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||《 ● Von Alexandros Fortress ● 》|| (MM B: 114152)


Balderik Von Alexandros
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—Alohomora. Susurré

 

Cuando Ariadna irrumpió en escena casi me da un infarto. La varita voló unos centímetros lejos de mi mano pero fui lo suficientemente ávida como para atraparla antes de que se separara más de mi. Volteé, oculté el sonido mecánico de la cerradura encantada con el eco de mis botas y le sonreí, le había dicho que podía acompañarme, o mejor dicho le indiqué que me urgía su asistencia, en una nota que garabateé cruzando los jardines Macnair pero no creí que aparecería tan rápido dejándome así el corazón de moño.

 

Guardé el arma y dejé el maletín en el suelo, a un lado del tobillo. Desistí de amedrentar la puerta con los nudillos después de tres minutos en que nadie me respondió, le expliqué a mi prima que la situación era grave porque Jayden —mi ahijada— había escrito una nota desesperada en donde alegaba que alguien le había hecho daño a su madre, que la escuchaba gritar de dolor. No solo era nuestro deber cómo médicos, sino también como compañeros de bando ya que Alessandra era Mortífago.

 

—Entremos y luego damos explicaciones de cómo lo hicimos.

 

Alegué, restando importancia a la invasión de morada sin autorización del Departamento de Seguridad Mágica.

 

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Irrumpieron con gravedad en el suelo de madera de la mansión Von Alexandros, que en un segundo las maderas se volvieron añicos. Poco importaba al castaño cosas tan banales como el suelo de madera o en si la mansión, no cuando estaba de por medio la vida de su amada. Kraven la llevaba en brazos con los gritos de ella fuertemente al aire. Mientras el alemán trataba de calmarla recostándola en la sala principal de la mansión los antiguos parientes Von Alexandros en los cuadros familiares miraban con angustia y murmuraban entre ellos. Desde que habían acabado con Alexia tiempo atrás parientes más amables habían llegado a los cuadros para vivir en ellos, parientes que en verdad tenían buenos tratos con el castaño.

 

Un par de elfos llevaban cosas para la rubia y otros trazaban un círculo de gis en el suelo, escribiendo algo dentro de él, en una lengua antigua, claramente anticipándose a lo que Kraven estaba a punto de pedirles. Aquello sería el último recurso por si las cosas llegaban a complicarse, usar magia antigua para mantenerla viva, aunque fuera un horrocrux o algo aún peor. ¿Porque no la había llevado a San Mungo como lo había pedido a su elfo Cadmus? Muy simple, ya no confiaba en el organismo médico mágico inglés. Si el inquisidor estaba en todos lados se daría cuenta que la pareja del Canciller Magico Alemán estaba corriendo peligro lo usaría para llegar él.

 

--Vamos amor solo respira, sé que duele pero tu puedes-- Su voz era temblorosa por miedo a perderla, la ayuda cualquiera que Cadmus trajera era más que urgente, era de vida o muerte.

 

Unos golpes llegaron a la entrada de la mansión, Kraven sin esperar a que sus elfos acudieran al llamado llegó a la puerta pero fue abierta por magia de pronto.

 

--¿Quienes son uste...? ¿Arya? ¿Ariadna? ¿Como es que sabían? No importa ¡Rapido ya está Alessandra en labor!-- Dijo Kraven volviendo con la Delacour al sentir algo en su mente, como un recuerdo de su voz, como si le dijiera algo... Era su voz en la mente del Von Alexandros. Claramente era ella que gritaba de dolor casi en trance.

 

-- ¡Hagan algo chicas!--

 

 

 

@@Idylla Macnair T.

@@Arya Macnair

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(estrenando mención ( ˘ ³˘)♥ )

Editado por Kraven Von Alexandros

 

 

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Alessandra

La Nigromante solo podía hacer lo que le pedían, seguir respirando, el cuerpo le dolía por momentos y sus hijos se movían muy inquietos, ya no podia mas, sentia como la fuerza se le iba agotando de apoco a pesar de que escuchaba movimiento a su alrededor, Kraven no la escuchaba y sus hijos querían vivir pero no podían, quería recordar ese momento, quería grabarlo a fuego en su mente, esperaba que se quedara con ella hasta que volviera a vivir asi buscaria al Von Alexandros y le patearia el trasero por haber asesinado a sus hijos, por no haberlos sacado cuando se lo exigió y mas aun por hacerla sufrir nuevamente, el embarazo de Jayden había sido doloroso y pero bien salvo que se habían llevado a la niña lejos de ella por un tiempo largo.

