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The Pink Palace (MM B: 114055)


Hannity Ollivander Evans
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Aunque las razones que tenían a la historiadora Scavenger eran desagradables, Rory albergaba ya unos profundos deseos de que esa charla pudiese prolongarse mucho más. A diferencia de cuando hablaba con Lëna, o con otros magos que resaltaban por su inteligencia y astucia, que a menudo lo trataban y hacían sentir como un idi*** o cuando menos un ingenuo, ella estaba allí y en sus ojos e incluso la última pregunta que le hacía, se reflejaba un auténtico interés.

 

Y respeto.

Qué difícil había sido poder encontrar esa clase de respeto en Ottery.

 

La primera reacción de la mayoría al ver a un cristiano como él había sido de estupor. De los magos que creían que creer en una religión extendida muggle era irracional, a los otros que encontraban incluso ofensiva dicha creencia porque significaba "disminuirse como magos". Para Rory, por supuesto, el significado era distinto y le costaba, de hecho, entender porque todos ellos ponían las cosas en blanco y negro.

 

¿El catolicismo? Pues, aunque muchos no lo crean, muchos teólogos han escrito sobre la magia, y no desde visiones puramente fanáticas— sentándose al borde de la cama buscó la mejor forma de explicar todo ello— la base de todo es entender este mundo como la creación perfecta de Dios, muestra de su divinidad, y que todas las cosas, aun el libre albeldrío del hombre y la magia, emanan de su voluntad y su inmenso amor.

 

Aunque fuese un espacio reducido, Rory apreciaba poder tener esos minutos para explicar lo que en otros espacios, le había sido negado.

 

La magia no es incompatible ni con Dios, ni con la religión. Lo único que tiene que hacerse es distinguir entre la magia que se sirve de los poderes ocultos ya existentes en la creación divina, de aquellos que, corrompidos por el maligno, buscan pervertir el espíritu de los hombres, o apelar a través de ritos y diversos recursos mágicos, a ir en contra de nuestra naturaleza mortal, que es a fin de cuentas, la que nos hace conscientes de que no somos dominadores del universo, sino únicamente un elemento más en él.

 

Se dio media vuelta, para servir un poco más de té, pensando en sí luego de resolver aquel misterio, podría darse la oportunidad de tener más de esas conversaciones, quizás en un espacio más agradable que esa estrecha habitación, pues había mucho más por decir sobre eso: De como se abrían más clasificaciones si la magia se condensaba en plantas, animales, palabras, sellos, imágenes o la propia alma. El silencio de breves segundos, mientras llenaba las tazas, lejos de ser molesto, resultaba tranquilizador, y eso le ayudó a pensar en lo otro que ella le había preguntado, sobre las vestimentas tan particulares del fantasma.

 

Hay muchas órdenes dentro de la Iglesia. Yo dije que su traje se asemejaba al de un monje benedictino, pero ¿sabe? no estaría tan desencaminado creer que pueda ser uno ¡el departamento 01 de este edificio y el desván son propiedad de la Iglesia! Me ofrecieron de hecho el primero, pero como le dije, no tenía dinero para costearme ello, y fue por eso que me cedieron esta habitación muy amablemente, aunque— de repente sus ojos refulgieron ante el peso de lo que comenzaba a entender — se me figuró extraño y nunca me supieron explicar porqué no ponían en alquiler el desván como lo hacían con el departamento.

 

¿Podría ser que ellos supieran todo ese tiempo sobre aquel espíritu errante y sin reposo? Que aun así lo hubiesen puesto allí, hablaba bastante mal de ese párroco, a quién él tenía en tan buen concepto, pero incluso por encima de aquel fuerte sentimiento de abatimiento que empezaba a cernirse en su interior, quizá, como decía Scavenger, no era casualidad que el ente se hubiese manifestado con él.

