La libélula encantada (MM B: 111815)

[Dennis Delacour]

Katy

 

La Rubia había estado organizando todo en la zona de la cafetería que quedaba en uno de los jardines adjuntos al patio principal, entre los rosales que se habían sembrado bordeando la zona y que se podía apreciar desde cualquiera de las mesas en el lugar. Todo estaba en su punto para estrenarse ante los clientes y visitantes del callejón Diagon. El café recién colado inundaba el área de la cocina así como la sección de panadería y postres te atraían a probarlos con ese sutil aroma de todo lo que recién ha salido del horno.

 

Después que todo estaba listo se dirigió a la recepción para llevarle a Michelle los folletos con las especialidades del café para dárselos a conocer a los visitantes, Justo cuando llegaba hasta donde se encontraba la observo atender a una adorable pareja quienes le preguntaban por algo de comer, ya que era su especialidad y vio que llegaban unos proveedores y que seguro Michelle se ocuparía decidió seguir con la atención.

 

— Muy buen día y bienvenidos, soy Katy la encargada de la cafetería, si me siguen les puedo indicar las especialidades del día— dijo a la pareja dedicándoles una sonrisa mientras le daba una mirada a su compañera a modo de pregunta de que si estaba bien que continuara atendiendo a los visitantes, al asentir la joven, les hizo una señal a los jóvenes para que la siguieran mientras ella empezaba a caminar por los pasillos del lugar con rumbo al jardín, de entrada lo primero que verían sería una fuente en mármol en cuya columna estaban grabadas a punta de cincel varias libélulas como decoración.

 

Esperaba que a la pareja le gustara el paisaje, — Tenemos la suerte de estar ubicados al aire libre y rodeados de rosales y orquídeas — dijo con una sonrisa de satisfacción ya que algo que la llenaba de orgullo era el entorno en el que se encontraba la cafetería. — Esta mesa es la ideal para una pareja tan linda — dijo al par de jóvenes mientras los ubicaba junto a un hermoso rosal florido de rosas rojas.

[Hessenordwood Crouch]

Está ahí no por mera casualidad, sino todo lo contrario, ha escuchado antes del lugar, pero no ha tenido el tiempo que corresponde para darse el lujo de visitarlo antes, mucho menos para llevar a cabo uno de esos talleres de artes que le ha llamado de más su atención. Y verdad era que tampoco tiene el tiempo ahora, al menos no tanto como el que cree que es necesario para dedicarle a una actividad como esta, sin embargo, cree que ha pospuesto muchas cosas por deberes, la vida se le estaba convirtiendo en solo una carga diaria, había incluso dejado de hacer muchas cosas que antes le mejoraban los ánimos.

 

Quizá todo eso había dado como fruto el repentino cambio de personalidad que ha tenido el muchacho en este periodo corto de tiempo. Pero asi había sido, la verdadera personalidad del brujo se vio vacilante, incierta, desde que dejó atrás su vieja vida en el exilio, guardado en el denso bosque que lo cuidaba y protegía a los demás de él y que al pasar los años ahora era parte de su hogar, con esta nueva familia que, aunque un poco retorcida, resultaba extrañamente armoniosa, muy a su manera. Garry conoció poco a los verdaderos dueños de aquellas tierras, pero cree que, de ver lo que hay ahora en la casona, su gente ahora podría descansar en paz de los tormentos que su padre alguna vez pudo haber conseguido hacer.

 

Hoy, no tenía más cabeza para pensar en eso y por ello, con pasos lentos, se encamina sin nada de prisa al interior del negocio, no ha sido un problema encontrarlo, además de que es una compañera del bando quien se ha encargado de recomendarle el sitio y dejarle las mejores direcciones para que, el ocasionalmente despistado brujo, no tuviese problema en dar con el lugar. Y ha resultado, después de aparecer en Diagon, le había costado poco esfuerzo para desplazarse a su habitual ritmo despreocupado de siempre, por entre los concurridos corredores peatonales que, en fines de semana, podían verse aún más atiborrados de hombres y mujeres o incluso familias completas.

