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Aventura Mortífaga III - Las Tierras del Olvido


Cissy Macnair
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El camino era extraño. El hijo de la noche no había estado en aquella zona nunca, quizás, porque aquellos eran los terrenos del maestro de la Macnair, sin embargo, no pensaba que allí hubiera algo lo suficientemente interesante hasta que se dio aquella extraña misión. El vampiro, siguió a Cissy, ella parecía conocer al menos un poco mejor el terreno.

 

-Esto, esta mucho mas empinado de lo que pensaba Macnair, no quieres que te ayude?, puedo levarte en mi espalda, sabes que por mí no hay ningún tipo de problemas –dijo divertido esperando saber que era lo que decidiera su esposa. Claro estaba, no había contado con la suerte de que la otra Macnair había decidido irse sola y esperarlos en algún sitio mientras ellos recorrían el camino.

 

El Ragnarok escucho las palabras de Arya al llegar a la cima. Observo a su esposa esperando que ella respondiera, sin embargo, algo llamo la atención del vampiro, aquella sensación extraña de no estar solos o estar siendo vigilados. Suspiro, podría ser una tontería, sin embargo, no iba a bajar la guardia y mucho menos estando Cissy cerca.

 

El viento trajo el aroma del humo que salía de la chimenea de los duendes, la cual estaba a algunos metros alejada. Aun debían llegar hasta el rio y peor aún, debían encontrar la forma de bajar sin que la Macnair sufriera daño. El Ragnarok pensó que el amuleto planeador podría ayudarles, pero seguramente aquella idea podría salir mal, no sabía qué tipo de protecciones habría en el sitio, si había trampas o algún tipo de barrera o escudo, claro estaba, tampoco sabía si alguien a parte de sus maestros habían cometido la locura de llegar hasta aquella zona.

 

-esto es mucho más difícil de lo que pensaba, aunque la verdad, no se porque me sorprende –dijo el cainita- más bien, nada garantiza que leguemos a salvo, puede haber cualquier cosa allí, también pueden haber esbirros del santo, del inquisidor o quien sabe que otro tipo de cosas –miro a ambas mujeres- debemos ser muy cuidadosos si queremos cumplir con la misión.

 

El Ragnarok observo a Arya, entrecerró los ojos. Acaso deseaba suicidarse?, de ser así no tendría problemas con eso, pero sabía que Cissy si, por lo que tendría que atrapar a su esposa antes de que ella también saltara para proteger s la otra Macnair. Bufo por lo bajo. Siguió a arya con la mirada y se dirigió hasta donde ella señalaba. Tomo la mano de Cissy, no permitiría que por un est****o accidente su esposa muriera.

 

-Supongo que no hay mucho por hacer, no sabemos que nos espera y parece que la idea es tan buena como cualquier cosa que podríamos plantearnos –dijo el Ragnarok.

 

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Miré a Hades ¿Cuándo acabaría su guerra interna hacia mi? luego rodé los ojos en una clara señal de que ya no me importaba si fruncía los labios o la nariz en presencia mía, como desagradado por mi olor, lo mismo daba. Después de todo Sybilla sabía que no estaba tan loca como para intentar matarla dos veces, o mejor dicho, era consciente de que Lúthien ya no compartía cuerpo y pensamientos conmigo, por tanto nadie a mi alrededor corría peligro alguno, siempre y cuando no amenazase a mi familia. Los caballos relinchando me sacaron del debate interno y volví a mirarlos para llevarme una curiosa sorpresa que me dejó una sensación de escalofríos en la espalda.

 

—De-demian...— Balbuceé, señalando por sobre el hombro de Ragnarok.

 

Me puse blanca como un papel, no hacía falta tener un espejo de frente para saberlo. Pero es que tras un parpadeo el mortífago había aparecido de la nada, ni siquiera con todos mis sentidos alertas preví su llegada y la escalada hasta la superficie del risco le debería haber llevado un buen rato, el mismo que a Cissy y Hades. Más no era nadie para juzgar los métodos con los que se nos unió y por lo tanto le sonreí haciendo ademán para que se acercase, al parecer todos buscábamos lo mismo así que no hacíamos ningún mal en formar un grupo, después de todo varias cabezas pensaban siempre mejor que una sola.

 

—Voy a bajar por aquí, repito, pueden utilizar el haz de la noche para llegar a la cabaña, pero algo no me suena del todo con ese bosque de allí. Es probable que los equinos conozcan un sendero seguro, ellos son animales intuitivos.

