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|-|-|-| Familia Strange |-|-|-| (MM B: 114067)


Oliver Gaunt
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-No me estás dejando mucha opción de decisión, Triviani. No creo que la persona perfecta para mi, exista en algún lado. Pero creo que tú eres lo más cercano a alguien que vale la pena conocer y me interese mucho, que puede haber hoy en día. Me gusta malinterpretarte, porque eres muy guapa cuando te enojas - Acotó luego de escuchar que aceptaba el sexo futuro sin relación sentimental. Lo que le abría al Gaunt muchas dudas sobre si ella estaba tratando de protegerlo de alguna cosa oculta o simplemente no le interesaba ninguna relación.


Bajo la vista cuando empezó a sentir que la intensidad con la cual le miraba el perfil podía llegar a crearle más conflicto a la bruja. Pero aún no podía dejar de sonreír al saber que ella había cedido un poco de su orgullo para que supiera que le importaba. Se contuvo las ganas de lanzarle otra indirecta, y siguió el curso de su mirada para ver el estanque. El agua traía una paz infinita a la mente del castaño. Sabía que si se metía dentro del agua, la corriente se llevaría toda sus preocupaciones, liberandolo de una mente cargada.


-No quiero a nadie mejor. ¿No lo entiendes? Me gustan los desafíos y los misterios, y... -El Castaño se inclinó para que la bruja no tuviera más opción que enfrentar su mirada - tú, Francés Sinistra Triviani eres las dos cosas.


La mente de Oliver ya se había dispersado del objetivo para el cual había llegado ese día. La cabaña que debian reconstruir y formar su nuevo hogar. Había pasado a segundo plano en sus intereses de aquel dia. Tenía una urgencia interior que le era desconocida hasta ese momento. ¿Que le estaba pasando?




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—Eres un raro —concluí, desviando la atención de sus intensos ojos azules que me habían tenido absorta durante toda aquélla perorata. No iba a seguir insistiendo porque ya estaba claro que él estaba empeñado en ver los colores del arco iris en medio de una gran tormenta, y para mi era éstos no eran mas que una ilusión.
Siempre había sentido una gran admiración por el Gaunt. Había una lista de atributos que yo sabía apreciar en las personas, era muy pequeña, pero me era muy efectiva a la hora de elegir mis compañías, y no era ese tipo de sandeces como la valentía, la humildad y otro tipo de virtudes moralistas que solo afloraban en la conducta humana en momentos significativos y trascendentales. Nadie era valiente ni virtuoso todo el tiempo, y quien así pretendía ser no era más que un embustero.
Cada hombre y mujer, fuese humano o no, debía tener un credo de vida, pero no esas doctrinas impuestas por la sociedad, sino uno propio. Me agradaban las personas con mente propia, sagaces y coherentes, del tipo que decían no creer en las mentiras y por lo tanto de sus bocas jamás salía algo falso; que actuaban conforme a sus normas, y defendían lo que amaban con vehemencia. Podrían darme a escoger entre un hombre considerado santo y un asesino, y seguramente escogería al segundo porque había más vocación en sus actos.
Oliver siempre me había dado la impresión de ser una de esas personas aunque yo no llegaba a comprender muchos aspectos de su personalidad, pero que yo no los comprendiera no significaba que debía menospreciarlos. Respetaba sus opiniones, y su forma de ver las cosas y a las bestias; admiraba su inteligencia, y la forma en que la utilizaba... la mayor parte del tiempo. Era obvio que conmigo se equivocaba todo el tiempo. Incluso me gustaba esa gentileza suya, capaz de hacer sentir conforme consigo mismo a cualquiera.
En aquel momento supe que todo lo que me había dicho era cierto. Oliver realmente pensaba que valía la pena el riesgo de tenerme a su lado porque no había nada que se asemejara más a lo que él admiraba. Yo era un maldito dragón para él, de una especie rara y nunca antes vista, y a la que debía estudiar para comprender, para registrar su existencia en los libros del mundo.
—Esta bien —dije después de unos segundos, dedicándole una sincera sonrisa —. No voy a ir a ningún lado y... te prometo tratar de llevar esto lo mejor posible, ¿vale? —apoye ambas palmas en el pasto tras mi espalda para reclinarme hacia atrás, atrapando la luz del sol en mi rostro. Menuda vampira que era, amaba el sol mas que ninguna otra de mi especie —, después de todo, no voy a negar que esto del matrimonio me es idóneo y oportuno. Te preguntarás por qué, pero no pienso decir nada hasta que hayamos comido algo —agregué, sintiendo ya el vacío en mi estómago y la urgencia de mi apetito.

