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A oscuras... todavía


Ellie Moody
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Estornuda un par de veces intentando no hacer ruido. Connor y Benjamin duermen mientras él intenta darle sentido a todo lo que está sucediendo. Algo pasó en el faro, algo hizo que durante unos segundos las emociones lo dominaran. Tuvo suerte de no matar a nadie, de que al final todo se solucionara. Pero ¿Realmente todo se solucionó? Él y otros compañeros de la Orden visitan el pueblo todas las noches, en turnos para poder dedicarle tiempo a otros frentes.

 

Pero esa noche, que se supone que se tomaría para descansar, está sentado leyendo libros que sabe que no le servirán de nada. Hay algo que lo mantiene despierto cuando debería estar durmiendo junto a Benjamin y Connor. En el momento en que se da por vencido, en que decide irse a la cama a intentar dormir escucha un ruido lejano que lo estremece. El clon de Hobb avanza a captar el sonido y algunas imágenes antes de ser consumido por la magia que rompió con la tranquilidad de Ravenrock.

 

Se viste con las prendas que le recuerdan a su pueblo, con la ropa que se utiliza en batallas. Es azul y tiene varias runas en color blanco. Lleva consigo su arco. Se acerca a la cama y, con cuidado, despierta a Connor. Le cuesta hacerlo pues debe tener cuidado de no despertar a Benjamin.

 

—Tengo que ir a Ravenrock, cuida a Ben. Se enojará por que no lo desperté pero prefiero que no me siga.

 

**

 

Cuando Hobb llega a Ravenrock todas las luces del pueblo están encendidas. Hay gente, de la Orden, rodeando a una joven. Los habitantes del pueblo están también fuera. Algunos observan por la ventana, otros miran desde fuera de sus casas, otros más desesperados están en el epicentro de los actos intentando que nadie haga daño a la joven bruja.

 

—Estoy de acuerdo contigo

 

Observa como Madeleine utiliza la magia de las sombras para crear una cúpula alrededor de ellos. Los pone en el centro del peligro a favor de mantener a la gente del pueblo a salvo en caso de que la magia se salga de control. No está seguro pero la magia de la chica parece provenir de un Obscurus que vive dentro de su cuerpo.

 

No está seguro, hay varios hechizos de magia oscura que podrían hacer que uno pensara que una joven es un obscurial. Pero aún así todas las precauciones son pocas teniendo en cuenta que cada cierto tiempo las tinieblas escapan del control de la chica. En la mano de acero de Hobb se materializa una réplica de Mjölnir que con solo aparece hace que el cielo sobre la cúpula se vuelva un contenedor de las tormentas.

 

Levanta el martillo y libera esas tormentas. Sin embargo los paladines tienen un gran control sobre sus armas y sobre las tormentas. La energía misma del firmamento cae sobre la cúpula invocada antes por Madeleine. No se hacen daño entre ellas pues, aunque opuestas, de alguna forma se reconocen como iguales. Parte de la magia que supura de la bruja se dirige hacia los rayos que -bajo el control total de Hobb- mantienen aún más seguros a los habitantes del pueblo.

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June estaba acostaba sobre su cama, cansada y pensativa, tenía muchas cosas en mente y realmente se sentía un poco exhausta, mirando el techo, totalmente desconectada de lo que le rodeaba empezó a quedarse dormida, con una sola frase grabada en su mente ¡Una misión de la Orden, mi primera misión! Pensaba mientras caía rendida antes el sueño inminente.

El sueño de la pelirroja se vió interrumpido por un sonido estruendoso, alterada y algo somnolienta se puso de pié, rodeo con los ojos la habitación rápidamente para asegurarse que todo marchase bien dentro Aquí dentro está todo bien dice casi en un suspiro y se acerca torpemente a la ventana más próxima.

Los hermosos ojos ámbar de la pelirroja se dilataron tan rápido como vió a aquella joven, su corazón se aceleró y dejó escapar un suave, pero aterrado alarido. Era la primera misión de June y por supuesto estaba bastante nerviosa, no creía que sería tan pronto y sobretodo tan confusa, no sabía exactamente como reaccionar y miró a su alrededor esperando encontrar apoyo de los otros miembros del bando.

Para su tranquilidad pronto vió a varios de sus compañeros del bando acercarse a la escena, intentando tranquilizar a aquella joven asustada, por lo que también salió a su encuentro para poder servir de ayuda o al menos aprender de los más experimentados.