 

Señalé hacia abajo para que Luxure pudiese ver a lo que me refería y sonreí un poco más al trío con picardía. Quien allí me conocía con pericia era la Matriarca Macnair por lo que supo de inmediato, tras aquella pícara mueca, que estaba por realizar un accionar arriesgado y loco, típico de la primogénita de Pik Macnair. Sacudí todo mi cuerpo para ponerme a tono con el ambiente y lentamente fui perdiendo altura, ganando pelos y deformando mis extremidades así como encorbando mi espalda, de los cuatro al menos dos éramos animagos y podríamos descender sin problema alguno.

 

Acto seguido me deslicé por el borde del risco haciendo contrapeso con mis cuartos traseros para ralentizar la caída. Los caballos corcovearon al sentir mi presencia pero me mantuve en posición defensiva a todo momento para que evitasen salir huyendo y perdiéramos la guía hasta la cabaña. Ya habíamos perdido demasiado tiempo y el escozor, anterior a la mutación, me decía que algunos compañeros estaban necesitando apoyo, quizás porque ya habrían llegado y estarían pagando el precio por obtener la llave a la tierra del olvido. Lucan me había comentado algo luego del palo con que me pegó en medio de la cabeza, pero solo piezas a juntar.

 

"Cuando sea el momento, déjame hacerlo por las dos" Le pedí.

 

Miré a Sybilla, sabía que podía leerme los pensamientos aun estando en mi forma animal, aun siendo un chacal del desierto. Entre su mente perturbada y la mía, con lo bonita que por fin era su vida ahora, los oscuros recuerdos pesaban más sobre mis hombros que sobre los de ella, y desde que logramos desligarla del cuerpo de Castalia había buscado en cada libro, pergamino y caldero, la forma de arrancarme aquellas vivencias de la corteza cerebral, quería dejar de sentir la punzada de dolor cuando me miraba directamente a los ojos, acusadora, agresiva, aun y cuando no fuese así, lo seguiría viendo de aquel modo.

 

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Enarqué una ceja ante las palabras de mi sobrina.

 

-¿Un recuerdo de parece cosa insignificante?- pregunté, por lo bajo.

 

Habían sido recuerdos, precisamente, lo que habían condenado a Lord Voldemort a perder la batalla contra Harry Potter, al verse revelado su más íntimo secreto. No me parecía, al menos a mí, que ir a buscar un recuerdo fuera poca cosa. Y, aunque por un momento me pareció que el tono despectivo de Arya era real, me di cuenta que estaba intentando desviar mi atención... ¿de qué? No lo sabía. Aún.

 

Y, entonces, una vara de madera voló y le dio justo en la cabeza. Me contuve de soltar una carcajada, más que nada porque no sabía cómo podían reaccionar los otros miembros del clan Walpurgis -nosotros estábamos en su territorio-. Asentí a Arya y tirando de Hades nos alejamos por la escalinata.

 

***

La forma medio animal de Arya ya la había contemplado una vez, pero ahora estaba mucho más definida que en aquella ocasión. Ahora parecía... uno de esos dibujos medio animalescos que dibujaban los japoneses en sus historietas y hasta estuve tentada a decirle que parecía una representación de un Zorro de Nueve Colas... Claro que, si uno lo pensaba bien, el Zorro de Nueve Colas era un demonio... Hasta la sentaba bien a Arya.

 

Su duda era válida. Parecía que incluso Hades podía oler algo que no le agradaba sobre aquel camino y, realmente, no podía ser para menos. Siempre que teníamos que hacer misiones para los clanes terminábamos en alguna batalla, medio muertos, lastimados, obteniendo información que, aunque valiosa, realmente no eran cosas que quisiéramos manejar. Aquella ocasión no sería la excepción.

 

Me incliné para ver lo que Arya señalaba en el risco y comprendí el disgusto de Hades.

 

-La idea es buena, pero yo tengo una mejor- o yo creía que era mejor.

 

Apenas había logrado dominar aquel poder hacía unas horas, pero tenía que intentarlo de todos modos. Utilizando mi conocimiento de Escultor de la Oscuridad, hice crecer dos enormes alas negras a mis espaldas que me permitirían planear hasta el río más abajo, sin necesidad de rodear y atravesar el bosque. Podría tirar de Hades y Arya conmigo, pues con un buen impulso el vampiro caería parado y Arya podría transformarse para aterrizar como un animal salvaje.

