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• Familia Potter •


Juliens
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Hélène Eloïse Bellerose

 

Hélène ingresó a la casa recibida por un hombre cabellos de fuego. Sonrió encantadoramente al hombre y trató de hacer una conexión en su cabeza, asociarlo con algún nombre. Se le había dicho que el pelirrojo era el líder de la Orden del Fénix, así que le dedicó una mirada solemne antes de pronunciar de manera gentil.

 

—Enchantée, Hélène Bellerose.

 

Con amabilidad depositó el paquete de macaroons en las manos del hombre y cruzó la estancia con paso decidido. Le habían dicho que se pusiera cómoda donde quisiera, así que se acercó a un saloncito donde ya habían varias personas. Eligió un sillón mullido y se sentó, sonriendo con amplitud a los presentes.

 

¿Kassandra ya habría informado a sus ex compañeros de bando sobre quien era ella y de dónde venía? sino lo sabían estaban a punto de averiguarlo. La bruja había cruzado el Atlántico desde Francia, sabiendo que tenía una misión más grande que ella misma. Y no había sido tarea sencilla. Esperaba que ahora, residiendo en Gran Bretaña pudiera tener un marco de acción más amplio.

 

No supo ni quien le tendió un vasito de ponche, pero agradeció el gesto con un pequeño asentimiento de cabeza. Ahora al menos tendría las manos ocupadas mientras iba conociendo un poco más de este grupo al que algún día esperaba poder llamar familia.

 

Un par de ingresos nuevos más tarde, ahora no solamente tenía un ponche sino también un pastelito que agradeció bastante. Esta gente si que sabía como hacerle sentir a uno contento.

 

La charla empezó a tomar un rumbo realista y triste a medida que se iban recordando las muertes y finalmente se repasaba la causa por la que todos estaban luchando. Luna, como la identificaron sus compañeros le pareció una muchacha llena de esperanzas y fe, hubo manifestado más de una vez su temor porque uno a uno empezaran a morir, sentimiento que la semiveela encontró válido. No podían darse más el lujo de perder vidas.

 

—En Francia las cosas están muy complicadas. —Intervino mientras jugueteaba con el vaso de ponche, girándolo entre sus dedos. —La persecución muggle ha dividido mucho a las familias allí. Ahora apoyarlos y defenderlos significa ponerse un target en la frente. La prensa no reporta lo que ocurre realmente, aunque bueno. ¿Cuándo lo hace?

 

Rió amargamente ante la ironía de sus palabras, sabiendo que en realidad existían muy pocas fuentes fidedignas de las cuales informarse de los hechos del mundo.

 

Este hecho a ocasionado que muchos de los pro muggles se retiren por miedo. Se escondan o simplemente se recluyan por temor a que los supremacistas o los muggles temerosos tomen represalias. Hay muchas familias que han optado por migrar y empezar de cero en otro lado, aunque hemos quedado unos pocos que hemos formado un pequeño frente para intentar defender la causa, aunque sobra decir que lo hemos tenido que hacer desde las sombras, con absoluta discreción.

 

La sonrisa amarga que se dibujaba en su rostro, se acentuó aún más cuando se dispuso a decir lo siguiente. —De ese pequeño frente no quedamos más que tres personas. Hemos sufrido bajas importantes. Decidimos que lo mejor sería separarnos y que cada uno de los sobrevivientes intentara fortalecer el frente con otros grupos de resistencia y bueno, heme aquí.

 

Reveló mucha información importante en un lapso muy corto de tiempo. El silencio que siguió a su intervención era palpable, por lo que decidió romper la tensión degustando el pastelito.

