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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Y encima de rol escueto a palabras repetidas 🤦‍♀️😂😂

Levanté una ceja pensativa. ¿Ericen? No tenía ni idea. Conocía el segundo nombre de Sagitas pero a pesar de eso no recordaba que, en el árbol familiar de la casa Potter Black, existiese alguien con ese nombre. 

- Bien, ahora me reúno con vosotros - les dije a Matt y a Sagitas, mientras veía como mi hija bajaba con los dos lobos. Al menos sentía seguridad de que, pasara lo que pasara en la mansión esos huargos cuidarían de la pequeña, sonreí y me adentré en mi vieja habitación de soltera. Para estar más cómoda en los jardines podía tranquilamente una túnica pero quería estirar las piernas. No es que fuese muy mágico tampoco pero en ésta ocasión me puse un chandal y una camiseta de un color verde claro y unas zapatillas negras. No es que me cambiara de ropa cada dos por tres, pero en los viejos tiempos con una clase social tan alta como era mi vieja familia el cambiarse de ropa significaba estatus, poder y dinero. No todo el mundo se lo podía permitir y además, añoraba las viejas costumbres y sonreía al recordarlas mientras ataba el pelo en una cola de caballo alta. Terminé de anudarme los cordones y tomé el morral de cuero y la varita. 

A pesar de que, seguramente a mi tía no le hubiese gustado que hiciera obras en casa, sin su conocimiento, había hecho un pasadizo que conectaba directamente a los jardines. Sólo mi elfina y yo lo conocíamos y por seguridad mis dos hombres que seguían custodiando la mansión en los terrenos a pesar del disgusto de Matt. Por el momento, Lázarus no había asomado la cabeza desde el último ataque y aunque estaba algo intranquila por esa parte, sabía que el vampiro atacaría de nuevo con más potencia. El problema era, ¿cuándo sería la próxima? Aunque podía enviar a Elentari a que fuese custodiada por el Consejo, no podía dejarla sin su padre. Había hecho más él en esos dos años que si estuviese yo y aparte, si estallaba otra guerra mágica en Italia, la Potter Black, era un lugar más seguro. 

Me encerré en el armario y con un toque de varita hice que se abriera la compuerta secreta. Había algunas ratas a través de las paredes (?) pero no me importó. Susurré un lumus y fui caminando despacio mientras se cerraba el otro acceso tras de mí. Con un par de toques de varita, di a unos ladrillos y éstes se abrieron de tal manera, que con sólo mi altura, yo puidese pasar perfectamente. Tuve que tapar mis ojos al entrar en contacto con el sol y puse la mano a modo de visera. Imaginaba que sería en la parte delantera de la mansión así que, para allá me fui. Saludé escuetamente a Antinoo y a Cesarión que me informaron que todo estaba tranquilo. Suspiré más calmada. Al menos, parecía que la seguridad mágica resistía. Apagué el haz del luz con un nox y la guardé en uno de los bolsillos del pantalón, al lado del morral de cuero. 

Tomé una de las sillas y me apoyé en ellas mientras esperaba a que llegasen mis familiares. Por supuesto, le pedí a mi elfina la botella y el whisky de fuego que había empezado y tomé un par de sorbitos de esa bebida mientras bajaban. 

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Malo, malo...

Perenela no me respondió tal vez porque se hubiera quedado dormida. Quedé unos instantes en la puerta, escuchando su respirar pausado, era agradable sentir que estaba relajada y no sentía dolor. Sin embargo, a pesar de sentirla bien, algo aguzaba mis sentidos. Algo iba mal.

Malo... Malo...

Esas palabras se repetían en mi cabeza sin estar segura de lo que pensar. Miré en la habitación antes de cerrar la puerta de nuevo, para no molestar a Perenela. Seguramente me había preguntado por sus hijos en un momento en que había estado lúcida, pero ahora volvía a dormir. La prefería así, descansando, puesto que sabía que había sufrido mucho y, sin embargo, aún sufriría más cuando despertara. A todos nos había afectado el final de su relación. Tomé nota mental de nuevo de asesinar a @ Sean -Ojo Loco- Linmer  en cuanto pudiera; lástima que ahora no podía; mi ex-yerno se había convertido en un informante importante para ciertos temas que llevaba y, para mi desgracia, empezaba a valorarlo como informante y como persona, aunque como familiar le odiara por todo. 

