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Edicto sobre el Estatuto Internacional del Secreto en territorio inglés


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Aaron Augustine Black Yaxley.

Castillo Black.

 

La mañana del 23 de Enero había sido un completo caos político. Los partidos promuggle del Reino Unido habían desatado protestas en las calles. Chispas mágicas de todos los colores decoraban los cielos matutinos de Londres ¡como fuegos artificiales!, mientras que en la vía pública se aglomeraban tantos muggles como brujas y magos, seguidos de algunas criaturas mágicas, en su mayoría y bajo nuestro criterio, domésticas. El conflicto estaba en que el decreto de Sagitas, había causado un revuelo; Nius, el elfo que me servía, llevaba de la mano y por sobre el hombro un pequeño aparato. Parecía una caja de la mitad de su tamaño, ¡y vaya que pequeño era mi doméstico!. Sonaba algo extraña, como si emitiese un chirrido constante...

 

-¿Dices que eso enseña las noticas muggles?- cuestioné.

 

~Los conflictos mágicos siguen atormentando al mundo muggle. La ONU ya ha tomado cartas en el asunto y no cederá ante las presiones de la suprema conservaduría de la magia, (más conocida como SCM) en tanto el partido político del ex Ministro de Magia, Aaron A. Black Yaxley parece haber aceptado el decreto ministerial, la oposición a los temidos principios extremistas de la historia mágica del mundo, se oponen indiscutiblemente a una decisión que parece ser el inicio de un nuevo conflicto. Ya van dos periodos en que, un grupo de magos y brujas dicen pelear por sus derechos~

 

Había dado un rechazo de asombro tras oír la voz que salía del artefacto, tentado a lanzarle un par de maldiciones hasta que oí mi nombre entre lo que parecía ser la locución de una noticia muggle. Convertirlo en un sabueso para que asustara a mi elfo parecía ser una divertida opción, pero no me convencía del todo, como tampoco es que supiera transformaciones. Siempre cometí errores en esa clase y por suerte hoy existían diplomados para los adultos como uno. Mi abuela estaría orgullosa.

 

Seguí oyendo con atención. La frecuencia parecía cambiar cuando el elfo movía unas perillas del artefacto.

 

~....kjkj...jkjkj...kj... Y luego les dije: ¡Señores!, el temor que mantenemos hoy en día es que, los aún seguidores del mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos, sigan teniendo tribuna en las leyes que se dictan para nuestro país. Su poder crece a diario...

 

-¿El de quién?- preguntaba el interlocutor, por el aparatito ese.

 

-El de los Volderistas y Grindelwalistas, ¿Quiénes más?

 

-¿Pero está seguro que los conservaduristas mágicos mantienen esos principios?- volvía a preguntar, entre ruidos de coches y claxon. Parecían estar al aire libre.

 

-Me temo que sí. El ex mandatario inglés jamás negó su ferviente pasión por Grindelwald, aunque lo que me da curiosidad es que hace tan solo meses, la hoy Ministra de Magia, haya revocado su decisión después de haber sido abiertamente contraria a los ideales de su antecesor...~

 

El elfo volvió a dar un par de vueltas a la perilla. Una agujilla pequeña y blanquecina, se movía por un canal de números impresos.

 

~En mi calidad de presidente de los Estados Unidos...~

 

-¡Deja ahí!, deja ahí...- repetí unas cuantas veces a mi criatura, quien volvió a la frecuencia que le había pedido. Una brisa ligera meneó la coronilla de mis cabellos, mientras unas cuántas aves cruzaban desde una copa de árbol a otro.

 

~...¿Ahora se hacen las víctimas y culpando a otros sobre las consecuencias de su propio actuar?...¿Quién es el verdadero enemigo?... No temeremos en tomar medidas drásticas que estimemos convenientes...~

 

-Aguamenti...- susurré con la varita puesta sobre el artefacto muggle. Había escuchado que el agua dañaba ciertos aparatos de los no mágicos. Tan solo bastó un hilo de agua para que comenzara a desvirtuar el tono de voz, seguido de algunas chispas y una fina columna de humo. Bufé de mal gusto- ¡americanos vah!... Aún no comprenden que nuestro derecho está por sobre los muggles. No tenemos porqué vivir escondidos... ¿verdadero enemigo?... ¡ellos mismos!. Amenazando sobre la torta como una guinda para darlo todo en un último golpe de gracia. No perderemos Nius...¿Nius?...

