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Juliens
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Miró alejarse a cada uno de los miembros de la orden en busca de aquellos seres poseedores de aquella magia tan pura, de aquella magia que los llama y busca ser encontrada. Cuando las figuras aladas quedan fuera de su vista, Kaori al fin presta mayor atención a su alrededor, el paisaje la deja sin aliento. Los árboles y toda la vegetación están marchitos y el suelo daba la impresión de jamás volvería a ser fértil.

—No, tampoco creo que deba alguien quedarse solo, pero si yo he tardado en hacer caso al llamado… alguien más podría llegar a ultima hora —Dijo acariciando al Thestral para que se calmara.

Sobre ellos había una tormenta eléctrica que sospechaba no era nada natural, quizá era la señal para alguno de los clanes, pero ella no podía sentir ningún apego hacía esa energía. El viento por otra parte, a ratos era tan fuerte que parecía querer arrancar todo de raíz y bajo sus pies la tierra parecía vibrar, como si tuviera vida propia y, probablemente así era. Pero nada de eso conseguía generar en ella la sensación que tiene cuando por breves momentos puede congelar cosas. Cerró los ojos y solo entonces lo sintió, ahí estaba.

—Si… lo percibo, pero se hace débil. —Dijo entendiendo a la perfección de lo que hablaba Madeleine. Al parecer no se había equivocado cuando acudió a bruja en busca de ayuda hace varios meses atrás. —Vamos, tenemos que seguir…—Empezó a decir cuando sobre ellas la figura de una bruja sobre una escoba llamó su atención. Al final quedarse atrás había servido para algo y eso quedó confirmado cuando otra bruja se unió a ellas.

—Se fueron hacía el norte, seguro encontraras el camino —le respondió a Ela Karoline. No estaba segura si los paladines o sacerdotes pueden percibir de la misma forma que ellas lo hacen a aquella energía que las rodea, que las llama, a esa energía que sienten que pueden tomar y usar.

—Creo que Graves lo dejó para ti. —dijo mirando a la recién llegada. —Me arriesgo a pensar que ahí donde la tormenta eléctrica es más fuerte o donde los vientos ya no les permitan volar tan alto los encontraran… Nosotras por el contrario… ya sabemos a dónde ir ¿Verdad Madeleine? — dijo la bruja montando al thestral que lucía algo impaciente.

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II: LA BÚSQUEDA

 

Aunque las tres toman un camino distinto, guiando individualmente a aquellos que perciben su magia con más fuerza, aún se mantienen comunicadas. Aunque son tres son una. Aunque piensan por separado comparten la mente. Si cualquiera de ellas es dañada todas sentirán el dolor, la magia de las tres se ve menguada. Pero esa debilidad es también una fortaleza. La conexión de cada dios o diosa con los magos y brujas a quienes proveen de poder es beneficiosa, las estabiliza.

 

Y aunque las tres deidades aún no están suficientemente estables como para presentarse en cuerpo presente, si que son capaces de invocar los poderes que personifican, son capaces de materializar las armas mediante las cuales canalizan toda su magia. Sombra, que guía a los Oscuros, vuelve tangible el Necronomicón y se lo entrega a Madeleine.

 

—Debes poner a buen recaudo el Necronomicón. La Fortaleza Errante debe albergar el libro cuando no estén aprendiendo de él.

 

Al mismo tiempo, pero en otro lugar, Thor convoca las tormentas levantando a Mjölnir; se lo entrega a Hobbamock.

 

—Deben proteger el Mjölnir, su lugar de descanso final es el Templo Paladín. Con él podrán convocar las tormentas y aprender de ellas.

 

De igual forma diosa habla, tiene a Excalibur en su mano. Entrega la espada a Sagitas

 

—Hace muchos años Merlín creó una copia de Excalibur, se lo permití. Deben llevar a la isla y devolverla al lago. La espada les mostrará la forma en que pueden ser uno con la naturaleza, aprendan de ella.

