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· Quimera Lab · (MM B: 114262)


Frankie Triviani
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El mago comenzó aparecerse entre llamaradas, se encontraba casi desnudo y su mirada se encontraba baja, la brisa le comenzaba golpear su cuerpo, allí observo la presencia de @@Danny Lestrange , ante su presencia no le importo, aunque mostró su gran marca de nacimiento, su tauaje en movimiento en su espalda, aquella águila que se encontraba devorando una serpiente, y acto seguido después de unos minutos cambiaba a un cráneo atravesado por una espada. En su ante brazo izquierdo se encontraba la embarcación naciente por su clan oscuro, la misma era una creación de huesos humanos, y telas corroídas y en su punta como símbolo un jaguar creado por cráneos de sus enemigos. En su otro brazo se mostraba un tatuaje de una rosa, a la cual le caen los pétalos, esto era porque se encontraba sufriendo en el amor, pero debajo de esa apariencia engañosa se localizaba su marca tenebrosa, oculta a todos.


“Espero no llegar tarde”


Y baja la mirada, esperando que quizás @@Zoella Triviani familiar de @ pudiera atenderle, ya que siempre deseo probar que tan fuerte eran sus genes licántropos, y estaba dispuesto a todo para lograr y descubrir ello, a pesar de ser un hombre lobo, era albino, por lo que ninguna hebra se le notaba, pero ¿Acaso no poseía en ninguna parte? Eso era solo una repuesta que no todos podían responder. Y como flor buscando ser picada por un colibrí, se encobraba esperando a ver que sorpresas y aventuras le podía trear esos senderos, igual ya le había mencionado a Zoella en la Fortaleza Oscura que iría, y era momento de cumplir sus promesas.

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  • 1 mes más tarde...

Triviani bailaba con la suave música que sonaba en su despacho. Los estupefacientes que había estado probando hace solo minutos corrían fuertemente por sus venas provocando una extraña alegría y euforia en la bruja. Bebió de un solo trago lo que en su vaso contenía, un licor que la calva no supo descifrar pero que daba ese gusto amargo a cada trago que daba.

 

Se encontraba descalza, las ropas informales que cargaba no la hacían ver como aquella bruja empresaria que rondaba siempre por el laboratorio. La ausencia repentina de su hija le provocaba algunas dudas en su mente ¿Se habrá ido con Oliver quizás? ¿Tendría que ver eso con la desaparición de Thomas? Destapo otra botella y vertió el líquido caramelo en su vaso de cristal, meneando aun su cuerpo tomó dos profundos tragos antes de escuchar la puerta sonar.

 

- Señora, dos personas la buscan - habló uno de los científicos que trabajaban para ella - ¿Hay gente dentro del laboratorio? - Zoella ya había percibido las dos mentes llegar, el poder que la Legilimancia le otorgaba ahora le permitió saber que Danny y Demian habían ido a visitarla.

 

- No señora - contestó este - ¿Quiere que cierre el laboratorio ya? - preguntó, sospechando ya el pedido de la Triviani - Si, cierra todo y que nadie me moleste por lo que queda de día, si necesito de alguno los llamaré - habló, girándose para caminar aun descalza a la puerta - Yo recibiré a mis invitados, permiso - habló, saliendo de la oficina, desprendiendo un fuerte olor a licor y mostrando con sus dilatadas pupilas lo drogada que se encontraba.

 

Caminó a paso lento hasta el recibidor, donde ambos magos esperaban, uno totalmente diferente al otro. Uno inocente y el otro experimentado, ambos con una mirada opuesta a la del otro. Zoella sonrió para ellos, con una sonrisa algo tonta pero sonrisa al fin. Se acercó, a ellos todavía en silencio y los analizó con lentitud.

 

- Hasta que vinieron a visitarme - pronunció suavemente, reconociendo a Danny de aquella vez donde fue a ver a sus hijas, y recordando la invitación a Demian dentro de la fortaleza oscura - ¿Quieren beber algo antes? ¿Alguna botana que deseen consumir? ¿O vamos directo a los negocios? - interrogó, recostando su cadera del recibidor, mientras cruzaba ambos brazos frente a su cuerpo.