Mientras June se acercaba podía experimentar un sensación muy rara, sentía escalofríos, miedo y por un momento pensó en regresar ¡Ni lo pienses! se dijo en voz alta y continuó el camino. Para la pelirroja todo empezaba a pasar en cámara lenta, rayos por doquier, flechas de cristal, hechizos purificadores, entre otros.

Pero lo que más la impactó fue el torbellino de agua giraba en torno al cuerpo de la joven desconocida, aquel hechizo June no lo había visto antes y realmente estaba deslumbrada, corrió rápidamente hasta donde se encontraba su compañera de bando Sagitas y se puso un paso detrás, observando cómo el efecto curativo de aquel hechizo hacía efecto sobre aquella asustada joven.

Nerviosa pero decidida June da un paso al frente, mirando a la extraña joven toda empapada producto del hechizo purificador, por lo que con un ágil ondeo de su varita le seca la ropa Creo que así está mejor dice dirigiéndose a sus compañeros.

 

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Me hubiera gustado decir que mi invocación fue suficiente para calmar a la muchacha pero no. Varios compañeros hicieron hechizos propios que empezaron a reducir la cantidad y la calidad de los que de ella emanaba. Poco a poco, aquella magia parecía reducirse. Entre todos parecía que estábamos consiguiendo aplacar la magia descontrolada y, sin embargo, aún faltaba algo, hacer que ella se sintiera más segura. Así que moví un par de pasos hacia ella.

 

Alguien detrás de mí secó a la muchacha y eso me hizo gracia. Algo tan básico y yo me había olvidado, dejándola mojada en una noche tan fría, aunque con tantos hechizos a su lado, seguro que ni ella ni nadie se había dado cuenta.

 

-- ¡June, hola! No te había visto -- la saludé amigablemente, éramos compañeras de bando pero, además, compartíamos el poder de la Diosa en nuestro corazón. -- Gracias por secarla -- No quise decir que no se me había ocurrido.

 

Me acerqué un paso más y extendí una mano. A lo lejos, aún se sentían los lloros de la familia de la muchacha y los susurros de que no le hiciéramos daño.

 

-- Violeta, ¿verdad? Hola... Somos amigos, aunque algo exagerados con nuestras formas de darte la bienvenida de nuevo al pueblo. Allá están tus padres, ¿no te apetece abrazarlos?

 

No estaba segura de que me oyera. Empezaba a removerse como si estuviera despertando de aquel sueño o ensueño en el que le habíamos sumergido antes para evitar más daños (aunque no hubiera salido tal como lo habíamos planeado). Le tendí la mano, acercándome despacito, esperando que ella no me viera como una amenaza. Mi sonrisa no sólo floreció en mi cara sino que también se extendió en un efecto Aigné que ya dominaba desde hacía meses, con el que intenté influir en sus emociones para que ella también se sintiera bien, intentando controlar su aura para que dejara de estar tan tensa. Era difícil, parecía que algo oscuro aún la atenazaba pero, al final, elevó su mano hacia mí.

 

Era un momento difícil. Si nos enlazábamos, aún tendríamos alguna posibilidad de llevarla a un sitio tranquilo donde darle dosis de té y amor familiar a dosis iguales, donde pudiera descansar un poco antes de contestar nuestras preguntas, que seguro tendríamos muchas. Pero cualquier cosa podría torcerlo. No pensé en mí, normalmente me cuesta; sólo pensé que si conseguíamos que descansara un poco...

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Sí, definitivamente había sido una mala idea, intentó tomar contacto de nuevo con la mente de la joven pero ella sí estaba dormida. Maldijo para sus adentros, ¿en serio era un obscurial o qué demonios era? Cerca de ella había aparecido otro de sus compañeros y unos lobos que identificó eran de sombra. Definitivamente necesitaba alguno de aquellos pequeños para que la ayudaran. Recordó en ese momento el libro de las auras, pero no estaba segura de que fuera totalmente útil.

 

Una voz le advirtió que tuviera cuidado y recordó que quedarse donde estaba no era buena idea, una vez más recurrió al phanton haciendo casi intangible su cuerpo al moverse a velocidad y cambiando de posición. Un fénix elevó su vuelo cerca de ellos, parecía más bien que buscara proteger. Quizás, quizás sí debiera intentarlo, pensó mientras se concentraba.

