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Edicto sobre el Estatuto Internacional del Secreto en territorio inglés


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Luna Gryffindor Delacour- Empleada del departamento Auror de Gran Bretaña con la Ministra @@Sagitas Potter Blue.

 

¿No era conveniente llevarle la contraría? ¿eso era una amenaza o qué? suspiré cuando dijo que amaba a mi padre, yo también lo amaba y lo extrañaría por demás, sentí una sensación de vacío extrema que no pude explicarle en esos momentos, pero me concentré en lo que decía, ¿su enemiga por no estar de su lado? me crucé de brazos pensativa, no quería ir a la cárcel por mis negocios, pero eran mis amigos y ahora ¿Qué haría? ¿tendría que dejar de comerciar con muggles? gruñí por lo bajo, no se lo diría pero era parte importante de mi patrimonio y no quería deshacerme del ingreso que me había permitido vivir tan holgadamente como mis posibilidades me permitían.

 

 

- Sagitas, se que amabas a mi padre, porque era el mejor padre y jefe del mundo, pero al margen de eso, ¿dices que no puedo llevarte la contraría? ¿me estas diciendo que no puedo pensar distinto? entiendo lo de que nos prohibieron la magia y que por eso no los quieres, pero tienen que entender que ellos tienen miedo a lo desconocido como todo el mundo, además imagínate que alguien se te presenta y te ataca con una varita, ¿no te asustarías si no entiendes que es eso? No los considero traidores, solo temen a lo desconocido y reitero, ¿puedes culparlos? tu no eras así, es más jamás pensé que tendría que estar en desacuerdo con algo que haces, pero ya ves si a ocurrido - Le dije con mi repique de campana más alto de lo habitual -

 

Suspiré pensando en como explicarle mi necesidad de tener sus inventos muggles y su dinero, que era un patrimonio importante de mi dinero mágico, algo que muy pocas personas sabían, ¿se lo decía o me quedaba callada? pero ella quería saber porque comerciaba con muggles y además la payasa que yo conocía nunca me haría ningún daño ¿o no? así que mejor era ser sincera con ella, porque antes de ser ministra era mi amiga o así la seguía considerando la vampiresa.

 

- Necesito sus inventos porque así me sustento en el mundo mágico, si admito que cambio dinero muggle por mágico, ¿ahora eso será un crimen? además de que sin sus computadoras perderé un caudal importante de dinero, las patentaba y se las vendía a Alemania, Rusia y Francia y ellos me daban un porcentaje de sus ventas, que como comprenderás era en euros y dólares respectivamente y era mucho dinero o lo seguiría siendo si no fuera por el bendito Edicto que dictaste, no quiero llevarte la contraría pero estoy en desacuerdo con lo que estas haciendo, me impides seguir mis negocios y eso es lamentable por demás, ¿estás segura que es lo mejor para todos? los muggles jamás me hicieron nada y ellos no sabían que era bruja, yo mantenía en secreto mi identidad, solo pensaban que era una fanática muggle de esas locas que compran cosas para luego re-venderlo todo, así que no era un crimen lo que hacía - Le dije contándole algo que muy pocos sabían y arraigándome a que se enojará conmigo o algo así -

 

 

- ¿Tendré que anotarme en algún lado? ¿solo por tener sangre mestiza? se siente como si fuera una paría o algo así, ¿estar de tu lado dices? se que papá te apoyaba arduamente, pero por mucho que lo amé no soy mi papá ¿no te parece? no puedo estar de acuerdo con esto que estas diciendo, no sé como esperas que esté de acuerdo con algo que suena horrible para todos ¿no te das cuenta que esto es peor para vos? los muggles son mis amigos, ellos me cuidaron y me quieren mucho, no solo comercio con ellos, son mi familia, casi tanto como la Gryffindor o la Delacour, a lo que voy que no era solo por mis negocios, el hecho de no poder tener contacto con ellos me destruiría más de lo que ya lo estoy de hecho si quieres la verdad, el edicto suena dictatorial y horrible, jamás pensé que no estaría de acuerdo, pero no lo estoy, no diré que esta bien algo en lo que no creo, es como si le diera una abrazo a Aaron diciéndole que concuerdo con su idea de supremacía de sangre, ¿entiendes lo que digo? ósea eso no pasará, como tampoco me puedes pedir que este de acuerdo con esto, porque va en contra de mis ideas y lo sabes - Le dije hablándole con más firmeza de la cuenta, intentando hacerle ver mi punto de vista sin alterarme demasiado -

 

 

Nunca podría estar de acuerdo con esto, sonaba horrible, arbitrario y hasta desleal, esta no era la Sagitas en la que yo había creído y confiado, esta no era mi amiga más querida ni mi payasa divertida, ¿Quién era esta bruja? ¿Qué le había pasado a mi amiga? sabía que el poder te cambiaba siempre pero jamás pensé que tanto, además la idea de estar en su contra me revolvía todo, era como si me hubieran dado otro dardo en el corazón, uno más de los que en realidad no sabía si podría sobreponerme, ¿Cómo se le ocurría pensar mal de los muggles? sabía que algunos nos querían lastimar y entendía esa parte, pero ella también tenia que entender que había muggles buenos y confiables, que no merecían que se los castigará de esa manera y eso era lo que intentaba hacerle ver, lo que perdíamos con este edito del todo absurdo y tonto por demás.

 

- Estaré de acuerdo contigo siempre que tus medidas y políticas estén de acuerdo con mis ideas, no puedes pedirme que este de acuerdo con esta medida, ya creo que te dije que no lo estoy, pero no por eso dejarás de ser mi amiga o mi payasa favorita, ¿sabes? a veces los amigos difieren de sus ideas, pero no dejan de ser amigos ¿no? - Dije sonriendole amablemente, porque de veras que ella era mi amiga, aunque sus medidas no fueran las adecuadas o las que yo tomaría en su lugar -

 

@@Sagitas Potter Blue

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Apoyé una mano en el borde de la esquina de aquel edificio. Maldije por lo bajo al ver que la entrada al Ministerio estaba más llena que de costumbre (aunque solo había asistido dos veces a la institución). Apreté mis dientes y mi puño, confirmando que mi madre tenía razón. Tenía algunos objetivos en mente y aquel día era el elegido para recurrir al Ministerio de Magia. Aunque tal vez no era el mejor, porque había salido publicado aquel Edicto.