 

El elfo chasqueaba los dedos para intentar arreglar un aparato que requería de manos muggles. Al menos secaba lo que el llamaba...

 

-Mi radio... el amo ha dañado mi radio ...

 

-¡Deja de lloriquear y ayúdame a encontrar a la gitana!...- grité molesto y algo frustrado por las decisiones que el gobierno norteamericano estaba tomando. Apunté nuevamente la caja negra con mi arma mágica y la pulvericé con una determinante floritura.

 

-Pe... pe... mi música...

 

-Música serán las maldiciones que te voy a lanzar si no me ayudas a encontrar a la zíngara...¡Esfúmate Nius! y vuelve a mí con su posición.

 

***

 

Nius- Elfo doméstico de Aaron.

Callejón Diagon

 

El elfo se apareció sobre un toldito que cubría del sol unas mesitas de un local mágico del Diagón. El elfo era un excelente rastreador, pero aún así parecía costarle hallar a Candela. Se embriagó con el aroma a empanadillas de calabaza y tras un par de chasquidos y apariciones con sonido en off, logró divisar a uno de los hijos de Aaron. Su cabello rubio era algo distinguido, tanto como su corte de cabello y junto a él, el largo cabello de la bruja de apariencia joven y descuidada, marcaban notoria presencia.

 

El gentío allí era un caos, sobre todo por el decreto de Sagitas y las respuestas del MACUSA y los Egipcios. Nius se consumió en un punto ciego para aparecer entre la bruja y su hijo.

 

-...Amo Jeremy... señorita Triviani- saludó con voz aguda y algo temerosa- las calles de londres intuyen una revolución. El amo Black me ha mandado a saber de ustedes y bueno, aquí me tienen. Nius se pregunta si se encuentran bien, así que agradecería si le cuentan a Nius que se encuentran en problemas para así alertar al amo Black...- de pronto se llevó la huesuda mano a su barbilla. Él me conocía tan bien que también suponía sobre mi indiferencia- ... aunque no sé qué tanto se pueda preocupar el amo por ustedes, de todas maneras Nius ha venido por órdenes del amo Black; se ha enterado de todo.

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¿No harás nada contra la declaración de Egipto?

¿Por qué lo haría? No tiene ninguna prueba que el gobierno de Estados Unidos resguarde a los miembros de la Orden del Fénix. Es más, es ampliamente conocido que la sede y principales actividades del grupo se realizan en Londres y sus alrededores ¿qué tiene que ver Estados Unidos en ello? Que le declare la guerra a Sagitas.

La conversación se llevaba a cabo en la sala presidencial, la cual obviamente tenía todas las medidas de seguridad habidas y por haber. Incluso así, su postura se mantenía neutral hacia la Orden del Fénix pues, desde que asumió el mando, siempre había mantenido separadas ambas funciones en la superficie y en su actuar. Goderic sabía de sobra cómo actuar y ser una sombra, no por algo había sobrevivido tantos años como Líder del Servicio Mágico Secreto estadounidense.

Además, sabes tan bien como yo que ciertas decisiones deben ser aprobadas por el Magicongre...

¡Ja! ¡No me hagas reir! Ambos sabemos que el Magicongreso es solo una extensión tuya.

Un cierto aire de orgullo se refleja en su rostro, después de todo había sido agotador introducir a su propia gente al congreso. Gran parte de los congresistas eran miembros de élite del Servicio Mágico, la minoría eran funcionarios siendo manejados por algún secreto revelador y un par simplemente estaban allí para dar más ”realismo y naturalidad”. Sin embargo, no ponía en duda que sus decisiones eran incuestionables y serían aprobadas por la cámara. No por nada llegó a ser presidente, por su apoyo en las luces y en las sombras.

En fin... James, contáctame con Emily necesito hacer alguna visita a alguna entrevista o algo. Temo que nuestros vecinos están algo nerviosos por las instalaciones de Ilvermorny y es necesario aclarar un par de cosas a la audiencia.

Por supuesto, la reacción de James no se hizo esperar. Goderic tuvo que oír un par de amenazas y quejas de que él no era su secretario, sin embargo sabía que el mago aún así ordenaría lo necesario para facilitarle a la Karkarov una entrevista especial en alguna radioemisora o en la televisión.

