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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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Matthew Black Triviani

Miro a su alrededor, mientras sus compañeros de bando hacían acto de presencia uno por uno, su corazón latía con furia, pero intentaba tranquilizar el ritmo manejando su respiración, sus ojos se fijaban por completo a su alrededor, según tenia entendido, solo se podía traspasar semejante verja de forma especial, aún tenia dudas de como pudieron evitar las salvaguardas de la Mansión, siendo unos simples invitados. 

Dame esa botella. —resopló,  destapo la botella que había pedido anteriormente y rápidamente levanto la surda para llevársela hacia los labios. 

La primera acción fue casi como quemar su garganta para que las palabras duras emergieran, ahora tocaba relajar sus cuerdas vocales para el relato que seguiría a continuación -en su mente-; el lema de la familia por algún motivo siempre hacia retumbar la voz de su padre en las paredes de su cráneo. "Fidelidad o Muerte, toujour pur", y se lo repetía a diario, pero al menos en su absurda defensa, él en aquel entonces no se consideraba un miembro de pura sangre.

Se permitió por primera vez, explorar la habitación con los ojos, dejando que su garganta se reconfortara con el ardor del Ginebra y en su mente con la calma que predominaba en la mansión Riddle. Pocas veces había estado ahí, incluso en los días donde las fiestas y reuniones iban saltando de familia en familia dentro de las filas mortífagas. Pero era verdad que de todas las familias, la Riddle tenia un punto especial de prestigio que la separaba de los demás, una calma diferencial, con cierto prestigio. Respiro profundamente sintiendo como sus sentidos se agudizaban y la fría brisa rosaba sus mejillas, al abrir los ojos había caído en cuenta en la situación que se encontraba.

Caelum apuntando con su varita el cuello de uno de los muchachos, y como el joven de cabello alborotado tomaba firmemente su arma de color marfil. Era extraña, pocas fueron las veces que había logrado observar una de ese calibre, un material extraño y poco benévolo para el gitano. Ladeo su cabeza para ver a los demás, conocía a la perfección sus mascaras, y sabia quienes se ocultaban bajo ellas, pero la mirada inquisitiva de la Ministra fue quien se robo su atención. 

Nemetona...—murmuro al cabo de un suspiro, su más resiente adquisición, una bruja que ha demostrado ser útil a la causa. La saludo, con una leve inclinación de su cabeza y movimiento de su mano libre, no intento ocultar la botella, los problemas de alcohol venían por herencia maldita. 

Se recompuso al ver que el joven se presento como Illidan, Illidan Black Lestrange, un apellido repleto de traidores al Señor Tenebroso, a sus ideales... Toda esa familia había sido deshonrada al marchar en las filas de la decrepita Orden del Fénix, no confiaba en él, ni en las personas que lo rodeaban, los invitados parecían conocerse, las miradas de complicidad estaban presentes, y él... -referencia a Cubias-

Con una simple floritura de sombra conjuro en un susurro apuntando a una de las pequeñas estatuas de serpiente con corte clásico que se alzaban a sus costados, instantáneamente se transformo en un ofidio, —Busca a mi madre, Candela —al encontrarla, la pequeña estatua volvería a su forma original y con ella, se formaría un traslador con acceso inmediato a la mansiónEstaba seguro de que el pasado de la Zíngara había regresado, aquel hombre de cabello lacio y ojos profundamente negros, era igual a quien había descrito como su padre. acostumbraba a hablar solo, mientras se paseaba por la oscuridad, no quitaba sus ojos de aquellos que sondeaban por donde su padre. 

continuara. (?) @todes. 

 

 

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Aquel salón se encontraba repleto de personas, ninguna cara conocida para su desgracia, aunque era lo que esperaba. No dejaba de pensar sobre si había hecho bien o no acudiendo a aquella reunión sin más, pues realmente no sabía qué intenciones tenían todas esas personas, ni tampoco sabía qué estaba haciendo él mismo en aquel lugar.

Una joven con el pelo largo color borgoña se acercó hasta el lugar donde él se encontraba, saludando también a la persona que le había acompañado hasta aquel salón. Al parecer la mujer que le había recibido se llamaba Arya, ya tenía un dato más.