 

<<Ahora que lo pienso, nunca le preguntaste como paso eso>>

 

Le recordó Asami, quiso sonreír porque tenia razón, con los años aquello se había olvidado y solo lo recordaba en ciertos momentos incómodos o cuando se ponía a reflexionar de su vida, el ritmo de su corazón fue menguando, mas ruido y voces se escuchaba a su alrededor pero esperaba que aquello al menos significara que habían salvado a sus gemelos, ¿Kamra se enteraria que los había tenido y estaba muerta? ¿los quintillizos que pensarian? había tanto que hacer y ya no tenia tiempo.

 

Alessandra espero a que la muerte le llegara, se sentía flotar en el aire pero su sentido del oído aun escuchaba cosas, era como estar bajo el agua y se escucharan las voces distorsionadas.

 

<<Salvenlos>>

 

Comenzó a repetir varias veces esperando que algún Legeremante estuviera pululando por el lugar, que fastidioso había sido cursar aquella habilidad si nadie la podía escuchar, su mente se quedo pensando en lo estudiado por la Arcana y en los cactus que tuvo que escuchar para pasar a las siguientes faces de su estudio mientras todo a su alrededor se fue apagando de apoco.

 

 

 

@@Kraven Von Alexandros

@@Arya Macnair

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—¿Qué está qué?

 

El tono de mi voz fue exageradamente alto. Primero, el que mis sospechas fuese confirmadas al ver quién era el dueño de aquella morada y por consiguiente el causante de todo el griterío me perturbó. Y segundo, Jayden había temido que Alessandra hubiese sido atacada por alguien, pero no se trataba más que de un parto, un parto excesivamente doloroso por lo que podía apreciar, aunque no juzgaba a mi sobrina, siendo niña yo también hubiese interpretado la situación como algo brutal. Me giré, incrédula buscando a mi primera, mis ojos enormemente abiertos gritaban ¿Te lo puedes creer? señalando la escena, pero no sabía si Ariadna estaba al tanto de la relación entre ese par.

 

Caminé hasta donde la sobrina de Aziid yacía, con calma, ignorando que se retorcía en dolor, para arrodillarme a su lado y tomarle el pulso. Se la notaba pálida, y tenía el ritmo cardíaco por las nubes, podría estar sufriendo de presión y aquello era riesgoso tanto para ella como para su bebé. Entonces, arrastrando mi maletín cerca me percaté de lo que hacía y miré con el ceño fruncido al padre de la criatura por nacer, podría nadie habérmelo dicho, pero mi buen olfato jamás fallaba.

 

—¿Qué hace en el suelo? debemos trasladarla a una cama, necesito agua caliente, toallas... muchas toallas, Ari, ayúdame aquí

 

Hice un ademán fugaz para que la peliazul me ayudase a recostar a Alessandra en uno de los sofá que más cerca teníamos, le quité el cabello del rostro, completamente sudado y congestionado y le sonreí aunque no podía quitar esa mueca de reproche del entre cejo. Como una película recordé el día que me la encontré por primera vez en una pizzería, tenía una barriga inmensa y mucha hambre, era una muchacha feliz, llena de vida, pero con una profunda tristeza anclada en los ojos, por culpa del hombre que ahora nos acompañaba siguiendo las órdenes que le había dado segundos atrás. Que ciego y tonto era el amor, pensé.

 

—Debemos controlar que todo esté bien con el bebé ¿vale? Pronto te daremos algo para calmar el dolor ¿Tú puedes buscar alguna poción en mi bolso? creo que están etiquetadas, y sino, habrá que prepararla...

