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C.R.A.A (MM B: 112191)


Jeremy Triviani
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Nombre del Negocio: C.R.A.A (Centro de Rehabilitación para Adictos Anónimo).

Nombre de los propietarios:

  • Jeremy Askar Triviani (33.3%).
  • Matthew Triviani (33.3%).
  • Zoella Triviani Yaxley (33.3%).

Rubro al que se dedicará: Misceláneos.

Descripción:

Lejos de la vista de todos, escondido en el bosque se puede encontrar una gran estructura con grandes espacios verdes y árboles a su alrededor. A un costado de la entrada principal se puede observar un muro de concreto donde se podía observar desde lejos las siglas “C.R.A.A.” y más de cerca, junto a cada letra grande la completación de la palabra.

 

El Centro de Rehabilitación para Adictos Anónimo daba la bienvenida a cada mago, bruja y elfo que quisiera tratar sus problemas de adicción. Fundado irónicamente por el trío de hermanos Triviani, el C.R.A.A era atendido por uno que otro elfo adiestrado y una vieja bruja que dedicó gran parte de su vida a los centros psiquiátricos muggles.

 

 

 

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Como cualquier otro centro de rehabilitación muggle, contaba con algunas habitaciones individuales para los internados y espacios de convivencia donde durante cada tarde se formaban diferentes círculos vigilados por un elfo previamente entrenado por la psiquiatra.

 

 

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Disponía además de espacios cerrados donde los más adictos se mantenían constantemente custodiados y bajo el cuidado de los elfos que atendían el C.R.A.A. amoblado con sillas, sofas, y mesas para que entre los internos jugaran cualquier juego de mesa disponible, leyeran un libro o simplemente vean la programación muggle disponible en el televisor.

 

 

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Un comedor para aquellos que vinieran a visitar a sus familiares y desearan compartir una comida. Un inmenso jardín con sillas en espacios estratégicos y sombrillas que cubrían muchas veces del sol a aquel que quisiera estar fuera un rato. Y un salón cerrado donde la psiquiatra trataba a todo caso especial que llegara.

 

Afiliados: Se aceptan bajo su propio riesgo. Preguntar en el negocio.

  • Si se pertenece a las familias Askar, Triviani o Yaxley, recibirán 25 galeones por cada posteo realizado.


Criaturas: --
Objetos: --

Elfos: --

Registro

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  • 2 semanas más tarde...

Mucho tiempo, era el que pasaba dentro de las paredes del C.R.A.A. mis sesiones con la doctora Latreenah Pregonas. Era raro, la manera en como esa mujer había llegado hasta nosotros, los tres hijos que quedaban en Ottery de Candela. Siendo la mujer que ha intentado ayudarnos, a los tres con nuestros supuestos problemas de adicción.

 

Las cosas estaban turbias, Jeremy no aceptaba su reciente paternidad y mi ahora nueva pareja; lo que le llevó a consumir aún más de los productos que disponía en el Zarathustra, además de que Matthew cada día estaba más loco que las cabras. Y yo, más alcohólica según la vieja bruja que nos trataba. A diario, los tres visitamos el recinto fundado por nosotros mismos. Lugar donde algunos adictos yacían internados y otros venían cada tantos al grupo de apoyo. Donde el psicólogo Eufrasio Pregonas, esposo de la psiquiatra recidente. Era impresionante, lo nada que los tres habíamos mejorado, y eso se debía a las pocas veces que en mi caso asistía al lugar.

 

Hoy iba por la entrada del centro de rehabilitación. Borracha como una cuba, hipando de vez en cuando y cantando una melodía combinada de un sin fin de canciones que recordaba - Tumba la casa mami - hipé, mientras cantaba - En el muelle con la brisa - hipé nuevamente, mientras me tambaleaba en la entrada del lugar - ¡Franklin! - Saludé, a un hombre que me miro con el ceño fruncido - Cuanto tiempo amigo, salúdame a tu esposa Kenia - Reí, y seguí con mi camino hasta donde fuera que mis pies me llevaran.

 

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¿Quería salir? ¡quería escaparme!

 

 

Matt suspiro brevemente, resignándose y topando a cada descuido que se interpusiera en su camino. Residía en aquel lugar, alejado de la burocracia del Mundo Mágico, ahora que se había tomado unas "vacaciones" fuera del Ministerio. Pero la paz le duro menos que un estornudo. Nunca faltaban los niños inquietos que fantaseaban con historias de fantasmas y él gitano que secuestraba y mataba infantes por deporte.

