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El regreso de la snitch


Martin N Roses
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Recordando sus viejas andanzas dentro del mundo del quidditch, irremediablemente volvían a captar su atención por completo. Dejándose de lado sus funciones como primer ministra de magia, el sentir el aire golpear su rostro como en los viejos tiempos, jamás terminaría de compararse con la sensación de atajar una quaflle que deseará colarse por el aro central o los exteriores. Memorias que llevaba plasmadas en lo más profundo de su corazón, gracias a sus viejas amistades de Hogwarts. Siempre diciéndole que era sensato que jugará un deporte tan competitivo como ese, desenvolviéndose con demasiada soltura al montar esa escoba.


Sobre la mesa de su oficina, reposaba un sobre que captará su atención de inmediato. Esperaba que no fuera alguna clase de invitación para otro coctel o en el peor de los casos, aprobar las nuevas leyes que estaban a nada del salir del honor. Todo se resumía a lo mismo, perder el tiempo en banalidades sin sentido que le sacaban la poca energía que quedaba en ella. Rompiendo el sello inevitable fue contener la sonrisa que iluminara sus labios de forma precipitada—Justo lo que estaba esperando, no pudo llegar en mejor momento—incinerando entre sus dedos aquel documento, no dejaría pistas sobre su paradero.


Necesitaba desconectarse un poco del mundo, retornar a esos tiempos, donde solamente importaba practicar para dar la mejor versión de ella como guardiana profesional de Quidditch. Desempolvando su saeta de fuego, esperando no romper nada, porque los años no pasaban en vano a decir verdad—El que aprender a volar como un dragón, jamás terminará al ras del suelo— soltaba una carcajada, sintiéndose como cuando su mejor amigo, le diera el mejor obsequio del mundo. Esos ojos verdes compaginados con los azules de ella, siempre crearon la amalgama perfecta.


—Vamos, vamos ya— se despabilaba volviendo al tema central. Formar parte de la reunión convocada por Martin, escuchar a todos los presentes y rematar dando a conocer su punto de vista. Nada demasiado complicado para una mujer como ella, solamente decir lo concreto y dejarse los rodeos de lado. Abriendo la ventana de par en par, montaba con elegancia su saeta, sintiendo la misma emoción que en su primer partido de Quidditch dentro de Hogwarts. Lanzándose al vació justo antes de tocar el suelo, elevaba con agilidad el palo de su escoba alcanzando la altura necesaria para surcar el viento sin problemas.


—Macnair díganme solo así—se presentaba saludando a todos con una ligera reverencia, poniéndose comoda dentro de la reunión. Había llegado en un tiempo record sin siquiera darse cuenta de ese pequeño detalle—Considero que el Quidditch, no cuenta con el apoyo real que necesita. No me refiero a los costales repletos de galeones, sino al valor que se le debe dar a cada jugador dentro y fuera del campo de juego—expresaba con sinceridad. Lamentando la situación tan deplorable por la que pasaba un deporte que debía ser elevado por todo lo alto sin pensárselo dos veces.

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Escuché lo que decían todos asintiendo a sus ideas, la lluvia de ideas seguía cayendo una tras otra, yo debía acomodarlas todas y luego dar mi parecer así que así lo hice, esperando el momento para hablar, la idea de regresar el Quiddicht era algo del todo esperanzador, le decías a los pobladores que aún había formas de creer en la magia y que la diversión podía ser una buena idea para apalear todo lo que pasaba en el mundo además de que la unión por el Quiddicht podría limar asperezas entre varios paises, no solo pensaba en Inglaterra, si no que en Francia, Alemania, Egipto y hasta en Roma, pensaba en todos los paises a la vez y una idea se le formo en la mente, solo que tenía que armarla bien para darla a conocer.

