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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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Apenas había podido curar mi costado de aquel encontronazo con mi hijo. Menos mal que había sido en una zona encubierta. ¿Qué hubieran dicho mis compañeros si supieran que aún seguía vivo después de reconocerme con la máscara puesta? Por supuesto, no iba a desaprovechar ninguna alma mágica, al margen de que fuera mi hijo Matt. Mi ira iba contra los muggles, así que no tenía nada que justificar, nadie tenía que pedirme explicaciones.

Aún así, cuando sentí la llamada, me quedé quieta unos instantes. ¿Es qué en algún momento había bajado mi oclumancia y alguien me había podido leer las dudas? Me mordí el labio inferior y, después, me puse un bálsamo made in Babila, para evitar hacerme herida en él. Acabé de tomar mi vaso de poción crece-huesos, asquerosamente ardiente, ante la posibilidad de que realmente me hubiera roto alguna costilla, como creía. A parte de eso, podría decir que la incursión a King Cross había sido un éxito.

Me miré en el espejo. La ropa estaba bastante sucia y algunos rasgados demostraban demasiado lo que llevaba debajo. Mi hijo tenía demasiada fuerza... Sonreí, no sé si con orgullo o por lo bien que había salido la caída del tren. Me busqué otra ropa, menos mal que en el armario tenía de todo para elegir. Esta vez me alejé de la sobriedad de lo negro y me puse unos pantalones y chaquetas de color burdeos, junto con una camisa de color ambarino. Me recogí el pelo en una cola cómoda con un pasador dorado en forma de calavera y me puse unos botines planos, también muy cómodos. Así, decidí que no podía hacer esperar a quién nos llamara. Esperaba que el motivo no fuera otra guerra; estaba algo cansada, aunque ya se sabe que cuando disponen de ti, no puedes dudar en aparecer y cumplir las órdenes. Me puse la máscara y salí de allá en busca de quien había llamado.

Me extrañó, al llegar, que el punto de reunión fuera la Mansión Riddle. Había estado allá sólo dos veces, así que aún no me sentía cómo da en el interior. Sin embargo, las voces y un estrépito de cristales rotos me indicó a dónde dirigir mis pasos. Avancé rápido aunque, al llegar a la sala donde estaba Caelum con un compañero, o mejor dicho, compañera, paré mi paso para contemplar la escena.

Ella hablaba de su padre, me sorprendió que hablara de los Rambaldi y un Black de España. ¿Quién sería? A esta compañera no la conocía. Bueno, conocía a bien pocos, la verdad...

-- Mis orígenes también son españoles -- dije con voz seca, a forma de saludo, sin importarme interrumpir la conversación. Se notaba que había un aforo amplio y que, de momento, sólo éramos tres. -- Espero que mi nombre lo recuerde, Sr. Caelum. ¿Ha disfrutado hoy? Espero que le gustara el movimiento...

 

@ Helike R V PB @ Aaron Black Yaxley

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Mientras esperé la respuesta de Caelum, aproveché la ocasión para sacarme la capa. Puse el vaso en una mesilla cercana, con un par de toques de varita en cada hombro y con un simple chasquido, el abrigo se cayó deslizándose al apartarme un poco. Me levanté y la recogí con la mano colocándola con delicadeza en el regazo, con las piernas cruzadas. Saqué del morral un cigarrillo, le di suaves golpes en el reposabrazos y lo llevé a la boca. Lo encendí con 'Maat' y enseguida salió un hilillo de nube de tabaco. Aspiré el humo, sabía mucho mejor acompañado de vino de saúco que de whisky de fuego, había que reconocerlo...

Me sobresaltó una voz femenina. Decía que era de España. Fruncí el ceño, yo conocía a alguien también de esas tierras, más concretamente mi suegra y mi esposo. Y para qué negarlo, durante años había forjado fuertes lazos con los políticos de ese país que me beneficiaban con muchos de los negocios que ahí había implatado y bueno, gracias a eso les rescompensaba con una buena bolsa de galeones y no metían sus narices en mis asuntos. Por la parte que les correspondía. Quería tener la mayor fortuna posible para hacer frente a mi rival, o mejor dicho a una enemiga que estaba bañada en oro, no literal, pero eso le daba suficiente poder en Italia. Era para contrarrestar el poder. En concreto, la casa Médici.