 

@@Rory Despard @@Luna Gryffindor Delacour @@Mica Gryffindor @@Emily Karkarov @@Hannity Ollivander Evans @@Darla Potter Black

Editado por Kassandra Weasley

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¿Qué estaba diciendo? recapitulé todo lo que dijo dándome cuenta que la situación era grave también en otros paises, suspiré cuando me enteré que del frente suyo quedaban tan pocas personas y me tomé un tiempo largo entender que quizas esta lucha nos quedé grande, porque pensándolo un minuto, ¿Quién nos garantizaba ganar? un escalofrió me recorrió toda al pensar que mi familia podría tener el mismo destino que su grupo, un destino que lucharía porque no tuviéramos, de hecho fue la primera vez que ser tan pesimista, algo raro en mí, tenía su lógica y es que era un momento complicado y con lo que acababa de decir Helene era mucho más complicado de lo que creía en un principio.

 

- Entonces decidiste migrar para acá, porque solo quedaban 3 personas de tu grupo, por Merlín eso es horrible pequeña, lamento las perdidas que sufriste, Helen, querida, pero eso confirma mi teoría de que tenemos que cuidarnos muchísimo si pensamos hacer esto, de verdad que es peligroso, tanto o más que antes y no es un juego, se que todos los sabemos pero tenemos que cuidarnos entre nosotros y pensaba que tener una contraseña por si alguno esta en peligro podría funcionar, si se que usamos los patronus pero, ¿Qué pasa si no podemos tener la varita en la mano? podría ser una sola palabra o mismo un amuleto que toquemos y avise a todos de lo sucedido, tenemos que cuidarnos mucho, no quiero perder a ninguno y no me gustaría que nos pasará lo de Helen, de verdad, que necesito que nos cuidemos entre todos, somos familia y somos unidos, así que algo debemos de poder hacer, ¿o no? - Dije preocupada por nuestro destino y pensando que quizas esta lucha podría acarrear más bajas de las ya sufridas anteriormente -

 

- En Italia pasa parecido que en Francia, en Roma muchos migraron a otros lados porque los persiguen, los matan o simplemente no los dejan vivir en paz, vi a tantos magos y brujas con miedo correr por sus vidas, no quería contarlo porque no me parecía relevante pero la persecución esta siendo tiránica, ya ni puedes decir nada que te atrapan y yo cuando iba tenia mucho cuidado de no hablar para nada, por suerte nunca me vieron más que una vez que me preguntaron a que venía, pero pude salir airosa diciéndoles que tenía una cita con unos magos de por ahí, al final, me dejaron pasar y no paso nada, pero están todo militarizado, ya no es seguro salir y la gente tiene tanto miedo que agradezco ir solo de visita y no quedarme mucho tiempo allí - Dije con mi repique de campanas una octava más alto, para que todos pudieran escucharme bien -

 

Suspiré porque esperaba que eso no pasará en Inglaterra, aunque había varios magos apostados por doquier controlando todo, no era tan estricto y por supuesto que no daba tanto miedo como ahí, en Italia parecía que a cada paso que dabas terminarías en algún calabozo o mansion recluida y eso era algo que se palpaba en sus calles, por cuanto los lugareños no estaban mucho tiempo afuera y siempre volvían rápido a la casa, temerosos de que algo malo les pasé, me pregunté si llegaríamos a eso y rogué a la diosa de Avalon, Merlín y Dios porque eso no pasé para nada, porque no estaba preparada para un estado de sitio o algo por el estilo y mucho menos tanto control, un control que había pero no era tan estricto como ahí por suerte y a mí en Inglaterra jamás me pararon, aunque no sabía si era porque residía allí desde hacia 17 años ya o porque me veían inofensiva, sea por lo que fuera, nunca me habían parado aquí y lo agradecía demasiado.

 

Recorrí el lugar con la mirada asustada mirándolos a todos como si nunca los hubiera visto bien, ¿Qué pasaba si terminábamos todos muertos como yo había pensado? sabía que éramos magos y brujas con mucho talento pero nadie estaba exento de que le pasé y además, ¿Quién nos garantizaba de que no se vinieran en nuestra contra? la situación era riesgosa por demás, pero me dije para darme ánimos de que peor situaciones habíamos salidos ilesos así que nada nos impedía que eso también pasará ahora, sabía que éramos buenos magos y brujas y que jamás dejaríamos que nada malo le pasará al otro, éramos familia y nos defenderíamos y protegeríamos como tal, así que me intente tranquilizar pensando que quizas juntos podríamos evitar que algo pase, porque no me imaginaba la vida sin ellos y además los quería demasiado como para dejarlos morir así como así sin defenderlos a como diera lugar.

