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Las Encomiendas de Reuben


Ellie Moody
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Reuben Athens es un elaborador de pociones poco reconocido en la comunidad mágica, pero muy apasionado y un fiel seguidor de la Orden del Fénix. Recientemente, se puso en contacto con el bando para proporcionales una gran provisión de pociones de primeros auxilios, muy útiles para atender a los miembros del bando heridos en batallas y misiones, así como a las personas afectadas por los constantes ataques provocados tanto por el bando del Inquisidor, como el de los supremacistas mágicos. En la situación en la que están, aceptarán toda la ayuda que se les ofrezca. Es por eso que, durante la tarde, varias lechuzas acuden a los miembros de la Orden del Fénix elegidos para aquella misión.

Para esta noche a las 22.00h está concertada una cita con Reuben Athens en el Callejón Diagón.

Necesitamos su generosa donación, así que asegúrense de conseguirla.

Pd. No lo arruinen.

Atentamente, M. Moody

Los miembros de la Orden del Fénix que reciben la carta de Madeleine, se reúnen con Reuben Athens en su negocio en el Callejón Diagón. Ante ellos están las cajas de madera abarrotadas de todo tipo de pociones de primeros auxilios, un bien muy preciado. Sin embargo, cuando están por tomarlas, el mago se aclara la garganta y les dice...

 

—¿Ehm? Saben, necesito un favor... Es una cosa muy pequeña...

 

Y así comienzan las encomiendas de Reuben Athens. Para conseguir los suministros y su simpatía, los miembros de la Orden del Fénix deberán ayudarlo en sus extrañas tareas.

 

La primera misión para los miembros de la Orden del Fénix será la de dirigirse a una taberna del Callejón Knockturn, donde se encontrarán con el dealer de cuernos de unicornio de Reuben. un ingrediente muy importante y regulado para su oficio. El pocionero les entregará una bolsa con el oro para la compra y una nota indicando que el grupo de magos va en su nombre. La compra parecerá concretarse con naturalidad... Hasta que los miembros de la Orden descubran que en lugar de cuernos de unicornio, el dealer les entregó réplicas falsas. ¡Será mejor que no vuelvan a Reuben, con las manos vacías!

 

 

Participantes de la Misión

Orden de Avalon

Rory Despard ~ Sanación y Purificación

Sherlyn Stark ~ Conexión Espiritual

Lunatica Lupin Evil Black ~ Conexión Natural

Orden de la Mano de Plata

Syrius McGonagall ~ Intelecto Sagrado

Mackenzie Malfoy ~ Magia Eléctrica

Orden Oscura

Lysander S. ~ Control de Energía Interna

Nathan A. Weasley ~ Control de Energía Interna

Darla Potter Black ~ Poder Destructivo

Zahil Aranel Granger ~ Magia Elemental Oscura

Bueno, esta es una misión un poco más divertida, siento que ha habido mucho drama y cosas feas (?). Les explico, habrán tres pequeñas misiones para la OdF las cuales deberán hacer en conjunto y para realizar cada una tendrán un tiempo de diez días. Pueden verlo como tres etapas del rol. Les recomiendo que se muevan bastante, que no dejen que el rol se estanque y no tengan miedo de avanzar la historia - aunque respetando lo que hacen sus compañeros y especialmente, sin cometer abusos de rol. Recuerden que como siempre, el desarrollo de la trama depende de ustedes, yo sólo postearé ocasionalmente para ponerles las misiones, algún obstáculo o pista.

 

Por último, les dejo los links de importancia acerca del funcionamiento de las misiones y los clanes, sería bueno que les echen un vistazo.

+Ver más sobre el funcionamiento de las misiones de clanes

+Ver más sobre los clanes de la Orden del Fénix

+Línea cronológica de la Orden del Fénix

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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El día había perdido sus horas con una facilidad inquietante, y se había pasado la mayor parte del día en su habitación tratando de dar cuenta de todas y cada una de las cosas que podían salir y mal y buscando una solución para ellas. Ya habían pasado semanas desde su encontronazo con los oficiales de seguridad que bajo orden del Ministerio de Magia habían querido capturarlo, y si bien desde entonces había hecho apariciones en público que no habían generado revuelo alguno, la sola idea de presentarse en el Callejón Diagon le generaba nervios. Sabía, sin embargo, que no tenía alternativa: Moody había sido muy clara al respecto — no quería errores, y estaba seguro de que no presentarse cuando era llamado no caería muy lejos de contribuir al error en el diccionario de la muchacha.