- ¡Mi señora! - me levanté para hacerle un gesto de inclinación con la cabeza. Pero me sorprendió que llevase una máscara que se me hacía bastante familiar. ¿Era la que haía visto en King's Cross? Me había llamado la atención su forma. Parecía de marfil del bueno, o quizás hueso, pero tal y cómo la llevaba puesta ocultaba parte de sus facciones. 

- Su excelencia no debería tapar su rostro aquí, somos amigos... familia - aclaré, con una sonrisa cálida. Algo que hacía tiempo que no mostraba a nadie. Pero no sabía porqué, esos andares al caminar, la altura... daban que era ella. Ya me había encontrado con Sagitas en la Fortaleza Oscura o mejor dicho; en la Taberna del Basilisco Ahorcado y estaba diferente en aquella ocasión... Pero, aún así, desconfiaba del todo. ¿En serio no me conocía o fingía no hacerlo? La que tendría que sospechar era yo. A pesar de las explicaciones dadas en el Ministerio, no terminaban de convencerme del todo. ¿Por una simple visión cambiar tanto en tan poco tiempo? Seguro que había algo detrás. ¿Espionaje, tal vez?

- ¿En serio no me reconoce? Bueno comprendería que no, allá ese sitio infernal, bueno, éramos muchos cumpliendo con nuestro deber y usted estaba ocupada. Enseguida supe que aquí la presente había hecho el llamado -no era una pregunta, sino una confirmación. Pero no entendía tantas precauciones...

- Además, no estamos en el Carnaval de Venecia mujer - reí por lo bajo- ya pasó la temporada- negué con la cabeza y volví a sentarme - respire un poco, tómese un refrigerio mientras vengan los demás -sonreí nuevamente, pero con un leve recelo en mi mirada. 

- ¿Que lo recuerde? Si no me lo ha dicho, como yo tampoco el mío... Soy hija de Deiwan Rambaldi, nieta de Milo Rambaldi - sonreí mirando a ambos. 

- De eso precisamente le estaba hablando a su excelencia. El ataque a la estación fue una insensatez, hay métodos más eficaces para doblegar a los muggles. Crear discrepancias entre ellos, sobornos, asesinatos, todo lo que haga falta para que no se unan... Divide y vencerás -dije ahora en un tono más serio alzando nuevamente mi copa- hacer otras estrategias para que gane la Marca Tenebrosa -alcé de nuevo el vaso, iba por el segundo y si no llegábamos a la cena, estaba segura que caería ebria como una cuba en cualquier rincón. Debía contenerme sino quería dar un espectácul0.

 

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El portal de la noche al fin se abrió para permitirme el paso ante donde había pensado llegar. Era el primer lugar que se me había ocurrido, ya que claramente no podía ir con la joven a la mansión Gryffindor, sus habitantes me hubieran juzgado de más. ¿Dónde sino? Aquel sitio jamás lo había visitado pero según el bando, podía llegar ante la Mansion Riddle cuando yo lo necesitara. Algunas personas lo usaban como cuartel y otros tantos, como refugio.

 

Pisé fuerte el suelo de cemento, justo donde arrancaba a crecer el césped. La estructura era realmente vieja, unos cuantos años, pero lo que me importaba era encontrar un lugar tranquilo y seguro. No me percaté de vendarle los ojos a la chica, ni desmayarla. Solamente estaba amordazada y sus brazos pegados a su torso de manera que no pudiera moverse demasiado. Esos segundos de King Cross a la mansión fueron eternos y estaba obligándome a dejar la mente en blanco porque explotaría otra vez.

 

¿Qué sucedería que la joven me había visto, por tirarme la máscara? ¿Tendría que borrarle los recuerdos? ¿Torturarla? ¿Matarla? Era una bruja adolescente y la magia siempre dejaba su huella, estaba seguro que cualquier cosa podía llevarme a la perdición. Y si de algo estaba cien por ciento seguro era que no quería perder todo lo que había conseguido.

 

Te das cuenta lo que has hecho, ¿No? ¿Quién demonios te mandó a meter tus narices allí, eh, acaso no tienes padres, niña? —estaba a un centímetro de ponerme a gritar. Mi cabeza no dejaba de pensar y el cuerpo de la jovencita levitaba a mi lado, a pesar de haberla tomado con mi mano libre para arrastrarla mejor. Esa docena de pasos del portal a la puerta de entrada fueron en pocos segundos, ¡Y la marca me ardió! No, no podían llamar en el peor momento. Y del enojo le di una patada a la puerta para abrirla.