Tenía que admitir que los muggles no me afectaban para nada. No me molestaban pero tampoco los ignoraba. Aunque si era por mí, los habría alejado para que no nos molestaran. Aquellas prohibiciones que había escuchado sobre la ONU, los ataques al Inquisidor y todo lo sucedido con el ex patriarca Gryffindor, me daban mucho qué pensar, especialmente sobre ¿Qué tenía de malo mostrarse al mundo?

No me agradaba la idea de sentirme vulnerable, mucho menos ante un muggle.

Retrocedí a uno de los callejones sin salida más cercano. No había nadie, ni siquiera una ventana abierta. Aquel contenedor me sirvió para ocultarme de los ojos curiosos y darme paso a convertirme en el búho que la animagia me permitía transformarme. Había creído que podía pasar con la metamorfomagia, pero quería evitar el gentío a toda costa. Tomé vuelo, salí de la calleja, doblé aquel edificio y encaré a la entrada, específicamente al gran sobrero de una bruja.

Señor Jones… Señor Jones… ¿No puede apurar la fila? Señor Jones... —repetía la voz de aquella regordeta bruja, tan pomposa con su túnica caoba, pelo rubio enrulado, todo recogido en un gran colorido sobrero, especialmente con flores y conmigo como búho. Su varita descansaba perezosamente en su mano y le hablaba a su elfo, el Señor Jones, que miraba a su ama e intentaba apartar a los otros magos y brujas que también estaba esperando, antes que ella—. ¿Identificación? Señorita… ¿Usted sabe con quién habla? Señor Jones —comentaba la bruja ofendida porque aquella barrera de vigilancia exigía a la bruja identificarse.

Pasé sin problema aquel control. No me gustaba que me observaran demasiado, mucho más porque no me interesaba toda aquella pantomima. Gracias al Señor Jones y la Señora Regordeta nos dirigimos desde la entrada de los baños a la zona de las chimeneas, sitio que era como el vestíbulo del Ministerio. Tomé vuelo nuevamente, actuando como si me dirigiera a mi jaula como las otras aves lechuzas que iban de un lado al otro, aunque las superaban en número los memorándum. Aterricé, aferrándome con mis garras, cerca de las Fuente de los Hermanos.

Había algunos ejemplares que mostraban las noticias de aquel día. El Edicto no dejaba de aparecer en ningún lado. Había unos “Se Busca” de dos magos que no conocía, aunque uno me era familiar. Miré a ambos lados y volví a tomar vuelo, yéndome justo detrás de una de las chimeneas donde no veía nadie. Aproveché que en aquel momento la chimenea despedía un grupo de magos y brujas recién controlados para transformarme nuevamente en humano.

Salí de atrás de aquella entrada sacudiendo mi túnica, negra muy simple. Mi varita estaba entre aquellos pliegues y en mi mano se encontraba un pergamino. Me encargué de ocultar mis ojos con el cabello, detestaba cuando la gente los miraba detenidamente solamente por ser negros, por completo. Siempre había algún atrevido qué preguntaba sobre ellos. Miré a ambos lados. Mi madre había dicho que tal vez allí conseguiría trabajo (eso porque no conocía mis negocios personales)

¿Dónde me anotaría para aquella Brigada Inquisitorial? Tal vez por ser nueva necesitaba gente. ¿Dónde sino?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Gran Bretaña
Ministerio de Magia

 

Estaba segura que si lo mataba nadie lo lamentaría, hasta quizás le dieran una medalla. Al menos Sagitas la felicitaría, o eso había oído decir. ¿Por qué lo toleraba? Siguió pensando en las ventajas que significaban estar allí, en el Ministerio, con acceso a magia que ni los propios magos conocían, ni Anthony ni Aaron habían logrado tener acceso a toda la magia que escondía el Ministerio. Los oníricos lo sabían.

 

—Sean, no me vas a cargar con tus muertos y tus fallas, no me voy a pasar los días discutiendo contigo en esta oficina cada paso que das sin consultarme —antes que dijera nada levantó la mano con la palma hacia él en claro gesto de que la dejara hablar —cada decisión que tomas es un nuevo riesgo a afrontar, la seguridad esa noche ya estaba casi lista, prueba de ello es que conoces al culpable —se encogió de hombros —los papeles ya se recuperarán, nada que tu equipo investigativo no pueda rearmar en mmm… un par de meses.

 

Se echó hacia atrás en la silla y sonrió.

 

—No se volverá a repetir si me avisas de cada maldito paso que darás —sí claro, cómo si siquiera lo fuera a considerar. Miró la copa y sonrió —estoy en servicio —excusa barata, no tenía idea de lo que le pudiera dar, porque seguramente no esperaba aflojar la lengua de un vampiro con simple alcohol.

 

—Y de vuelta el burro al trigal —dijo cruzándose de brazos, había más, lo podía sentir, pero él era el mago del engaño, de eso no cabía duda.

 

—¿Un juicio justo? ¿Cuándo demonios ha habido un juicio justo aquí? —se inclinó hacia la mesa clavando una mirada llena de ira en el Linmer, él había estado allí, la única vez que se habían atrevido a enjuiciar a alguien y… —ha sido un circo —dijo arrastrando las palabras con un dejo de odio que no se preocupó en ocultar mientras se calmaba y se volvía a sentar derecha.

 

Lo que acababa de decirle abarcaba todo, porque ¿no había sido eso un no importar nada más que la amistad y el compañerismo? ¿Qué esperaba él de ella? No la conocía, no conocía sus verdaderas lealtades ni hacia quién ni por qué, negó con la cabeza.

