Jump to content

Prueba de Oclumancia


Aailyah Sauda
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Pocos alumnos tenían la fortaleza mental de enfrentarse a la prueba con tanta rapidez, sin embargo, había algo en la línea de tiempo de vida del Yaxley que lo hacía conectarse raudamente a lo que Sauda buscaba en uno de sus pupilos. A lo mejor era esa afición extraña por las runas y el querer conocer el futuro gracias a su Videncia. Eso tenía, obligadamente, que ponerlo en contacto con lo más etéreo de su mente y le abría puertas de manera sencilla. Ya le había realizado la pregunta, y no había sentido necesidad de reformularla porque el Yaxley se mostraba férreo en sus respuestas.

 

Bien, supongo que hemos llegado —comentó la morena, a orillas del lago que los separaba de la última prueba. La isla donde se encontraba, sólo el universo sabía desde hace cuánto, la Gran Pirámide—, ya conoces este punto clave, Orión.

 

Suspiró un tanto agotada.

 

Sabes también que este tramo del camino lo tendrás que recorrer sólo, sin embargo, si realmente te nos unes al sendero de la Oclumancia, siempre estaré para ti, de ser necesario —comentó cruzándose de brazos, justo después de señalar con la mano la isla.

 

Frente al rostro de Orión se conjuró un anillo similar al suyo, flotando frente a sus ojos.

 

No intentes tomarlo desde ahora —explicó—, primero llévanos a la Isla y entonces, veremos si realmente respondiste con sinceridad y estás listo para la prueba de Oclumancia.

 

La arcana podía sonar severa, pero tenías grandes expectativas para el Yaxley, alguien con sus habilidades que pudiera ser capaz de proteger sus pensamientos y recuerdos era invaluable, eran pocos los que se aventuraba a esa rama de la magia, aunque, a juzgar por los últimos momentos, se andaba haciendo popular. Miró la isla, si todo salía bien, volvería a ese mismo punto unas cuatro veces más en el corto plazo. Si todo salía bien.

 

Era claro para ambos que no era su primera vez ahí, Orión sabía que al llegar a la isla debía lidiar con el espeso y por tanto, frondoso bosque, antes de llega a la Pirámide . El camino podía parecerse sencillo, pero la habilidad de la Oclumancia reclamaba su ventaja, y antes de llegar a la Gran Pirámide, él se enfrentaría con ilusiones demasiado vívidas, tanto que le harían suponer que algo había cambiado en su pasado. Dos recuerdos de cuándo había salido victorioso de las fauces de la muerte se voltearían contra él, moriría sin remedio alguno, dejándolo vagabundeando para siempre en el bosque si no lograba escabullirse de ellos. Pero Sauda tenía fe, en él, particularmente.

 

Llegaría a la Gran Pirámide cansado más emocional y mentalmente que en lo físico, pero con la tenacidad suficiente para afrontar cualquiera de las pruebas del portal. Había sido un entrenamiento rápido, pero esperaba y confiaba que eficaz. Cada prueba era distinta y ni siquiera ella era capaz de atreverse a cuestionar lo que vería o afrontaría el Yaxley luego de adentrarse a alguna de ellas. Cuando estuviera al borde de su elección, podría tomar el anillo del aprendiz de Oclumancia y ponerse a prueba.

Editado por Aailyah Sauda
ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 3 semanas más tarde...

Éste no era su primer rodeo. Conocía el camino. Tres etapas: un lago, un largo y espeso bosque y el laberinto final en la isla. Entendía, de alguna manera, la esencia principal de las pruebas: poner en jaque sus conocimientos sobre la habildad. Aprender de ellas desde otro nivel. También tenía en claro que nunca estaría a la altura de pasar por aquellos terrenos, (completamente ileso) o con un record perfecto. Aun así, si Sauda podía ver en él un fuerte Oclumante, entonces sus instintos no estaban tan errados.