 

Tenía que actuar solo, de manera silenciosa y que nadie supiera.

 

Pero justo enfrente de mi, me encontré con tres personas. Y era el último mortífago al que quería encontrarme. Caelum Black estaba en la sala de la mansión Riddle con Nemétona y otra mortífaga.

 

Mi corazón latió más suave y luego dio algunos retumbos fuertes. Solté el cuerpo de Dana Gryffindor que cayó al suelo. ¿Qué hacía ahora?

 

@ Dana Gryffindor  @ Aaron Black Yaxley  @ Helike R V PB  @ Sagitas Potter Blue

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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  • 3 semanas más tarde...

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No sabía quién era aquella mortífaga de orígenes españoles y tampoco es que me importara mucho, al menos hasta que la vi fumar. Aquella forma de sacar el pitillo y golpearlo en el brazo del sillón, lo había visto tantas veces... ¿Podría ser que fuera...? Me alejé un paso de ella. Si era quien yo pensaba en aquel momento, sabía que no me gustaba que fumara; si no lo era, también se daría cuenta al ver que ponía distancia entre mí y su humo.

-- Gracias por el saludo cortés -- respondí, con media sonrisa, aceptando su broma, aunque también me sonó a burla. Bueno, era una compañera de bando, AÚN no podía meterme con ella, aunque ella seguía mirándome con descaro a la máscara y a mí. Fruncí el ceño, algo que seguro no notaría, pero si vería la forma en que me mordí el labio inferior. -- Bueno, no te creas tan importante. Sé quién eres y, como sigas haciendo monerías, dormirás en el felpudo de la casa.

¿Le quedaría claro quién era ahora? No me iba a quitar la máscara sólo porque ella me lo dijera. Me acerqué a una silla y me senté en ella con cierto desagrado. Heliké no paraba de decir insensateces e iba a estallar.

-- Te crees muy sabia. ¿No has pensado que el ataque a King Cross iba más allá que asustar a muggles? Tal vez tenía una finalidad más definida.

Observé como bebía y bebía. Tal vez allá fuera lo usual. Yo es que no podía beber cosas fuertes, así que alejé la vista de su vaso y la volví hacia la entrada. Alguien había dado una patada tan fuerte en la puerta que había resonado como eco, haciendo tintinear algunas botellas de la mesa. Pero no me asusté. Nadie podía entrar en la Riddle sin ser miembro del bando, por tanto, sólo era alguien a quien podríamos calificar de mal educado. 

Lo que no me esperaba era que apareciera aquel hombre a quien sí conocía, aunque ahora se me escapaba su nombre. ¡Maldita memoria! Sin embargo, lo que me hizo arquear la ceja con la sorpresa fue ver delante a una muchacha que levitaba, amordazada y atada, sin fijarme si estaba viva o muerta. De golpe, cayó al suelo. Supuse que el hombre también estaba sorprendido de vernos. Sonreí.

-- Es algo joven, ¿no? ¿Por qué traes visitas inesperadas a la reunión? ¿O es que es "parte" de la reunión?

Me sentí algo incómoda. Tenía la idea clara de lo que tenía que hacer por y para el bando, por y para mis intereses, pero... ¿jovencitas?

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Un fuerte zumbido apabullaba mis oídos a causa de un terrible mareo producido por lo que pareció ser una aparición. No podía mover los labios, sentía una especie de soga apretando mis cachetes y dándome jaqueca y mis ojos ¿estaban vendados? no sentía nada en ellos pero tampoco quería abrirlos, mis manos estaban libres aunque mis brazos hacían fricción contra mi torso gracias a una soga que los atrapaba.

Piso de cemento, lo supe porque estaba siendo arrastrada por él, mi cuerpo estaba entregado quizás por el estado de shock en el que me encontraba. Lo único que recordaba eran los ojos negros de mi secuestrador, el chico de la máscara.

Y allí estaba, arrastrándome por el suelo de quién sabe donde. Escuché un golpe seco que me hizo reaccionar y abrir los ojos, había abierto una puerta y otras tres personas nos recibieron con máscaras en sus rostros. ¡Más mortífagos! maldita sea, si bien era simpatizante de su causa sabía muy bien que esas personas no eran de buen llevar y que cualquier paso en falso acabaría con mi cabeza en bandeja para las serpientes. Y los ojos del muchacho revelaban una maldad demoníaca a la cual no estaba preparada para enfrentar.

