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⋆ Chocolate Paradise ⋆ (MM B: 112207)


Valeskya Granger
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Asintió apenas, no cree que tiene que decirle que sabe de lo que habla, más de lo que le gustaría, cuando ella se refiere a lo solitario que es Ottery en estas fechas, la misma casona en la heredad de los Ollivander ha estado abandonada por este casi mes y medio que ha estado fuera. Aun así, siente un ligero alivio por saber que ninguna de las niñas de heredad volverá pronto a casa, es claro un sentimiento a lo acostumbrado que ya está a la soledad de la casona, porque bueno a como pintan los tiempos ahora en el Ottery, la mejor opción parecía ser mantenerse fuera le Inglaterra por un largo periodo.

 

De todas formas es bueno encontrarse de vez en cuando un rostro más conocido como el de Valeskya, quizá no había rastros de sus familiares, pero al menos piensa que se pueden hacer compañía mutua entre los pocos que quedan.

 

Ah sí, veras yo…-, la última vez que había entrado a Honeydukes habría sido de incognito, por uno de los pasajes ocultos que hay en Diagon que te llevan a través de trampillas a habitaciones privadas, según Malfoy (con quien habría compartido esa aventura) eran pasadizos y cuartos que se utilizaban durante los tiempos de guerra, pero que ahora se usaban para esconder y mover objetos oscuros sin llamar la atención del ministerio de magia. Por su puesto que cuando el padre de la bruja los encontró husmeando una vieja bóveda de la familia, ambos fueron sacados de ahí casi a rastras. ―Yo buscaba algo no muy específico y digamos que el dueño de la dulcería no es muy paciente-, se excusó, no le importa mucho si Valeskya le compra ese cuento.

 

Hizo un gesto breve de disgusto cuando Granger finalmente le explica cómo es que está elaborado el chocolate con forma de cerdito, es evidente que preferirá llevarse otra cosa.

 

He comido el chocolate antes-, dice sin gracia mientras que desconfiado inspecciona las piezas nuevas que le ofrece esta vez Valeskya. ―De menor menos me gustaban los chocolates rellenos de melaza, eran los mejores, después de los panecillos de vainilla y crema claro-, finalmente pareció decidirse por el chocolate en forma ovalada, lo tomó cuidadosamente y lo olfateó antes de continuar con su inusual relato. ―Un día solo desperté y no soportaba más el azúcar-, sonrió apenas lo suficiente para parecer sincero, aun así las cicatrices de la última luna llena se remueven incómodamente sobre su rostro. ―Pero ya se lo he dicho, busca algo que no sea para mí-, no se animó al final a morder la pieza.

 

Afortunadamente para él, a quien lo le gusta mucho hablar de sus días de infancia, Valeskya vuelve a contarle algo más sobre el tema de la mansión de los Granger, lo que ella le cuenta no son precisamente buenas o mejores noticias de la última vez que visito el hogar de ellos, pero al menos tampoco son tan terribles como el que alguien quisiera aprovecharse del desafortunado incidente en la mansión para hacer leña del árbol caído. Garry se imaginó entonces que quizá podría ser algo más engorroso para Valeskya todo lo que estaba pasando si, además de todo, no sabe del paradero de los otros Granger.

 

Ya veo. Si necesita ayuda para las reparaciones de la mansión tal vez le pueda ayudar, he aprendido un par de encantamientos para habitaciones secretas-, intentó de nuevo una sonrisa. ―Aunque quien sabe, si el daño es tan malo quizá lo conveniente sería buscar un lugar diferente donde levantar cimientos-, supone que tal vez esa no es una opción para ellos, quizá antes prefieran levantar solo una edificación sencilla antes de abandonar esas tierras.

 

Garry se movió del mostrador un poco más allá, mientras la conversación continua él sigue buscando algo que pueda llevarse de la tienda, pero entre tanta variedad en realidad era cada vez más difícil escoger.