 

Que un religioso perteneciese a esa orden de Gunnersbury...que ha mencionadola que buscaba ir contra el principal mandato divino de aceptar la muerte signada por Dios...definitivamente constituye un hecho vergonzoso para la Iglesia. ¿Por qué entonces el párroco me dio sus datos de contacto?— Rory lo intentaba pero todavía había algo que no terminaba de cerrarle en todo ese asunto, aunque esperaba que ella sí que pudiese ser capaz de verlo— ¿él creía que yo no me animaría a escribirle? ¿ o que a usted no le interesaría?

 

¿Era para bien o para mal el interés de ese párroco por lo que sucedía en ese espacio? Lo único en lo que no tenía dudas, era que ese hombre sabía más de lo que había querido decirle en un inicio.

 

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Se sentó ahí escuchando con atención a Rory. Si no fuese por el libro que tenían detrás, sabe que le habría hecho más preguntas. No era todos los días que se topaba con alguien cuya visión del mundo era tan diferente a la de ella, y con la curiosidad a flote, quería saber más.

 

Pensó en su infancia, en los días que solía pasar en el bosque y en las pequeñas idiosincrasias de la gente que vivía cerca. Se imaginaba que tendrían cosas muy interesantes respecto a los comentarios de Rory. Pero tuvo que recordarse, otra vez, que estaba ahí por una razón; y quién sabe, puede que una vez terminados con el libro y su magia, pudiera darse la oportunidad de tener una charla larga y tendida con su anfitrión, y ahí entonces podrían hablar de fe y energía y magia.

 

Cuando el hombre se levantó a servir más té, el misterio del libro regresó a ellos. Scavenger recibió la taza llena de las manos de Rory al tiempo que el hombre hablaba de la iglesia que le había ofrecido el lugar. La verdad es que ella también tenía curiosidad por esa gente, pero no lo había mencionado antes por temor a ofender alguna susceptibilidad de Rory.

 

—El desván, —mencionó, un poco para sí misma, mientras organizaba sus pensamientos. —Bueno, pero si es que ellos sabían algo, entonces hay alguna razón específica por qué lo mandaron a usted aquí, ¿no cree?

 

Cuando Rory le recordó que ese mismo padre había sido en encargado de darle sus datos, se estremeció. Por alguna razón había obviado el hecho antes, había asumido que el hombre conocía un poco de los círculos académicos entre los que ella se movía, pero siendo honestos, su naturaleza introvertida la frenaba de envolverse completamente en los mismos, y la gente a la que conocía era muy poca. Que un padre supiera tanto de ella la inquietaba.

 

—Incluso aunque ellos supieran algo, — habló después de unos momentos, —no tenemos pruebas suficientes, y aún no sabemos exactamente qué hace el libro aquí. Mencionó antes el desván, y el hecho de que no estaba en renta al inicio. ¿Podríamos darle un vistazo? Puede que encontremos algo que pueda decirnos más acerca de lo que nos enfrentamos.

 

Era un tiro al aire, lo sabía. Pero todo esto había resultado ser más complejo de lo que parecía inicialmente, y Scavenger se sentía como si estuviera a punto de descubrir qué era lo que estaba pasando, si tan solo pudiera saber un poco más. Como una gran cortina a punto de develarse frente a sus ojos, si tan sólo pudiera extender la mano y tocarla, entonces todo tendría sentido.

 

Miró a Rory, expectante. Si el desván estaba libre podrían ir a investigarlo, si no era el caso, tendrían que planear otra manera.

 

 

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Oh, quizá no me hice entender bien— respondió Rory de repente, sintiendo subir la verguenza en forma de una oleada de calor desde su estómago hasta su cara— estamos en el desván. — su voz fue haciéndose más y más baja hasta convertirse prácticamente en un susurro— yo no tenía...no tengo ingresos suficientes para costearme un departamento de este lugar.

