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Pociones y Conocimiento en Maldiciones


Zoella Triviani
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Pociones y Conocimiento en Maldiciones.

En un claro dentro de un bosque desconocido aguardaba la bruja calva a sus alumnos de esa vez. Tenía tiempo sin impartir clases pero deseaba a toda costa volver al aula y compartir con diferentes tipos de alumnos, de los que siempre sacaba algo de provecho durante las clases.

 

En el claro donde aguardaba había colocado una pequeña hoguera que se encontraba apagada y sobre esta un caldero esperaba a ser utilizado, donde en su costado una mesa llena de ingredientes infinitos se encontraba esperando a quien osara aprender sobre el arte de las pociones, aquel arte del que Triviani usaba en todo y para todo, aquel arte que combinaba con otros tipos de magia para incrementar su poder, su sabiduría y obviamente los galeones en su bolsillo.

 

Para la clase de pociones, su alumna debería activar el traslador dentro del sobre que le había hecho llegar días antes, las instrucciones se encontraban explícitamente dentro del sobre.

 

 

Clase de pociones, ¿Está lista para comenzar a cocinar? Lugar: Desconocido Hora: 9:00 am. No Llegue tarde.

 

Para a la clase llegar, el traslador debes de activar. Solo rocía la pequeña piedra con un ingrediente algo dulce y bastante aromático.

 

Dejo en tus manos la elección,

Atte: Zoella Triviani.

 

 

Este la llevaría justo frente al caldero, e iniciaría su clase. Por otro lado, se encontraban dos alumnos para adquirir sus saberes en maldiciones, buscaban conocer todo el misterio que éstas guardaban y desentrañar cualquier magia que las maldiciones escondía. La ojigris siempre investigaba de ellas, buscando una forma de hacerlas suyas e incluso de crear maldiciones que lanzaba a todo aquel que a su criterio lo mereciera. Pero, para esta clase, la calva les daría una labor inicial a sus alumnos, escrita en las cartas que les había hecho llegar con anterioridad.

 

 

 

Clase de Conocimiento en Maldiciones, ¿Está lista para corromper su magia? Lugar: Desconocido Hora: 9:00 am. No Llegue tarde.

 

Deberá tomar la pequeña piedra dentro del sobre, esta los dirigirá a su clase, pero antes ¿Conoce la maldición explosiva? Para activarlo deberá impactar el rayo que despide este hechizo contra la piedra.

 

Espero tengan suerte, su asistencia depende de esta tarea,

Atte: Zoella Triviani

 

 

La calva esperaba sentada sobre una piedra, en medio del claro. Acompañada del caldero, la mesa y un par de maldiciones esparcidas a su alrededor. Se encontraba meditando, sintiendo la naturaleza correr a su alrededor... ¿Llegarían sus alumnos tras cumplir su tarea inicial? Con esto, la Triviani medía el valor de cada uno y sus expectativas eran altas de llenar.

 

 

 

 

 

Febrero 2021

Pociones

@@Mica Gryffindor

Conocimiento en Maldiciones

@@Adrian Wild

@@Oliver Gaunt

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Había recibido el mensaje días antes y estaba realmente emocionada. Siempre le había gustado adquirir nuevos conocimientos, ya ahora más aún, ya que estaba apenas regresando a aquel mágico mundo y el hecho de poner a andar su cabeza en cosas productivas era algo que la entusiasmaba mucho. Por eso, aunque estaba citada para las 9, estaba lista a las 8 y dando vueltas por la cocina de la mansión Potter, intentando encontrar un ingrediente con las características necesarias para lograr activar su traslador.

Sabía bien que realmente requería algún ingrediente relacionado con pociones, pero también era una realidad el hecho de que la bruja no contaba con conocimiento alguno al respecto. Rebuscando encontró una botellita de licor que, al abrirla la pensó enseguida como aromática. El primer sorbo de la alimonada sustancia le dio el impacto dulce que buscaba. Debía funcionar. Buscó el traslador y lo cubrió de lo que, según su escaso conocimiento del tema, se llamaba limoncello.

Enseguida, la piedrita empezó a emitir un destello azulado, lo cual indicó que era el momento de partir. Al tocarlo sintió de inmediato cómo era jalada y comenzaba a dar vueltas, una sensación a la que nunca se acostumbraría. Cuando pudo volver a tocar suelo firme, se encontraba en el claro de un bosque. Se puso de pie, acomodando su larga túnica color crema, y echando hacia atrás su castaña cabellera.