 

Extendió su zurda, concentrándose, sin estar segura si recordaba cómo y si lo que había estado leyendo de los conocimientos redescubiertos sería suficiente. Segundos después dos figuras comenzaron a tomar forma frente a ella. No había visto antes criaturas como aquellas más que en libros y se refería a las criaturas de las sombras que había invocado así como a las dos aves que se elevaron abriendo sus alas de una envergadura de más de tres metros. Los albatros viajeros se movían alrededor de la joven, intentando detener sus ataques hacia los que estaban a su alrededor, no podían permitir que nadie saliera herido, menos los muggles que iban acercándose al lugar.

 

No era la única que pensaba de esa manera, apenas reconocía las voces en medio de ese pandemónium pero sí supo que una de las brujas de los oscuros, habla de tranquilizarla. Pues ella había fallado en su intento, quizás de otra manera, reconoció la voz de Zahil cuando preguntaba si alguien había intentado poseerla. Con sinceridad dudaba que aquella fuera la mejor forma, lo había pensado, pero había elegido otra opción… y había resultado a medias, recordó a la muchacha peinándose. Alguien había dicho que su nombre era Violeta. ¿Acaso era una muggle? Quizás nunca lo había sido y ese es el problema, pensó mientras veía formarse el domo y minutos después a una Granger estampándose contra él, tuvo que aguantarse la carcajada. Después de todo ella también había volado por los aires por culpa del impulso de un pedazo de estatua.

 

Como esperaba fueron los poderes sacerdotales los que comenzaron a “llover” sobre la joven, y fue más que literal cuando Sagitas envió contra la muchacha una pequeña tromba, o torbellino de agua que la bañó por completo. ¿Funcionaría? Se preguntó mientras se detenía y las aves sobre su cabeza revoloteaban expectantes. Pero las sacerdotisas no son las únicas que se ocupan de la adolescente, una tormenta parece comenzar sobre sus cabezas pero ella puede sentir que es la fuerza de los paladines, gira su cabeza en busca del origen y ve al mago a algunos metros más lejos de ella. Si todos los poderes de los clanes no pueden calmarla no sabe qué podría hacerlo.

 

Sagitas parecía convencida de que lo habían logrado y se acercó a la muchacha, llamándola por su nombre. Si algo había aprendido en ese tiempo es que nada es lo que parece y no puedes fiarte tan fácilmente de que las cosas sigan el curso esperado. Sin poder evitarlo volvió a utilizar el ilusionismo sobre la joven, no quería meterle una idea falsa esta vez, quería que estuviera tranquila, que se sintiera en su casa, de hecho lo estaba, pero que no deseara otra cosa que estar en paz y contar lo que le pasaba, como si todo aquello pudiera dejarla vacía del mal y la hiciera sentir mejor y más feliz. Era una idea simple, convencer a la joven que los aceptara como viejos amigos a los que les quería contar qué le pasaba para sentirse mejor y que la ayudaran.

Editado por Darla Potter Black
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Violeta

 

¿Quiénes son estas personas? Alguna vez leí que es imposible soñar con desconocidos; que nuestro cerebro guarda cada rostro, aunque nosotros lo ignoremos, y suelen aparecer en sueños. Pero... Pero estas personas no me parecen conocidas. Lo que sí conozco es la plaza del muelle. Puedo oler el aire salado y escuchar las olas, aunque estoy lejos de ahí. No pensé que fuera capaz de recordarlo con tanta viveza. Hace semanas que no estoy en casa, ¿no es cierto? Aunque se sienten como meses. Se sienten como años. No sé si alguna vez podré regresar. Quisiera disfrutar este sueño, pero es más bien una pesadilla. Hay algo malo, algo que está atacando el pueblo. Es una catástrofe... Pero es sólo un sueño. Por lo menos, mis hermanas están bien. Por lo menos, papá está bien. Ellos dijeron que no servían. Sea lo que sea que eso signifique.

 

Me gustaría hacer algo por detenerlo. Aunque no conozco a estas personas que combaten a esa cosa, no me gusta el desastre que hay en la plaza. Quiero decir, la magia que hacen es hermosa —aunque sólo es producto de mi imaginación, quizás pasé más tiempo viendo películas de fantasía y acción que estudiando la verdadera magia—. Sí, es hermosa pero sólo quiero tranquilidad. Sólo quiero soñar con el cielo estrellado, el sonido del mar y, si tengo suerte, con Daisy y Ámbar.

 

«¿Puede alguien hacer que acabe con el maldito llanto? No puedo concentrarme si anda berreando como una maldita niña».

 

Pero soy una niña. Era una niña. ¿Cierto?

 

«Y yo no puedo concentrarme si tu andas llorando como una maldita niña. Ponte tus airpods y escucha alguna canción. En un par de semanas dejará de llorar y de quejarse».