 

- Les pido por favor que tengan cuidado, se que soy reiterativa, pero si necesitan ayuda con algo o hablar o lo que sea, pueden llamarme, saben que estoy a una lechuza de distancia o mismo patronus si quieren es igual, estamos para apoyarnos y ayudarnos entre todos, somos familia y debemos permanecer unidos, estaba pensando en que podríamos reunirnos así regularmente para hablar, socializar y contarnos como nos va, a veces hablar podría ser una solución también y tener un frente en común, estar más unidos que nunca y saber que contamos con el otro podría salvarnos hasta de la muerte, por supuesto que cuentan conmigo y mi varita por si me necesitan para algo, saben que pueden llamarme para lo que sea a la hora que sea ¿si? y lo más importante, que nos mantengamos más unidos que nunca, se que ya lo dije pero lo reitero, por favor, tenemos que estar unidos para hacerle frente a todo esto - Les pedí por segunda vez, temiendo ser repetitiva pero preocupada por lo que nos pudiera pasar si no teníamos mucho cuidado -

 

 

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Se concentró en su muffin, tal vez demasiado. El sabor del chocolate en su boca era reconfortante entre tanta confusión. Lo trozaba con los dedos y lo comía poco a poco, como si ese fuese el pasatiempo más interesante del mundo, o, al menos, como si haciendo aquello pasara aún más desapercibida.

Fue entonces cuando su sobrina la hizo volver su atención a lo que conversaban. No había escuchado nada en absoluto y, si lo había hecho, no había logrado comprender nada. Así que respondió a Luna con un gesto de "no tengo idea", alzando los hombros. Siguió comiendo el delicioso pastelillo mientras intentaba escuchar mejor lo que estaban diciendo. Aunque mientras comía notó que su atención empezaba a centrarse en cosas que nada tenían que ver con la conversación.

Fue entonces cuando prestó atención por primera vez a la joven de acento francés. No le resultaba familiar y, evidentemente, era bastante parlanchina como su sobrina. La conversación era demasiado seria para su gusto, así que se limitó a terminar su muffin y, más animada, levantarse a tomar uno más ¿por qué no? ¡Si había muchos!

La conversación continuaba y la Gryffindor no lograba centrarse en ella, aparentemente no era la única que no tenía nada para aportar, pues eran varios los presentes y solo escuchaba a dos interlocutoras. Le empezaba a costar quedarse en silencio, si bien se sentía mucho más relajada. Dio un mordisco desvergonzado al muffin e interrumpió a las mujeres.

-¿Han probado estos? Están deliciosos.

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La energía de Lunita era tan contangiante, su fe tan sólida y su espíritu tan optimista, que Rory sentía que podía escucharla horas de horas hablar, sin ápice de cansancio. Era un poco extraño, eso sí, lo amistosa que se mostraba con la mujer que llamaba Mica (aunque ella se había presentado con otro nombre) y aunque estaba lejos de ser la persona más avispada, era claro que la bruja no se sentía realmente cómoda con la actitud de Lunita. Consideró incluso intervenir, pero entonces las palabras de Hélène, lo distrayeron.

 

La elegante mujer comenzó a relatar para todos, la situación terrible que atravesaban en Francia. Por sus escasas incursiones en París, Rory sabía que las cosas no eran color de rosa, pero el relato en primera persona de lo sucedido tenía un efecto más devastador. En Inglaterra, mal que bien, la orden, y esa misma casa era un refugio seguro, pero todo indicaba que en Francia la opresión devenida tanto por el lado del inquisidor y de los muggles temerosos, como de los magos supremacistas, ponía a magos decentes como ella, entre la espada y la pared.