 

—Deberías recordar lo mismo Linmer, siempre —ni tiempo, lo de Gringotts la hizo tragar aire, y sí, era algo que debería habérselo visto venir porque era todo un combo y… lo peor es que le había venido a la mente un muerto con semejante pregunta —Gringotts tiene duendes confiables, no necesitan ningún mago que les esté taladrando la cabeza, no hay necesidad de —se cayó la boca y apoyó el codo en la mesa, sosteniendo su cabeza, sentía que tanta adrenalina de los últimos días ¿o debía decir meses? La iban a hacer estallar

 

—¿Acaso queda en Inglaterra alguien en que se pueda confiar? Puedo ayudar a supervisar el trabajo de los duendes, ellos me conocen y confían en mí—o eso pensaba, por otro lado, respecto a gente confiable, se le ocurrían dos nombres Rory Despard y Mica Gryffindor, pero no estaba segura si alguno de los mencionados tendría el ánimo y el valor de encarar semejante servicio.


@@Sean -Ojo Loco- Linmer

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En su sueño, existe la paz que tanto anhela. Ésta no toma la forma de nada ni nadie, y sin embargo es tan tangible que se siente completamente a gusto, como si pudiese gastar allí el resto de su vida. Allí nadie lo persigue, nadie lo ha acusado de asesinato, no vive con el miedo de saber si sus amigos están vivos o no, presos o no, fugitivos o no. Quizá es la parte de su cerebro que aprendió la Oclumancia la que genera aquellas imágenes, imbuyendo su cerebro de pensamientos positivos y aislándolo del resto del mundo, protegiéndolo. Quizá no tiene que ir tan lejos a pensar que se trata de magia, y meramente tacharlo como psicología de primera clase. Aquello tampoco importa, en su sueño, el está en paz.

 

A pesar de que no puede identificar de donde viene, un ruido áspero y metálico lo sobresalta, perdiéndose entre el viento que sopla desde algún punto imaginario. Permanece dormido, meciéndose entre fases del sueño mientras su cerebro lucha por mantener la subconsciencia, hasta que escucha el ruido nuevamente pero esta vez más fuerte, como si estuviese más cerca. Quiere ignorarlo una vez más, permanecer en aquel conundrum de inocencia e ignorancia donde nada duele y nada pesa... ¡cinco minutos más!... resonga, a sabiendas de que probablemente alguien lo ha venido a despertar. Quizá sea su elfo Croient, fiel víctima de su genio, preocupado porque su amo ha dormido más de la cuenta.

 

Decide mantener los ojos cerrados antes de escuchar la voz del elfo quien de seguro está meditando hablarle o no. El mismo ruido lo sorprende una tercera vez, más fuerte y cercano que nunca, y con un tono tan ajeno y extraño a cualquier cosa que él haya escuchado que logra finalmente despertarlo. Tal y como generalmente solía hacerlo, la realidad cobró sus elementos de una cachetada, y lo que antes era un paraíso idílico se transformó en una cueva que había encontrado la noche anterior, con un dolor de espalda aberrante por haber dormido semi-sentado y, previo a entrar en su mini-retiro mentall, en estado de alarma.

 

Reticente a dejarlo ir del todo, su cerebro busca motivos para hacerlo conciliar el sueño una vez más. Los ojos le pesan, presa del agotamiento de huir y esconderse por varios días consecutivos, aletargados por la falta de cariño y contacto humano que siente hace semanas. ¿Por qué no dormir un rato más? El mismo ruido, una cuarta vez, le pone fin a sus intentos: ahora que ha retomado parcialmente la conciencia, no logra identificarle un origen claro, y el instinto lo lleva a desenfundar su varita en una fracción de segundo. ¿Acaso hay alguien afuera de su cueva? ¿cómo le han encontrado? Mágico o no mágico, estaba seguro de que quien fuera estuviese fuera de su cueva, no tenía buenas intenciones para con él.

 

Homenum Revelio – murmuró, lo más silenciosamente posible. Esperó.... estaba solo.

 

Curioso, pero aún así decidido a garantizar su seguridad, salió de la cueva con la varita en alto hasta finalmente encontrarse con lo que lo había despertado. Una lechuza, con una nota atada a su pata izquierda, posada sobre una suerte de mástil metálico horizontal (claramente alguna invención muggle cuyo propósito el no conocía). Nathan arqueó las cejas en sorpresa: ¿quién podía estar comunicándose con él vía lechuza? Cualquiera de los miembros de la Orden del Fénix tenía otros medios para hacerlo, por lo que no tenía mucho sentido que le enviacen una carta. Preso de sus propias preguntas, se acercó a la lechuza y liberó la nota, tras lo cual el ave permaneció firmemente posada sobre el mástil: esperaba una respuesta.

 

El Weasley leyó y releyó la nota un par de veces, sin poder creer lo que sus ojos le enseñaban. ¿Aaron Yaxley, el ex-ministro de Magia? Se mofó, en sorpresa, de la audacia del Ministro en comunicarse con él: ¿acaso pensaba que el Weasley olvidaba como había intentado asesinarlo hacía más de medio año? ¿o que restaba alguna suerte de posibilidad de colaborar con él luego de la confrontación que ambos tuvieron en el Ministerio de Magia? Boquiabierto, y sin poder encontrarle pies ni cabeza al asunto, permaneció quieto unos momentos. La lechuza lo imitaba, aún impasible sobre el mástil: verdaderamente aguardaba una respuesta.

 

Por una fracción de segundo, medita escribirle un surtido de groserías que espera le sienten bien al Subrogante del Wizengamot, lo que sea que eso fuese. ¿Con que él manejaba los intereses del país? ¡Al diablo con su país, señor Yaxley! ¡Con la de naciones que existen más bonitas y atractivas que esta! ¿¡O se piensa que todos somos como usted, incapaces de mirar más allá de los confines de nuestro trasero como para entender que existen civilizaciones mejor que la nuestra!? ¡Púdrase, usted y todos sus amigos!

 

Y, sin embargo, no escribe nada de ello. Sonríe, por primera vez en mucho tiempo.

 

Ay, ay, señor Yaxley. Las lecciones más difíciles son las que nunca queremos aprender. – piensa, mientras garabatea un lugar y fecha de reunión al dorso de la nota.