 

Comencé hablando a la parturienta y terminé dirigiendo mis palabras a la otra Macnair en escena. Tomé un estetoscópio y retiré las ropas inferiores de la rubia pues el pequeño tenía ansias de conocer el mundo. Pronto localicé su latido, se oía fuerte, acelerado, era el momento perfecto pero.... otro, otro latido ¿el bebé tendría problemas al corazón, sería un soplo? me mordí el labio inferior, no sabía a cuántas consultas habría ido mi sobrina pero arriesgué la pregunta hacia el camino de mi peor pesadilla. La miré a los ojos, me quité de las orejas el aparatejo y alzando una mano le enseñé dos dedos en tono de pregunta, la mujer asintió confirmando que se trataba de gemelos o mellizos y me estremecí.

 

—¡Ari, debemos actuar ahora! Tú...— señalé a un elfo —Las toallas, ahora ¡ya! y ¿Dónde está el agua? debemos estimular a los bebés para que atraviesen el canal de parto.

 

Eso le iba a doler bastante a la mamá, pero no tenía otra opción, una de las dos debería comenzar a ejercer presión en la zona alta del abdomen para que el primer bebé asomase la cabeza.

 

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La mirada de las brujas frente al castaño era de completa sorpresa ante sus palabras, entonces comprendió Kraven que en realidad no era la ayuda esperada, pero que gracias a que estaban allí se movieron deprisa con su amada. El Von Alexandros por primera vez en su vida no sabía que hacer, temblaba de terror por su familia, era el miedo una sensación bloqueante de todo pensamiento si alguien llegaba a tenerlo, reduciendo sus sentimientos, pensamientos, sus movimientos. Arya se movía con velocidad sin notarsele ningún atisbo de duda o preocupación, casi con un profesionalismo de un médico de San Mungo experto. La Macnair daba órdenes a diestra y siniestra con los elfos de la mansión incluso a los dos magos allí mismo. Aunque percibió que no miraba al castaño ni le dirigía palabra alguna, incluso con una indiferencia muy notoria. ¿Sabría acaso de la historia entre los dos magos?

 

Kraven tenía ya a la mano por un elfo doméstico agua caliente y mantas, mientras mojaba una manta para limpiar la frente de la rubia y le pasaba el resto a Ariadna, escuchaba decir porque es estaba en el suelo de madera, el castaño no dijo nada, era claro que la tenía allí para usar magia poderosa como un último desesperado y terrorífico recurso por si algo salía mal. En su mente aún podía percibir la voz de Alessandra, como si le dijiera algo que no podía entender. Ella solo se quejaba de dolor, claramente ya no estaba su consiente de si misma, por ello la rubia se comunicaba con sus habilidades, o eso deseaba Kraven.

 

Levantaron con magia a la Delacour y Kraven entonces al tocar su frente noto fiebre en ella que le puso pálido y las palabras de Arya no fueron mejor ayuda, su pulso estaba mal. Arya comenzó a tomar cosas y colocarselas a Alessandra, entonces inicio el proceso para sacar a los bebés, solo ya en este punto besaba la frente de la mujer que una vez amo, amaba y amara por el resto de sus días porque en su mente con mas fuerza y claridad llegó a entender a la mujer proveniente de una familia llamada Delacour que le pedía salvar a sus hijos.

 

--Siempre a tesorare los momentos vividos contigo mi amor, el día que nos conocimos en una clase, nuestro primer beso en una pista de hielo, cuando Alexia Jayden llegó a este mundo y cuando una vez más decidiste abrir tu corazón para mí... Apesar de todo lo malo vivido estuvimos nuevamente juntos...-- Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos mientras Kraven la hablaba al oído de la rubia. -- Te amare por siempre mi angel-- Beso la frente de Alessandra y miró en dirección a la Macnair.

 

--Salvalos... No importa que pase solo ... Salvalos--

 

 

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@@Arya Macnair

 

 

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Ariadna rápidamente actuó, eso hablaba muy bien de sus reflejos médicos. Sonreí por una fracción de segundo pues la situación no lo meritaba, sentí que la medicina corría por las venas Macnair mucho más fuerte de lo que solía sospechar cuando nos veía a Sybilla y a mi trabajando, o cuando notaba la curiosidad de Ámbar y Rohanna con respecto a las pociones y primeros auxilios. Pero luego me saqué completamente de onda, como si el suelo fuese un tablero de ajedrez y las palabras de Von Alexandros una patada a mis piezas, las cuales salieron despedidas por toda la sala. Me giré, dejando lo que estaba haciendo por un momento y lo tomé por los hombros con fuerza.