- Encantado Alyssa, no sé si me alegra o me hace extrañarme que nadie sepa nada, ¿siempre suelen ser así estas reuniones? - comentó en un intento realmente vano de alejar las preocupaciones de su cabeza.

Apenas había podido terminar sus palabras cuando una nueva figura apareció en el lugar. Parecía moverse con total soltura por allí, estaba claro que aquella persona gozaba de cierta autoridad en el grupo. Hizo aparecer una mano espectral en el salón, provocando el asombro del joven Luk, quien jamás había presenciado algo igual. Aquello hizo que un escalofrío recorriese su cuerpo de punta a punta.

Tras realizar dicho hechizo, pasó a dirigirse a otros de los magos que, como él, parecían nuevos en aquel lugar. Ciertamente esperaba no llamar la atención lo suficiente como para que fuese también a hablar con él. Acto seguido, desapareció en una nube de humo y apareció junto a Arya, la mujer que le había acompañado dentro.

Ciertamente aquella persona imponía, no sabía si por su aparición o por algo más, pero el hecho era que se había puesto más nervioso con su llegada. En aquel momentó ocurrió lo que estaba deseando que no pasara, aquel mago se dirigió a él directamente. Afortunadamente, la tardía llegada de una mujer llamada Mónica había atraído la atención de aquel hombre, aunque solo por unos instantes, pues rápidamente volvió la mirada hacia Luk.

- Yo...esto - comenzó con leves balbuceos, aunque quería evitar que notase sus nervios, pero le resultaba imposible - me llamo Luk...Luk Vaak - añadió después de tragar saliva y tratar de recomponer su postura - estoy aquí porque he recibido una nota llamándome a acudir, aunque no conozco el motivo - concluyó esperando que la respuesta fuese del agrado del mago.

Otras personas comenzaron a repetir la gran pregunta que él mismo se había estado haciendo, aunque hasta el momento no se había atrevido a pronunciar en voz alta. ¿Qué estaban haciendo todos allí?

@ Alyssa Black Triviani  @ Aaron Black Yaxley

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La quemazón en su antebrazo le incomodaba sí, pero no tanto como ser llamada a reunión en la Riddle como si no hubiera existido una falta de comunicación en los últimos meses. No era habitual en Maida comportarse como una chica, pero finalmente, lo era. Y estaba pasando por un proceso de desgaste emocional que ni siquiera ella se atrevía a certificar que existía. Lo iba a ignorar, tenía suficientes magos alrededor y con mayores atributos como para que si quiera lamentara su ausencia. Intentó con vehemencia continuar con su lectura, necesitaba conocer los beneficios del uso de acónito mezclado con belladona para la nueva poción en la que estaba trabajando. Sin embargo, cuando podía haberse contando al menos una hora de declararse en rebeldía ante el llamado del líder, su elfo hizo aparición en la habitación que ostentaba en el Castillo Black.

Su ahijado si acudió al llamado —reprochó o comentó, no podía definirlo del todo bien—. Tiene que ir, señorita Yaxley.

Resopló. Apretó los labios ignorando al servicio de la casa y acto seguido, abrió el cajón central del tocador. Su máscara mortífaga descansaba entre la madera, aunque podía parecer que el diseño era a propósito, sólo ella sabía dónde estaba la parte inferior faltante y los símbolos que ocultaba. La tomó entre sus dedos y desapareció del hogar pensando en el destino: la mansión Riddle. Decidió aparecerse en los jardines por un tema de indagar qué demonios podía haber suscitado semejante reunión, hasta parecía tener carácter de urgencia. Su túnica negra ondeaba más por sus pasos que por la brisa del momento,  su rostro oculto en gran medida por la máscara y otro tanto por lo alborotado del cabello. Su varita, oculta entre los pliegues de su vestimenta, estaba más alerta que ella misma.

Entonces los vio, a sus compañeros de bando, escondidos en su mayoría por las máscaras, también observó que habían otro magos, llegó justo a tiempo para escucha el apellido de uno de ellos. La bruja suponía que esa familia se había autoexiliado luego de la primera detonación del enfrentamiento con muggles, pero al parecer, no había sido ese su destino.

Caelum —musitó a modo de saludo—, Serpens.

