Voodoo Dolls (MM B: 113092)

[Albus Renaldi Macnair]

Mi cuerpo atina solamente a respirar, aunque no lo necesitaba mis pulmones se llenaban del aire frío que había en el ambiente pero también del aliento de la bruja que se encontraba tan cerca de mi. Estaba débil, muy débil... pero vivo. Al parecer la bruja había decidido que no me mataría, al menos en ese momento.

 

Sentía que la cabeza me daba vueltas y Rita no dejaba de sollozar, pero así cómo me encontraba tirado en el suelo, con los ojos cerrados, la ropa llena de sangre y el cuello escurriendo pude esbozar un sonrisa torcida mientras la bruja soltaba algunas lágrimas en mi cara. Levanté lentamente mis manos, ya que mis fuerzas no me daban para más y cómo pude la abracé.

 

-Sabía que no lo harías, por eso no puse resistencia... aunque si quieres hacerlo siempre puedes continuar.- Con la lentitud de mi debilidad llevé una de mis manos hasta su cara y limpié sus lágrimas. En realidad no sabía porqué estaba llorando pero nunca me gustaba que las mujeres lloraran. Mi padre decía que el único merecedor de las lágrimas de una dama sería incapaz de hacerlas salir.

 

-¿Se te ha ido el apetito y por lloras porque estás llena? Piensa en que si acabas conmigo no podrás tener más de mi.- Traté de emitir una risa pero estaba demasiado débil, a merced de Shelle, de lo que quisiera hacerme y del destino que quisiera darme.

 

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[Dana Gryffindor]

Las vestiduras se habían teñido de escarlata y el ambiente se había cubierto con el aroma de la sangre de ambos magos.

 

Por un momento el silencio reinó en la sala, interrumpido por el crepitar de las velas de los candelabros que iluminaban las paredes de madera.

 

La noche había caído como un manto sobre la ciudad y se escuchaba el rechinar del pequeño letrero de metal sujetado por cadenas con el nombre de la tienda. La bruja casi percibió el ulular de una lechuza que debió posarse en un pequeño hueco que había sobre en la pared junto al cartel. Podía escuchar cómo el viento provocaba silbidos que anunciaban una posible tormenta.

 

Y entre aquel concierto que de pronto llenó las paredes de la sala, la bruja sintió un abrazo que le arrancó lo poco que le quedaba de alma.

 

-No lloro por tu sangre- dijo con un hilo de voz y apoyó la cabeza en su pecho -hay algo en ti... algo que frena mi accionar, y ante la incertidumbre no puedo más que llorar.

 

 

Podía sentir que el mago estaba débil

débil, había perdido demasiada sangre y la periodista no pudo más que acercar la muñeca a sus labios.

 

-Bebe- dijo con tranquilidad -Ya no te haré daño.

 

 

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Editado 14 de Octubre del 2020 por Shelle Dumbledore B.L

[Albus Renaldi Macnair]

Era extraño lo que pasaba entre la bruja y yo, aún no sabía el torbellino de emociones que me iba a provocar estar cerca de ella, pero estaba dispuesto a averiguarlo. Con mucha delicadeza abrí mi boca y clavé mis colmillos en su muñeca para permitir que brotara la sangre. Al parecer le dí directo a un vena, ya que la sangre salía con cada palpitar de su frío corazón.

 

Comencé a recobrar fuerza, el dolor de cabeza comenzaba a desaparecer y con eso se avivaba la llama de la vida que había en mi vacío pecho.

Era más intenso que todo lo que había hecho en el pasado. Nunca había dejado que ningún vampiro probara mi sangre, y era porque sabía que se generan lazos muy fuertes a raíz de eso, pero aquella bruja tenía que probarla.

 

Dejé de succionar su sangre cuándo sentí que no iba a morir y seguí acariciando su cabello. -Puedes hacerme el daño que quieras, siempre y cuándo sea divertido y no llores más.- Con la mano libre continuaba limpiando sus lágrimas, aunque algunas caían en mi cara. Era increíble que todo lo que saliera de la bruja era tan excepcional, tan delicioso. Sus lágrimas parecían carecer de ese sabor salado tan característico, parecía que se tratase de otra cosa. ¿Me había hechizado? Todo me parecía lindo y casi perfecto.

 

Decidí que no importaba y recordé una linda frase que escuché a mi paso por América "Es mejor ser feliz que investigar".

 

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[Dana Gryffindor]

El mago se había dispuesto a tomar la sangre de sus venas, la confundida bruja comprendió que el vampiro no buscaba desarmarla. La observaba con una mirada que pocas veces había experimentado y aquellos serenos ojos devolvieron la calma al corazón de la bruja quien se dejó acariciar los cabellos mientras disfrutaba de la extraña sensación de ser consumida por los colmillos de aquel ser.

 

Las lágrimas fueron desapareciendo hasta que el mago paró de beber y se dispuso a secarlas con sus dedos. Intuitivamente, sin pensar, apoyó su mano en la gélida mano del vampiro provocando que este acariciara su mejilla. Escuchó sus palabras y una sonrisa se dibujó en los labios de Shelle.

 

-No lloraré- dijo, se sentía extraña, no era común en ella mostrar así sus debilidades -Pero te devolveré lo que me has dado.

 

Posó sus manos al rededor del cuello de Albus, por debajo de su largo cabello, y con ternura acercó los labios para dar un tierno beso sobre los suyos. Sintió cómo se incineraba su pecho ante el tacto de sus labios y por un segundo se percató del temblor de sus manos, temblor que quiso controlar, sin lograrlo, apretando aún más el cuello del mago.