 

Una voz a nuestras espaldas, sin embargo, me retuvo de dar el salto para mantenerme en el aire y me giré para ver a Demian acercarse a nosotros. No lo había oído, ni sentido y eso me perturbaba.. pero el mago de por sí era perturbador, así que tampoco me sorprendía mucho. Fue Arya la que lo invitó a unirse y también la que tomó la delantera, convirtiéndose en un chacal, para descender por la empinada pared y unirse a los caballos. Rodé los ojos. Esa mujer quería morir, sin lugar a dudas.

 

-Bien, que vaya sola... ¿Hades, Demian?- consulté, extendiendo mis dos alas negras para invitarlos a descender lentamente conmigo en un planeo estable-. ¿Cariño, te molestaría darme un poco de ese fuego verdoso que sabes hacer para que la corriente cálida nos eleve?- era peligroso, lo sabía, que Hades usara su fuego infernal conmigo, pero confiaba plenamente en su control del poder y sabía que no me quemaría... o eso esperaba.

 

Me sobresalté al escuchar la voz de Arya en mi cabeza, porque no estaba segura de haber mantenido abierto el contacto o quizá sólo fuera que ya nos habíamos comunicado así. En todo caso, quería patearle el peludo trasero si se atrevía a dejarme al márgen del precio por pagar. Fue entonces que amplié mi Legeremancia y di con la mente de Demian... una mente en blanco. Fruncí el ceño, pero no comenté nada. No se sentía como si hubiera una barrera bloqueándome como hacían los Oclumantes... no, era... diferente.

 

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Tierra del olvido – Camino del desertor


Nuevos flashes llegaban en la mente del mago oscuro, y allí se da cuenta que los Mortífagos llegarían a las Tierras del Olvido. Esto le molesto, pero ya tenía algunos de esos seres para hacerle frente a ellos, al menos retrasarlo y así resguardar el secreto del Santo.


-Al parecer esas alimañas se acercan, pero no les daré paso simple…-


Y una sonrisa se le dibujo en el rostro. Y continuo su caminar por ese lugar, ese sitio tan diferente a otra realidad, por lo que su atención estaba únicamente ubicada en localizar eso que le fue solicitado, al menos, esa misión, por ahora se encontraba resultado fácil. Sin embargo, debería apurarse, otros seres en ese sitio no era buena idea. Este temía que solo pudo localizar a tres, según comprendía eran mucho más lo que tenían esa misión.


Falso Mortífago


-Quizás sea mejor que le acompañe.-


Menciono y así pudiera hacer que la misma se pudiera perder, dividir el grupo y encargarse de uno por uno, pero haciendo que todo pareciera curioso. Además, las otras marionetas con forma de payaso se encontraban cerca, y se encontraba acercando en diferentes direcciones. Esté tenia como objetivo atrasarlos, y darle así más tiempo a si mismo poder buscar la memoria del santo y conseguirla.


-Ya que no sabemos que males pueden asechar.-


Agrega, y sus otras marionetas con forma de payaso se comienzan acercar. Las cuales llegan en diferentes direcciones, no eran criaturas, no podían ser manipulados ni siquiera por otro Senecal de Caronte de mayor nivel como era el vampiro, estas solo obedecían a su amo. Y en eso, planeando su muerte.


-Creo que escuchado algo.-


Se comienza apartar. Y lentamente, sus otras marionentas le comienzan atacar, el mago rompe el lapso con la misma, y esta pierde la conciencia, dejándola inerte en el suelo, las marionetas de payaso, toman cabellos, y unas otras se lleva ese falso cuerpo. Y regresando con estos seres tenebrosos, se escucha la voz del egipcio en parsel.


-¿Creen que van a detener al Santo?- Hace pausa. –Ya uno de Ustedes cayo.- Y deja caer los cabellos falsos de Azarael, los cuales se los lleva el viento. –Van a morir.- Y deja de hablar, acto seguido sus marionetas comienza atacar a esos seres (@@Arya Macnair @@Hades Ragnarok @ ), aunque no importa si se encontraban junto, o se habían separado, las marionetas del egipcio se encontraban espacidas por el lugar.. En caso que Ragnarok, intentará infundir su alma o realizar alguna forma de comunicación con su alma, todas las marionetas perderían el enlace con su creador, provocando que estas caigan al suelo, y se encuentren inertes.