A este último si que se acercó, le confortaba el alma saber que seguía bien, vivo. Lo suponía muy lejos del Reino Unido, pero no, ahí estaba y eso era todo lo que importaba. Hacía ya un tiempo que el llamado que hacía quemar su piel en la izquierda, no tanto.

 

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-He sido invitado...- repetí tras las palabras de quien se presentaba como uno del linaje traidor a los principios volderistas. Poco quedaba ya en el mundo mágico sobre ellos, quienes al parecer habían comenzado a decaer de las fuerzas tenebrosas luego de la desaparición de Joker. 

Quise punzar un poco más la varita sobre el hombro del muchacho cuando otro pareció acompañarlo en su valentía. Cabello negro y lacio que enmarcaban un serio semblante; también decía haber sido invitado. Empuñé aún más firme el mango de la varita mientras denostaba una mueca de rechazo tras la rústica máscara de plata. Fue entonces cuando la última bruja que había llegado se presentó con un acento oriental... mi temperamento era frágil.

-¡Silencius!...- rasgué hacia la posición de Minji (Ashley. "Tengo el mismo interés que ust..." no había oído más. Me di otra vuelta más sobre el eje, inclinado hacia adelante como el sabueso que buscaba a su presa... ¡desconocidos! ¡en la mansión de los Riddle!

Las palabras de Mónica persuadieron la poca elocuencia a la que estaba acostumbrado. Al punto de que mientras pensaba qué hacer, ante la situación, en esos pocos segundos, su mano alcanzó el antebrazo que extendía mi elegante varita. Craso error, solo desató un poco de la ira e insuficiencia que tenía en ese momento; quité bruscamente el brazo y enarbolando como un lazo sobre mi cabeza apunté hacia el guardia que aún se encontraba en aquella estancia, para que en el mismo momento mi mano se empuñase deteniendo a Shelle en su lugar, mera teatralidad del necrohand que le acompañaba. 

-¡Avada Kedavra!- el haz de luz verde iluminó los rostros y contorneó los perfiles de quienes allí estábamos, inclusive destellando ante la bruja que recientemente se mostraba en el umbral de entrada, Perséfone, mi prima. El guardia caía muerto ante los pies de la enmascarada Maida Yaxley.

Nadie se había percatado, que en aquél momento en que la maldición asesina salía desde mi varita, una cúpula mágica nos había envuelto para ralentizar o acelerar el tiempo a mi antojo. Necios los que se atrevieran a levantarse en mi contra. Observé a un par y llevé ambas manos a los pliegues de mi túnica para enlisarlos de un seco tirón. ¡De pronto! sentí un piquete suave a la altura de la rodilla y otro en repetición. 

Uno de los elfos de la mansión aparecía con la intención de querer susurrarme algo al oído; un látigo de mi varita le envolvió por el cuello para elevarlo a la altura de mi tormentosa mirada mientras que con sus huesudas manos intentaba aferrarse al cuero que le asfixiaba mientras pataleaba. 

-¡Habla ya!- le ordené sin una pizca de paciencia. 

-AAghhaygg...gghhhgente....aghhhfu...eragggg...- le solté. Era evidente lo que me decía. Se alivió, tomó una bocanada y suspiró-... en los jardines...

-¡Es obvio que hay gente desconocida vagabundeando por aquí!... ¡míralos a ellos, elfo tarado!- la voz que expresaba la identidad mortífaga que me caracterizaba seguía siendo de ásperos y graves acentos susurrantes. Apunté a la túnica del asesinado y la atraje con un accio murmurado; el resto fue lengua ancestral, de aquellos libros de madame Boswell- tú...

Y soplé un vaho que pareció ser infinito. Por las rendijas de la máscara se expidió una nebulosa azabache que pareció rellenar y dar forma a la túnica que tenía entre mis manos, la misma fue adaptándose hasta que finalmente una copia exacta de mí se paró a mi costado. Era magia oscura, muy oscura y de antiquísimo conocimiento sobre horrocruxes. 

