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El Secreto de los Centauros


Mica Gryffindor
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Dados= 16 + 26 + 36 + 10 + 27 + 36 = 151


Casi todos se unieron a la carrera, alejándose de aquellos peligrosos lobos. Por fortuna nadie había salido herido del encuentro y no habían tenido que hacer daño a las criaturas que, a fin de cuentas, seguramente solo procuraban defender su hogar. Al igual que sus compañeros, corría e intentaba visualizar lo más posible dentro de aquel espeso bosque, intentando que la luz de su varita todo lo alumbrara.


Una vez lejos de aquellos lobos, cuando estuvieron a salvo, el silencio los volvió a envolver. Un silencio frío y desagradable, que los obligaba a estar alertas. Fue entonces cuando un gruñido o quejido, quebró aquella supuesta calma. La voz de Sophie resultó alarmante, sin dar explicaciones acerca de la procedencia del sonido, la vio apuntar la mirada hacia los árboles, y lo mismo hizo…


Necesitó llevar a su boca la mano libre para no gritar. Las arañas que allí se encontraban eran grandes y podían resultar bastante peligrosas. Fue entonces cuando su prima encendió la punta de la varita. No había dudas, se trataba de grandes acromántulas que no tardarían en atacarlos si no hacían algo a tiempo. Su mente quedó en blanco mientras las observaba.


Las palabras de Ellie le dieron un golpe en el pecho, no había logrado investigar antes de partir, de hecho, se sentía tan segura del grupo que la acompañaba que dudaba necesitarlo… ese era un gran error de su parte, ciertamente. No supo qué decir, así que siguió en silencio, intentando encontrar respuestas. Pero la voz de la misma bruja la llevó nuevamente a la realidad. ¿Qué había encontrado? Al pronunciar el hechizo lo supo, algo en aquel abeto no lo hacía un árbol común y corriente.


Tratando de ser lo más cautelosa posible se movió hacia el árbol señalado, alzó las manos para tocar el grueso tronco, pero al hacerlo su mano simplemente lo traspasó. ¿Acaso era una ilusión? No lo sabía ciertamente, pero estaba desesperada y quería sacarlos de allí.


-¡Por acá!- gritó a sus compañeros y, sin pensarlo dos veces pasó por donde se suponía que se hallaba un gran árbol, era una especie de portal hacia otro sitio del bosque, o al menos eso esperaba. Al otro lado ya no había arañas. Se movió unos pasos, era el mismo bosque sin dudas, el silencio seguía ahí…

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Lo cierto era que debían de haber previsto todo aquello. Naturalmente, debía de haber una razón por la cual el Magicongreso Único de la Sociedad Americana no enviaba a sus propios funcionarios en aquellas misiones o a resolver aquellas extrañas profesías: el riesgo era demasiado alto. En retrospectiva, el Weasley debía admitir que era una forma muy ingeniosa de engatuzar a la gente para que hiciesen sus cometidos: hagan esto por nosotros, descubran los secretos más recónditos de todo el mundo mágico, tráiganlo a nosotros y nos quedaremos con toda la gloria, y a cambio les daremos ciertas recompensas en dinero y especies, de los cuales tenemos de sobra. Visto desde afuera, ambas partes salían ganando pero... ¿cuál era el precio a pagar? El verdadero precio, esto es... ¿valía, siquiera, la pena?

 

Desde que los lobos comenzaron a perseguirlos y hasta que aquellas enormes acromántulas amenazaron con matarlos, todo sucedió demasiado rápido. No tenía idea si era la propia relatividad del tiempo o la adrenalina que incursionaba a toda furia por sus venas la que lo hacía tan fluido, etéreo e intransigente, pero le pareció tan sólo una fracción de segundo entre que estaban a salvo a estar en peligro, luego a salvo una vez más y por último en peligro de muerte. Tan rápido pasaba, que era fácil sobrever el hecho de que cualquiera de ellos podía perder su vida allí, y sin embargo como en tantas otras ocasiones era mejor hacer caso omiso de aquellos pensamientos y concentrarse en lo que tenían por delante, luego en el próximo obstáculo y así sucesivamente, hasta completar la misión.

 

Estaba seguro de que el resto hacía lo mismo.

 

Mackenzie, Zahil, Madeleine, Martin, Mica. En parte sabía y en parte esperaba que todos ellos estuviesen a salvo mientras trataban de zafar de las enormes patas de las acromántulas. Fue la Gryffindor quien logró encontrar un pasadizo que, fuese a donde fuese, probablemente los llevaría a un lugar mejor que donde estaban ahora. ¿Y si no? Bueno, pues sería cuestión de concentrarse en ello entonces... de eso se trataba. Nathan no lo dudó ni un segundo, y dejó que sus piernas guiadas por quien sabe qué lo llevaran hasta el portal, que los transportó hacia otro sector del bosque. No tenía forma de saberlo a ciencia cierta, pero no tenía duda de que estaban en el mismo bosque... había un aire de nosequé que era cuasi tangible.

 

¿Están todos bien?

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Mientras luchaba por no terminar siendo alimento de Acromantula, escucho de pronto la voz de su prima que les gritaba y miro hacia donde esta estaba, y justo ahí, a su lado, en un árbol se abría un portal que podía ser su salvación o su perdición. Dudo un momento pero solo uno, lo que sea que estuviese en el otro lado seguro era mejor que las arañas o eso quería pensar. Así que sin dudarlo mas, salió corriendo y entro de golpe por el tronco del árbol y salió en otra parte del mismo bosque donde ya estaban Nate y Mica esperándolos.