 

Y entonces, al unísono, los tres grupos escuchan las voces entre mezcladas de las deidades. Hablan en unidad, pues el mensaje es el mismo para todos.

 

—Las reliquias son únicas y su poder debe ser tomado en serio. No se pueden robar, no se pueden copiar con ningún tipo de magia. Si no logran encontrar el lugar de destino entenderemos que no son dignos y perderán el poder que les estamos prestando. Busquen en su mente, encuentren la magia que compartimos con ustedes, y devuelvan las reliquias al sitio al que pertenecen.

 

Los paladines son alcanzados por la tormenta. Deben aceptarla como una parte de ellos mismo, al hacerlo recibirán temporalmente los saberes de Thor. Los oscuros deben aceptar que las tinieblas forman parte de ellos, deben aceptar a Sombra y de esa forma aprender a usar su magia para cumplir con la misión encomendada. Los Sacerdotes tienen que volverse uno con la naturaleza, comprenderla y respetarla. De esa forma la diosa los tocará y les permitirá usar su magia.

 

Los Paladines reciben los saberes, de forma temporal, al ser alcanzados por la energía de la tormenta. Los sacedotes son rodeados por la naturaleza y los oscuros son alcanzados por la oscuridad.

 

✾ ✾ ✾

 

Objetivos de la segunda fase de la misión:

  • Buscar las bases de cada clan, para devolver el objeto legendario correspondiente. Los sacerdotes deberán encontrar la Isla Avalon, los paladines el Templo Paladín y los oscuros la Fortaleza Errante.
  • Explorar los poderes mágicos (correspondientes al conocimiento que estén cursando) que les fueron otorgados temporalmente por Thor, la Diosa y la Sombra.
  • Demostrar ser dignos de vincularse definitivamente con la magia del clan.
Editado por Ellie Moody

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Dentro de mi mente confusa, la voz de Dick se confundió con la voz de la nueva Hermana recién llegada. Esperaba que las otras sacerdotisas y sacerdotes aparecieran así que abandoné cualquier sentimiento de sorpresa por verla allá y seguí oteando entre las luces oscuras de aquella nocturnidad impía algún retazo de la luz sorprendentemente cálida de la figura con la espada Excalibur en la mano. La visión había sido fugaz, casi irreal y, sin embargo, afirmé con la cabeza y negué a la vez, sin saber definir qué o quién era ella. ¿Era la Diosa a la que amábamos? ¿Era la Deidad desaparecida con Avalon?

 

¿Era... ella?

 

-- No sé, Xell... Sí, supongo que... podría... -- confesé con esas palabras que dudaba y que, en el fondo, no me consideraba tan gran sacerdotisa con tantas vacilaciones. -- Sí, debe serlo.

 

¿Dónde estaba Cye Lockhart? Estaba segura que mi cuñada no hubiera dudado, que la hubiera reconocido sino es físico, sí en esencia, que se bañaría con aquel descubrimiento. Y sin embargo, yo... titubeaba como una novicia que aún no ha aprendido nada del mundo espiritual que rodeaba a una sacerdotisa.

 

-- ¿Qué arco? -- Me aferré a esa visión de Dick en un intento de abandonar mi yo difuso y poder centrarme en algo más firme. -- Un triángulo de piedra...

 

Que él hubiera sido capaz de ver más allá que yo me mortificó por dentro. Tal vez era el momento de abandonar toda posición dominante que había adquirido antaño y empezar de nuevo, desde cero, desde el inicio, recorrer aquel camino otra vez, prestando atención de nuevo a los conocimientos perdidos con el paso del tiempo y el crecimiento de mi propio ego... Recuperar con humildad aquellos pequeños descubrimientos que me llevaría a revalorizar el sacerdocio y... reconocer a la Diosa cuando la viera.

 

-- ¿Eso oíste? -- no pude evitar cierta envidia porque la Diosa se hubiera comunicado con él mientras que yo sólo me había preguntado por el origen de la espada. ¡Vanidosa, orgullosa, esa no era la verdadera naturaleza de una sacerdotisa! Recuperé el aplomo en un segundo. -- No son palabras sin importancia, Dick, significan...