 

— Gracias por confiar en nosotros señorita Hélène, no puedo garantizar que esta lucha que tenemos tenga un resultado positivo. Aquí, aunque en cierto sentido estamos más fortalecidos, tampoco tenemos las mejores condiciones para garantizar un equilibrio. Somos conscientes que el miedo genera indiferencia entre las personas que de otro modo, podían adherirse a nuestros ideales, y en otras directamente ese miedo hace que apoyen las causas supremacistas para proteger a sus familias y evitar represalias. — terminándose lo poco que le quedaba del mufffin concluyó— el mundo cada vez es más gris, pero me permito, como Lunita, ser positivo en mi balance, y seguir teniendo fe en que podemos construir un mundo mejor con nuestras propias manos.

 

La joven auror volvía a participar en la conversación, era evidente su preocupación ¿cómo estar de otra manera con lo que acababan de escuchar? pero Rory encontraba un tanto incompresible la angustia que estaba dibujándose en su rostro a medida que avanzaba en su intervención. ¿De dónde nacía un miedo tan intenso? Quería decirle que se calmara, que todo estaría bien, que se protegerían, que eran un grupo unido y en esa medida iban a evitar hasta lo indecible, una pérdida irreparable, pero sabía que no había tales garantias. La visión que lo molestaba en sueños no era nada halagadora al respecto, avecinaba de hecho para Luna, una tragedia horrible, pero Rory no quiso pensar en eso.

 

Era cansado, y en realidad, de alguna manera que no podía explicar, estaba empezando a sentirse extrañamente relajado, y hasta arrullado por las palabras que ella decía, y lo único que quería decirle era que no se preocupara, porque era brillante, tanto como la la luz que emanaba de la araña que colgaba del techo del salón que era de repente, la cosa más hermosa e interesante que había visto en mucho tiempo.

 

— Lunita, mira tu hombro ¿te has visto? Es como si la luz del espíritu santo hubiese sido derramada sobre ti, iluminándote. No tienes que temer, estaremos bien— con una sonrisa ancha marcada en el rostro, se volvió a tomar otro de los muffin que volvían a circular entre los presentes— ¡vamos, no sean tímidas y coman cuantos deseen! yo quiero uno de arándonos, los arándonos son deliciososssss.— tomando uno le dio un gran bocado, y luego señaló a Mica hacia que fuera al rincón donde Potter Black se encontraba— Y dale uno también a Darla, Darla parece la clase de persona a la que le gustarían los arándonos.

 

 

¿Cómo es que de repente sus preocupaciones estaban cada vez más apartadas? ¿Era un efecto benéfico de la reunión el que estaba consiguiendo que pudiese ser totalmente transparente con los pensamientos que cruzaban por su cabeza?

 

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Comió el muffin, con distracción, mientras escuchaba la narración de la joven francesa, siempre había sido golosa, a su mente vino los picnics con Seba y como él ponía bocados, dulces o salados, en sus labios para que los probaran juntos. Un suspiro escapó de sus labios, no sabía si por el preocupante relato de Helene o por los recuerdos a flor de piel mientras se acababa el muffin.

 

—Luna, Luna, tranquila, no me pienso morir, ni nadie más aquí —murmuró la Potter Black mientras se cambiaba para sentarse en un apoya brazos de uno de los sillones vacíos, se sentía extrañamente inquieta.

 

Mica en ese momento mencionaba lo delicioso de los muffins, y creía que tenía razón, se veía tan lindo ese día. Podía sentir que algo había cambiado, era como sí, a pesar de las anécdotas y los temores, a haber desaparecido el espía, todo fuera perfecto. Rory se veía feliz por la luz del espíritu sobre Luna, gracioso la luz sobre la luna. Su oferta de arándonos la hizo sonreír. Se puso en pie y tomó el muffin que le ofrecían y llevó sus pasos hasta ponerse a la par del predicador. Le dolía un poco la cabeza, algo dulce la haría sentir mejor, pensó mientras daba un mordisco a su bocadillo.