 

@@Danny Lestrange @@AZRAEL Licaón

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D-emian Luxure

 

-Siempre es bueno hablar de negocios- Hace pausa. - ¿Pero que ha sido eso? ¿Acaso no lo escuchas? - le cuestiona a @@Danny Lestrange y @@Zoella Triviani

 

En ello una sombra con careta se encontraba en todos y con el egipcio, la misma se desplazaba a su alrededor desde el suelo, dejándose ver la máscara en el suelo, sin embargo, era posible que sólo el mago egipcio le pudiera escuchar, la misma era una nueva criatura la cual ni los magizologos y magicriptozologos se debatían en la existencia de la misma. En ese momento su voz se escucha como eco.

 

-Demian, Demian ¿Qué deseas? - Le cuestiona el ser sin rostro

 

El egipcio no sabía si de estaba volviendo loco o alguien más escuchaba aquella voz, además por su poca vestimenta era comprensible que eso de los tabúes no iban con el mismo, entonces acercándose a la bruja le mira y baja la mirada bruscamente.

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El chico sigue esperando tranquilo a que alguien saliera a recibirle cuando percibe algo en el ambiente que le confunde. En el mundo de la magia era normal que ocurrieran cosas que para los muggles fuesen inexplicables, así que guarda la calma, pues esta vez no sería la excepción.

"Qué bueno que no perdí las esperanzas"

Pronuncia sin cuidar el volumen de sus palabras. Observa cuidadosamente a la persona que se materializa y se sorprende al ver de quién se trataba, Danny se emociona y lo demuestra con una sonrisa aunque al parecer su tío ni siquiera había hecho por hablarle, lo cual desanima un poco al joven mago, que exhala volteando hacia otro lado, justo cuando aparece alguien más por el pasillo.

El joven comenzaba a sentir un poco de inquietud y por un momento se pregunta si sus problemas financieros eran tan delicados como para arriesgarse a presentarse a un lugar en el que se sentía totalmente ajeno, en donde no siquiera su tío se daba a la tarea de mirarlo un segundo siquiera lo que lo hace sentir un poco molesto. Para su alivio, Zoella había llegado a romper la tensión que casi obliga al muchacho a salir huyendo de ahí.

"Quizá... Quizá ambas cosas..."

Responde a Zoella y sonríe. Se sentía avergonzado, quizá un poco intimidado y fue peor cuando siente el rugido de su propio estómago que le avisaba que aunque sea un pequeño bocadillo no estaría mal para poner en orden sus ideas. ¿Los demás se habrían dado cuenta? Ese tipo de reacciones se podían escuchar, eso lo sabía por comentarios de las personas... ¡Tenía ganas de ocultarse!

"Yo no escuché nada"

Lee los labios a su tío cuando este decide hablar y su rostro enrojece por completo. Danny pensaba que Demian había escuchado el sonido de su estómago, cuando en realidad se estaba refiriendo a otra cosa. Se ríe un poco. Todos olvidaban la incapacidad auditiva del joven mago, incluso su propio tío.

"Nunca escucho nada, de hecho"

Se remueve incómodo, baja un poco la vista y se encoge de hombros, luego vuelve a prestar atención a las expresiones faciales de ambos. Era su forma de entender y comunicarse.


@@Zoella Triviani
@@AZRAEL Licaón Editado por Danny Lestrange
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  • 2 meses más tarde...
—Que increíble y hermosa mañana está hoy, ¿no lo cree, señorita Triviani?


—No empieces, Carrow.


—Hace tiempo que no la veíamos por aquí, ¿dónde ha estado?


—No sabía que tenía que rendirte cuentas a ti, ¿vas a darme lo que quiero o no?


—Lo siento, doctora.