 

¿El chocolate?-, volvió su atención a la Granger que lo sigue por detrás de los estantes, ¿es su imaginación o es que parece haber algo de diversión en el rostro de ella? Él no entendería por qué. ―Sí, claro que el chocolate, uhm, pues si es para alguien más, aunque no sé si es un regalo-, pareció que pensaba en eso por primera vez en todo este tiempo. ―Yo tengo una cita, creo-, no se mostraba realmente como alguien ha terminado de entender la veracidad de esa oración. ―Y bueno Miss H decía que para que una cita salga bien siempre es bueno llevar un presente dulce-, soltó, satisfecho aparentemente con la recolección de información que tiene hasta ahora sobre actividades sociales. ―Aunque creo que puedo ser honesto con usted, yo no estoy seguro de querer participar en algo como eso-, le aseguró con neutralidad. ―¿Qué hay de esos dulces con frutos secos? ¿hay algo de eso aquí?

 

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Fingió no prestar mucha atención a las palabras de Ollivander con respecto a la historia de cómo no llegó a tolerar el azúcar de un día para otro. De igual forma, sabía hasta que había llegado el momento de no seguir insistiendo con la historia, incluso llegó a creer que quizás había logrado que Garry se sintiera incómodo y por esa razón había preferido fingir que estaba buscando algo inexistente entre las estanterías de cristal que estaban frente a ella. Era una forma de evitar que un potencial [?] cliente, pudiera marcharse.


- Te agradezco por ofrecer ayuda para reparar la mansión, la verdad es que prefiero esperar a una decisión unánime acerca de lo que haremos como familia, ya sabes, unión, lealtad y todo eso…- La verdad es que ni siquiera había sido un tema de discusión reciente, ya que cada quien había tomado su camino y todos parecían tener poco tiempo para esas cosas. - Debes saber que las tiendas de campaña pueden resultar bastante útiles en momentos difíciles.- Añadió distraídamente.


¿Cómo podía haberlo olvidado? Si al final se habían encontrado en San Valentín y se habían escabullido en unas tiendas bastante similares. La comodidad era suficiente como para no quejarse durante meses sobre el tener que vivir en un lugar improvisado. La ojivioleta no pudo evitar suspirar al pensar en qué sería de todos ellos próximamente; había una posibilidad de mudarse, pero definitivamente ese no era el momento adecuado, no había recursos suficientes.


- ¿Sabes? A veces olvido que la magia puede solucionarnos muchas cosas. Es la costumbre de vivir mucho tiempo entre muggles y regresar a depender de la magia, no es tan sencillo, al menos para mí.- La bruja tenía una pequeña charola en la mano, mientras que con la varita en la otra mano, hacía una selección de diversos chocolates, los cuales iban flotando hasta depositarse suavemente en la pequeña pieza de plata. - Además, se aproximan tiempos difíciles… quizás necesitaremos tener un refugio sólido pronto. Ya sé que te dije que te agradecía la ayuda que ofreces, aunque… -


Dejó la frase en el aire, era como si la Granger estuviera teniendo una revolución de ideas y estuviera divagando acerca de lo que debía hacer, todo en voz alta. Distraídamente fue acomodando las piezas de chocolate, de diferentes presentaciones y las colocaba en una pequeña canasta; con un movimiento de su varita, hizo aparecer unas pequeñas flores a manera de decoración y unas piezas de papel dorado comestible que quedaban esparcidas en cada pieza de chocolate. Si se trataba de una cita, al menos debía esforzarse, ya que Ollivander parecía estar extraviado en esas cosas.


- Todo en este lugar tiene chocolate, nada de frutos secos ni cosas de esas.- Pronunció al tiempo en que le colocaba la pequeña canasta en las manos del mago. - Así que… creo que con esto será suficiente para darle una buena impresión a la persona con la que vas a salir. ¡No lo agites! – Lo reprendió sin razón aparente. - Unas flores creo que tampoco estarían de más… si es que quieres causar una mayor impresión.- Dijo bruscamente.