 

Me llamó la atención un cambio de tono, una voz debilitada y un movimiento de caída. Cuando me giré, Xell y Dick estaban en el suelo. Mi sobrina parecía preocupada por él.

 

-- ¡Dick, por la Diosa! ¿Qué...?

 

Supongo que reaccioné así porque era familia y yo defiendo a la familia; o porque soy sacerdotisa y aunque muestre una frialdad ante todo ser ajeno a mí misma y adopto una mirada fría que esconde mis miedos, en el fondo me gusta proteger a todos y no soporto el sufrimiento en los demás, me preocupo y soy... vulnerable. Puse mis manos encima de su pecho y murmuré algo inaudible pero que los presentes reconocerían: demanaba una acción a la Diosa para que curara a mi sobrino con la imposición de las manos. Tal vez ella no me considera digna pero una palabra suya bastarían para sanarle. Era un Don de Ella y sólo sus sacerdotes y sacerdotisas podían estar imbuidas con la capacidad de curar.

 

Me arriesgué sin darme cuenta del riesgo que corría. Le imploré y recé en silencio hasta que me di cuenta que... no estábamos solos.

 

—Hace muchos años Merlín creó una copia de Excalibur, se lo permití. Deben llevar a la isla y devolverla al lago. La espada les mostrará la forma en que pueden ser uno con la naturaleza, aprendan de ella.

 

 

-- ¿...Yo...?

 

Cerré los ojos mientras sentía la cacofonía de tres voces en una hablando al unísono y explicando cuál era nuestra misión. Aún estaba con los ojos cerrados cuando quedó todo en silencio. Mucha responsabilidad para nosotros, los sacerdotes que habíamos llegado hasta allá, el futuro del clan en nuestras manos, no solo en las mías. Todos debíamos caminar junto en estos. Me estremecí. Sabía que no era la exclamación más propia en aquel momento...

 

-- ¡Demonios desdentados!

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Algo familiar... algo que las rodea...

 

«Ya sabemos a dónde ir, ¿verdad Madeleine?».

 

Puede sentirlo. El abrazo de la oscuridad. La Sombra se levanta frente a ellas, con los brazos abiertos, las mangas de su túnica casi arropándolas. Un miedo primitivo comienza a asomarse, pero Madeleine lo aparta. En cambio, levanta la mirada e intenta distinguir qué hay bajo la sombra de la capucha... Se siente como si volviera a ver las aguas oscuras de la Fortaleza Errante; era como ver al abismo y que éste viera dentro de ella. Ahora siente exactamente lo mismo y un recuerdo que tenía tiempo sin ver se desata.

 

Quizás habría sido acertado recordar su primera misión de la Orden Oscura, aquella a la que Pandora la llevó cuando comenzó a mostrar los signos de su maldición; hasta entonces, no había comprendido por qué el clan era necesario en la Orden del Fénix. O, quizás, tuvo que haber recordado su iniciación oficial como Oscuro, varios años después de que participara activamente en múltiples misiones y tareas. Seguramente tuvo que haber pensado en algo más evidente: en la Fortaleza Errante, en los comandantes de la Orden Oscura, en los entrenamientos con Jank, en sus manos dominando el hielo. Pero, a medida que el poder busca la forma de entrelazarse a su espíritu, sólo es capaz de verse a sí misma frente al Pensadero, sosteniendo la última memoria que le dedicó su madre. No su madre biológica, sino su verdadera madre. Ya no recuerda las palabras exactas y esa memoria se perdió cuando la Orden del Fénix se desintegró, pero su mente hace un esfuerzo por parafrasear lo que dijo Catherine. «Tu oscuridad es una bestia domada, no hay necesidad de temerle».