 

Volvió la vista hacia su taza, como si esta fuera la pieza más perfecta del universo, y no dijo más durante unos segundos, incapaz de ver a la historiadora directamente a los ojos, sabiendo que ella lo estaba mirando. Él había creído que ella podría haber averiguado por lo reducido del espacio e incluso la vaga disposición lo que ese espacio era en el conjunto de la casa.

 

De todos modos, el silencio fue roto por una perturbación en el propio libro, cuyas páginas empezaron a correr rápidamente una tras otra, hasta detenerse en una página que a diferencia de las otras que había observado Scavenger, solo tenía una breve anotación.

 

Febrero de 1941

Monasterio de Ettal
Wittelsbach inmoralitas

 

Rory no tenía idea de lo que podía significar aquella palabra que parecía latín (aunque no podría asegurarlo). Pero la otra palabra escrita en cuidadosa letra cursiva, la tenía fresca, por un hecho más bien anecdótico. Wittelsbach era el nombre de la desaparecida casa de Baviera, y el Monasterio de Ettal era una de las más conocidas, por su extensión, de las abadías existentes en Alemania.

 

El monasterio de Ettal se encuentra en Baviera ¡es un monasterio benedictino! y de hecho tiene la categoría de basílica menor — comentó, sintiendo como se despejaban sus miedos anteriores ante el frenesí que le provocaba esa nueva pista— pero en la fecha que pone el diario, aquel lugar estaba... bajo control de los nazis.

 

¿Sabría la historiadora a quiénes se estaban refiriendo? Había comprobado que en Ottery la ignorancia respecto a hechos que habían marcado la vida de los muggles era alta. En su caso, era la educación recibida en las Iglesias la que lo había hecho entender algunos de esos procesos, aun cuando su limitado conocimiento en otros campos no le ayudaba a entender de todo el fenómeno. Pero ¿de qué manera encajaba eso en el puzzle que habían estado intentando armar minutos atrás? ¿El hombre había pasado efectivamente tiempo en ese lugar? ¿Cómo podía conectarse aquella orden mencionada por la bruja con ese lugar y ese tiempo?

 

Sabía que no podían arriesgarse a tomar el libro, pues habían comprobado que pesaba una maldición sobre este, pero también le urgían respuestas.

 

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— Oh. — dijo, apenada. — No sé por qué me imaginé que había otro desván. — Ridiculizar al sacerdote es lo último que deseaba, así que no hizo comentario alguno cuando la cara del hombre se enrojeció y evitó su mirada por un largo tiempo. Aprovechó para darle un trago a su té, esperando que el momento incómodo pasara.

 

Agradeció mucho el momento en que ambos fueron distraídos por el sonido del pasar de las hojas en el libro. Escucho la explicación de Rory con atención, intentando encontrar una conexión entre todo lo que habían visto esa tarde.

 

— Nazis… — dijo, pensativa. Sabía exactamente de quienes estaba hablando Rory, su boca se torció casi inmediatamente en una mueca de disgusto ante la sola mención de aquella corriente. Señaló una palabra en el libro, —eso significa inmortalidad, también es latín. Los nazis estaban obsesionados con alcanzar la inmortalidad, ¿no? Incluso hicieron terribles experimentos en su búsqueda.

 

A Scavenger le gustaba mirar a la historia como una muestra de la resiliencia de la raza humana -mágica o muggle, pero la verdad es que sin importar que tan atrás uno mirase, siempre se encontraría con actos terribles que acompañaban los destellos de compasión y cooperación. En eso los magos y muggles eran exactamente iguales, aunque a estos últimos les gustara creer que no.

 

¿Era posible que aquel libro fuera eso, un experimento más fallido? ¿La esencia de alguien obligado a pasar la eternidad atrapado en un libro? Externó esas mismas dudas en voz alta, para poder obtener la opinión de Rory. —No me extrañaría que la orden de Gunnersbury estuviese involucrada con algo así. Ellos buscan poder. — añadió, poniendo todas las piezas del rompecabezas que tenían hasta entonces.

