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⋆ Chocolate Paradise ⋆ (MM B: 112207)


Valeskya Granger
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—Bueno siempre hay que saber cambiar de opinión— comentó por lo de la cuenta, es cierto que ella en el fondo quería que la invitará como un buen caballero, pero si decidían compartir la cuenta tampoco se negaba, no se conocían de nada, pero había algo en el que la hacía querer quedarse todo el dla a platicar con el.

 

—¿Verdad o reto? Bueno nunca eh jugado eso con nadie. Así que vas a tener que explicarme— tan pronto como ella pedía la explicación el ya estaba dandosela, y ¿Qué pasaba si ella pedía reto? ¿El la haría comer chocolate hasta vomitar? La imagen mental que se proyectó así misma fue muy cómica que no pudo evitar reír. Esperaba que no le pareciera muy loca a David, y si si, solamente se iría y ya.

 

—Está bien, vamos a jugar. Aunque no soy muy interesante Qué digamos, pero puede ser una buena manera de conocernos, y que pasa con los retos si alguien escoge reto ¿que tipo de reto se puede poner?— preguntó obviamente para estar sintonizados bajo la misma línea — Si claro, el café suena excelente o quizá un té, nunca eh sido muy amante del cafe— dicho aquello ya estaba un elfo parado justo a un lado de nuestra mesa y tomó nuestra orden, para que unos minutos después nuestras bebidas estuvieran frente a nosotros y más chocolates llenaban los platitos de la mesa. Había unos Brownies que le estaban haciendo ojitos desde hace rato, así que agarró uno y le dio una mordida llenando su mejilla de chocolate sin darse cuenta, la bebida que pidió fue un té chai, con leche para contrarrestar lo dulce del chocolate y que no se empalagara tan rápido.

 

—Entonces, ¿iniciamos con las preguntas?— comentó con una sonrisa y el le dio una seña para que ella pudiera comenzar —Así que ¿Verdad o reto?—

 

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Había hecho una buena pregunta. La repitió en su cabeza varias veces, ¿qué tipo de retos podían ponerse? No lo había pensado hasta que ella lo mencionó. Se rascó la barbilla mientras pensaba la respuesta que iba a darle. Era difícil pensar con la boca sabiendo al rico chocolate que estaban comiendo, ese dulce manjar hacía que uno se despistase fácilmente.

 

Quería hacer un juego divertido y para que fuese realmente entretenido solamente podía haber una limitación.

 

¡Todo! Todo se puede poner. Por eso se llama reto. —contestó con una amable sonrisa. ¿Por qué limitar las cosas? Por si acaso, quería aclarar algo. No fuese a ser que todo se saliese de un control coherente... —Siempre y cuando el reto no nos haga ir presos a una prisión mágica, por supuesto... —añadió riéndose levemente, no creía que fuese necesario aclararlo pero por si acaso lo hacía.

 

El ex estudiante de Gryffindor siempre había sido una persona que se había metido en líos y en problemas, que había incumplido alguna que otra norma más veces de lo que le gustaría admitir pero nunca había hecho nada lo suficientemente grave como para ser detenido y llevado a una prisión. Y lo cierto es que nunca pensaba hacerlo. La mayoría de los actos que llevaban a prisión tenían que ver con las Artes Oscuras y él no las practicaba, luchaba contra ellas.

 

La bebida que el joven pidió fue un simple vaso de leche, algo sencillo pero que le gustaba y que creía que iba perfecto con el chocolate. No pudo evitar reír al ver que su acompañante se manchaba la mejilla pero no le diría nada por el momento, aún con la mancha de chocolate en la mejilla se seguía viendo adorable.

 

Pues... reto. Sí, voy a empezar con reto.

 

Dijo con valor. Ya que había sido él quien había propuesto el juego qué mejor que ser el que iniciara con lo que era más complicado: los retos. Algunas preguntas podían ser incómodas, pero dado que ella no conocía nada acerca de su vida ninguna pregunta le comprometería, por lo que eso lo iba a dejar para después. Primero tenía ganas de demostrar lo valiente que era.

