela pluma que se encontraba cerca y le lenzó un pequeño hechizo para que empezara a escribir lo que ella le iba dictando: "llevar canastas de muestras a diversos negocios o residencias familiares, pagar por publicidad en El Profeta, poner un gran espectacular a la entrada, gritar nuestros servicios por todo el Callejon Diagon encima de una moto voladora... ¡espera!, ya lo tengo".

 

Se levantó de inmediato provocando un chirrido al arrastrar la silla por el suelo. Con su varita bien firme en la mano, corrió hasta la entrada del local y se detuvo ahí, justo frente a la puerta. Alzó los brazos y creó una serie de florituras que le fueron dando forma a un cartel justo afuera del lugar. Había puesto la lista de los servicios en un cartel grande y luminoso, así como en algunos restaurantes.

 

"Quizá así se animen a entrar" sonrió satisfactoriamente al tiempo que lo decía.

 

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Servicios

 

Baños termales
  • En agua limpia
  • En agua turbia
  • Opcional incluir esencias

Barridas/limpiezas espirituales

  • Sandra Bullock (incluye canción)
  • Uso rudo (incluye gallina)
  • Vegano (sólo con plantas)

Lectura de cartas

  • Amarres
  • Para el amor
  • Para el dinero
  • Para la salud
Productos
  • Sábila preparada
  • Loción de 7 machos
  • Agua de rosas rojas
  • Monito vudú (solo sirve para hacer cosquillas)
  • Inciensos de todos los olores (nunca se sabe cual te va a tocar)
  • Cuarzos
Esperamos que todos nuestros servicios estén a la altura de sus expectativas, de no ser así, favor de llenar un formulario con sus quejas y sugerencias y pondremos a nuestros elfos a trabajar en ello a la brevedad posible (?).
Vuelva Pronto.

"NO NOS HACEMOS RESPONSABLES POR LESIONES SUFRIDAS DURANTE SU ESTANCIA."

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No lo entendía, Valeskya Granger no lograba entender que mi problema con el pasado no era el hecho de no haber crecido con mi padre y con mi madre; lo que me acongojaba era el hecho de que me dejaran en un lugar tan horrible. ¿Cómo podía pretender que ella lo entendiera? había crecido con la familia al menos, quizás hubiera tenido novedades, cartas de nuestros padres mientras ellos estaban de viaje por el mundo. Me negaba a pensar que se despreocuparon de mí, y que algo pasó con la verdadera persona a la que me entregaron.

 

 

Sin embargo, la que suspiraba, se alteraba, se encogía de hombros y se controlaba para no explotar, era mi hermana; yo me limitaba a mirarla con los brazos cruzados sobre la mesa y tener los labios apretados, mientras la seguía con la mirada y escuchaba sus palabras y sus consejos. Había algo que tenía que reconocer: en el fondo sabía que mis esperanzas de encontrar a los recién descubiertos tíos, eran una mera fantasía que ni las artes más oscuras podrían cumplir. Había humanos que decían que podían establecer contacto con espíritus, pero no fue satisfactorio.

 

 

-Podrían ser como nosotros -No le reconocí la verdad, encogiéndome de hombros- hay quienes hacen sesiones para hablar con espíritus ¿no puedes hacerlo o someterte a ellas? -que yo no hubiera tenido buenas experiencias, no impedía que ella no fuera una excepción.

 

 

-Trajiste a cuento lo que estaba pensando -comenté con una amarga sonrisa- qué no lo entiendes. -Dictaminé-. Quizás no hubiera podido vivir con ellos, quizás en un acto de rebeldía me hubiera escapado, mi resentimiento no se trata del abandono en sí, aunque gracias a lo que has dicho, al menos tengo una vaga idea del motivo; mi problema es que me dejaron en un lugar horrible, podría describirte todas las atrocidades que cometieron, podría llevarte a ver el lugar, podría mostrarte las cosas que me llevé de allí. Desgraciadamente, o afortunadamente, como quieras verlo, ya no tengo las cicatrices.

 

 

Como es bien sabido, cuando un humano es convertido, el cuerpo se convierte en algo estático, no tiene ningún cambio físico, por ende, a quien le falte un ojo o una mano, seguirá tuerto o manco, salvo que encuentre otros medios para sustituirlo; salvo ciertas teorías para las que decían que si abrías la herida otra vez, podría funcionar igual que para las lesiones "menores", antes de ser convertido, debía darse al herido un poco de sangre de vampiro. En cuanto a células y neuronas sabía que se regeneraban, pero nunca comprobé nada más complejo.

 

 

-No hay mucho que pueda hacer, y tranquilízate, no saldré a buscar a mis padres a lo largo y ancho del mundo, tengo otras obligaciones, pero me gustaría tener una explicación -dije abriendo los ojos, incrédulo ante su ceguera.- Por cierto, detesto esa frase.

 

 

Yo podía ser muy necio al respecto, pero ella debía reconocer que no interesarse en concluir y saber el motivo de las cosas era una postura de evasión muy cobarde; teníamos una eternidad por delante y entendía que no podíamos vivir aferrados a cosas imposibles, eso era algo autodestructivo. Ahora, si yo sabía que mis padres estaban vivos, no había problemas en rastrearlos para cerrar ese círculo. Claro que mis sombras eran meros humanos, no podían aparecer y desaparecer como podían hacerlo ellos y era normal que tardaran en dar resultados, y eso siendo optimistas.

 

 

Fue Valeskya la que rompió el silencio con una pregunta que debía haberme esperado, pero en el fragor de justificar mi dolor, había hablado, quizás un poco de más, pero no era nada tan grave, además, ella también había cometido el mismo error al dar a entender que ella también sufrió. ¿Luna había sufrido? Quiero decir, conocía su situación bastante bien desde que llegué, y sé las cosas malas que vivió en este tiempo, pero no se me pasó por la mente que antes conociera lo que es el sufrimiento. Pero primero cumpliría mi parte.

 

 

-Mi creadora no tiene poderes mágicos así que se siente vulnerable ante los magos y brujas, yo no tenía varita tan siquiera, y la consigna parecía de lo más sensata «Yo te ofrezco ser mi hijo, tendrás dinero, poder, influencias entre las grandes casas del mundo, la única condición es que la magia está prohibida, y tampoco podrás marcharte una vez que aceptes. Si desobedeces, serás cazado, torturado y asesinado» O sea, aceptaba y tenía una vida increíble, o decía que no y ahí mismo terminaba con mi existencia. No me malinterpretes hermanita, cuando tienes una vida así de acomodada es fácil vivir sin magia, pero al final gana la curiosidad.

 

 

-Ahora que contesté con lujo de detalle tu pregunta, contesta la mía -dije clavándole los ojos con avidez- cuéntame del sufrimiento que tú también viviste.

 

 

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