-Ve...- le ordené. Y como si fuese el mismísimo Caelum, se aventuró a los pasillos de la Riddle para ir hacia los jardines. Observé al resto luego de eso- guarda esa varita y tú también... ¡SHIVA!...- exclamé- ¿A qué ha venido esta tropa de desconocidos?... - me volví hacia otro distinto del que se había presentado primero y sin siquiera amenazarle con la varita acerqué mi rostro velozmente hacia él- ¡¿ERES UN ESPÍA?! ¡¿LO ERES?!...¡¿Quién sería tan necio de entrar a un nido de víboras con las ganas de salir vivo?!... ¡no me hagan perder el tiempo!...

Calma Aaron, calma... aquella voz, a veces, parecía volverme loco. ¡Me sacaba de quicio oírla en momentos como este!...llevé ambas manos a mi cabeza como quién se lava un largo cabello y suspirando profundamente volví a intentarlo.

-¿Qué tienen para ofrecer acá si es que tuviesen la oportunidad de salir...vivos?...- les pregunté. me posicioné en medio y extendí la mano hacia el último muchacho a quien había levantado la voz- Caelum...

 

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Sus pasos eran silenciosos mientras avanzaba por los oscuros pasillos de la Mansión Riddle. Sentía su cuerpo crepitando de gozo por regresar a la sede mortifaga, como si algo dentro de ella volviera a la vida luego de un largo sueño. Fue esa misma noche que sintió su oscuridad abrir un ojo soñoliento dentro de su mente, casi como una entidad que volvía a la vida. 

Vestida de pies a cabeza en cuero, un corsé siñendose apretadamente a su cintura, con la capa roja heredada de su padre ondeando tras ella...no podía evitar sentirse más ella que nunca. Manon, como se hacía llamar dentro de las filas mortifagas, sonrió debajo de su máscara de marfil, recargandose contra la pared del pasillo con los brazos cruzados por debajo de su abundante busto mientras observaba una excepcional demostración de quién era el Líder de la Marca Tenebrosa. 

Su mirada dorada  se iluminó de verde, siguiendo atentamente los movimientos de los presentes después de que Caelum pronunciara el más alto maleficio imperdonable ¿Qué lo había llevado a eso? Obtuvo la respuesta unos segundos después, haciendo que de ella escapara un bajo siseo de disgusto...si no estuviese portando su máscara, el desprecio más puro se adivinaría en sus facciones. 

Fue en ese momento que decidió atravesar el umbral para unirse a ellos en la habitación, merodeando lentamente hasta quedar ligeramente alejada de ellos...pero quién quisiera escapar de la habitación tendría que pasar por ella antes de siquiera pensar alcanzar la puerta. 

Ladeó la cabeza, el movimiento parecido al de un gran felino curioso - o más bien de uno listo para una gran violencia - pero una máscara le llamó la atención y el nombre asociado a ella hizo eco en su memoria. Serpens. No estaba segura de si la estaba mirando, pero la máscara de Ashryver ocultaba exitosamente la dirección en la que sus ojos veían también. No sabiendo porqué, se encontró dando una pequeña cabezada en su dirección a modo de reconocimiento. 

@ Matthew B. Triviani  

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Bien, deja esta moneda en la puerta del idi*** aquel. Toma esta nota también. ―garabateó un "Este será tu pago mensual" en un pedazo de pergamino, con el que envolvió el knut que le había entregado a su elfo.― Y huyes... huyes tan rápido como solo tú sabes hacerlo. Si te atrapa, haré de cuenta que no te conozco. ―miró a Chuck y lo despidió de una palmada.

La nota, era una clara provocación para Mael. Desde su último encuentro en el Callejón Knockturn, no se habían visto las caras nuevamente; algo que la gitana agradecía enormemente, pues no estaba segura si estaba preparada para un segundo round. Sobre todo porque Mael había demostrado ser tan terco como ella misma. ¿Y cómo podía evitarlo? Pues no podía, así que estaba decidida a divertirse con sus desencuentros. Por eso, contempló disimuladamente su reflejo y comprobó que la poción multijugos había dado buen resultado.

El rostro que le devolvió la mirada era el de una mujer morena, de cabello rizado largo y pómulos grandes. Sus ojos eran del color de la miel, y su estilo en la vestimenta había cambiado totalmente. El traje era impecable, pantalones grises, camiseta negra y chaqueta blanca, con unas zapatillas a tono. Informal, eso sí, sin rastro de la apariencia desaliñada de la propia Candela. Por supuesto, el juego de disfrazarse de otra persona no le duró mucho. Si bien mantenía una petaca en su bolsillo, con más poción multijugos, había un reptil que había llegado hasta ella y que, de repente, se convirtió en una estatua y comenzó a brillar. 

