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Fabricantes de Mentiras (MM B: 95760)


Mael Blackfyre
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Al principio solo miraba por la ventana del carruaje, pero muy poco podía ver desde aquella distancia, eche mano de mi varita, tras un movimiento sutil con mi arma mágica pude comprobar que hay personas dentro de la Botica, así que desciendo del carruaje, aún no he pensado con que pretexto entablar conversación con la gente del lugar, muerdo mi labio sin detener mi andar hacia la puerta de aquella botica, algo me hace desear enterarme de las actividades que se desarrollan ahí.

 

Mi capa oscura me hace sentirme como alguien del grupo, si...increíble que algo tan sencillo me trasmita esa seguridad que a veces se escapa de entre las manos...mis ojos miel atentos recorren el interior, por lo que la aparición de un elfo no me sorprende, solo me hace preguntarme el porque de su ansioso gesto al decirme que @ solicitaba que fuese cuanto antes a la librería del castaño Gryffindor....

 

El desconcierto se dibujo en mi cara...¿Para que me estaban llamando?...realmente no tenía ni idea, pero la curiosidad me hizo dirigirme al lugar...salí de nuevo a la calle, el cochero seguía con la rueda rota del eje, me aleje del carruaje y mire a ambos lados para orientarme hacia donde caminar y llegar al local de Elvis.

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No estaba seguro si se trataba de toda la situación, de la ira acumulada, de la edad, pero todo estaba pasando muy rápido y mi cabeza quería ser mucho más lógica ante todo aquel momento. Siempre me había caracterizado por pensar en frío pero no me era posible. Tenía a una Sagitas rescatada, junto a una mortífaga casi moribunda (que Sagitas había salvado)

 

No entendía. Me habían llegado con la premisa que se trataba del secuestro de Sagitas pero la payasa terminaba salvando la vida de una persona, nuevamente. ¿Cuántas personas le debíamos la vida?

 

Un aire se arremolinó justo por encima de mí, “pum” y caí al suelo.

 

El frío suelo me recibió con los brazos abiertos con un peso encima de una bruja que claramente conocía muy bien. Hacía demasiados meses que no la veía pero si de algo estaba seguro, era que no me ayudaba a deducir para nada lo que estaba sucediendo allí. Cissy Macnair había aparecido sin saber cómo justo por encima de mi, con su codo había apretado mi vientre y se paraba rápidamente.

 

Es lo que acabo de preguntar, Cissy. ¿Cómo demonio has llegado aquí? —debía admitir que me había costado mucho más trabajo el ponerme de pie, sin sacar mi mano de la herida de pecho que me dolía. Cabía destacar que mi varita jamás iba a soltarse. Ni mucho menos cuando la figura que había salvado Sagitas, la enmascara, murmuraba mi nombre y el de la primera ministra como abuela.

 

No podía emitir palabra. No quería entrar en razón de por qué estaba pasando todo aquello.

 

Pero uno de mis objetos mágicos empezó a girar y a brillar. Indeseables. Me alerté y apuntando a las tres brujas con la varita, les hice una señal. Era una situación extraña la que estaba en mi oficina, claramente. Pero si tras la llegada mía con las dos muchachas había traído a Cissy, algo o alguien más había seguido nuestro rastro.

 

Me enojé. Aún más. Golpeé una pila de libros que había estado acomodando y varios de éstos salieron despedidos para el lado contrario de donde estaban las tres jovencitas. Me acerque a la puerta y la abrí, apuntando a la habitación contigua. Claramente que tras algún tipo de magia, había logrado llegar hasta ésa habitación ¿Por qué? Porque la entrada legal se encontraba desde el vestíbulo, accediendo tras una contraseña. Si la sabias, llegabas a ésa parte del local que vendría a ser la ilegal, donde estaba ésa sala y mi oficina de trabajo.

