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La Resistencia


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Londres, Reino Unido.

 

Detestaba con todo su corazón la visita de los baños públicos como los de aquel lugar. Pero había momentos en que resultaba imposible contenerse y no quería abandonar su whiskey de fuego a medio empezar.

 

El mago de cabellos negros regresó a la barra, donde la butaca vacía en la que se encontraba hasta entonces ya no estaba vacía. Un hombre de aspecto lamentable y de reducido tamaño estaba cómodamente sentado y bebiendo «su» whiskey. La expresión del rostro de Black lo delató: lo que en condiciones normales resultaba ser inexpresivo, ahora la crispación se evidenciaba en la mirada tormentosamente grisácea. Avanzó con rapidez y sin detenerse a pensar en lo que estaba haciendo, tomó al hombre por el cuello de una desgastada camisa, lo elevó no menos de un metro del suelo y lo arrojó hacia un lado como si de un muñeco de trapo se tratara.

 

—No tienes derecho a beberte mi whiskey —dijo en un tono amenazante. Las personas que estaban a su alrededor lo miraban de ojos desorbitados, pero no le importó en absoluto. Dirigiéndose al empleado de la taberna, volvió a aproximarse a la barra—. Quiero otro whiskey, por favor. —Dicho aquello, dejó a su lado los billetes correspondientes.

 

La agitación provocada por Black había hecho que los presentes que estaban próximos a su persona lentamente comenzaran a alejarse y se creó una especie de claro a su alrededor. Eso permitió que, mientras esperaba por la nueva bebida, pudiera ver con mayor claridad las personas de la taberna. No conocía a nadie, la verdad, hasta que sus ojos aún crispantes creyeron reconocer a una bruja miembro de la Orden del Fénix. Esperó el whiskey y luego se encaminó en su dirección.

 

—¿Bel Evans? —inquirió por lo bajo en dirección a la bruja. Bel no estaba en soledad en la mesa, sino junto a otra mujer joven algo despistada de apariencia—. Disculpen mi intromisión. Soy Martin Black —se presentó en particular para la desconocida, algo le decía que Evans iba a reconocerle. O al menos de apariencia, ya que no estaba seguro haberle dicho antes su nombre.

 

No estaba seguro si ambas mujeres se habían percatado del altercado, pero eso no cambiaba las cosas. Creía haber visto antes a Bel Evans, al menos al pasar, en alguno de sus encuentros con la Orden del Fénix. Aquello no podía ser una mera casualidad. Las consecuencias que traería el edicto publicado por la descabellada Ministra de Magia podían ser trascendentales para el devenir de la comunidad mágica y también la no mágica.

 

 

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#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

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En la Mansión Gryffindor ordenando todo.

 

Estaba allí ordenando todo los papeles que tenía en la mesa, su papá le había dejado una cantidad de cosas por revisar, desde algunas notas echas a mano, hasta retazos o incluso planes que él quería llevar a cabo, contuvo un grito al ver todo el plan contra el inquisidor y Aaron allí arriba de la mesa junto a sus notas del ministerio, ¿Cómo se le ocurrió dejarlo bajo llave? y lo que era más importante, ¿por que justo a ella confió eso?, trago saliva nerviosa, ¿Qué haría ahora? intento no tocar ese papel que había leído pero sus ojos azules corrían hasta allí sin saberlo porque si quiera, como si la llamará a leerlo por más que no quería verse involucrada en eso.

 

 

Tardo varias horas en ordenar todo, el resto eran papeles sin importancia, cosas que decía sobre como atrapar a Aaron y otras tantas que no entendía por estar con letras que no conocía del todo, ¿su papá sabía una lengua extraña de la que ella no era participe? ¿o lo había escrito en clave para que nadie descubriera que se traía entre manos? la cabeza le dolía de darle vuelta a tantas cosas, necesitaba pensar que iba a hacer con todo eso, porque ordenarlo y dejarlo a la vista de los demás no era su idea de que hacer, así que decidió juntarlo todo y ponerlo en su bolsa para revisarlo luego cuando tuviera un momento sin nada por hacer.

 

 

Cuando recibió el papel de Mica que le pedía ayuda contra las normas arbitrarias y horribles de Sagitas, suspiro, respondiéndole un escueto: "allí estaré no te preocupes, te quiero mucho, cuídate por favor, no se que haría sin tí" que le llevo su lechuza rápidamente a su destino, pensando en que ella también estaría nerviosa o rota por dentro, a veces se olvidaba que más personas querían a su papá, así que se prometió verla pronto, no quería hacerla esperar y sólo espero que llegará el día para verla y formar la resistencia con todos sus amigos y familiares, porque estaba segura que ella llamaría a más personas que la ayudarán con esa empresa y tenía una leve sospecha de a quienes recurriría sin demora.