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Oficina del Canciller Mágico Alemán

Edificio del Reichstag Mágico

Berlín, Alemania

 

 

Tan solo habían transcurrido un par de horas desde que el castaño había leído el edicto del Ministerio de Magia Inglés, por consecuente estaban ocurriendo demasiadas cosas a nivel mundial, como si se hubiera activado un sentido de alerta en todos los gobiernos mágicos. Kraven aún no sabía que decidir en pro o contra Inglaterra, desde el último reporte de sus infiltrados todo indicaba que el gobierno Mágico Inglés era pro a la Orden del Fénix, al menos con sus ideales. Pero con ese edicto antimuggle hacia creer muchas como cosas, una para el Von Alexandros era que alguien oscuro del lado de la marca tenebrosa había conseguido con éxito un Imperio sobre la Ministra, o simplemente confundir a todos con esa estrategia.

 

De pronto su asistente entro en la oficina con un pergamino dirigido a su persona, con remitente del U.P.A (Unión de Países Africanos). Su séquito teníamos orden de revisar si contenía algún peligro para él, y si su asistente lo llevaba para su persona demostraba que sería seguro abrir aquella nota. Terminó de leerla, claramente en contradicción con lo que tenía pensado, U.P.A deseaba una guerra con el Reino Unido, Alemania quería de aliados a los Ingleses si podía lograrlo. Pero no sería posible si ambos gobiernos se tendría de rivales, no podría tener a uno sin perder al otro, aunque Inglaterra aún no había aceptado su propuesta. Era momento de iniciar los tratados de alianza, si esperaban acabaría todo en una oportunidad para los muggles y en especial el Inquisidor de armar un ataque en contra de ellos.

 

 

--¡Hilda! -- Llamó a su asistente, la rubia entró enseguida.

 

-- Es hora de iniciar los tratados, envía notas similares a cada gobierno Mágico donde se les invita a venir a Alemania para unirse a nosotros en este caos bélico y formar una alianza ...

 

Envíasela a Francia, Unión de Países Africanos, Australia, Dinamarca, Escocia, Austria, Suiza, Rusia... Algo me dice que en Nueva Zelanda y Japón estarán interesados en unirsenos y con énfasis especial a todos los mortifagos. También necesito hablar ante mis comandantes... --Se levantó Kraven de su silla y con los brazos unidos en la espalda miró por la ventana con vista de la ciudad de Berlín.

 

-- A comenzado la guerra contra los muggles --

 

 

 

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@@AZRAEL Licaón

@@Juv Macnair Hasani

@@Ada Camille Dumbledore

@@David James Dumbledore

@@Syrius McGonagall

@@Aaron Black Yaxley

 

 

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Leonid Yaxley

 

Plaza Roja, Moscú, Rusia.

 

 

 

La intensidad de la nevada disminuyó en el correr de la mañana, en ese momento poco antes del mediodía no eran más que un par de copos que caían de un cielo completamente blanco pero el frío no cedía, se encontraban muy por debajo de los cero grados, era una jornada inusualmente fría en la capital.

 

Pero la temperatura no parecía hacer mella en la manifestación, centenas de magos y brujas pululaban por la Plaza Roja, entonando cánticos y agitando carteles en apoyo a la decisiones tomadas por la Primer Ministro Británica frente a las narices del Kremlin. Por el momento la situación estaba controlada, algún que otro lanzamientos de chispas de colores al cielo pero nada más.

 

-Al final tenías razón - comentó sin mirar a Alexy a su lado mientras se arreglaba un poco la larga gabardina de abrigo de color gris con el que se protegía del frío.

 

-¿En que? - preguntó Alexy girándose para mirar a su compañero.

 

-En que los muggles no han aparecido - replicó el Yaxley mientras observaba a los manifestantes a unas decenas de metros de su posición.

 

-No son idi***s - sonrió su compañero.

 

No, no lo eran y eso los volvía más peligrosos. Todo edificio en torno a la Plaza Roja había sido cerrado por la manifestación, ni magos ni muggles podrían entrar. El GUM detrás de ellos, el más famoso centro comercial de toda Rusia permanecía en silencio a sus espaldas, con todas sus negocios y entradas cerradas al público.

 

La primera campanada señalando las doce resonó en la plaza desde la Torre Spasskaya y como si fuera una señal esperada el caos se desató. La explosión ahogó las campanadas, los gritos de los manifestantes, todos los sonidos de Moscú se acallaron antes su tremor. La onda expansiva fue inmediatamente después.