 

Baja tu varita ahora mismo y vete. ¿Cómo has llegado acá? —la figura encapuchada se encontraba del otro lado. Entre ambos teníamos unas mesas con libros y objetos antiguos. Había algunas sillas, repisas y más estanterías contra las paredes. Algunos faroles iluminaban levemente todo. Su máscara cubría la mitad de su rostro. Una mortífaga (más) en un mismo momento. Aquello no presagiaba nada bueno. Claramente iba a reaccionar porque parecía escondida. ¿Y qué había que hacer con los indeseables? Moví mi varita y pensé en Flechas de Fuego.

 

Doce filamentos salieron disparados contra la mortífaga (Ariadna) con la doble intención: que le diera en el pecho para lastimarla o que se asustara y se fuera.

 

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OFF: (Rol arrastrado desde la Delacour y de la Bótica) Roleemos lo que quieran! (aclaré lo de mi negocio para hacerlo coherente porque no tiene sótano jaja)

Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La bruja había sido arrastrada por Hades hacia algún sitio, sin embargo la marca en su cuello no tardó en arder y la bruja con no pudo más que responder a su llamado.

Lo último que vio fue a su madre moribunda desaparecer con la ministra y a una fenixiana partir con el líder de La Marca. La cabeza de la pelirroja parecía encenderse ante la preocupación y cuando el llamado ardió en su cuello la imagen de @ se dibujó en su rostro y una lágrima brotó de los ojos de la Gryffindor.

 

Una bola de fuego consumió a la pelirroja dejando a su paso el crepitar de las llamas en el suelo.

 

Los zafiros ojos de la colorada observaron, tras la máscara de plata, los negruzcos ladrillos del frente del local que a simple vista parecía un simple sitio de compra y venta de antiguedades, pero aquel sitio tenía el claro aroma de su padre, el cual se hacía más intenso conforme la bruja escarlata se acercaba. En la entrada se veían las estanterías atestadas de libros, también se encontró con el mago de cabellos verdes pero no tuvo tiempo de hablar cuando al fin pudo escuchar la voz del Gryffindor en la sala continua. Atravesó el suelo de mármol con sus borcegos marrones de forma sigilosa para que nadie la escuchara al tiempo que desenvainaba la varita de su cinturón, finalmente se encontró con la escena de @ y @.

 

Vió las doce flechas que su padre había lanzado hacia su compañera pero aún así no lo lastimaría, no allí, aún así con una floritura de su varita murmuró levemente apuntando a Elvis:

 

-Expelliarmus- para desarmar al mago y que la situación no pasara a mayores.

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La pregunta de Elvis, furioso, rebotó en mi espalda, pero mis manos seguían en el vientre de Alessa, mi rostro lleno de preocupación por su estado de salud. Podía oírla respirar con fuerza, como si sus vías hubieran sido previamente cortadas por algo... Me mordí la yema de un dedo hasta que éste sangró y se lo ofrecí a Alessa.

 

-Es el poder de la Sangre de Caín, cura cualquier daño...- murmuré, porque sabía que quizá la bruja se resistiría a que la ayudase.

 

Era evidente que había recibido primeros auxilios porque sino estaría ya muerta, pero no habían sido suficientes o alguien había interrumpido la recuperación. Con un poco de sangre obtenida a través el poder de mi clan, ella sanaría poco a poco y yo podría sentirla y sentir a sus bebés por un corto período de tiempo, lo suficiente como para atenderla más tarde. Qué mal había terminado todo.

 

Elvis pateó unos libros y luego maldijo, dándome la espalda para abrir una puerta que yo ni siquiera había notado. A pesar de encontrarme sentada en el suelo, pude notar que la figura del otro lado del umbral era un mortífago... Y ni siquiera tenía que preguntar quién, porque esa máscara la conocía como la palma de mi mano. Me mordí la mejilla para no gritar su nombre, para no suplicarle que se marchase. Enfrentarse a Elvis era una locura, era demasiado bueno y poderoso como para que Ariadna pudiera derribarlo. Ahora había dos mortífagos, Alessa y Ari, una que había llegado con la Ministra y otra que nos había seguido. Eso se veía terriblemente mal.