 

—Mira, no te estés despidiendo de ella como que no volverás a verla jamás— clavé las uñas en su ropa, estaba molesta —Eso no ayuda absolutamente en nada, si estoy aquí es porque al final de todo esto habrá personas en ese sofá y no solo una o dos, por favor, te callas o te vas...

 

No solía hablarle a mis pacientes así, ni a sus familiares pues por shock, desespero o conmoción las personas solían reaccionar de muchas maneras impredecibles. Para fortuna nuestra Kraven no era violento, solo estaba asustado y enamorado al parecer. Y en cuanto a mi, el hecho de que el último parto al que asistí hubiese terminado mal y por consiguiente se recurrió a métodos poco ortodoxos para que la madre y los bebés sobrevivieran me tenía aun trastocada. No permitiría que sucediera esta vez.

 

La bruja de cabellos azules colocó una vía en el brazo de la parturienta mientras yo terminaba de discutir con el Patriarca, había que estar atentos a los signos vitales de Alessandra pero también resultaba urgente el suministrarle poción re abastecedora de sangre y herborevitalizante para evitar que se debilitase con cada pujo que diese. La mujer comenzaba a ponerse pálida pero aun respiraba, tenía los brazos flojos y los ojos cerrados. Ariadna volvió a colocarse a un lado del sofá e hizo presión descendente sobre su abultado vientre para estimular a los bebés. Por mi parte ya colocada entre ambas piernas, le pedí a la rubia que siguiera conmigo, pues era ella la madre y debía hacer eso por los pequeños que estaban en camino.

 

Era la única forma.

 

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Desde que llego y se encontró con su prima, le alegro que la hubiera tomado en cuenta, no sabían a lo que se enfrentarian pero se veía que estaban preparadas para lo que tuviera que hacerse. Con mucho pesar se metieron en la mansión y pronto alguien las vio ahí y las condujo a donde estaba la paciente, en cuanto entro en la habitación vio la escena de una mujer en trabajo de parto y un hombre sosteniendola. Ayudo a Arya a ponerla encima de la cama y siguió sus instrucciones al pie de la letra, sin duda había tenido conocimientos de primeros auxilios antes pueblo que sabía poner una vía intravenosa y ayudar con los tópicos que la Macnair iba pidiendo.

 

Se colocó a un lado de Alessandra y como lo había indicado Arya tenía que ejercer presión hacia abajo en el abdomen, ayudando a los gemelos a bajar por el canal vaginal. Ella recordó su propia experiencia cuando tuvo a su bebé, sólo que había estado rodeada de muggles y en un hospital con bastantes máquinas y medicina muggle, aún recordaba el dolor de las contracciones como si hubiera sido ayer.

 

Mientras que hacía eso, mire a Arya y no sentía que los bebés se movieran de su sitio. No quería decirlo en vos alta, pero cuando la mire a los ojos creo que supo cuál era mi pregunta mental "¿Qué es lo que está pasando?" La mamá se veía cada vez más pálida y si los bebés no salían de la forma normal, habría tener que hacer cirugía y sacarlos de otra manera. Intento que el pánico no la invadiera, el padre estaba ahí y no quería hacer un drama por si algo no estaba bien.

 

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  • 2 meses más tarde...

Sus bebés estaban sanos y salvos, Arya he Idylla se los habían llevado para cuidarlos, los gemelos se habían despedido de su madre y ella de ellos. Ambos brujas que los habían ayudado también se habían despedido de Alessandra que yacia en un sillón con rostro tranquilo, y ahora en aquella sala solo estaban los dos magos. El sudor en el rostro de la rubia era limpiado por el castaño observando que en sus ojos, la fatiga a dar a luz había sido demasiada. Cómo lo había dicho Arya, solo le quedaban algunos minutos de vida, tan solo había hecho por ella quitarle el dolor que sufría y volverle un poco la conciencia para que tuviera momentos de lucidez y poder despedirse de los gemelos. No había más, la magia oscura había sido tan poderosa que le había arrebatado la vida a su rubia de poco a poco.