 

- Bueno estoy de acuerdo con Martin en todo este asunto, creo que podemos hacer algo a lo grande y si Inglaterra queda descartada porque no tenemos la infraestructura ni las formas de tener un partido de esta magnitud en estos momentos, efectivamente Roma sería un buen lugar para llevar a cabo el partido amistoso, estaba pensando en el antiguo Coliseo Romano, el que usaban los gladiadores en su tiempo para pelear hasta matarse, ¿Qué les parece? podría ser un lugar adecuado para llevar a cabo el campeonato de Quiddicht, así mostraríamos unido a Inglaterra, Roma y Francia, sería un lindo mensaje a toda la comunidad mágica, que el pais sigue funcionando pese a todo y pensándolo como fanática, la vuelta al Quiddicht será una forma de darle descanso, respiro y recreación a la gente y darle esperanza, la misma que necesitamos todos en este tiempo que corren, así que si cuentan conmigo para realizarlo todo y por supuesto, si están de acuerdo, estaré allí velando por la seguridad del evento - Dije emocionada y feliz de poder aportar mi granito de arena a tamaña empresa que estábamos por empezar a pensar y construir -

 

- Lo que también quiero que pensemos muy bien es la forma de comunicarlo al publico y la repercusión que podría tener todo esto, quiero que Inglaterra quedé bien parada y que no parezca que intentamos obviar los problemas que tenemos con Quiddicht, así que debemos ver la forma de comunicarlo de la forma correcta, no se quien se encargará de eso, supongo que el profeta o algunos diarios de Roma, pero lo que sí es que tenemos que estar pendientes también de que todos tengan lo que necesitan para armar el juego, vestimenta, escobas, snicht y demás cosas, si se que suena ridículo lo que digo y que se entiende que si tienen todo eso, pero debemos cerciorarnos de que así sea, para tener un partido original y por supuesto para darle a los aficionados un verdadero partido de temporada, además así nuestra imagen se alzara y seremos bien vistos, ¿Qué les parece la idea? - Les pregunté entusiasmada formulando mi hipótesis, a la espera de sus otras ideas -

 

 

Volví a pensar en cuanto me gustaría que Elvis estuviera aquí en esos momentos, ¿Cuánto tardaría en poder acostumbrarme a esto? suspiré diciéndome que concentrarme en el trabajo me haría bien, mantenerme enfocada en la seguridad del juego más importante de la temporada y quizas del año, podría ser una bonita forma de honrarlo y además quería regalarle los juegos, sabía de su pasión por este deporté, así que haría que desde el lugar en donde esté, se sienta completamente orgullosa de mí, le regalaría el mejor juego de la temporada y me encargaría personalmente de que así fuera, solo esperaba poder lograrlo y que todo me saliera bien, solo debía de enfocarme en la seguridad de todo y darles a todos un respiro de tanto entuerto político que se respiraba en la calle por estos días.

 

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La propuesta de Martin fue algo inesperada ¿dentro del campo? ¿ella? Debería estar bromeando. Lamentó en aquel momento el haberle comentado en alguna ocasión su gusto por el deporte mágico y cómo lo había practicado como pasatiempo tiempo atrás. No sentía que estuviese preparada para algo así, pero tampoco podía reclamarle ni manifestarse en contra de su idea en aquella situación.


-En últimas instancias y a falta de jugadores más calificados…- fue la única respuesta que pudo emitir, con la clara señal de “luego lo charlamos” en su verde mirada.


El resto de lo comentado le pareció perfecto. La Gala de San Valentín era un momento perfecto, en que la comunidad se congregaba en un solo sitio con motivo de los festejos y un entretenimiento más sería siempre bienvenido. Conocía la mirada del Black, y sabía que en ese momento estaba soñando en grande. Se quedó unos momentos contemplándolo, intentando adivinar las ideas que podrían estar cruzándose por su mente. Ya indagaría más tarde.


Las palabras de Juve sonaron adecuadas, pues era real que no se contaba con respaldo ministerial para aquellos que quisieran dedicarse al juego como ocupación de tiempo completo. Desde el fallido Mundial, los grandes equipos habían empezado apagarse poco a poco hasta desaparecer. Muchos grandes clubes ya no entrenaban ni “por si acaso”. Tal vez la idea de una prueba pudiera animar a todos aquellos jugadores que habían quedado en el olvido.