 

¡Espera! ¿Tú quieres poner algún límite a los retos? —preguntó por pura caballerosidad. A él le daba exactamente igual lo que fuese siempre y cuando no fuese ilegal, pero claro, ella podía tener unas limitaciones más amplias y no le importaba jugar con otras reglas.

 

Una vez que contestó tocaba que le pusiese el reto, pero antes...

 

Puedes ponérmelo difícil, puedo con todo. —una buena dosis de seguridad en sí mismo nunca sobraba.

 

 

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Sonrió de oreja a oreja, con que entonces se valían toda clase de retos, bueno eso era sencillamente interesante. Mientras tomaba uno de los tragos del té que le había llevado el elfo casi se atraganta cuando escuchó que no valían nada que los metiera en prisión. Por mucho que le encantara quebrantar la ley y no Temia en nada utilizar las artes oscuras. En un juego no seria tan divertido ser llevada a la prisión mágica y menos porque aún no conocía la naturaleza de su acompañante, se veía lindo y rudo, pero la mayor parte de la gente prefería ser correcta en cuanto a las cosas legales.

 

Muy bien, nada ilegal. Seremos buenos ciudadanos jugando retos ridículos y vergonzosos nada más— eso quitaba un poco la diversión, pero no se lo diría abiertamente a David —¿Porque querría poner más limites? Eso quitaría la poca diversión que nos queda— le guiño un ojo y tomo un chocolate más de los que había en la bandeja.

 

Mientras saboreaba el chocolate que se hecho a la boca, pensaba en algún reto lo suficientemente divertido y vergonzoso para empezar, había que iniciar de una manera muy buena, sino todo se tornaría aburrido y con la lluvia que había afuera sus opciones eran limitadas o ¿Quizá no?

 

Bueno, creo que ya lo pensé mucho así que diré lo primero que se me vino a la mente, te reto a que salgas a la lluvia y grites fuertemente lo primero que se te venga a la mente— no es complicado, pero simplemente muchos lo verán y dirán. "Que loco se va a enfermar".

 

Es uno ligero para entrar en calor— sonrio mirandolo y añadió mordiéndose el labio —pero sin camisa— lo miro de pies a cabeza y vaya que moría por ver que era lo que había debajo de tanta ropa, aunque solo se limitaría a la camisa por lo pronto.

 

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  • 4 semanas más tarde...

¿No te gustan los límites? —preguntó con curiosidad.

 

Nadie quería empezar la tarde comiendo chocolate y acabarla encerrado en una prisión, pero el riesgo siempre resultaba interesante. Si como le estaba dando la impresión ella prefería que hubiese los menos límites posibles tenía una nueva propuesta para hacerle y para conseguir que el juego aumentase aún más en diversión, si cabe.

 

Mira, sin normas. Se puede cualquier cosa. —comentó con una sonrisa. Imaginaba que ella tampoco sería capaz de pedirle nada que fuese realmente imposible, ¿o sí? No la conocía lo suficiente como para saberlo. Pero, en caso de que aceptase y le pareciese mejor un juego sin ningún límite, había que hacer antes un trato para evitarse problemas futuro. —Pero... si uno acaba preso, el otro tiene que hacer un plan para sacarle de allí, ¿sí? —finalizó riendo. Le parecía poco probable que algo así pudiese suceder, pero tampoco descartaba nada.

 

Escuchó con atención e interés aquello que le retaría a hacer. Tenía ganas de descubrirlo.

 

Interesante. —hizo una breve pausa pensativo. Podía aprovechar ese momento para hacer que ella le conociese un poco más con datos de su personalidad que seguramente desconocía. —No me resultará difícil. Debo admitir que me encanta ser el centro de atención, además tengo la suficiente seguridad en mí mismo como para que no me importe si me ven y piensan que soy un loco. —aquello podría resultar muy fácil.