¿Por qué de repente se sentía molesta? No tenía que preguntárselo, ella lo sabía bastante bien: no pudo evitar pensar en él. Sentía esa clásica opresión en el pecho, pero que no le ocasionaba dolor, más bien era un sentimiento parecido a la venganza o el odio [?]. Ollivander no tenía la culpa, obviamente, así que trató de componer un poco la actitud que había tenido.


- Si no estás convencido de tener una cita… no sé ¿por qué lo haces entonces? – Preguntó con cautela. - A menos que, no sé, trataras de infiltrarte en algún lado y quisieras deshacerte de alguien… Si fuera mi caso, yo creo que intentaría inyectar veneno en uno de los chocolates… sería como el crimen perfecto. Aunque claro, estamos hablando de un caso hipotético. – Murmuró distraídamente.


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Sonrió largamente, con la mirada entretenida en el modo en el que Valeskya ordena un grupo de chocolates y aparentemente atento a lo que ella dice.

 

Entiendo. Una tienda hechizada puede ser cómoda, es verdad-, en su mente aun juegan las palabras de ella sobre lo que ha dicho de vivir entre no mágicos, el pensamiento se le revuelve confusamente en la cabeza, como si no consiguiera darle sentido y, aunque él paso gran parte del tiempo en el limbo entre un mundo y otro (incapaz de hacer magia, pero viviendo rodeado de ella), no se ve a sí mismo de pronto viviendo entre ellos, ¿cómo podría alguien que ha usado siempre magia acostumbrarse a ya no usarla más? Un tema interesante. ―Pero difícilmente se convierte en un lugar seguro-, se mostró tranquilo a pesar de que su cabeza sigue siendo un enjambre de ideas. ―Usted ya lo ha dicho, los tiempos están cambiando.

 

Se removió un poco incómodo después de eso, aflojó solo un poco el nudo de la corbata que lleva puesta, no está acostumbrado a vestir tan demasiado formal, pero hoy parece haber determinado a hacer más de una cosa fuera de su zona de confort.

 

Bueno si cambia de opinión; la oferta continuará en pie. Le aseguro que ese encantamiento ocultamuros le será muy útil-, por un breve momento sus ojos pálidos brillaron con júbilo. ―Me gustaría agregar también que debe saber que las puertas de la casa en la heredad estarán siempre abiertas para Grangers-, sospecha que esa oferta será aun mayormente rechazada, aun así debe asegurarse de que sea una opción para Valeskya u otro amigo de la familia cuando lo necesite. Después de todo, no le preocupa tener inquilinos permanentes a sabiendas de que, al parecer, nadie es capaz de quedarse ahí por mucho tiempo después de la muerte del viejo Gera.

 

Pareció desilusionado tras escuchar la declaración de la bruja sobre los chocolates que están dispuestos para la venta, ¿qué no los frutos con chocolate también eran buenos? Tks, pero ¿cómo podría él saberlo si ni siquiera se ha de animar a comer de una de las muestras que la Granger le ha ofrecido.

 

Ya, ya, lo tengo-, replicó tras regaño de ella, tampoco era para tanto, toda esa decoración parecía firme sobre los chocolates, no es como si fuera él alguien tan descuidado, aun con esas manos que parecen temblar permanentemente. ― ¿Flores y chocolates?-, masculló como si intentará entenderlo o grabárselo en la mente. ―Bueno no quiero dar una graan impresión tampoco, solo… parecer…convencido-, apartó finalmente la vista del chocolate envuelto que Valeskya le ha preparado. ―No creo que funcione una segunda cita tampoco. No me mal entienda, ella es una mujer encantadora, pero…-, no se atrevió a terminar la oración y volvió a bajar la mirada al presente preparado.