La mente de Luna viajó más allá, tomando el hecho de que se realice en Roma y proyectando en un sitio monumental: el Coliseo. ¿Acaso serían autorizados a tanto? Sonaba algo demasiado grande, pero no podían descartarlo. Tal vez si lograban el entusiasmo, y los cuidados, suficientes… pero era adelantarse mucho. De seguro el Director de Deportes ya tendría en cuenta las posibilidades y tomaría todas aquellas ideas.


-Recuerda que hablamos de un solo partido para comenzar, Lunita. No creo que estemos en condiciones de mucho más hasta tantear terreno.- frenó un poco las ideas de su sobrina que ya volaban demasiado alto, según su entendimiento.

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En muchos casos todo lo que se estaba aportando era esperanzador para que el Quidditch volviese. El deporte mágico era algo que todo el mundo necesitaba. Era una forma de entretenimiento, una manera de pasarlo bien y de olvidar cualquier clase de problema. ¿Quién pensaría en sus problemas personales si estaba disfrutando de un espectáculo digno de admirar? Todos tenían que poner de su parte para hacerlo realidad. El australiano permaneció en silencio durante un tiempo, deseando seguir escuchando.

 

Le estaban provocando esperanzas, esperanzas de que todo volviese. Antes que jugador había sido un gran aficionado, así que seguramente animaría a cualquier participante. No podía negar que le tentaba la idea de volver a los terrenos de juego aunque fuese para un partido de exhibición, pero fue algo que solamente se imaginaba en su cabeza. Por tanto, le sorprendió cuando se lo ofrecieron. ¿Volver a jugar? Nada más que comprobó que esa posibilidad podía ser real emitió una amplia sonrisa.

 

¡Cuenta conmigo! —exclamó. Daba su palabra de que podían contar con su presencia dentro del campo y que haría todo lo posible para que los aficionados se divirtieran. Como jugadores, era su obligación hacer que todo el mundo se lo pasase como nunca antes. Sabía que si lograban hacer que a los aficionados lo pidiesen a gritos, nadie podría evitar que el deporte acabase volviendo para quedarse. No se entendía el mundo mágico sin aquella clase de eventos deportivos.

 

Venga, no seas tan ambigua. Apúntate... —dijo mirando para la mujer (Mica). —Tú misma has sido la que propuso armar equipos para no tener que utilizar exclusivamente jugadores profesionales, no puedes echarte atrás. —la animó. No sabía cuáles eran sus motivos para dudar, pero la idea que ella misma había dado le había dado gustado y era positivo para todos que jugasen tanto jugadores profesionales como aficionados. No era un partido de competición, aunque seguramente todo el mundo quería ganar. Además, una jugadora más, era un paso más para que todo se hiciera realidad.

 

Por si fuera poco, el lugar donde parecía que tenían más opciones de llevarlo a cabo le gustaba. Hacerlo en Roma sería especial, siempre había sido una ciudad que le había agradado y estaba convencido de que el lugar haría que todo resultase más mágico. Además, en un evento tan importante como la gala de San Valentín el número de magos y brujas que se encontrasen en aquella ciudad sería bastante amplío y estaba convencido de que todo tendría mucha repercusión.

 

El Coliseo Romano sería genial, pero me preocupa que alguno de los participantes se tome muy en serio la historia del lugar y algunas de las blugders tenga más intenciones de matar que de arrebatar la quaffle al cazador. —comentó pensando en que él, salvo que no fuese posible, sería uno de los cazadores, de los encargados de marcar los goles. No tenía miedo, realmente esa posibilidad le parecía hasta divertida.