Al principio se negó a tocarlo, mas bien se cruzó de brazos y miró el traslador con algo de desconfianza. Que haya llegado hasta ella sólo podía significar que se trataba de alguien de su familia o de Aaron. Cualquiera fuere el caso, pensó que no tenía ganas de lidiar con ninguno de ellos. 

Aunque... ―si se trataba de Black, sólo podría significar que estaba en verdaderos problemas. 

Tomó el traslador y desapareció de allí.

Cuando se materializó detrás de Matthew, lo primero que hizo fue arrancarle un mechón. Le serviría más adelante.

¿Ya hay espectáculo nuevo? ―a la Zíngara no le importaban esas muestras de poder, se las saltaba cada que podía y aquella ocasión no hubiese sido la excepción de no ser por el maldito traslador. Desde luego, la venganza del mechón de pelo fue por eso, porque apenas hubo llegado supo que había sido su hijo quien la rastreó.― Espero que sepas que no me apetece sumarme a las muestras de terror que pretende realizar tu padre, Matthew. No soy partidaria de estas muestras de poder porque luego termino yo en medio de ellos. Y pretendo descansar, ¿puedo? Sí, puedo. ¿Me lo merezco? Me vale un rábano. Ahora dame esa botella y dime para qué carajos me quieres aquí. ―le quitó la botella de ginebra y bebió. 

No le pasó por alto el que todos estuvieran con máscaras. Ella jamás llevaba la suya, desde luego, pero al menos en ese momento tenía otra apariencia. Tampoco pasó por alto el hecho de que su tía y su padre estuviesen allí. Fue en ese momento en que vio cómo la mano de una mujer quiso detener la varita de Aaron -Caelum, en ese momento- y se dio cuenta de que, en realidad, esa muchachita podría estar despidiéndose de su brazo entero si era posible. 

No... No... Esos arrebatos no podían guiarla siempre.

O tal vez sí.

Huele a sangre podrida. ―siseó mientras contemplaba la escena desde su posición, escondida― Y a sangre roñosa... Además. ―quiso agregar algo, pero en ese momento Aaron enviaba una copia suya a los jardines. Sí. De allí también hedía algo. Materializó su varita, guiada por su propio instinto de supervivencia.

@ Mael Blackfyre  @ Matthew B. Triviani  @todes o el que quiera (?

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~ Mosquito ~          Ianello 

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- Pues si – replicó la Black ante la pregunta de Luk – Los mortifagos podemos ser un tanto dramáticos a veces, pero al mismo tiempo dudo que puedas encontrar un grupo de personas más pervertidas y divertidas que estas, jamás un segundo de aburrimiento con esta panda de murciélagos.

En ese momento el anfitrión de dicha reunión hizo aparecer una necrohand para desviar un ataque a su persona, segundos después desapareció de donde se encontraba envuelto en una nube negra para reaparecer al instante junto a Arya y poner una máscara en su rostro. Alyssa y Luk retrocedieron dejando cierta distancia entre ellos y el mortífago que ahora se llevaba a Arya con él, la Triviani guardaba sus sospechas sobre quién podría ser aquel mago, pero lo cierto es que no podía estar del todo segura. Había escuchado a algunos de los presentes referirse a él como Caelum, pero la Black no recordaba nadie con dicho nombre en su pasado; de hecho, todos los mortífagos que veía allí presentes lucían máscaras y se referían entre ellos con nombres que no reconocía. ¿Estarán usando nombres claves para ocultar sus identidades? Sospechaba que esa era la respuesta correcta.

Caelum parecía perder la paciencia a una rapidez asombrosa, su ira parecía concentrarse en dos sujetos que decían haber sido invitados a este evento. Para su asombro noto que se trataba nada más y nada menos que de Cubias e Illidan, sus compañeros en el Ministerio Italiano y viejos amigos de la Triviani. Claramente no tan amigos como para arriesgar su pellejo sacándoles de esta situación, pretendía quedarse en su rincón y observar los eventos que se sucedían ante ella con gesto divertido en el rostro. Distraída la mortífaga dio un respingo cuando escuchó el tronar de la maldición asesina atravesar el salón, sin poder evitarlo se encogió un poco ante el uso de tal hechizo observando con grandes ojos el cuerpo inerte de aquel que había caído victima de la ira que ahora desbordaba del anfitrión.