 

Creo que esto será suficiente-, asintió con aire de satisfacción, aunque su rostro sigue flemático como de costumbre y soltó luego un gran suspiró antes de continuar. ―Ahm, y sabe, yo no sé si usaría veneno para deshacerme de alguien-, entornó la mirada por un momento. ―No, solo así no-, era un gesto de estar intentando recordar algo. ―He leído en algún lado que los muggles suelen enseñar a sus niños sobre anatomía y morfología de una rana o sapo como paso previo a la comprensión de la anatomía humana a través de la disección. Lo particular está en que suelen usar anfibios primeramente vivos para su práctica-, esta vez la sonrisa fue extraña, observa a Valeskya pero al mismo tiempo parece ausente, vacío. ―Es curioso ¿no cree? ¿por qué lo hacen así?-, se escuchaba genuinamente intrigado. ―Hipotéticamente, creo que los chocolates solo dejarían inconsciente temporalmente a quien lo consumiera.

 

El viejo reloj de muñeca sonó con un espantoso chirrido, Garry se apuró a apagarlo antes de que continuara molestando los oídos de cualquiera. Después se disculpó con Valeskya y le explicó que es una pieza vieja, algo que se ha roto durante su periodo trabajando para el control de comercio universal, pero que aún sirve para dar la hora, sin embargo, quizá sea tiempo de cambiarlo por otro.

 

Envuélva también para llevar aparte uno de esos chocolates blancos, Valeskya, de esos que a usted le gustan, quizá me anime a comerlo un día de estos, ah y dígame por favor cuanto será por todo.

 

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  • 4 meses más tarde...

Había llegado aquella época del año en que uno debía tener detalles con sus clientes habituales y demás colaboradores. Y unos chocolates y sus derivados serían el regalo ideal. Claro que las personas solían regalarlos antes de las fiestas y no después de estas cuando muchos humanos se disponían a hacer dietas, pero aquella falta de diligencia tenía su lado divertida. Si miraban los chocolates con cierta pena y recelo, los maleducados eran ellos, yo simplemente estaba teniendo detalles para con ellos. Aquella idea fue la que me hizo sonreír con cierta malicia.

 

Quizás la propietaria, Valeskya Granger, quienes en sus horas de trabajo era pura solemnidad y buenas intenciones, no aprobara mis dobles intenciones, por más de que le dijera una y mil veces que el retardo no fue provocado con el afán de jugar una broma sino por obligaciones de toda clase y pelo. Ella misma como propietaria debería entenderme, con el cierre del año también caía sobre nosotros el cierre fiscal, y era cuando el ministerio exigía toda la documentación sobre las cuentas y demás aspectos tributarios, tal como lo hacían los muggles. Claro que para nosotros, sería mucho más cómodo tener un negocio en el mundo muggle, un Obliviate nos ahorraría fortunas.

 

Aquella y otras tácticas de evasión tampoco serían muy del agrado de Valeskya, podría apostarlo, pero salvo que ella tuviera algo más interesante que contarme, me daba cierta curiosidad sus finanzas, quizás me permitiera inmiscuirme. Miré el reloj y aceleré el paso un poco más, la nieve caía y mojaba la gabardina color beige al derretirse, aquel día usaba un traje color chocolate, no a propósito, no había pensado en ir al local aquella tarde, una camisa naranja pastel, una corbata negra y para caminar por las serpenteantes calles del Callejón Diagon unas botas de punta fina, también marrones.

 

A unos metros de la mejor chocolatería que conocía, grandes y niños se apiñonaban contra el escaparate, y un par de personas salieron de allí con paquetes prolijos. Aquella época era ideal para algo dulce y contundente, y yo tenía certeza de que la ojivioleta de cabello azabache tendría algo para cada persona y de no tenerlo, lo crearía a la brevedad. Me detuve un momento a admirar la decoración festiva que invitaba no solo a pararse allí, sino a entrar. Un enorme recipiente de porcelana humeaba y de él se servía un espeso chocolate en tasas que se movían una a una con paciencia. Era un incentivo y una añoranza a la calidez familiar.

