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Agencia de Servicios Profesionales (MM B: 111545)


Juliens
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—Señorita ¿me regala un dulce?

 

Ellie aparta la mirada de la exhibición de calderos, sobresaltada.

 

—¿Disculpa?

 

Por supuesto, su primer pensamiento es lo extraña que es esa situación. No le parece nada normal que un niño camine solo por el Callejón Diagón, mucho menos que se acerque a un adulto a pedirle dulces. Se trata de una escena que, con ciertas noticias que ha oído, le da escalofríos. De todas formas, se detiene y observa un momento al chiquillo. Lleva un libro de aves bajo el brazo y en su cabello hay algunas plumas, como si hubiera pasado debajo de jaulas de lechuza. Es muy fácil olvidar los límites, cuando tienes tantas herramientas a la mano; lo que muchos magos olvidan, es que no sólo las Artes Oscuras corrompen. Abusar del poder lo hace. Así que Ellie sacude la cabeza. No va a atacar a un niño.

 

Ellie busca en sus bolsillos, a sabiendas de que tiene un par de los tablets de su madre. Aunque está dispuesta a deshacerse de uno para, a su vez, deshacerse del mocoso, no le parece una buena idea.

 

—¿Por qué no mejor buscas a tus padres o a tu tutor? —sugiere Ellie, con cierta dureza. Observa a los lados, pero nadie parece prestarle atención al niño. ¿Quién deja a un niño solo en pleno Diagón?

 

Lo mejor será que siga caminando, para toparse con Hobb. Esboza una sonrisa tensa y hace un gesto de despedida con la cabeza, pero... cuando el niño parpadea, por un momento, sus ojos se tornan blancos. Sólo por un instante.

 

Así que Ellie termina por sacar el dulce de leche del bolsillo de su túnica y se lo entrega a Hobbamock.

 

—¿Buscamos un lugar para conversar?

 

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Un sudor frío empapó su espalda. Su pie derecho se arrastraba dejando una estela en su caminar. Sabía que aunque siguiera huyendo sería imposible que su cazador no lo encontrase. Se dejó caer apoyando su espalda en uno de los tantos árboles que le rodeaban. Su respiración seguía desequilibrada, el vaivén de su pecho iba a un ritmo que parecía no poder mantener. Sentía que sus vías respiratorias quemaban siendo sobreexigidas de tanto correr.

¿Ya te cansaste de jugar?

Levanta sin mucha energía la cabeza para observar a su interlocutor el cual se encontraba de cuclillas en una rama de un árbol vecino. Sus ojos fríos le hicieron desregularizar más su respiración. Sabía con esa mirada que su muerte ya se acercaba. Sabía que ahora que no tenía resistencia para seguir oponiéndose, su cazador ya no lo encontraba un desafío y simplemente lo mataría.

Sí, ya me cansé.— una expresión intensa se reflejó en su rostro. Dolor y miedo a la muerte, pero sobretodo un sentido de rebelión... él no eligió cómo nacer pero sí elegiría su muerte.

El cazador sospechó algo pero su velocidad fue más lenta por un segundo, siendo incapaz de detener la navaja que atravesaba firmemente su cuello. Unos dientes rojizos por la sangre se visualizaban en una sonrisa que perturbó al cazador. Su presa había preferido suicidarse que entregar cualquier información. Sus ojos tenían un brillo que la muerte no habían logrado arrebatar, el brillo que solo la victoria podía entregar.

¡Qué odioso! — se quejó una voz femenina. La cual cruzando sus brazos debajo de su abundante pecho ordenó con una voz fría — Solo córtale la cabeza para que nos podamos ir.

***


Una serie de asesinatos se habían realizado en los últimos meses. Por lo general, la agencia no solía utilizar sus recursos sin que alguien solicite una misión. No obstante, estos eventos habían llamado la atención de Goderic y la afluencia de clientes era demasiada floja, así que decidió investigar los casos junto a Emily con un fín de entrenamiento. Nunca se era lo suficientemente profesional ni tan ladrón. Además se decía que tras una gran fortuna siempre había una desgracia y, a si mismo, tras una desgracia habría una fortuna. Así que ¿por qué no correr el riesgo investigando? Quizás obtendrían algún secreto o algún tesoro...o al menos pasarían tiempo poniendo en práctica sus habilidades y no dejando que sus habilidades como ladrones se oxidaran.

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-¿Por qué? -pregunta Emily extrañada, no le molesta que la consideren para una misión, pero que sea una misión gratis es lo que no la convence del todo.

 

Sin embargo, Goderic no necesita insistir mucho: Emily está aburrida, su trabajo -si es que aun lo conservaba- la tenía sin cuidado, no tenía más negocios que atender y prácticamente la bruja vivía en el simposio. Salir de vez en cuando no le iba a hacer daño.