 

****

 

Sólo tras asegurarse de que su elemento sorpresa está en orden, se aparece frente al Yaxley. Naturalmente, no estaba a punto de caminar hacia una reunión con su quiendiría archienemigo sin un salvoconducto ni un as bajo la manga y, a decir verdad, esperaba que éste hiciese lo mismo. Verdaderamente sería un tonto de no hacerlo. Y, sin embargo, ahí estaban los dos. En la parte más alta del Tower Bridge londinense, donde el viento era tan fuerte que amenazaba con tirarlos al vació.

 

Buenos días, ex-ministro. Debo decir que no esperaba su lechuza un jueves, un lunes quizá.

 

@@Aaron Black Yaxley

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Sean con @@Darla Potter Black

 

Dejo hablar a Darla, mucho se aprendia al escuchar y lo cierto es que en este juego de mascaras y politica observar y poner oido atento valia de mucho. Aun asi ya no se podia hacer nada a cerca de la posion derramada..salvo seguir hacia adelante y trabajar mejor. Por un momento bebi un trago y levantandome de la silla me gire hacia una mesita apenas alumbrada por una lampara magica. Sobre la mesa una partida de ajedres donde me dedique a mirar cada pieza. Podria entrar en procesos mentales mas complejos sobre cada pieza pero seria falta de educacion. Y lo cierto que tanto el timbre de voz...como el lenguaje corporar me habian avisado desde hacia rato que a Darla mejor no darle la espalda o una escusa para que desatase su ira.

 

-El muerto muerto esta -dije girandome y encogiendome de hombros. -Asi que dejemos que la rueda de la historia siga su curso.

 

Con eso daba fin a esa conversacion. Claro tampoco le daria la importancia a decirle todo lo que hacia. Eso estaba fuera de discusion. Confiaba en ella....no por conviccion sino porque tenia intereses personales en juego. Sabia que haria hasta lo imposible para asegurar que Luna estuviese bien. Algo que tendria que hablar con Sagitas...pues era imprescindible que pese a las diferencias no botara el sofa por la ventana, Luna hacia falta ahi....de escolta.....asi tuviese la Ministra que apelar a su sentido del deber y la responsabilidad...amistad....etc. Ahi tenia que quedarse. Con ella ahi....Darla seria una excelente aliada.

 

-Te recuerdo que yo estaba en el juicio...y si...estuve inconforme...mucho. -Rememore por un momento aquellos sucesos y lo unico bueno que me llegaba era haber tocado unos senos para evitar caer despues de un tropezon.- Pero supongo que si queremos una sociedad con justicia..tenemos que seguir creyendo en ella....aunque los hechos nos muestren juicios circenses. Y esa tal vez, es otra de las razones por las que tambien disolvimos el Wizengamont. No espero enjuiciar al alguien en un tribunal que en su mayoria ya estara comprado por @@Aaron Black Yaxley.

 

Me gire al ajedrez y sin mas tome una pieza de rey....el negro especificamente.

 

-Seguro muchos piensen como tu...cuando lean lo de la disolucion del Wizengamont...un poder judicial aparte del Ministerio. Sin dudas lo veran..imposible...ilegal..como el Ministerio a llegado a tanto se preguntaran -sonrei- Pero ya existen precedentes en cuanto al Ministerio metiendo sus manos en ese organismo. Sino mira como retiraron a Dumbledore cuando fue acusado de traicion...de formar un ejercito...el Ejercito de Dumbledore. -medite un momento- fue un error si..pero que llevaran a la cabeza del Wizengamont a la ilegalidad sin dudas marca un buen precedente. Y claro..tambien esta el hecho de que el propio Aaron metiera sus manos....por decreto....en ese organismo. Haciendose miembro vitalicio...atrayendo sobre el la inmunidad del cargo. En ambos casos fueron decisiones Ministeriales que afectaron el Wizengamont. Si..como vez yo tambien soy fan de la historia juridica cuando conviene.

 

Por un momento deje la pieza de ajedez en el tablero, mire la torre y sonrei. Sin mas me gire.

 

-En cuanto a Gringotts...se lo bien que trabajan los duendes....y se como les gusta mantenerse al margen. -sin mas regrese a la mesa y bebiendo de nuevo tome asiento.- Asi que elige a quien consideres conveniente.....para sustituir a @@Nate Weasley. Su mision no sera controlar a los duendes..al menos no la oficial. Sino realizar una auditoria a las acciones de Nate en el periodo que estuvo a cargo. -medite en un momento- Esperemos que haya cooperacion en ese sentido...lamentaria -y eso si era mentira- tener que meter la mano en Gringotts....a fin de cuenta....ya paso con el Wizengamont...una raya mas al tigre...pues no hace diferencia.

 

Si, a pesar de todo el dinero en estas situaciones era imprescindible y no podiamos quedarnos cortos de el ahora. Una crisis bancaria seria dificil de manejar en este contexto...de hecho si admiraba algo de Nate era como habia podido sacar a flote la economia pese al caos dejado por Aaron. Pero una cosa no quitaba lo otro. Y mas cuando no se sabia que movimientos realizo el mago. Si hubiera sido yo habria sido a costa de relaciones de conveniencia personales con los acreedores que dado el caso (como era este) usar para desestabilizar el gobierno. Ese era el peor escenario..y sin dudas habria que prepararse.

 

Dias despues.

 

Un memoramdum de papel cayo en mi mesa de trabajo..mientras cerca de ahi comenzaba a mover un alfil para ejecutar un jaque. Por un momento me detuve y terminando la jugada me levante y tomandolo lo lei. Evidentemente las cosas comenzaban a moverse, tal vez mas rapido de lo que pense en un inicio. Sin mas sali de la Oficina y llegando a donde radicaba Darla toque para despues entrar. Cruzando los dedos, por que estuviera de buen humor.

 

-Buenas por aqui colega -dije amistoso- en el atrio te espera el equipo de seguridad. Uno de nuestros invitados aparecio y esta siendo...resguardado. -me encogi de hombros- al final no tuviste que ir, Aaron vino solo. Asi que llevalo al salon de interrogatorios y dejale declarar. Dentro de un rato te hago compañia.