 

 

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El castaño entrecerró los ojos con cara de ofendido, pero le duro menos de un segundo. No sentía que ser raro fuera un insulto que golpeara su virilidad. Podía decir con total honestidad, que era lo más leve que Frances le había dicho alguna vez. Pero le agrado que pudiendo superarse a si misma, hubiera optado por unas palabras casi tiernas. No se aguanto volver a sonreirle como tonto. Sostenerle la mirada lo dejaba un poco grogui de a momentos, siempre debía ordenarle al cerebro que trabajara con normalidad para funcionar sin contratiempos. Aunque aveces fallaba. Eso no podía negarlo.


En esos momentos, las palabras de Frances le trajeron una inesperada noticia. Ella estaba aceptando el trato y la corriente eléctrica que sentía en el vientre Oliver, emprendieron su emigración al pecho de forma inmediata y contundente. Amplio su sonrisa, mientras la veía realzar su belleza con la luz solar. Aquello destacaba la tersa piel de la bruja y su brillante cabello rubio. Tuvo que contener el aliento al notar que sus hormonas empezaban a descontrolarse como si fuera un adolescente. Sé concentró en desviar la vista bajando la mirada hacia el cuerpo de la bruja, pero no fue una buena idea. Si Frances era preciosa de rostro, de cuerpo no faltaba nada.


-Vale - aceptó volviendo a prestar atención a la voz musical que producía ella, aunque no le costo hilar lo que venian hablando - Si, me gustaría saber porque es oportuno - sé puso de pie antes de estirarle la mano para ayudarla a levantarse del suelo - Alimentemos esa barriga.


Oliver inclino el cuerpo para recuperar el cinto con herramientas y lo colgó en su hombro de forma descuidada para empezar avanzar a donde pretendía armar la Tienda de Lujo. No camino mucho, pero si aprovecho estar cerca del estanque donde diera el sol de formas más directa. Así la Triviani podía absorber toda la vitamina D que necesitara. Saco del bolsillo del pantalón un diminuto paquete parecido a una caja de fósforos, para dejarlo en el medio del suelo y con un movimiento de la varita empezar su armado. No tardo más de dos minutos que la tienda de lujo estuviera armada y lista para albergar a sus visitantes.


-Bienvenida a casa, Frances - Le dijo abriendo la pequeña puerta de lona para que pudiera pasar.


Dentro había una sencilla y hogareña casa. De lujo apenas tenia pocas cosas. Oliver al comprarla había desequipado toda para poner solo los objetos que tenían algún valor para él. La cocina era uno de los lugares más completos junto al escritorio, donde habían libros de dragones en varios idiomas, mapas pegados en la pared con chinches de los lugares que había visitado e imágenes en movimiento de las bestias salvajes que tanto amaba. Se dirigió a la cocina, que era su principal objetivo.


-Abajo está la cocina comedor, escritorio, baño de servicio y una habitación de herramientas y despensa. En el piso de arriba están dos habitaciones completas y baño vestidor. El nuestro es el más grande - explicó guiñándole un ojo con lo implícito de la invitación - Preparare un Farikal que te chuparas los dedos. Justo compre cordero a buen precio en el mercado antes de venir para aquí. Me abastecí de unas cuantas cosas para unos días.


Oliver fue a la habitación de herramientas donde dejo el cinto y agarro una canasta para llenarla de algunos ingredientes que usaría, luego volvió a la cocina para dejar todo sobre la mesada, antes de asearse las manos hasta el codo. Usaría sus métodos más tradicionales, apenas usando la magia para recortar la col y las verduras, mientras él marinaba la carne y la ponía a cocción con algunos pimientos.


- Esto no tardara, ¿Quieres servir vino? - señaló una pequeña bodega con ocho botellas de vino.