 

 

Dejando los papeles bajo llave y llevándosela se dirigió rápidamente hacía la mansion de los Potter, lugar donde de seguro alguien estaría y en donde podría comentar esa rara nota que había recibido, aunque era cierto que Sagitas había perdido el norte y no sabía que le pasaba, en realidad solo quería ayudar de alguna manera, solo esperaba que no fuera demasiado tarde todo aquello.

 

 

Residencia Potter (días antes de la Reunión convocada por Mica).

 

Entro en el lugar justo para escuchar que Rory hablaba de ir a los lugares seguros, suspiro entrando y tropezándose como siempre con ese paraguero, haciendo más rudo de la cuenta, lo que la hizo sonreír por demás, ya se había acostumbrado a ser torpe y chocarse con todo, no era un secreto para nadie lo despistada que era, así que simplemente ordeno todo con sus manos, preguntándose cuando la gente dejaría de tener paraguas o poner cosas en su camino y ella dejaría de ser tan torpe por no fijarse por donde caminaba nunca.

 

- Creo que tienes razón Rory y tenemos que ir ya a llevar a las personas a los lugares seguros, por lo pronto cuentan conmigo para ayudarles, no podemos permitir que nadie resulte herido o lo manden preso por las medidas que piensan tomar, realmente no poder comerciar o tener algún parentesco o contacto con los Muggles es no darse cuenta todo lo que ellos pueden ayudarnos, de veras que ese edito es lo ultimo que necesitábamos en este momento, en vez de hacer las cosas con más calma y me gusta la idea de resistirnos a eso, así que cuentan conmigo como siempre, por cierto, Lunita Gryffindor, aunque no creo que sea necesaria la presentación y siento lo del paraguero, ¿en que puedo ayudarles? - Les dije a todos entrando más decidida y segura de la cuenta, con mi sonrisa alegre en mi pálido rostro y esperando poder ayudarles a todos -

 

Intentaba seguir adelante y ser feliz por demás, a nadie le pasaba por alto que eso me costaba bastante, pero al menos allí estaba ayudando en lo que pudiera a mis amados familiares y lo que era más importante, creía que ese Edito no era por nada coherente con sus ideas, así que allí estaba resistiendo con todos, esperando poder dar su granito de arena ayudando a todos por igual.

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Lo bueno de la llegada de Elizabeth era que le había permitido al Despard huír de ella, la Potter Black no deseaba en el fondo molestar al líder de la Orden, pero desde que había conocido al predicador habían discrepado tanto en las ideas que no podía evitar, cuando la ocasión se daba, intentar demostrarle que su punto de vista no siempre era el correcto. Sin embargo se sentía sorprendida de sí misma, porque aparte de haber deseado confiar en él, lo que le había dicho le había salido en forma impensada y eso no era una buena señal en ella.

 

Elizabeth saludaba en ese momento a Rory pero al mencionar a Sophie la hizo regresar aquí y ahora, ya tendría tiempo de resolver su problema emocional. Así que la bruja se iba a ir a Estados Unidos, Darla negó, estaba cansada, entendía que ese era un mejor lugar para muchos magos y brujas, irónico, considerando que a principios del siglo veinte estaban exactamente al revés. Cien años habían pasado y las cosas se habían girado ciento ochenta grados, ridículo, o había alguna señal oculta en todo aquello.

 

Darla observaba en silencio al pelirrojo ir y venir con las tazas de té, le agradeció el suyo con extra de limón y se permitió observarlo. Esta vez no con lascivia, como él pudiera creer sino con la sorpresa de ver en él un parecido con Seba, quien siempre estaba atento a las necesidades de los demás y dispuesto a servir como un caballero a las damas. Antes de que el predicador se diera cuenta desvió la mirada, con un cierto dejo de pudor, asintiendo simplemente a lo que él mencionaba sobre el mejor lugar para la reunión y los lugares seguros.

 

La voz de Luna no la sorprendió luego de haber sentido el estruendo del paragüero, se preguntó qué tendría contra él. Suspiró, no que no la esperara, pero ni a ella ni a Mica las había visto desde hacía algunas lunas atrás y en verdad no esperaba que la Casa se volviera un mundo de gente, quizás eso fuera otra señal, sobre todo considerando quiénes eran las personas que habían llegado a “rescatarla” de tener que exponerse ante el Despard.