No es que Alyssa no estuviera más que familiarizada con el uso y los efectos de la maldición asesina, pero sus días de carnicería habían pasado ya hace tantos años que no estaba acostumbrada al impacto de ver a alguien morir enfrente suyo. Acto seguido Caelum invocó una imagen que era la exacta copia de su persona, enviándole a los jardines para investigar sobre estos extraños de los que hablaba el elfo, inmediatamente después el mortífago dirigió su atención a otro de los allí presentes acercando su rostro peligrosamente y acusándole de ser un espía.

- Este hombre ha perdido la cabeza – pensó la Black frunciendo los labios ante semejante muestra de inestabilidad emocional.

En ese momento vio llegar a Matthew, uno de sus sobrino nietos, junto a una mujer que no reconocía de apariencia pero que al observar con atención reconoció algunos de sus gestos y manierismos. - ¿Candela? – pensó, observándole con intensidad. Podía ser, Alyssa sabía que la pción multijugos era uno de los disfraces favoritos de su querida sobrina. Sin pensarlo dos veces se acercó a ellos como quien da un paseo, casual y fingiendo prestar atención a lo que sucedía en el salón. Sabía que podría reconocerla sin duda alguna si es que la escuchaba hablar, y por suerte se acercó justo cuando esta siseaba comentarios desdeñosos ante la situación que se desenvolvía.

- ¡Ajá! – exclamó Alyssa apuntándole con un dedo acusador – A mi no me engañas pequeña garrapata – espetó la Triviani con una sonrisa torcida en los labios.

 

@ Luk Vaak   @ Candela Triviani   @ Matthew B. Triviani

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Si, a su primo definitivamente no le gustaban las tardanzas. Lo dejó bastante claro cuando el guardia cayó inerte a sus pies, un regalito de bienvenida, logró estremecerla. Aún con lo que entendía que matar era necesario algunas veces, seguía teniéndole un respeto increíble a la vida. Tragó saliva antes de bajar el rostro y verificar la última mirada del guardia. Se tomó unos segundos para ponerse en cuclillas y cerrar sus párpados, estaba helado, era increíble además como se podía ir la vida en cuestión de nada, suspiró estremeciéndose una vez más al imaginar que si Caelum continuaba por ese camino, un día haría lo mismo con su cadáver. ¿Dónde estaba el hombre que se burlaba de ella cuando ofrecía alternativas pacíficas para mantener la pureza de sangre en el mundo mágico? Esas conversaciones nocturnas en el castillo Black eran lo que habían cimentado el cariño que sentía la bruja por él, y ese "él" parecía ya no existir. 

¿Te enviamos a algún lado? —siseó con una ligera mueca sobre sus labios. Se irguió a todo lo daba su talla, que no era mucho y miró con reproche al líder aunque supiera que no servía de nada.

Habían intrusos en los jardines, un elfo volviéndose loco y lo que podía ser la cereza del pastel, una mortífaga que no reconocía, pero que Alyssa sí. ¿Alyssa estaba de vuelta? Eso significaba un par de cosas en la estabilidad de la convivencia en el castillo Triviani. ¿Le había dicho garrapata a la recién llegada? Confundida, analizó a los intrusos, sabía que había visto sus rostros en algún lado, pero no físicamente. A lo mejor, de la época en la que hundió sus narices en los archivos de la Marca, luego de la bochornosa escena dónde conoció a uno de sus primos, un ex líder del grupo.

Bien podrían estar retomando el camino a "casa" —comentó entonces tratando de contar.

Había uno que estaba directamente confrontándose a Caelum, sospechaba que podía ser el segundo cadáver a sus pies en semejante reunión. Tal muestra de falta de sentido de supervivencia si podía ser característico de la Orden del Fénix, aún recordaba el episodio dónde se habían revelado en una conferencia de prensa, nada menos. Una masacre en los jardines de la mansión Riddle era lo último que necesitaba en sus lista de cosas por hacer. 