 

Decidió, finalmente, que la Metamorfomagia sería nuevamente su aliada: su cabello, normalmente corto, azabache y despeinado yacía teñido de un marrón casi rubio, largo y trenzado en una cola de caballo que le daba una apariencia de seriedad. La cicatriz que llevaba en su mejilla izquierda hace semanas aún no había desaparecido: la magia negra tenía aquellas costumbres, y pasó mucho tiempo titubeando si dejarla allí o quitársela de encima cuando decidió que contribuía significativamente a camuflar su apariencia. Cuando no faltaba mucho tiempo más para las diez, salió de los confines de la Mansión Weasley y desapareció en una vorágine de aire que lo sumió en la familiar sensación de oscuridad y asfixia; sensación que duró nada más unos segundos, hasta que finalmente apareció en el Callejón Diagon.

 

- Here we go. - susurró, sin soltar la varita que llevaba aferrada en el bolsillo de sus pantalones.

 

Comenzó a caminar en dirección al local donde su cita había sido concertada, mientras aprovechaba a recordarse que parte de sus objetivos aquella noche iban más allá de lograr satisfacer las demandas del tal Reuben. Su otro propósito, ése que no le diría a nadie salvo que la situación se transformase en una que lo obligase a elegir entre la misión y sus objetivos personales, recalcitraba en lo profundo de su mente instándolo a dirigir cada una de sus acciones a progresar en su cometido. Finalmente, se encontró a sí mismo en el local de quien lo esperaba. Suspiró, resignado a su suerte, e ingresó en el local acompañado de una campanilla que anunciaba alegre su llegada.

 

Treinta minutos después, el Weasley salió acompañado del local de dos personas más que habían recibido una lechuza idéntica a él pero, por supuesto, no eran prófugos de la justicia. Ninguno de los dos había dado señal alguna de reconocerlo y, si lo habían hecho, Nathan no las había notado.

 

- Bueno... ¿tienen algún plan? - soltó, simplemente. - No sé ustedes, pero yo no tengo habilitación ministerial para comprar ese tipo de ingredientes.

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Scarlet Akane

 

La bruja se desperezó en la cama, la noche había sido bastante relajada, hacía demasiados años que no disfrutaba de ser ella misma en ese lugar. Miró el techo y se quedó pensando en los acontecimientos de los últimos meses. No había sido difícil convencer a la Potter Black de que aquello era lo mejor. Sus últimas resistencias habían caído la semana anterior.

 

Scarlet se volvió a estirar y se puso de pie, observando su rostro en el espejo, se centró en sus cabellos dándoles un tono rojizo más profundo y apenas perfiló un poco su rostro, adaptándolo a las facciones que había tenido la Akane en vida. Lo bueno de que la Potter Black fuera metamorfomaga era que ella podía volverse a ver casi como había sido en su juventud. Claro que prefería no adoptar las facciones exactas, aún quedaban algunos enemigos heredados del Aidan. Suspiró pensando que no había podido tener más noticias de su hijo Corvus, pero no era momento de pensar en ello.

 

Los elfos habían notado una cierta diferencia cuando ella salió a desayunar tras un largo y relajante baño. Tommy había aceptado resignado la decisión de su ama, discutida el día anterior con él y se ocupaba, como casi siempre de atender el local. Lualú tenía los ojos demasiado rojos y Leto parecía más nostálgico que nunca. Por eso Scarlet agradeció esa tarde la llegada de aquella lechuza que la volvió loca por quince minutos hasta que le abrió la ventana. Le dio una chuchería lechucil solo por la costumbre de Darla de hacerlo y tener junto al postigo una bandejita con ellas, especialmente para Wizzy, su mochuelo.

 

Esperar hasta la noche fue otra historia, pero la aprovechó para terminar de ponerse al día con aquellas cuestiones que la bruja no había podido conocer en profundidad por estar casi ofuscada en el fondo de la mente de Darla. Ahora que había podido tener acceso a sus recuerdos, bueno, a los que la bruja había dejado a mano, la vida cotidiana, su regreso a la Orden, sus conocidos, su renuncia a Gringotts. Aquella mente era como estar en un depósito antiguo, lleno de archiveros y en el medio de aquellos pasillos, escaleras y laberintos había una habitación, como una cabaña de madera, en donde los recuerdos más íntimos y personales de la Potter Black habían sido guardados. De hecho Scarlet estaba segura que ella estaba allí, ya que al contrario de otras veces en que una u otra accedía a la mente y recuerdos de la otra, esta vez parecía haberse refugiado en un vacío que la Akane hubiera deseado tener hacía muchos años cuando la había transformado. Sin embargo ahora, tras tantos años de convivencia, aceptaba lo que había como un regalo para su prolongada vida.