 

―Buen día-, la voz de su garganta sale suave de su boca, porque tiene un buen rato sin articular palabra, no es raro en él, pero cuando intenta hacerlo, no quiere tampoco falsear ninguna nota. ―Grelliam Ollivander, he enviado una lechuza previa a hoy para participar en uno de los talleres que llevan a cabo aquí-, explicó con calma de más al recepcionista que los miraba con grandes ojos saltones. ― ¿Tendrá algo de información al respecto? Se que me han regresado la carta con una espera, pero he pasado por aquí y pensé que…podría preguntar-, miente, pero la persona que lo atiende no puede saberlo, y tampoco le preocupa, el taller de escultura ha llamado demasiado la atención del brujo como para, como un crio pequeño, no dejar de pensar en ello desde que elaboró la solicitud.

 

@@Kutsy Stroud Lenteric

[Darla G Dumbledore]

Mientras esperaban la respuesta de Michelle una nueva empleada del bello llugar se hizo presente, aunque sutil, la vampiresa pudo sentir en sus ropas el fresco aroma del café y otras especialidades culinarias. Sabía que para cualquier ser humano el aroma sería imperceptible, pero no para ella, y la verdad es que eran perfumes de una delicada fragancia, se notaba el esmero que habían puesto en la preparación.

 

--Buen día Katy, muchas gracias --dijo la pelirroja mientras tomaba la mano de su novio, para ir tras la bruja que los había invitado ir tras ella para conocer las especialidades de la cafetería.

 

Tras un intercambio de señas entre la recepcionista y la chica de la cafetería, Darla y Seba fueron junto a ella recorriendo los pasillos con detalles de mármol y madera. Era todo un desafío a los sentidos, ya que la Potter Black podía sentir el aroma de la madera, estaba segura que no era originaria de Europa. Cuando llegaron al jardín también había mármol pero sobre todo una gran variedad vegetal.

 

--Esto le encantaría a Eros, quizás debamos invitarlo a que venga a ver los jardines de la Libélula para que encuentre nuevas variedades para nuestro jardín --comentó la vampiresa a su prometido, claro que debía reconocer que al elfo del Granger no había planta que se le escapara o no conociera.

 

--De verdad han hecho un bello lugar aquí --respondió al comentario de Katy sobre las flores, el aroma de ambas especies se entremezclaban y resultaba más que delicioso también, era una hermosura la naturaleza.

 

--Muchas gracias --agregó sonriendo por las palabras de Katy --el lugar me parece perfecto ¿no lo crees Seba? --consultó la pelirroja dirigiéndose a su prometido.

[Kutsy Stroud Lenteric]

Inspiré con suavidad el aroma a mi alrededor, adoraba esa agradable sensación de paz que percibía en mi interior. Si bien en tiempos pasados siempre estaba añorando sucesos antiguos, tras cada acontecimiento que me llevará a estar ahí sentada a la mitad de mi habitación, en el castillo Evans, quieta sin pensar en nada en específico, los agradecía infinitamente. Finalmente había comprendido que no era quien había sido y no era quien intentaba ser… Reí ante ese pensamiento y sin más me levanté, me calce las botas, color caqui, me coloqué la chaqueta roja y salí del que era mi hogar.

 

Una vez fuera del castillo miré hacia la derecha y luego a la izquierda, después tomé un puñado de piedrecillas del piso y las lancé sobre mi cabeza, algunas golpearon con suavidad mi cabello más al mirar la mayoría había caído del lado izquierdo, de mi cuerpo, así que ese día dirigiría mis pasos al callejón Diagon. Giré la sortija de mi dedo anular hacía la derecha, cerré los ojos y pensé en ese sitio que tantas otras veces había visitado y en el que incontables ocasiones había hallado el aliento, las sonrisas y la magia necesaria para continuar en Londres. Así que estaba segura que una aventura estaba esperando por mí, tras unos segundos que se desdibujaron ante mis sentidos ya me encontraba admirando los diferentes escaparates. Casi quedo perdida en un millar de atuendos de gala, pero eso fue porque tenían la peculiaridad de encantar a los compradores con sus brillantes tonos en azul, rosa y amarillo.