 

«¿Estás loca? Haría estallar los airpods y mis tímpanos con ellos».

 

Quisiera dejar de pensar en sus voces, por lo menos en mis sueños. Quisiera olvidar, aunque sea por algunos momentos. Los odio. Quiero acabar con ellos. Quiero liberarme. Pero... pero no me siento yo misma. Además, ya ni siquiera tengo mi varita mágica. Ellos la arrancaron de mi, y ahora me siento tan desdichada, y tan triste, y tan enojada. Quiero liberarme y acabar con ellos. Quiero que sufran, como me hicieron sufrir. Sólo quiero volver a casa.

 

«¡¿Qué es lo que está pasando?!».

 

«¡Sella la cápsula! ¡Sella la cápsula!».

 

«¡ESTÁ SELLADA! ¡VÁMANOS! ¡TENEMOS QUE IRNOS!».

 

«¡¿ESTÁS LOCO?! ¡NOS VAN A MATAR SI DEJAMOS QUE...!».

 

«¡DE TODAS FORMAS NOS VAN A MATAR! ¡DEJA ESO Y VÁMONOS!».

 

¿Eso es parte del sueño o es un recuerdo? No puedo ver nada, sólo hay oscuridad. Ya no entiendo que sucede... Quiero despertar, aunque vuelva a estar en esa cosa de vidrio, con el montón de agujas, sin esperanzas. Esto es demasiado. Me duele la cabeza y me duele el cuerpo, pero ¿es un sueño o es verdadero dolor? Ya ni siquiera creo poder distinguir la diferencia.

 

«¡Violeta, despierta!».

 

¿Quién dijo eso? Tengo que despertar. Creo... creo que me siento mejor... el dolor comienza a irse. Creo que tengo el control. La oscuridad se aleja, pero sigo atrapada en el sueño. Estoy volando encima de la plaza, encima de estos desconocidos, encima del caos. Pero... Comienzo a caer... Justo encima del desastre. ¡Hace frío! ¿Acaso estoy mojada? Mamá solía castigarme cuando mojaba la cama, aunque ya no importa, hace mucho tiempo que nos dejó. Además, siento frío, como si me diera una baño nocturno en la playa. Varias veces mis hermanas me llevaron con ellas a las fiestas nocturnas. Ahora lo recuerdo: estábamos regresando, cuando apareció la niebla. Las perdí y me encontré sola en la oscuridad, usando nada más que mi traje de baño y la toalla llena de arena. Estaba temblando y hacía tanto frío y me sentía tan sola, que sentí que iba a morir. Creo que eso hubiera sido más sencillo.

 

No me gusta este frío, aunque siento que todo se despeja. Sigo cayendo... Y creo que esa cosa mala que está causando el desastre, acabará conmigo... Y la idea no me molesta. Sólo quiero que todo termine.

 

Escucho los truenos. ¿Es una tormenta? ¿En esta época del año? Ámber le tiene miedo a las tormentas eléctricas, pero a mi siempre me han gustado. Me imagino a las Aves del Trueno, volando encima de Ravenrock, aunque estas criaturas sean nativas de Norteamérica. Siempre quise ver una, pero creo que ya no hay tiempo para eso.

 

Entonces, vuelvo a sentir calor. Nada me toca, pero se siente como un abrazo cálido. Quisiera dar las gracias, pero ¿acaso hay alguien a quien darle las gracias? Se supone que estoy sola. Nadie puede verme. Nadie sabe dónde estoy.

 

«Allá están tus padres, ¿no te apetece abrazarlos?».

 

No, eso es imposible. Estoy sola. Es sólo un sueño. Uno de esos sueños...

 

«A veces te despiertas. A veces la caída te mata. Y a veces, cuando caes, logras volar».

 

Aunque es de noche, cuando despierta siente que las luces encandilan sus ojos. Sin embargo, aquellas no son las luces blancas y el frío que siente no es el de la suerte de clínica donde estuvo recluida las últimas semanas. Todavía puede oler la sal marina y todavía puede escuchar el susurro del mar. Y el dolor, el dolor permanece: se siente como si hubiera sido arrastrada por las olas de la playa, como le pasó más de una vez en la infancia. Pero... pero ¿está bien? Sí, está bien, porque la están ayudando. Aunque no tiene ni idea de quiénes son estas personas. «Así que no fue un sueño. Es cierto, no podemos soñar con personas que no conocemos». Y no está segura de conocer a estas personas, pero la tranquilidad y familiaridad que sienten la convencen de que son de fiar.