 

Por ahora habia que actuar bajo las formas de la legalidad. Eso si nada de declaraciones publicas. Sabia del verbo que se gastaba Aaron...Sin mas retome el camino a mi oficina de nuevo..cuando me encontre con otro sujeto @@Mael Blackfyre que caminaba con un pergamino en las manos.

 

-Buenas...necesita algo???

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Había más personas amontonadas en el Atrio. Negué con la cabeza y me di cuenta en ése momento que no había sido oportuno ir a ésa institución. ¡¿Por qué demonios le había hecho caso a mi madre?! Le di un golpe al suelo con el pie, las oficinas y todo lo burocrático no era un trabajo de mi comodidad y estaba seguro que había otras formas de ganar dinero. De momento, mi trabajo ilegal, se mantenía seguro en las sombras y me permitía aquellas monedas de oro (pocas pero seguras) más las ganancias que pudiera obtener.

¿Qué? —me giré al ver un mago que me interceptaba en aquel estado mental que me encontraba. Levanté una ceja y el hombro, intentando alejarme de su figura. Aproveché todo eso a guardar el pergamino—. No, que le importa. Gracias

Comenté en seco, tratando de alejarme cada vez más. ¿Por qué la gente se metía en asuntos que no le importaba? Pude notar que cerca de la fuente había un par de mesas y de figuras controlando. Otro acceso de seguridad. Puse los ojos en blanco (aunque blanco era una manera de decir, ya que no se encontraba ése color en mis ojos) y me alejé aún más.

Y más, mientras la marca tenebrosa que llevaba en mi brazo ardió. Mucho.

Apreté los dientes y disimulé, llevando mi mano derecha alrededor de ella. Nos estaban llamando y mis dientes no dejaban de apretarse. Me alejé despacio hacia una de las últimas chimeneas y apoyé mi cabeza sobre el mármol frío de las paredes. Me daba algunos pequeños golpecitos, despidiendo un poco de aire. Ardía. Pero era extraño, porque era un dolor que generaba placer. Era la señal que me invitaba a comportarme libremente. Mordí mi labio inferior y sonreí.

Goldor…” pensé una y otra vez. No pude sostener aquella sonrisa. Abrí los ojos y me metí por la chimenea. Tenía que salir de allí, en cuanto antes. Y eso hice. La salida fue más rápido que la entrada. En cuanto pisé la calle de Londres, desaparecí.


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Torre Negra, azotea.

Portaba mi máscara como mi mejor emblema. La túnica negra cubrí casi todo mi cuerpo y la marca tenebrosa ardía en mi brazo. No había tardado más que algunos minutos, en lo que había tardado del Atrio al exterior. Nuestro Líder, Caelum, nos llamaba para realizar alguna misión y allí me encontraba, al pie de cañón. Mi corazón latía, cada vez más fuerte, porque era la primera vez que respondía a aquel llamado.

— Caelum, a tu servicio

Salude a la figura que nos esperaba arriba de aquella azotea. Miré a mi alrededor esperando que al fin, mis compañeros del bando aparecieran. Quería de una vez por todas hacer nuestro labor, quería que la marca me dejara de arde. La rocé una, dos, tres veces. Se sentía como si una droga se extendiera por todo mi cuerpo y me provocara alivio, pero quería más. Mi varita posaba entre mis dedos, listas para actuar.

@@Sean -Ojo Loco- Linmer @@Aaron Black Yaxley

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Gran Bretaña
saltando entre tiempos en el Ministerio de Magia


con @@Sean -Ojo Loco- Linmer en su despacho antes de que se entregue Aaron

Lo había observado jugando con el ajedrez, lo cual le recordó las tardes que jugaban con Seba y terminaban las partidas inconclusas por sus jugueteos. Por eso agradeció que él siguiera de espalda y no notara su gesto nostálgico, no le gustaba que tuviera más muestras de su temperamento. Para cuando regresó al escritorio había dejado que sus habilidades ocultaran cualquier gesto en su rostro.

—Nate sacó adelante Gringotts de una forma inesperada, cuando todo parecía perdido, no creo que haya nada que auditar y menos antes pero recurriré a Rory Despard, es una persona de mi conocimiento que estoy segura encontrará algo si es que hay y confío plenamente en él, trabajaré a su lado si es necesario, ya que conocí el funcionamiento del Banco por mucho tiempo —suspiró y se acomodó en la silla —y no, no vas a meter ni tu mano ni nada allí, te lo aseguro, no hará falta —sus ojos clavados en él tenían pequeños destellos rojizos mientras ella se ponía en pie.

—Me voy a ocupar de eso ahora mismo, —se giró y se dirigió a la salida, tenía una carta que escribir y una jugada que necesitaba saliera bien.

Despacho de Darla antes de la entrega de Aaron

No había planeado eso, solo había lanzado lo primero que se le había pasado por la mente para que Sean no se pudiera involucrar en Gringotts, aunque no tenía ni idea si el predicador lo iba a aceptar y mucho menos si el Linmer igual no intentaría entrometerse. Sentada pensativa sacó una de las antiguas tazas que había hechizado como Reena le habían enseñado en el SAW, la loza celeste se llenó y el aroma de té verde y vainilla llenó el ambiente.

Darla buscó luego un pergamino y una pluma con la cual redactó una escueta nota para @@Rory Despard.


Estimado Señor Despard,

Rory, necesito de vuestros servicios, sé que le estoy pidiendo demasiado, pero cuando me han pedido una persona honesta he pensado en Usted en primer lugar. Como sabrá Nate Weasley tiene precio sobre su cabeza y eso nos deja sin él al frente de Gringotts. El Secretario de la Ministra pretende llevar a cabo una ‘auditoría’ y antes de que él tenga que ‘ensuciarse’ sus manos personalmente en ello, os suplico consideréis la idea de ayudarme a llevar a cabo esta ‘intervención’.
Atentamente suya, Darla Potter Black



La pelirroja releyó la nota y tras firmarla, la plegó y le puso el sello del Departamento de Seguridad con uno menor a su lado, el sello personal de ella. Se acercó a una percha junto a la chimenea donde una lechuza dormitaba y la despertó para entregarle el mensaje para el Despard.