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Sostuve mi forma animal aun cuando Demian creyó haber escuchado algo. Torcí sutilmente mi cabeza perruna y paré las orejas, nada. Es decir, un susurro entre la maleza nos había acompañado, haciendo eco de las pisadas del mago desde hacía menos de dos minutos, cuando se nos unió ¿A qué se refería con que había escuchado algo? miré a Hades, miré a Sybilla que había logrado descender con un par de esplendorosas alas negruzcas que se batieron entre ráfagas verde esmeralda; toda una entrada digna de los Macnair. Me pegué a sus piernas como un gato, aunque era consciente de mi tamaño, y traté de marcar mi esencia en ella, casi haciéndola caer.

 

Oír su tch, como si fuese la mascota del grupo me causó gracia.

 

Frente a nuestros propios ojos una turba de extraños ¡payasos! rodea a Demian y comienza a atacarlo sin piedad, no pude dar crédito a lo que veía y en un santiamén recuperaba mi forma humana, completamente desnuda al grupo, restándole importancia y aferrándome a la varita para cubrirme pronto de lo que canta un gallo, después de todo allí se encontraba mi cuñado —mal que me pese— miré a Cissy, totalmente confundida y absorta en lo que pasaba, aquellos seres parecían marionetas que arañaban la carne y arrancaban los cabellos platinados de Luxure. Me mordí el labio, la sorpresa me dejó una extraña opresión en el pecho.

 

—¿Es que ya no hay mortífagos normales?

 

Dije casi gritando. Hastiada. Añorando los viejos tiempos

 

Agité la varita con violencia al tiempo que nuestro repentino atacante buscaba deshacerse de nosotros y partí el aire en dos, así como —de haberme dejado— le habría partido el cuello. Sí, era la violenta de la familia, por ello no actuaba mucho. El haz de la noche surgió a centímetros más de mi, cuando apreté los dientes y conjuré un Fulgura Nox. Lo siguiente, con pocas pulgas, y eso que ya no era un perro, tomé a la castaña por el brazo a sabiendas que su esposo no la soltaba para nada y la empujé provocando una reacción en cadena; ella caería en el vórtice al igual que el vampiro, sabía que el golpe del otro lado me lo reprocharían pero ya más tarde pensaría cómo lidiar con la pareja.

 

Por último entraría yo y el vórtice se cerraría dejándonos a los pies de la cabaña de los duendes. Si había trampas para apariciones mágicas también lo sabríamos en ese momento. Lo único que me importó, por una fracción de segundo, fue mirar a la marioneta a los ojos y mascullar unas pocas palabras que sabía perfectamente llegarían a buen puerto.

 

—Tú nada más espera que de con tu creador...

 

Tendrían que maniatarme para que no le cayese a golpes.

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Tchs...

 

Fue casi un siseo cuando aparté a la peluda Arya de mí para evitar caer mientras planeaba cerca de ella, tomando a Hades de la mano y aún extendiendo una hacia Demian. Quizá si no hubiera conocido al mago no me habría parecido sospechosa la forma de actuar que tenía, como aletargado, ni siquiera parecía humano en absoluto... Pero siendo que había mucha gente rara entre los mortífagos, no le di importancia sino hasta que dijo que escuchaba algo. No, yo no escuchaba nada, pero los bellos de mis brazos se erizaron y me preparé, varita en la zurda, para enfrentar el peligro. Por supuesto, Arya fue más rápida, poniéndose cuasi a la par de Hades, ambos protegiéndome como si fuera algo a punto de romperme y ni me dieron tiempo a rodar los ojos cuando un montón de marionetas salieron de entre los arbustos y comenzaron a rodear a un Demian taciturno...

 

-Sabía que había algo malo con él- murmuré, mientras levantaba la varita para comenzar a lanzar hechizos a diestra y siniestra.

 

Pero parecía que la pelirroja tenía otros planes, porque convocó un portal y me empujó en él, haciendo que Hades perdiera el equilibrio y me siguiera. La caída fue abrupta y mis alas no resistieron el impacto, por lo que las hice desaparecer antes de que éstas lastimasen mi espalda.

 

-Umbra Corporis- dije a viva voz, mientras caía.

 

De inmediato, haciendo uso del poder Cuerpo de Sombras de mi clan, mi cuerpo se imbuyó en oscuridad, convirtiéndome en un avatar de tinieblas. Estiré el poder todo lo que pude para cubrir a Hades con él, de modo que en vez de caer duro sobre el suelo, sólo fuimos dos suaves hojas. Por supuesto, el golpe nos dio igual, pero más amortiguado. Aún no poseía control completo sobre esa forma avatar y tendría que seguir practicando pero, por el momento, nos había salvado de mayores heridas.