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— El Coliseo Romano es la cereza del pastel, no creo que exista mejor lugar que ese para realizar un juego de exhibición—comentó a nadie en particular. Era como volver a sus años dentro de Hogwarts, colocarse sobre una escoba e intentar esquivar todo lo que le viniera en contra. Hace poco había retornado a sus ratos de ocio, el jugar uno que otro partido de Quidditch, nada demasiado técnico a decir verdad. Pero la idea de escuchar las gradas plagadas de gritos y vitoreos, no hizo más que ensalzar sus ganas por formar parte de esa idea tan genial. Dejarse de lado los complejos centrándose únicamente en pasar un rato ameno con el equipo, al que le tocará pertenecer..


— No me considero del todo experta, pero me defiendo—confesó mirando a Mica. Era como ponerse una soga en el cuello y esperar que tirarán de ella. Pero poco le importaba verse humillada en algo que resultaba ser la mayor parte del tiempo en extremo divertido y catártico. Sus años dentro de Slytherin, le dotaron sin duda de capacidades en lo que se refería a ser una buena guardiana, jamás se le escapó una sola quaffle en sus años mozos. Claro que no era lo mismo estar delante de jugadores profesionales o amateurs.


Ella siempre se colocaba por encima de la media, culpando a su vena competitiva y arrogante. Poco o nada, porque para ella no existían los términos medios— No me han invitado a jugar, pero podéis contar conmigo—se metía de forma inesperada en la lista. Quizás su osadía no fuera bien vista por los presentes, pero vamos nadie podía limitar en ningún aspecto o sentido a Macnair. Siempre yendo a su paso, aventurera de nacimiento y empecinada en conseguir todo lo que deseaba sin importar lo que eso costará.


— Puede que haya uno que otro lesionado. Pero, ¿Qué es el Quidditch sin esa emoción extra en cada golpe que se lanza contra la bludger o en la adrenalina que siente el buscador al estar a metros de pillar la tan codiciada snitch?—formulaba esas preguntas sin esperar ninguna clase de respuesta. Todo se resumía a jugar buscando pasar un rato ameno entre amigos o desconocidos. Esa clase de festividades siempre acarreaban a millones de personas que pagaban lo que fuera por sentarse dentro de las primeras filas del Coliseo Romano.


— No se pierde nada intentando o ¿si?—cerrando sus ojos meditó un momento tras escuchar al resto de los presentes. Cada uno daba su punto de vista y agradecía que todos pudieran llegar a un equilibrio respecto al tema. Confiaba en las capacidades de Martin, le conocía poco, pero eso no le daba pie para dudar de que haría un excelente trabajo como organizador de ese partido amistoso de Quidditch.

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Como una chispa fue la primera idea propuesta para el quidditch, hasta llegar a formarse una verdadera llama de fuego que no se apagaria hasta cumplir su prometido. Kraven también se inundaba de esa chispa por querer revivir el Quidditch, en eso tenía un poco de experiencia. A medida que cada uno exponia un poco de las ideas para llevar acabo un partido de exhibición, recordaba el mundial que él había intentado organizar en Salem, Estados Unidos. Si bien todo había salido correctamente al principio como todo siempre algo debía salir mal, en este caso con extremas repercusiones en un evento de gran magnitud. En ese tiempo el inquisidor no existía y el Estatuto del secreto se mantenía como en el pasado, siempre existía algo o más bien alguien que tenía antojo de sabotear todo su proyecto. Kraven intentó reparar pero el daño estaba hecho, el

Mundial debía cancelarse a mitad de este.

 

Ahora se proponía a llevar acabo un partido en la antigua y mítica ciudad de Roma. Más precisamente en el Coliseo Romano, donde gladiadores habian muerto bajo feroces batallas de espadas de hierro entre muggles. El alemán asentía con cautela analizando cada palabra que los presentes daban por el partido de Quidditch a celebrarse. Martín además de apoyarlos los invitaba a formar parte de algún equipo para jugar. El castaño alzó una ceja interesado en ello, hacia bastante tiempo que no jugaba profesional o amateur en las canchas. Pero con una sonrisa de par de par Kraven aceptó jugar en el juego.

 

--Yo aceptó unirme algún equipo, jugaré en la posicióan de cazador si no les molesta .. --- Decía Kraven recordando sus días de jugador profesional de deporte mágico a elección.