 

Leonid salió despedido como si fuera de papel, no hubo tiempo de reacción. Los fragmentos de las vidrieras del GUM llovieron como dagas sobre él, el suelo temblaba con furia mientras escombros se desprendían de la edificación. El polvo lo envolvía todo, no veía nada, no entendía nada, el mundo estaba de cabeza.

 

El fuego y el humo de la combustión se alzaron como una pared destructora por sobre la fachada del Edificio de Gobierno pero las defensas mágicas puestas por la seguridad actuaron como un campo de fuerza impenetrable que evitó la avalancha de fuego y energía que se cernía sobre el centro de gobierno mágico y muggle del país.

 

Los gritos comenzaron a oírse por sobre los ecos de la explosión mientras la nieve y las cenizas se mezclaban en su caída sobre la Plaza Roja.

 

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Nueva Zelanda (Wellington)

Oficina de la Primer Ministra

 

La Vidente se mantenía sumida en un mundo de documentos, firmando cada uno de ellos, no sin antes leer con calma su contenido. Peticiones, derogaciones de algunas leyes, aplicación de sanciones contra los insurrectos y ejemplar mano dura contra los detractores que saltaron dentro del Parlamento. El gobernante de dicho órgano había actuado con la madurez debida, defendiendo a capa y espada la postura de la Primer Ministra.
— Esto es del parte del canciller de Alemania—anunciaba su secretario personal. Entregándole la misiva en su surda, recordando las buenas relaciones bilaterales que existían entre Nueva Zelanda y los teutones. Tratos especiales a la hora de realizar el intercambio de insumos, además de una que otra tastada por debajo de la mesa. Jamás se podía ser del todo justo en la politica, porque se corría el riesgo de ser traicionado tarde o temprano.
Dentro del mundo de la politica pocas cosas eran regidas bajo la verdadera justicia, aquella palabra que poseía un peso difícil de comprender para algunos—Moneda barata de poco uso—respondía la Nigromante. Leyendo con calma la petición del Canciller, uniendo fuerzas serian una potencia imposible de vencer. Aunque no descartaba la posibilidad de que Estados Unidos, y hubiera movido algunos hilos a su favor. El anuncio de Sagitas desató una polvareda que seria imposible disipar con intercambio de palabras dentro de un consejo.
— Iremos a Alemania, entonces—sus palabras era como una pesada loza. Imposible de librarse de su peso lacerante, ya le conocieran desde otra perspectiva y entonces si, el gobierno norteamericano se pensaría dos veces en levantarle la mano a Londres. Atacar a uno de los aliados era una clara muestra de arremeter contra todos, desatando la cólera de los altos mandatarios. Ella estaba en ese puesto por el tesón que poseía, arrogancia pura que era detectada a kilómetros de distancia.
Jamás fue la clase de diplomática que todos esperaban, pero al poseer una mano de hierro, no se tocaba el corazón a la hora de actuar por defender los interés ajenos o los de su país. Cerrando todas las carpetas que contaban con su firma autorizando diversos cambios, dejaba las demás para otra ocasión. Ahora sus energías estaban concentradas en obtener el triunfo, no importándole tener que enviar parte de su ejercito para concretar dicho cometido.
— Azai y Aryma, ya saben donde será nuestro punto de encuentro. No se hagan notar demasiado, recuerden el atuendo que deben portar y nada de mencionar que son oriundos de Nueva Zelanda—las instrucciones habían sido claras por parte de la rubia. Esconderse entre las sombras no le resultaba una tarea complicada, pero en está ocasión prefería mostrarse sin caretas de por medio.
Alistándose para partir, les ordenaba dejarle sola dentro de su despacho. La oscuridad abrazaba cada una de las paredes, sumiendo todo lo que le rodeaba en un profundo agujero que sería capaz de engullirla en cualquier momento. Pero eso no sucedió en su lugar un par de manos emergieron de su espalda, pero no eran las típicas necrohands, sino que estás pertenecían a un ente que moraba en el Inframundo. Ese mismo que se había encarnado en la esencia más siniestra que poseía la fémina—Ya sabes lo que tienes que hacer—siseó cual serpiente reptando por el suelo del mundo de los muertos, desapareciendo sin dejar rastro rumbo a Alemania

 