 

—Están sabrosos, supongo que un beso sabor a arándonos dejaría a más de uno satisfecho —murmuró mientras jalaba una de las sillas para sentarse a un metro del Despard, observándolo con curiosidad, para luego mirar a Mica y decirle algo tardíamente —sí están ricos, felicitaciones al que los trajo —sus ojos recorrieron la sala buscando a dicha persona mientras un nuevo aroma llegaba más intensamente a ella, oh, ¿cuándo había cazado por última vez? Aunque, no, no era hambre lo que sentía, ¿feromonas?.

Editado por Darla Potter Black
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La mano de Melrose se disparó en el aire cuando Potter Black preguntó quien había traído los muffins.

 

Estaba cómodamente despatarrada sobre el mueble más viejo y mullido del salón. Sus hombros estaban acomodados más abajo del respaldar, de forma que parecía como si se hubiese escurrido medio metro hacia el suelo luego de haber estado sentada en una posición adecuada. Sus ojos tenían una consistencia como de ensueño: mordisqueaba su tercer muffin.

 

Al inicio, no había sentido gran cosa, solo que la consistencia era bastante chocolatosa y efectiva. Luego, los ojos parecían haberle jugado una mala pasada, por lo que había tomado asiento para asegurarse de que calibraba bien la forma y el fondo de la pared, de la cara de Luna y finalmente, la de Despard.

 

Mel nunca había tenido problemas de percepción así que todo el asunto se le hacía graciosísimo. Sin embargo, no reía: era como si toda la felicidad estuviera concentrada en un solo punto en su pecho, esperando a que alguien encendiera el asunto con un botón. Poco después, sus ojos se fijaron en el techo, donde una serie de colores se dibujaba y desdibujaba: parecía haber círculos de color azul, amarillo, rosa, verde, violeta...

 

—Jajaja —de pronto, la imagen frente a ella era hilarante y dejó que su dedo índice se detuviera en el aire, señalando la escena que se desenvolvía frente a ella— Darla quiere besar Despard.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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  • 2 semanas más tarde...

Vio a Darla coger el muffin y luego colocarse cerca de donde se encontraba. En circunstancias normales...tal cercanía le habría generado incomodidad pero todavía sentía esa extraña sensación de calma y relajación en el cuerpo, así que la vio sentarse cerca y mordisquear el muffin, y mencionar los besos y luego agradecer a Mica, y aunque de seguro todo debía estar relacionado, en su cabeza no había aparente conexión en todo eso.

 

Lo más llamativo eran los ojos de Darla, que parecían más enrojecidos y la forma curiosa en que arrugaba la nariz olfateando algo. Rory había experimentado antes la atracción que los vampiros ejercían sobre los humanos, pero esa concentración que había alcanzado observándola, como si fuera la única persona presente en la sala, se perdió por causa de la voz de Melrose, quien de hecho los apuntaba con el dedo.

 

¿Darla quería besarlo? Imposible.

 

¿O no?

 

Yo no sé de besos, no he tenido grandes experiencias al respecto...— el hambre que había sentido se había extinguido y en su lugar se sentía con la garganta seca y más sediento que nunca— no tengo idea de qué clase de besos me dejarían satisfecho. — recordando de repente lo que Melrose había dicho se aclaró la garganta y vio con desaprobación hacia la muchachita— pero yo creo que lo que Darla estaba haciendo era una simple apreciación ¿cierto?

 

Volvió a ver directamente hacia la pelirroja, intrigado de como su silueta no parecía tener contornos definidos y ahora también algo del brillo que veía en Luna se hacía presente en ella aunque de una forma diferente. Una parte de él sentía que no era correcto que estuvieran haciéndose comentarios como el de Melrose, pero de otra parte ¿No había sido el objetivo de esa reunión poder conocer un poco más a sus compañeros de bando? Aunque las circunstancias estaban siendo por completo distintas a cómo las había imaginado ¿no estaba alcanzando de alguna manera su propósito?.