 

Madeleine abre los ojos, sin recordar en qué momento los cerró en primer lugar. La Sombra ya no está con ellas, pero escuchan su voz. Es entonces cuando se da cuenta de que está sosteniendo un grimorio grueso pesado, forrado en cuero negro y con un símbolo en la tapa que recuerda haber visto antes, aunque no sabría decir dónde. Y, ante el contacto con el objeto legendario, siente cómo el poder vuelve a correr por su cuerpo; lo siente cosquillear en sus manos, ansioso por manifestarse y salirse de control. Es familiar, pero también es un poco diferente, como si se tratase de algo nuevo.

 

—Tienes razón —musita, con un hilo de voz, levantando la mirada hacia Kaori—. Tenemos que encontrar la Fortaleza Errante.

 

Pero ésta vez, es diferente. Ésta vez, está segura que lo conseguirán.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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El peso de Mjölnir en la mano lo reconforta y lo llena de miedo. Siente el poder de los rayos atravesando su cuerpo, haciendo que recuerde cosas de las que nunca antes escuchó hablar. Es más consiente de la energía de su cuerpo, del poder que guarda en su interior y de la forma en que puede llegar a usarlo. No tiene mucho tiempo para pensar, el cielo se rompe. De alguna forma sabe que hacer, levanta el martillo hacia el cielo. Los rayos caen sobre él y de inmediato se dispersan hasta tocar a todos los magos y brujas que buscan encontrar el Templo Paladín.

 

—Es momento de encontrar un lugar que ninguno de los dos conoce, Vera. Y no tengo idea de como hacerlo.

 

Sus palabras son totalmente sinceras. No sabe el sitio en que el Templo se encuentra, jamás lo visitó y hasta ese preciso momento jamás le interesó. Antes de convertirse en al Líder de la Orden su único objetivo era cumplir la promesa que realizó en Brasil. Aún cuando la Orden se fragmentó, cuando perdieron el secreto de los lugares seguros y cuando perdieron la magia de los clanes no le importaba el Templo, la Fortaleza o la Isla. Él buscaba esa magia para los suyos, para su gente. Nunca se sintió parte de ningún clan, jamás entendió ese tipo de magia incluso cuando se pasó meses persiguiéndola. Pero ahora, con Mjölnir en su mano finalmente se siente parte de algo.

 

Tiene que pensar, las palabras del dios del trueno deben tener algún significado que se le escape. Y mientras piensa, sin ningún resultado aparente, observa su piel. Es distinta. Se ve perfecta, totalmente lisa. Las heridas en proceso de curación que tenía en los brazos, producto de su misión de búsqueda, ya no están. Hay algo más. Hobbamock de por si tiene la piel oscura, herencia de su madre, si se compara con la de los ingleses. Ahora se ve más oscura.

 

—Le haremos caso a nuestro dios, convocaremos las tormentas para que nos enseñen el camino.

 

Con toda la fuerza que es capaz de propinar, golpea el suelo con Mjölnir. Eso provoca que de la tierra se expulse un rayo hacia las alturas. Esto resquebraja la tierra creando pequeñas fisuras que marcan un camino incompleto. Cada uno debe pasar por su proceso de descubrimiento. Sin avisar comienza a caminar y lanza el martillo en dirección de Vera.

 

—Cuando el camino termino debes marcar uno nuevo, hasta que vuelva a terminar.

 

A él le funcionó golpear el martillo contra la tierra. Quizá con Vera pase lo mismo, o quizá no. Quizá ella deba encontrar, para los dos, su propio camino.

 

 

@@Mackenzie Malfoy

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No llegaba de primera pero al menos no todos había partido, un par de brujas permanecían en el lugar, de ellas precisamente recibió información sobre el rumbo que habían tomado los demás miembros de la Orden. "Hacia el norte" repitio en su cabeza aunque percibía energías difusas en varias direcciones, como pequeños focos de luz que no podían describirse ni enfocarse con los ojos físicos, y entonces todo cambio.