 

Las compras nunca habían sido mi fuerte, pero aquel día sencillamente no pude evitar comprar un par de calderos nuevos, una vuela pluma y por supuesto un par de panquecitos de menta con chocolate. Ese sabor siempre traería consigo un recuerdo que pretendía guardar sólo para mí. No tenía un destino establecido pero de la nada mis pupilas se deleitaron con un edificio que llamó mi atención de inmediato y más al leer en un pequeño anunció que daban talleres al estilo muggle. Mi gusto por la pintura y el canto, me incitaron en adentrarme en aquel majestuoso edificio, mas grata sorpresa fue ver en el recibidor, pidiendo informes, a un mago que conocía de sobra y al que estimaba mucho.

 

–Veo que no fui la única en caer en el encanto de la libélula –le dije al mago que yacía a un par de pasos de mí – ¿no es así señor Ollivander? – cuanto había recordado al dejar que todo se desbordara en mi interior, aún faltaban algunos pedazos de mis desordenadas memorias pero el rostro de Garry Ollivander brillaba con la misma intensidad que lo hacía el de Bel o el de Cillian, hasta Ania, Isabella y un sin número de personas que recordaba con suma nitidez – es un gusto encontrarle, aquí –añadí mientras caminaba para quedar a su lado derecho y hacía malabares con las bolsas de mis compras, lo cual causo que riera y negara con la cabeza suavemente –definitivamente soy mala con las compras.

 

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[justo]

Un nuevo local que visitar. En mis vagabundeos por el Callejon entro, a veces, en lugares poco comunes. Se anuncia como un edificio antiguo de Irlanda del siglo XIX pero a mi me recuerda los patios de las mansiones andaluzas de Cordoba. Supongo que es cuestión de recorrerla en su totalidad para asi poder hacerme una idea.

 

Es un Centro cultural, eso salta a la vista. El hecho de que tenga actividades muy diversas es, ciertamente, muy atractivo. Hay dos cosas que me llaman la atencion, una la cafeteria, la otra es la biblioteca. No es muy habitual que un negocio tenga una biblioteca y es algo que voy a tener que explorar, soy bibliófilo y tengo una colección de mas de 1.000 volúmenes de todas las temáticas. Continuamente estoy renovándola y reviso las bibliotecas para obtener nuevas ideas.

 

Volvere por aquí en el futuro, y puede que no vuelva solo.

[Seba Granger]

La primera señorita no había alcanzado a decirnos mucho mas del negocio al cual pertenecía una de sus compañeras llegaba a su rescate, o como se le pudiera decir.

-Buen día- pronuncie tras las palabras de mi amada y me deje llevar por ella hacía el lugar que la joven Katy nos llevaba, mire de reojo un par de veces a las libélulas talladas en la fuente, hubiera jurado que se habían movido.

-Creo que si sería feliz alrededor de tanta especie- susurré a Darla, -Habría que preguntar si no tendrían problemas que un elfo husmeara un poco, ya sabes que no en todas partes son bien tratados- susurré un poco mas, además que sabía que el carácter de mi elfo era un poco especial.

-Me parece muy bien el lugar amor- me acerque a una de las sillas retirándola un poco para Darla, luego que ella se sentara, tome asiento en la siguiente.

-Una duda, ¿se notara mucho si faltara alguna rosa?- pregunte a Katy un poco sonrojado y bromeando, por si en algún momento se me ocurría darle una a mi prometida.

@@Darla Potter Black @@Dennis Delacour

[justo]

"Y heme aquí otra vez, pero no vengo solo, he encontrado a un amigo de mis tiempos de Hogwarts y he vuelto a este lugar.

 

- Palabra que he pasado muchas veces por aquí y nunca he visitado este sitio.

 

- Pues es muy interesante. Eso si, no te aconsejo que te pases por la sección de paleontología ---dije ahogando una risita--- te pondría de los nervios.

 

- ¿Por que? A mi me interesa mucho el tema.

 

- Pues porque les han hechado un hechizo y las criaturas cobran vida. Asi que me parece que no es conveniente...por ahora.

 

- Ah, ya. Bueno, pues vamos a la sección de cuadros.