 

Se encontraba junto a ella, a las orillas del lago. Llevaba un abrigo sobrio, pantalones para el frío y unas botas. A su lado, escuchó cada una de las palabras de Aailyah. Se sorprendió de que actualmente la Arcana buscara acompañarlo por el trayecto a la pirámide. Eso… no sucedía todos los días. Ni menos con las pruebas. Y si bien, se había preparado para algo sumamente mental, la compañía de la Arcana podía hacerlo todo más ameno. Finalmente asintió cuando vio el anillo frente suyo. El primer paso, sin duda, era canalizar su poder mágico.

 

Se acercó al lago, aun en invierno y con una leve nevada, el agua no estaba congelada. Extraño. Entrecerró los ojos, había algo que faltaba. El usual bote que tomaba no se encontraba, ni el puente cuando hizo la prueba de Videncia.

 

- Supongo que hay que avanzar, Arcana –comentó sereno.

 

Puso los pies sobre el agua. Aún con capas protectoras sintió el frío en sus dedos. Cerró los ojos e inspiró profundo. Con el aire retenido buscó materializar lo que faltaba. Ah, pero ahí estaba el punto. Orión no podía sacar de la galera un bote o puente para su uso. Así como también no podía crear barreras mentales. Ya las tenía dentro de él, sólo le hacía falta… bueno, ordenarlas. Sintió capas y capas de energía mágica reconstruyéndose en los puntos clave de su cuerpo. Dio un paso nuevamente y sintió cómo sus pies ya no se mojaban por completo. Estaba caminando sobre el agua.

 

- ¿Me acompañas?

 

Siguieron camino por el lago.

 

- Aailyah, ¿cuándo te diste cuenta que eras Oclumante? ¿Has estado en un grave peligro que requirió usar tus habilidades? Ya que estamos… me gustaría conocerte más a ti. Más allá de la faceta de Arcana, obvio.

QlJxtuG.png
3wkkc9v.gif

ZREaNtC.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Supongamos que cada persona tiene un símbolo, bueno, Orión era un taiji. Un círculo, un ser en constante movimiento y aún así, poseía la calma de tener la mayoría de cosas equilibradas, quizá por eso la prueba se le revelaba con rapidez y él la abrazaba de tal manera, que las respuestas le llegaba a la mente de forma más clara que a la mayoría. La arcana casi se echa a reír cuando le vio caminar sobre el agua. Se tomaría, seguramente, el tiempo que necesitaba para interiorizar todas las cosas que podía encontrarse cuando se adentrara al lago, era un oso viejo. Sauda lo acompañaría solo hasta un determinado punto, bien sabía él que no podía avanzar mucho más, pero permanecería unida a él en otro plan durante lo que durara su prueba, y él también era conocedor de eso.

 

— La Oclumancia en sí es un peligro, Orión —respondió paciente—, pero siéndote sincera de la persona que más miedo he tenido que invada mis pensamientos, he sido yo misma. En determinado momento he cerrado tanto la mente que he olvidado personas importantes en mi vida, el dolor en los recuerdos es una fuerza que te hace cerrar todo con llave y tirar la misma en el fondo de un lago, he caído en eso un par de veces.

 

Aunque estuviera a punto de anotarse en la lista de Oclumantes, no podía perder una sola oportunidad de enseñarle lo más que podía, quería ayudarlo. Había algo en su forma de ser que se podía desprender como alguien que no necesitara ayuda, pero bien sabía la arcana, lo que le esperaba en ese bosque espeso eran un par de situaciones para las cuáles ningún mago o bruja se preparaba lo suficiente, nunca.

 

Miró su anillo de habilidad, encerrada en madera y onyx, sencilla, podía pasar desapercibida como una simple bisutería, contenía todo el poder de la Oclumancia, encerraba en esa pequeña circunferencia todos los secretos de los oclumantes del mundo y todos, ayudaban de manera energética a todos los que escogían ese camino.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Sauda pensaba en él como un taiji. Movimiento constante y equilibrio. La palabra clave: el equilibrio, componía todo lo que significaba la vida. Casi como una representación libriana. Lo bueno, lo malo, en justa medida. Una contradicción inminente: esas categorías las daban las mismas personas en sus mismas experiencias. Aailyah hablaba del dolor de sus recuerdos, de cerrar con llave y tirar la misma en el fondo de un lago.