 

Debía reconocer que lo más difícil del reto era que podía acabar enfermándose si pasaba mucho tiempo bajo el agua, pero no era nada que un caldo caliente y una poción solucionasen en cuestión de minutos. Se puso en pie para ir preparándose, pero se quedó parado cuando escuchó la última petición para el reto.

 

¿Cómo has dicho? ¿Sin camisa? —cuestionó asegurándose de que había oído bien. Todo aquello le parecía demasiado inesperado. Evidentemente no iba a negarse a aceptar tal reto, pero tenía una condición para hacerlo. Se acercó a ella y pasó uno de sus dedos por la mejilla de la mujer, por aquella mejilla que anteriormente se había manchado. Le limpió la mejilla con el dedo y posteriormente se lo llevó a la boca mientras le guiñaba un ojo. —Mmm, tu mejilla le ha dado un sabor interesante al chocolate.

 

Comenzó a caminar en dirección a la puerta, pero antes de continuar giró su cuello para mirarla.

 

Lo hago... pero tú tienes que acompañarme para comprobar que lo hago correctamente y, por supuesto, necesitaré ayuda para quitarme la camisa. ¿Te atreves? —preguntó retándola. Era obvio que no necesitaría ayuda, pero si aceptaba acompañarle todo sería mucho mejor. —Y... por favor, agarra algo de chocolate. Lo necesitaremos para el reto que tengo pensado para ti. —¿Y si ella elegía verdad? No importaba. Tarde o temprano acabaría escogiendo el reto y la idea que tenía para ella no se le olvidaría.

 

@

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  • 2 semanas más tarde...

-No es que no me gusten los límites, es solo que...- se puso a pensar en lo que iba a decir y que no saliera algo que no debería -le quitan la diversión a tantas cosas- comento con una sonrisa pícara y cuando escuchó lo de la cárcel no pudo evitar que un plan malévolo se le formara en la mente, de ella matando a un par de guardias y sacándolo a mitad de la noche de alguna prisión muggle. Aunque si era mágica iba a ser más complicado pero no imposible.

 

-Muy bien. Te prometo que si terminas en la cárcel te sacaré de ahí, a menos que terminemos los dos juntos ahí si tendríamos que recurrir a medidas extraodinarias- le guiño un ojo y escucho atentamente lo que decía sobre su reto, no era una sorpresa que un hombre como el no tuviera miedo a hacer el ridículo y lo único que ella pensaba era en que había debajo de aquella camisa, tragó saliva ante la imagen mental y cuando el agregó que ella se la quitara y llevara más chocolate, no sabía si había escuchado bien.

 

-¿Perdón? ¿Disculpa? ¿Quitarte la camisa yo? Bueno creo que una mujer tiene que hacer algunos sacrificios para jugar a verdad o reto ¿cierto?- agarro más de los chocolates que les habían dejado en la mesa y lo acompañó a afuera, ninguno de los dos traía su chaqueta. Por lo que empezaron a tirar por el frío que había afuera, aunque ella suponía que después de la camisa, el frío sería el menor de sus preocupaciones.

 

-Bueno ya estamos aquí afuera, así que te toca hacer tu parte niño bonito- comentó la bruja con otra sonrisa, y le dio una mordida a uno de los chocolates, invitándolo a empezar y que le dijera cuando ella podía quitarle la camisa.

 

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  • 11 meses más tarde...

- Creo que es hora, Breena… - Murmuró la Granger mientras se encontraba en la entrada de lo que era el negocio de chocolatería y cafetería.  - ¿Cuántas veces lo he dicho? Que me quedaré y al final termino largándome como siempre JAJAJA – Soltó una risotada mientras su elfina doméstica la observaba, entre divertida y asustada, por la risa de la bruja.

 

- P-p-ero siempre vuelve. – Exclamó la elfina con cierto temor. – Puedo limpiar y todo quedaría como nuevo.-

 

- Por supuesto, solo hay que limpiar, pero ¿Valdrá la pena que este lugar continúe abierto al público? – La joven dejó la pregunta al aire mientras abría la puerta principal.