—Que en lo que crees nos ayude Despard —susurró tras que el ave se retirase.


Días después - El día de la llegada de Aaron (me agotáis)

Había sido una mañana tremenda, las idas y vueltas, hacía días intentaba acomodar el rompecabezas que era todo aquello. En su mano giraba un pequeño objeto, necesitaba tener uno en su despacho y otro en su hogar. Su hogar, claro, debía volver allá, sus elfos se ocupaban de todo pero con ella instalada en la Dumbledore. Lo hacía más por conservar la memoria de Seba y que nadie aprovechara su ausencia para usurpar los intereses de su sobrina, no confiaba del todo en el buen criterio de su cuñada, políticamente hablando parecía astuta, emocionalmente no estaba tan segura.

El golpe en la puerta la hizo reaccionar, guardó rápido en su bolso de piel e moke el objeto mientras en voz alta decía un adelante, claro que el recién llegado casi ni esperó porque ya estaba dentro cuando ella terminó de hablar.

—Buen día Sean ¿en el atrio? —sus ojos se abrieron de una genuina y nada disimulada sorpresa —¿Aaron está aquí? —se había puesto de pie, guardando el bolso de piel de moke en un cajón encantado del cual tomo su varita.

—Eso haré, hablaré con él y sí, danos tiempo por favor —agregó mientras guardaba en el bolsillo oculto de su pantalón de vestir gris perla a Edelweiss y tomando la chaqueta a juego se la colocaba sobre la blusa negra que llevaba, dudó unos segundos y tomó el bolso de piel de moke y lo guardó en el bolsillo de la chaqueta antes de ir a la sala de interrogatorios a donde Sean le había indicado habían conducido a Aaron.

Sala de interrogatorios con @@Aaron Black Yaxley

La pelirroja ingresó al salón demasiado mugglemente decorado para su gusto, una mesa en el centro, un par de sillas de un lado y un par del otro, una luz que provenía de todo el techo, como si fuera una imitación de la luz de día. Un espejo y en la pared contraria una ventana falsa en la que se veía el paisaje real de Londres, tal cual si el edificio estuviera construido hacia lo alto y no hacia abajo.

—Buenos días Señor Yaxley —dijo al ingresar y con un gesto despidió a los aurores que le acompañaban, los cuales dudaron pero ante su mirada les dejaron solos, cerrando la puerta tras ellos. Darla esperó que el Black le respondiera antes de decidir tomar asiento o no.



no me odien, tengo problemas técnicos T_T y es culpa de ustedes dos señores ¬¬

Editado por Darla Potter Black
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Sean....en el Ministerio.

 

Que conste que me sorprendio la respuesta del personaje que tenia en frente @@Mael Blackfyre. Volvi a mirar mientras me daba la espalda y guardaba el papel y si...me dio mala espina. Parecia medio erratico en sus movimientos y sin dudas estaba perdido, asi que no parecia ser de aqui. Supongo que el papel le habia garantizado la entrada o pasar por los primeros controles, pero ahora mismo hacia falta mas que eso para llegar a cualquier oficina. Por si las moscas lo segui a distancia prudencial, aunque con el gentio que habia sin duda podria pasar por otro de los muchos empleados del Ministerio. Siendo sinceros no es que hicese falta que realizace el trabajo de campo, la propia vigilancia del la institucion se encargaria de ello, pero ya extrañaba hacer otra cosa que circulares y decretos.

 

Por un momento me entro el hastio de saber que tenia una circular pendiente...a medio llenar. Ademas de visitar cierto lugar....ver a Derhorm por noticias....y ver si entrevistaba a un candidato. Ahhhh en serio estaba por ir a Misterios para buscar un giratiempo a ver si al menos 4 horas podria dormir.

 

Pero regresando al asunto segui tras los pasos del mago misterioso y no es que yo fuese conspiranoico pero hacercase a una chimenea tomandose el antebrazo con una mano, descansar reposando la cabeza en el mormol para sonreir y despues marcharse, pues al menos a lunatico tenia su estilo. Por un instante lo segui a las afueras del Ministerio pero ya habia desaparecido o algo similar. Odiaba tener esa cosquilla en la nuca de....aqui hay gato encerrado.

 

Sin mas regrese a mi despacho. Y minutos despues y ya despues de ver lo acontecido con los movimientos del mago, mas se me agudizo la sospecha. Estarian tantenado el terreno...para algo???. Porque se fue el mago sin alcanzar su cometido???...mmm muchas preguntas y pocas respuestas...Claro, mejor terminar la circular...y despues encargarme de lo de Aaron. Que capaz y Darla le diese palmaditas en la espalda de animo.

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Los Tres Aaron.

El primero: Ministerio de Magia.


El ex mandatario de Magia había aparecido envuelto en flamantes llamas de fuego verde desde una de las chimeneas del atrio ministerial. Las alarmas habían saltado de inmediato, mientras que un viejo y desgastado telón proyectaba una fotografía que le habían tomado en quizás qué lugar. Alternando los carteles de búsqueda, se enseñaba también la imagen del reconocido fenixiano, Nate Weasley. Los guardias de Sagitas se acercaron como una manada de lobos hambrientos, apuntando sus varitas a lo que creían, era Aaron Augustine Black Yaxley.

Vestido con una túnica negra y un sombrero en copa y sin ala, se detuvo frente a la estatua de los hermanos mágicos mientras algunos miembros de la prensa internacional capturaban fotografías del suceso. El rostro del reconocido Yaxley se mostraba tan sereno como parco, mientras su indiferente mirada gris era iluminada por cada destello luminoso.

-¡Señor Aaron Black Yaxley, queda usted en calidad de detenido por violentar los reglamentos estatutarios!- exclamó al fin uno de los jóvenes miembros de la seguridad ministerial. Un auror un tanto más alto que él- tiene der...

-Conozco mis derechos- respondió en seco.

-Acompañ...

-Conozco el camino. No se atreva a tocarme un pelo...- advirtió, prosiguiendo con la misma fluidez en el áspero tono de sus palabras. Entrelazando sus brazos por la lumbar para dirigirse al elevador, observó hacia los costados como quien está dispuesto a cruzar la calle. El auror quedó en silencio y luego de tragar saliva, se hizo a un lado para abrirle paso- ¡Necios!. Son solo un instrumento de la ley...- murmuró a viva voz.