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Cuando volví a abrir los ojos él ya estaba de pie y ofreciéndome una mano para levantarme del suelo. Sonreía plenamente, y sus ojos azules brillaban con tal entusiasmo que casi me hacen dar un paso atrás y decirle que aquéllo que salió de mi boca sólo había sido una broma; no obstante, me vi tomando su mano para levantarme y seguirlo, con los pies descalzos, unos cuantos metros lejos del estanque donde decidió armar su tienda.
Puse los ojos en blanco cuando me dio la bienvenida, esperando realmente que pronto nos dispusiéramos a reconstruir la cabaña para no tener que disponer de su tienda mucho tiempo. Crucé la entrada cuando el la abrió, dando un pequeño golpe en su brazo con la suficiente fuerza para sacarle una queja y dejarle un moretón. Me había vuelto a llamar Frances de nuevo, y eso no estaba permitido aunque tuviésemos nuevos tratos. Una vez dentro, mis ojos recorrieron la extensa instalación mientras él me daba un recorrido verbal.
—Genial, creo que podríamos hacernos más de éstas tiendas y vivir como un campamento indio-americano —propuse en broma, mientras me acercaba al primer lugar que había llamado mi atención: un largo escritorio con un desorden de libros y papeles encima, bajo un par de mapas con un gran número de lugares resaltados y fotografías de dragones; esbocé una sonrisa y me giré para verlo, encontrándolo de pronto pensativo —Oh, no lo estas considerando en serio ¿o si? —le reprendí, riendo —Era una broma, vamos... ponte a cocinar.
Tan solo al pronunciar el Farikal escuché como me gruñía el estómago. No pude evitar sonreírle en aprobación antes de verlo desaparecer en donde me había dicho que estaba la habitación para las herramientas y la despensa; me acerqué al lavabo para asearme las manos, dispuesta a ayudarle con la preparación y me encargué de lavar la col y las patatas a conciencia cuando él regresó pero, teniendo mas experiencia en la cocina que yo, no pasó tanto para que decidiera mejor hacerme a un lado.
—¿Tienes algo que no sea vino? —pregunté con gesto serio cuando señaló la bodega. A pesar de lo que había concedido hacía un momento atrás, no iba a apresurar las cosas con alcohol si era eso lo que él estaba pensando que iba a suceder; de ese modo opté mejor por acercarme a la despensa e inspeccionar la heladera para buscar algo más de beber. Cuando regresé con él, llevaba en las manos dos latas de refresco de cola bastante frías y puse una a su lado—Suerte para la próxima.

 

 

 

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Oliver intentaba concentrarse en no quemarse con el fuego donde estaba poniendo el cordero y mantener su atención puesta en Frances. No quería perderla de vista, por las dudas que en un pestañeo ella decidiera irse o cometer alguna trasgresion que dejara grandes distancias entre ellos. Aunque no debía preocuparse si ella había aceptado el trato, mas debía saber los motivos por el cual había decidido darle el si. Cuando escucho su pregunta sobre la bebida, se quemo un dedo y en el apuro de quitar la mano del peligro, casi termina volcando toda la olla al suelo.


-Si... claro, fíjate por la nevera -Respondió sacando la olla del fuego y utilizando la varita para reducir las llamas a termino bajo, antes de volverla a poner en su sitio y empezar a revolver su contenido.


Sonrió al ver las hojas de col cortadas con prolijidad por parte de la bruja. ¿Habia algo que hiciera de forma descuidada? Seria un placer encontrarlo. Reprimió la carcajada que estaba por salir de su garganta, y se dispuso apurar el preparado de la comida. Le llamo la atención que eligiera bebidas sin alcohol para acompañar el alimento, pero no protesto. El castaño sentía afición por las cosas dulces. Eran una perdición culposa que reprimía internamente para no cometer atracones de azúcar.


-¿Suerte? Si quisiera emborracharte no cocinaría algo tan rico -Se defendió con un encogimiento de hombros - Prefiero el trabajo mas difícil, Frances. Por ejemplo, que seas consciente cuando hagamos temblar la cama.