 

Lo cierto era que el lugar no lucía tan descuidado como podría haber imaginado. Miró y un gesto de agradecimiento apareció brevemente por el rostro de Valeskya; su elfina la conocía tan bien, sabía que al final ella siempre volvía y trataba de que todo estuviera con el mayor orden posible, cosa que valoraba infinitamente, pero pocas veces tenía la oportunidad o el carácter como para expresarlo en voz alta. “Gracias” Pensó, al tiempo que deseaba con todas sus fuerzas que la elfina pudiera leer su mente y así lo supiera.

 

La ojivioleta sacó su varita y comenzó a apuntar en distintas direcciones: unas escobas aparecieron y comenzaron a barrer solas, unos plumeros a sacudir. Aunque no tan concurrido como antes, parecía que de vez en cuando aparecía gente a comprar y a disfrutar del chocolate que vendía ahí. Supuso que, aunque el polvo continuaba allí, no estaba acumulados en la medida del tiempo en el que ella se había ido. “Un par de días, si acaso” pensó, mientras pasaba la mano por el escaparate y veía que la acumulación era mínima.

 

- ¿Crees que muera si...? – Valeskya dejó la frase en el aire mientras tomaba una trufa del mostrador, no sin antes ver que las muestras estaban solo dentro de los exhibidores y no para que alguien pudiera tomarlos… o que se llenaran de polvo. – Al menos no está caducado – Rió.

 

Estaba de un inusual buen humor ese día, a pesar de que el clima invernal parecía no dar tregua. Miró hacia afuera, la nieve continuaba cayendo, aunque no tan fuerte como para impedir que la gente continuara deambulando en el callejón, realizando sus compras de fin de año, todos debidamente abrigados. Inconscientemente, la bruja cruzó los brazos, ya que la temperatura no causaba gran efecto en ella.

 

Llevaba puesto una blusa de cuello alto, en color blanco y un pantalón negro, con botas altas del mismo color; aparte llevaba su negra cabellera recogida en una coleta, lo cual no era algo tan usual en ella. Comenzó a caminar en dirección a la cafetería, tratando de ajustar las cosas para que volvieran a ponerse en movimiento.

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Había pasado mucho tiempo desde que Tazz no se paseaba por las calles de el Callejón Diagon. La verdad es que no solía frecuentar esos sitios desde que se había graduado en Hogwarts, iba muy a menudo con sus compañeros de clases a tomar algo después de una semana dura de clases. Aquellos eran buenos tiempos… momentos que solo viven en el recuerdo y en la memoria de quienes recuerdan. ¿Nostalgia? ¿A que se debía aquella morralla de recuerdos pasados …? No sabía muy bien lo que sucedía ni porque le pasaban esas cosas por la cabeza. 

Sacudió su cabeza levemente para despejarse de aquellos pensamientos. El cielo acompañaba esa extraña sensación de añoranza que experimentaba, estaba gris y era el atardecer. Pequeñas gotas de agua caían de tanto en tanto hasta el punto de mojar la negra cabellera del Malfoy, pero sin llegar a empaparlo. —No recordaba lo relajante que es caminar por las calles de Londres--  bajo el cielo que desprendía pequeñas gotas de agua, advirtiendo que en cualquier momento podía aumentar y empapar a quien sea. 

Al cabo de una hora de caminar dando vueltas y mirando los locales y sus variedades expuestas el pelinegro llegó hasta una ¿chocolatería? Una especie de lugar en donde vendían chocolate, de todo tipo, clase, ¿sabor?, y forma de hacerlo. El sitio resultaba curioso. —quizás debería entrar a ver que puedo encontrar… total, hoy es mi día libre y me puedo dar el gusto y comprarme un capricho— reflexionó mientras abría la puerta de entrada del local. Cruzó el umbral que llevaba al interior del local y quedó maravillado, era como estar en una tienda hecha a su medida… ¿Cómo es que no había venido antes a este sitio? pensó.