 

Iba a sugerir visitar el lugar, pero su instinto le decía que aquello no iba a servirles de mucho. Cualquier evidencia que los nazis hubiesen dejado en el lugar seguro había sido eliminada en la purga que hubo en los años consecuentes a la guerra.

 

—Si tan sólo pudiéramos hablar con el hombre en el libro. No sé que tan útil sería, pero podríamos hacernos pasar por miembros de la orden de Gunnesbury, engañarlo para que nos diga exactamente qué quiere.

 

Era una idea un poco descabellada, y hasta cierto punto, peligrosa, pero no se le ocurría otra cosa. Miró al sacerdote, esperando a ver si se le ocurría una mejor idea.

 

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  • 2 semanas más tarde...

La búsqueda del poder, era a menudo, el origen de los muchos males que atenazaban a los habitantes de la tierra, fueran de la raza que fueran. Lo que intrigaba más a Rory era poder saber que había empujado a ese sujeto, casi sin lugar a dudas, un hombre de Dios, a cometer semejante acto de desacato a su fe, a y a la naturaleza misma signada por Dios para él ¿poder, como decía la historiadora? ¿Soberbia, de creerse superior a Dios, o capaz de desafiar sus designios? La inmortalidad nunca había dado resultados del todo buenos al largo plazo y sin embargo, en todas las épocas, magos y brujas de todas las edades no dejaban de intentar hacerse con ella.

 

La idea de recurrir directamente a él para la información que necesitaban, ponía al predicador en un nuevo dilema, que no tardó en compartir con Scavenger, intercalando sus comentarios con sorbos de una tercera taza de té. Desde las épocas de San Agustín, había surgido un largo debate en el seno de la misma Iglesia sobre las ánimas, entre quienes concedían una visión benigna a los casos en que podía tratarse de almas en penitencia que aparecían para pedir que se intercediese por su alma, o ángeles o santos que podían aparecerse a hombres justos para advertir de grandes catástrofes, en tanto que condenaban las apariciones malignas, todas producto de tratos infames de hombres con demonios.

 

Y tan igual a estas diferencias, de ellas emanaba la distinción entre aquellas que eran puramente espirituales e incorpóreas, eligiendo solo el espacio de los sueños para manifestarse, de las que si podían mostrar alguna clase de materialidad.

 

— En mi caso, todos los intercambios siempre se dieron en el ámbito de los sueños. Despierto nunca se me ha aparecido— echando otro vistazo al libro, giró el rostro hacia Scav, que esta vez lucía igual de dudosa que él sobre que paso seguir a continuación— entonces, no tengo forma de saber de qué clase de aparición estamos hablando. Por lo que ha comentado de esa orden, todo indica que es del tipo maligno, entonces aun si sueño, ya allí ¿de qué manera podría controlar el transcurso de lo que sucede?

 

El mundo de los sueños era un terreno pantanoso. Era verdad que no existía una sola noche en que él no hubiese visto perturbado su sueño por causa de esa presencia, pero iba ser la primera vez que no estaría solo. Al menos le quedaba el consuelo de que, en el peor de los casos, Scavenger estaría allí para apoyarle en lo que hiciese falta, y que podía confiar en ella y sus capacidades si es que se torcían sus planes (él esperaba que eso no sucediera).

 

— No tengo forma de saber si el fantasma se hará o no corpóreo, pero tú podrías observarlo. Si nada aparece, y ves alguna afectación en mí, con despertarme sería suficiente. Y si se materializa de alguna manera en la habitación te podrías dirigir a él, haciéndote pasar por alguien de la orden. Lo importante es poder saber por qué está atrapado aquí, su motivación, y sabiéndolo, podremos actuar de la mejor manera para liberarnos de él.