@@Kraven Von Alexandros

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Una voz masculina me hizo darme cuenta de que había alguien a mi lado, al parecer también solicitando verse con la Primera Ministra. Giré la cabeza todavía con la dura mirada con la que trataba de acorralar a la pobre mujer que había tras el escritorio para encontrarme con un hombre que no tardé demasiado en reconocer. Si mal no recordaba, era el yerno de mi hermana que me había intentado ayudar con el bebé de acromántula aquella vez en la Potter Black, antes del duro episodio con la parte secreta de la familia de la pelivioleta. Encontrarme con alguien que había visto por última vez antes de lo ocurrido con Lázarus me retorció el estómago, pero me esforcé para evitar que los recuerdos que había conseguido bloquear me asaltasen. No podía permitirlo, y mucho menos en aquel preciso momento.

 

Sean.

 

Mi voz sonó grave, ronca y ahogada, completamente en contraste con la que había usado para dirigirme a la auxiliar de la secretaría. Carraspeé e inspiré profundo, empujando muy al fondo las últimas imágenes que se me vinieron a la cabeza. El joven mencionó el nombre de Perenela, mi sobrina. Terminé de encajar el parentesco: era su novio, o su marido, no tenía muy claro si estaban casados. Me había perdido tantas cosas.

 

Yo tampoco la he visto. ¿Debería estar aquí?

 

Entonces una gran duda se encaramó a mi mente. Torné de nuevo la mirada a la mujer que, aun con la atención puesta en nosotros, seguía tratando de organizar todo el tinglado que tenía formado en el escritorio. En cuanto sintió que volvía a enfilarla con los ojos conectó los suyos a los míos, abriéndolos más de lo que jamás hubiera pensado que era lo normal.

 

Sagitas está dentro en su despacho, ¿verdad? —Temía que después de promulgar aquel despropósito hubiera salido por patas a refugiarse Merlín sabe dónde.

 

No esperé respuesta. Dirigí mis pasos hacia las puertas dobles que me abrirían paso al núcleo de todo aquel centro neurálgico que controlaba toda la sociedad mágica británica, y en lugar de hacer lo lógico e intentar abrirlas, comencé a aporrearlas.

 

¡Sagitas! ¡Sagitas si estás ahí ábreme la puerta, soy tu hermano! ¡¡Abre la maldita puerta si no quieres que...

 

¿Si no quería que qué? Como si tuviera alguna oportunidad de amenazarla con nada, a ella, a una de las brujas más poderosas de aquel país, por muy despistada y loca que pareciese. Pero daba igual. Si ella había perdido la cabeza, yo también lo haría.

 

...si no quieres que se lo diga a mamá!!

 

¿En qué momento había convertido las ajetreadas y desbordadas oficinas de la Ministra de Magia en el receptor de semejante escena familiar? Mis propias palabras me hicieron gracia, al darme cuenta de que me había transportado yo sólo a unos años donde nada de aquello hubiera sido posible, donde, incluso, nuestra madre vivía. Me quedé parado y callado durante unos segundos frente a las robustas puertas, y entonces, estallé en carcajadas.

 

Si mi risa no la hacía salir de su refugio, incluso aunque no fuera aquel despacho, si no sentía allá donde fuera que estuviese lo que necesitaba verla, que me explicase de qué se trataba todo aquello, que estaba bien... Nada lo haría.

 

Y entonces, sabría que algo no iba bien, que la Primera Ministra de Magia y su eterno espíritu payaso, necesitaban ayuda.