Esperé a que mi diminuto empleado terminara de preparar mi café. Yo no tenía idea de cómo preparar esas cosas en la máquina de café instantáneo y siempre que deseaba alguno cuando me mantenía en los pisos inferiores del laboratorio había alguien que me lo hacía llegar hasta allí. Esa mañana escaseaba el personal, y yo no tenía idea del porqué, pero no iba a estar interrogando a los empleados para hacerles ver que no tenía idea de la administración del negocio. Que realmente no tenía idea, pero nadie tenía por qué saberlo.


Lo único que a mi me importaba era lo que sucedía en las salas de laboratorio y aunque mi ausencia se había prolongado lo suficiente como para dejar desatendidos los experimentos y los trabajos de investigación, solo tenía que revisar las bitácoras, el registro de las entradas y salidas a las salas, y los resultados de las pruebas realizadas además del estado de los sujetos de pruebas, y con ello ya me había puesto totalmente al día en en menos de una hora.


Carrow se tomó el tiempo para ponerle la tapa al vaso desechable del café, y yo no podía saber porqué les encantaba demorar los procesos cuando estaba presente, como si de alguna manera disfrutaran de mi compañía y olvidaran que podía hacerlos trizas en segundos. Eso no estaba nada bien. Ya no había respeto alguno. Cuando me estiró el vaso sus labios mostraron una enorme sonrisa, descubriendo su dentadura de un blanco impecable.


Gracias, ya puedes regresar a tus asuntos —indiqué, tomando el café con mi mano.


—¿Bajará al quinto piso, doctora? Puedo escoltarla hasta allí


—No, tengo cosas que hacer aquí arriba —respondí, dando media vuelta para ya largarme de allí —. Adiós.


Me dirigí hacia el pasillo principal alejándome de la recepción, deteniéndome brevemente frente a la puerta del despacho de mi madre. ¿Habría llegado ya? Seguí mi camino, segura de que en cuanto llegara y la secretaría le chismeara que había venido a trabajar no demoraría en hacerme llamar a su oficina. Al llegar a la primera puerta a la izquierda desactivé la protección para entrar por los archivos confidenciales que necesitaba para trabajar y que recientemente había añadido tras mi viaje de investigación fuera del país.


Planeaba pasarme allí un par de horas poniendo en orden toda la información que había recabado. Estaba deseosa de ponerme manos a la obra con la siguiente fase de la investigación sobre el extraño y legendario dragón azul, y comenzar a fabricar los primeros genomas que me ayudarían a crear el primer ejemplar incubado para su estudio. No podía evitar pensar en lo feliz que Oliver estaría con todo aquéllo si las pruebas resultaban efectivas. Estaba dando un paso más en nuestra relación, y no me refería a nuestra situación marital, sino a la investigación que nos mantenía unidos. Mientras más pronto terminara con esto, más rápido podría deshacerme de él y ese absurdo contrato nupcial.

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Eva caminaba por las calles del callejón con la dirección que le habían dado en la mente. Tenia dos lugares para visitar, pero el primero seria aquel Laboratorio sobre la genética mágica. Se iba repitiendo que no seria difícil de encontrar el sitio. Pero los nervios que sentía habían hecho que pasara dos veces por la misma calle y apenas lo había notado cuando la misma señora le ofreció diez Crisopos para pociones, al precio de siete si podía atraparlos dentro de su tienda. Era una buena oferta, pero Eva se negó dos veces a caer en la tentación de comprar ingredientes para experimentar con pociones. Le gustaba pensar que Meli se sentiría orgullosa de ella si la viera como se resistía a intentar crear extraños brebajes. Tan solo había hecho en el TIMO y en clases las que estaban programadas en el ciclo curricular, y pronto haría otras tantas para el Extasis, pero sin salirse de las reglas.


-Disculpe... -Habló a un vendedor ambulante que se encontraba con su carroza llena de mercadería, en la puerta de un negocio abandonado. Su idea era preguntarle si podía guiarla a la dirección del lugar que buscaba, para así poder comprobar que iba por el camino correcto -Disculpe, señor...


-Tengo en promoción la pluma con corrector ortográfico y la pluma traductora de sirenio...