El castaño lejos de sentirse molesto, le guiño un ojo, mientras su varita ordenaba que los armarios se abrieran y empezaran a desfilar los objetos que adornarían la mesa. Mientras él apenas le daba la espalda para empezar a terminar de unir los ingredientes que formarían la comida. Respiró profundo llenando sus pulmones del aroma que despedía la olla. Ya lo podía disfrutar desde aquel momento. Se enfundó las manos con dos manoplas pardas con motivos de florecitas y agarró las asaz para trasladar la comida al centro de la mesa.


-Ven a comer, luego de esto me rogaras que te lleve a la cama -Fantaseó sirviendo dos generosas porciones de Farikal - Proveche.


Oliver no tardo en hincarle los dientes a su porción y empezar a comer con ganas. Estaba delicioso y no iba a negarlo. Abrió grande los ojos, cuando la salsa caliente paso por su garganta abrazandola, sin la mas mínima piedad. Debía tener mas cuidado, pero como siempre hacia para calmar el fuego, comió otro pedazo de igual forma para empatarle.


-Cuéntame... -Tragó el bocado humeante y bebió un sorbo de la gaseosa desde la lata, antes de continuar -¿Porque el matrimonio es oportuno e idóneo para ti?




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Abrí la lata de refresco, lanzando una mirada irritada hacia el castaño mientras él seguía preparando la comida —Lo único que va a temblar es tu cabeza cuando haga que golpees con ella el suelo si no dejas de llamarme así, así que olvídate de que suceda algo más que eso, Oliver.
Lo único que me había hecho desistir de darle otro golpe fue la comida. Tenía tanta hambre y, después de ver como casi vertía todo y quemarse un par de veces, no quise provocar que todo terminara en el suelo, además la olla había comenzado a despedir un aroma delicioso. Hacía tanto que no comía un farikal que valiera la pena, y aquél parecía valer el esfuerzo de mi paciencia.
Me recargué en el filo del escritorio mientras sorbía un par de tragos de mi refresco y le observaba poner la mesa antes de trasladar la comida hasta ella. Pensaría que se estaba esforzando demasiado, pero así siempre había sido él, o al menos así era como le recordaba. Me acerqué a la mesa, ignorando su comentario, y me senté frente a él cuando ya me había servido un hondo plato. Inhalé el aroma humeante del platillo, saboreándolo tan solo con el olfato —Provecho. —respondí, sonriente.
Fue amor al primer bocado. Estaba delicioso, y el cordero estaba suave y exquisito, habría asegurado que le faltaría un poco más de cocción porque preparar farikal normalmente era tardado, pero Oliver había logrado que estuviera al punto exacto; quizás había usado carne pre cocida pero no importaba de cualquier manera, el mérito no disminuía en absoluto.
—Porque cocinas muy bien, y nadie me cocinará farikal en otro lado. —respondí, guiñándole un ojo mientras tomaba un trago de soda y terminaba de pasarme el bocado que tenía en la boca. Estaba dispuesta a que se le subiera un poco a la cabeza su talento culinario, pero obviamente aquélla no era la respuesta que él esperaba y su silencio me indicó que no diría nada hasta que yo no hablara en serio.
Sonreí antes de ponerme seria, tratando de escoger bien mis palabras —No sé hasta que punto estés informado sobre las razones que me llevaron a trasladar mi residencia a Inglaterra —de verdad, no sabía cuánto era lo que el Gaunt conocía sobre mi situación y hasta ese momento no me lo había preguntado —, pero basta decir que no puedo ir a ningún otro lugar. No puedo salir del país, y no puedo deshacerme de la custodia de mi familia... lo cual es —hice una pausa, meditando un segundo —... frustrante.
—Al menos contigo sabré cuál es mi lugar —continué, levantando la mirada hacia sus ojos —. A pesar de las insinuaciones y todo lo demás, entiendo porqué me necesitas aquí — desvié la mirada hacia el escritorio, apuntando a su trabajo y sus investigaciones —. Creo que puedo llegar a sentirme útil de nuevo si me quedo contigo, sentirme yo misma. Pero ellos... mis padres... no sé que diablos quieren de mi. Supongo que nada, por lo que no entiendo algunas de sus insistencias. Y es eso en pocas palabras —aseguré, ladeando un poco la cabeza al mirarlo, tratando de sopesar sus pensamientos a través de su expresión —, estar casada contigo me provee una excelente excusa para salir de ese castillo donde no hay lugar para mi.
Bajé la vista a mi plato, hundiendo el tenedor en un pedazo de cordero que no tenía hueso —Disculpa si eso suena frío y pragmático, pero ya te lo he advertido antes —mis ojos fueron a su encuentro de nuevo —, puedes darte cuenta que iba en serio.