 

Y en el fondo él deseaba conocerlo. Deseaba escuchar a Darla, a Melrose, a Luna y a todas las que habían llegado a la reunión. Que pudieran genuinamente y más allá del deber del bando, confiar en él y que sin importar las circunstancias,creyeran en él y en su apoyo. Melrose ya no los apuntaba, su atención parecía haberse dirigido a otro punto de la sala, pero ya no le importaba realmente. En su lugar, levántandose un tanto tambaleante avanzó para servirse otro vaso de ponche y entonces, con la bebida en la mano acercó su silla a la de Darla y esta vez fue él quien tuvo la iniciativa de hacer una pregunta que de antemano lo hizo pedir disculpas a Dios, porque rozaba lo indecoroso.

 

— ¿Y a ti qué clase de besos te dejarían satisfecha, Darla?

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La conversación había tomado un giro tan triste y nostálgico, que la heredera suspiró un tanto alicaída, refugiándose completamente en las sensaciones que le generaba aquel delicioso y chocolatoso bocadillo. Tenía un sabor bastante amargo, pero el exterior caramelizado compensaba completamente y equilibraba la experiencia gastronómica que estaban disfrutando sus papilas gustativas.
Continuó inmersa en la conversación sin añadir mucho más, porque de repente se empezó a sentir extraña. Parpadeó varias veces confundida, sentía un peso atípico que le nublaba los pensamientos y le impedía formular ideas con la rapidez habitual. Se vio tan lenta y atolondrada, que se rebulló incómoda en el sillón esperando que nadie notara su molestia, para ella la correcta impresión era tan importante…
Observó a sus compañeros de bando, aún no se sabía los nombres de ninguno y si alguno se había presentado ya no se acordaba. Sonrió porque no atinó qué más hacer, se sentía un poco fuera de lugar. Como para disimular un poco que se sentía extraña, extendió una mano nuevamente a la bandeja de pastelitos, empezando a devorar otro más.
Puso atención a su entorno, una chica hablaba de dar besos y otra se reía divertida de lo que estaba pasando. Pero, ¿qué era eso que estaba pasando? Incómoda, Bellerose volvió a revolverse en el sillón, sintiendo que el corazón empezaba a latirle con violencia. Un sudor frío empezaba a recorrerle la espalda. El tiempo empezaba a transcurrir taaaaaan lento…
Se sentó lo más erguida que pudo en el sillón y decidió que no iba a emitir ninguna palabra porque de repente no sabía qué palabras era correcto decir. Se irguió cuanto pudo en el sillón, sin darse cuenta que estaba sentándose completamente tiesa, como si de un maniquí se tratase. No dejaba de mirar a todos bastante nerviosa sin terminar de comprender qué le estaba pasando.
Editado por Helene Eloise Bellerose

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Podía sentir aquella extraña sensación que la hacía sentir las cosas como si estuviera en una nube de algodón. Ante sus ojos Melrose, derretida sobre un sillón levantó una mano, como haciéndose cargo de ser la portadora de los muffins. Darla dio otro mordisco, concentrándose en el pastelillo, intentando identificar el sabor, cuyo aroma le resultaba dulce y familiar cuando de pronto la carcajada de Mel la hizo sobresaltar en su asiento. ¿Pero qué le pasaba a esa chica? ¿De qué hablaba?

 

Y cómo si el mundo subrealista de los besos se hubiera apoderado de ellos el predicador comenzaba a hablar de que él no conocía sobre besos. Darla levantó las cejas intentando entender. Ante la siguiente pregunta asintió.

 

—Cierto… pensaba en voz alta… —creo, se dijo a sí misma, algo sorprendida por el extraño derrotero que tomaban las cosas. En el fondo de su mente se seguía preguntando qué estaba pasando.