 

-Auch- me quejé por mi espalda adolorida, mientras tanteaba hasta dónde me llegaban las manos para ver si las alas repentinamente desaparecidas habían ocasionado algún corte. Era lo malo de la forma que había optado por crear. Las plumas negras no eran suaves como las de un ave, sino sólidas y afiladas, algo que podía usar si giraba sobre mi propio eje para causar estragos en la piel y hueso... claro que un mal uso también me ocasionaba daños a mí. Por suerte sólo mi ropa de batalla estaba dañada, nada en la piel-. Ya me olía que había algo malo con él... ¿no lo vieron? Tenía los ojos vacíos.. ni se inmutó cuando esas cosas lo atacaron- negué con la cabeza, despejándome.

 

Miré alrededor y noté que Arya había hecho justo lo que había optado por no hacer en principio: dejarnos mediante aparición a un lado de la cabaña. Me preparé para que estallara alguna trampa, pero nada sucedió. De todos modos, ese lugar no necesitaba encantos especiales para alejarnos... nada más con estar cerca a uno le daban ganas de correr en la dirección contraria.

 

-Deberíamos entrar a la cabaña, dejar los malditos recuerdos e ir a buscar el de El Santo... quiero salir de este bosque lo antes posible- mascullé, apretando los dientes.

 

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En la cabaña se encontraba un periódico con fecha de hace una semana. Éste había fue dejado por el mago oscuro cuando había pasado por ese sitio, pero los que allí viven jamás le vieron, por lo que ese espía tenía tiempo de haber pasado por ese lugar, recogiendo una llave, la cual le pudiera dar acceso a robar el tan apreciado recuerdo del santo.

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.

 

 

Tierra del olvido – Camino del desertor

 

Las criaturas de las sombras comenzaban albar gran camino de recorrido, rondando por diferentes sitios, el mago rompe la conexión con ellas, ya que había conseguido al fin el lugar donde moraba ese recuerdo, por lo que se encontraba un paso delante de los mortífagos, no obstante la Maestra del Puerto, pudiera dar fe de la traición del mismo, ya que aún no poseía el nivel de bloquear esa conexión. Sin embargo, las tierras del olvido eran perfectas para resguardarse del mundo.

 

-Al parecer les subestime.-

 

El mago oscuro seguía intentando resolver y encontrar el lugar donde se encontraba el recuerdo del hermano del santo, no obstante, se conseguí con su propio recuerdo, aquel que sacrifico para poder ingresar, no obstante, no podía acceder a este, en cambio se topo con otro , aquel dejado por un antiguo arqueomago.

 

Recuerdo del Arqueomago

 

Días pasaban y el reciente reinado del Archimago de la Muerte en la ciudadela que protegía era un caos, aquel cuyo nombre era Lord. Azrael Licaón, hijo de Uriel Licaón y padre del recién nacido, cuyo nombre era el igual al de su progenitor, por lo cual un plan se comenzó orquestar en su contra. Éste fue liderado por un viejo arqueomago cuyo principio de la magia era la oscuridad, pero sus fines era servir a la luz.

 

-Debemos destruir el linaje Licaón, ese sagrado y puro linaje de la Muerte debe finalizar, esos seres son en sí, oscuridad, traición y lujuria, no podemos permitir que Egipto, vuelva a tener un archimago de la muerte.- Comento un integrante del U.P.A

 

-Debemos tener cuidado, antes que si procedemos mal, puede verse realidad la profecía y el autentico heredero de Imoted, el primero en portar el cargo podrá regresar a la vida.- Advirtió el Regente. -Ademas, ese recién nacido fue prometido en matrimonio con mi hijo mayor, por lo que sería también parte de mi familia.-

 

"Así que el rumor es cierto, el heredero del linaje ha llegado al fin, pero si no se da la previsto, no podrá emerger su verdadero heredero." Penso el arqueomago. -Aunque, esos rumores son cuentos de camino, y si no se opone el regente, creo que podemos dar comienzo a la destrucción de esa casta sagrada.- Expreso e ideo un plan para desatar la destrucción a mundo, y así traer una verdadera esperanza a nuevas generaciones.

 

-No tengo oposición, igual faltan unos meses, para que el recién nacido, cumpla el ritual de vinculación con mi hijo.- Responde el Regente.

 

En ello el arqueomago se tranforma en cuervo y abandona la reunión.