 

 

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Oliver bufo sin dejar de comer cuando ella lo halago. Quería fanfarronear de sus dotes culinarias, pero debería ser luego, ya que eso la distraería de que le relatara lo que le interesaba. Escucho sobre sus padres, y se sorprendió de su consideración. ¿Tan terrible era la conducta de Frances que querían mantenerla en un lugar vigilada? A él jamas le había parecido una chica que se metiera en problemas apropósito, mas bien, siempre eran consecuencias de alguna búsqueda importante como la información. Tomo un ultimo trago de gaseosa, antes de recostar su espalda en la silla, satisfecho.



-No se si sentirme agradado o desconfiado con lo de tus padres. ¿Que crees que los detendrá a venir aquí, prender fuego todo y llevarte a su casa? -Pregunto viendo su frustración y sintiendo ganas inexplicables de hacerla sonreir.


La suerte fue que al seguir hablando, pudo pasear la mirada por las facciones de la bruja sin que ello ocasionara alguna reacción adversa en su organismo. Estaba concentrado en la charla como si le estuvieran exponiendo una materia y él debiera de dar la nota final. Le parecía tan raro que unos padres vampiros sometieran a su hija a la voluntad familiar, y a la vez, era tan normal para personas que llevaban decadas viviendo con costumbres que venían de épocas anticuadas.


-Tu ayuda me sera muy útil para mi investigación, de hecho los fondos de la empresa biomedica que me contrato son profundos, y estan a mi dispocision, no habrá problema en darte una parte como mi asistente de investigación. Puedo elaborar un pequeño contrato para que tus padres vean que estas haciendo algo con tu vida, aparte de estar casada conmigo -Oliver se interrumpió con una carcajada profunda al darse cuenta que actuaba como un adolescente temeroso con los padres de su novia - Debo conocerlos. Creo que puedo convencerlos de que es buena idea nuestra relación y que nos amamos. Ellos no tienen porque saber que lo nuestro es humo - "Y fuego" pensó sin atreverse a decirlo.


El castaño se puse de pie cuando sus pensamientos volvieron a tomar un rumbo bastante conocidos, fue a buscar mas gaseosa como excusa para despejarse. De pronto sentía una sed inaguantable, rebuscó en el refrigerador hasta encontrar dos latas de lo mismo que venían tomando. Luego volvió a la mesa a ocupar su lugar. Le tendió una a Frankie y abrió la suya con calma. El primer trago fue glorioso.


-¿Quieres mas? -Preguntó antes de retomar la conversación - Me cruce con un joven en un mercado ilegal, que parecía conocerte. Te nombro y se puso furioso porque sospecho que estaba relacionado contigo, no se que es lo que noto de ti en mi, o tal vez el aroma tuyo en mi aun perdura para un olfato bien desarrollado, no lo se. Pero ahora que me dices lo de tus padres... ¿Puede ser que el clan Triviani haya estado sondeando a la gente con la cual te involucras?