-¿A cuanto? -Preguntó desviándose del plan. ¿Traductor de sirenio? Era una pasada. Podría escribirle cosas subidas de tono a Rebecca y esperar ver su rostro de sorpresa.


-49 galeones y estoy de...


-Te puedo dar 10 galeones por los dos -Ofreció, interrumpiendo la cháchara del anciano.


-Señorita, no me ofenda, me quiere estafar...


-A media cuadra esta la Tienda PB de Material Escolar donde vi esas varitas a un precio razonable y cuenta con un...


-Diez galeones esta muy bien, señorita -La interrumpió el vendedor poniendo rápidamente ambas cajas que contenían las plumas dentro, en una bolsa de papel marrón.


Eva no era tonta, después de exigirle probar las plumas que estaba por llevar, y quedar a gusto con la muestra, hizo la transacción con el ansiado y continuo su camino. A una cuadra se dio cuenta que se había olvidado de preguntar si el camino era el correcto. Al doblar la esquina se esperanzo al leer en un cartel., que estaba en el callejón Horizont y no tardaría en dar con el lugar. Por lo que le habían dicho, había una quimera en la puerta. No fue difícil hallarla, adentrándose unos cuantos pasos mas en la calle. Las siguientes instrucciones eran un poco mas extrañas. Tres golpes en sentido de las agujas del reloj pero formando un triangulo sobre la puerta.


-Una Quimera tenia que ser -Susurró desconcertada la mestiza haciendo los golpes y esperando que la puerta le dejara el paso hacia el interior.


Dentro del recinto con mucho olor a hospital, Eva observo a la gente esperando pacientemente en butacas contra la pared. Se acerco a la recepcionista duende para concertar una cita pero no tenia idea como explicarle que era exactamente lo que quería conseguir de aquel lugar. La duende la miro con el rostro lleno de impaciencia cuando repitió con quien quería una cita. Eva se armo de paciencia.


-¿No hay un encargado general? Necesito hablar con alguna persona que me saque algunas dudas sobre... -Miro a las personas sentadas, detrás suyos esperando, y bajo la voz para continuar - Fertilidad.


-Fertilidad -Repitió la duende en alto y tecleo unas cuantas veces el teclado de su computadora -Le envié un aviso a nuestros especialista en fertilidad para que puedan atenderla ¿abonara en efectivo?


-Si -Eva ya iba sacando la bolsita de galeones del bolsillo de su pantalón.


-Son 500 galeones por la consulta -La duende tomo el teléfono y marco un numero.


Eva pago la consulta, previo a sentarse en una de las butacas, a esperar que la atendiera el especialista. Se cruzo de piernas y se puso a mirar a las demás personas que esperaban como ella, intentando imaginarse para que estaban en aquel sitio.

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El café sabía horrible. Al primer sorbo pude darme cuenta que aquél no era el que habitualmente me preparaban, de modo que tuve que desechar en la basura el que Carrow me había preparado en la máquina expendedora de recepción. Por supuesto me encargué hacerlo frente a sus ojos, como quien no quiere la cosa y de forma muy inocente, para hacerle ver que la bebida era un asco. No sabía que lograba con aquéllo pero no se me antojó hacerlo de otra forma.