 

-¿Hola? -Saludé, dando un vistazo en general. Esperaba que mi hermana reconociera mi voz y me atendiera a la brevedad. De mientras vagué por allí considerando que llevar, aunque quizás ella pudiera ofrecerme algo mejor.

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Valeskya suspiró. No sabía exactamente el motivo por el cual continuaba ahí, sin embargo, con el pasar del tiempo, aún continuaba aferrándose a los negocios, a pesar que cada uno de los miembros de la familia Granger poco a poco iban tomando caminos diferentes; ella no los culpaba, al contrario, le alegraba que todos fueran encontrando su destino. Pero ella no sabía qué hacer ¿seguir ahí o marcharse? Sin duda los recuerdos eran lo que la mantenían allí, esperando que algo o alguien volvieran a su vida y que le dieran un motivo para seguir.


Sabía lo difícil que podía ser todo aquello, las cosas no habían cambiado mucho para la joven de cabellera negra en los últimos meses. Volvió a la realidad, sacudiendo un poco la cabeza para quitarse esos pensamientos que a veces lograban entristecerla, como cuando todo estaba tranquilo y todos esos recuerdos se ponían de acuerdo para aparecer de golpe para decirle que aún seguía sola. No podía negar que echaba de menos la buena compañía, no pensaba en tener pareja, solo buscaba a alguien con quién poder compartir sus pensamientos.


“Tal vez es el clima”, dijo una voz en su interior mientras su mirada se perdía en la enorme ventana de la chocolatería. Había nieve, la cual combinaba a la perfección con la decoración que su elfina se había encargado en hacer, lo que le daba un aspecto festivo en comparación de otros negocios. Agradecía mucho que su elfina siempre estuviera al pendiente de todo lo que tenían que hacer, se imaginaba lo cansado que podría ser para una criatura tan pequeña como ella y sin embargo, nunca daba muestras de lo contrario. Los pasos de la Granger la guiaron hasta el área de la cocina, la cual tenía un penetrante aroma a dulce.


Ese día había llevado el cabello recogido en una trenza, unos jeans oscuros y suéter en color rosa. Sus manos parecían más pálidas de lo habitual, sin contar que evitaba hacer contacto con otras personas, como saludarlas con la mano; para ese caso tenía unos guantes listos para tal eventualidad. Escuchó una voz familiar, la de su hermano, quien parecía ir husmeando por ahí, como habitualmente lo hacía ¿Esperaba encontrarse con Li Xue, así como la última vez? Sería muy cruel preguntárselo directamente.


- Bienvenido – Dijo con un tono de voz que parecía demostrar lo contrario. - Es extraño verte, pero agradable de ver un rostro conocido otra vez. ¿Cómo has estado? – Su mirada violácea seguía los pasos de Joaquín, mientras ella permanecía cerca de la entrada, casi inmóvil.


- Tengo algo nuevo que quizás podría interesarte. – Exclamó con algo de entusiasmo y apresuró sus pasos hasta llegar hasta la estantería. Sacó una caja plateada y la destapó cuidadosamente. En su interior contenía un arreglo de flores, todas hechas con chocolate blanco. Salvo por el color, incluso parecían ser reales; tenían un hechizo que hacía que sus pétalos se cerraran y florecieran lentamente. Era un efecto óptico muy bonito.


- Es solo una muestra, el diseño puede cambiar de acuerdo a lo que busques… podría ayudarte con ideas y todo. – El dulce aroma del chocolate caliente hizo que el ambiente se tornara aún más cálido. – En lo que decides o te ayudo a decidir, te invito a probar el nuevo chocolate sueco que acaba de llegar. Y así podemos platicar cómo es que fue que pasaste las navidades.-


Se arrepintió casi de inmediato de lo que acababa de decir, porque eso abriría la conversación a que él le preguntara lo mismo y la realidad es que no quería hablar de ello. Decir que estuvo sola en navidad podía prestarse a burlas por parte de él, cosa que le daba igual, pero simplemente se negaba a poner a prueba su humor volátil ese día.