Lago…

Paseaban con cierta parsimonia. A la par. Orión nunca se hubiera imaginado estar casi a la altura de un Arcano. No es que estuvieran mismo poder, simplemente compartían de par en par. Lo que le dijo fue increíble, porque (re)confirmaba que los Arcanos eran, al fin y al cabo, personas como él. Estaban a la mitad del recorrido. Caminar sobre el agua se había convertido en una habilidad nata para el mago. Algo sencillo. Una extensión de su posible oclumancia. Se detuvo un segundo.

- Bueno, pero, eso justamente nos hace persona. A veces la propia memoria, los recuerdos, se cambian con el correr de los tiempos. ¿No es que somos nosotros la medida de todas las cosas? En su defecto, aquello que le damos sentido desde nuestro mundo interno. Lo que es dentro es afuera. Lo que es abajo es arriba. Y si somos conscientes al respecto…

Soltó la reflexión mientras se ponía en cuclillas. Movió las aguas con precisión quirúrgica, casi como si estuviera realizando un corte limpio. Concentró su energía mágica en el dedo índice derecho y por último, apuntó al fondo del lago. Un brillo plateado apareció tímido. Con el pasar de unos segundos resurgió a la superficie. Una llave, de madera y onyx, sencilla, que podía pasar desapercibida como una simple bisutería.

- A veces hay que tirar la llave al fondo del lago. A veces, hay que recuperarla.

Continuó la marcha, llegando a la orilla del bosque. Sabía que la Arcana lo dejaría en algún momento para la prueba. Sin embargo, para él, este momento no era como los de Videncia o Animagia. Era especial, porque la conexión con Sauda era especial.

- Entiendo el peligro de la Oclumancia. Es el mismo que todos los poderes en su extremo: un solipsismo en su máxima expresión. El riesgo de encerrarnos en nuestros propios pensamientos. Pero la llave -dijo, levantando su reciente adquisición y abriendo el portón de rejas del laberinto- siempre está al alcance de nuestra mano si está bien encaminada.

El lago, el bosque, el laberinto, eran representaciones de sus propias limitaciones frente a la habilidad. Siempre lo eran. Y saber como manejarse, implicaba siempre una disposición benévola de sí mismo frente al desafío. La última fase era virtualmente imposible de completar: un laberinto sin salida. Sin embrago, como habían visto en la clase de la habilidad, las cesuras eran la clave para dejar pasar solamente aquello que querían. Orión dio un paso adelante junto con la Arcana y sintió las ramas de los arbustos en sus manos. Las sintió reconocidas.

- En este caso, el laberinto es mi Oclumancia, defendiéndome de mi mismo. Una mente con sus anticuerpos, reconociendo un ser extraño: yo mismo.

La clave la había dado la Arcana momentos atrás.

- Una oclumancia a la inversa -susurró mientras apuntaba con el mismo dedo que había recuperado la llave hacia el centro del laberinto. De un segundo al otro, se abrió el camino hacia la pirámide. Faltaba la última parte de la prueba de habilidad.

QlJxtuG.png
3wkkc9v.gif

ZREaNtC.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Justo como Sauda lo había predicho en su interior, el camino hacia el laberinto, el lago y buscar las formas perfectas para su propio destino, resultaron sencillas para el Yaxley. Tan pronto como fueron caminando se fue abriendo el destino para el corpulento mago, ¿Veía Sauda un futuro reemplazante en él? Realmente no, pero era demasiado interesante verlo moverse como pez en el agua; sobre todo con una habilidad tan esquiva como lo era la Oclumancia, a lo mejor, Orión no era tan físico como el mundo lo percibía de entrada. El laberinto iba a dar igual si lo era como si era un camino recto, él lo había resuelto. Sauda continuaba a la par del Yaxley, asombrada, aunque no lo admitiera de que fuera capaz de materializar incluso sus metáforas. 