"Es algo joven" dijo una de los presentes... esa voz, podría jurar que la había escuchado en algún sitio ¿en la televisión quizás? y a qué se refería con ser parte de una reunión. De pronto me imaginé como sacrificio de alguna especie de ritual ¡No seas idi*** Dana! seguro se reúnen para festejar la destrucción de King Cross, ellos habían orquestado el ataque y generado aquél caos donde los muggles se revelaron intentando asesinarnos y yo allí traída por el chico de la máscara de árbol, indefensa tras las ataduras y sin poder hablar ¡Y mejor así! cualquier palabra podría ser letal.

Me dolía el filo de las cuerdas, me dolía la cara contra el piso, me dolía el estómago de solo pensar en lo que podría pasarme y de pronto un dejo de esperanza iluminó mi espíritu ¿aún tendría mi varita? Desaparecería en la primer oportunidad.

@ Mael Blackfyre @ Sagitas Potter Blue @ Helike R V PB @ Aaron Black Yaxley

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Negó.

La Riddle era su última opción, cualquier cosa con los mortífagos era siempre la última opción. A Cillian no le gustaba tener que relacionarse con ellos más de lo estrictamente necesario, ni siquiera sabía exactamente porque continuaba llevando aquella est****a marca en el brazo pero como era lo único que conocía, lo que alguna vez su madre le había enseñado que era lo correcto entonces seguía ahí y seguramente seguiría hasta su muerte. 

Realmente no le importaba que aquel grupo al que pertenecía fuesen los malos mientras él no se viese involucrado, es por eso que prefería mantenerse apartado pero aquella noche no tenía otra opción, no tenía otro lugar a donde ir. Su dinero había desaparecido en algún momento de su larga ausencia en medio de toda aquella guerra de la que buscaba mantenerse aparte solo para terminar volviendo a los escombros que la misma había dejado.

Cruzó la puerta sin saber realmente que debía esperar, nunca era seguro que podrías encontrar en aquel lugar. Intentó no hacer demasiado ruido apenas detectó voces que venían de algún lugar en la mansión, había otros en la mansión y al parecer lo que estaba por suceder ahí no era algo con lo que Cillian estuviera bastante de acuerdo. Quizá y lo mejor era que diera media vuelta antes de que se percataran de su presencia aunque conocía a los suyos y muy por seguro ya lo habían hecho así que decidió solo ocultarse detrás de uno de los muebles hasta que ocurriese lo que tuviera que ocurrir.

Estaban ahí para celebrar la destrucción de King Cross, eso seguro, no podía pensar en otra razón pero... ¿Quien era la chica a la que tenían rehén? Sabía que no debía entrometerse, eso nunca terminaba bien y tampoco era mucho que le importase mucho lo que ahí estaba pasando.

 

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La joven que había llevado a la mansión Riddle para interrogarla (y amenazarla) se había empezado a remover en su lugar al darse cuenta con quién se encontraba. Mi varita aún se aferraba a mi mano cuando me encontré en la sala con aquellas figuras encapuchadas. Me mordí un labio para tratar de contenerme, pero aquello no funcionaba realmente si ya me venía conteniendo desde hacía tiempo. Miré a Nemétona.

¿y si te metes mejor en tus asuntos? Tal vez encuentres algo mejor que hacer —mi mano libre fue directamente contra aquellas sogas que ataban a la jovencita y con un movimiento de ellas, las corte. Éstas antes de caer al suelo se desvanecieron dejando atrás unas volutas de humo. No iba a darle explicaciones a nadie. No les interesaba a nadie. Pero miré fijamente a Dana, como si hubiera llegado allí salvándola más que haberla arrastrado. Y disimulando lo mejor que podía. Mis facciones eran totalmente inexpresivas, aunque estuviera detrás de la máscara—. Andando

Le dije, como si hubiéramos llegado a la Riddle a pasear y a disfrutar de sus instalaciones. Aunque ésta casa fuera una de las más horribles que habría visto. Pero era el único lugar que se me había ocurrido tras el ataque a King Cross. No podría llevarla a la Gryffindor, claramente. Solo tenía que asegurarme que no abriera la boca, porque por la desdicha de salvarla de aquellos muggles, la maldita me había visto el rostro (también por su culpa al tirarme al suelo). No era nada que unos encanamientos desmemorizantes que no pudieran arreglar (aunque la magia siempre dejaba rastros)

Mié a Caelum y a Nemétona por última vez, bajando la varita. Señalé con la cabeza a la jovencita, hacias las escaleras que se encontraban del otro lado.