 

Levántandose del borde de la cama, Rory avanzó hasta su maletín donde solía guardar viales de pociones y extrajo una que contenía poción para dormir. Con cierta teatralidad sostuvo en su palma el diminuto recipiente, hasta que sonriéndole a Scav, destapó el corcho y bebió el contenido. Sabía que en no más de cinco minutos caería en un profundo sueño, así que tomando el rosario regalo de su madre, se recostó en su cama, y cerró los ojos.

 

No mucho después, la voz del hombre se hizo presente. ¿Pero sería que afuera también habría una forma? ¿La historiadora estaría escuchando las palabras que él acababa de oírle decir?

 

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  • 4 semanas más tarde...

Hessenordwood Crouch

 

El fuego lo quemó todo a su paso, una enorme llamarada mucho más amarillenta y azulada que anaranjada, marco sobre el enorme jardín una figura irreconocible a simple vista, aunque desde lo más alto del Pink Palace, y mucho más allá del último piso, la cruz en llamas marcaba el lugar. Son tan altas y densas que apenas se pueden ver entre ellas y su calor es por mucho más intenso que el que ha hecho durante esa tarde de verano, sin embargo, tampoco ocupan gran parte el jardín, si no solo un extremo tal vez, como si alguien que no puede evitar no serlo, tratara de ser discreto con aquella inusual marca.

 

De entre el fuego la enorme sombra de la figura que es Hessenord aparece como si se tratara del mismo demonio que lo posee ahora y no solo el brujo, y lo único que se rescata de él es su profunda mirada clara, tan clara como la de un cristal. Una vida atrapada dentro de otra. Las llamaradas sin embargo no lo tocan, no quiere decir que es inmune, pero es claro que es él quien está controlandolas ahora, pues le es suficiente un ademán rudo para que estas aminoren tanto hasta casi desaparecer, dejando sobre el fresco cesped, una fea capa de cenizas, humo y los restos de una naturaleza muerta por el fuego.

 

Aun así, Hess desentona con aquel lugar, demasiado bien vestido tal vez para esperar lo que les queda por delante, un traje de tres piezas, con colores oscuros en su mayoría, salvo esa camisa blanco perla sin una corbata para dejar que el grueso cuello tenga más libertad de moverse, de zapatos de vestir lustrosos e impecables, a pesar del caos que acaba de hacer con el patio del Palacio Rosa. De pronto pinta la apariencia de un novio que ha sido botado en el atar y se desquita con el jardín de flores del piso donde vive y vivirá como un eterno soltero. Por supuesto que lejos está de aquella visión y en la soledad del patio, Hessenorwood espera con impaciencia reflejada en su rostro a que ocurra algo, algo que posiblemente ni siquiera él está preparado para esperarlo.

 

Mas te vale no equivocarte niño, porque he dejado asuntos importantes por esto.

 

@@Rory Despard

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No está seguro. No está seguro para nada. Su poca confianza no aumenta al ver el raro espectáculo que otro de los inquilinos ha montado en el patio.

 

Y a pesar de eso, se acomoda el sueter y ajusta los cordones de sus zapatillas para avanzar hasta el jardín donde tendrá ñugar aquel particular entrenamiento.

 

No tiene claro quien empezó con todo eso. De su parte, fue la oportunidad de volver a ver a Bel Evans lo que lo alentó a participar. Eran muchas cosas las que debía agradecer a la mujer y esperaba poder hacerse un tiempo ese día para hacerlo.

 

Sin embargo, cuando se despide del vigilante de la residencia y avanzo campo afuera no alcanza a distinguir a nadie más que al corpulento y misterioso inquilino como él. El Pink Palace ciertamente no es el mejor lugar para socializar pero Rory se siente ligeramente culpable de que pasados tantos meses no haya podido tender vínculos con los otros habitantes.

 

Ya ni hablar de poder compartir la palabra aunque sea unas horas.