 

Los primeros fríos estaban llegando a Londres, eso era más que obvio, Scarlet eligió una polera de cuello alto de morley y unos pantalones negros engomados. No le sorprendió encontrar una variada colección de borcegos y eligió unos relativamente femeninos con cordón hasta la rodilla y una chaqueta que le llegaba por debajo de la cadera. El lugar de la cita no distaba mucho de su local/hogar y la pelirroja llegaría allí en pocos minutos. Aunque desconocía al mago al que iban a servir, no le agradaba la idea en verdad, pero había sido parte del acuerdo, ocuparse de las obligaciones de Darla dentro de la Orden y el local. Pero lo más seguro es que no lo haría sola. Se concentró en invocar un par de Criaturas de Sombras, el par de lobos de Yukón pareció surgir de las sombras a los pies de la Akane y solo sus brillantes ojos claros resaltaban en la oscuridad del callejón en que se encontraba, la bruja sonrió, acariciando el pelaje de las criaturas de sombras.

 

—Increíble —susurró para luego agregar —hermosos —y así se encaminó, con las manos en los bolsillos, su varita en la diestra, y el par de lobos escoltándola hacia el local en el cual era la cita.

 

El local del tal Reuben no era el más llamativo del Diagón pero en cuanto entró a él supo que sí era uno de los más surtidos. Su anfitriona no sería la más experimentada en pociones pero la Akane si lo era, por algo había logrado meter su esencia en ella y estaba ahora allí, viva dentro de su propio horrocrux. El lugar estaba sin dudas lleno de las más variadas y curiosas pociones y productos para prepararlas. De inmediato reconoció varios ingredientes que la única manera de obtenerlos era en el mercado negro, el cual hasta ahora solo había explotado por el lado de las reliquias y los libros, pero estaba segura que también podría obtener de sus contactos buenos datos de dónde había conseguido aquel mago sus productos, e incluso quizás proponerle un trato más ventajoso para obtener sus insumos. Minutos después, justo antes de obtener la generosa donación de insumos para la Orden, Scarlet confirmaría sus sospechas, sintiéndose como en su casa ante la expectativa de tomar contacto directo con uno de los proveedores del Athen

Editado por Darla Potter Black
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La carta de su amiga Made, esta toda subrayada y ultrajada a un costado de su escritorio blanco mate. saber direcciones y llegar a tiempo eran dos cosas que la vampiresa siempre le dificultaba del todo, por eso releyó la carta una vez más intentando ver si se le había pasado algo y se dio cuenta que por tanto re-leer se le estaba haciendo demasiado tarde, así que se apresuro a ponerse su camisa violeta y su pantalón violeta oscuro, rezongo media hora hasta que al fin encontró dos cosas: sus botas altas violetas con taco y su sobretodo beige, se los puso rápidamente saliendo de su cuarto y rezando por no cruzarse con nadie, no quería dar explicaciones de a donde iba, solo quería llegar a tiempo.

 

El destino la ayudo a cruzarse solo con su elfo Arturo, su fiel amigo y compañero, a quien le dejo dicho que le avisara cualquier cosa que pasará en su ausencia, así que luego de aquello se fue rauda y veloz hacía su destino, corriendo rápido y pasando por el follaje de las calles siendo solo una mancha blanca, a veces tener super velocidad y poder correr como vampiro, le daban ciertas ventajas que el común de los mortales no poseían en lo absoluto.

 

El local de Reuben era demasiado no pintoresco y lindo, arrugue la nariz intentando no parecer decepcionada con la misión que tenía en mi haber, sonreí cuando me encontré con Nathan que apesar de haber cambiado su aspecto se le adivinaba quien era por su andar y sus ojos más que nada y con Scarlet a quien le admiro más que nada sus borcegos, suspire intentando recordar lo que venía a hacer aquí, tenía que comprar esos cuernos de unicornio para ese hombre y volver con todos sana y salva, así que mejor sería que me pusiera manos a la obra.