¿Por qué hay tantas personas en la sala de espera? —pregunté, cuando estaba volviendo a la sala restringida para continuar con mi investigación. No había podido evitar percatarme que los asientos estaban todos ocupados en la recepción cuando salí de allí y recorrí el pasillo hasta dar con Carrow en la sala de reuniones.
Son las personas que vienen al banco de sangre, doctora, solo que estamos cortos de personal y aún no llega el único labor...
¿Y que estás haciendo tú? —le interrumpí
Oh, pues, yo... eh... estaba a punto de ir a...
—Si, si... ya olvídalo, Carrow —exhalé, con exagerada exasperación. Entendía el atractivo de fingir estar trabajando dentro de la sala de reuniones dado que se podía disfrutar de una gran variedad de bebidas del minibar —. Vamos, acompáñame.
Cualquier cosa que había estado haciendo la dejó al instante y se apresuró para alcanzarme dando zancadas. Regresé en mis pasos, asomándome solo un momento en la sala restringida para colocarme encima la bata de laboratorio que siempre olvidaba ponerme. Era blanca, larga y a medida, además de estar personalizada con mi nombre bajo el logo de la empresa. Era pretenciosa, y por ende no me gustaba usarla, pero tenía que obedecer los protocolos para atender pacientes personalmente de modo que, por esta ocasión, no tenía más remedio que ponérmela.
Hola Pischis —saludé a la duende recepcionista mientras revisaba la agenda de su mesa —¿cuántas personas tenemos para donaciones?
Once, doctora, algunos sin cita... solo dos —dijo, sin levantar la vista del computador. Sus dedos se movían sobre las teclas a gran velocidad, pero al fijarme en la pantalla pude notar que estaba redactando una especie de novela romántica. ¿Pero qué les pasaba a todos los empleados? Suspiré hondo, clamando paciencia. Aquél no era mi problema sino el de mi madre.
¿Cita con quién? —pregunté, pero imaginé cual sería la respuesta antes de que me la dijera.
Con la doctora Finnigan, pero aún no ha terminado de resolver sus asuntos ministeriales y pidió licencia por varios días.
—¿Y porqué no se movieron las citas?
—Ya se les ha dado el pago por la donación.
Me le quedé mirando, aunque ella no había dejado de teclear un solo instante. A mi lado, Carrow ya había notado mi contrariedad y comenzaba a removerse nervioso. Entorné la mirada hacia él, y con una expresión en mi semblante que indicaba que no era buen momento para jugárselas conmigo puse la agenda en sus manos.
Vas a encargarte hoy, ¿cierto?
—S-si, doctora. Yo me encargo.
Asentí en aprobación a su respuesta para luego pasar la vista por los visitantes examinando visualmente cada uno de ellos. No había nadie que llamara mi atención.
Son doce —indiqué, tras haberlos contabilizado rápidamente
Si, hay una señorita que viene por un asunto de fertilidad.
No tenemos Ginecobstetras.
Ya pagó la consulta —respondió, llenándome de ganas de apagarle el computador para que perdiera todo lo que había escrito, pero como si me hubiese leído el pensamiento, hizo click en el comando de guardado. Exhalé con fastidio.
Está bien, yo me encargaré de ella. ¿Quién es?
Pischis levantó la mirada y me indicó donde se hallaba sentada la joven bruja apuntándola con uno de sus nudosos dedos. La recepcionista no le había tomado ni el nombre pero eso no la detuvo para llamar la atención de la chica y hacer que se acercara al escritorio de recepción mientras Carrow ya comenzaba a llevarse a los donantes de sangre al laboratorio. Le dirigí una sonrisa a la bruja.
—Acompáñame, por favor —le indiqué, caminando hacia el pasillo contiguo donde esperé a que me alcanzara antes de dirigirme con ella hasta la tercer puerta. Dado que no tenía un consultorio fijo en el primer piso, la sala de reuniones me era adecuada para hablar con la joven—Adelante —indiqué, tras abrir la puerta. Al centro de la habitación, y frente a una enorme pantalla de plasma que lucía el logo de la empresa, había una amplia mesa de conferencias rodeada de cómodas sillas reclinables —Toma asiento donde gustes —volvía a indicar, mientras yo misma tomaba asiento dando la espalda al minibar. Dejé que se pusiera cómoda antes de volver a hablar —Bien, por favor dime tu nombre y háblame de tu situación...
Editado por Frankie Triviani

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La mestiza continuaba esperando con las piernas cruzadas mirando con atención y sin disimulo, a las demás personas. Estaba tratando de saber si todos eran hechiceros o había personas muggles entre ellos. Por los constantes murmureos que algunos hacían junto al que tenían a su lado. Eva creía que varios habían llegado en pareja. Tal vez buscando alguna cosa parecida a lo que venia a buscar ella. Era innegable que la estadía en Londres estaba resultando de lo mas interesante y hasta esperanzadora.