La Gran Pirámide era el lugar dónde él solo iba a determinar si aquel anillo terminaba ayudándole o no podría sobrevivir a la prueba final. Aquí es dónde ella se adelantó un par de pasos para tener la primera imagen de la sala circular. 

Orión, hasta aquí llega mi guía si lo ha sido así para ti —comenzó, luego se giró sobre sus talones para quedar frente a frente y darle la ilusión a cualquiera que pudiese verlos, de ser una madre aconsejando a su pequeño antes del primer día de clases—. Como sabes, debes escoger una de la puertas. Tienes la llave y en cuanto tu mente aclare cual será la puerta elegida, podrás tomar el anillo del aprendiz, si escoges sin pensártelo bien, probablemente destruyas la joya en cuestión de segundos. No hay más oportunidades.

Retrocedió y señaló con la mano alzada.

Quedo a la espera de mi nuevo hermano, Yaxley, depende de ti.

@ Orión Yaxley

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...

- Quedo a la espera de mi nuevo hermano, Yaxley, depende de ti.

Asintió en silencio. Unos segundos después y la Arcana lo había dejado frente al nuevo acertijo: entrar a la pirámide.

El mago conocía el procedimiento de cualquier habilidad. Una estandarización necesaria por parte de los arcanos. Ahora se encontraba en la antesala de la experiencia que pondría a prueba su habilidad mágica, lisa y llanamente. Se acercó a las tres puertas con la llave que había recuperado del lago. Sintió esencias emanar de cada una de ellas, un aroma particular. Eran tres y no se mezclaban en absoluto, cada una tenía lo suyo. La de la izquierda era clarísima, agua salada, mar. La de la derecha, bosque profundo, ligero aroma a lluvia. La del centro, no lo supo distinguir.

Orión llegó a Oclumancia porque le quitaron un recuerdo. Un ladrón entró, hurgó sus pertenencias y se fue sin dejar rastro. No estaba enojado ¿por qué lo estaría? Si lo hizo perfecto. No supo cuándo sucedió, ni qué se robaron, ni un remoto motivo aparente, lejos está el saber quién. Claramente, le llamó más la atención. La curiosidad mató al gato, dicen.

- El que tiene miedo de morir que no nazca -soltó para sí mismo. Introdujo la llave y entró.

Se encontró con un vacío oscuro como esas noches de luna nueva bien cerradas, que ni siquiera te puedes ver la nariz. Esa oscuridad, tan pero tan oscura, que de pronto no sabes cuál es arriba o abajo o cualquier dirección aparente. No supo si caía, o flotaba porque la gravedad era un concepto completamente abstracto en ese minuto de existencia corpórea. Solamente sintió que la puerta se cerró detrás de él. El aroma, que no era indescriptible, si no que al mago le faltaban palabras para enmarcarlo, se intensificó y cuando menos lo esperó, el portal a la prueba se abrió de par en par. Y como si fuera un relámpago, voló sobre la sala de ouroboros y entró sin tener poder de decisión. Bah, la decisión ya la había tomado.

Cerró los ojos con fuerza para abrirlos lentamente. Sintió al principio que estaba en el suelo y palpó la superficie. Después sintió la presión en sus talones, no, estaba parado y pegado a una pared como si se hubiera chocado con ella recientemente.

- ¿Mucha droga señor? -una mujer de rizos castaños, fumando un le cigarette. Le dio la última pitada, lo apagó contra la pared, lo tiró a un costado y caminó hacia él-. ¿No irás a la fiesta de OR-IO?

- Ehlá, bella, sí. Certísimo, ¿cómo no ir? ¿Tienes lo nuestro, vero?

- Raffaela sacó la bolsita con un contenido poco ético de describir en un horario apto para todo público.

- Perfetto.

Un auto negro llegó, todo polarizado, todo negro, todo top. La mujer, quien fuera una muy amiga de Orión lo invitó a subirse. Se sentó sin problema, eran unos asientos de cuero amarronado muy vintage sin apoya cabeza. De pronto él, instintivamente le puso la mano encima al muslo de Raffaela y se dio cuenta que tenía las uñas pintadas. Se disoció un segundo. Uñas pintadas de negro. Se quedó mirando la mano libre, admirando la manicura.

