MISION In Itinere

[Rory Despard]

El recuerdo de las palabras de Lunita, quien tan amablemente había sido su guía para iniciarse en los secretos del Clan de Avalon, acudió a la memoria de Rory, justo cuando su compañero mencionaba que no tenía dudas sobre que aquella edificación era el lugar señalado por la profecía.

 

Le había costado ¡cuánto le había costado! Pero por fin, los poderes sacerdotales empezaban a fluir, ahora que él también dejaba que ese instinto y don fluyese sin pensamientos negativos que lo limitasen.

 

- Si estamos seguros, avancemos.

 

Era lo más inusual en él encabezar cualquier clase de comitiva, pero allí estaba recorriendo aquella superficie fría sin perder de vista a los demás y muy especialmente a Nathan, que después de todo iba ser quien tuviera la última palabra respecto al destino del jarrón. Era difícil intentar establecer un cálculo de la antigüedad que tenía ese enorme complejo, pero Rory notó pronto que el lugar requería de purificación pues había sido escenario de más de un enfrentamiento y derramamiento de sangre.

 

Sherlyn, sin lugar a dudas, era más habilidosa que él, pero aun cuando fuera pequeño, su ansia de colaborar también era mayor. Así que concentrando sus fuerzas, relajó el cuerpo para que por él la energía pura proveniente de la magia de Avalon empezara a circular. Concentrado como estaba, los puntos de energía oscura comenzaron a emerger. Porsupuesto, sus propias compañeros del clan de los oscuros resaltaban, así que afinó aquella detección hasta que visualizando el espacio, identificó cada resquicio y elevando las manos, comenzó la purificación espiritual del recinto.

 

Cuando terminó, sus ojos se volvieron hacia Nathan, de la misma forma que antes Martin lo había observado.

 

- Todo queda en tus manos- alcanzó a decirle, instándolo a que tomase el jarrón para que lo colocase en el lugar que Freyja deseaba.

[Nate Weasley]

Una sonrisa se dibuja en su rostro al ver a Martín y Sherlyn llegar hasta donde él y Rory están. Consciente de ello, esconde el gesto dirigiendo su atención hacia las paredes del lugar donde se encuentran, las cuales a simple vista parecen tener un tallado irregular pero con una observación más cuidadosa demuestran estar repletas de Runas Antiguas. Por unos segundos, el Weasley se cuestiona el significado de las mismas; a duras penas recuerda su clases de Hogwarts, en las cuales apenas prestaba atención, y nunca se decantó por expandir sus horizontes en aquellas ramas del conocimiento mágico. Bufa, frustrado, la ignorancia no era algo con lo que pudiese convivir fácilmente.

 

La voz de Martín llama su atención al resonar en las paredes. Nathan se ga sobre sus pies, y ve a los tres magos mirándolo atentamente. En momentos como aquellos, siente el peso de la responsabilidad sobre sus hombros; aún recuerda cómo años atrás recibió la bendición de la fuente del Templo Blanco que le otorgó sus poderes de Knight. En aquel momento, pensó que se trataba simplemente de una formalidad que evidenciaba sus progresos dentro del bando, pero con el tiempo ha aprendido a dilucidar el verdadero simbolismo detrás de aquel rango: él es el mentor de los más jóvenes – o más novatos, en el caso del Despard – y el sujeto supuesto a saber en situaciones como aquellas donde el camino a seguir no era tan claro.

 

Si tan sólo supieran que él estaba tan, o quizá más, perdido que ellos.

 

– Daimōn – no se le ocurre otra cosa que llamarlo a él; Seere lo ha ayudado antes, y está seguro que el príncipe maldito, malintencionado como pudiera ser en determinadas ocasiones, le será de ayuda en aquel momento. La figura incorpórea pero aún así bien definida de un joven muchacho se forma frente a él, justo en donde su varita se encontraba segundos antes. – Seere, necesito que memorices las escrituras en estas paredes y las recuerdes para cuando las necesite más tarde, ¿vale? – dirime al espíritu, quien inmutado asiente y se marcha hacia un rincón para iniciar el proceso de recolección de la información.

 

Ahora sí, Nathan se gira hacia su grupo.

 

– Creo que Freyja ha encontrado la forma de traernos hasta aquí. – confiesa, haciendo énfasis en su primera palabra, mientras rebusca en su monedero de piel de moke que ha sido encantado con un hechizo de expansión indetectable, hasta encontrar la manija que adorna uno de los bordes del jarrón.

 

El Weasley toma el jarrón por la manija y se dirige hacia el pedestal que yace en el medio de la habitación, lugar donde es evidente que la misma tiene que descansar. Suspira, resignado, esperando que aquel hecho sea al menos el comienzo del fin de la forma de salvar a la Orden del destino que Freyja tan ominosamente anticipó. Resignado, coloca el jarrón en el pedestal, y espera.

 

Uno.

 

Dos.

 

Tres segundos.

 

La tierra tiembla.

 

Y luego silencio.