@ Alyssa Black Triviani  @ Aaron Black Yaxley  @ Illidan Black Lestrange  @ Lord Cubias  @ Kamra Ashryver D.  @ Matthew B. Triviani  @ Candela Triviani  @ Luk Vaak  

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Matthew Black Triviani

Regresó las pupilas a su padre en cuanto sus ojos inevitablemente dieron con su madrina Persefone, él -Caelum- furibundo por el actuar de los neófitos, lanzando una maldición hacia uno de los guardias que debía encargarse de la seguridad de la mansión. Le gustaba pensar que no tendría que pasar por todo un drama familiar nuevamente, le gustaba pensar, sin más, que nada se repetiría. 

Suspiro, evidentemente algo estaba fallando, aún todo se encontraba en ruinas desde el ultimo incidente, nadie de todos los pertenecientes a la casta se había tomado el trabajo de reconstruir una pequeña parte de la umbría Riddle. Observó detenidamente a su alrededor. Una muchacha desconocida para el resto, pero útil para el gitano, Manon, había aparecido, simplemente clavo sus gélidos en ella y la ignoro, por otro lado, tras del gitano unos pasos a los cuales rápidamente volteo para ver, mientras en un arrebato la mujer desconocida arrancó uno de sus mechones azabaches. 

Jamás cambiaras, no existe ápice de humanidad en tu cuerpo, Candela. —contesto a su primera incógnita mientras frotaba su nuca— Siempre hay espectáculo, esos encuentros fugaces donde el padre de tus hijos —hizo una pausa dramática y miró sus ojos, que estaban perdidos por el alcohol— muestra quien es el que manda. —hizo comillas con los dedos para recalcar lo ridículo que eso sonaba. —No te llamé para ver como él hace sus trucos de magia barata y dicta sus discursos nazistas sobre la pureza de la sangre y toda su estulticia, ¡OBSERVA A ÉSE INDIVIDUO! —gritó, señalando a quien parecía ser Cubias, su abuelo, intentando no llamar la atención del resto de los presentes, no le importaba, pronto rompería unos cuantos huesos del Black Lestrange, era su objetivo.

La Zíngara exclamaba casi en un tono agudo a que Matthew respondiera, pero no existía siquiera un hilo de pequeño interés en ello, sin embargo sus ojos negros se abrieron cuando la bruja tomo su varita y balbuceaba por lo bajo, estaba decidida, enojada y ebria... Los estados emocionales en total desequilibrio de su madre le daban miedo, pese a su estatura, era una mujer peligrosa y Matthew, le temía. 

Ya ya, cálmate... El hedor que recorre las pútridas paredes es asqueroso, desde que llegue al centro subterráneo la sentí, huele a traidor. ―hizo desaparecer su cadavérica mascara de hueso rasgada, para dejar a relucir su inconfundible y tatuado rostro. 

Conjuro un Necrohands mientras daba dos pasos hacia delante, que mágicamente surgieron del suelo, manos espectrales que se movían a la voluntad de su creador, haciendo que una de ellas se moviera con ahora Matthew sobre ella, y la segunda mano protegiendo su alrededor de cualquier ataque de intrusos y/o presentes. Con los ánimos de su padre, todo podía esperarse, un mago tan poderoso y tan repleto de ímpetu. 

Venus. ―saludó mientras pasaba por el frente de su dedo acusador hacia la garrapata― Te creí muerta, mi intento por quemar el granero contigo dentro, fracaso. ―intento sonreír, pero no pudo― Que bueno verte por aquí ―mintió con total descaro mientras besaba su delicada mano, ella, siempre tan elegante, con sus voluminosas curvas y su cabello borgoña, era imposible no reconocerla. 

Giró suevamente sobre sus talones para darle la espalda a su familia, el honor y la lealtad que alguna vez prometió se hacían pedazos en ese momento, podría ser fácilmente colgado de su cuello, acusado de alta traición a su sangre. Extendió con delicadeza innata su brazo derecho, para alcanzar con su pálida y delgada mano, la femenina. Casi como un sello secreto, ambas se unieron al unísono, entrecerrando sus dedos con fuerza y desesperación, reclamándose suyos sin serlo. 