 

Con Elvis atento a mi hija, hice aparecer a Shember en mi zurda con un sutil movimiento. Si tenía que aturdirlo para salir de ese embrollo lo haría, pero no quería lastimarlo ni quería asustar a Elvis... Hasta que lanzó un hechizo contra Ari.

 

-¡No!- grité, al tiempo que alguien lanzaba un Expelliarmus.

 

Un tercer mortífago apareció en escena, desarmando a Elvis.

 

-Zancadilla- mi ataque fue a los pies de Ariadna, que era lo que podía apuntar desde mi posición sentada en el suelo-. Incárcerus- las cuerdas volaron hacia la tercer mortífaga (Shelle) que había ingresado atacando a Elvis, pero no le apunté directo, de modo que iba a fallar apropósito. Mi intención no era atarla, sino hacer pensar a Elvis que yo estaba con él y, de paso, salvar a Ariadna de doce flechas mortales.

 

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El grito de Cissy a mis espaldas me hace poner los pelos de puntas. Mi ataque contra aquella mortífaga claramente no había sido mortal ¿Por qué había gritado? Tal vez era por algo que la moribunda le estaba sucediendo pero no podía prestarle demasiada atención. Pude ver como los pies de la mortífaga que estaba frente a mi, se vieron enlazados y la jalaron al suelo, pasando mis flechas flameantes por encima de su cabeza y pegando en una biblioteca que estaba por detrás, cerca de la entrada.

 

Levanté mi varita como un escudo murmurando las palabras correctas. Una segunda mortífaga hacía su entrada, siguiendo a la primera. Mi barrera me defendió de aquel ataque que claramente me quería desarmar.

 

¿Qué querían? ¿Cómo nos habían encontrado? Había arrastrado tanto a Sagitas como a la mortífaga en mal estado de la bótica de la Macnair. Ésta había sido jalada por nuestra aparición, eso lo podía entender. Pero aquellas dos habían entrado desde el exterior ¿Y había movimiento afuera?

 

Nada de aquello me daba buena espina.

 

Giré mi cabeza para mirar a Cissy. Había apuntado a aquella segunda mortífaga. Estaba con toda si atención en ambas situaciones.

 

¡¿Qué demonios quieren aquí?! Vayanse, porque les juro por merlín, que no mediré las consecuencias. ¿Vinieron a buscar a ésta? —señalé a la mortífaga que estaba al cuidado de Cissy. No estaba seguro que si me quitaban del medio, ella podría defenderla. Me aferré a mi varita y las miré. Parecían novatas, su magia me lo demostraba.

 

Pero no entendía porqué mi furia no se calmaba. Había negociado y batallado contra mortífagos muchos peores. Necesitaba información. De eso no había duda. Mi experiencia me decía que si dejaba escapar a cualquiera de las cuatro (cinco con Sagitas) dejaría escapar aquel caso y todo lo que estaba escapando. Desde que Aaron había dejado su puesto del Ministerio, los mortífagos se habían atrevido a mostrarse aún más.

 

Moví dos veces mi varita, rápidamente. La primera la dirigí especialmente a mis espaldas. Provocando que una pared mágica que cubría a Cissy y a la mortífaga quedaran fuera de combate con aquel Obsistens. Aquel muro las cubriría de cualquier ataque. Y si Cissy se llevaba a la mujer me haría un favor, tal vez, porque ahora mis presas eran aquellas dos. Que con unas simples palabras con mi segundo movimiento, las cegué por completo.

 

Strellatus —la luz era tan fuerte como mirar al sol potenciado en el mejor de los climas. La luz pegaba directamente contra los ojos de ambas mortífagas. Shelle y Ariadna habían entrado al lugar incorrecto. Me acerqué unos pasos, entre nosotros teníamos aquella gran mesa con objetos. La estantería cerca de la puerta se había prendido fuego casi por completo y estaba atento con mi varita en la mano.

 

¿Qué esperan? —las rete. Tenían dos opciones.