 

Abrió sus ojos ¡Que est****o! ellos son fantasmas, están muertos. se lanzo a reír mientras todo quedaba en silencio.

 

Se compuso e intento medio arreglar su túnica negra, la única que tenia y su rostro pálido se volvió completamente serio. Por el rabillo del ojo pudo notar una figura borrosa que parecía seguirlo, y volvió la mirada hacia adelante, pensativo. Empujo la resquebrajada puerta para darse paso a una de las alas de pacientes con problemas mentales graves. La inquietante campanilla encima de la puerta repiqueteo alterando minimamente al perturbado gitano. Como pueden estar a cargo, tres personas con tal desequilibrio mental en un Centro de rehabilitación clandestino.

 

 

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Entrecerré mis ojos, una figura conocida estaba a escasos pasos míos y reía muy parecido a mi hermano - MAthejkasjk - ¿que dije? Sentía pesada la lengua, y los parpados amenazaban con cerrarse. Intenté acelerar los pasos torpes, mientras le llamaba. Un elfo se cruzó frente a mi cuerpo, tendiéndome una carpeta. La tomé entre mis manos con el ceño fruncido esperando respuesta.

 

- Señorita Triviani - Habló la pequeña criatura, mientras se acomodaba los lentes cuadrados que cargaba. Los elfos que habíamos comprados extrañamente eran dotados de inteligencia y capaces de mantener a pie el recinto en nuestra ausencia - Firme esto por favor - Me tendió una pluma, con mi mano la tomé y con gran concentración mordí mi lengua intentando enfocar la vista - Domde febo filmag - Solté como pude, dejando la botella de ginebra en el piso. Una vez con su dedo me indicó, garabatee una firma amorfa y le tendí los documentos - Ahoga me coy - Caminé hasta la misma puerta por donde la figura que seguía cruzó.

 

- ¿Matt? - Pregunté a penas crucé la puerta. Encontrándome con un par de brujas saltando mientras iban de la mano. Crucé la sala a rastras y tamboleos, intentando ver donde podría estar el castaño que creí observar. Una figura pasó frente a mis ojos y me detuve - ¿Kenia? - Una mujer morena me vio extraño, ignorando mi llamado - ¡Afuera está Franklin! - Grité mientras se alejaba - ¡Creo que te busca! - Caminé de espaldas y tropecé, cayendo de espalda al suelo llevándome un buen golpe en la cabeza.

 

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La paranoia de Matthew, aumenta.

 

Un frió le recorrió la espalda, a pesar de estar abrigado y que el trago de café le calentaba el cuerpo. Se había dado cuenta que alguien pronuncio su nombre, o al menos eso intento. El ambiente había cambiado automáticamente, al parecer había mas de un par de ojos al pendiente de sus movimientos... La paranoia aumentaba.

 

El suave sonido del viento acompañado por el resonar de sus pasos contra el suelo perfectamente pulido anunciaban su llegada... Un silencio sepulcral aturdía sus oídos, a vista de su aparente desequilibrio mental, no sabia si era bueno o malo como tal. El viejo cartel que anunciaba el nombre de una sala chirrió levemente mientras Matt entraba por su puerta. El ambiente dentro era cálido y con fuerte olor a medicamentos por lo que automáticamente se quejo

 

¿Que les dije muchas veces? ¡malditos infelices! ¡que si largan olor, los maten en el patio trasero!

 

Como siempre, para el los elfos tenían la culpa, por lo que termino de patear a uno o dos y salio de ese lugar... En dirección a la sala de entrada, donde allí podía comer y beber ¿Sus hermanos? se pregunto, deberán estar haciendo experimento con los muertos, esperaba que luego los escondieran bajo el tapete, como habían acordado. (?)

 

 

 

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Era un sueño muy vivido. Bastante real. El vampiro estaba parado en medio de una habitación con todas las paredes pintadas de colores pasteles rosa, celeste y amarillo, con una cuna de bebe en un extremo de color blanco. Había peluches de varios tamaños, y sonaba una melodía de pianos desde algún lado. ¿Qué hacia ahí? El corazón empezó a latir más deprisa. Las manos ya estaban sudorosas y no entendía porque.