 

Eso sí, no entiende qué es lo que sucedió. ¿Cómo llegó a Ravenrock? ¿Acaso alguien la rescató?

 

Observa los rostros que la miran, expectantes, y observa la plaza destrozada.

 

«No era una pesadilla. Era yo. Yo... yo era esa cosa...».

—¿Qué...? ¿Qué fue lo que me pasó? —susurra, con hilo de voz, aunque la pregunta que quiere hacer es: ¿qué fue lo que hicieron conmigo?

 

Está a punto de volver a llorar, cuando escucha las voces de Ámbar y Daisy. No entiende qué es lo que sucede, pero algo así como un escudo mágico hecho de escarcha —¿y rodeado de relámpagos?— se desvanece y le permite observarlas, y tras ellas están sus padres. Aquello no puede ser un sueño, pues ella no soñaría con su madre. Sí, está en Ravenrock. Está en casa.

 

Cuando estira el brazo hacia la mujer que le ofrece la mano, sus músculos atrofiados protestan, pero lo ignora. El contacto humano, algo que tenía tanto tiempo sin experimentar, le confirma definitivamente que no está soñando. Sin embargo, un pesar crece en ella cuando recuerda la pesadilla.

Editado por Ellie Moody

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Temblé un momento, como si mi cuerpo empezara a sentir el frío del exterior, de aquel hielo del domo, de la noche estrellada. Temblé pero me mantuve firme, con la sonrisa en la cara y con la suavidad en la voz, llamando a Violeta. No era yo sola, alguien más ayudaba, intentando relajarla con algo más que palabras, alguien estaba allá dentro y en aquel intercambio de mi efecto Aigne sobre su aura, llegué a sentirme bien, en la plaza, feliz de estar allá, en aquel pueblo.

 

La estábamos ganando.

 

-- Violeta, dame la mano y te llevaré con tus padres. Están ahí, ¿los ves? Apenas nada de distancia si me das la mano.

 

Mi voz era amable e intenté no turbarla, sus ojos bailaron hacia todas partes como si reconociera y no lo hiciera a la vez, como si supiera dónde estaba pero no supiera porqué estaba. Su confusión era tan grande que casi pudo con mi Lectura de Aura. Aún en ese brevísimo encuentro, fui capaz de percibir que ella era complaciente y generosa con sus hermanas, buena estudiante y preguntona en la vida diaria. Ella era Buena.

 

Sólo que estaba atormentada. Seguía atormentada.

 

Nos tocamos. Percibí una electricidad (no es exacto, era más una sensación de frío, de choque entre polos opuestos que desapareció en cuanto el contacto se perpetuó un segundo) que me estremeció pero absorbí el resto de su magia residual hasta que se quedó quieta, con la mirada turbada. Me noté muy cansada cuando la levanté e hice que caminara un par de pasos. Tal vez sería mejor llevarla en brazos pero me pesaban un exceso de hechizos que me habían robado energía, el Absobio me hizo retener algo oscuro que no quería sentir dentro. Así que le hice avanzar dos pasos más, sin pedir a ningún compañero que le ayudara por si notaba que yo también necesitaría lo mismo.

 

No, yo no estaba tan mal como ella. Ella había sufrido. ¿Cuántos meses había estado fuera? No me sentía capaz de responder su primera y única pregunta sobre lo que le había pasado. Creo que nadie de los presentes lo sabía.

 

-- Mañana saldrá el Sol y verás un día muy bonito. Necesitas descansar. Mira, tu familia...

 

Sólo entonces, su padre se atrevió a moverse y entrar en el círculo que entre todos los miembros de la Orden habíamos formado alrededor de ella, protegiéndola, protegiéndoles. En cuanto se acercó, sus hermanas corrieron hacia ella y me la quitaron de las manos. Les dejé hacer y miré hacia el muelle. Ya era hoy y parecía que el amanecer se acercaba por el débil resplandor dorado que empezaba a verse en el límite del mar.

 

-- Necesita irse a la cama -- les dije, si me oían, entre tantos abrazos y gritos jubilosos.

 

Yo necesitaba irme a la cama. Creo que ya podría dormir sin insomnio.