 

Su cabeza era un bullicio de pensamientos, no estaba segura de lo que hacía ¿a caso la cordura se había quedado afuera de Voodoo Dolls? Un mar de sinrazones envolvía a los brujos y ella no hacía más que nadar rodeada de naufragios de emociones.

 

 

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[Albus Renaldi Macnair]

Correspondí al instante el beso que me daba aquella vampireza sintiendo el fuego de sus labios, de sus manos en mi cuello y de algo que sentía en mi interior pero no sabía que era. Si bien conocía la lujuria de desangrar a una víctima o tener encontronazos con algunos seres de las sombras lo que estaba pasando resultaba algo nuevo para mi.

 

Mis manos recorrieron sus hombros, bajaron lentamente por su espalda y llegaron hasta sus caderas, de dónde pude tomarla para apretarla contra mi cuerpo en un beso que nos fundía a los 2 y cada vez cobraba más fuerza. Parecía lejana la situación donde me dejó al borde de la muerte, un mal trago, algo del pasado.

 

Nuestros labios se encontraban en una danza de calor y fricción en la que no se sabía que pasaría. Sentí nuestros dientes topar en una ocasión porque cada embate se volvía más pasional y violento. Ella apretaba cada vez más de mi cuello y yo jalaba de sus caderas. Sus cabellos de fuego caían sobre nosotros, volviendo el suelo de plata y llamas al mezclarse con los míos.

 

¿Debía aventurarme más? ¿Debía seguir cómo estaba hasta el momento? Si hacía algo y a la bruja no le gustaba me cortaría el cuello y se bañaría con la poca sangre que me quedaba en el cuerpo en esos momentos, así que decidí seguir besando sus labios con una pasión incontenible, cómo si llevara una bestia bajo la piel que luchaba por salir para tomarla de una y mil maneras... vaya instintos tan primitivos me habían surgido.

 

Apenas pude separarme un momento tomé un poco de aire y antes de volver a besarle abrí los ojos y la vi nuevamente, tan bella y tan imponente... Algo tenían las mujeres imponentes que me atraían tanto. -Eres increíble, lo sabes ¿verdad?- Con una gran sonrisa volví a fundir mis labios con los suyos en un apasionado beso y comencé a acariciar su espalda muy despacio con mis uñas. Era complicado llevar ritmos diferentes entre los labios y las manos, pero me las estaba arreglando.

 

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[Dana Gryffindor]

El beso fue más pasional de lo que esperaba, el deseo corría por las venas de ambos provocando un palpitar desenfrenado en sus petreos corazones.

 

Él la traía hacia sí por su cadera, ella no soltaba su cuello y un beso volvió testigos a las muñecas de la unión de los inmortales que se entregaban a la pasión.

 

¿Seria culpable la sangre? La sed los volvía animales, seres que no podían controlar sus instintos y que siempre querían más. Pero no era solo la sangre lo que los convertía en bestias y Shelle lo sabía muy bien.

 

Por un instante se preguntó si lo correcto sería separarse de aquel mago y marcharse de inmediato. Pero como si se estuviera alimentando, no podía parar.

 

¿Donde estaba la respetada y pulcra periodista? Revolcándose en un suelo polvoriento rodeada de muñecas. Sería mejor que aquello no saliera en el titular de mañana.

-Lo sé- dijo pegada a su cuerpo, rodeó la cintura del vampiro con sus delgadas piernas, atrapandolo. Buscó la botella que había quedado apenas a su alcance, debió estirar el cuerpo y los brazos para llegar a ella, al tenerla en sus manos dio un trago largo y se la ofreció.

-O eres masoquista, o no le tienes miedo a la muerte- le dijo con una sonrisa traviesa -de cualquier modo eres muy imprudente por dejarte consumir así.

 

 

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[Tauro M.]

Le había hecho prometer a la elfina Nesbitt jamás revelar a su socio acerca de su paradero casi que por medio de una promesa de sangre y sabía que la criatura jamás la desobedecería porque aunque Tauro nunca le dejó en claro las consecuencias, ella ya conocía muy bien y era mejor no tentar el buen humor de la bruja. Pero sabía también que el mago era obstinado, que se las arreglaría para usar las palabras y la presión adecuada para que al final la elfina accedería a perturbar su paz, por eso no le extraño cuando por medio de una carta le comunicó los planes de Jeremy.

-- ¿Y por qué simplemente no se va? --le preguntó a la nada. Estaba dispuesta a ignorar al mago por años de ser necesario, pero no podía permitir que vendiera su parte a cualquier vagabundo por un knut simplemente para molestarla. Prendió en fuego la carta luego de arrojarla al suelo y supo que era momento de regresar.

Durante el camino Tauro había tratado de mantenerse serena y no dejar que nada la perturbara. Encontró varios ejemplares arrugados de El Profeta esparcidos por la acera con una deforme cara conocida adornando la primera página, en ese momento sintió que su día podía mejorar, pero esa idea desapareció tan fugzmente como cuando apareció al ver el cartel de ''Cerrado'' fuera del negocio. Casi que se estaba arrepintiendo de volver, pero era mejor solucionar esa situación de una vez por todas.

Como si no le hubiese afectado giró el cartel a ''Abierto'' e ingresó, para darse cuenta de que Nesbitt no le había mentido en cuanto al mantenimiento del lugar. No vio a Jeremy por ningún lado y supuso que debía estar en la oficina.

-- He vuelto, Nesbitt. ¿Sabes si está ahí? --preguntó señalando hacia la única puerta que se veía. La elfina asintió con los ojos.

-- Jeremy --dijo en un tono seco y cortante -- ¿Cómo es eso de que piensas vender tu parte? --. La bruja tomó asiento en la silla vacía, tomándose de un solo trago el Whisky servido.

 

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