Editado por Demian Luxure

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El hijo de la noche mantuvo los ojos en ambas Macnair y en aquel camino que Arya había planteado. Sin embargo, no pudo más que voltear y mirar hacia donde la otra Macnair apuntaba. Había dicho un nombre, uno que él reconocía. ¿En qué momento había llegado?, no lo había escuchado y eso era decir mucho con su condición vampírica. El Ragnarok lo observó atentamente, la verdad es que nada estaba cuadrando en todo aquello, ni la misteriosa aparición de su compañero y mucho menos el bosque y lo que tenían pro delante.

 

Observo a Arya y asintió. La observó cambiar de forma y suspiró. El Ragnarok podría convertirse también en animal, él era un animago no registrado y al menos por el momento prefería mantenerse así. Observo a Cissy esperando, quizás lo mejor era llevarla cargada en sus espaldas, al menos, así habría menos riesgo de sufrir un accidente.

 

-Y bien Macnair, te llevo en mis espalda o prefieres mis brazos? –pregunto el Ragnarok

 

El vampiro dibujo una mueca divertida y puso los ojos en blanco cuando sin decir nada su esposa había conjurado aquel poder de su clan y había hecho aparecer aquellas alas. La miro con cautela, la había visto usarlas y las ultimas veces no le había ido nada bien, sin embargo, debía darle el beneficio de la duda y confiar en ella. Por lo que el Ragnarok se acerco y le rozo la mano.

 

-Supongo que estar segura de esto –dijo el Ragnarok sin más.

 

Escuchó la petición de Cissy y por un segundo pensado que aquello era una broma, pero en los ojos de la Macnair había seguridad, no estaba jugando, ella en verdad deseaba que el Ragnarok usara aquel poder. Lo pensó muy bien, las últimas veces que lo había hecho y conjurado no había sido nada bonito, había salido todo mal, aunque él era de fuego, o más bien, aquel era su elemento regente no podía evitar escuchar en su cabeza las palabras de su tío y de aquella demonio que alguna vez acepto enseñarle la magia del fuego.

 

-Vale, espero no matarte –dijo el cainita concentrándose.

 

El Fuego de Tártaro apareció en sus níveos dedos. Podía sentir el cosquilleo del fuego recorrer su mano y todo su ser. Esta vez no iba a conjurar nada, simplemente iba a hacer lo que la Macnair le había pedido. Movió los dedos, no para proyectar el fuego, sino para hacer que este se incrementará un poco, así el aire caliente que necesitaba Cissy para elevarse se produciría sin ningún tipo de problemas.

 

-Estamos listos, vamos –dijo el Ragnarok tomándola de la mano y saltando con ella utilizando el fuego para controlar aquellas corrientes de aire que ella necesitaba.

 

La caída fue mucho mejor de lo esperado. Lo volvería hacer?, por la Macnair si. Una vez en el suelo todo se salió de control, en un segundo estaban atrapados o más bien rodeados por una especie de marionetas o payasos siniestros.

 

Bufo por lo bajo, no iba a permitir que ninguna de aquellas cosas hiriera a Cissy, si lo herían a él de alguna forma no le importaba, la prioridad es que la Macnair regresara a casa con su hija. Sin más el cainita conjuro el Hielo del averno creando un pequeño muro para defenderlos por un segundo mientras él utilizaba otros métodos. Observo as Arya volver a su forma normal, aun que desnuda la chica había sacado su varita y comenzaba también a deshacerse de aquellas cosas. Ladeo la cabeza manteniéndose en todo momento a las espaldas de Cissy. El Ragnarok era lo suficientemente inteligente para saber que la Macnair también querría pelear así que la dejaría hacerlo, no iba a dejar que ella no tuviera la satisfacción y siguiera utilizando sus poderes. Además, no quería una discusión cuando llegara a casa, una que solían tener unas 10 veces al dia por sobre protector. Luego de aquello volvió a conjurar el fuego de tártaro. Ahora aquellas llamas verdes como el fuego griego si tomaron forma, una forma animal, una forma que cualquiera con 4 dedos de frente podría reconocer, aquella era su marca, un Cancerbero, un perro de 3 cabezas guardián del infierno había aparecido. No espero la orden, ya aquella criatura sabia lo q debía hacer… Destruir y aplastar.

 

Una a una aquellas marionetas fueron cayendo quemadas, incineradas por aquel fuego que al contacto las derretía sin ningún tipo de misericordia. Por último, el hijo de la noche utilizo un Ataque Psíquico para conectarse con las que pudieran llegar de refuerzo, sin embargo, una vez que estableció el contacto noto que había algo mucho más raro en todo aquello. Las marionetas habían dejado de pelear y caían inertes en el suelo.