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✤ Viajero de la noche ✤

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Jeremy venia pensando en muggles, galeones y las arcas familiares cuando Candela lo distrajo preguntando por su mujer. Entrecerró los ojos mirándola pensativo, intentando comprender a que venia esa sutil pregunta. ¿Estaba preocupada por su descendencia? Imposible. Ella siempre querría matar a todos. Sonrió al ver que se señalaba. Se había perdido el verla embrazada en alguna época con sus viajes en el tiempo. Aunque si la había visto joven... mas joven, y vestida de forma diferente con jeans ajustados y mirada combativa. Toda una niña rebelde.
-Esta perfecta -Dijo terminando la empanada. Su cuerpo tardo en asimilar el pesado alimento - Las vacaciones nos vino bien para reforzar nuestros lazos -Agregó poniéndose en marcha a su lado.
Mientras el silencio se extendía entre ambos, Jeremy pudo apreciar los escaparates de las tiendas del callejón. Podía ver luces en nuevos locales y algunos que habían estado en gloria meses atrás, ahora tenían tablones en sus ventanas. ¿Tanto tiempo había pasado? Con su periodo vacacional, había logrado dedicarle tiempo a su negocio sobre la cacería y comercialización de muggles como mano de obra barata, abriendo en todo el mundo, puntos de ventas ilegales. Pero ahora, todo parecía estar en la cuerda floja por el edicto y la prohibición de relacionarse con aquella raza inferior. Ingreso con su madre al negocio mientras la escuchaba retomar el tema del ministerio.
-Si, como actual líder y ex ministro de la magia, creo que sus contactos se abran expandido notablemente... seria una desilusión que no fuera así -Comentó, viendo como la gitana, en su despacho, extraía un objeto y lo escondía de su vista. Muy sospechoso -Por otro lado, no hable con mis contactos en Rusia, pero calculo que no respaldaran la decisión de Sagitas. Por lo menos, el gobierno, los magos de allí podrían tener otra forma de pensar. Tal vez necesiten apoyo para hacerse oír.
La mente de Jeremy ya estaba evaluando si convenía hacer un viaje rapidito a su país de origen para captar como estaban los ánimos políticos. Nunca estaba de mas saber como seguía su status de mago en aquella tierra helada.
-Tampoco entiendo a donde planea llegar Sagitas con todo esto -Retomó el tema - ¿Quiere iniciar otra guerra? ¿Estaba bajo algún imperius? -Asintió a la invitación de su madre. Una visita a la primera Ministra era una buena forma de obtener eficaces respuestas.
El fulgura nox de Candela apareció frente a ellos, con tamaño suficiente para que pudieran traspasarlo sin problemas. Se podían ver los pasillos del ministerio del otro lado, mientras magos y brujas caminaban sin frenarse para hablar. En sus rostros se podía ver la preocupación. Cuando estaban por cruzar un chasquido los hizo poner en guardia. La varita de Jeremy ya estaba apuntando al elfo domestico que se había atrevido aparecerse en medio de ellos dos.
-¿Quien te manda, inmundo? -Preguntó con voz tensa, antes de reconocerlo. Era el elfo de su padre. Bajo la varita poniendo los ojos en blanco- Dile que estamos por hacerle una visita a Sagitas. Nos agarraste yendo al Ministerio. ¿Por qué no mejor nos reunimos con él? -Pregunto girando el rostro a su madre - ¿Aaron esta en...?
-El Castillo Black, amo Jeremy -Respondió Nius encogiéndose.
-Que rápido delatas a tu amo...si tan solo fueras un Chuck -Jeremy negó con la cabeza - ¿Qué dices? -Volvió a preguntar a Candela - ¿Le mandamos los pedazos del elfo y seguimos viaje? o ¿Nos acercamos a nuestro Líder en sus ostentosos aposentos?

 

 

 

@@Candela Triviani @@Aaron Black Yaxley

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Ohh que verguenza, el chico @@Adrian Wild si sabia mi nombre. En serio tendria que ir mas seguido al arbol genealogico de la Mansion. Me rasque la cabeza y mirando a todos lados a ver si me habia faltado algo por chequear por si mi esposa estaba por aqui, pero nada. Claro ya que Adrian se interesaba por Perenela mejor responder.

 

-Bueno en la Mansion no esta -menti, no habia ido alli todavia- asi que supuse estaria aqui como secretaria de su madre.

 

Una vez concluido mis palabras llegaron las sorpresas. Al menos por ahora no tenia que tomar providencias para ser escuchado de eso se encargaba el hermano de la pelivioleta que aporreaba fuerte la puerta, y claro no pude evitar tambien reirme imaginandome las escena de la discusion entre hermanos que siempre acababa dirimiendose con la madre. Nunca habia imaginado a Sagitas asi.....Claro....mejor ayudar. Me acerque tambien a la puerta y comence a golpearla tambien.

 

-Abre vieja bruja..o te juro que te llenare la casa de nietos parecidos a mi. - si, sin dudas esa podria estar entre sus pesadillas recurrentes..cientos de Seancitos corriendo por toda la casa....

 

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Canberra, Australia

Ministerio de Magia Australiano



Recientemente se había convertido en el principal representante de las personas mágicas australianas. Tenía asuntos importantes que tratar en su país, como su propia investidura presidencial. Desde hacía unos días había tomado el cargo de manera interna, el país no podía quedarse sin alguien que tomara las decisiones importantes.