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Probablemente todavía hay muchos misterios en la Magia de la Oscuridad, pero ha estudiado todo lo conocido y reconocido por la Orden Oscura. Los últimos meses pasaron fugazmente frente a sus ojos. Pareciera que fue ayer, cuando recibió el desquiciado llamado de Graves, asegurando que habían rastreado las fuentes de poder; pareciera que fue ayer, cuando junto a Kaori llevó el Necronomicón a la Fortaleza Errante y así recuperaron su vínculo con aquella magia oscura. Ahora que por fin es capaz de demostrar su control de los elementos oscuros, no puede evitar sentir cierta sensación de vacío. ¿Es aquel el final del camino? Madeleine reflexiona en todo esto mientras mantiene el escudo de hielo en lo alto, concentrándose para hacer que éste pueda resistir los golpes de la magia descontrolada y descarriada de Violeta. A su alrededor, sus compañeros de la Orden del Fénix también emplean todos los recursos que tienen a la mano para controlar la situación.

 

«Estás loca. Todo ésto apenas comienza. Tu servicio no está ni cerca de terminar».

 

Puede sentir como la Magia Sagrada de Graves, manifestada en rayos eléctricos, refuerza su domo de hielo. Qué ironía, que esté uniendo esfuerzos con un paladín, cuya magia y naturaleza es tan difícil de la de un oscuro. Pero ¿de qué otra forma pueden tener éxito, si no es uniendo esfuerzos? Siente que el peso sobre ella se aligera levemente; puede empujar un poco más de sus energías en el escudo, haciéndolo así más resistente y evitando que la catástrofe del interior pase al exterior. Por su conocimiento de poder destructivo, Madeleine es perfectamente capaz de ver cómo funciona la magia de Violeta. Aquello le hace pensar en el Zeul, un poder de los oscuros que permite canalizar la energía mágica de forma destructiva y proyectarlo como un viento cortante; también en el Reotak, que se manifiesta como una onda expansiva y es capaz incluso de destruir hechizos. Hay cierta similaridad en cómo funcionan estos poderes y cómo funciona la magia de Violeta: es completamente caótica, destructiva y despiadada. En las manos equivocadas, es un arma letal y eso está quedando claro ahora.

 

Si no intenta usar el poder Reotak en la muchacha, es porque teme qué podría pasar con el encuentro de aquellas dos magias; tiene ideas horribles que no quiere confirmar. Lo mejor es no alterar más a Violeta, razón por la cual decide observar cómo los sacerdotes de la Orden de Avalon intentar tranquilizarla y purificar sus energías. Reconoce a Sherlyn, una compañera de bando a quien tiene mucho tiempo sin ver, así como a June Miller, de quien tiene algunos vagos recuerdos; le alegra ver que, aunque no estuvieron en Ravenrock desde el comienzo, estén dispuestas a ayudar y colaborar.

 

A medida que los poderes de sus compañeros se dirigen a Violeta, la magia de la muchacha golpea su escudo con más fuerza, pero Madeleine se concentra en mantenerlo... Aunque no está segura de cuánto tiempo más pueda resistir. Afortunadamente, unos momentos después los esfuerzos conjuntos del variopinto grupo parecen haber dado resultado. El caos se aplaca y la muchacha parece tranquila. Observa con los ojos entrecerrados cómo una sacerdotisa se acerca a la muchacha, extendiendo una mano, y contiene la respiración hasta que Violeta extiende la suya en aparente tranquilidad. Lentamente, agradeciendo no tener que mantener el escudo por más tiempo —ya tiene la frente perlada de sudor— Madeleine hace desaparecer el hielo.

 

—¡Violeta! —escucha a las dos muchachas llamarla, mientras corren hacia ella.

 

Durante unos momentos Madeleine se mantiene tensa, alerta, por si las moscas... Pero cuando ve que las muchachas la abrazan y ella responde cn un gesto débil, decide relajarse.

 

—Sé que debe descansar, pero tendremos que acompañarla a ella y a su familia —dice con determinación a sus compañeros, sabiendo que la idea no debe sonar muy atractiva. Después de todo, lo más probable es que a la mayoría aquel incidente le haya interrumpido el sueño—. Todavía no sabemos exactamente qué fue lo que pasó, o si su familia estará a salvo con ella en casa —añade en tono lúgubre, aprovechando que los habitantes de Ravenrock están ocupados celebrando el regreso de la joven.

 

«Y esta es nuestra primera pista desde hace muchos días. Tenemos que conseguir algo de información, sea lo que sea», se dice para sus adentros.