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No sabia aun que intenciones tenia mi padre al regresarme a Inglaterra, supuestamente con este asunto de la guerra magica habiamos retirado nuestras posesiones de Londres y Ottery y ya veia mi futuro magico el Durmstrang o Beauxbatons. Si, no seria Hogwarts donde habia pasado mis primeros cuatro años de estudio, pero no estarian mal. Mientras pudiese tener acceso a la biblioteca, ha realizar mis posiones sin impedimento y a meditar sobre conveniencia politica de la convicencia con los muggles yo estaba servido. Claro, Beauxbatons daba el bonus de chicas hermosas.

 

Pero aqui estaba, de nuevo hacia Hogwarts. Mi padre no me dio muchos detalles pero suponia, al ser el heredero, de seguro tendria el ojo de alguien encima mio. Y esto me molestaba algo, ya era bastante mayor para tener niñera. Respire profundo de sali de la tienda donde habia actualizado los libros de este nuevo curso y me dirigi hacia unos de los lugares que mas me gustaban de Diagon, el "Chocolate Paradise". Nada como un chocolate para animar el dia y calentar el estomago. Sujete la mochila que llevaba y abri la puerta solo para entrar y dirigirme a los estantes para mirar y se desde ya se me hizo la boca agua.

 

-mmm esto de ahi se ve bien. -señale el pastel mientras me frotaba las manos. Me gire para dirigirme al dependiente en la barra ya con una idea mejor formada en mi mente. -Un pastel de 4 chocolates por favor. -justo terminaba cuando la puerta se abrio dejando paso a una chica.

 

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El clima en Inglaterra no mejoraba, la rubia había salido de la heredad sólo para ir al callejón Diagon a comprar una libro de pociones nuevo, su madre se lo había recomendado, ya que su trabajo como sanadora le suplicaba obtener más conocimiento en ello, probablemente en cuanto fuera a inscribirse para los cursos de conocimientos eligiria ese, aunque como siempre el que ella más anhelaba era maldiciones.

 

Después de ir a la librería, se dirigió al lugar en dónde vendían chocolate en todas sus presentaciones, a la rubia le encantaba, así que distraídamente comenzó a leer su libro nuevo mientras caminaba a aquél lugar, al llegar no desvió la mirada de la lectura ni siquiera para abrir la puerta, en el lugar había ge, pero ella fue esquivando las mesas hasta llegar a la barra y aún con los ojos en el libro ordenó: -Quisiera un chocolate caliente con crema batida arriba y chispas de chocolate, por favor.

 

Por fin levantó la mirada, guardó su libro en su bolso y sus ojos azul pálido observaban al chico de junto que había pedido una rebanada de pastel -Haz hecho una buena elección, el pastel de cuatro chocolates es delicioso...

 

Sonrió ante la perplejidad del muchacho, al que nunca había visto, Hannity no era del todo sociable, pero no se le escapaba el hecho de que tenía una memoria fotográfica muy buena y justamente, aquél rostro, no lo había visto antes por allí. -Hola, mi nombre es Hannity Ollivander, eres nuevo por aquí ¿Verdad?

 

 

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No repare mucho en la chica que habia entrado, y no es que no considerase que fuese digna de mirar, para nada. Basicamente el asunto era que no sabia como exactamente interactuar con una chica que evidentemente era mayor que yo. Eso me enrojecio un pooco las orejas pero fui salvado por la llegada de mi encargo. Justo a tiempo, ahora iria a una mesa y me daria una buena probada del pastel. Sonrei sosteniendo el pastel cuando la chica ordeno su pedido, como todo lo que fuese chocolate seria sin duda delicioso, claro ya que estaba frente a mi mire por un momento a la chica y pude ver la portada del libro que lei. Pociones, nada mal. Y esto hubiese sido todo, porque ya me marchaba cuando un comentario suyo me detuvo.