—Hola buenas tardes… primero que nada déjeme decirle que tiene usted la mejor de las tiendas— interrumpió a la bruja que limpiaba el local. Asumió que era la dueña puesto que limpiaba y acomodaba las cosas en su sitio, reponía mágicamente todas las vitrinas y expositores después de desempolvarlos. —Soy fan del chocolate por si mi entusiasmo no me ha delatado— añadió algo ruborizado. 

@ Valeskya Granger  😆

 

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  • 2 semanas más tarde...

El constante movimiento de cristales, la maquinaria, los instrumentos de limpieza y su elfina, mantenían a la Granger distraída. Sus pensamientos comenzaban a divagar acerca de lo que haría esa vez: quedarse en la mansión de forma definitiva y continuar con los negocios, o simplemente marcharse, como todas las veces anteriores. “Al menos tengo donde pasar el rato cómodamente” dijo la ojivioleta para sí, mientras pensaba en la tragedia ocurrida en la mansión hace tiempo y las ruinas que habían quedado.


La mirada de la bruja se dirigió rápidamente hacia la planta alta del local: ahí seguramente su cuarto permanecía intacto gracias a su elfina, o al menos eso pensaba ella. Solo de pensar en el tiempo que había pasado, le provocaba serias dudas acerca del estado en que el local pudiera permanecer. “Aunque bueno, Breena y la magia ahorran bastante el trabajo” concluyó, satisfecha al ver que poco a poco el local comenzaba a inundarse con aquel olor característico que solía embriagar tanto a magos como a muggles… si es que estos últimos tuvieran la oportunidad de acudir ahí.

 

Una voz a sus espaldas, hizo que se sobresaltara, había estado tan concentrada en sus pensamientos, que había pasado completamente de estar prestando atención a que llegara alguna persona a comprar, al menos no tan pronto, lo cual hacía toda esa situación mucho más inesperada. Una voz masculina que la había saludado y de cierta forma había halagado el local, cosa que Valeskya hizo que volteara y aunado a su buen humor, una inusual sonrisa se dibujó en su rostro. Aunque al ver al mago que estaba ahí de pie, hizo que se removiera un poco de su local, debatida entre la sorpresa y otra clase de sentimiento que aún no lograba definir, algo que hacía que sus recuerdos llegaran a ella de una forma quizás demasiado brusca.

 

- Buenas tardes. – Alcanzó a responder Valeskya, un tanto confundida. – Me alegra que encuentres algo de felicidad al entrar acá, así que puedes sentirte libre de observar y preguntar, si buscas alguna recomendación. – Mientras más observaba al mago, las dudas iban disipándose con más rapidez. – O si quieres pasar al área de cafetería, por si gustas pasar un rato tranquilo y agradable o si quieres refugiarte del frío que hace afuera. – Señaló la puerta más cercana.

 

- Aunque, antes de que tomes una decisión, me gustaría preguntar algo más. – Dijo finalmente la Granger con más seguridad y su rostro se tornaba serio. - ¿En qué momento has decidido venir a este lugar y cometer el pecado de no reconocer a una vieja amiga? – Cruzó los brazos y se mordió el labio. – Ha pasado tantos años, que dudé de que fueras tú en realidad, querido Tazz... y espero que no me vea obligada a hacer que trates de recordarme. - Finalizó
 

@ Zenin  😝

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Pese a lo que parecía, la decisión de entrar al local de venta de chocolate en todas sus variantes había sido acertada. Tazz reaccionó a las sugerencias que le hizo la persona que lo atendió nada más entrar a la chocolatería, la escuchaba, pero a la vez no, era todo muy raro y a la vez desconocido. Era una mezcla de sentimientos y emociones que estaban desconcentrando de la conversación. Su voz se le antojaba familiar, conocida y a la vez muy lejana. —Perdón… perdone señorita … pero su rostro me parece familiar— balbuceo con voz entrecortada. Entrecerró los ojos para ajustar su mirada hacia la bruja que tenía en frente. 

¿Qué estaba pasando por su cabeza? ¿Por qué ahora? Las preguntas le pasaban por su cabeza rápidamente y se desvanecían para crear más desconcierto y confusión. —Perdón nuevamente creo que no nos conocemos… o al menos no la recuerdo —siguió.