 

- Hola a todos, aquí Lunita Gryffindor Delacour, no se para que me presento pero siempre viene bien, en fin, a lo que venía, esos cuernos de unicornio debemos de conseguirlos cuanto antes mejor, en cuanto a tener habilitación ministerial... tengo un par de contactos que podrían servirnos para conseguir esos ingredientes que necesitamos, solo espero que siga vendiéndolo y bueno ¿quieren ir ya? o podemos buscar otro plan - Les dije entusiasmada con mi repique de campana característico y mis ojos azules claros, observando el lugar con cautela y recelo -

 

La idea de fallarle a Reuben se me paso por la cabeza, pero la deseche por absurda, ¿acaso no eramos uno de los mejores grupos de ayuda del mundo? no quise admitir que de repente tuve miedo de que nos metiéramos en un lió bárbaro, teníamos que hacerlo todo sin que nadie se entere y por si fuera poco aquello sonaba ilegal, parpadee entendiendo que en el mercado negro podríamos encontrar lo que veníamos a buscar, solo esperaba que todos estuvieran de acuerdo en ir a buscarlo allí o porque no encontrar otra idea mejor que nos ayudara a cumplir el cometido de aquel extraño hombre.

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Estaba cansada de cumplir aquellas extrañas misiones a la que la mandaban a cada momento. Al menos la ultima vez había podido romper todo lo que pudo al sacar al Berzeker y desatar la oscuridad que por mucho tiempo había mantenido a raya. Leyó de nuevo la carta de Madeleine antes de dejarla sobre la mesa de noche de su recamara en Grimmauld. Se cambio de ropa, por algo cómodo y negro, para variar y se marcho hacia el callejón donde sus compañeros parecían descontentos. Una vez que se acerco, se entero de que tenían que conseguir algo que obviamente ellos no tenían

 

- Dioses, porque siempre es todo tan complicado - gruño con impaciencia

 

- sera mejor que nos vayamos ya y nos encontremos con el vendedor, no creo que nos pida papeles para vendernos, esto suena a todas luces a algo no tan legal, mas aun si tenemos que entrar al Knocturn - dijo colocándose la capucha sobre los rubios cabellos. No quería ser notada y aquel cabello con toques rojos y morados (ahora su cabello había adquirido una nueva tonalidad, igual que sus ojos a veces) era como una enorme linterna que anunciaba que ahi estaba. En cuanto se paro frente a la esquina que marcaba la entrada al callejón, sintió aquel presentimiento de que las cosas no iban a salir como planeaban. Aquel lugar estaba bastante oscuro y la mayoria de los locales estaban descuidados. Y aunque en teoria no deberia saber donde estaba la taberna de aquel lugar, la realidad era que ya había estado ahi infinidad de veces buscando "souvenirs".

 

- Supongo que es la taberna que esta a unos metros de aqui, a lado del local de libros antiguos, vamos? - dijo mirando a sus compañeros para ver si la seguirian.

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- Si claro que vamos enseguida pero por favor suma cautela, este lugar no me da buena espina si bien venimos a hacer el encargo, por favor, tenemos que tener las antenas y las luces paradas, si escuchamos algo o vemos algo, alcemos la varita pero no antes, solo es por precaución y para que nada nos salga mal ¿estamos? no quiero sonar pesimista pero me temo que tendremos que ser demasiado sigilosos y cuidadosos con este asunto - Les pedí sonando más preocupada y precavida que de costumbre, incluso mi voz antes alta y fuerte, sonaba mucho menos ruidosa con mi repique de campana característico mucho más bajo que lo habitual -

 

Alce la varita mágica sin que nadie me lo pidiera y fui la primera en abrir la puerta del local, el lugar parecía uno de esos sacados de una película de terror, sentí un escalofrió al verlo tan oscuro y sin luz por ningún lado, ¿acaso esto era una trampa? ¿qué hacíamos en un lugar como este? se me erizaron todos los pelos de la nuca y sentía mi boca seca, trague saliva intentando pensar un plan de acción, pero no tenía ninguno e intente tranquilizarme al pensar que mi compañera Sagis había estado ahí innumerables veces, así que sabría más que yo, el que hacer en esas circunstancias.