 

Al día siguiente, ambos ya están manos a la obra.

 

-Bien, según los datos que recopilaste el último ataque fue hace dos noches... y según lo que escuché por ahi reportaron actividad sospechos justo aquí -dice pensativa, mientras señala con el dedo un punto en el mapa del callejón Diagon que han desplegado sobre la mesa.

 

Hay artículos de algunos diarios, fotos y notas relacionados con los casos que, ellos piensan, tienen relación. Y quizas, solo quizás, habian logrado localizar a una sospechosa a través de las indagaciones que habían realizado, muchas de las cuales fueron exitosas solo gracias a la legeremancia.

 

Buscaban a una mujer en sus treinta años, de cabello castaño, ojos negros y piel bronceada. Aunque claro, varias declaraciones eran simples "la vi pasar", por lo que en realidad podía ser una ciudadana común y corriente.

 

-Podemos buscarla, seguirla y ver qué pasa -comenta alzando los hombros, sabiendo que recibirá una reacción positiva

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  • 7 meses más tarde...
  • 1 mes más tarde...

Mire la moneda mientras me incorporaba de la cama, era un recuerdo de epocas mas gratas y de trabajo en equipo. Me la habia legado mi hermana Alicia Spinnet cuando trabajabamos juntos por si algun dia me hacia falta dejar de trabajar solo. Y la verdad era que desde hacia algun tiempo y dada mi estadia en el Tibet, me habia desconectado de mis negocios principales, si acaso mantener activo algunos canales de trafico en el Mediterraneo. Asi que era hora de regresar y bueno, tal vez la moneda no sirviera de nada, o tal vez si. Acaso si habia una sede del Simposio en Londres. Todo era incierto.

 

Reconocia el aparataje organizativo de tener una organizacion criminal detras pero me gustaba trabajar solo. Pero necesitaba dinero y comenzar de cero a recuperar contactos que no sabia donde estaban era algo agotador asi que me tocaba dejar mi orgullo y ser de utilidad para el grupo. Ya que iba a ser alguien respetable de cara al mundo magico necesitaba de una logistica que solo la organizacion me podia dar. Sin mas me incorpore, deje a un lado el sueño con un bostezo y me vesti rapidamente. Alguna que otra herramienta bajo la manga y sali de mi hosteria. No demore mucho en llegar, de hecho el desayuno lo tome en el camino para ahorrar minutos.

 

Y ahi estaba frente a un bastante modesto edificio de dos plantas cerca del Gringotts, peligroso para los duendes por asi decirlo. Sonrei y me acerque dejando atras despues de unos pasos la puerta corrediza. Sin mas me acerque al recibidor y mientras giraba la moneda sobre la mesa de informacion deje oir mi voz. -Hola...alguna alma caritativa..que ayude a esta pobre alma.

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...

 

Por enésima vez, busca el marco de plata en el bolsillo de su túnica y levanta el espejo frente a ella; por enésima vez, es su rostro pálido, cansado, desesperado, el que le devuelve la mirada. «Lo mejor será que aceptes, cuanto antes, que estás sola». Las lechuzas vuelan constantemente desde su casa hasta las Southern Uplands, donde está asentado el antiguo castillo de la familia y donde Richard y Melrose están retirados, alejados del caos de la comunidad mágica; sin embargo, en verdad, ellos no están ahí con ella. Tampoco lo está Madeleine, quien desapareció misteriosamente semanas atrás, después de que Ellie descubriera que su humilde tienda fue asaltada y su cuaderno de proyectos, robado. No pensó que la hubiera dejado a la deriva. «Seguramente pasó algo, y por eso no ha podido ayudarme con el problema —se dijo, una y otra vez, día tras otro—. Seguramente pronto aparecerá».

 

Si está ahí, es porque ya aceptó que no sucederá. No cree que Madeleine la haya abandonado; está segura de que, sea lo que sea que haya ocurrido, es algo más importante. El problema es, si no cuenta con Madeleine, con Richard, con Melrose... ¿quiénes le quedan? ¿Acaso tiene amigos en la comunidad mágica? Conoce a muchas personas, pero ¿por qué iban a ayudarla?

 

De hecho, si terminó en la Agencia, ni siquiera es porque haya pensado que Hobb la ayudaría; han pasado meses desde la última vez que supo algo de él. Quiénes la ayudarán no son sus amigos, ni su familia... y sabe que tendrá que pagar por sus servicios, de alguna forma. ¿Qué le pedirán los ladrones? ¿Oro? «No. No les interesa demasiado el dinero». Lo que pidan será más difícil de obtener y más doloroso de pagar, pero sabe que no tiene otra alternativa.