En fin, que cerré la puerta y volví a sentir esa sensación de que algo malo iba por allá.

Malo, malo...

-- ¡Deja de repetir eso! -- dije, en voz baja, para no hacer ningún ruido que despertara a mi hija. Entonces, me di cuenta de la incongruencia. ¿A quién había dicho eso? Mi mente había notado algo que yo, preocupada por la salud de mi hija, no había tenido en cuenta. Me hablaban en parsel. -- ¡Demonios!

Estaba vez sí que grité y sin importarme que se despertara medio mundo. Después caminé poco a poco hacia la escalera

-- ¡Matt! -- no estaba allá ni sentía a los lobos y la niña. Ni siquiera una pelea con Heliké. Estarían a salvo.

Malo... Ma... Lo...

-- Obscuro -- la invocación salió de mi varita y una venta oscura me tapó los ojos a tiempo que sentí el aliento del Basilisco acercarse a mi rostro. Impedía verle, pero le sentía sisear y murmurar una y otra vez ese "malo, malo" como si fuera un mantra. Se arrastró por el corredor, tirando con la cola algunos de los jarrones de flores que teníamos en muebles y rincones, hasta rozándome en un brazo sin enterarse. Sentí la quemazón de la herida, que debería curar en cuanto pudiera sacarme la venda sin peligro. Permanecí así, sin respirar, esperando que , fuera lo que fuera que buscara aquella criatura, no fuera uno de los habitantes de la casa.

Aunque, ¿qué buscaría, sino...? O peor, ¿quién la había dejado suelta dentro de la mansión? No era mía. Doro y Tea eran mis basiliscos queridos y estaban en el Circo, a aquellas horas seguro que descansando. ¿De quién sería?

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Se notaba como cambiaba la estación. El vivir en Ottery y roeados de bosques con grandes mansiones daba esa ventaja, mucho más que vivir en el centro de la ciudad de Londres que sí había árboles pero no con frondosidad... Aunque por lo general hacía días que no llovía y se notaba la tierra algo seca, el jardín estaba bien cuidado por nuestros elfos y además de eso sentía una energía extraña en los propios terrenos. Imaginaba que sería por el tema de Halloween o lo que en mi tierra ancestral, llamaban Samaín. Lo otro no era más que un subproducto comercial para vender más en días tan señalados, los muggles llevaban flores a sus muertos y los magos, lo celebrábamos a nuestra manera. Mientras pedía a uno de mis elfos que me cambiasen el whisky de fuego por una jarra de té caliente y esperaba, alguien vino pisando fuertemente mientras en esos instantes sacaba un cigarrillo de la pitillera y lo encendía con mi varita. No había dado una primera calada y dejaba el cigarrillo encima del cenicero, cuando Antinoo vino asustado. Pocas veces le había visto con esa cara pálida, sólo en momentos de gran apuro...

- ¡Señora! - gritó con resuello al llegar a mi altura. Puso sus manos encima de sus rodillas para tomar aire y yo lo miré intranquila. ¿Qué demonios pasaba ya? 

- ¿Qué pasa? - formulé la pregunta en voz alta pero algo en su mirada me produjo inquietud y enseguida me levanté, tomando nuevamente mi arma mágica, en guardia. Había peligro, lo captaba en su mirada- ¿Lázarus? - volví a inquirir. Negó con la cabeza y tras tomar un fuerte soplo de aire fresco...

- No señora, un basilisco, dentro de la mansión. Cesarión lo vio pasar por una de las ventanas del segundo piso y vino corriendo a avisarme. No ha quedado petrificado gracias a los dioses. Vio sus escamas, su cabeza y su larga cola. Supo enseguida lo que era...

Sentí que me quedaba como un témpano de hielo 

¡Seguro que era cosa de Sagitas y de sus bichos horrorosos del circo!