 

- No toquemos nada, no saquemos nada de lugar y por favor, mantengámonos juntos todos, las varitas preparadas por cualquier cosa y vayamos paso a paso, no confió ni en quien nos venderá lo que necesitamos ni en nada de estos sitios, si nos hablan hagamos oídos sordos, a menos que sea lo que venimos a buscar y cuanto menos sepan de nosotros mejor, es por seguridad más que nada, bueno ahora si a buscar lo que nos pidieron - Dije intentando sonar entusiasmada, mientras pensaba en cuanto tiempo lograríamos nuestro cometido -

 

Para ser franca nunca había ido a una misión sin Made o Ellie y mucho menos sin mi papá, Elvis, así que estar sin mis compañeros me hacía sentir desprotegida, aunque no tarde en reprenderme mentalmente, ¿acaso era una niña torpe y tonta? había aprendido a defenderme, sabía que debía hacer y como, no había tiempo de ser la Luna que se quejaba y no sabía que hacer, era momento de actuar y salir adelante, además mis compañeros dependían también de lo que decidiera hacer y jamás les fallaría ni a Zahil, ni a Nathan o a Scarlet, así que necesitaba actuar y lo necesitaba hacer cuanto antes mejor.

 

 

Como si hubiera llamado al peligro, 3 perros gigantes aparecieron delante nuestro, eran negros y espectrales, parecían casi fantasmas, con sus dientes luminosos y blancos ¿qué clase de magia era esta? parecían más fantasmas que seres de carne y hueso, parpadee intentando asimilar que hacían esos perros así, pero lo adivine enseguida, querían cuidar lo que necesitábamos con suma urgencia, así que tendríamos que luchar contra ellos, o al menos, eso era lo que me imaginaba que debíamos hacer.

 

 

- No es por asustarlos, pero ¿qué hacen 3 perros gigantes y espectrales custodiando el local? de verdad que parecen sacados de un libro de terror, así que supongo que para llegar a lo que buscamos necesitamos derrotarlos ¿qué opinan? - Les pregunté con la varita lista para la acción, esperando que mi idea surtiera efecto -

 

- Petrificus Totalus - Dije fuerte y claro viendo como uno de los perros se inmovilizaba inmediatamente -

 

- ¿quieren encargarse de los otros dos perros? - Les pedí intentando que no se notará el temblequeo en mi voz y sonando con una seguridad que en realidad no poseía en lo absoluto -

 

Maldije interiormente a Reuben y sus encargos, que más quería yo que estar calentita en mi casa tomando un chocolate caliente, confortada por las llamas de la chimenea y hablando con mi padre, pero no una tenía que ir a buscar esas cosas de un señor que ni conocía, suspire intentando recordar que lo hacía porque mi familia, la Orden del Fénix, necesitaba ayuda y que yo siempre los ayudaría pasase lo que pasase, así que no tenía porque quejarme de algo que había elegido y seguía eligiendo con alegría y felicidad en mi corazón, solo que a veces, desearía tener un momento de calma y paz, algo que esperaba conseguir luego de esta misión en la que sabía que saldría exitosa o al menos, viva de ella.

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A Vera no le gustaba Reuben Athens. Por muy fiel seguidor de la Orden del Fénix que fuera aquel elaborador de pociones, su negocio estaba destartalado y la falta de orden la ponía nerviosa. El caos siempre era augurio de problemas y su vida ya había estado repleta de ellos. Necesitaba equilibrios, armonías, sentidos y, sobre todo, orden. Tal vez era por ello por lo que se sentía tan cómoda en el Templo de los Paladines. Últimamente, casi se había instalado allí. Volvía con Oronhuk cuando éste la reclamaba para algún trabajo importante, pero la mayor parte del tiempo la pasaba en el Templo de los Paladines. Cuando no estaba entrenando o estudiando, ayudaba a Höōr en la herrería. Tanto tiempo pasaba allí, que los Duendes de la Tormenta habían perdido por completo el miedo y la timidez con ella. Ahora era capaz de verlos de continuo y no sólo en la herrería. Desde la misión de Ravenrock, uno de ellos no se le separaba ni de día ni de noche. Vera había empezado a llamarlo Puk, porque le recordaba a la historia de un duende que le contara su padre de niña. Para los demás, Puk solía ser tan invisible como lo habían sido para ella todos los Duendes de la Tormenta la primera vez que accedió al Templo Paladín.

 

A las diez de la noche, estaba con puntualidad británica en la puerta del local de Reuben Athens, ubicado en el Callejón Diagón, tal y como indicada la nota recibida de la Orden del Fénix. Como todas las notas de Madeleine, ésta había sido clara, concisa y concreta, aunque la postdata contenía una advertencia que a Vera le hizo sonreír. De alguna manera, todas aquellas misiones habían ido acabando en problemas, como si los miembros de la Orden del Fénix tuvieran atracción por ellos. También daba una idea de lo importante que Madeleine consideraba aquella misión.