—Debería sentarme, creo que será lo mejor— finalmente con la voz mas pausada y mas tranquila finalizó su intervención. Caminó unos cuantos metros hasta llegar a una de las mesas que antes había mencionado la persona que atendía el local. —Creo que empezaré por un café … creo que lo necesito— inquirió mientras se acomodaba en la silla. Una taza de café caliente apareció delante del mago y este se aferró a ella. Necesitaba comprobar que todo lo que estaba sucediendo era real, que aun había personas de las que no se acordaba, personas que quizás una vez conoció, personas de su pasado. ¿Acaso era un vestigio de la maldición de la que se deshizo hace varios años? Una secuela quizás, algo a lo que te debía poner solución pronto. 

—¿y dice que nos conocemos desde hace mucho? — volvió a preguntar ya más sereno. Quería poner solución a lo que le estaba pasando y no sabía por donde empezar.

 

@ Valeskya Granger

 

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  • 2 semanas más tarde...

De haber podido, el rostro de la Granger se hubiera ruborizado al máximo. Una ola de vergüenza se iba apoderando de ella al tiempo que el mago decía que no la conocía. Su condición vampírica mantenía su piel tan pálida como al inicio de la conversación. ¿En verdad se había equivocado? “No seas ridícula, Valeskya” una voz en su cabeza la reprendió al tiempo que miraba estupefacta a Tazz. “¡Por supuesto que es él! ¿Quién demonios se cree? ¿Ahora va a fingir que no me conoce?” Esas y otras mil preguntas se agolpaban en su mente rápidamente, a medida que la vergüenza estaba alejándose, dando paso al enojo.

 

A pesar de que en su mente se estaba llevando a cabo un remolino de emociones, se percató de que el Malfoy parecía estar genuinamente desconcertado, lo cual solo lograba que la joven se confundiera aún más. “¿A qué viene todo esto?” Pensaba, mientras su mirada violácea seguía al mago, que parecía tener su propia lucha interna para relajarse. Vio que se sentaba en una de las mesas y pedía un café. Permaneció de pie, sin saber qué hacer: el primer impulso que tuvo, fue dejarlo ahí y largarse a seguir haciendo sus tareas habituales, pero ¿Cómo quedaría ella, siendo la dueña del lugar, mostrando semejante comportamiento?

 

Valeskya suspiró, resignada, mientras con su varita hacía aparecer en sus manos una charola con diversas muestras de cada chocolate que había en la tienda en ese momento: unas exquisitas trufas, chocolate con relleno de fresa, de menta, de caramelo, entre otra variedad de formas para que Tazz degustara. Respiró profundamente antes de acercarse de nuevo, lo cual requería un esfuerzo extraordinario, ya que en su mente la única idea que tenía muy presente, era aventarle la charola directo a la cabeza.

 

- Toma, pruébalos y quizás encuentres algo de tu agrado.- Exclamó secamente, mientras dejaba caer la charola casi de golpe y permanecía de pie al lado de la mesa. Se esforzó en mantener su semblante tranquilo, al tiempo que meditaba la respuesta a la pregunta que había formulado. – Antes de responderte, Malfoy. – Puso especial énfasis en la última palabra. – Si resulta que estás viéndome la cara, me voy a cerciorar de que lo pagues y muy caro. - 

 

- La respuesta es sí, nos conocemos, desde hace algunos años… se supone que somos amigos… ÉRAMOS, no lo sé. – Dijo Valeskya de mala gana.- Nos conocimos en un café y bueno, conversábamos y esas cosas.- Lo miró fijamente. – ¿A qué viene todo este teatro? Es más fácil decir que no te interesa seguir hablándome y ya.- El tono de su voz mostraba claramente lo que sentía en ese momento. – Podríamos ahorrarnos todo esto, en verdad, sería menos vergonzoso...- Quiso añadir que también sería doloroso, pero su orgullo no se lo permitía. 

 

@ Zenin 💕

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