 

El Despard se puso de pie con paso torpe y se sirvió un vaso de ponche, para luego sentarse más cerca de la pelirroja que lo osbervó con curiosidad, distraídamente mientras él se levantara había acabado su segundo muffin y no sabía si quería más. La pregunta la descolocó por unos segundos, pero enseguida sonrió e inclinó su torso hacia Rory, dejando su rostro a apenas centímetros del de él.

 

—¿A mí? Pues… —pensó unos segundos, entre cerró los ojos como si pudiera visualizarlo o más bien saborearlo aún antes de responder o sentirlo en los labios quizás —los que comienzan en el cuello… rozan el lóbulo de la oreja, se desplazan hacia la mejilla para rozar apenas los labios antes de volver a recorrer el cuello, los hombros y descender hasta llegar a… un final feliz con los labios húmedos de miel —Darla abrió los ojos de pronto, miró al Despard… sonrió mientras se humedecía los labios —me haz tentado Rory —le susurró y con un brusco movimiento echó hacia atrás su cuerpo y se puso de pie.

 

—Ese ponche en tu mano huele delicioso —dijo mientras daba los mismos torpes pasos que él hacia donde estaba la fuente con la bebida sobre la mesa, buscando servirse ella también un vaso para humedecer su garganta, sentía demasiada sed.

Editado por Darla Potter Black
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Le ponía feliz que a Darla no le pasará nada y a ninguno de los allí presente, pero en cuanto escuchó lo que Melrose estaba diciendo se carcajeo sonoramente sin importarle lo raro que le resultaría al resto todo aquello, ella misma se sentía desinhibida y más alegré de la cuenta, como si los pastelitos que estaba comiendo la hubieran puesto feliz de repente y es que se sentía mucho más contenta de lo que alguna vez estuvo en su vida, ¿Qué era lo que sucedía allí? por lo pronto el pensamiento de su amiga Darla besando a Rory se le antojo divertido y se dijo que si se querían no era quien para quejarse, aunque pensó si eso pasaba por lo que habían comido más que porque lo desearán en realidad.

 

- Bueno creo que a todos nos gustan besos diferentes ¿no es así? por lo pronto creo que ese ponche que tomamos tenía algo raro, por lo demás creo que reunirnos para conocernos mejor es una muy buena idea, haber que cosa no saben de mí, déjenme pensar, así claro ya recordé, a menudo me preguntó como hubiera sido mi vida si no hubiera llegado a Oterry, ya saben como hubiera seguido vagando sin familia y sin un rumbo fijo por doquier, alimentándome de animales por todos lados, creo que hubiera sido algo peligroso, así que estoy contenta de haber llegado aquí también, la Orden le dio un sentido a toda mi vida, creo que nunca les agradecí haberme aceptado en la familia así que gracias por aceptarme - Les dije entre feliz y alegré, preguntándome porque seguía teniendo ganas de reír -

 

- Si se quieren besar no me quejo, aunque creo que todo esto se torno raro ¿no? quiero decir no esperé que ese ponche que tomamos nos pusiera así, ¿les dije que son la única familia que tengo? pues lo son, además de la Gryffindor, pero ya no se siente como de la familia, le falta algo, lo siento me estoy poniendo melancólica de vuelta, quiero decir que todos ustedes siguen siendo mi familia y que eso nunca más cambiara y sin importar el que tendrán mi apoyo en todo y pues, los quiero mucho, no se los digo seguido pero los admiro y quiero, ojala tuviera el poder de hacer todo lo que ustedes hacen y pues es mi deseo que sigamos así juntos por siempre, ¿Qué les parece? - Dije sonriendo feliz, notando como mis ojos azules claros brillaban mucho más que antes -

 

¿Qué me estaba pasando a mí? ¿desde cuando me iba tan atrás en el tiempo? era como si lo que tomamos me llevará al pasado sin dudarlo, a una Luna pequeña y chiquita que aún tenía cosas que aprender, en lugar de la bruja que sabía todo lo que debía lograr y tomaba riesgos por doquier, no entendía que me estaba pasando pero era como si pudiera confesarlo todo, cosas que normalmente no diría ni por asomo, como mis miedos a perder a personas de mi familia o porque no mi absurdo miedo de que no ganáramos la guerra al final, cosas que ocultaba muy celosamente del resto para no parecer triste o apesadumbrada, cosas que normalmente nunca diría estando en mis cabales y sin haber tomado nada.