 

Un llanto estridente desde la cunita rompió el efecto de descontrol que su cuerpo estaba empezando a sentir. No quería acercarse al diminuto e indefenso ser. Estaba nervioso. Cuando era más joven estaba acostumbrado a cuidar de animales pequeños y hasta había criado a su elfo Rambaldo desde que nació. Pero esto era diferente. Estaba empezando a sentir un ataque de pánico.

 

Se acercó a la cuna con toda la intención de acallar al bebé como fuera, cuando la noto vacía. Revolvió las mantas buscando al niño y no había nada. Se le cerró la garganta de la preocupación. ¿Dónde estaba el bebé? ¿DONDE ESTABA SU BEBÉ? ¿Quién lo había robado?

 

-¡¿DÓNDE ESTÁ?! -La furia hizo caer de la cama al rubio, mientras salía de a poco del sueño levantándose por instinto. Noto que estaba solo en la habitación lleno de camas del Centro de Rehabilitación que había fundado junto a sus hermanos.

 

Llevaba yendo a terapia pocas horas al mes, pero desde que se había enterado que era padre. Los sueños perturbadores con bebés, no habían dejado de acosarlo. Por lo que había empezado a ir más horas durante la semana y hasta había llegado a quedarse a dormir con los locos del lugar. ¿Estaba loco? No podía decirlo.

 

Se fijó su vestimenta y se dio cuenta que tenía puesto un ambo de color blanco, con unas zapatillas deportivas del mismo color. No recordaba haberse puesto aquello, pero no se molestó en cambiarse. Lo único que hizo fue hacerse una pequeña colita con los pelos salvajes y desaliñados que tenía. Antes de salir de allí para recorrer el sitio. Buscaría de ver si había alguien dando vuelta o si alguien había muerto y podría usar su cadáver para algún experimento.

 

 

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El momento de la verdá. (?)

No sabia si les había dicho que escondieran los cadáveres bajo el tapete, o que los dejaran para que los locos se los comieran en la cena... Golpeo su frente con la diestra y sacudió levemente en modo de desaprobación. Siguió caminando y entro en la sala común, estaba demasiado concurrida por la familias muggles que visitaban a sus enfermos, era sorprendente la cantidad de personas que eran enviadas por tener magia y ser incomprendidas, sus familias buscaban una forma de sanarlos y el trabajo de los Triviani era hacerlas desaparecer; nuevos pupilos con magia, carentes de oscuridad, eran perfectos para enfrentar los Aurores y a los pertenecientes de La Marca Tenebrosa.

 

Unas cuantas cajas rodaron por el piso abriéndose y dejando correr a sus pies varias carpetas y varios pergaminos amarillentos, uno de ellos cerrado con un listón fino de color verdoso y el sello del ex ministro de magia, sintió una picazón en las palmas de las manos y lo levanto con cuidado, el sello estaba intacto pero en el calce se podía leer perfectamente una fecha en números extraños... Así que suponiendo que era algo sin importancia desato el listón y rompió el sello.

 

 

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El vampiro recorrió los largos pasillos de cerámicas hasta dar con la sala de reunión principal. Donde todos los adictos iban a recrearse para matar las largas horas que vivían ahí dentro. Sus ojos buscaban algún rostro familiar, como el de alguno de sus hermanos. Pero no podía verlos. Algunos locos gritaban escupiendo babas y otros se peleaban por atrapar una mosca solitaria.

 

No se dio por vencido y siguió buscando, aunque no tuvo que dar muchos pasos. Un golpe de algo cayendo atrajo de inmediato su atención. Podía ver de lejos la figura del Triviani mientras se agachaba a recoger las cosas del suelo. Parecía habérsele roto una caja con carpetas. ¿Serían las historias médicas de los pacientes? al acercarse más, vio que el mago tenía un pergamino en la mano que abrió y se quedó leyendo.

 

Ni lento ni perezoso Jeremy aprovecho para dar un rodeo y ponerse detrás estirando su cuello por detrás del hombro de Matthew para poder leer el escrito. Al principio no reconoció las letras, porque parecían rúnicas y estaban escritas en tinta vieja. Pero más focalizaba la vista en ellas, más se volvían legibles. No era rúnico, sino un dialecto llamado Russenorsk . Que combinaba ruso antiguo con noruego.