 

@ Dana Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Por dentro moría pero el cambio de actitud del mortifago logró que entendiera la situación, él era peligroso pero quienes estaban allí presentes, o almenos uno de ellos, lo eran aún más.

Mi rostro se volvió una piedra y si usualmente era una persona seria... probablemente hiciera honor al dicho y tuviera dos nalgas dibujadas en el medio de mi cara. 

El chico de la máscara me liberó y lo primero que hice fue poner las manos en los bolsillos de mi capa y encontrar del lado derecho mi varita ¡por Merlín, la tenía conmigo y podía largarme de allí tan pronto como quisiera!

Pero ¿quería? La intriga era mi peor enemiga y si bien el mago querría mi silencio, yo quería algo de él, algo que lo obligara a buscarme ¿por qué? Siempre quise ser Auror, luchar por mi propia filosofía en el filo de la ley mágica. Pero ese lugar, ese poder... sabía que ellos podrían darme el empuje que necesitaba para llegar lejos. Era ambiciosa, sí.  Pero la realidad era que solo yo me cuidaba la espalda, solo yo me llenaba el estómago y solo yo sabía cómo conseguir mis objetivos.

Continué por las escaleras, y unos escalones más arriba, cuando los magos se perdieron de vista, con la mano en el bolsillo murmure:

-Accio-. 

La máscara de árbol salió disparada del rostro del mortifago y al instante en que puse una mano sobre ella desaparecí de inmediato al primer lugar que pasó por mi cabeza, no sin antes regalarle una sonrisa desafiante al muchacho de ojos negros.

@ Mael Blackfyre

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RYVAK

Ha pasado tiempo...a Ryvak le parece que ha sido mucho tiempo, vagando por aquí, por allá, percatándose que no pertenece a ningún sitio, es como una hoja que el aire lleva a todas partes y a ninguna, es una hoja verde arrancada antes de tiempo pues hubo muchas cosas que no hizo, ese lapso de corto tiempo de vida tratando de pertenecer cuando nunca le quedo claro cual era su origen, pero cuando tomo a regañadientes la resolución de volver a aquella mansión en la que invirtió dos años de  permanencia sin hacer ningún lazo, le pareció algo inútil insistir. Pero odiaba más el tiempo transcurrido en esa detestable Hacienda donde la soledad aplastante le dejo huellas que aún estos días dolían y le llenan de furia. En la Riddle también brota de su ser un gran enfado, sin embargo ¿a qué otro sitio podía ir?

 

Dio a propósito rodeos a pesar de que conoce bien como llegar a la mansión, está cansado de sentirse intruso en aquel lugar, si al menos hubiese algún modo de "terminar de sentir". Sin entusiasmo al fin llega al lugar, se detiene frente a la entrada pero no avanza, se queda pensando si valdrá la pena continuar...nunca ha querido desertar a sus propias decisiones pero...¿a qué le han llevado hasta ahora? nada que le parezca de valor o importancia...es como si su vida fuese vacía e inútil... 

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Agradecí a todos los dioses que la joven entendiera, o por lo menos accediera, a dirigirnos hacia la parte de las escaleras. Pasamos ambos por al lado tanto de Caelum como de Nemétona ignorándolos de verdad y Dana se movía por aquella estructura como si la conociera de toda la vida. Doblamos en la siguiente habitación y empezamos a ascender las escaleras. Mi pecho se aflojó y el nudo del estómago también. Pero ambos se entrecortaron rápidamente.

Si tan solo supieras lo que… —pero la figura femenina subió algunos escalones de más, con paso apresurado apuntándome con la varita. Estaba loca. Si, estaba loca. Mi máscara se alejó a sus manos y mis ojos se abrieron bien grandes. Saqué de un tirón mi varita pero era tarde—. ¡NOOO! Maldita ¡BOMBARDA!

El rayo no la alcanzó a llegar a ella. La habría lastimado claramente. Pude ver aquella sonrisa que desapareció un segundo antes que el rayo chocara contra la escalera y dejara un gran agujero allí. Lancé una patada al aire y ante la frustración y un grito ahogado desaparecí también de allí. La mataria. Si lograba encontrarla, que no sería difícil, la encontraría y la mataría. Dejé atrás la mansión Riddle. Viajaría primero a la mansión Gryffindor para asegurarme antes de algo.

 

@ Dana Gryffindor

Editado por Mael Blackfyre

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