 

-Ok, eso es nuevo y no lo esperaba –dijo el vampiro en tono molesto.

 

Maldijo por lo bajo una vez que Cissy lo “empujo” hacia aquel portal. No sabía de dónde había salido ya que estaba más preocupado por proteger a su esposa que otra cosa. Por un segundo todo fue oscuro y luego mucho mas. El cainita sintió como aquel poder salido de la Macnair lo cubrió, aun así, sintió el golpe al caer.

 

-Esto no es viajar con estilo –dijo en tono entre molesto y burlón.

 

Un segundo después se dio cuenta de d0onde se encontraban. Al parecer de una u otra forma habían llegado de la manera que no habían deseado hasta allí. Por su mente pasaron imágenes de lo sucedido y logro entender que Arya era quien había conjurado el Fulgura Nox y los había obligado a cruzarlo, Cissy los había protegido con aquel poder y él se había encargado de eliminar suficientes payasos asesinos como para que no los fastidiaran en un buen tiempo, aun así, no iba a cantar victoria. Se levanto y reviso visualmente a la Macnair quien parecía ilesa sin ningún tipo de daño, más que el de la espalda cuando cayeron.

 

Así que… -comenzó a decir mientras observaba a Arya y a Cissy- supongo que gracias a ambas –dijo el cainita.

 

Asintió ante la sugerencia de la Macnair, lo mejor era salir de aquello de una vez. Se mantuvo atento, saco la varita y se preparo por si debía dejar otro trozo más de su alma con alguno de sus poderes del clan.

 

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Hades me observaba con mirada entre acusadora y preocupada, sabía que era por haberlo arrastrado hacia el portal sin previo aviso, pero esa no había sido mi culpa sino la de Arya, que me había empujado con fuerza inhumana. Por supuesto, aunque estaba enojada, una parte de mí lo agradecía porque sinceramente no hubiera sabido cómo atacar a aquellas cosas. Ragnarok sí había sido inteligente al usar el fuego verdoso que podía conjurar, que aunque peligroso había resultado útil. Esos dos, aunque se llevaban mal, eran buen equipo y ambos hacían lo imposible por protegerme. Hice un mohín... quizá debiera considerar al oferta de Hades de volverme vampira nuevamente.

 

-Si logramos salir vivos de este bosque, quiero que hablemos- le susurré a Hades, aunque era innecesario ocultarlo de Arya, que tenía el oído tan afilado como cualquier animal.

 

Varita en mano, atenta al entorno y sin esperar una respuesta afirmativa de mi prometido o siquiera ver si lo había dejado pensativo o preocupado, caminé con cautela rodeando al cabaña hasta situarme frente a ella. Aaron me había hablado de aquel lugar, el que había visitado junto a un grupo de jóvenes mortífagos meses atrás. En aquel momento su versión del lugar no me había parecido siniestra, más ahora me replanteaba si en realidad no le había prestado la debida atención al mago. En todo caso, ya estábamos allí y teníamos que ponernos en marcha.

 

****

Los duendes, además de no ser nada amistosos, eran terriblemente codiciosos, un razgo que aborrecía y admiraba al mismo tiempo. A un lado del caldero que se cocinaba en el fuego, un huevo reluciente brillaba con cientos de miles de hilos de memorias de otros que, como nosotros, habían ido hasta allí. Mi mirada pasó del duende macho a la hembra. Ya sabía lo que teníamos que hacer y lo que Arya esperaba que yo no hiciera... incluso lo que Hades me había advertido de no hacer.

 

-Un tercio de año de cada uno por la llave- dije en voz clara, mirando a Norma, quien en aquel momento se sacaba algo de una muela con un cuchillo que parecía muy afilado.

 

Sabía que tanto Arya como Hades tenían la vista clavada en mí, pero eso no me importaba. No iba a dejarlos sacrificarse... Yo había vivido muchos años y tenía muchos recuerdos de los cuales podía deshacerme. Ellos eran más jóvenes, menos recuerdos...

 

-Muy bien... pero que sean de buena calidad. Nuestro huevo no acepta cosas rotas- gruñó, señalando con una mano de afilados dedos hacia la chimenea.

 

Sólo entonces me giré para enfrentar a mis dos acompañantes, seria. Era hora.