- ¿Sabes si por una broma pesada mi ex suegra ha soltado a alguno de sus animales? Ésta mujer... con tal de aguarnos la fiesta de halloween... ¿La habéis localizado?

Antinoo negó con la cabeza

- Cesarión me dijo que vio su cabellera violeta por el segundo piso pero no cree que se haya petrificado. Tomaría medidas. Su cuñada, digo, ex cuñada estaba en la habitación - por mucho que Matt se empeñara en que no entraran mis subordinados a dentro de la casa, había formas de saber quién estaba dentro y ellos dos, no eran tontos precisamente. Gracias a sus habilidades me habían salvado en más de una ocasión del peligro por cosas como esas...

- Su alteza debería quedarse en los jardines mientras nosotros intentamos acorralar al animal, avisar a los elfos que no salgan de las cocinas, reforzar nuevamente la seguridad y... - lo callé alzando una mano.

- Basta, no me he enfrentado a una guerra y a la rebelión de mi gente para esconderme por culpa de un basilisco, ¿sabemos cuántos metros tiene? - y enseguida llegó Cesarión a ponerse al lado de su gemelo. Ambos negaron con la cabeza- habrá que buscar gallos... Espero que el pasadizo que hice a expensas de Sagitas no haya creado esos problemas - susurré.

- Descuide señora, está a prueba de intrusos, son los métodos que usamos en el norte de Italia cuando estuvo asediada. Tanto de animales, como muggles.

- Entonces, ¿de quién es? ¿Mi hija está a salvo?

- Ambos están con los huargos - terminó de decir Cesarión, aunque no se mencionase Matt también estaba dentro de la frase con los lobos...

Suspiré, habría que subir a dónde estaba mi tía. Tendría que pasar por el pasadizo porque ya había perdido la condición de aparecerme en cualquier parte al estar divorciada de Matt. ¡Maldita sea la hora! Me vendría genial algo así...

- Quedaros aquí, no voy a arriesgaros a ninguno de lo dos para que os quedéis petrificados, aunque tenga la poción para reconvertiros, no sé si llegaría suficiente para los dos y tampoco tengo tanto material para hacer un brebaje en condiciones - bufé maldiciendo mi suerte - espero que mis aethonans estén tranquilos en sus cuadras, si los necesito os avisaré. Al menos, no es un dragón - dije con una media sonrisa. 

¿Quién demonios había soltado semejante bicho? Si le dábamos caza, tanto su piel, su sangre, ojos y demás serían muy valiosos para vender y hacer pociones. ¿Dónde estaba el fénix de la familia? Sería útil sus lágrimas por si éramos mordidos. Volví corriendo tras los pasos que había hecho anteriormente, traspasando el pasadizo sin preocuparme siquiera de encender a Maat. Fui hasta la puerta de mi habitación abrí con cuidado y ahí pude ver a Sagitas como dando tumbos. Pude hacer un encantamiento para proteger mis ojos, pero el olfato me decía que esa bestia ya había pasado... Despacio y con cuidado agarré a la pelivioleta y le dije:

- No grites, soy Heli, te llevaré hasta mi habitación... me tienes que contar qué c0ño está pasando, ¿es cosa de tu amiga Ericen o quién demonios sea? - bufé por lo bajo por si la bestia estaba cerca, y así lo había hecho, cerré la puerta y le saqué la venda de los ojos que llevaba puesta. 

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Para cuando alcanzamos los jardines (el paso de una niña de dos años no es precisamente rápido.) @ Helike R V PB  ya estaba sentada en una de las tumbonas del jardín, sosteniendo un vaso y una botella de whisky de fuego. Aun por la distancia, oler el alcohol me hizo desviar la mirada, apretando ligeramente los puños mientras recordaba lo qeu había pasado con Sagitas poco antes.

 

Sonreí a la pequeña y me senté en la hierba, observándola corretear con los lobos. A lo lejos sabía qeu los vampiros guardián de Helike vigilaban, aunqeu no me gustaran, ella se sentía más tranquila teniéndolos cerca. entre los aurores de Sagitas y aquellos vampiros, la casa estaba más llena de extraños que de familiares, y eso no me gustaba. Supongo qeu con el tiempo, acabaría por ceder para qeu se marcharan, aunque tampoco sabía si...