 

Varios fenómeno se desarrollaban juntos, como nunca antes los había presenciado, la oscuridad propia de aquella noche era distinta, poderosa y envolvente, capaz de perder en sus tinieblas al más luminoso ser, pero fue la tormenta eléctrica la que hizo que un escalofrío recorríera su espina dorsal, tanto poder sobre aquel camino, desde el cielo y sin embargo ningún árbol había sido derribado, nada, hasta donde sus ojos alcanzaban a ver, había sido impactado por los rayos, ¿que es esto? se preguntó mentalmente, la respuesta se encontraba más adelante, expresada en tres deidades únicas, poseedoras de gran poder, la fuente de energía inimaginable.

 

La escoba avanzó en su vuelo hacia donde la guiaba Ela, hasta que de la nada una criatura la alcanzó y la sorpresa hizo que la bruja se tambalease y descendiera hasta ponerse de pie, era un hipogrifo pero no la estaba atacando, de hecho parecía amigable, la pelirroja que sentía un profundo respecto por todo ser viviente, hizo una pequeña venia que fue aceptada por la criatura, entonces descubrió que esperaba que la montará, se acercó y con delicadeza la acarició susurrandole --Muchas gracias, pero esto es algo que debo hacer sola, eres libre-- concluyó su platica palmeando al animal que de inmediato se alejo.

 

Ahora que estaba en suelo podía sentir una corriente de aire que arremolinaba las hojas desprendidas a su paso, las veía rodar en una dirección como si quisiera que las siguiera, y ella que de pronto sentía que todo cobraba vida, se sentía observada como si los árboles la vigilarán, decidio seguir el camino señalado sin poner resistencia, a medida que caminaba, se sentía más conectada con el entorno y también consigo misma, con una corriente de energía que emergía de más adelante, que hacía que la tierra bajo sus pies vibrará, como si fuera lo único importante y Karoline cual alma sedienta debía ir sin demora a su encuentro, para saciarse, fortalecerse, conectarse y aprender.

 

Los pies de la Larsson parecían tener alas debido a la urgencia que llevaba hasta que la vio, aun por entre los tres sacerdotes, una mujer, hermosa en todos los sentidos, con una plenitud que no correspondía a este plano terrenal, y un poder energético que lo arropada todo, la espada en su mano parecía estar tallada de pura energía que se desplegaba a cada segundo y entonces Ela cayó de rodillas, sumisa ante la diosa de Avalón.

 

No había sido notada por ninguno de sus hermanos, porque todos estaban inmersos en la deidad, en el mensaje que estaba entregando y en todo cuanto la rodeaba.

 

Las lágrimas de emoción rodaron por las niveas mejillas de la sacerdotisa agradecida por poder presenciar aquel momento, ahora entendía que su camino en el clan comenzaba y que tenían una misión que llevar a cabo, Karoline estaba más que dispuesta, no tendría la misma trayectoria y conocimientos que su prima Cye, pero si el corazón, la energía y la convicción para buscar su lugar y servir con devoción al clan, a sus hermanos, a la diosa y a la Orden del Fénix, su familia.

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Solo necesitaba un momento... Pero fue lo suficientemente rápido como para escuchar esa voz triple que hablaban al mismo tiempo... Una copia de excalibur... Pero dónde estaría?... Ah qué hacía referencia... Fue entonces que Dick habriendo un ojo ante la maldicion de su tía, sencillamente acarició su mejilla...

 

--Estoy bien... Es solo que yo no tengo la misma fortaleza mental que mi padre--

 

Le decía mientras se limpiaba la sangre que escurría por su nariz y sin perder tiempo la abrazo... A decir verdad había tenido miedo... Mucho miedo... A diferencia de su padre, Dick no escondía sus sentimientos... Si tenía que llorar como ese momento lo hacía... Si debía ser valiente lo hacía y si debía ser heróico también estaba listo para hacerlo, fue entonces que mirando de reojo hacia una esquina la miro... Su corazón latio por un instante... Solo esperaba que el hechizo desmemorizador sirviera...