Editado por Kraven Von Alexandros

 

 

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Sus preparativos para salir tras su idea de ir en búsqueda del mago Kraven Von Alexander, un hábil jugador de quidditch, fueron sencillos, no siendo problema usar sus métodos de investigación, algo útil que aprendió en su tiempo como funcionario Ministerial, uno de los Departamentos que muchas satisfacciones le hizo recabar, por lo que tras sus pesquisas, termino acudiendo al Ministerio mágico.

 

El lugar es bastante distinto a como lo recordaba, alejado del mismo por encontrarse el mayor tiempo del día en Escocia, apoyando a las reinas con los asuntos de la nación y también en mantener "su cortina de humo" como integrante de una banda musical, al menos ahora debido al "Edito sobre el Estatuto Internacional" ya no se siente con la necesidad de conservar dicha relación con la banda, no, estaba libre, aunque falta determinar si matar a sus compañeros en uno de los conciertos que está programado para la próxima temporada de verano... se regodea con la idea de divertirse al ejecutar ese posible atentado, necesita planearlo adecuadamente y sacar provecho con su ejecución...

 

Por ahora se presenta al Ministerio, especificamente al Departamento de Deportes y juegos mágicos, su puesto como embajador le abre vía libre para asistir, el Dracony empleo su diplomacia y su elocuente hablar para que el encargado apostado en la puerta. le cediera paso a la oficina del director del Departamento, que precisamente celebraba una reunión muy importante sobre el quidditch, deporte del que el Ryvak solo ha escuchado referencias pero por el cual tiene un gran interés personal.

 

Después de expresar que es él uno de los magos interesados en apoyar el deporte mágico por excelencia, ingresa a la sala donde hay varios magos reunidos, aunque le alegra ver que también hay varias brujas de reconocido nivel mágico como Juv Macnair Hasani y Lunita Gryffindor Delacour. Su voz segura de si, da a todos un respetuoso saludo, aparece un asiento cómodo en el cual toma su lugar en tan peculiar reunión. Puesto que él es alguien que poco sabe sobre el deporte en cuestión del que los demás comentan y dan a conocer sus propuestas, el peliverde escucha al resto, pero aunque por ahora no puede aportar algo a lo que se expone, lo que si siente es una emoción creciente.

 

Su mente va imaginando que se logra organizar aquel partido amistoso, el entusiasmo que se origina por dar "vida" a ese proyecto. es por demás contagioso, se inclina hacia el frente aunque aún no tiene definido que posición jugar, es algo que se pensará bien, pero de que se pronunciará como interesado, es algo que hará. Habrá que utilizar esa maestría en escoba que logro obtener y su gusto por las acrobacias que ejecutó en su examen para su licencia de vuelo, sortear toda clase de obstáculos en aquella singular carrera, le despierta aún ahora, esa emoción que dispara la adrenalina y la cual desea volver a experimentar.

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David fue el primero en apuntarse para integrar el improvisado grupo de jugadores, y la alentó a que hiciera lo mismo. Se mordió los labios, nerviosa de solo pensarlo. No creía que fuese apropiado, ya que no era una buena jugadora y de seguro habría mugar para muchos más, así que no dijo nada. Se encargaría de charlar al respecto con su pareja, e intentaría convencerlo de todos los motivos por los cuales había manifestado esa repuesta. Pero no dejaría que los equipos quedasen incompletos, y participaría si así era preciso. Eso era lo que pretendía.
La idea de que todo se desarrollase en el Coliseo Romano parecía haberse instalado y sonaba cada vez mejor. Juve fue la siguiente en apuntarse, aparentemente sin demasiada confianza, pero con ganas de poder hacerlo. Era una buena iniciativa, tal vez si había más gente amateur como ella sí se atreviera a formar parte de algún equipo.
Por último, Kraven se apuntó. Eso la hizo sentirse algo más intimidada, puesto que sabía que él era un jugador profesional y no un amateur como el resto. No obstante, se sentía muy bien al saber que eran tantos los interesados en que el deporte mágico tuviese sus inicios, y aún más de que el plan de Martin estuviese llegando a buen puerto. Esperaba que se cumplieran sus objetivos y haría lo que estuviese a su alcance por lograrlo, era lo que se estaba proponiendo desde el principio.