¡Madrina!―exclamo cuan infante. Amaba a Maida, era una de las mujeres por las que daría su vida, entregaría hasta su ultimo galeón para salvarla, ella, no era nada más que la mano derecha de Aaron, su confidente, su hombro en tiempos de penuria. La abrazó y beso su cálida mejilla de porcelana, pese a su actitud ártica y sus movimientos calculados, Matthew sentía amor por ella y no le daba miedo mostrarlo ante los demás. 

¡TÚ!

Señalo al traidor, al Black Lestrange.

Illidan... Y tu nauseabundo apellido, ¿también eres un traidor a la causa?―cuestionó y apunto a su mano, aquella donde tenia su varita para conjurar un Absorvere y romper violentamente los huesos de su mano, los ojos del gitano se iluminaron de satisfacción, su extraña sonrisa se figuró y su lengua jugaba con sus labios con excitación. ―Toda tu familia ha traicionado a nuestro Líder―agregaba mientras ladeaba su cabeza y caminaba a sus alrededores―¿que te ha traído hasta aquí? ¡Responde!―su ira por ellos se avivaba, como un fuego maldito que consumía todo a su paso.

Se acerco la varita a la garganta, para dar un mensaje, breve y conciso, para que las débiles mentes pudieran captarlo.

   Todo aquel que tenga miedo a morir, puede irse ahora mismo, pero... Aquellos que decidan quedarse y demuestren su lealtad, serán bien recompensados

Dio unas indicaciones en alto, luego se burló con gracia por lo bajo y nuevamente alzó la voz cuando recordó que Caelum envió su obscurus en busca del intruso, Black también deseaba participar en la casería, por lo que busco a su alrededor y encontró a la solitaria Manon, la señaló con la varita Mobilicorpus, y la atrajo hacia él. 

@ Candela Triviani , @ Alyssa Black Triviani , @ Maida Black Yaxley , @ Kamra Ashryver D. , @ Illidan Black Lestrange , @ Mael Blackfyre , @ Aaron Black Yaxley

***

Después lo sigo, si no mucho tocho :v

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Su diestra se cerró con más firmeza sobre su materializada varita mientras sus pasos se detenían, intentando recordar, jamás había visto tan en ruinas la mansión, había recorridos sus habitaciones en el pasado, sus lúgubres subsuelos y había tenido una habitación que había vaciado a duras penas al marcharse, tampoco que tuviera mucho en ella.

—Salvaguarda Mágica —susurró Darla al sentir que pasos se acercaban, justo a tiempo, una bruja pasó junto a ella sin notar su presencia oculta además tras algunos escombros de las murallas que en un tiempo pasado marcaban en inicio del jardín.

Un destello verdoso pareció surgir de la mansión y la Potter Black se tensionó, pasando una zurda por sus ahora cabellos negros y lacios. Debía perder esa mala costumbre de acomodar su cabello cuando se tensionaba. Caminó despacio hacia las serpientes de madera, aún en tensión, una sombra había aparecido entre las ruínas de la mansión, la bruja mordió su labio por dentro y sus ojos vedes se clavaron en la figura que parecía desplazarse entre las sombras.

Frunció el ceño molesta mientras pensaba umbra, desde las gravillas y ruinas del suelo fue surgiendo una sombra que lentamente se materializó junto a la bruja, una sombra casi idéntica a la morocha de ojos verdes. La orden mental era clara, acercarse a la sombra que había surgido de los restos de la mansión y detenerla si intentaba atacarla. Mientras la sombra se alejaba la Potter Black apunto hacia los escombros mayores de que había cerca, una pila de dos metros de rocas, troncos secos y grava.

—Morphos —susurró y los escombros tomaron lentamente la forma de un Grifo con las patas y la cabeza de águila gigante, cuerpo y patas traseras  de león y una ferocidad que se notaba en su expresión mientras se elevaba unos metros batiendo sus alas dispuesto a atacar a quien la atacase a ella buscando protegerla.

La bruja seguía esperando nerviosa, buscando la forma de acceder a los jardines o si más no fuera obtener la información que había ido a buscar a aquel recinto, preguntándose si había sido o no mala idea acudir sola a investigar. Su verde mirada buscó a su sombra acercándose ahora al ser que había aparecido minutos antes. No quería irse de allí sin datos o sin los hombres que buscaba.

 

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