 

--Tia... Allá hay una niña que está llorando... Talvez debas irla a ver--

 

Decía señalando a la chica pelirroja que estaba entre los arbustos... Lo que aprovechó el mago para ponerse de pie y ayudar a la chica rubia que hace unos momentos casi la parte a la mitad... Pero adoptando una pose más seria el mago sencillamente se recargo en un árbol y se dispuso a pensar en todo lo que acababa de suceder... Merlín... La isla... Excalibur... Una copia... Que le sucedió aa original? Muchas preguntas y muy pocas respuestas...

 

--entonces Merlín creo que una segunda excalibur... Recuerdo que mi padre tuvo un tiempo obsesionado con todo esto... El me habló de una espada hermana de excalibur... Se llamaba calibur... la cual era conocida como la "La Espada de la Supremacía en el Árbol" el último rastro que mi padre encontró se trataba del norte de Inglaterra... En una aldea perdida entre las montañas... Tía... Tu que dices?--

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Noté la sorpresa de Sagis, después hubo reconocimiento en su mirada, además de cierta confusión sobre si era o no la Diosa de Avalon. Yo no dudaba, notaba la misma esencia, más intensa, más plena y más pura pero la misma que respirabamos en la Pirámide de la isla, así que lo sabía: era ella.

 

- Lo es, tía - dije, sintiendo una gran confianza en mis propias palabras. Era ella, sin dudarlo, aunque no supiera el porqué de su presencia entre nosotros, con aquellas otras esencias tan poderosas como ella ni en el Bosque cercano a Ottery.

 

Cuando el primo Divk habló, sentí un poco de duda por no haber oído lo mismo que él.pero duró poco, la Diosa se presenta ante quien quiere y cómo quiere, sin más explicaciones. Divk debía sentirse honrado con sus palabras, aunque ninguno las entendiera. Bueno, la tía Sagis sí pareció conocer el significado aunque no pudo decirlo al caer al suelo nuestro familiar directo.

 

- ¡Primo, primo! - conseguí sujetarle, frenando su caída al duro suelo. -¿Qué te pasa?

 

La tía Sagis ya estaba a nuestro lado, mirándole con amor, descubrí de nuevo en sus ojos esa preocupación por todos los suyos, la tía era una gran persona, además de conocedora de muchos métodos mágicos de ayudar a todos.

 

- ¿Se curará?

 

Aquella esencia pura se materializó de nuevo ante nosotros. Le dio a Sátiras la espada de Excalibur y supe que la premiaba por el acto que acababa de hacer: demostraba que era una buena y gran sacerdotisa aunque ella no confiaba en sí misma. Sonreí al saber que ella era la reconocida para guiarnos. Se lo merecía.

 

Cuando la tomó en las manos, la Diosa desapareció y la tía soltó un taco.

 

- No llames al demonio, tía. No entendí... ¿Qué espada es la que hay que llevar al lago, la Real o la copia? Porque tú custodias la verdadera ¿a qué sí?

 

Entonces sentí la presencia de alguien más, desde hacía tiempo que tenía esa habilidad, la de presentir las áureas de otras personas aunque aún me quedaba mucho para aprender a dominarla, como lo hacían mi madre Teens o mi tía Sagitas. El primo habló:

 

- ¿Seguro que te encuentras bien? ¡Ooooh! Esa es... La chica de la tienda de varitas. -Me sentí mal porque no recordaba su nombre. Me acerqué a ella y la ayudé a levantarse, respetando sus lloros.

 

Dejaría que Sagitas contestará a Dick sobre la espada. Yo había descubierto hoy que había dos así que no podía opinar sobre ello.

 

 

 

 

OFF: escribo desde el móvil por lo que pido disculpas por los errores.