 

 

- Quiero pensar en positivo y que ganaremos, enserio que quiero hacerlo pero no puedo, a menudo me asaltan estos pensamientos en donde termino muerta o alguien que quiero, es una sueño recurrente mío y ya no se que hacer con este boggart, porque si es como mi mayor miedo, temo ser la única que quedé viva al final, cosa que espero que nunca pasé, lo siento, decía que me resulta raro, se que no pasará y que a nadie le sucederá nada malo, pero a veces lo pienso y me pongo triste, así que espero que ganemos esta guerra porque no quiero perder a nadie más, ¿entendieron? - Dije al final, confesándoles de vuelta aquello que más miedo me daba, el quedarme sola del todo y sin mi amada familia -

 

 

No pensé que ya había dicho eso, tampoco me percaté que estaba siendo casi repetitiva, era como si ese muffins hiciera que dijera todo lo que tenía adentro mío, tampoco me sentía tan valiente y temeraria como normalmente era, aquello era simplemente mi forma de ayudar por doquier, hablar rápido, estar ahí para lo que me necesitarán, en realidad hacía todo eso para que me quisieran, ese era mi talón de Aquiles, él que no me quieran me preocupaba más que cualquier otra cosa, por eso ayudaba en lo que podía y estaba siempre para todos, sin importar quien me necesitará al final.

 

- Bueno en realidad hago todo para que me quieran, si ya sé que lo hacen, pero como no lo veo así, por eso ayudo a todo el mundo y estoy para todos siempre, creo que eso nunca lo dije, por eso soy así de comprensiva y buena, porque intento estar para todos siempre, pero la pregunta acá sería, ¿Cuándo estoy para mí? ya ven, nunca lo estoy, siempre estoy o para la Orden o para mi familia, jamás para mí, lo siento no me estoy quejando, solo digo que a veces me gustaría estar solo para mí, pero como no soy egoísta o intento no serlo, pues siempre hago de todo para que me quieran, ¿y si en realidad no debo hacer nada? se supone que deben de quererme sin necesidad de que haga nada ¿no?, por cierto, ¿Qué tenía eso que comimos? porque normalmente yo no estaría diciendo esto se los juro - Dije con mi repique de campanas más bajo de lo habitual, viendo vidrioso con mis ojos azules claros e intentando enfocar bien a alguien de los allí reunidos -

 

 

Era la primera vez que les confesaba aquello nunca antes les había dicho porque era como era, ese era un secreto que tenía muy dentro mío, ocultaba y tapaba mis inseguridades siendo alegré, feliz y buena, les ocultaba todo esto porque a nadie le gustaría tener al lado alguien que todo el tiempo pedía que la quieran o hiciera de todo para que la quisieran, pero esa era la triste realidad de todo, era así de buena para que me tomarán en cuenta y me quisieran, solo que no me daba cuenta que en realidad no hacía falta que hiciera nada porque me querían sin necesidad de que estuviera siempre para todo el mundo, aunque claro que seguiría estando para todos y rece porque se me olvidará mi confesión cuando se nos pasará el efecto de lo que habíamos comido, diciéndome que tendría más cuidado la próxima vez que Melrosé me daba algo para comer y que tendría que haberlo imaginado, solo me mantendría alejado de lo que traería a la casa, no fuera cosa que empezará a decir todos mis miedos juntos uno tras otro, porque si bien queríamos conocernos mejor, no era cuestión de que lo hiciera en esos momentos.

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