Familia Munter

[Derek Lúcien]

Gary ~ Elfo de Derek
Captura a Heberth y Radamantys ~ Gala de Halloween 2024

Seguia colgado de la cabeza de uno de los magos a los que había cegado, pero observó a otros dos que tenían aquel brillo en su aura que los delataba como presas para el elfo. Chascó sus dedos, y un par de bendajes aparecieron en los rostros de los hombres. Heberth y Radamantys, ambos magos aún luchando entre la infinidad de hechizos, katanas, sables, agua, sangre y pedazos de vidrio que volaban por todos lados; querían capturados por la criatura.

—¡Tengo tres! —exclamó feliz con una sonrisa genuina. Su pequeño cuerpo había logrado atrapar a Jank, por lo que luego de dejarlo con una mordaza en la boca (??), saltó y corrió hasta donde Heberth estaba primero. Le colocó otra mordaza en la boca para evitar que se vaya, y luego hizo lo mismo con Radamantys, obteniendo así tres capturas.

La criatura ágilmente había logrado su cometido, pero sabía que aún no podía llevarse los cuerpos de los capturados. Espera que no reviente otro cuerno que los mande a todos a volar por los aires.

 

OFF: Atrapo a Heberth Portillo y Radamantys

https://imgur.com/a/qFcJlJW

https://imgur.com/a/cvF9PSl

PS: Ustedes continuen, que la presencia del elfo no les incomode (????)

[Madeleine Moody]

Madeleine

Luego de su primer ataque, sus ojos se apresuran a buscar otro objetivo. Es consciente de que está respirando rápidamente y que su cuerpo se siente tenso por la expectativa de la batalla, pero es un efecto que es difícil de controlar. Así son estas cuestiones; es algo casi adictivo. Pero, claro, Madeleine se recuerda que sólo es el rush de adrenalina. No es que disfrute de no tener una vida tranquila; si fuera por ella, podría estar en casa todo el día, sin preocupaciones. Pero eso no significa que no tenga cierto nivel de entretenimiento fastidiar a los mortífagos... «Tan sólo uno menos en las calles de la Comunidad Mágica, es una pequeña victoria».

Cuando consigue a su nuevo objetivo, levanta su varita mágica hacia él. Se trata de un mago vestido con un sencillo atuendo negro y ajustado, a lo cual Madeleine no puede evitar alzar una ceja (¿Ahora usan leotardos?) pero no deja que eso la distraiga.

—¡Expelliarmus! —exclama Madeleine, apuntando la vara de cristal hacia Jeremy. El rayo que viaja hacia él está imbuido con el poder de la vara, provocando que el mago no tenga escapatoria. Acabaría desarmado.

Sin atreverse a perder un segundo más, vuelve a apuntar hacia Jeremy y conjura unas Flechas de Fuego. Así, Madeleine logra invocar una andada de filamentos de fuego que viajan uno detrás del otro hacia Jeremy, amenazando con provocar quemaduras en caso de impactar. 

[Cillian Haughton]

Hechizo iban de un lado a otro, pero ninguno dirigido hacia él. ¿Como era eso posible? No lo pensó más, con una frialdad calculada, colocó el cuerno de Erumpent Ancestral en el suelo y murmuró un hechizo de activación. La vibración del artefacto comenzó a intensificarse, y Cillian dio unos pasos atrás, observando cómo la energía crecía en oleadas que distorsionaban el aire alrededor. Apenas le quedaban unos segundos antes de que la explosión se liberara.

Con un último vistazo al cuerno palpitante, giró sobre sus talones y se deslizó rápidamente hacia la salida. Un profundo estruendo estalló detrás de él, sacudiendo el edificio en una secuencia de ondas explosivas que, como una ola imparable, comenzó a devorar las estructuras internas y los muros, enviando pedazos de piedra y polvo al aire. Cillian no actuó con rapidez sabía que en teoría el cuerno no lo dañaría así que unos minutos después alcanzó la puerta justo cuando el edificio cedía a la fuerza imparable del cuerno, convirtiéndose en un amasijo de escombros y destrucción, mientras las llamas comenzaban a lamer lo poco que quedaba en pie.

Afuera, en el silencio ominoso de la noche, se encontró por fin libre de toda aquella locura. Cillian lo que quería era venganza, no enfrentarse en una batalla interminable. Una vez fuera desapareció sin más, no le importaba haber matado a los suyos... Seguro que el día de mañana aparecían de nuevo vivos por algún lugar.

OFF: 

 

Aquí se rompió una taza y cada quien para su casa.

[Beltis]

Hace un par de noches…

El aire estaba saturado de veneno. Beltis respiraba con dificultad, el gas tóxico quemándole la garganta y llenándole los pulmones de un ardor que no disminuía. Sus heridas, abiertas y sangrantes, eran un recordatorio constante de lo frágil que se volvía la vida bajo el peso del dolor. Las defensas del Ático Munter, con décadas de antigüedad y sin ser renovadas por las irresponsables matriarcas, obviamente habían fallado aquella noche. Alguien o algo había burlado su otrora poderosa protección, logrando llegar hasta su último refugio, ese lugar que custodiaba los secretos de la familia, un bastión que jamás imaginó ver asediado.

Entonces, en un instante, el Ático Munter estalló.