En seguidilla, el cuerpo de defensa gubernamental le siguió, esperando que el ahora vitalicio del Wizengamot y subrogante de la presidencia de Macnair, hiciese alguno de sus espectáculos o motivase a una revuelta en el corazón de la política inglesa de la magia. Varios gritos de apoyo y desdicha se oyeron por la estancia, seguido de preguntas protocolares por parte de los periodistas mágicos.

- ¡Señor Yaxley!, ¡Señor Yaxley!...- gritaba un joven mago de lacio cabello negro y pecas que contorneaban sus pómulos y nariz- ¡Solo una pregunta por parte de Magisk Politike!

Aaron se detuvo para girarse hacia el muchacho, elevando el mentón en señal de condescendencia. Enarcó una ceja en cuestión. El chico captó el momento y la libreta bailó entre sus manos antes de caer al suelo; la recogió velozmente y se disculpó en el acto.

-Señor Yaxley, se comenta que la Secretaría Ministerial pretende abolir el sistema judicial para buscar su destitución en vista del carácter vitalicio en su cargo, ¿qué podría comentarnos al respecto?...- el chico era detenido por los brazos entrelazados de la seguridad mágica, quienes formaban una cadena en media luna a las puertas del ascensor.

-Muchacho. Eres muy joven para comprender lo que pueda haber tras todo esto, de hecho pasé por lo mismo cuando tenía tu edad...- comenzó a responder el ex ministro. Su acento era muy característico- Cuando las fuerzas del innombrable tomaron el poder a mediados de la década del noventa, el Wizengamot dejó de funcionar por el solo hecho de tal dictadura mágica...- respondió con un claro mensaje entre líneas. Le sostuvo la mirada y se dirigió al resto de periodistas, que atentos, tomaban nota u observaban mientras los vuelapluma sacaban humo tras la velocidad de sus escritos- ¿Acaso me creerían capaz de burlar la ley que por años nos ha servido para una sana convivencia?...

-¡Qué hay del desconocimiento al Estatuto del Secreto Mágico!- gritó uno por ahí, seguido de varias afirmaciones a viva voz.

-Me malentienden- volvió a responder el falso Aaron- si bien hay algunos de mis pares que pueden estar a favor o en contra, mis actitudes siempre han ido en velar por la libertad de mis hermanas y hermanos...mágicos- comentó y miró a una bruja- ¿usted tiene hermanos?- la chica asintió- ¿se ha peleado con alguno de ellos?- volvió a asentir, provocando que el mago se encogiera de hombros en una ironía propia de sus actos- Es lo propio de un pequeño grupo social que parte desde nuestros hogares. El estatuto del secreto no era un edicto que velase por la seguridad, ni mucho menos la libertad de nuestros pares... ¡esto!...-desenfundó su varita, una copia exacta de la original modificada de alguna otra de algún difunto, alertando a los aurores que también hicieron lo suyo provocando que Black Yaxley levantase la otra mano en señal de calma y espera- esto nos hace distintos. No necesitamos de políticas, acuerdos con simples humanos o pactos insensatos que nos prohíban la libre circulación de nuestra cultura, de nuestra esencia, de nuestra magia. ¡No somos muggles!- recalcó con determinación- entonces ¿porqué vivir escondidos de ellos?.

- La normativa del edicto, señor Black. ¿Qué opinión tiene al respecto?...- comentó un mago de avanzada edad. De su cuello colgaba una credencial sobre la prensa ministerial. Quizás perteneciese a El Profeta.

- Los hechos son prueba evidente de su resolución, mi estimado- respondió Black con plena parsimonia- ¡han atentado contra nosotros en magnitudes internacionales!- exclamó con una teatralidad innata- ¡hasta apoyan al Inquisidor! ¿qué esperaban?. El ministerio vela por la seguridad de la población, y ante los ejemplos dados, aunque vagos, implican comprender de que nunca se podrá contentar a la población en su totalidad. Solo se busca lo mejor bajo el denominado, bien común. ¿Qué es lo que tanto les pesa?, ¿a qué le temen?...

Los murmullos comenzaron a tejerse mientras el gentío conglomerado menguaba su efusiva intervención, ¡estaban atentos!, pendientes de lo proyectado por el fragmento de Aaron en el muggle que lo caracterizaba.

- Se otorga el derecho a defensa propia...- prosiguió entonces, el que hoy presidía de forma oculta, el círculo extremista de la supremacía mágica- ¿qué hubiese pasado si aquello no se protocolizaba? .Serían castigados como lo fue Harry Potter por protegerse de un par de dementores, jurisprudencia de nuestra historia judicial. ¿Acaso no es una similitud, ahora que la población no mágica muestra cierta hostilidad a nuestras costumbres? Digo, no es que nos vayan a quitar el alma con un beso que intimidaría al mismísimo cupido, pero han creado un suero ¡que atenta contra nuestras capacidades!...

-¡Pero eso viene de una consecuencia, por las decisiones que usted tomó estando en el poder!...- los murmullos se levantaron nuevamente. Hasta los aurores habían entrado en duda.

-No lo niego- determinó Black Yaxley. Su respuesta causó un silencio peculiar- pero yo les pregunto a ustedes ¿era mejor vivir escondidos, siendo castigados o presos de la ineptitud contingente del muggle, de sus enfermedades, sus guerras, su avaricia, por el simple hecho de proteger...nos?. Acaso debemos ser lacayos de su historia, una que por cierto fue severamente sangrienta con lo que ellos llaman religión, por el simple hecho de proteger...nos?- continuaba repitiendo la pregunta de tácita respuesta- o les parece más lógico dirigir nuestros lineamientos de forma autónoma, por un decreto que bien puede ser modificado por el Wizengamot como cuerpo juidical y legistalitivo de la república mágica, para orientar la solvencia de nuestro culto ¡de los nuestros!, de quienes tenemos los conocimientos para sanar, crear, moldear, y porqué no, evitar actos bélicos como los acaecidos en los últimos años, solamente porque los gobiernos hermanos no estén conformes con el derecho de libertad que se les plantea!...