 

Se sacudió la ropa y miro a su alrededor, el lugar era aun mas oscuro y tenebroso que el anterior pero tenia el mismo silencio sepulcral que en la otra locación lo que indicaba que era el mismo bosque. Por un momento pensó en guardar la varita pero aquello se borro de su mente, si tenían que luchar contra otra criatura lo mejor era estar lista para ello. Se pregunto que tan adentro estaría la colonia de centauros y que tan agresivos eran, sabia que los centauros de hoy en día no eran tan civilizados con los magos como los de la época de Harry.

 

- yo si, no se los demás, espero que pronto nos alcancen, aunque seguro llegan en cualquier momento – contesto a la pregunta de Nathan. O eso quiso creer, después de todo, eran brujos poderosos casi todos ellos y no tendrían problemas con unas cuantas arañitas gigantes.

 

Se aparto de la salida del portal para dejar espacio a los demás cuando llegaran y se puso a revisar su mochila, quería estar bien segura de llevar todo lo necesario para protegerse en caso necesario y comenzaba a pensar que iba a ser mas complicada de lo que había pensado.

 

- ¿cuanto mas profundo creen que estén los centauros? – pregunto mientras esperaban al resto

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Escuchó el grito de Ellie justo en el momento en que un recuerdo lejano acudía a su mente, al contemplar aquel increíble ejército de acromántulas, capitaneadas por una monstruosa criatura que parecía sobrepasar tres cuerpos la altura media de sus gigantescos congéneres. Argon, la Acromántula del Destino, como la identificaba su viejo recuerdo recién recuperado, la miró a los ojos de una forma, tan aguda y penetrante, que a Mackenzie se le olvidó el grito de Ellie y lo que parecía haber encontrado, una vía de escape a la muerte segura que les esperaba si se quedaban allí.

—Eres Argon, ¿verdad? —Acertó Mackenzie a balbucear, mientras conjuraba un enorme escudo protector que le daba algo de margen frente a las criaturas que amenazaban con rodearles, mientras veía a los demás escapar por una suerte de pasadizo en el interior de un tronco de abeto. Al observar que la enorme acromántula continuaba mirándola fijamente, como si tratara de evaluarla, decidió continuar. —¿Porqué has abandonado tu guardia? —La incriminó con mirada severa.

—Humanos… detritos de la naturaleza… ladrones e insensatos… ¡Márchate humana! ¡Vete antes de que mi ira caiga sobre todos vosotros!

Mackenzie se mantuvo en pie, tratando de resistir la amenaza, sólo un segundo. Eran demasiadas acromántulas. Corrió hacia el viejo abeto que Ellie había señalado y huyó de aquel lugar tan rápido como pudo. A lo lejos, aún podía escuchar la voz de Argon mientras se alejaba.

—¡Insensatos! ¡Ladrones! ¡La Piedra del Destino será vuestra maldición! ¡Estáis cavando vuestra propia tumba!

Resollando, Mackenzie salió por el otro lado del pasadizo y respiró con alivio al ver a la mayoría de sus compañeros ya a salvo. No había duda de que era un lugar diferente del mismo bosque, pues el silencio ominoso persistía en el aire.

—No sé cuanto falta para encontrar a los centauros —respondió a la pregunta de Sofia, —aunque creo que antes de encontrarme con vosotros yo anduve por esta zona del bosque —comentó, al reconocer el paisaje laberíntico en el que se había perdido antes. —Más vale que tengamos cuidado, es fácil salirse del sendero y el bosque forma un extraño laberinto alrededor de esta zona. Creo que… —dudó antes de compartir lo que acababa de descubrir con sus compañeros—... creo que estamos muy cerca del lugar donde se custodia la Piedra del Destino. O quizás sería mejor decir, donde se custodiaba. Argon, la acromántula de la que acabamos de escapar, era su guardián jurado. Se suponía que nada podía hacer que se apartara del objeto que custodiaba, por lo que mucho me temo que haya sido robada o esté desaparecida de algún modo. ¿Alguno ha oído hablar de la Piedra del Destino?

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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  • 1 mes más tarde...
Al cruzar el pasadizo, la tranquilidad. Otra vez el denso silencio que se expandía alrededor de todo aquel bosque. La Gryffindor se sintió aliviada al ver a otros de sus compañeros cruzando el portal, sabiendo que había sido escuchada a la hora de atraer su atención. Todos parecían haber salido ilesos del incómodo momento, lo cual ya era un importante logro, teniendo en cuenta de que acababan de enfrentarse a temibles acromántulas.


Era evidente que ese bosque albergaba peligros mucho peores de los que esperaban. Encontrar a los centauros, en sí, sería un gran logro, pero aún más grande sería que el equipo completo llegase a esas instancias. Esperaba que así fuera, de verdad lo deseaba, no estaba dispuesta a sufrir bajas en el recorrido, se sentía responsable de que no ocurriesen.


Sentía el corazón algo acelerado al notar que tanto Ellie como Martín habían quedado rezagados. ¿Acaso no habían visto el portal? Era posible que la atención de ambos estuviese más bien fija en las gigantes patas peludas que los asechaban…


-Expecto Patronum -no cruzaría de regreso, no abandonaría a los que ya estaban de ese lado, pero la plateada leona que acababa de invocar se encargaría de llegar hacia ambos y conducirlos por el pasadizo, esperándolos hasta que se reuniesen con el grupo.


Solo así podrían avanzar, con la certeza de no estar dejando a nadie a la deriva. Dio un último vistazo hacia el sitio en que debían llegar, con la esperanza de que lo hicieran en ese último segundo, pero debió encomendarlos a su leona y avanzar, si no quería que algo más los encontrase allí quietos.


-Bueno, continuemos…- murmuró encogiéndose de hombros, demasiado preocupada e inquita por cumplir la misión que tenían.

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