- ¿Pasa algo cariño? ¿Seguro que estás en el mood?

- Sí reina, faltaba más.

- Sabes que esta noche es sumamente importante.

- ¿Con quién crees que estás hablando?

- Y sí, pero sabes… estoy un poco nerviosa.

- Tranquila… -apretó su muslo, qué pícaro el muchacho- No soy un amateur.

- Ah, pero para desaparecerte con uno de esos, eres facilísimo.

- Vamos, ¿tanto problema por un poco de diversión? Por favor -la mano empezó a subir y Raffaela le cortó el mambo de un golpe.

El auto dio un último giro y frenó llegando al destino. Era el famoso club DockShi de Milán. Obviamente los dos conocían gente, por favor. Pasaron saltándose toda la fila, llevándose mirada de varias escotadas y enojadas mujeres. Todos tenían lentes de sol, oscuros verdes, con amarillos opacos y algunos tipo carey, marcos grandes, finos, de moda. Las vestimentas eran casi todas con poca ropa o completamente oversize. Cueros, latex, redes o algodón finísimo, cortado a tijera.

Se dio cuenta que él mismo llevaba unos baggy shorts hasta por encima de las rodillas. Unos borcegos negros tipo marca famosa inglesa. Se frenó detrás de Raffaela, que llevaba un vestido negro, ajustadísimo al cuerpo. Era alta, casi de su estatura, con un spetum, los ojos delineadísimos. Divina, despampanante. Icónica. Sintió, por primera vez, un astivo del amora que se había presentado aquella vez frente a la puerta y recordó ese momento. Entendió que se trataba de su perfume, o de su olor corporal, pero era suave, dulce, una vainilla mezclada con cigarro viejo y licor.

Cuando dio dos pasos sintió que la música le dio una cachetada que lo devolvió a esa realidad. Era fuerte, un DJ de moda estaba tocando. El famoso OR-IO. Or Io, volvía loco a Italia porque era la representación del despojo del yo. Era el or, del inglés, sumado al Io, primera persona del italiano. Por otro segundo volvió a reconocer el segundo olor, nitrito de amilo. Ay, qué locura. En dónde se había metido. Y entendió que era mago y entendió que estaba ahí por algo. Pero un tipo lo chocó mientras bailaban y volvió a esa realidad. Raffaela lo estaba guiando, buscaba encontrar un espacio dónde bailar y lo encontró: casi que en el medio de la pista, cerca de la isla gay.

Empezaron a moverse al ritmo de la música electrónica. Se miraban a los ojos. El muchacho encontró en Raffaela las pupilas de a poco demasiado dilatadas y sintió que el estaba igual. La muchacha sonrió y le extendió las manos sobre los hombros. Se acercaron más. Se besaron. Luego ella se acercó levemente y le dijo casi con soltura

- La presa está en la cabina -dijo, mientras lo movía para que el muchacho estuviera en frente de dónde se encontraba el DJ.

Su instinto lo llevó a besarle le cuello, de a poco, a lo que ella se arqueó la espalda. Eran amigos. Se estaban demostrando afecto. De a poco fue levantando los ojos, pasó por entre los cuerpos, se elevó por encima de las luces del escenario y vio de quién se trataba. OR-IO frente a todo pronóstico era Orión. O sea, Orión no era Orión y estaba viendo a Orión. Diría que al lector le llevó una sorpresa, pero era casi un secreto a voces.

Se quedó duro. Se estaba viendo tocar música electrónica en una ciudad italiana lleno de gente completamente desbocada.

Era él, claramente. Las canas, la barba, los ojos azules, la maldita marca tenebrosa en su bíceps izquierdo.

- Estamos listos entonces -siseó a su compañera-. A tu señal.

QlJxtuG.png
3wkkc9v.gif

ZREaNtC.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.