 

Saludó a todos los que fueron llegando y entró con el resto en el local del señor Athens. Le mareaba el desorden y tuvo que hacer su mejor esfuerzo para prestar atención a la conversación. Al final, resultaba que no todo era ir a buscar las pociones que necesitaban. Tendrían que hacerle un favor a Reuben Athens antes de poder llevarse las cajas de madera con pociones de primeros auxilios que el Athens tenía preparadas para la Orden del Fénix. Las cosas nunca eran tan fáciles como parecían. Vera ya se había acostumbrado.

 

Se acercó junto con el resto a la Taberna del Callejón Knockturn, donde debían encontrarse con el proveedor de cuernos de unicornio de Reuben. Éste les había dado una bolsa con oro para pagar al proveedor, así como una nota que indicaba que iban en nombre de Reuben para recoger los cuernos de unicornio. Nada complicado realmente. Sólo que, cuando estaban en la puerta de la taberna donde debían de encontrarse con el proveedor de Reuben, tres perros gigantes y espectrales les estaban esperando. Vera se quedó atónita.

 

—¿Pero qué demonios? Sabía que el Callejón Knockturn era un lugar poco recomendable, pero ...¿esto? —Mientras Vera se perdía en chácharas innecesarias, Lunita ya había actuado, enviando un Petríficus Totalus contra una de las criaturas. Quedaban dos. Pero la cuestión era si debían matarlas. ¿Qué ocurriría si las criaturas pertenecían al dealer con el que se tenían que encontrar? Vera tenía la intención de hacer el encargo de Reuben, tomar los cuernos de unicornio, darle el oro al proveedor y volver al Callejón Diagón para entregar la mercancía a Reuben. Luego tomar las cajas de madera con las pociones y volver al Cuartel de la Orden del Fénix. Y, si en el camino de vuelta a Reuben alguien les preguntaba porqué llevaban una mercancía regulada encima, sería tan simple como enseñar la nota de Reuben que demostraba que sólo era un encargo para él. Ya se apañaría Reuben con las autoridades. La misión era así de simple y no tenía ganas de complicarse la vida, matando a unas criaturas que bien pudieran pertenecer a la persona con la que se tenían que entrevistar. Se alegró de que Lunita sólo hubiera petrificado a la criatura.

 

Invocó su Kanskje Sword y la espada saltó en el acto desde la espalda de Vera a sus manos, que no perdió tiempo y realizó sendos Cortes de Energía Vital a las dos criaturas que aún les acechaban y a la que había sido petrificada por Lunita. Ahora estaban a su merced y no les harían ningún daño.

 

—¡Vamos! —Apremió al resto. —Están sin conciencia vital, así que son inofensivas durante un buen rato —Vera señaló a las criaturas y abrió sin perder tiempo la puerta de la Taberna del Callejón Knockturn. —Entremos.

 

Reuben Athens les había dado pocas indicaciones acerca del dealer con el que se tenían que encontrar, pero en realidad, la taberna estaba desolada y no era de extrañar. Sentado en una mesa en un apartado rincón estaba el único ser presente en la sala. Hasta el dueño de la taberna había desaparecido y Vera no lo culpaba, pues aquel único ser era horripilante y nauseabundo. Su enorme estatura se encorvaba hacia la mesa y su capa de color negro parecía envolverlo todo, creando sombras a su alrededor. Iba cubierto por una capucha que no dejaba ver el rostro, pero Vera no tenía ganas de ver ese rostro. Había frío en el interior de la taberna... mucho frío. El alma se le helaba y sintió que una tristeza infinita se apoderaba de ella, como un enorme vacío, una intensa desolación... Le habían hablado de aquellos seres, pero nunca antes había visto ninguno tan de cerca. ¿De verdad el dealer era.... aquel ser? Sabía lo que tenía que hacer, al menos en teoría, pero nunca antes se había enfrentado a aquel vacío interior que la estaba comiendo por dentro.

 

—¡Exp.... expec....Expecto.... —No pudo terminar la frase, antes de que el vacío interior terminara por llenarlo todo.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Scarlet Akane

 

La pelirroja había escuchado en silencio la encomienda de Reuben, su rostro no reflejaba la sonrisa interior mientras acariciaba el cuello de sus lobos. Al salir le pareció extraño los comentarios de alguno de sus compañeros. Observó con detenimiento al muy pulcro rubio, cuyas cicatriz y look no podían evitar que la vampiresa sintiera que Darla se había cruzado con aquel carrocho de adolescente y hacía poco tiempo, sin embargo no mostraba su verdadero rostro. Interesante, pensó mientras la otra jovencita mencionaba sus contactos en el Ministerio. ¿De verdad aquellos jóvenes pensaban que estaban por hacer una transacción legal?