 

De reojo, Madeleine observa que entre el padre y la madre sostienen a la muchacha por los hombros, para ayudarla a andar. Entonces, se da cuenta de lo frágil que luce. Es muy delgada, su piel bastante pálida e incluso su cabello luce quebradizo. No viste más que un ligero vestido blanco, ni siquiera tiene algún calzado. Lo más probable es que haya estad recluida todo ese tiempo, pero ¿dónde? ¿Por qué? ¿Acaso es aquella la clave para encontrar a los demás?

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Lleva mucho tiempo cabalgando las tormentas como para comprender lo volátiles que son. Cada golpe de magia oscura hace que la energía prestada por los dioses se desestabilice por momentos. Si bien el objetivo de su magia es combatir contra la oscuridad, luchar contra algo de esa índole puede ascender hasta llegar a situaciones peligrosas. Se separa del grupo manteniendo el mazo apuntando hacia el aire para dirigir las tormentas hacia el lugar exacto. Cuando finalmente está junto al domo estira la mano de acero sagrado. Antes de tocar la cúpula protectora con los dedos activa el poder de Fortress.

 

Los rayos, hasta ese momento cargados de la magia residual de lo que Hobb cree es un obscurial, logran tomar un camino adecuado. Hasta ese momento la energía fluía en una sola dirección: del firmamento a la cúpula. Pero el contacto del paladín le permite un mayor control de la energía haciendo que toda esa magia residual se vaporice en el exterior ya inofensiva.

 

Rompe el contacto cuando la muchacha parece estar bien. La tormenta, de esa forma, regresa al firmamento y se aparta tan rápido como llegó. Tiene muchas preguntas por lo que asiente cuando Madeleine sugiera acompañar a la muchacha y a la familia. Y no es solo por toda la información y pistas que pueden llegar a tener, sino también por el peligro que la muchacha representa si su teoría es correcta. Por ese motivo se acerca a Madeleine cuidando que solamente ella escuche sus palabras.

 

—Dime que estoy loco. Dime que estoy equivocado. Dime que esa chica no es un obscurial

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Estaba recobrando la conciencia, aún tenía los ojos cerrados pues sus párpados se sentían pesados, le dolía el cuerpo, pero lo peor era ese pitido en sus oídos. Se llevó una mano la cabeza y entonces el recuerdo de todo lo sucedido llegó como una ola a su mente. La niebla, el faro siendo destruido dejando a muchas personas atrapadas dentro, a sus compañeros ayudando, a ella misma junto a Madeline deteniendo a la niebla y luego… solo oscuridad.

Abrió los ojos observando a su alrededor reconociendo casi de inmediato el lugar, se encontraba en su habitación del Shadowhunters. Se puso en pie tan rápido que pareció que alguien le hubiera dado una descarga eléctrica, sus músculos protestaron por el repentino y brusco movimiento, pero ignoró el dolor. Unas lágrimas se agolparon en sus ojos sin poder evitarlo, luego de la muerte de su esposo, no había regresado a ese lugar y mucho menos dormir en la misma cama que habían compartido.

—Mi ama, que bueno que despertó… El amo Hobb dejo esto para usted— dijo Osiris ingresando a la habitación con un biberón en las manos. Kaori tomó la nota y se acercó a la cuna, en donde un inquieto bebé intentaba darse la vuelta por sí solo.

—Gracias…— Leyó rápidamente la nota en donde le pedía que volviera al pueblo cuando recuperara fuerzas. —ya se lo doy yo… por favor traslada mis cosas y las del bebé a la otra habitación. —Le pidió tomando en sus brazos a Sammael para luego salir.

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

Los días siguientes había estado en un constante ir y venir de Ravenrock, al igual que varios de sus compañeros, aunque algunos habían preferido optar por algo más permanente, comprando propiedades o alquilando algún lugar donde vivir. Finalmente, la pelinegra escogió la segunda alternativa ya que pasar mucho tiempo lejos de su hijo la ponía un poco ansiosa y ya que no habían encontrado más pistas o información de quien había usado la niebla, no podían marcharse de ese pueblo.

Esa era la primera noche que planeaba quedarse en el Ravenrock, en un pequeño pero acogedor departamento cerca de la plaza central, cuando un estruendo la hizo abrazar con más fuerza a su hijo. Quería salir a investigar que sucedía, pero no podía simplemente marcharse dejando solo a su bebé. Se asomó por la ventana, poco a poco las luces se fueron encendiendo y las personas del pueblo salían de sus casas para dirigirse a la plaza.

—Osiris…—Llamó la bruja, la elfina tardó varios minutos que se le hicieron eternos, en atender a su llamado. La dejó al cuidado de Sammael con instrucciones precisas de llevarse al niño si las cosas se ponían peligrosas.