 

 

 

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(Voy algo despistada con los tiempos, perdón por mi ausencia, si fallo en algo, me lo decís)

 

Parpadeé por el cambio súbito de luz y de espacio. Me sentía feliz, inmensamente feliz de ver a Elvis a mi lado, sacándome de aquel lugar donde había sido secuestrada. Sin embargo, él estaba tan enfadado que empezó a gritarme en cuanto centré la mirada en él. Me encogí un poco, sintiéndome como una niña regañada por haber cometido una travesura. Intenté mantenerme firme pues, como él bien decía, trabajaba para mí, era un empl...

 

-- ¡Ay, no me riñas, joooo, primo! -- respondí, olvidando que debía mantenerme firme contra su explosión. -- Dame un abrazo, leñes, que por poco no volvemos a vernos más.

 

Sí, algo dramática pero es que me entristecía que Elvis me riñera. No soportaba que él me llamara la atención porque, además, sabía que tenía mucha razón, pues aquel había sido su primer consejo en el Ministerio.

 

-- Jole, lo olvidé... No pensé que tuviera que tener la varita cerca mientras dormía. Yo duermo con almohada de plumas, no con una varita dura en la cabecera.

 

Inútil justificarme. Tenía razón y punto. ¿Ahora qué tocaba? ¿Dormir con guardaespaldas hasta debajo de la cama?

 

-- Claro que quiero que sigas conmigo, primo. Eres el único que ha encontrado la manera de sacarme viva de... donde estuviera... -- Sabía dónde había estado, lo había reconocido, pero no dejé traslucir eso. -- ¿Esa mujer? No sé, estaba herida y embarazada, no podía dejar que el bebé sufriera...

 

Sí, esa era la razón pero también lo era que algo me parecía conocido en ella, en su figura, en su aura y, aunque fuera una mortífaga, supe que tenía que ayudarla. Sin embargo... Aquella voz. Respingué al reconocerla y mis ojos se hicieron brevemente más pequeños, analizando la situación.

 

-- Eres...

 

No pude añadir más. Aquello se volvió algo confuso, movimientos, gritos, palabras, gente que entraba...

 

-- Cissy... -- Pestañeé y apreté la varita. Nera me hacía sentir segura. -- ¿Cómo que qué está pasando?

 

En realidad, no sabía qué responder. Elvis seguía muy enfadado y yo sabía que había puesto su vida en peligro por salvarme, pero no sabía qué había sucedido, así que yo tampoco podía decir mucho más. Mi deber como Fenixiana me obligaba a gritar sus nombres como enemigas, mi lealtad a la familia me pedía que no dijera aún nada de mi nieta y mi amistad con la Macnair me decía que con ella debería hablar yo, a solas, pues, al fin y al cabo, aquello tendría que solucionarlo personalmente.

 

Por ello, me afiancé un poco en mi posición de Ministra para hablar con Cissy como una superior.

 

-- Pues pasa que han intentando secuestrarme unos mortífagos. A la cabeza de las dos mujeres que me ataron estaba ni más ni menos que Aaron Yaxley y me hirió aquí, en el hombro. -- Aún sentía aquella quemazón cuando usó su fuegomalditoserpiente para marcarme. Medio sonreí, sí, soy una payasa rara. -- Quiero ver apresado a ese hombre, Cissy, quiero acusarle de todo lo que tiene pendiente con la Justicia pero también de secuestro e intento de asesinato de la Ministra de Magia. Quiero llevarle a Azkabán, Cissy, y quiero que tú, como Miembro superior del Wizengamot, presidas y dictes la sentencia.

 

Era un arrebato de ira en el que le estaba pidiendo, de forma camuflada pero seguro que entendible a la perfección por ella, que tomara partido. Era quien era, un cargo importante en el Ministerio, pero yo podría hacerla caer de él en cualquier momento, y no sólo como Ministra, sino también como denunciante a su pertenencia al bando de la Marca. Sin embargo, ¿por qué aún callaba en vez de decirlo a gritos? Aún no tenía asumido que pudiera traicionarla, supongo. Siempre he sido muy leal a mis familiares y amigos y ella casi había llegado a ser mi nuera.