La explosión fue como un rugido implacable, un golpe que la lanzó contra la pared con una fuerza que no dejó nada intacto en su cuerpo. Sus huesos se quebraron, cada fisura multiplicando el sufrimiento que la devoraba. Con la vista nublada, apenas alcanzó a ver la devastación que la rodeaba. La masacre era absoluta: entre los escombros y el polvo se distinguían cuerpos de aliados y enemigos, mezclados en un abrazo caótico de muerte, arrastrados entre los restos de lo que alguna vez fue su hogar.

Con las últimas fuerzas que le quedaban, Beltis cerró los ojos, rindiéndose al abrazo de la muerte. Ya no quedaba nada que proteger, ni secretos que guardar; había llegado su hora de desaparecer, de entregarse al olvido.

——————

Los elfos llegaron poco después, habiendo disfrutado del día libre que Beltis les había concedido, su primer respiro en semanas. Aunque, al ver la escena que les esperaba, la paga les pareció, quizá, más justa de lo que pensaron al principio. Al cruzar el umbral del Ático Munter, se detuvieron, observando el desastre en completo silencio. La planta principal yacía en ruinas, traicionada por el mismo poder que debería haberla protegido.

Baldridge, el fiel capitán de aquel naufragio, recorrió los restos con paso solemne, sin un atisbo de duda en su rostro. Todo estaba expuesto: los artefactos, las pociones, los libros… como si los secretos de la familia hubiesen sido arrancados de su santuario y dejados a merced de cualquier mirada ajena.

Sin una palabra innecesaria, Baldridge se volvió hacia sus compañeros, su voz resonando con la gravedad de una promesa inquebrantable.

—Ocultadlo todo. Ni una sola poción, ni un fragmento de estos libros, nada de lo que pertenece a esta familia puede ver la luz. Y por los siete mares, esconded la lencería. Lo último que necesitamos es que alguien piense que la señora Munter tiene algún fetiche raro.

Los elfos, conteniendo una sonrisa nerviosa, comenzaron a trabajar, recuperando los frascos de pociones, algunos apenas enteros, otros completamente destruidos, todos marcados con advertencias grabadas por la propia Beltis. Reunieron los artefactos arcanos, aún chisporroteando con restos de energía contenida, y los viejos grimorios cuyas páginas contenían secretos que nadie más debía conocer.

Con el paso firme de quien lleva a cabo su última misión, Baldridge avanzó hasta donde yacían los cuerpos de Beltis y Tauro, juntas en su último reposo, abrazadas por el polvo y la sangre. Una imagen enternecedora, sin duda. Sin vacilar, se inclinó, tomó el pie de Tauro en una mano y el brazo de Beltis en la otra. Suspiró. Su señora Beltis siempre se arrojaba sin miramientos a las situaciones más peligrosas y absurdas. Ahora debía decidir qué destino dar a esos restos.

La Mansión Malfoy había dejado de existir, y no era que Crazy Malfoy la recibiría en su última morada con los brazos abiertos. Le cerraría la puerta en las narices y Chávez al fin podría ser feliz. ¿Qué otro bastión de la antigua Londres quedaba en pie? ¿Los Blacks? No, Beltis no le perdonaría ni en la muerte una afrenta así. ¿La… Triviani? Pensó en los italianos, encogiéndose de hombros. Bueno, tampoco es que Beltis pudiera quejarse, ahora que estaba muerta.

Y, con una última mirada al Ático Munter, ese lugar que había sido un bastión, Baldridge desapareció en las sombras, llevándose consigo los restos de quienes habían construido su vida junto a él. En el lugar solo quedó el viento, susurrando entre las ruinas, llevándose los últimos secretos de un linaje destinado a desvanecerse en la oscuridad.

@ Tauro

Ático en renovación, se aceptan donaciones.

[Tauro]

Lo último que Tauro recordaba de ese fatídico día fue el sonido explosivo de un cuerno que terminó por reventarle el tímpano. Previo a eso, los recuerdos, debido al aturdimiento eran borrosos. El cuerpo casi destrozado de Tauro yacía junto al de su madre y ese podría considerarse  el momento más maternal que Beltis hubiese compartido junto a ella. Tuvieron que estar muertas las dos para que por fin pudieran permanecer en silencio por más de una sin pelear. Muchas viejas heridas se habían destapado y también sanado, o al menos marcado el inicio para empezar a avanzar y dejar de una buena vez el pasado que tanto las había distanciado.

Como acompañamiento a ese momento sublime y tierno, porque sí, era una escena tierna dentro de todo, los cuerpos de ambas brujas serían trasladados hacia quién sabe donde. Las prioridades eran otras, no importaba mucho el estado de ellas, lo que primaba era salvaguardar los fragmentos de libros, pociones y objetos esparcidos por todo el Ático que los responsables de la destrucción del mismo no se habían detenido a mirar en ningún momento. Para fortuna de ellas, todos estaban muertos y un olor a putrefacto empezaba a sentirse. 

Baldridge tenía sus órdenes claras, lo mismo que los dos elfos que servían a Tauro, Thief y Grumpy, quienes se encargarían de la lencería y todo lo que pudiera ponerlas en verguenza. Dentro de los escombros también se encontraron ciertos juguetes extraños pertenecientes a Pik, cada uno con una forma muy peculiar. ¿Qué serían esas cosas? ¿Y por qué había de tantos tamaños? Aquellas preguntas de momento permanecerían sin respuesta. Al final se llevaron todo, incluyendo las pocas pertenencias de Pik. Pronto el Ático volvería a estar en funcionamiento, más tarde que nunca.