Una mujer rubia y atractiva con bata del centro, se acerco en compañía de un hombre, a la recepcionista, llamando la atención de Eva, que rápidamente centro su mirada en el trio. Podría llegar a ser uno de los especialista en fertilidad con el cual tenia cita. Luego de un intercambio de palabras con la duende, que la señalo con el dedo, confirmando las sospechas de la mestiza, el hombre se separo de la mujer rubia y llamo a los que estaban dispuesto a donar sangre. Mas de la mayor parte de los que estaban esperando con ella, se levanto para seguir al hombre.


Eva respondió la sonrisa de la mujer. Asintiéndole con la cabeza previo a seguirla por una puerta hasta una habitación amplia que no se parecía en nada a los lugares de consulta medica que solía visitar. Si aquello formaba parte de la rutina habitual de consultas con los especialista, entendía el porque del abultado precio que le habían cobrado. La mestiza tomo asiento frente a la chica se la quedo mirando unos segundo pensando como desarrollar su dudas.


-Me llamo Eva Harton y estoy de... -No sabia hasta que punto podía contar su historia, pero hizo el intento por ser sincera sin desviarse de la verdad ni del objetivo al cual quería llegar - Estaré una temporada aquí en Londres, y quería saber si había forma de que mi pareja y yo pudiéramos fecundar un bebe de forma natural -Junto las manos sobre el vientre - Vera... -Miró el nombre de la mujer en la bata antes de volver a mirarla a los ojos - Doctora Triviani, quiero embarazar a mi esposa y poder tener bebes que compartan nuestro adn sin ayuda externa de ningún hombre. ¿Es posible que se pueda hacer? Puede que parte de lo que estoy pidiendo sea conjurar magia prohibida y tal vez este laboratorio no lo pudiera hacer porque podría significar romper varias leyes mágicas vigentes pero... ¿Es posible? ¿Alguna vez hicieron algo parecido? -Bajó inconscientemente la voz - ¿Podría intentarse?


Eva guardo silencio esperando que la mujer tomara la palabra. Parte de sus planes sobre el futuro se basaban en aquella esperada respuesta. Si era afirmativa le traería una gran oportunidad de no tener que pedirle nada a su padre y poder cumplir uno de sus mas grandes deseos. Si era negativa, debería volver al plan original y tener que ganarse con mucho trabajo la posibilidad de que su padre le concediera su deseo y dejándola con un mal sabor de boca.


-No me preocupa cuanto pueda costar el tratamiento -Agregó Eva como incentivo. Si la mujer veía que no importaba la montaña de galeones que pudiera costar un trabajo de esa magnitud, la mestiza daba por hecho que se pondría mas colaborativa en buscar maneras de ayudarla.


Rebecca en esos momentos debería estar rondando en otro de los negocios del Callejón. Habían viajado juntas hasta la entrada del Diagon, y se habían separado por una hora con el desafío de comprarle a su pequeño hijo Eddie, el mejor regalo de cumpleaños de su vida. Eva llevaba las de perder, su tiempo se estaba acabando y no había visto nada para llevarle a su hijo. Solo había notado el escaparate de una juguetería muy llamativa donde podría encontrar juguetes interesante y lo había seleccionado como su segundo destino antes de reunirse con su esposa frente al banco mágico. Pero todo eso lo debería hacer con el tiempo que le restara. Esa reunión era mas importante que un regalo... y de todas formas, Beck no le permitiría no comprarle nada. Eva sabia que su esposa la obligaría a ir por el regalo y hasta la acompañaría a elegirlo. Detalles que la hacían amarla mucho mas.