 

Pero tal vez esa actividad podía ser una oportunidad. Y con esa idea en mente, alzó la mano enérgicamente para saludar al hombre, ignorando el denso humo que se alzaba en columnas todavía.

 

- Un día bastante caluroso ¿verdad? - saludó enérgico mientrad observaba todo a su alrededor- y bien usted ¿conoce a todos los que vendrán el día de hoy?

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Quintel Guillam

 

Cuanto drama, Hessenordwood-, el muchacho se burló entre dientes con una amplia sonrisa mientras contempla desde la ventana de su habitación el espectáculo que hay afuera, para ser alguien a quien no le gusta llamar la atención el Crouch es imposible.

 

Con agilidad, el niño se movió por su cuarto a toda prisa, cambió las ropas de casa por algo más apropiado para salir afuera a esta siguiente gran aventura; unos pants deportivos oscuros que se ajustan con ligas en sus pantorrillas, dejando descubiertos sus tobillos, las zapatillas deportivas y la camisa sin mangas son de colores más claros que hacen que su piel se vea mucho más morena de lo que es, y dejan también al descubierto parte de la piel de sus brazos y piernas donde se ven los peculiares tatuajes que hay en su cuerpo, algunos con alguna misteriosa y brillante tinta azul y otros como cicatrices con delgados y gruesos bordes de piel hinchada.

 

Sobre la cabeza se colocó una gorra para no tener que hacer nada por su ahora alborotado cabello, pero descartó la idea de llevarla sabiendo que si se encontraba con Benjamín en la sala de estar seguramente recibiría un sermón por sus fachas aun si el muchacho se esforzaba por justificar que solo iban a calentar el cuerpo. Así que la dejó botada en alguna parte de su habitación, antes de, con cautela, asomar las narices por una pequeña abertura de la puerta sólo para asegurarse de que no hay rastro cercano del viejo Ben, porque, aunque no lo ha visto en todo el día, en algún momento entre las cinco y seis de la tarde, lo ha escuchado entrar al apartamento. Últimamente se han visto tan demasiado poco tiempo, que Quintel ya ni siquiera puede asegurar de que comparten un piso. Aunque sabe que hoy se verán nuevamente las caras.

 

Hasta donde su ágil vista gris alcanza no ve rastro del brujo, pero antes de que pueda salir, algo parecido a una explosión afuera llama su atención y lo hace llegar, con un par de maromas, nuevamente hasta la ventana.

 

Una vez ahí la espesa nube de humo (del fuego que se ha apagado repentinamente) que ahora envuelve donde antes ha visto la robusta figura de Hessen no lo deja ver nada, ni siquiera el rastro del fuego que ahora está extinto. Guillam se removió inseguro antes de voltear hasta el pequeño altar donde guarda sus recuerdos y sus respetos a sus difuntos padres, y solicita el permiso de Scared, para que lo bendiga con su compañía en esta batalla mientras toma con ambas manos la varita de ahuehuete que ilumina el altar. Tomando una gran bocanada de aire que guarda en sus pulmones, abandona la habitación para, a pesar de que ha tenido cuidado de no ser tomado por sorpresa, encontrarse con Benjamín esperándolo en la estancia del piso.

 

¿Listo?”-, pregunta en señas, ahorrando esfuerzo a sus gastadas cuerdas vocales para la práctica de esta tarde. No espera una respuesta inmediata del brujo y se adelanta por la puerta que Ben ya tiene abierta. Hacia el patio donde es la cita Quintel mantiene el ritmo para mantenerse junto a Benjamín todo el tiempo, y solo se le adelanta con energía cuando comienzan a llegar hasta con los demás. Hasta ahora solo hay dos personas además de ellos, Hessenord y el señor extraño que ocupa el piso más abajo del Palacio Rosa. Quintel es, entre él y Ben, el más sociable, o eso cree él, sin embargo, esta sería la primera vez que cruzaba palabra con el señor Despard.