 

-Este..si lo se. -me acaricie el cabello ante lo nervioso que estaba- Usted tambien. -claro mi referencia no iba al pedido de chocolate sino al libro que leia. Algo que lme asegure en indicarle con la mano.

 

Estaba perplejo, en el colegio conversar con amistades era bastante facil, pero romper el hielo con una desconocida, pues me costaba un monton. Respire profundo, pero mejor calamarme y parecer lo mas seguro que podia. Ese era el truco no??. A todas estas la chica evidentemente se dio cuenta que no era habitual por esos lares y ya comenzaba una conversacion formal.

 

-Ohh disculpa, Blaise Zabini- dije apresuradamente ante su saludo- y si, soy relativamente nuevo por aqui. -Mostre la bufanda que llevaba en el cuello con los colores de Slyterin.-Aun estudio y mi familia no es muy apta a salir y socializar, supongo que sera por eso.

 

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El muchacho parecía nervioso, a lo que Hannity sonrió, ella no le estaba coqueteando, él era, por lo menos unos tres o cuatro años menor que ella, puesto que por el nerviosismo del chico y lo que había dicho acerca de que aún estudiaba, la rubia le calculaba entre los catorce o quince años.

 

-¡Oh! También eres Slitherin- la rubia sonrió aún más enseñando un brazalete que tenía forma de serpiente alrededor de su muñeca, era de oro y con un pequeño dije del escudo de su casa en Hogwarts, en ese momento recordó que había leído aquél apellido en algún lugar... - Zabini... Zabini... estoy segura que he leído tu apellido en algún lado, pero no lo recuerdo... No lo tomes a mal,- dijo mirando al chico y bebiendo su primer sorbo de chocolate caliente con una pajilla -he leído muchos libros, mágicos como muggles y estoy segura que tu apellido lo he visto en alguno.

 

Para liberar la tensión que probablemente causó (o eso creía ella) cambio de tema -Yo tiene poco más de un año que salí del colegio ¿Que asignatura te gusta más?

 

 

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Si, tambien era Slyterin. Asi que asenti con la cabeza regresado la bufanda a su erroque en el cuello. Mire un momento un espejo y me di cuenta de lo ridicula que era la escena, ya que teniamos una conversacion ahi, de pie, cuando habia multiples mesas vacias. Iba a proponer que tomaramos asiento cuando se cayo en lo de mi apellido. Si, no era de los muy populares despues de los sucesos del Voldemort y Hogwarts. Claro ninguno de mis familiares directos habia tenido nada que ver con eso, de hecho de los Zabini de ese evento eramos primos segundos, debido a que un hermano de mi padre habia contraido nupcias con la "viuda negra".

 

-Si, los Zabini no tenemos una situacion privilegiada en la historia magica mas contemporanea. En su momento se apoyo a Voldemort y su sistema, aunque no hasta el final.- dije sonreiendo ciertamente apenado, en este mundo como en cualquier otro muchas veces se juzgaba por las apariencias. -Por cierto, podemos sentarnos..ya el pastel me pesa en la mano.

 

Y sin mas le indique con educacion una de las mesas mas cercanas, en la cual puse el pastel palmenado las manos para limpiar alguna migaja indiscreta. Ahora que la miraba con detenimiento si me parecia haberla visto en algun momento en el colegio, pero al ser de los primeros años evidentemente puede que pareciese insignificante para los de años superiores. Ademas no es que saliese mucho a la Sala Comun, preferia centrarme en los libros.

 

-Asignatura? -medite un poco antes de mi respuesta, habia varias discuplinas que me gustaban pero no por nada le habia mencionado lo del libro. - Aunque me gusta Encantamientos y Herbologia la que mas me fascina es Pociones.

 

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