-Genial, y creo que también habrá que abrir convocatoria al público, para evitar quejas...- sonrió, emocionada ante la idea.

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Terminé de leer aquellas líneas y solté el papel. Estaba totalmente desorientado en aquel ámbito laboral inestable, donde siempre se complicaba encontrar algún empleo tanto decente como buen pago. Al pasarme a vivir a una comunidad mucho más grande, parecía que las necesidades también lo eran, como los problemas. Pero aquel pergamino que había pertenecido a Mica Gryffindor, recitaba que la reunión se llevaría en media hora en el Departamento de Deportes Mágicos.

Había decidido en aprovechar cada oportunidad que se me daba, intentar tantear el panorama para ver qué sucedía y aquello era la intención. Me acomodé listo para partir al Ministerio de Magia y eso hice, apareciendo desde la red flú para llegar al Atrio. Mientras sacudía mi túnica y me dirigía a aquel despacho, estaba pensando de qué manera sería mejor presentarme. Pasé desde al ascensor a aquel puñado de magos y brujas que comentaban lo grandioso que sería implementar nuevamente el Quidditch. Aunque algo no tan grande.

Yo creo que cuentan conmigo para la parte organizativa a nivel deporte. Podría corroborar que el Coliseo esté apto, que los equipos presenten los requisitos necesarios para participar tanto como inscripción como también dentro de la cancha —hablé después de un rato, justo cuando decían que también necesitaban publicidad. Tal vez mi madre era mejor en eso que yo—. Ya saben… controlar las escobas, ver que las pelotas estén en perfectas condiciones —miré a algunos allí. ¿Qué hacía en medio de ellos? Ni ellos se habían dado cuenta de mi llegada —y a la hora del partido, poder arbitrar, si lo permiten.

 

Me crucé de brazos por detrás de mi espalda. No estaba seguro con cuán experiencia necesitaba contar para que ellos aceptaran mi idea. Pero si íbamos al caso, había un millar de opciones para mantener seguro el sitio donde iba a ser el estadio, como también que dentro los participantes no utilizaran su varita en el partido. Las pelotas podrían llegar de manera segura y que no fueran alteradas mágicamente. Y de afuera estaríamos sin ep peligro que corríamos todos los magos por la última amenaza que había resultado ser el Inquisidor. Era un evento completamente mágico y no rompíamos el Edicto que había impuesto la Ministra de Magia.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Luna Gryffindor Delacour- Empleada del Departamento Auror de Gran Bretaña

 

Nada le ponía tan feliz que su idea fuera tan bien recibida, aunque cuando mi tía Mica dijo que deberíamos de ser un solo partido para tantear el terreno entendió que estaba volando demasiado alto con sus expectativas pero no dejaría su idea de lado, era cierto que quizas hacerlo allí sería complicado pero ¿Qué era la vida sin algo de complicaciones? absolutamente nada y se dijo que lo lograría, tanto porque todos parecían entusiasmados con la idea así que ¿Qué perdían con intentarlo? era solo probar suerte haber si lo lograban y ella haría lo que fuera por el Quiddicht tanto porque adoraba el deporté porque amaba verlo jugar y era aficionada a verlo siempre que jugaban allí estaba en primera fila alentando a su equipo, en su momento Gryffindor y ahora Inglaterra contra quien fuera su contrincante por supuesto.