 

Scarlet giró su mirada hacia la rubia que acababa de hablar, a ella sí la reconoció y esta vez se permitió una sonrisa genuina, después de todo su muerte había hecho una vez que ella pudiera regresar a la vida. Y por lo visto no era la única regresada, aún tenía en su poder la varita de aquella muerta y su amigo, bajo siete cerrojos en una caja secreta en la bóveda de Darla. Hizo un movimiento con la mano y sus dos lobos se ofuscaron entre las sombras pero sin alejarse de su lado.

 

—Sí es —respondió a Zahil al reconocer ella también tras la caminata la taberna junto a la librería a la cual la Potter Black solía acudir en busca de algunos de sus libros de “canje”.

 

La preocupación de la bruja de ojos azules la sorprendió, podía sentir su esencia, aunque era una clara mezcla, era vampiresa pero podía sentir que no eran los poderes de los oscuros los que habitaban en ella, parecía más cercana a la naturaleza. Nunca había conocido una criatura así, interesante grupo el que rodeaba a la Potter Black, quizás no debería haber ignorado tanto su vida en los últimos años.

 

Debía reconocer que no era totalmente infundada la preocupación que sentía, pero también debería tener claro que todos ellos tenían los conocimientos y habilidades suficientes para hacer frente a los peligros que se le pudieran presentar. Además ¿qué tantos peligros podían correr en el callejón Knockturn, los que por allí rondaban no eran ángeles, pero tampoco demonios a los que no pudieran enfrentarse y vencer. Le encantaba la forma en que la muchacha había tomado la iniciativa y les daba indicaciones. Antes de que ella pudiera terminar de hablar podría haber entrado y regresado utilizando el phantom pero se alegraba de no haberlo hecho, debían trabajar en equipo y por lo que ahora se presentaba ante ellos eran obvio que deberían defenderse.

 

Los lobos se materializaron poniéndose uno junto a la Akane y el otro junto a Luna dispuesto a protegerlas de aquellos perros gigantes. ¿Quién más estaría convocando criaturas de sombras? No sabía con quiénes se metía pensó con una expresión sedienta de sangre y fuerzas oscuras. La pelirroja había sido rápida petrificando a una de las criaturas y otra de las compañeras que se le habían unido había utilizado un hechizo que mencionaba había cortado la conexión vital de las criaturas que ahora era inofensivas.

 

El grupo se apresuró a ingresar al local, pero Scarlet sufrió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, buscó con la mirada por todo el lugar. Su sorpresa fue casi tan enorme como la de sus compañeros. Escuchó a Vera como comenzaba a invocar un patronus, pero de inmediato su voz se apagó y los lobos de nuevo a su lado aullaron. Si fuera Darla invocaría el recuerdo de Seba, su noviazgo y compromiso pero era ella la que estaba allí.

 

Movió la varita y por su mente pasaron dos recuerdos, cuando supo que estaba embarazada de Aidan y cuando se enteró que su hijo había sobrevivido. Extraño recuerdo, Corvus Aidan. Aunque quizás no era tan perfecto.

 

--¡Expecto Patronum! —gritó más que decirlo, la luz plateada salió de su varita y un escudo se formó frente a ellos, maldita sea, siempre pensó que su hijo sería su mejor recuerdo pero no lo suficiente, no había logrado vivir a su lado ni siquiera criarlo, el escudo parecía suficiente para mantenerles a raya pero… ¿era el dealer o su defensa? Sin pensarlo y sintiendo que el frío seguía invadiendo el lugar Scarlet susurró por lo bajo —Reotak —una nueva invocación no tan inofensiva, surgió de su varita y el dementor fue alcanzado por la onda expansiva de la invocación quedando atrapado contra la pared tras él. Scarlet podía sentir su poder de la oscuridad, aquel hechizo podía romper encantamientos defensivos. ¿Pero era el dementor una defensa o el dealer? Si había metido la pata la tal Moddy la iba a matar.