Editado por Eva Harton

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Le dediqué una afable sonrisa a la joven bruja cuando finalmente tomó asiento frente a mi. En cuanto comenzó a responder mis preguntas pude percatarme por su acento de que no era de por aquí, pero aquéllo no era nada particularmente especial, pues Londres, y en especial la comunidad mágica, se hallaba lleno de extranjeros actualmente. La misma joven me confirmó aquéllas deducciones un par de segundos después.
En cuanto mencionó lo que deseaba, haciendo énfasis en lo de fecundar un bebé de forma natural, supe que ya íbamos por mal camino, pero no pude evitar que al menos diez preguntas surgieran en mi mente. No quise interrumpirla hasta que me hubiese explicado todo lo que traía en mente, descubriendo además que la raíz del impedimento de procreación recaía en que su pareja era otra mujer. Fue allí cuando comencé a comprender todo.
En lo personal no entendía por qué la gente deseaba con tanto ahínco engendrar pequeños, molestos, ruidosos y sucios bebés. Después terminaban siendo descuidados, mal amados y, sobre todo, abandonados. Por supuesto sabía que no todos eran así, pero la propia experiencia había hecho que la maternidad tuviese poco significado para mi. Sin embargo, no estaba allí para opinar, ni para convencer a nadie de mis dogmas, sino para contribuir al estudio del genoma mágico y, obviamente, hacer que la empresa ganara lo suyo.
—¿Por qué piensas que esto que deseas podría conjurar magia prohibida? —pregunté primero, debiendo asegurarme que ninguno de nuestros posibles clientes creyese que podría meterse en algún tipo de problema al confiar en nosotros. Por supuesto que era posible, pero ellos jamás debían saberlo y, además, éste no era el caso —Me refiero a que, incluso los muggles pueden hacerlo ¿o no?. Solo que, entiendo el verdadero conflicto, y es lógico que quieran recurrir a la magia para obtener ayuda.
Preguntar por qué no habían acudido con muggles o con alguna clínica mágica era absurdo. Eva ya me lo había puesto en claro: deseaba que fuese de forma natural, y esto era sin la intervención de la esperma masculina. Un reto, sí. No lo había intentado jamás, pero era posible. Tamborileé los dedos en la mesa mientras reflexionaba, recargándome en el respaldo de la silla y mirando a la joven Harton con atención. ¿Tomar el caso o decepcionarla? Aún no lo decidía y eso significaba hacer más preguntas hasta obtener algo que me interesara.
Cuéntame más sobre ustedes, quiero darme una idea de lo que podría necesitarse y meditar sobre tus posibilidades —le pedí, mientras rebuscaba en el bolsillo de mi bata algo que evidentemente no traía conmigo —¿De dónde son tu esposa y tú? ¿Que edad tienen? ¿Poseen algún tipo de mestizaje con otra raza o criatura? ¿No te importaría que tome una muestra de tu sangre, cierto? —pregunté, levantándome del asiento y yendo el intercomunicador que estaba en el otro extremo de la mesa —Pischis, haz que traigan mi equipo a la sala de reuniones de inmediato —anuncié por el aparato, dándole la oportunidad a Eva mientras esperaba por mi encargo.
Un minuto después mi propio elfo hizo entrada en la sala, cargando con un pequeño maletín de cuero en sus manos. Sus ojos, más grandes de lo habitual por causa de las redondas gafas que se ajustaban sobre su nariz, me enfocaron mientras caminaba hasta mi.
¿Y tú que haces aquí?
Bufó.
—Grunthorpe supo que café no gustarle y venir a preparar bueno.
Ah... ¿gustas café, Eva? —pregunté a mi paciente aunque no estaba segura si aquéllo era correcto. Yo jamás tenía contacto con los clientes del laboratorio. Me volví a mi elfo de nuevo —Tráele uno.
Tomé mi maletín y rebusqué en los bolsillos lo que necesitaba. Del interior saqué una pequeña lanceta que me serviría para sacar una muestra de sangre a la Harton. Si bien era cierto que podía evitarme todo aquél protocolo haciendo a la chica sangrar con mis propios medios pero obviamente aquéllo no sería nada apropiado. Me volví a acercar a ella, mostrando una sonrisa tranquilizadora.
Tu mano, por favor. —su sangre me daría las respuestas a todas las preguntas no formuladas. Eva no lo sabía, pero mi decisión de ayudarla recaía completamente en la información que me proporcionara su ADN y cuánto de ella podría interesarme.