 

Y mientras yo desarrollaba mi mandato, toda una pelea se desarrollaba a mi alrededor y otra vez Elvis, el buen Elvis, luchaba por protegernos. Apreté la varita y dejé que Cissy "disimulara" que ayudaba. Pensé en un "Levicorpus", apuntando hacia una de las mortífagas, esperaba que, si tenía suerte, se le cayera la varita al quedar boca-abajo y cegada con el Strellatus de mi primo (Shelle Dumbledore)

 

-- Juntos, primo.

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Tenía que admitir que aquel nombre se estaba convirtiendo en algo desagradable para mí. Sabía que venía haciendo las cosas mal en casi toda su gestión. Entendía, tal vez, la razón de porqué había quitado el Estatuto del Secreto. Que aunque no lo compartiera, no lo hacía por una cuestión de ideales, sino por la inseguridad y peligros que acechaban a los magos y brujas de la comunidad.

Aaron Yaxley. Había empezado una relación meramente profesional con miles de protocolos de saludo y formalidad. Pero de a poco se había formado una ira que no podía controlar. Claramente.

Sagitas en ése preciso momento, estaba ayudando a la causa de querer su cabeza. Aaron al fin siendo visto con mortífagos. No era algo que me daba sorpresa. Pero sabía que con eso simplemente no hacíamos nada. Necesitábamos información.

Y justo teníamos a dos mortífagas (tres, si contábamos a la moribunda de atrás) enfrente.

Juntos, si —miré de reojo a Sagitas cuando la payasa se puso a mi lado. Tenía que admitir que no podía estar mucho tiempo enojado con mi prima, una vez que estaba consciente que se encontraba bien. Y más cuando automáticamente ya movia su varita contra la encapuchada que había entrado en segundo lugar. Yo me enfoqué la que se había salvado por un pelo de mis flechas flameantes—. No me dejan escapatoria. Tienen al Ministerio encima. ¿Saben con quién se metieron?

Le guiñe un ojo a mi prima mientras ponía la varita delante de ambas mortifagas mientras la convertía en una vara de cristal. Aquella arma empezó a extenderse hasta unos dos metros de largo de un color negro como la noche y emitía la misma luz que una estrellas, brillante. En la punta contenía una cabeza de león colgando con unas plumas. Expresé una simple palabra, tenía que hacerme de alguna de las dos.

Mientras acorté la mitad de la distancia que nos separaba con la mortífaga Ariadna, murmuré un “Expelliarmus”. Fue automático. Gracias a la vara de cristal que los Uzza me habían enseñado, pude hacer que en vez de que saliera un rayo directo a ella, el rayo de desarme efectuara directamente, por lo que pude ver cómo su varita salía volando unos 4 metros, detrás de aquella biblioteca que se había incendiado.

¿Cómo se defendería?



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Se había quedado petrificada, no sabía el porque y su cuerpo no reaccionaba a lo que su mente le pedía. Veía como Shelle intermedia haciendo volar la varita del otro mago y su madre gritó algo y de su varita había salido un hechizo que la hizo caer de bruces al piso. Gracias a Merlín por lo que mando, sino uno de los hechizos de Elvis hubiera impactado en ella.

 

Pero el gustó no le duró tanto como ella imaginaba, el mago creo una especie de barrera entre Cissy, Sagitas y la otra enmascarada y ellos por lo que iba a ser aún más complicado pasar a salvarlas, estábamos siendo superadas en habilidades por lo que sólo faltaba una cosa por hacer, desaparecer de ahí con Shelle. Sino lo hacíamos terminaremos muertas o pero atrapadas y expuestas como mortifagas, habían muchas cosas en riesgo si eso pasaba de alguna manera.

 

Si varita fue arrancada de ella tan rápidamente que le costó trabajo pensar en que hacer por lo que pensó rápidamente en algún hechizo que le permitiera salir de ahí y pasar a traves de las llamas, antes de que nadie pudiera hacer algo convocó mentalmente la salvaguarda mágica con su anilo que siempre llevaba puesto. Fue a por su varita y tomandola corrió hacia donde estaba shelle antes de que diera elel hechizo de Sagitas las dos estrellaron fuera del local, desapareciendo de la vista de todos y llendo a un lugar seguro. Esperaba que ningún hechizo la hubiera alcanzado y que nadie las seguía.