 

 

Cómo lidiaba Kraven con la sensación de perderla, tanto tiempo conviviendo juntos al punto de que tenía hijos juntos, haberse comprometido y cada momento vividos juntos. -- Alessandra... -- Dijo Kraven con el tono de su voz a punto de llorar. Su vida siempre había sido difícil, donde no tenía tiempo para sentimentalismos o emociones que expresar pero ahora la vida misma le era arrebatada. La rubia le miraba plácidamente y tranquila como si aceptara su destino cosa que aún no aceptaba el castaño, no quería perderla, no quería que se fuera, no quería verla morir. Acariciaba su cabello color soleado, tomaba sus manos con delicadeza y besaba su frente con amor y cariño.

 

--No puedes dejarme Alessandra, no ahora -- Dijo Kraven sintiendo él sus ojos la humedad de unas gotas por sus atenciones ojos, el llanto emanaba deseando que hubiera hecho algo más por ella y no solo verla partir. -- Te amo...--

 

 

 

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Editado por Kraven Von Alexandros

 

 

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Alessandra.

 

 

La Delacour se sentía flotar en el aire o era el agua? No estaba segura pero no le daba miedo sólo tranquilidad, el vaivén le producía sueño mucho pero a lo lejos se escuchaba un runrún muy incómodo, quería decirle que se callara para que pudiera seguir disfrutando de movimiento que la acunaba como un bebé.

 

<<Te están llamando>>

 

Le dijo una voz en el aire, pero ella no quería irse, una cuerda invisible la ataba a ese lugar que con sólo imaginarse llendose le dolía, le producía un dolor en todo su cuerpo, no quería volver a sentir eso, la idea le resultaba horrible pero una figura luminosa la tomó de la mano y la jalaba con ella para cruzar un puente arqueado o quizás era una puerta pero no la cruzo enseguida, sentía que se estaba olvidando de algo, algo importante pero no recordaba que, la persona que tiraba de ella siguió insistiendo hasta que juntas cruzaron el umbral.

 

 

Alexia Garnet Til Von Alexandros

 

 

Alexia miró con los ojos entrecerrado el lugar, algo de él le producía un gran malestar pero no sabía porque, desde que despertó en su hogar en Bulgaria sentía que le faltaban recuerdos? No sabía sólo sentía que debía estar hay, que había algo importaque debía saber.

 

-Hola, Hola- saludo entrando sin llamar y abriendo la puerta sin más de forma brusca.

 

Fruncio el ceño al ver sangre en el suelo pero rápidamente lo cambió a una sonrisa, siguió unas pequeñas gotas que había en el suelo hasta un cuarto dónde estaba su hermano llorando una mujer rubia desangrada, pálida, ya sin vida postrada en la cama.

 

-Está muerta, no vale la pena que sigas llorando por alguien que no te escuchara- le dijo poniendo una mano en su hombro.

 

No le estaba dando cariño de hermana sólo esperaba que aquélla actitud patética frente a una muerta desapareciera.

 

 

@@Kraven Von Alexandros

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  • 1 mes más tarde...

 

 

La mansión lucía impecable tras la renovación de esta. Grandes magos especialistas en renovar y decorar grandes moradas habían asistido tras la petición del castaño. Ubicada en las montañas de Múnich, Alemania. La mansión Von Alexandros se mantenía firme y oculta en los espesos bosques alemanes. Después de un período donde el abandono era notorio, Kraven había hecho lo imposible para que volviera a su majestuosidad. Ahora seguia siendo una morada para los altos mandos de la familia alemana. Kraven entraba en la mansión con paso decidido, con los candelabros iluminando la mansión en ese espesa y con negrura noche.

 

Todo coincidía para que el Canciller recibiera a una invitada, probablemente ella luciera más confundida por la nota escrita anónimamente que Kraven. Aquella nota dejaba muy consternado al castaño puesto que solo dejaba claro que una nueva miembro de la familia había aparecido. No había sido muy claro el desconocido pero con lo escrito y lo preciso que había sido con la historia de la familia, Kraven no lo dejaría pasar.

 

 

--Cadmus arreglen eso por favor, al menos debemos dejar una buena impresión a la invitada. -- Dijo Kraven en modo despectivo con la música de ópera de fondo. Tenía más preguntas que respuestas ante la nota enviada anonimamente.

La noche estaba en su punto más álgido he incluso con algunos grillos en los matorrales podados a las afuera de la mansión.

 

 

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