 

 

@@Eva Harton

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Eva contempló a la mujer que tenía en frente con mucha atención. Sus palabras no parecían haberle causado un gran interés de primer momento, y era comprensible. ¿Cuántas parejas conformada por mujeres venían buscando lo mismo? Ella podía aventurar que muchas y de todas las clases sociales, ofreciendo el oro y el moro para satisfacer sus pedidos. La pregunta de la doctora dejo a Eva pensando unos pocos segundos. Tenia confirmado que debía elegir una mejor la oratoria si es que pretendía conseguir su ayuda sin desviarse de la verdad.


-Porque no creo que haya alguna otra forma de hacerlo que no involucre algún poder prohibido que rompa los limites establecidos para la magia. Creo que alguien muy poderoso podría hacerlo... -Eva pensó en los dioses - Si ellos pueden hacerlo significa que otros teniendo las herramientas indicadas, también pueden lograrlo -Sonrió confiada -Tú posees magia y trabajas en ciencia... Creo que son dos enormes herramientas que podrían lograr conseguir buenos resultados. Tal vez no sea tan rápido, y seguro involucra mucho más trabajo de lo normal, pero quiero creer que se puede hacer... al contrario de la medicina muggle, ellos no pueden crear vida de la nada... en cambio un mago puede convertir una roca en un conejo con tan solo alterar algunas de sus propiedades sin llegar a pasar por ningún laboratorio.


Eva quería sonar más convencida de lo que realmente se sentía. Si todo aquello que estaba queriendo significaba someterse a su esposa a procesos dolorosos, sabia que tomaría su lugar y seria ella quien llevaría al niño en su vientre. Por nada del mundo iba a permitir que su Beck sufriera ningún malestar. Ella ya había tenido un bebé, y podía decirse que conocía las molestias que se avecinaban con un embarazo. Después de todo, tampoco había estado tan mal que la consintieran durante varios meses seguidos. Su esposa y Moth habían estado siempre apoyándola. Vovlio a sonreir ante el recuerdo, sin dejar de observar a la mujer que tenia ante sus ojos.


-Somos de Norteamérica, Beck tiene dieciocho años y yo tengo veinte... -Negó con la cabeza ante la pregunta de la sangre - No me molesta que tomes una muestra... tengo que confesar que explicar mi origen es un poco... raro por decirlo de alguna forma, no importa que de todos modos lo intentare... -Se interrumpió para sentarse mas derecha sobre la silla y ordenar las palabras en su mente -Soy mestiza, tengo sangre muggle por vía materna y sangre de dioses por vía paterna.. de hecho mi padre es el dios Zeus de la mitología griega y mi esposa tiene un linaje parecido al mío, ella es hija de Poseidón -Su mirada estaba fija en la bruja para llegar a detectar cualquier expresión de duda - Suena un poco loco... -El elfo interrumpió la charla haciendo su entrada con el material que la Triviani le había solicitado. Eva asintió aceptando la taza de café -Si, por favor.


Eva vio el pequeño dispositivo medico y estiro la mano para que Frankie pudiera tomarle la muestra de sangre. No sabia si un par de gotas serian suficientes para empezar cualquier tipo de estudios que la Triviani quisiera hacerle, estaba dispuesta a someterse a cualquier test que pudiera convencer a la doctora que la ayudara con su pedido. Estaba tan cerca de obtener una de las cosas que tanto deseaba que no podía hacer mas que sonreír y sentirse alegre. No dejaba de imaginar el rostro de Rebecca cuando le fuera con la noticia.


-Ya tenemos un hijo, esta por cumplir los tres años y fue concebido de forma natural, tiene padre, fue antes de... -Eva cambio de idea, contarle toda la historia de su vida le llevaría por lo menos un año completo si tenia que detallar todos los sucesos en los que habían estado metidas. Decidió resumir - Lo siento, es que es muy largo de explicar y antes de poder detallarte mi vida necesito saber si al menos podemos llegar algún acuerdo o hay alguna chance de que consideres mi pedido.




Editado por Eva Harton

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