 

Antes de algo más, Quintel comparte una última mirada a Benjamín, primero de ingenuidad hasta que la sonrisa burlona hace desaparecer de su rostro cualquier rastro de inocencia. Luego de eso, hace una reverencia a ambos magos en el lugar y con el mismo silencio expresivo, espera que Ben se encargue de las conversaciones mientras todo esto comienza.

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Benjamin Whisper

 

Mientras se abotonaba el último botón de la camisa, Benjamin volvió a pensar en lo que han sido sus últimos días en una Londres cada vez más sumergida en el caos. Lo que le gusta del Pink Palace es como de alguna manera lo retrae de todo lo demás que hay afuera, de conspiraciones, ataques o sus muchos parientes ávidamente deseosos de hundirlo a la menor oportunidad. Es un espacio seguro, y con una compañía segura, aunque claro, Quintel Guillam sigue pareciéndole peculiar en más aspectos de los que quisiera.

 

De cualquier modo, es por él que ha aceptado el inusual ejercicio, por él y...la posibilidad de ver interactuando a la rama familliar de los Ollivander que encabeza el misterioso Grelliam. Sabe todavía tan poco del hombre, pese a haber empleado a su muchacho hace ya tiempo, que semejante oportunidad de tenerlo a él, y a su ex esposa juntos en el mismo lugar, es sencillamente algo que no puede desaprovechar.

 

Frente al espejo, observa el atuendo que lleva. Un sobrio pantalón de lino gris, mocasines pardos y la camisa de algodón, que le ayudará a mantenerse fresco con todo el ejercicio que le espera en breve. Y satisfecho de su decisión esta vez camina hacia la ventana para observar el exterior. Por los ruidos que provienen de la sala, Quintel todavía esta allí, demasiado enérgico para intentar conversar seriamente con él. Ben está casi seguro que si le habla ahora, le va tocar tolerar una o varias bromas, y no está muy seguro de poder tolerarlas con esa pizca de paciencia extra que puede tener con el jovencito. Así que lo deja estar, toma su varita, y practica una que otra floritura, pensando en cómo hace mucho que no se ha enfrentado en ninguna clase de duelo.

 

No de ese tipo.

 

Quince minutos después, cuando lo tiene al lado, se convence de que fue la mejor decisión no toparse con él antes. Es lamentable el aspecto que él trae, pero no puede negar que en cada prenda que lleva se ha esforzado por manifestar lo que básicamente es, incluso con todos esos extraños tatuajes y cicatrices expuestos, en un extraño pero agradable contraste (a los ojos de Ben) con el color tostado de su piel.

 

Siempre lo estoy. No tendría por qué ser diferente hoy— responde con autosuficiencia, aunque no está completamente segura si la seña que acaba de hacerle Quintel se refería a listo para la actividad en sí, o para el hecho de hacer acto de presencia juntos, con mucha otra gente. La realidad es que el Pink Palace ha sido ese espacio donde Ben ha podido permitirse vivir con él, ahorrándose explicaciones y murmuraciones sobre la clase de relación que llevan, pero esta vez, participar de esa actividad podía significar exponerse solo un poco más.

 

Pero solo un poco más no tenía que ser malo, si podía llevar todo bajo control, como lo había hecho hasta el momento.

 

Señor Crouch. Que gusto poder conocerle personalmente— con una venia tendió la mano hacia él y lo propio hizo con el predicador Despard— Espero que como nosotros, tenga altas expectativas por esta jornada. Viene bien poder tener esta clase de entrenamientos en los tiempos que corren ¿no le parece?

 

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Yanna K. Smith


Pero que estupidez.