El problema que había surgido entre Inglaterra y Estados Unidos era algo indeseado. Comenzar con una posible guerra tan cerca era una desgracia si lo miraba desde sus intereses políticos, pero una gran oportunidad si lo miraba desde su beneficio personal. Había dado su apoyo a su segundo país, pero otro tema sería ver hasta qué punto se entrometería realmente.


Los problemas del hemisferio norte le quedaban muy lejos, pero estaba obligado a tomar una postura. La decisión de la Ministra de Magia había sido digna de admirar. Estaba completamente de acuerdo con todas las medidas que había tomado para su país, pero pasaría mucho tiempo antes de que se atreviese a hacer algo parecido. ¿Qué necesidad había de ganarse enemigos públicos de una manera tan sencilla?


Desde las sombras podía actuarse con mayor tranquilidad. El mortífago tenía bajo su mando a un grupo de mercenarios que le servían para sus intereses. Si quería que arrasasen con una calle llena de muggles, solamente tendría que ordenarlo. Si quería crear problemas en cualquier ciudad del mundo, lo mismo. Y así con cualquier cosa que se le pasase por la cabeza. Pero por muy impulsivo que quisiese ser no podía hacerlo cuando era el Primer Ministro Dumbledore.


Estaba mirando por la ventana de su despacho pensando en las cosas que empezarían a pasar en ese momento por todo el mundo cuando le trajeron un mensaje proveniente de Alemania, un ofrecimiento para ir hasta el país germánico a formar una alianza. El mago leyó la nota una y otra vez, mientras pensaba. ¿A qué venía eso ahora? No recordaba haber tenido anteriormente ningún lazo que lo uniese a ese país, por tanto la oferta no dejaba de ser llamativa.


Distraído enrolló el pergamino haciéndolo una bola y lo lanzó a la papelera. Se había aprendido de memoria cada una de las palabras que venían escritas, no necesitaba el papel para nada. Tenía que dar una respuesta afirmativa o negativa, pero su deber era contestar. Regresó para sentarse de nuevo en la silla de su despacho y tamborileó con sus dedos sobre su escritorio. Avisó a su secretaria para que escribiese la respuesta.


Utiliza los formalismos que sean necesarios. Agradece su propuesta y esas cosas... —comentó con la cabeza en otro lado. Eso era lo de menos, lo importante eran las palabras que venían después. —Manda esta pregunta; ¿Qué tienen para ofrecernos? —él como individuo no tenía problemas en meterse en cualquier conflicto, pero para meter a Australia como nación tenía que ganar algo a cambio.


Estaban muy lejos de todos los posibles enemigos...





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Luna Gryffindor Delacour

Oficina de Aurores de Gran Bretaña.

 

Ordenaba los papeles en la oficina de Aurores, no había mucho que hacer a comparación de otros años lo cual me fastidiaba sobremanera porque solíamos tener muchos más casos en esas épocas pero como todo estaba hecho un caos y sin un jefe claro era evidente que sólo debía de ordenar los papeles y fijarme que nada oscuro hubiera por doquier, algo del todo cómico teniendo en cuenta que por esos días las cosas más raras y extrañas pasaban a mi alrededor y la comunidad mágica estaba obsoleta tal cual la conocía, por eso aquel edito que estaba leyendo en el diario el profeta me dejo de piedra y sin saber que hacer, ¿romper relaciones con muggles? ¿Sagitas se había vuelto loca o qué?.

 

 

Tire mis papeles al piso sin darme cuenta de lo que hacía si quiere y releí aquel extraño edito intentando entender de que hablaba bien, decía que no nos relacionaríamos con los muggles y que nos penaría si eso era así, tragué grueso recordando prontamente que yo era nacida de muggles, así que era lo que los sangre pura llamaban sangre sucia, aunque claro que luego que Elvis, Annick y Lisa me adoptaran eso ya no tenía mas validez y yo había pasado a ser sangre pura o eso era lo que diría a cualquiera que le preguntará, nadie podía enterarse de que ella era hija de muggles con poderes mágicos, así que eso era algo que guardaría en secreto lo más que pudiera, aún así tenía que ir a buscar a Sagitas y entender porque había hecho aquello, porque para nada parecía la payasa que ella conocía y era como si alguien más lo hubiera escrito, así que necesitaba respuestas y las necesitaba ya.