 

—¿Hola? Necesito ayuda con algo —anuncia cuando atraviesa la recepción, pero parece que, al igual que ella, sólo hay otro cliente más presente.

 

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Editado por Eileen Moody

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Apenas si habia dicho mis primeras palabras cuando la puerta a mis espaldas se abrio con rapidez y dejo pasar a una chica que por su cara se veia con bastante estres encima. Deje de mover la moneda sobre la mesa de informacion y me gire para mirarla con detenimiento. En este negocio uno tenia que aprender a ver mas alla de las primeras apariencias, estar un paso adelante y claro recabar informacion. No sabia quien estaria acargo de esta sucursal del Simposio pero mientras parecia mejor actuar como al menos un decente anfitrion.

 

-Supongo que ha llegado al lugar correcto- dije mientras me acercaba hacia la chica y me inclinaba un poco en gesto de saludo mientras le extendia la mano- bueno hemos llegado..Sean Linmer.- dije para presentarme -

 

Claro ahora mismo sin nadie que nos atendiera mejor tomar asiento sobre los muebles que decoraban el salon de entrada. -Supongo que pronto alguien nos atendera..mejor tomemos asiento...quieres agua??? o algo de beber???- dije mientras miraba en una pieza de metal y cristal una jarra con agua y varias botella de bebida. Y tenia sentido, uno nunca sabia como llegaria un colega despues de un trabajo...en mi experiencia.....sediento o con ganas de festejar.

 

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Kaori M.

Ese día le costó mucho ponerse en pie, sentía como si estuviera a pocas horas de firmar nuevamente una sentencia de muerte, y es que probablemente así era. Se había acostumbrado tanto a la vida tranquila que llevaba que la sola idea de volver a ser un miembro activo del Simposio, le causaba repelús.

Estaba algo ansiosa y aunque su esposo le preguntó varias veces que era lo que le sucedía, ella se mantuvo firme en que todo estaba bien y él imaginaba cosas. Cuando finalmente se quedó sola en casa, adoptó la apariencia de una mujer de unos treinta y tantos años, de cabello castaño, ojos verdes y de altura promedio. Guardó en la túnica que llevaba puesta, su varita y algunos objetos que quizá pudiera necesitar.

Se apareció directamente en la que era su oficina dentro de la Agencia, lugar que servía de fachada para la organización, todo estaba cubierto por una fina capa de polvo. No recordaba si había elfos que los ayudaran en esas tareas, aunque a juzgar por como había encontrado el lugar, podría decirse que no.

Salió en busca de Hobb, pues era con él con quien debía hablar sobre su regreso y las condiciones que tenía para hacerlo, sin embargó las voces amortiguadas de un hombre y una mujer llamaron su atención. Bajó las escaleras y cuando finalmente pudo distinguir a quien pertenecían, se sorprendió al reconocer a Eileen y por un momento estuvo tentada a adoptar su verdadera forma, pero prefirió no hacerlo. Había escuchado el apellido del mago y sabía que era miembro del Simposio, lo que no sabía era si podía confiar en él.

—Hola... — saludó la ojiverde mientras se acercaba a la pareja de magos— Señor Linmer, veo que finalmente ha decidido unírsenos—comentó y luego miró a Moody, que parecía algo angustiada. — Pasemos a un lugar más privado y nos cuenta en que podemos ayudarle. Mi nombre es Katya. — dijo mientras señalaba el pasillo para que siguieran hasta la oficina del fondo. El lugar era como una sala de estar algo pequeña, tenía un juego de sofás y un mini bar.

—Tome asiento por favor y cuéntenos, ¿qué clase de servició esta necesitando? — Preguntó luego de que la puerta se cerró.

 

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—Deja de seguirme

 

Hobb, con el rostro totalmente cubierto por la capucha negra de la túnica, camina por el empedrado del inhóspito pueblo que investiga. Es una zona desolada por algún fenómeno mágico que el MACUSA aún no puede explicar. Y no es el mismo lugar, hay varios pueblos de las mismas características en todo el continente que han sufrido el mismo destino. Todos ellos pequeños poblados, poco más de 5000 habitantes.

 

Espera que el chico que lo sigue no haga caso, que continúe siendo su sombra. Hay algo extraño en el muchacho; no algo que asusta, sino más bien algo que le llama mucho la atención, que lo vuelve interesante, que le atrae. Sabe quién es desde hace casi un año. Sin embargo su parte racional espera que el mago se aleje, todo el asunto es peligroso. Ya varios investigadores del MACUSA han muerto o han sido heridos por acercarse demasiado a una solución al problema.

 

No se va.

 

—Es peligroso, joven Karkarov. ¿No tienes miedo? ¿Sabes cuantos han muerto investigando esto? Deja de seguirme, muéstrate, si quieres saber investiguemos juntos.