 

- Buena idea.

 

Y los dos subimos las escaleras hacia la segunda planta."

Editado 4 de Noviembre del 2018 por justo

[Dorothy Anne]

Michelle

Caminaba por los pasillos del piso principal, mientras observaba el espléndido jardín interno del local. Nunca, en sus veinte nueve años de edad, hubiese imaginado que su lugar de trabajo le transmitiría tanta paz. Debía admitir que al principio se sentía un poco tensa al contemplar la parsimonia casi inmunda de sus dueñas, pero con el tiempo, poco a poco se fue contagiando de aquello que llamaban paz.

Claro está que en ningún momento descuido sus obligaciones, seguía con el sin fin de pergaminos en su escritorio, donde además tenía lugar la recepción. Sus lista de ‘’proyectos por terminar’’ seguía igual de larga que de costumbre, sin embargo sus manos y pies no se movían con la misma velocidad de antes. Lo interesante e incluso confuso, era que terminaba sus tareas con mayor facilidad y rapidez. Empezaba a creer que era cierto eso de la magia de las libélulas, que en la noche dejaban algún polvo especial o vaya usted a saber qué, y que por ello resultaba más fácil hacer sus deberes. Algún día lo descubriría.

Vio a lo lejos a un par de amigos. Dos jóvenes que entablaban una conversación. Como la recepción estaba vacía se apresuró hacia ellos y saludó formal, como de costumbre.

—Buenos días. Bienvenidos a la libélula encantada. Mi nombre es Michelle y será un placer para mí atenderlos el día de hoy. ¿Ya habían visitado anteriormente el lugar?, ¿o es la primera vez que vienen?

[justo]

He vuelto de mis pensamientos, de mis ensoñaciones, lleve a mi mejor amigo a un museo que acabo de descubrir, pero no todo es visitar museos, creo que ha llegado el momento a que lo lleve a un lugar ligeramente diferente.

 

Y ya estamos los dos ante el centro cultural que también descubri, creo que esta va a ser una semana cultural, algo no habitual en mi vida diaria.

 

- Asi que este es el lugar.

 

- Ya te digo ¿Qué te parece?

 

- De entrada muy bien. Y las instalaciones prometen.

 

- Yo me quede perplejo al verlo, no me imaginaba que alguien pudiese tener un negocio semejante.

 

- Si que es curioso, deberíamos tener un lugar asi en Hogsmeade.

 

- No se ¿Qué diría Daphne?

 

- Si, no lo había pensado.

 

- Bueno, vamos dentro y luego hablamos.

[Darla G Dumbledore]

Las palabras de Seba le habían arrancado un oohh, a pesar de todo lo que ella vivía y el ambiente en que se movía, nunca tenía en cuenta ese detalle, si alguien se metiera con sus elfos se las vería con ella. Pero Seba tenía razón, estaba rodeada de personas que seguían viendo a los elfos como seres inferiores, una sombra pasó por su rostro, pues sí, quizás fuera mejor consultar, pero estaba segura que si el elfo viera aquello sería feliz. Asintió suavecito, preguntarían luego si podía venir o si era bienvenido, o al menos no mal visto.

 

Sonrió y acarició la mano de Seba en la silla antes de sentarse tras que él le acomodara el asiento. Su prometido era todo un caballero y ella amaba cada gesto de ese hombre que se había ganado su corazón a fuerza de amor.

 

--Gracias mi vida --agradeció a su novio mientras éste le preguntaba a Katy sobre las rosas, se sonrojó, su novio sabía que le gustaban las flores, y aquel gesto tan tierno de su parte le hizo sentir feliz y mimada. A veces se sentía tan torpe por no poder tener esos detalles tan tiernos y delicados para con él, ella era tan salvaje y aunque lo amaba con todo su ser sabía tan poco de cortejar con delicadeza. Miró a su novio con amor y poniendo su mano sobre la de él, la acarició con ternura. De verdad lo amaba hasta el infinito y más allá como solía decirse.

 

Sus ojos pasaron de su novio a la joven que los atendía para ver cuál era su reacción ante la pregunta del apuesto, pero sonrojado mago.