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Es ese momento en el que no estás segura de cómo canalizar esa energía interna que crece y que ves a punto de explotar, sin saber cómo gestionarla, sin saber si gritar o reír, si considerarte apta o si negarlo y escapar... Ese breve instante en que te quedas bloqueada sin hacer nada... Así me quedé, con la espada en la mano, mirándola e intentando entender completamente a qué me ligaba este acontecimiento, que la Diosa me la hubiera dado a mí. Aunque... Las voces mezcladas de mis sobrinos me hicieron reaccionar y montar de nuevo todo el puzzle de mi cabeza, forzando a algunas piezas a quedar encajadas. Aspiré con lentitud, para dar tiempo a mi cuerpo a adaptarse a la velocidad de pensamiento que volvía de nuevo, esa rapidez de reacción que me solía caracterizar ante lo inesperado.

 

-- La espada... -- Solté el aire poco a poco y los miré, a los dos, con la misma sonrisa que solía poner en el Circo ante los desconocidos. -- Sí, lo sabía, había una copia de Excalibur como bola de humo que acaparara la atención y alejara a todos de la verdadera que es, por supuesto, la que custodiábamos en la mansión Potter Black. Y que es ésta. Sólo la Diosa ha podido llamarla de donde estaba y atraerla hacia ella -- dije con orgullo. Acababa de reconocerla como la Diosa Tierra, la Diosa Egea, la Diosa de la Naturaleza... La Diosa de los Mil Nombres...

 

La Diosa de Avalon.

 

-- Claro que se curará, ¿dudas de mí? Soy buena. -- De nuevo ese orgullo, aunque debiera ser innecesario y sonaba muy superfluo con la espada en la mano. De repente, me di cuenta que pesaba. Mucho. Apoyé el pomo en el ángulo del codo del brazo izquierdo, dejando que la hoja se extendiera a lo largo del brazo, aligerando así el peso en más superficie.

 

Escuché lo que decía mi sobrino sobre la segunda espada y enarqué una ceja. Giré un poco el cuello para contemplar a Xell y a la chica pelirroja. Hacían buenas migas. Casi sonrío al sentirla: era la Lockhart, aquella que vivía en la mansión de mi cuñada. ¿Karoline se llamaba? Volví a hablar de nuevo a Dick:

 

-- Sí, mi hermano sabría seguro donde encontrar esa copia pero... Dejémoslo a los antiquarios y a los rescatadores de tesoros, que pierdan en tiempo buscando Kalibur. Es la manera de fomentar más aún la leyenda. Nosotros sólo tenemos que cuidar de ésta, la verdadera, y llevarla al lago. ¿Recuerdas qué digo la Diosa? "La espada les mostrará la forma en que pueden ser uno con la naturaleza, aprendan de ella."

 

Me sentía feliz con ella en la mano pero..., ante todo, humildad. Ahora les hablé a los tres.

 

-- ¿Queréis cogerla? Es nuestra. De todos... -- Era cierto, la espada pertenecía al Clan de las Sacerdotisas. Yo sólo era su Custodia. -- Ella es la que nos despertará nuestra magia intrínseca que nos use a la Naturaleza aunque, supongo, todos sabemos más o menos, qué elemento natural es el que dominamos, ¿no?

 

No entendía bien qué me mostraría la Espada pero yo sabía que mi poder estaba más ligado con la tierra y las plantas que crecían en ella. Suponía que, de alguna manera, eso se vería durante nuestro viaje. O no... Quién sabe si me llevaría una sorpresa.

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Sintió la fuerza de aquel inmenso poder retornar a ella, en el mismo momento en que su halcón volaba a su lado, justo detrás de Graves, quien no parecía haberlo visto, lo que en aquellos momentos daba igual, porque quedaba claro que ya hubiera escuchado o no su líder el mensaje que le había enviado con el patronus, en aquellos momentos era totalmente irrelevante. La presencia que veía ante sus ojos hablando a Hobbamock era indescriptible. Su poder lo llenaba todo, empapaba cada roca y cada brizna de hierba, cada hoja de los árboles del bosque que los rodeaba, cada suspiro del aire que los envolvía.