 

No espera recibir respuesta, y simplemente desaparece. Tiene otros asuntos que atender, esa es su última ronda en el continente americano. Trabaja ahora para el MACUSA, lo reclutaron en cuanto dejó Inglaterra alejándose de problemas que prefería no enfrentar. Trabaja en el departamento de recursos de vigilancia mágica, y recientemente fue transferido a la división internacional. Su primera misión: continuar con el caso en cuestión en el continente Europeo, regresar a la vida que tenía antes de huir e intentar que nadie se entere de su verdadero trabajo.

 

*

 

No le gustan muchas de las cosas que suceden a su "favor". Le molesta, por ejemplo, tener que hacerse cargo del Simposio. Son muchas cosas para tan poco tiempo. Cuando se dieron los cambios en la organización del Simposio no esperó que sus compañeros ladrones lo miraran, en primer lugar, como el encargado de las operaciones en el continente Americano y el Caribe, y posteriormente como el Líder del Simposio de Ladrones.

 

—Chico, mira el mapa en la pared

 

Su secretario dirige la mirada directamente al mapa que está detrás del escritorio de Hobb. Odia los escritorios, odia el trabajo de oficina. Pero aún así, ahí está, dirigiendo una organización centenaria que tiene contactos en todo el mundo.

 

—Dos, averigua quienes son

 

Mientras se dirige a su ayudante no levanta la mirada de la carta que está escribiendo. Pone las últimas palabras en la carta que tiene casi un pergamino de extensión: Siempre tuyo, Hobb.

 

Dobla el papel y lo ata en un pluma de fénix que desaparece en cuanto la punta de la varita la toca.

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Ellie se limita a responder al saludo del mago con un gesto de la cabeza y una sonrisa un tanto incómoda. Si normalmente no le gusta tratar con desconocidos, en la situación de estrés en la que está lo encuentra simplemente intolerable; ni siquiera le preocupa parecer descortés. Aún así, no puede evitar preguntarse de quién se trata. Su aspecto no se le hace nada familiar y su nombre todavía menos, pero por la confianza con la que habla y se desenvuelve parece pertenecer ahí. ¿Acaso se trata de un ladrón, un colega de Kaori, de Hobb, de Goderic...? Por inercia, le devuelve la mirada y la clava en sus ojos, buscando rápidamente un pensamiento superficial que le de la información que necesita y esperando que no se de cuenta de que está siendo una víctima de la legeremancia; sin embargo, apenas un momento después retrocede, perturbada. No le gusta para nada lo que percibe.

 

Por fortuna, escucha el resonar de los pasos en la escalera y unos momentos después, el saludo de una voz femenina que no le parece familiar. Se trata de una mujer joven, con el cabello castaño, los ojos verdes y una apariencia poco extraordinaria; al igual que ella, sólo una mujer común y corriente. Aunque tiene un aspecto a su parecer más afable, no le agrada no encontrarse con una persona conocida. Ya no tiene ganas de hurgar en los pensamientos de desconocidos, de modo que se resigna.

 

—No estaba enterada de que habían nuevos "agentes" —responde luego de unos momentos, observándolos a ambos—. Los sigo.

 

A medida que se adentran a la agencia, advierte las señales de abandono del lugar; el aire es frío y huele a encierro. Por algún motivo, ésto no le sorprende. Las últimas semanas, incluso los últimos meses, el callejón Diagón le ha parecido muy poco concurrido, incluso abandonado; lo mismo sucede con el Ministerio de Magia, Hogsmeade, Ottery... Sólo por eso, decide que no es necesario hacer preguntas al respecto.

 

—Bueno, supongo que sería un ¿servicio de búsqueda? ¿De rastreo? —dice Ellie, tras acomodarse en el mullido sofá. El ambiente del salón es más reconfortante, no sabría decir si a causa de un hechizo de glamour o es simplemente el mobiliario, pensado para que las personas se sientan en confianza. Son inteligentes, por supuesto, causa el efecto deseado; aunque no conoce a estos ladrones, está dispuesta a hablar, en la medida de lo posible, acerca de su problema.

 

»La cuestión es que, hace ya unos días, alguien o quizás algunos asaltaron mi tienda, en el callejón Knockturn. Se llevaron un cuaderno muy importante para mi y necesito recuperarlo cuanto antes. Intenté rastrearlo por mi cuenta, pero... —deja la frase en el aire, pues no quiere admitir en voz alta que la situación la superó. Tampoco sugiere en voz alta que para un ladrón sería más fácil encontrar a otro, pues podría sonar desagradable; no es que la fueran a correr, pero le cobrarían más— En fin. Eso es lo que necesito.

 

A Ellie le parece que suena fácil, pero duda que en verdad lo sea.

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