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Podía ver nacer un sin fin de preguntas en las expresiones de su rostro, preguntas que no saltaron de sus labios y que posiblemente guardaría para después. No necesitaba usar mi ojo interior para adivinar que se avecinaba en el futuro una breve charla informativa sobre lo que había sucedido en mi anterior empleo, antes de venir a Inglaterra, pero no estaba dispuesta a apresurar dicha conversación.
Le escuché manifestar su preocupación por mis padres, y me dí cuenta que me había expresado de forma errónea en lo que refería a la relación que tenía con ellos. Oliver parecía sopesar la idea de confrontarles para convencerlos de que yo estaría bien a su lado y aquéllo me hizo esbozar una sonrisa mientras desmenuzaba un pedazo de carne con los dedos y llevaba las delgadas hebras de cordero a mi boca. Me sentía extrañamente cómoda allí, frente a él, hablando de cómo despistar a mis padres.
—Dudo mucho que los Triviani estén al pendiente de mis movimientos, y con decir que lo dudo me refiero a que realmente estoy segura de que tienen otras prioridades que están muy por encima de tenerme vigilada —expresé, abriendo la gaseosa que recién había traído para mi y dándole un sorbo. Levanté la mirada a sus ojos mientras volvía a sentarse tras servir mas farikal en mi plato —. Sé que es confuso, pero me temo que es una historia bastante larga, y basta decir que a mis padres les importa muy poco lo que haga, dónde y con quién esté.
Al menos era lo que a mí me parecía, y estaba conforme con eso, pero por supuesto había un margen de error en todo aquéllo para lo cual debía estar preparada; la última y única charla que había tenido con mi madre me había hecho sopesar algunas dudas, pero aún cuando fuera cierto, mis padres eran la mínima de mis preocupaciones —En cuanto a lo del contrato y demás —me mordí suavemente el labio inferior, con gesto pensativo —, será mejor que no informes a tu empresa de mi colaboración, no quiero entorpecer el contrato que tienes con ellos por causa de mi reputación.
—Esa es otra larga historia —continué, notando su confusión e interrumpiendo las preguntas en su mente —, y estás en todo tu derecho de ser informado... aunque no quisiera hablar de eso ahora —bajé mi rostro, sintiéndome un poco ansiosa. ¿Y si él mismo se negaba a trabajar conmigo al enterarse de toda la situación? ¿lo decepcionaría? Extrañamente aquéllo me produjo un poco de malestar. Se me escapó un hondo suspiro en medio de un breve silencio, sintiendo de pronto la urgente necesidad de salir de la tienda para dar un paseo.
Había demasiado de qué hablar, y tan poca disposición de mi parte. ¿Valdría la pena sacar todo a flote y arriesgar la investigación de Oliver solo por querer un poco de aire? Me estaba sumiendo en algo que era desconocido para mi, ¿desde cuando le daba importancia a ese tipo de cosas? Era muy frustrante no tener el control completo de mis pensamientos.
—Vaya, por donde sea que quiera verlo todo esto es una muy mala idea. —murmuré, siguiendo el hilo de mis pensamientos.

 

 

 

@@Oliver Gaunt

Editado por Frankie Triviani

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Las preguntas se iban acumulando en la mente de Oliver. Mas le contaba Frances, mas curiosidad despertaba en él. Cuando escucho los de sus padres, automáticamente giro su rostro para mirar hacia la entrada de la tienda, esperando que un grupo de magos con rostros iracundos viniera a por ella. No estaba muy seguro que sus padres no tuvieran interés en su paradero, porque si así fuera... ¿Que hacia aun en Londres? ¿Porque no huía lejos de aquel estricto lugar? Algo no encaja en el puzzle, pero no interrumpió a la bruja. Sabia que algunas respuestas venían con el tiempo.

 

-Vale, entonces si tus padres no vendrán por ti, mucho mejor para nuestros planes -Acotó intentando animarla- Mantendremos el contrato de palabra entonces... pero ¿En tantos problemas tenias que meterte? -Le reprocho de forma amistosa, mientras se ponía de pie para acudir a su lado en cuanto vio que bajaba la mirada avergonzada - Tu reputación cambiara de ahora en adelante. Y si no lo hace, pues... te pediré el divorcio, porque yo no puedo estar casado con una mujer de reputación dudosa -Bromeo al momento de estirar la mano para ayudarla a levantarse. Sus modales habían mejorado un poco a lo largo del tiempo.

 

No iba a presionar a la bruja buscando explicaciones para satisfacer su curiosidad, sabia que la distracción empezaría por otro lado. Utilizo la varita para juntar la mesa y limpiar los platos. Lamento no haber tenido preparado un postre para cerrar el menú de forma épica. Otro día seria mejor, se prometió internamente. Ahora tenian muchos dias por delante... juntos. Aquella palabra le gusto mucho por su contexto inclusivo. Frankie empezaba a ser parte de su familia, y aquella palabra lo conmovia un poco. Desde pequeño que no tenia una.