 

Mientras aquel ser hablaba a Hobbamock, Vera observó que alguien más se aproximaba a ellos, quizás había llegado siguiendo a su halcón. No pudo, sin embargo, prestarle mucha atención, pues aquella imponente voz absorbía todos sus sentidos y su poder de concentración. Tenía la sensación de estar asistiendo a un momento mágico trascendental y de no ser capaz de percibir o entender todo lo que estaba ocurriendo ante sus maltrechos ojos.

 

—Deben proteger el Mjölnir, su lugar de descanso final es el Templo Paladín. Con él podrán convocar las tormentas y aprender de ellas —había expresado la voz. Y, un momento después, la misma voz retumbó como un trueno, mezclándose con otras voces, tan imponentes como la primera, que Vera no reconoció. —Las reliquias son únicas y su poder debe ser tomado en serio. No se pueden robar, no se pueden copiar con ningún tipo de magia. Si no logran encontrar el lugar de destino entenderemos que no son dignos y perderán el poder que les estamos prestando. Busquen en su mente, encuentren la magia que compartimos con ustedes, y devuelvan las reliquias al sitio al que pertenecen. —Suponía que debían referirse a las reliquias que habían pertenecido a los otros clanes.

 

Finalmente, las últimas palabras de aquellos seres arrojaron algo de luz a todo aquel misterio. Como paladín -o candidata a ello, al menos- Vera debía aceptar la tormenta y el poder de Thor como parte de sí misma. En el mismo momento en que aquel pensamiento penetró en su mente, Vera se sintió renovada de poder, exultante, repleta de energía, de fuerza, de magia. Era una fuerza tan electrizante como la tormenta, tan vibrante como un trueno, tan luminosa como un relámpago, tan letal como el rayo. Y supo en aquel mismo momento que acaba de cruzar el punto de no retorno. Aquel poder la llamaba y la atraía desde lo más profundo de su ser, lo sentía tan íntimamente ligado a ella que Vera sabía que su vida acaba de cambiar para siempre. Jamás podría ceder al impulso de aquella fuerza, jamás podría escapar de aquel inlujo, de aquella atracción subyugadora, que sentía como algo externo a ella y a la vez totalmente propio de ella.

 

 

—Es momento de encontrar un lugar que ninguno de los dos conoce, Vera. Y no tengo idea de como hacerlo. —Las palabras de Hobbamock la sacaron de su asombro y de sus penssamientos. Desde luego, ella tampoco sabía dónde encontrar el Templo Paladín. Pero Graves no se queda esperando. Quizás siguiendo una intuición o tal vez una inspiración, convoca a las tormentas y golpea el suelo con Mjölnir. Un rayo sale expulsado desde la tierra al cielo, resquebrajando la tierra, que ahora marca claramente un camino. Sin duda el camino hacia el Templo Paladín.

 

Vera recoge el martillo que le lanza Hobbamock. Ahora es su turno de convocar a las tormentas.

 

Su primer impulso fue golpear el suelo con Mjölnir, tal y como había visto hacer a Graves, pero se detiene cuando algo en ese poder que todavía la llena por dentro le alerta de que no es la manera. Debe encontrar su propio camino. Uno que emane de ella misma tanto como del poder de Thor y de aquel martillo. Sin saber muy bien por qué alza a Mjölnir hasta la altura de sus ojos, dos iris totalmente blancos, rodeados de cicatrices en lugar de párpados, sobre los que destacan sendas pupilas deformes y dilatadas. Siente como el poder de la tormenta se concentra en ellos, le duelen al reunir tanta energía en ellos y, entonces, una electrizante luz azul surge de sus dilatas pupilas y las llena de una fulgurante luz, que cruza el firmamento como un rayo hasta llegar adonde el camino descubierto por Graves se corta, justo donde ahora empieza el camino creado por Vera, demarcado por una intensa luz azul fluorescente que avanza sinuosa subiendo una enorme montaña hasta perderse en ella.

 

—Tu turno —le dice al siguiente Paladín, lanzándole a Mjölnir para que convoque a las tormentas y continúe creando el camino que les llevará hasta el Templo Paladín.

 

@@Tauro M. @ @Paladines

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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