 

Alcé la vista por instinto. Algo cambió en el ambiente. Helike ya se movía, supongo que por la ventaja de no estar cerca de la niña. Harpo apareció, y le dejé al cargo de Elentari y de Freyja. Esta vez, Fenrir vendría conmigo, pero sabía que el cachorro les mantendría a salvo. 

 

Yo si que contaba con la ventaja de poder aparecerme en cualquier lugar de la casa. Esperaba que Helike no gritara, porque la rastreé y aparecí a su espalda. Había supuesto que acudía para ayudar a Sagitas, y no me equivocaba.

- Que es? - pregunté. Sabía que no era un ser humano, vampiro o licántropo. Ni se sentía, ni se olía como uno. Asi que tenía que tratarse de una criatura. Y si había asustado a Sagitas...Eché un vistazo a mi madre, con una venda en los ojos. Entendí enseguida que debía tratarse de un basilisco. Si no, por qué se cubría los ojos? 

- No puede ser de su amiga Ericen...no creo que tenga ese sentido del humor. - murmuré. - pero si es un basilisco...sigues teniendo ese polvo peruano? - pregunté a Sagitas.

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Un delator chasquido de aparición y la voz de Matt hizo que aparte del susto, lanzase un pequeño grito...

- ¡¡Matt!! ¡Por los clavos de Cristo! - era una frase muggle que me hacía mucha gracia pronunciar y a veces salía en momentos como aquél- no vuelvas a hacer eso - bufé por lo bajo, y me puse a su lado - de verdad, con tus apariciones vas a mandarme directamente al cementerio - reí por lo bajo. Claro que era mentira pero en una situación como aquella... había que ser cuidadosos. 

- Es un basilisco - confirmé yo, antes de que hablara Sagitas - uno de mis hombres en los jardines lo vio a través de las ventanas y enseguida vino a avisarme, el problema es que no sabemos el tamaño que tiene... ¿Polvo de oscuridad instantánea? - pregunté, alzando una ceja - no sé si servirá de mucho. ¿Qué quieres hacer con eso? - conocía ese polvo. Para huídas rápidas era lo mejor, se volvía todo negro y era imposible cazar a la persona. Como un calamar que echaba su tinta negra para no ser capturado en el fondo del mar. Pero la reina de las serpientes ese era otro cantar... 

- Dudo mucho que mis gemas de cuarzo puedan servir para atrapar a esa cosa, sólo funciona con algo intangible como la magia y a un ser humano, pero a un animal de esas características, no  -negué con la cabeza y justo me dirigí a la mesita de noche en dónde las tenía guardadas. Estaban en el primer cajón y saqué un pequeño morral de cuero sencillo sin inscripciones, no era como el de Moke que tenía un encantamiento extensor; con ese no era necesario. En cuánto las puse en mi mano, todas brillaron en un tono rojizo, avisando del peligro. Los miré a los dos...

- Es como el hechizo periculum pero en rocas. Hace meses que hice el encantamiento y ha funcionado. No esperaba que tan pronto, pero bueno. Puede atrapar la magia y que no salga de su círculo protector y además de avisar de problemas como es el caso - las cuatro brillaban rojizas como si fuesen rubíes. Claramente estábamos en un peligro real...

- Habrá que diseñar un plan que funcione y no tengo tanto zumo de mandrágora preparado por si alguien es petrificado. ¿Alguna idea? -pregunté a los presentes - aunque en Hogwarts saqué buena nota en cuidado de criaturas mágicas no soy magizoóloga y si lo cazamos podemos aprovecharnos de su potencial mágico para las pociones y filtros... y no sé si con todos los elfos de la mansión y los míos propios tendremos suficiente magia para atraparlo... Si tuviese aquí el Monstruoso Libro de los Monstruos aún nos podía dar ideas, pero está guardado en mi Bóveda Trastero de Gringotts - bufé... a mala hora. Había decidido salvaguardarlos ahí porque ante un ataque era mejor para evitar cualquier tipo de pérdida importante que podría servir en un futuro. 