 

Apareciendo en la mansión de su familia, la cual nadie además de Cissy, pik, Arya y ella podían aparecer dentro. Permiso que Cissy dejo hace muchos años en su poder, suspiro aliviada y miro a Shelle.

 

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Las dos mortífagas se retiraban. Desde el primer momento que no se habían defendido ni realizaban ninguna de las acciones que esperaba de ellas, me di cuenta que se habían metido ahí más por obligación que por otra cosa. Los mortífagos eran un grupo que claramente había cambiado. ¿Se estaban disipando? Había escuchado rumores pero no sabía qué pensar.

 

La primera que había aparecido logro esquivar (o esconderse de) los ataques y de alguna manera pudo hacerse nuevamente de su varita. Hubiera sido un buen momento de levantarla en el aire por los tobillos o atacarla ferozmente. Pero algo me dijo que permitiera que se fuera. Porque tenía que hacer que mi nombre recorriera sus filas para que la próxima vez se pensaran antes de enfrentarme.

 

Aunque eso me obligaba a pensar que necesitaba duplicar mi atención. Volverían. Y seguramente serían más.

 

Salieron y se perdieron entre las calles internas del Callejón Diagon.

 

Me di la vuelta y el muro que cree entre las visitantes desapareció. Le hice un gesto a Sagitas porque todo esto había sido por ella. Aunque estaba en mejores condiciones que las que se encontraban en el piso. No guardé mi varita pero me enfoqué directamente en Cissy, que me agaché a su lado apoyando mis rodillas. La tenía enfrente, mirándola casi a los ojos. Y por debajo de nosotros la mortífaga embazada.

 

¿Por qué Sagitas estaba en tu negocio? ¿Y por qué esas dos mortífagas siguieron a ésta? ¿La conoces? —claramente que la última pregunta era afirmativa, pero necesitaba información.

 

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Está vez mi respuesta fue muy tardía, sumando los tres inconvenientes que me saleron al paso en camino al local de Elvis...era como si fuerzas invisibles se confabulaban para retrasar mi avance...miré de nuevo por encima de mi hombro pero no vi nada sospechoso, nada flotando , brillando o moviendose por cuenta propia como me ocurrió al principio, cuando aquel desconocido elfo me dio el recado aquel tan inesperado...

 

me pregunto sobre todolo ocurrido ¿será verdad? aún no me lo quiero creer, debe haber alguna clase de explicación...¿A quien podría preguntarle?.....¡oh, si! *Me di un golpe con la pama de mi mano sobre la frente*

 

--¡Sagitas! ella sabe mucho, conoce de muchos temas y seguro que de esto también. Ya iré a buscarla más tarde, si señor. -- Me sentí mejor con mi resolución, el tener aquellos "inconvenientes misteriosos" me hacían dudar mucho de mi persona. Respire aliviado cuando al fin vi la sencilla fachada del local de @

 

Entre al mismo reduciendo la carrera, debía ir hasta el estante donde debía tomar aquel libro...si mal no recordaba, era la señal que indicaba buscar al Gryffindor. Eche otra mirada hacia atras mio, entonces ya no vi al elfo, ¡qué extraño! luego pase a la oficina, grande fue mi sorpresa al ver aquella escena....una mujer embarazada sobre el piso, otra mujer que parecía prestar ayuda, Elvis muy cercano a esa joven y ¡Sagitas!

 

--¿No han llamado a un sanador? ¿tienen kit de primeros auxilios? ¿Ya revisaron sus signos vitales? ---Saque mi varita y me lave las manos con un chorro de agua que conjure con mi varita...necesitaba estar seguro que no existiera riesgo de moverla o de llevarla con alguna aparición, o quizás fuese mejor usar un portal mágico...

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