 

 

Me tironee del cabello sintiéndome mal y sin saber que hacer, tenía que ir a verla claro estaba pero antes debía de calmarme, ya bastante malo era haber quedado sola en el mundo como para tener que lidiar con que podrían hacerle algo malo, ¿en que momento el mundo se había vuelto tan patas para arriba? ¿era algún castigo de alguien aquello y ella no lo sabía? para asombro de todo el mundo, era la primera vez que la Auror tenía miedo, miedo de que la encerraran o la lastimaran o lo que era peor la matarán sin piedad alguna, algo del todo ilógico y para nada cierto, algo que no podía pasar por nada del mundo ¿o si?.

 

 

Así que tiré los papeles al escritorio, desordenando todo lo que había hecho, me levanté de la silla, me puse el saco violeta, alise mi pantalón violeta y acomodé mi cabellera pelirroja rápidamente en mi prendedor del fénix dorado, peinando mis cabellos rojos lo más rápido que pude y corrí como nunca saliendo del despacho hacía afuera, sin pararme a pensar que me podrían ver como una loca si corría de esa forma, solo necesitaba encontrar a mi amiga Sagitas y entender que diablos sucedía en aquel momento, porque ya nada tenía sentido alguno para mí y ese edito me ponía en serios aprietos, unos aprietos que esperaba que nadie indagará ni se pusiera a ver muy a fondo, solo esperaba que ser una Gryffindor y una Delacour me dieran cierto margen y cierto privilegio para que nada malo me sucediera o al menos, rogaba para que así fuera.

 

 

Pase por la fuente del ministerio, saludé a algunos colegas que me saludaron y sonríe más de la cuenta, intentando calmarme y saber bien que diría, corría peligro y ahora si que no tenía a nadie a quien pedirle ayuda, estaba sola o algo así, aunque aún me quedará Lisa cierto era que hacia siglos que no la veía y no sabía si podía pedirle ayuda o no, al fin y al cabo, seguía siendo mi mamá, casi tanto como Annick quien estaba desaparecida quien sabía donde, además no estaba sola, tenía a mi amado bando que me respaldaba así que ¿por que iba de temer? y Sagitas era mi amiga así que nada malo me pasaría o al menos, nada tan malo esperaba que pasara.

 

Oficina de la primer ministra de Gran Bretaña.

 

Aún corría con miedo cuando divisé el despacho de mi amiga, así que suspiré y me alegré de ver a Adrián y a Sean allí parados suponía que esperando que la payasa les abriera de un momento a otro, estaba tan feliz de estar entre amigos que casi me olvidé de porque corría hasta que con un escalofrió lo recordé haciendo que los saludará entre preocupada y alarmada a partes iguales, tenía que resolver este asunto hoy a como diera lugar porque mi vida no podía correr peligro y máxime en esta época en donde no podías dar un paso sin que algo malo sucediera.

 

- Hola Sean y Adrián, ¿Cómo andan? ¿Saben si Sagitas esta aquí? la estaba buscando con suma urgencia leí el edicto y realmente no parece ser cosa de ella, ¿por que no podríamos comerciar con muggles o ellos con nosotros? además de que romper contacto con ellos no me parece nada bien, además de ¿Qué es eso que los hijos de muggles con magia deberán de registrarse? esto es peor que en la época nefasta de Voldemort de verdad que necesito una explicación, ¿ustedes están para lo mismo? - Dije entre entusiasmada y preocupada a partes iguales, intentando calmarme y sonar más alegré de lo que en realidad estaba en esos momentos -

 

Suspiré esperando tener una explicación pronto e intentando calmarme por segunda vez, nada malo podía pasarme, nadie podía saber que era hija de muggles e hija de un rey para colmo de males, no había registros de ello por ningún lado y si me preguntaban diría que siempre había sido hija de Annick, Elvis y Lisa, que nunca había conocido otra cosa y que era una bruja hecha y derecha, eso era lo que diría y nada malo me pasaría porque tenía pruebas faseantes de que ellos eran mis padres y que yo era una bruja, por ende ninguna cosa mala me pasaría y si así fuera, sabría a quienes pedirles ayuda, así que sonreí algo más calmada a la espera de que Sagitas me diera una explicación para tamaña edito raro que había escrito y que no tenía ni pies ni cabeza alguno.

 

@@Sean -Ojo Loco- Linmer @@Sagitas Potter Blue @@Adrian Wild

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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