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  • 2 semanas más tarde...

Miré de reojo a @ Helike R V PB , que maldecía con aquellas expresiones muggles que siempre había utilizado. Sonreí ligeramente, divertido por haberla asustado. Pero no tardó en confirmar lo qeu ya sospechaba, que se trataba de un basilisco, lo cual nos ponía en el primero problema: no podríamos levantar la mirada para evitar los ojos de la serpiente.

 

- No, las gemas no servirán de nada. Es un ser físico...como mucho, podríamos utilizarlas para intentar deslumbrarlo, cosa que no se si funcionaría. - contesté, mientras me agachaba y apoyaba la mano izquierda en el suelo. Hablábamos entre susurros para evitar atraer al basilisco con nuestras voces.

 

MIré a la vampiro, alzando una ceja.

- Tranquila, mi idea es que no necesitemos utilizar zumo de mandrágora. - aseguré. - Si utilizamos el polvo peruano, estaremos en igualdad de condiciones. No ese basilisco ni nosotros podremos ver, pero nos mantendrá a salvo de sus ojos y podremos atacarle. - huir no era una opción. Aunqeu nos apareciéramos fuera, seguíamos teniendo el problema de sacar al basilisco del interior de la Potter Black. 

 

-  Aunque...no es mala idea el piertotum. O utilizar el morphos para convertir los muebles en animales y cosas que puedan atraerle a nuestra trampa, distraerlo y dejarlo vulnerable. - contesté, aun esperaba qeu Sagitas me dijera donde escondía aquel polvo de oscuridad...sabía que tenía, en algún lado.

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- El problema es que no sabemos lo larga que es... -suspiré y cogí la silla que tenía cerca del escritorio. Me senté apoyándome con los brazos en el respaldo y balanceándome con suavidad, hablaba de la misma manera que Matt, en murmullos. Su idea era buena, cegarlo pero aún así, era un bicho peligroso...

- Cegarlo sí... pero, ¿no teníais un fénix? Su pico puede hacerle daño a los ojos y si nos clava algún colmillo podemos usar sus lágrimas para que nos cure - dije con una sonrisa - ya hubo antecedentes, así que, no creo que sea tan complicado... Tienes razón con lo de las gemas ya que no es para ese propósito. Más bien es para capturar pequeños seres mágicos o etéreos como los fantásmas y ese animal que tenemos ahí fuera... con un bandazo de su larga cola puede romperlas sin problema. 

Volví o mejor dicho, volvimos a escuchar ligeros siseos algo que, por supuesto no entendía. Era la lengua pársel y que no todo el mundo tenía la habilidad para siquiera formular palabras en ese idioma. 

- silencio - susurré. Me volví a levantar y tomé la varita del bolsillo y murmuré- fermaportus -el rayo partió de mi arma mágica y dio pleno en la puerta. Se envolvió en un tono rojizo para después volver a ser lo que era.

- Bueno, al menos así por si se le da por romperla que tenga más dificultad - dije a los presentes- lo que me sorprende es que éste animal ande por aquí. Si no es tuyo Sagitas, entonces, no sé de quién puede ser... Hechizos tenemos muchos usarlos adecuadamente es otra cosa... usar un lumus solem directo a sus ojos podría servir. Pero a ver quién es el valiente que se atreve con esa cosa fiera. Tú eres cazador @ Matt Blackner  ¿se te ocurre alguna idea más, aparte de usar el polvo de oscuridad instantánea? Aunque sería pan para hoy y hambre para mañana. Si nos atacan otra gente, no tendremos muchas posibilidades de huída... Tengo por aquí una capa de invisibilidad - rebusqué en el baúl de siete cerrojos, para mí, era uno de los objetos más preciados que tenía y lo tenía en el último escondrijo además de otros cachivaches como los libros de Hogwarts y demás. Lo había recogido todo antes de irme a Italia y al menos Galadriel lo había sabido mantener sin que nadie me robase las pertenencias. La saqué con cuidado y su tela era suave cómo la seda- podríamos usar elfos sí, pero con sus chasquidos al desaparecernos esa cosa podría fácilmente encontrarnos igualmente pasa con nuestras apariciones y sólo vosotros dos podéis hacerlo a placer aquí - y antes de seguir me acordé que tenía cierto mapa - accio mapa del merodeador - y con su habitual rapidez el objeto llegó con velocidad a mis manos y lo cogí al vuelo. Éste representaba todas las partes que conformaban la mansión Potter Black. Era una de las ventajas que tenía, cambiaba según lo necesitase su dueño- mirad, el bicho anda por aquí - señalé con la varita al piso inferior - así que, tenemos margen... 