 

Llevo a la bruja al escritorio para que pudiera revisar los papeles a sus anchas, sobre el escritorio varios pergaminos se juntaban ocupando casi toda la superficie con anotaciones variadas de lugares, leyendas, pequeñas ocurrencias que al mago se le pasaban por la mente tratando de encontrar una explicación a los avistamientos del dragón azul. Habia una lista de laboratorios mágicos en la zona, asi como otra mucha mas extensa pero de muggles. Ya que sabia que había una remota posibilidad que los magos usaran de pantalla a los nomaj para cometer sus delitos.

 

-Creo que este dragón puede ser una mutación de uno común -Empezó hablar Oliver, sacando de su mente la posibilidad de ir a la habitación de arriba, como su cuerpo tanto quería - O lo que es mas peligroso... un híbrido. No me extrañaría que en algún lugar del mundo, haya un pedazo de diente o uña de esta especie, donde le hayan extraído suficiente ADN para lograr implantarselo a un embrión de dragón común. Creo que es una posibilidad, pero... -Oliver guardo silencio cuando se dio cuenta que habia estado caminando por el estudio acercándose y alejando de la bruja. Ahora estaba muy cerca como para olerle el cabello - pero... ¡Por dios!, ya olvide lo que estaba diciendo -Dijo con una mueca de desconcierto.

 

 

@@Frankie Triviani

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—Pues mas vale que vayas preparando esos documentos de una buena vez, te ahorraré toda la reprobación social que se te viene encima. —exclamé, ante su pequeña broma que en el fondo no me hizo ninguna gracia. Tal vez debía haberle dicho todo desde el principio para detener todo aquél embrollo, y así él sería libre de mi... y yo sería libre de él. ¿No era eso lo que había querido tan solo un par de días atrás? ¿Por qué ahora me pesaba?.
Tomé su mano involuntariamente y dejé que me guiara hasta su escritorio de trabajo. Pude notar cuál era su plan al llevarme hasta allí, claramente esperando que mi interés por su investigación cobrara la fuerza suficiente en mi mente como para alejar todas las dudas que estaban creándose en mi cabeza. No entendía que me estaba pasando, pero me esforcé por atender su intención y centrar la mente en lo que me estaba mostrando; no fue algo muy difícil.
Extendí una mano para tomar un par de fotografías que mostraban dragones en su hábitat, otros en pleno vuelo y algunos escupiendo fuego. Noté que uno de los últimos lanzaba una llamarada hacia el centro de la fotografía, ocupando el fuego todo el cuadro de la imagen un par de segundos hasta que las llamas se extinguieron. Obviamente el fotógrafo había dado su vida por aquélla toma, ¿que tan siniestro resultaba que eso me levantara un poco el ánimo?.
Oliver había estado parloteando a mi alrededor, yendo y viniendo de un extremo del escritorio al otro hasta que dejé le sentí detenerse a mi lado y comenzaba a titubear; curiosa, levanté la mirada hacia su rostro para averiguar qué le hacía titubear, pero sus últimas palabras y su propio desconcierto hicieron que una risa fina y suave brotara de mis labios.
—Eres un raro —señalé, fingiendo un gesto serio y enarcando una de mis cejas antes de volver a reír.
Estaba demasiado cerca, y el roce de mi hombro en su pecho generaba un poco de calor, pero no era molesto, y a esa distancia podía ver mejor el azul de sus ojos, brillando con una inteligencia que en aquel instante escapaba de su cerebro haciéndole olvidar las cosas. Me percaté de que ya no sentía aquélla necesidad de poner distancia entre ambos hacía un par de horas atrás, pero era claro que tras nuestra charla y el acuerdo al que habíamos llegado me permitiera bajar un poco la guardia.
—Necesitaré revisar toda esta información detenidamente —dije, volviendo mis ojos al escritorio y colocando de nuevo las fotografías en su lugar —, puedo empezar ahora o podemos tratar de finalizar lo que empezamos —propuse, volviendo la mirada de nuevo a sus ojos —. Decide ahora.

@@Oliver Gaunt

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