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Leyes Mágicas


Leslie Ashryver PB
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Pese a que Thomas aún no cursaba el conocimiento de "Idiomas" en la Universidad; el español le sentaba muy bien, en especial por el nexo que éste conservaba con los comerciantes latinos, y también con los mercaderes chinos para el traslado de los productos y repuestos que se utilizaban en la Vulcanización. Pero tras escuchar un par de quejas que la monja de telas brunas pronunciaba en contra de su aparato de telefonía, sonrió con satisfacción al corroborar que ésta manejaba el inglés, aunque la corriente "gringa" estaba repleta de modismos e informalidades en comparación con su natal británico. -Perdone madre... ¿Está usted bien?- consultó Gryffindor con caballerosidad, al mismo tiempo que una de sus manos se posaba en el hombro de la anciana que aparentaba unos ochenta años. |De salud muy bien, hijo; con el favor y la gracia de Dios nuestro Señor... pero este juego me tiene descabellada. Verás que se me ha escapado un variocolor que no tenía, aunque le lancé bayas doradas desquiciadamente, tal y como los herejes paganos cuando querían lapidar a María Magdalena al centro de la plaza| respondió la humilde mujer, sonriendo con el rostro lleno de arrugas, las que simpatizaron a Elros a tal punto de querer tomar más confianza.


-Madre... Yo soy estudiante de teología... y bueno, una de las corrientes de la cátedra tiene que ver con el misticismo; arte que está muy conectado con la fe que usted profesa ¿No es así? Le puedo preguntar... ¿Qué piensa usted sobre la historia de Adán y Eva? Cree en verdad que el diablo se personificó en una serpiente parlante que tentó a la mujer para que ésta comiera la manzana y así se originase el pecado?- cuestionó el pelirrojo, esperando que la abuela respondiera con serenidad y calma.


|Es un relato muy antiguo, hijo lindo... pero a la vez entrega una moraleja muy interesante que no nos deja tan bien paradas a las que llevamos el género femenino en nuestras venas. El demonio, desde el comienzo de los tiempos, se ha transformado en varios seres y criaturas con el afán de perturbar la mente del hombre y así alejarlo de Dios. Tal vez, Eva fue la primera en pecar... pero todos lo hacemos, querido niño... incluso yo| empezó relatando la monja, mientras dejaba que su celular se perdiera entre sus oscuras prendas. |A mí, personalmente, una vez se me apareció una enorme bestia que parecía ser un rinoceronte, pero no lo era... Tenía un gran cuerno y relieves muy extraños tras éste... que brillaban como el fuego del infierno. ¡Era Satanás! No lo dudo... Entonces me arrodillé... Sí, me dejé caer al piso y oré... supliqué con los ojos cerrados que el diablo se fuera y me dejara en paz... y cuando los abrí... ¡Puff! ya no estaba| añadió la mujer; sembrando en el animago una duda que, obviamente, no se la diría; pues la única explicación que tenía era la que vinculaba a la fornida criatura con un erumpent. -¡Uf! ¡Vaya episodio! Me parece que ha tenido experiencias muy "paranormales" en su vida, madre. Usted... ¿Usted cree en los fantasmas? O sea en los espíritus errantes- volvió a preguntar el fenixiano, captando la atención total de la religiosa. |¡Claro! Son los muertos que han quedado en el limbo... con asuntos pendientes... en el purgatorio limpiando sus almas. Algunos son buenos... y otros son malos. Debes de conocer las historias de exorcismos mediados por sacerdotes del Vaticano, y todas esas cintas de cine que han filmado con los años. Es un tema muy extenso, hijo... espero haberte ayudado en algo con tus inquietudes. ¡Que Dios te bendiga!|


Y así se despidió la devota de Cristo, acariciando los ondulados cabellos del muchacho que no apartó su mirada de la anciana hasta que su silueta se perdió entremedio de la muchedumbre que caminaba en masas por todo el parque. -Son todo un misterio estos muggles... ¡Vaya! Algunos crédulos y otros ajenos a nuestra realidad... buscan explicación para todo, ya sea infundada en la fe como también en sus convicciones personales- hablaba en solitario el paladín, siendo observado por algunos pocos que le veían como a un "bicho raro" sentado solo en aquel banco de madera. Ya sin nada más que hacer y habiendo recolectado suficientes testimonios como para exponérselos a su profesora; Thomas se encaminó hasta el sector de los baños, introduciéndose en una cabina donde utilizó la aparición con el propósito de regresar a los terrenos de la Universidad londinense que tan bien conocía.


-¡No todos, Athena!- exclamó el nigromante luego de cruzar, una vez más, el umbral de la sala de clases. -Sí... los niños viven en una ilusión creada por sus sueños; pero también la gente adulta mayor entrega una sabiduría mucho más satisfactoria que también está enmarcada en realidades fantasiosas. Los muggles lo catalogan como delirio... demencia; pero yo diría que simplemente observan con mayor cuidado lo que para nosotros es cotidiano... el mundo mágico. Ya sabrás lo que me dijo una anciana, que además es monja- refutó hacia la griega, para posteriormente centrar su atención en la docente. -Alessandra... respondiendo a tu pregunta final antes de haber partido a terreno... No soy partidario de dar a conocer nuestro mundo. ¡Es nuestra identidad! Los muggles viven con otras necesidades... andan ajetreados por las calles, son hijos de la tecnología y del estrés. Sólo causarían daño a nuestro entorno... nuestra burbuja. No confío en todos- concluyó el legilimago un poco eufórico.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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