 

- Se que estoy volando alto pero eso es porque confió en que podamos hacerlo, además tenemos buenos jugadores y porque no darle al publico la alegría de ver este hermoso deporté en las gradas como antaño hacían creo que harán que vuelvan a confiar en nosotros, además de que sería un lindo momento, piensen que personas de todo el mundo vendrán para verlo, además de que tendremos jugadores profesionales en el tema, sin contar que la seguridad estará cubierta, yo misma me encargaré de eso por supuesto, así que si lo hacemos hagámoslo a lo grande y el coliseo romano me gusta como lugar para festejar el partido de Quiddicht, así que ¿Querrían hacerlo? se que suena utópico y absurdo, pero quiero hacerlo y se que todos juntos podremos lograrlo así que ¿están conmigo? - Les pedí luego de escuchar la alegría generalizada y el entusiasmo de todos por mi amado Quiddicht -

 

Sonreí por el apoyo de David y porque parecía que estaba contento de que el Quiddicht regresará a todo dar, me pregunté si podríamos lograrlo y si habría alguna manera de que el deporte mágico por excelencia vuelva a la comunidad mágica, hasta ahora eran todas palabras, palabras que esperaba que se hicieran realidad en algún momento y porque no, que esperaban que lográramos unirnos a todos, algo que esperaba que pasará más temprano que tarde, tanto Juv como Kraven también estaban entusiasmados con la idea y nada me ponía mas contenta que esto nos uniera a todos, porque la finalidad del Quiddicht era unirnos a todos sean del equipo que fueran, así que adoraba que el deporte logrará eso y eso era lo más importante de todo, unirnos en estos momentos tan difíciles que corrían.

 

Fruncí el ceño cuando vi aparecer a Mael por allí, no era que no lo quisiera en la reuníon, era que no pensaba que le interesaría el Quiddicht pero le sonreí feliz de tenerlo como aliado esta vez y es que parecía que el deporte mágico podía unir a todos por igual, sin importar porque motivo todos estábamos allí unidos para traer alegría a la comunidad mágica y a todos sus habitantes así que me dije que cuanto más sean sería mejor y estaba alegré de que quisiera acompañarnos además de ayudar a que todo saliera la mar de bien.

 

- Bueno, me alegra tener tu ayuda, Mael, por lo pronto nos vendría bien que te fijaras lo de los equipos para que puedan participar tanto adentro de la cancha como antes de inscribirse y que sean los que dicen ser, quiero decir que no este ni uno más ni uno menos, una vez me paso que alguien dijo que iba a ir, luego no apareció y tuvimos que apañárnosla con los que habían y los suplentes que éramos en ese momento, se que eso no nos pasarán, pero nos vendría bien tu ayuda, además de que te fijes que todo esté en perfecto estado, las escobas, las pelotas y ¿arbitrar? por mi no habría problema pero no sé que pensarán los demás, así que bienvenido a bordo y porque logremos traer el Quiddicht a todos - Le dije palmeándole la espalda feliz de tenerlo con todos nosotros y preguntándome si no estaría sonando muy optimista sobre las posibilidades de poder jugar en el Coliseo Romano -

 

Me ponía contenta de tener a todos reunidos allí y me preguntaba si volar tan alto no sería perjudicial para mí, sabía que era muy imaginativa pero temí que mi tía Mica tuviera razón en todo esto, ¿Qué pasaba si mi idea no podía llevarse a la realidad? amaba el Quiddicht y quería dedicarle el partido a mi papá, Elvis se merecía un partido a todo dar y ¿Qué mejor que el Coliseo Romano para honrarlo? así que me prometí que lo intentaría me costase lo que me costase aquello, además ya tenia a dos que querían volver a jugar así que, ¿Qué perdía con intentarlo? absolutamente y aparte de todo eso, haría volver el Quiddicht que eso era lo más importante de todo, porque traer felicidad y alegría a los habitantes de Oterry en estos momentos, era lo que más quería en el mundo, mostrarles que aún había motivos para celebrar y festejar era lo que quería darles, un motivo para que sean felices aunque sea por unas poquitas horas y si estaba en mi haber hacerlo, lo haría además tenía a varios de los mejores magos y brujas reunidos allí, así que me prometí que lo lograríamos todos juntos, porque unidos no había cosa que no podamos llevar a la realidad.

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