Lo último era un cinismo clásico y político. Aaron era un miembro más del legado del mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos, por otro lado presidía en parte, el círculo sagrado de los veintiocho, ¿qué acto bélico no quería incitar el autodenominado Caelum, para sostener el poder en el círculo de supremacistas mágicos?. Era algo desconocido para cualquiera, menos para su círculo, uno que hasta ahora se mostraba fiel y sin ánimos de traicionarlo.

-Entonces qué pasará con el Wizengamot...-preguntó nuevamente el joven de Magisk Politike, un comentario al aire que el mago captó al estar cerca de él.

-El Wizengamot se mantiene firme y no se disolverá por caprichos políticos, hijo...- respondió- una cosa es el apoyo que yo, Aaron, pueda darle al gobierno de turno con la franqueza del partido conservadurista y otro muy distinto, es la relación que yo tenga con el Wizengamot y de este con la mandataria. Ahora, con su permiso debo ir a declarar...

Dicho tal, el persuasivo mago tenebroso se adentró en la cajuela del elevador, seguido de dos o tres aurores insistentes de su custodia para dirigirse a la sala del piso del Wizengamot.

>>Décimo nivel. Tribunales del Wizengamot<<

La voz de lo que parecía ser Bábila, sonaba entre las paredes del lugar.

Aaron esperó en la sala de declaraciones, con las manos en reposo sobre una mesa, en la que figuraba solamente un vaso de agua que se rellenaba solo. No se dejaría amedrentar por el hoy Secretario Ministerial, Sean Linmer; no bebió un sorbo y estaba seguro de que pisaría una celda. En la habitación le custodiaban cuatro aurores, de los cuales dos formaban parte de su partido y uno de ambos, enlistado al círculo sagrado de familias de sangre pura. No era tonto. No obstante, cuando llegó Darla, solo quedaron ellos dos.

-No esperes que te invite a tomar asiento, Darla. Eres tú quien dirige dentro de estas cuatro paredes- le dijo el falso Aaron sin quitarle la vista de encima- Pregunta lo que quieras saber y yo responderé según sea lo adecuado. Luego veré si me es conveniente declarar o acogerme a la inmunidad política de mi cargo. Sabes muy bien que Sean no tiene el poder para deshacer una institución como el Wizengamot, como también sabes que no me quedaré de brazos cruzados si lo intenta nuevamente.

 

@@Darla Potter Black @Sean Linmer

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Gran Bretaña
Ministerio de Magia

con @@Aaron Black Yaxley



—Y tú no esperes que te trate con la confianza de quienes se conocen hace años Aaron, sabes que si estamos aquí es por las circunstancias que tú, Sagitas y Linmer han echado a rodar, así que, no me invites pero hazme el favor de tener paciencia mientras leo este pequeño informe ¿sí? —su sonrisa era como la de una maestra que reta a su alumno, pero si él pensaba que podía mostrarse como si fuera su madre se equivocaba, ni lo era, ni lo veía como a un hijo y en realidad no sabía si Sean no los estaba espiando por lo que agregó —Y respecto a Sean, ya tendrás oportunidad de aclarar eso con el Señor Linmer, yo me limito a hacer cumplir las normas ¿recuerdas? Lo hacíamos juntos.

La pelirroja tomó asiento al otro lado, no temía la reacción del mago y confiaba, que más allá de lo que pensaran alguno de los aurores hubiera tomado su varita, igualmente, el Linmer se había ocupado de llenar de magia la bendita sala, no estaba segura si ella misma podía utilizar la magia allí y esperaba no tener que verificarlo.

Sus ojos se posaron en el escueto informe que habían hecho los aurores antes de que ella llegara. Tendría que hablar con Luna, no podía permitirse que un reo, por más que fuera quién fuera diera un discurso proselitista, reportajes a diestra y siniestra, en el momento en que se presentaba en el Ministerio donde se le buscaba, vivo o muerto. No iba a reconocerle a Aaron que ese hecho le había incomodado enormemente, creía que él ya era lo bastante adulto para saber las consecuencias de sus actos y de que le gustase o no, ella debía cumplir con una misión que no había elegido, en parte.

—Espero que se haya divertido con su espectáculo en el Atrio Señor Black —su tono era seco, desprovisto de emociones, sus ojos pasaron de la carpeta que procedió a cerrar hacia el rostro del aludido y clavó en él su mirada. Durante unos largos segundos que parecieron una eternidad la bruja lo analizó, un suave movimiento en su rostro, un gesto como si un aroma molesto hubiera llegado hasta ella pasó por unos breves segundos para borrarse de inmediato mientras los ojos de Darla destellaban en un rojo rubí.

—Bueno, tu acusación —giró uno de los odiosos panfletos entre sus manos —bien sabes que llegué algo tarde también en Suiza —mencionó la pelirroja, dejando entrever que lamentaba haber llegado tarde cuando había ejecutado a Elvis —así que me temo, que empezaremos de cero —le dedicó una nueva sonrisa y se inclinó sobre apoyando sus codos en la mesa, como quien está en una reunión de amigos.

—Como dije, se te acusa de atentar contra las instituciones mágicas británicas pos los hechos ocurridos en la reunión de la Confederación Internacional de Magos realizada en Suiza, donde dicen intentaste llevar a cabo un golpe de estado contra la Ministra Sagitas Potter Blue, uff, qué cargo ¿no? Pero como dije, no estuve allí, así que se tan amable de contarme tu versión de los hechos, tenemos todo el día —se echó hacia atrás en su asiento y cruzándose de brazos sonrió por nonagésima vez —te escucho —era tedioso, lo sabía, pero había algo que necesitaba saber y solo con referencias a hechos pasados y presentes podía estar segura. Y no sabía a quién quería pegarle primero si al Linmer por ponerla en esa situación o a Aaron… por lo mismo. Pero allí había más de lo que ambos magos mostraban y ella quería descubrir qué era para no quedar en medio del fuego cruzado. Editado por Darla Potter Black
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