@ Sagitas Ericen Potter Blue

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  • 2 semanas más tarde...

Extendí las manos, no del todo, con el codo algo flexionado, para poder guiarme por el pasillo de mi casa, que conocía muy bien, sí, pero mientras tuviera los ojos tapados no quería arriesgarme. Y así, a la gallinita ciega, comencé a caminar hacia adelante, cuidando de no tirar nada. Choqué contra uno de los jarrones de flores blancas que había en un pedestal, por tanto estaba a la derecha de la habitación de Ithilion. Seguí avanzando y ahora topé con una de las armaduras que casi me da un manotazo por no respetar su espacio vital. ¿Cómo iba a verla? Y no me arriesgué a levantarme la venda para ver cuál era por si acaso el Basilisco estaba cerca. Pero cuando la identificara, se iba a enterar, por mencionar a mis antepasados. ¡Si ni siquiera le había hecho daño, que ella estaba protegida y mis dedos no, que casi me los rompo!

Después noté fresco en la cara y se movió uno de mis rizos. No, del bigote, no. Era el que me tapaba la mejilla donde tenía una cicatriz, así que debía estar por la zona de la ventana que daba al jardín exterior. Ahora el pasillo daba un pequeño recodo hacia la...

-- ¡¡Aaaaaag!! -- grité y manoteé en el aire al sentir que me agarraban. Sabía que no era el animalito verdosito porque un basilisco no tiene manos. Aquellos dedos estaban bien fríos y me dieron un tirón que casi me tiran hacia algún sitio.

Cuando sentí la voz de @ Helike R V PB  me atreví a levantar un trocito de tela encima del ojo derecho, para cerciorarme. ¡Yo qué sé, a ver si el basilisco sabe hablar o si esta sobrina quiere matarme por algo, con lo buena tía que soy yo!

-- ¡Heliké! ¿Eres tú? ¿Qué haces aquí? -- Por supuesto, ella preguntaba mucho más y fruncí el ceño. Hice desaparecer la venda y me atreví a mirar por un resquicio de la puerta. -- ¿Qué sabes tú de Ericen? Ella es buena o casi buena quiero decir.

Me sorprendió que @ Matt Blackner  apareciera también y defendiera a Ericen. Aquello dos se llevaban bien, aunque fueran ex-matrimonio, y eso me gustaba porque implicaba que pensaban en la niña.

---- contesté a si tenía polvo peruano. ---- contesté a que era un basilisco. -- No -- confirmé que no servirían las gemas de cuarzo contra tan gran animal. -- Yo sí tengo -- contesté, refiriéndome a que tenía los ingredientes para hacer poción para despetrificar, además de tener algunas botellitas sin estrenas compradas en el Magic Mall.

Pero empezaba a perderme con tanta palabrería y tuve que saltar.

-- A ver, a ver, ¿qué es eso de hacerle daño? Aquí nadie hará daño a ningún animalito, -- expuse, algo enfadada. -- ¿Para qué queréis un libro de criaturas mágicas si yo soy una gran magizoóloga, demonios? Oyeeee, ¿desde cuándo tienes un mapa de mi casa?

Quería estar enojada, pero la curiosidad me podía. Era cierto, abajo en al planta inferior, estaba el bicho. Se veían pasos de elfos que se movían por la cocina y... Palidecí. Unos pasitos pequeños salían de la cocina y avanzaban hacia el monstruo. Se quedaron quietos y el letrero que señalaba su nombre, también: "Ithilion".

Creo que grité y corrí. O corrí y grité. No sé exactamente qué fue lo primero que hice pero cuando llegué a la planta baja, pude ver a mi hijo pequeño convertido en piedra y al Basilisco, avanzando hacia la cocina.