Editado por Darla Potter Black
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En que momento se había complicado todo, era difícil saberlo. No recordaba que aquella taberna estuviese tan resguardada y eso solo le confirmaba que el dealer de Reuben no era para nada un vendedor legal. Si lo fuera no tendría la necesidad de ponerles tantas trabas para dejarlos pasar y entregarles la mercancia, desde luego citarlos en aquel lugar de mala muerte debió darles una pista desde el principio. Ademas no era un traficante cualquiera, debía ser poderoso pues ella había venido varias veces a esa taberna y nunca sed había topado con perros custodiando la entrada.

 

Apenas cruzaron la puerta del lugar pudo sentir que algo estaba muy mal. La concentración de tanta magia oscura en un local tan pequeño hizo que su propia oscuridad se removiera y de reojo pudo ver en el reflejo del cristal de la barra como sus ojos comenzaban su danza de colores, rojo, azul y negro, señal de que su oscuridad reconocía a la que fluía por todos lados. Levanto su mano como esperando que algo apareciera y susurro una sola palabra. - Maledico - de la nada surgio de entre sus manos una guadaña de cuya filosa hoja surgia una bruma oscura que parecia tener cierta electricidad pues parecia crujir mientras iba y venia por toda el arma.

 

- Haz que desaparezca todo o vas a desear estar muerto - dijo acercando el filo de su guadaña a la garganta de un brujo que estaba escondido en un rincon oscuro cerca de la barra. No era muy paciente, no le gustaban los juegos y menos si ella era le juguete. - Venimos de parte de Reuben, tienes o no la mercancia, basta de tus jueguitos o me llevo el oro a otro lado

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Estaba feliz de haber logrado petrificar a esos perros, sin contar que su compañera Verónica también lo había logrado hacer, suspiré sin decirles que estaba sintiéndome mucho mejor aunque estaba preocupada ¿qué otras criaturas nos en encontraríamos por el camino? no tuve que esperar mucho para que mi pensamiento se hiciera realidad, sentí mucho frió y un congelamiento en el corazón, escuché los gritos de mis padres y trague saliva intentando pensar en el hechizo que nos sacaría de esto, pero me alegré cuando Scarlet se me adelanto, no había sido tan rápida como antes y dicho sea de paso, aún sentía mi boca seca del susto, solo me había quedado ahí con mi varita alzada sin moverme, ¿qué me pasaba? suspire negando con la cabeza e intentando pensar que hacer a continuación, teníamos que encontrar a Reuben y darle su encomienda ¿o era al revés? mi cerebro era un lió de pensamientos encontrados y solo buscaba lograr aquel encargo y salir pitando de allí, lo más rápido que dieran mis piernas.

 

- Bueno, estoy agradecida de poder decir que no tuve que enfrentarme al dementor, por lo pronto gracias por hacerlo y pues ¿eso que veo ahí es una araña? por dios, ¿qué tanta protección necesitan? enserio que no gano para sustos el día de hoy, primero perros y ahora dementores, ¿qué más sigue en esta aventura? - Pregunté al aire, sin saber lo que estaba por aparecer frente a nuestros ojos -

 

Un estruendo seguido de humo, piedras y algo parecido al azufre se sintió en el aire, parpadee intentando ver que era esa cosa y salté para atrás cuando me di cuenta que eran 3 serpientes que se dirigían a nosotros rápidamente, reptando veloz, más veloz de lo que nunca había visto reptar a una de esas, arrugué la nariz como si oliera feo y fruncí el entrecejo pensando que hacer a continuación, las encomiendas de este hombre se me estaban volviendo más en contra de lo que hubiera querido en realidad.

 

- Vipera Evanesca - Dije apuntando a las 3 serpientes y viendo como desaparecían dos al instante -

 

- No quiero asustarles, pero queda 1 serpiente y realmente creo que nos metimos en la boca del lobo, quiero decir, primero hay perros, luego dementores y después serpientes ¿qué más habrá por aquí? cuando llegué con el señor Reuben para entregarle todo me va a escuchar enserio que es increíble ¿no lo creen? - Dije sonando menos asustada de lo que en realidad estaba, con mi repique de campanas más alto de lo habitual -

 

Parpadee intentando pensar que hacer a continuación, necesitaba la ayuda de mis familiares para lograr esta empresa y sentí al instante que esta misión me quedaba grande, pero no por eso me iba a dar por vencida, el hecho de que hubiera tantos obstáculos hacía que realmente quisiera lograrlo, tenía que hacerlo y me dije que por algo había decidido buscar las encomiendas y sin ellas no me iría de allí, en tanto que pensaba en como lograr que salgamos vivas todas de aquí adentro.

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