Observó frente a ella un caldero y una mesa cargada de ingredientes diversos, de los cuales poco sabía. Estaba ansiosa por comenzar. Dirigió una leve sonrisa a la bruja que, seguramente, estaba a cargo de la clase. No la conocía, pero estaría segura de reconocerla en futuros encuentros debido a su falta de cabello.

-Mi nombre es Mica Gryffindor, vengo a tomar la clase de Pociones- informó.

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Oliver comió la pastilla regeneradoras antes de salir del baño, luego de una extensa y placentera ducha. Casi no se notaban los colmillos que Frankie había marcado en su cuello cuando bebía su sangre cada mañana antes del trabajo. Comprendía perfectamente lo que era decir que un hombre enamorado hacia lo que fuera por mantener a su mujer feliz. Él desde luego que lo hacia. No le importaba, por el momento. Estaba cayendo en lo que había jurado no caer nunca mas, cuando su primera esposa había desaparecido dejándolo abandonado por siempre.


Luego de cambiarse, accedió a la cocina para servirse una taza de humeante café. Lo primero que hizo, como cada mañana, fue agarrar el correo y fijarse si había cartas de sus amigos. Encontró una de Levi, nada de Arlet y otra de Castelobruxo donde informaba la fecha y las indicaciones para asistir a la clase. Una piedra acompañaba la nota. Oliver se tomo el tiempo de terminarse el café, para poder funcionar como correspondía, y comer tres panecillos rellenos de mermelada de fresa, cosechado de su propia huerta. Estaba exquisito. La huerta orgánica estaba dando grandes resultados. Salió fuera de la casa y camino por el sendero de madera que daba al lago hasta llegar a la zona del bosque. Allí lanzo la piedra con fuerza sobre su cabeza y a la apunto con la varita.


-¡Confringo! -Exclamó haciendo que el hechizo impactara en la piedra y activara el traslador. Luego la tomo con la mano antes de tocar el suelo y desapareció con destino a la clase.


Se puso de pie sacudiéndose la ropa. Estaba en el claro de un bosque donde una mujer calva estaba sentado sobre una piedra y había un caldero vacío mas una mesa con algunos objetos peculiares. El castaño no dudo en acercarse, hasta el momento no había visto a la otra chica de frente, pero si escucho su presentación.


-Soy Oliver Gaunt y vine para tomar la clase de Maldiciones -Se presentó luego de que la mujer terminara de hablar.

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Triviani observaba sus uñas mientras esperaba sobre la piedra en aquel claro. Escucho un chasquido, y segundos después un segundo chasquido. Dos de sus alumnos habían llegado y se presentaron. A Mica no la conocía de nada, y aquello era positivo para la Gryffindor. Al contrario del Gaunt, quien era el esposo de su hija, Frankie y eso si que era negativo para él, al menos ahora que recién lo conocía.

La bruja alzo la mirada, analizando detenidamente con aquellos ojos fríos que poseía la nigromante. Ojos por los que algunos la llamaban ahora la Usurpadora... o Tenebris como se mostraba frente al bando. Levantó una se sus comisuras y se incorporó, acercando sus pasos a ambos.

- Zoella Triviani, seré quien les instruya el día de hoy - se presentó, recalcando su apellido mientras miraba al brujo - Dos artes dentro de la magia que ocultan grandes cosas, enseñan infinidad de posibilidades y presentan un amplio misterio cuando comienzas a estudiarlo - mencionó, colocando sus manos tras su espalda, manteniendo una postura firme.

- Las pociones tienen muchos usos, medicinales, de uso letal, y hasta otorgar cualidades a quienes lo beben. Antes que nada Mica, te invito a familiarizarte con lo que tienes a disposición. El caldero donde prepararas tus pocimas. El agua donde verteras tus ingredientes. Una balanza para determinar las cantidades, mortero para triturar, un pequeño cuchillo de plata y frascos de cristal - señalo uno a uno, con calma y parcimonia - Como asignación inicial, te pediré que tomes 5 ingredientes, los que más curiosidad te llamen - invitó, antes de girarse a Oliver.

- Espero que Frankie esté bien - mencionó, antes de llevarselo al bosque. Por su parte, con la habilidad de Legilimancia, la bruja materializó una ilusión externa de ella misma a Mica. Quien tendría una parte de la Triviani dándole clases, mientras el cuerpo de la bruja investigaría en el bosque.