-- ¡Desmaius! -- grité, de forma desesperada, acercándome a la piedra que era mi hijo Ithilion.

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Sagitas al final reaccionó. Torpemente al principio y después más seguido hasta que se medio enfadó por hacer daño a un animal...

- Mujer, ¡no es un hada! -protesté yo- un basilisco el rey de las serpientes. No es algo que se pueda tener en casa así cómo así. Si el ministerio te da dado permiso excelente pero aún así no sé cómo consigues que no petrifique a nadie en el circo. 

Ni me acordaba que se le daban bien las criaturas.

- Se me pasó por alto mujer, además, nunca está demás tener libros por si no hay nadie especialista en casa... así que, mejor tener la información a mano - y mientras mirábamos el mapa del merodeador - yo he patentado ésto - les dije a ambos con una sonrisa - el mapa original sólo mostraba Hogwarts pero creí necesario hacer una modificación, así que, es útil. Envié al Concilio en su día las instrucciones cómo hacerlo y lo han puesto a la venta. Con lo cuál es muy guay si estás en una ciudad, que no conoces...

Había movimiento en la casa, tanto por ese bicho como por los elfos domésticos. Galadriel estaba en otra zona de la casa y seguramente ya se hubiese enterado por otros elfos, la peligrosidad que había en el lugar. Esperaba que fuese inteligente y se pusiera a cubierto. 

Pero de un momento a otro vimos a Ithilion, serpiente en la zona baja y Sagitas corrió. No me dio tiempo a nada. Lo entendía era su hijo y quería protegerlo a toda costa...

- Por los siete infiernos, ¡Sagitas! - grité yo ahora. Sí, todos somos chillones en ésta casa, pero en una situación como esa no era para menos. Las gemas brillaban en todo su esplendor. Tenían la misma función que el reloj mágico familiar, pero tampoco eran tan precisas...

- Haría falta una red mágica cómo de pescado para cazarlo, pero quizás sus dientes pudiesen destrozarla... -me sentía impotente ante una situación como ésta. Nunca habíamos tenido un peligro de ésta envergadura. 

- ¿cómo demonios vamos a cazar ese animal? -pregunté desesperada a Matt.

- Espero que nuestra pequeña esté bien con los lobos... podriamos usarlos para, pero no - negué con la cabeza, nuevamente. Era crucial que Elentari estuviese protegida en todo momento y los huargos eran unos animales fantásticos para esos...

 

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  • 2 semanas más tarde...

-- ¡No, por favor, no, por favor, no, por favor...! -- repetía una y otra vez, con gran miedo, al ver a mi hijo.

En algún momento, el niño debió sentir hambre y bajó de su cuarto hacia la cocina en busca de leche. La estatua en la que se había convertido mi hijo aún llevaba una galleta en una mano, dirigiéndola hacia la boca, como si el animal le hubiera pillado en pleno momento en que se la quería comer para ocultar que la había cogido a escondidas. En la otra mano, un vaso; él, con los ojos aún semi abiertos, como si hubiera caminado adormilado todavía.

-- ¡Ithilion, no, por favor...!

Sentí a Heliké, hablando de cómo atrapar a la criatura y mencionando a Elentari, pero yo no podía dejar de tocar a mi pequeñín petrificado. Harpo intentaba que los elfos, desperdigados por todas partes, huyendo del basilisco, se juntaran para ayudarme a levantar al niño. Estaba tan nerviosa que ni me atrevía a usar la magia para levantarlo, por miedo a temblar y que se cayera, rompiendo así al niño en mil pedazos.

No me di cuenta que lloraba hasta que lo pusimos sobre la cama de mi habitación y empecé a besarle, cuando las lágrimas rodaron sobre su cara petrificada. 

-- ¡Harpo! Todas las pociones de mandrágora que encuentres, ¡todas! Trae las de la otra PB, las de la Vladimir, compra todas las del Mall, habla con nuestros proveedores. ¡Tráeme miles de ellas! Tengo que...

Rompí a llorar y no acabé la frase.

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