Apenas puede ver algo al volar por los cielos que han comenzado a oscurecer por la próxima noche. Lo único bueno es que, a pesar de que en Inglaterra no hace tanto calor como en el centro de América, al menos la morena agradece que la temperatura baje un par de grados por la noche. No obstante, ha sido un error haber escogido volar en escoba cuando aún está aprendiendo a dominar tal objeto mágico, y aunque no debería quejarse, ya que no sabe tampoco hacer una aparición y el que la moto voladora este varada en el garage por su último viaje es solamente su culpa, aun así lo hace, porque, bueno, no tiene, por ahora, con quien desquitarse, además, era una manera de llegar motivada a la práctica, ¿no?, después de un largo, caluroso y terrible día, desahogarse un poco rompiendo o lastimando cosas.


El único detalle es que Yanna no es muy diestra en la magia, por lo que era probable que aquellas "cosas" podían romperla o lastimarla igualmente. Si terminaba arrojando lejos la varita de palo verde que Grell ha preparado para ella y se lanzaba contra uno de los presentes tirando puños, patadas y mordidas era culpa de su falta de práctica, además eso también servía como desestres.


Incluso alguien como Yanna reconoce que aquel espectáculo de llamas no es necesario para encontrar el tan renombrado Pink Palace, primero que nada, de buenas a primeras la apertura de tal estructura no ha pasado desapercibido por la gente de aquel pueblo, después de todo la casa ocupaba el viejo nombre de “la casa de los gritos”, algo que parecía provocar que las personas hablaran. Lo segundo y más importante (al menos para ella) es la espantosa apariencia del lugar, Yanna no cree haber visto vivienda múltiple más fea en toda su vida, y eso que también ha tenido una vida bastante desorientada y lejos de buenos gustos. Así que, incluso antes de que pueda ver las llamas en forma de cruz, Smith ya ha encontrado el vistoso lugar gracias a su peculiar iluminación y colores.


Entonces, si volar es algo nuevo para ella, el aterrizaje iba ser ruidoso, pero a Yanna no le preocupa. Antes de pensar más o mejor en ello, sobrevuela el lugar para reconocer qué y quienes ya han llegado a esto que, justo ahora, no recuerda ni piensa, en cómo es que pasó, pero que está involucrada también. De las cuatro personas reconoce solo a la mayoría de ellos; el maldito de Crouch, el niño que trabaja ahora para su hermano menor y el señor monje que ayudó a Hannity y a ella a luchar contra esas personas de nieve. No importa que se esfuerce por mejorar esas descripciones, todos ellos eran personas raras, haciendo cosas aun mas raras y a Yanna de pronto intranquiliza la idea de cómo es que ha terminado de robar bancos y tesoros a esto.


Hizo un par de piruetas más en el aire, algo de habilidad nata antes de volar alto y soltarse de su escoba para caer en picada apuntando justo al centro de la cruz. Mientras más distancia recorre la velocidad aumenta, sin embargo, a algunos metros antes de tocar el piso, el amuleto volador que cuelga en su cuello hace el efecto esperado y, aunque sigue siendo ruidoso y cae con dureza sembrando el piso con ambos pies, el golpe es mucho menos duro y Yanna lo sobrevive sin el menor de los rasguños, salvo por aquel calambre provocado por pisar un poco chueco al caer, pero no iba a estropear tal entrada solo por eso.


La larga y astillada sonrisa de Yanna saluda a los presentes, con los amarillos ojos adornando el fino rostro de la bruja la hacen parecer un demonio que ha caído del cielo, o eso seria si no estuviera esta vez disfrazada como un vikingo, con ropas de cuero y piel ajustadas a su esbelta y alta figura y el cabello blanco trenzado sobre su cabeza en lugar de esos feos sombreros que los antiguos guerreros equipaban para sus batallas.


Buenas noches caballeros-, el sonido de su voz sisea entre los afilados dientes, como si de un animal se tratara. — Lamento informar que mi amado hermano no nos acompañará esta noche-, asintió en dirección a Quintel, seguramente la persona que mejor entiende las circunstancias del Ollivander y su lenta rehabilitación. —Pero he venido yo en su lugar-, después amenazó con la mirada al Crouch.

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