La bruja guió al Gaunt hasta donde un árbol inmenso estaba. Este tenía rostro, pero no un rostro pintado sino un rostro humano, com expresión de dolor, manos mostradas en dos ramas y un monton de raíces a su alrededor. Sin ninguna hoja. La bruja se paró frente a este, pensante, con el Gaunt a su costado.

- La etiología de las maldiciones es inexplicable, se sabe que es una magia perteneciente a las artes oscuras y no cualquier mago osa a estudiarlas o siquiera a usarlas - empezó a hablar un minuto más tarde, con los ojos fijos en aquel árbol.

- Este hombre tiene una maldición que lo convirtió en parte de la naturaleza, pero mostrando lo que su interior guardaba ¿Que crees que era? Tristeza... Amargura... Quizás ira, rencor - La calva se giró a ver al castaño, esperando una respuesta de su parte.

- Concéntrate en tus sentidos ¿percibes esa vibra pesada? ¿La espesura del aire? ¿La falta de viento en la zona? Las maldiciones de este tipo con el tiempo logran extenderse a lo que le rodea, arrasando con lo que tiene al alcance - explicó.

- La intención de las maldiciones es controlar, hacer daño y ocasionar la muerte en algunos casos. Hay escasos hechizos de esta índole que tienen una minima posibilidad de deshacerse y en muchos casos, debe ser por quien los lanzó. Incluso hay maldiciones que traspasan generaciones. Por ahora, solo quiero que sientas el ambiente, el aire, lo que tu cuerpo percibe ¿Que sientes en presencia de esta maldición? Es importante concentrarse, para poder detectar las pequeñas cosas - Finalizó, esperando.

El traslador faltante, Adrian si lograba activarlo. Lo llevaría a donde la bruja estaba, a unos metros dentro del bosque con Oliver. Justo a las espaldas de ambos.

 

@@Oliver Gaunt @@Mica Gryffindor

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Enseguida llegó otro estudiante al que no conocía. La profesora decidió comenzar, presentándose. En la mente de Mica quedó presente el apellido “Triviani” pues había ya conocido a varios miembros de la familia, incluso dado clases con algunos de ellos, y le parecía una familia bastante agradable en general. Más allá de los rumores de que solían pertenecer al bando mortífago, a los cuales desestimaba por falta de pruebas al respecto. La mirada de la bruja, no obstante, era fría, resguardando cualquier pensamiento o sentimiento por el que podría estar pasando.

La Gryffindor comprendió entonces que el otro estudiante cursaría algo completamente distinto, siendo aquella mesa de ingredientes solo suya… sería interesante.

La primera instrucción, fue que se familiarizara con los instrumentos que estaba por utilizar. Algunos los recordaba de su juventud en Hogwats, sin embargo, había pasado mucho tiempo ya desde las ultimas aproximaciones a aquellos estudios. Observó cada uno de ellos, antes de involucrarse en la siguiente consigna: debía escoger cinco de los ingredientes que había en la mesa.

Esa sería la parte más interesante, aunque azarosa, ya que no conocía a la mayoría de ellos. ¿Qué podría elegir? Se dejó llevar por algunos de los aromas que percibía al recorrer la mesa, tomando así de cada recipiente un poco de lavanda, menta, una rosa. Luego llamó su atención una pluma colorida que no supo de qué se trataba y algo que parecían espinas. No sabía bien qué eran, pero eran sus ingredientes por el momento. ¿Acaso debería arrojarlos al caldero y esperar lograr algo? Lo dudaba, suponía que otra instrucción llegaría pronto.

 

-Creo que ya está. - dijo una vez que estuvo conforme con la elección.

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No había sido una buena idea abrir el sobre en el jardín. Tras leer la misiva y comprobar el interior de este, me di cuenta de que lo había volcado para extraerla y, por tanto, ahora aquella piedra que debía activar para que me trasladase al "lugar desconocido" se hallaba entremezclada con el resto de piedrecitas que había entre la hierba. Cerré los ojos y apreté los labios, tratando de contener el sentimiento de crispación. Aquellos días no me había encontrado muy bien y me había levantado con unas ganas terribles de huir, escapar de nuevo de aquella asfixiante realidad, de los compromisos, de las ataduras que en los últimos meses me habían retenido en Londres más de lo que me gustaba. Y lo más lejos que había alcanzado a llegar, había sido a los jardines de la mansión Potter Black.