 

—Hola Luna —dijo dirigiéndose a la recién llegada —espero que estés mejor —le sonrió con afecto antes de agregar —tienes razón en que no existe ninguna lógica en alejarnos así de los muggles, a pesar de las acciones de algunos pocos de ellos —de hecho ella y Seba habían pensado escapar al mundo muggle sudamericano, donde Seba había estado preparando una cabaña para trasladar todo su hogar allí.

Editado por Darla Potter Black
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Sonreí con afecto a Darla, hacía años que la bruja se había ganado un lugar privilegiado en su corazón y más años tenía de conocerla, tantos que si intentará medirlos con cálculos no podría hacerlo en realidad, se preguntó si en algún momento ella se enteraría de cuanto la apreciaba y cuanto la quería, aunque se guardaba muy bien de decírselo, además no era momento de ponerse sentimental, tenía que encontrar la solución al problema de sus amigos los muggles, porque si la vampiresa los consideraba sus amigos y eso nunca iba a cambiar, con edito de por medio o no.

 

- Hola Darla, amiga mía, pues si estoy mejor, bueno todo lo mejor que puedo estar en realidad, la voy llevando como puedo, de echo volviendo al tema de los muggles, con esta regla rara que dicto Sagitas me parte al medio, mis amigos era y son muggles, incluso llegaba a comerciar y traer cosas de ellos, pasé hasta cumpleaños en su compañía, a lo que voy es que ya son como mi familia y pensar que ya no podre llevarle cosas o ellos a mí.... era una parte importante de lo que hacía siempre, sobre todo libros y no me avergüenzo, ¿saben que? diré con orgullo que mis amigos y yo cambiábamos libros por dinero muggle, a lo que voy que no solo era algo comercial si no que también eran familia y entonces, ¿ya no podré verlos más? estoy en contra de ese edito e incluso fui a verla para que me explicará, pero no quedé conformé con su respuesta, por eso aquí me tienen para ayudarlos si quieren - Dije hablando tan rápidamente como siempre cuando me entusiasmaba por algo -

 

De repente me mordí el labio inferior indecisa, ¿qué acababa de hacer? les había confesado mi mayor secreto mejor guardado, ahora todos sabían que compraba libros y que los cambiaba por objetos mágicos, ¿Qué pasaba si alguno se lo decía a alguien? negué con la cabeza intentando calmarme, nadie de los allí presente me vendería así de feo, así que tenía que estar tranquila, porque mi secreto estaría bien resguardado con ellos, ya que todos los de allí eran mi querida y amada familia y como tal, me guardarían mi pequeño pecado o eso quería creer que harían.

 

- Pienso que fue una locura, no sé que pensaba cuando lo hizo, alguien nos la cambio, eso es lo que paso, alguien nos cambio a la ministra, quiero creer que estaba bajo algún hechizo o poción porque no puedo creerlo, la otra que me queda pensar es que fue el poder, todos sabemos que algunas personas se corrompen con él ¿no? quizas fue eso lo que le paso, tal vez por eso saco ese edito, enserio que no sé que pretendía Sagis con aquello, sigo sin comprender su accionar en lo más mínimo - Mascullé con algo de enfado en mi voz, intentando calmarme para que no se notará tanto -

 

- ¿Qué haremos para impedirlo? ¿haremos pancartas, alzaremos la voz? ¿Cuál es la idea que tienen? quiero hacer algo, solo que no se él que, lo que sea que hagamos tiene que ser rápido y ya, no podemos permitir que eso pasé, tenemos que salvar a la comunidad mágica, somos los que podemos hacerlo, solo díganme que quieren hacer o como nos organizamos - Les pedí intentando calmar mi enojo y sonar más calmada de lo que en realidad estaba en esos momentos -

 

Me quedé callada luego de eso esperando que me dieran su opinión sobre todo este lio que teníamos encima, parecía que íbamos de problema en problema siempre y la auror se preguntaba cuando tendrían algo de paz, nunca la había querido tanto como ahora, pero aún así allí estaría para ayudar a todo el mundo e impedir que limiten el contacto con muggles, algo que le parecía del todo horrible y feo por demás, además de arbitrario e injusto, teníamos derecho a tratarnos con ellos y ellos con nosotros, siempre y cuando no supieran de nuestra magia, ¿Qué nos impedía hacerlo? solo el edito de la bruja pelivioleta, que esperaba poder dejar obsoleto de alguna manera.

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