Usando el phantom llegó tan pronto como le fue posible al lugar en donde sus compañeros se encontraban reunidos, al parecer tenían todo bajo control lo cual fue un alivio. Alcanzó a escuchar parte de lo que Madeleine y Hobb decían, entonces su mirada se posó en una joven de aspecto frágil que lucía bastante cansada y a la que todos observaban, algunos con cierto temor, otros con alegría de que estuviera bien y de regreso en casa. No podía juzgar a los que lucían asustados pues la plaza parecía un campo de batalla, le resultó increíble y aterrador que aquella inocente joven pudiera haber ocasionado tantos destrozos.

—Siento la demora… sigo sin encontrar una niñera —Se disculpó con sus compañeros de bando por haber tardado tanto en llegar.

—Goderic… tu compraste una casa aquí, ¿verdad? —Dijo la bruja, aunque sabía la respuesta antes de que él asintiera — Podríamos usarla como base… sería menos arriesgado llevarla a un lugar en donde podamos mantener controlada la situación, los padres pueden venir con ella para que se sienta segura… pero creo que ir a la casa de la chica no sería prudente—Explicó.

Más tarde en la noche el variopinto grupo de magos y brujas ya se encontraba reunido en la casa de Goderic. Habían trabajado en equipo para restaurar los destrozos que Violeta, sin querer, había ocasionado en el pueblo. Pronto la plaza había quedado sin rastro alguno de lo sucedido y el silencio propio de la noche se alzaba nuevamente en Ravenrock.

El resto de la noche transcurrió sin muchos contratiempos, se habían turnado para vigilar los sueños de Violeta, que, aunque un poco intranquilos no les causaron mayor problema. Sin embargo, todos estaban conscientes que en la mañana tendrían que interrogar a la joven, tenían que obtener información quizá haciéndola recordar cosas que ella preferiría olvidar y que probablemente esos recuerdos desatasen una nueva crisis, pero tenían que hacerlo si querían detener a quien estaba lastimado de esa manera a las personas de ese pueblo.

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¡Sagitas! Qué alegría verte Sonreí ampliamente devolviendo el saludo a Sagitas. Creo que era lo único que se me ocurrió en ese momento respondí divertida, en realidad aún seguía nerviosa por todo lo ocurrido, pero el ver a mis compañeras de siempre logró darme la confianza necesaria.

 

June miraba los acontecimientos cautelosamente empuñando muy fuerte su varita, por si fuera necesario la ayuda de esta, pese a todas sus inseguridades, la pelirroja estaba dispuesta a luchar junto a sus compañeros con todas sus fuerzas y de ser requerido, podría dar su propia vida para una causa tan noble, como era la de ayudar a aquella muchacha.

 

Los ojos color ámbar de June se dilataron a al ver que su compañera de bando Sagitas se acercaba a la joven muchacha, qué por lo que pudo oír tenía de nombre Violeta. A medida que se acercaban, Violeta parecía despertarse, confusa por todo y mirando hacía todos lados intentando quizás asimilar todo lo que se acontecía a su alrededor. –Pobrecita—pensó June para sí misma, sentía mucha lástima por Violeta y lo acontecido, sobre todo porque estaba segura que esto no había terminado.

 

Los primeros rayos del sol empezaban a colarse entre todas las nubes en el cielo, iluminando débilmente el escenario, dejando ver con más claridad el reencuentro de Violeta con su familia y amigos, aquello hizo que el corazón de la pelirroja se tranquilizara un poco y sonrió aún sin quererlo.

 

Las palabras de sus compañeros la hicieron salir de su pequeña burbuja de observadora y acató lo que ya era obvio, todos necesitábamos descansar, había sido una muy larga noche, estábamos agotados. Los ojos de June buscaron caras conocidas, no sabía exactamente a donde ir, pero entre tantos rostros, pudo ver a una de sus compañeras casi caerse, por lo que se apresuró a su lado.

 

--¿Cómo te sientes? De un momento a otro luces muy hubo una leve pausa, para buscar la palabra adecuada cansada— continuó, mientras se colocaba al lado de Sagitas. -- ¿Necesitas algo? ¿Puedo ayudarte?—repuso cogiéndole del brazo, el cual soltó rápidamente… --¿Qué es lo que te pasó? – Dijo volviendo a sujetarla suavemente, --¿Descubriste algo más?, tú aura está distinta ¿Tenemos que preocuparnos?—continúo tan bajito para que solo la pudiese oír ella…

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