 

La sorpresa del rubio se notó en su rostro cuando estiro la mano e intento sacarle el pergamino a su hermano. No pudo. Una fuerza poderosa empezó a desplegarse por su brazo con un resplandor verde. No podía moverse, sus ojos miraron a Matt y pudo notar que algo le pasaba también. ¿Estaría leyendo lo mismo? Quiso gritarle a Zoella que no se acercara cuando la vio venir hacia ellos, pero tampoco pudo.

 

Cuando el resplandor llegó al pecho todo se volvió negro.

 

 

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Zoella ebria, Jeremy poseído & Matt escondido en una palmera mágica. (?)


Matt abrió los ojos y la boca, estupefacto por ver a su hermano tras él leer el pergamino, a lo que consecuente comenzó a toce, una mosca había entrado en su garganta por abrir de esa manera su boca. Tenia sabor a pollo... se arrugo de hombros y movió sus orbes con rapidez hacia ambos lados, esperando que nadie lo escuchara, o viera. (?) por un momento había pensado en fantasmas, pero no, era demasiado temprano, su reloj, marcaban las 12 del medio día, por lo que las muertes estaban programadas a no mas tardar las tres de la tarde.

¿Jeremy? ¡JEREMY! se preocupo al ver su hermano desplomado en el suelo, por lo que se arrodillo a un costado de él, de su boca salia una espuma de color blanca y el fondo de sus ojos era de un color completamente negro. ¡NO ES JUSTO! yo también quiero ser poseído. se lanzo hacia atrás y callo sentado, cruzando sus brasos arrugando sus labios en modo de berrinche.

Necesitaba ayuda, el gitano había leído unas palabras en español, que simplemente daban un mensaje algo extraño... ¿Jer leyó lo mismo? se pregunto en sus adentros. No entendía por que sucedía lo que sucedía, ¿Estaba vivo? o los malditos elfos habían logrado matarlo mientras dormía. Empezó a escuchar fuerte caminar, no sabia de donde provenía, pero venían por el. Debía correr, ¡esconderse! se levanto y corrió tras una palmera que adornaba la sala común, tapo su rostro con ambas manos y abrió un poco sus dedos, lo suficiente para ver que era lo que estaba causando tanto alboroto.

¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!! era Zoella, estaba ebria. (???

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Editado por Matthew Triviani

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Al caer escuché un estruendo, y en el suelo al girar mi rostro vi cajas con pergaminos esparcidos en todo el suelo - Ay por las santas bolas de popo - Solté antes de dar una carcajada. A lo lejos ví la figura del castaño recoger un pergamino algo antiguo, intenté agudizar mi vista cuando justo unas inmensas ganas de vomitar se apoderaron de mi cuerpo.

 

Velozmente me levanté del suelo, tomé mi botella de ginebra que había robado del almacén de mamá y corrí, corrí hasta el bote de basura más cercano. Lugar donde regurgité la carne de conejo que había comido minutos antes. Triste, me levanté y con la manga de mi camisa limpié la comisura de mis labios - Ese conejo estaba delicioso - ME lamenté mientras me acercaba a mis hermanos - ¡¡QUIERO OTRO CONEJO!! - Grité y pataleé mientras me acercaba a mis hermanos. Con mi rostro contrariado.

 

Un grito de sorpresa salió de mi cuerpo al ver a un Jeremy tumbado en el piso - No otra vez, por favor - Busqué con la vista y tras una palmera estaba Matthew, temblando y viendo paranoicamente hacia todos lados. Tomé el fondo de la botella de un sólo trago y la lancé a un elfo.

 

Me incline sobre el cuerpo del Askar y le dí dos bofetadas - Despierta bello durmiente - Dije cantando - Llego tu caballera de brillante armadura a rescatarte - Lo agité, sin recibir alguna reacción de su parte. Alarmada me levanté, y me preocupé ¿Ahora a quien le sacaré dinero sin que se dé cuenta? Cerré mis ojos y contuve mi cabeza entre mis manos intentando pensar, pensar lo más cuerda posible. Estiré mi mano y tomé el pergamino que ambos habían leído para encontrarme con ¿Dibujos infantiles?

 

Me reí, y vaya que solté unas cuantas carcajadas ¿Por esto tal show? El pequeño unicornio que salia dibujado llevaba a tres personas sobre él, y volaba sobre cadáveres de elfos. Simplemente, una obra de arte.

 

Pateé a Jeremy y bufé - Ya, déjate de bromas. Levántate - Dije antes de irme a buscar dos baldes de agua.

 

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