 

****

Algún día hablaría de aquello de lo que me había desprendido a Hades y Arya, pero ahora no era el momento. El grupo de mortífagos se había dispersado al entrar al bosque y nosotros teníamos que alcanzarlos. Sosteniendo entre los tres la lámpara de aceite, la llave que nos permitiría entrar a la blanca mansión en medio de aquel terrible paraje, esperaba encontrarme con mis pares y así obtener el recuerdo de El Santo que estábamos buscando: el asesinato de su gemelo. Era crucial para nuestra lucha, para ganar la batalla contra ese loco que nos había robado nuestros secretos y amenazaba con destruirnos.

 

-No está muy lejos- murmuré, lo más bajo que podía y que sabía ambos me iban a escuchar.

 

Todo en aquel bosque hacía que mis músculos quisieran activarse y llevarme en la dirección contraria. Un par de ojos en la oscuridad, una rama que se rompía a la distancia... o el aplastante silencio que se cernía por tramos sobre nosotros. Un lugar maldito, con todas las letras.

 

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Cuando estuvimos en la cabaña permanecí detrás de Sybilla, como una niña, con el estómago en la mano vuelto un puño. Supe desde el primer momento en que pisamos el interior que no me haría caso, estaba convencida de que su esposo también era consciente de ello más nos separaba una brecha muy grande que se llamaba orgullo, el talón de Aquiles de los Macnair, una vez la castaña se dispusiera a actuar en efecto dominó para con nosotros, sería la última vez que le dirigiese la palabra, hasta que considerase tiempo suficiente del enojo.

 

Asentí, sin mucho más remedio, luego de que —al menos— tuviera la decencia de mirarnos a los ojos y esperar unos segundos para asegurarse de que la apoyaríamos o no conseguiría la bendita llave. Estábamos allí por eso, pero internamente no sabía si actuaba como una madre, como Lugarteniente o como alguien que necesita deshacerse de los residuos que algunos recuerdos podían dejar en la cabeza, aquellos que dolían o molestaban.

 

Temía perder el conocimiento, había una mesa cerca de mi a la cual me aferré luego de que con la punta de la varita extrajese el tercio de memorias que en mi cabeza anidaban para que formasen parte de aquel hermoso huevo platinado. Lo mismo hizo Hades, copiando a Cissy. Evité mirarlo a los ojos porque me aterraba que descubriese mis intenciones y las sacase a la luz, necesitaba locamente quitar el puñal que llevaba clavado en el alma hacía más de seis años.

 

Y con el movimiento de la muñeca que guiaba mi varita comencé a oír gritos, risas, llantos. Amenazas, sentí odio, rabia. El miedo se apoderó de mi, me temblaron las manos. Estuve a punto de caer mientras el escenario se sucedía a sí mismo más rápido que un perro de carreras persiguiendo al conejo hasta la meta. La voz de Leah, su tono tan brutal, su sinceridad —la echaba de menos, pero eso no se lo admitiría a nadie— el balbuceo de un bebé, el crepitar de las llamas. La marca de un ruiseñor a fuego vivo en la piel que precedía al refulgir de una hoja de cristal, la daga impregnada en sangre demoníaca que acabó con la vida de Sybilla Macnair.

 

Cerré los ojos y me llevé la mano libre a la garganta, luego a la boca, no sabía si iba a vomitar o no pero la pareja de duendes lo estaría disfrutando. Pasé años, vivencias con Castalia, el internado de Ámbar, el surgimiento de Juliette y la desaparición de Pik. Pero el fantasma de la Matriarca Macnair siempre presente en mi vida, me volví una mártir. La depresión se escurrió por mis dedos, la culpa, las noches en vela, los terrores nocturnos, las lágrimas, el eterno arrepentimiento. Pronto me invadió un frío gélido, como el que sentí cuando en el Tártaro me despojé de todos los recuerdos que me ataban a Aziid, estaba vacía, como una hoja en blanco, un lienzo virgen.

 

Caminé hasta Sybilla, estábamos listos para partir. Puse una mano en su hombro, guardé la varita y aceptamos el camino que nos tocaba para reunirnos con nuestros compañeros.

 

—Lo siento— Le susurré al pasar, dejándola atrás, dándole tiempo con su esposo, rompiendo mi propia, absurda, regla de no volver a hablarle. Percatándome de que quien me esperaba allí era Juv.

 

—¿Tienes mucho tiempo esperando?

 

Le pregunté.

 

@@Sybilla Macnair

@@Hades Ragnarok

@Juv Malfoy Croft

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