 

Abrí los ojos frunciendo la boca y miré hacia abajo. Inspiré despacio, permitiendo al frío de la mañana entrar por mis fosas nasales y refrescarme los pulmones. La clase empezaba en cinco minutos; iba a llegar tarde y, encima, la profesora era mi antigua jefa de departamento. Maldije el momento en el que había decidido posponer la apertura del correo que había llegado durante el fin de semana. Saqué a Dror del bolsillo lateral oculto de mi pantalón y apunté a una piedrecita oscura.

 

— Confringo.

 

El estallido que la hizo explotar en mil pedazos casi ni se oyó. Busqué otra y repetí el pequeño movimiento de muñeca. Estalló igual. Respiré profundo y continué con al tarea, tratando de no dejarme llevar por la negatividad que se acumulaba en mi cabeza. La potencia de los estallidos cada vez era mayor, pero el resultado era el mismo. Apreté los labios de nuevo y seguí, apuntando a diestra y siniestra hacia el suelo, cortando en mis intentos gran parte del cesped, que se veía seccionado con los filamentos rocosos que salían disparados.

 

Tras un buen rato, logré dar con el traslador. Las esquirlas de la piedra en cuestión, en lugar de salir disparadas, se quedaron orbitando alrededor de esta y, en cuanto acerqué la mano a una de ellas, el suelo se desvaneció y todo comenzó a girar. Aterricé de pie pero de la rabia con la que había puesto los pies en el suelo, me torcí un tobillo. Contuve el gruñido que quiso brotar de entre mis labios y, tras analizar el lugar donde me hallaba, saludé a las espaldas que había delante de mí:

 

— Siento llegar tarde... Perdí el traslador —Entonces dirigí mis palabras a la mujer de ausentes cabellos—. Hola, Zoella.

 

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, y no fue por el dolorido tobillo. Allí pasaba algo.

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✤ Viajero de la noche ✤

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La visión de la Triviani que se encontraba frente a Mica le daba a Zoella una imagen mental de todo lo que sucedía. Esta observó a la Gryffindor decantarse por tres ingredientes comunes y que conocía y por dos más algo desconocidos para la alumna. La calva analizó cada ingrediente que ella tomó y decidió que la visión debía de señalar tres ingredientes más.

 

- Abre estos tres frascos - seleccionó la ojigris, tocando los que contenían - Las primeras tes que escogistes son ingredientes comunes, sencillos y de uso casi constante. Las alas de Hada son esas brillantes y coloridas, suele usarse en la poción vigorizante y en la poción embellecedora. Estas son aguijones de Billywing, solemos usarlas en el antídoto para venenos poco comunes, la poción de despertares y la poción crecepelo - explicó, antes de recorrer la mesa y posicionarse a un costado de la mujer.

 

- Hay ingredientes menos comunes como el moco de gusarajo, el cuerno de unicornio y la sangre de dragón. Es importante que te familiarices con los ingredientes, hay infinidades de ellos y los que tienes en la mesa es una pequeña muestra de ello - explicó, para materializar su varita y lanzar una pequeña llamarada que encendería el caldero.

 

- Hoy prepararás la poción vigorizante, te iré girando instrucciones pero tu la prepararás. Puedes realizar preguntas y expresar opiniones. Dependiendo del resultado de esta prueba, obtendrás una recompensa - habló, dejando la mesa a su disposición pero manteniendo el ojo sobre ella - Inicia tomando un solo par de alas de hada, vas a tirarlas al agua del caldero, no desde muy alto. Debería de tomar un color verde. Esperarás algunos segundos y comenzará a tornarse de un color turquesa. Colocarás un huevo de doxy, son como piedras negra sy pequeñas, aquí pasará el líquido a ser índigo. Dejala calentar hasta que cambie a rosa - dio las instrucciones, para dejarla que comenzara entonces con la preparación.

 

Por otro lado, en el bosque donde Oliver y la calva estaban, Adrian Wild hizo acto de presencia. Triviani giró la cabeza sobre su hombro, reconociendo a su antiguo compañero en el departamento de cooperación mágica internacional. Sonrió para él, recordaba que aquellos tiempos fueron agradables cuando el mago trabajaba en conjunto con ella.

 

- ¿Lo percibes? Estoy segura de que ambos tienen los vellos crispados, y mantienen una extraña sensación en la boca del estomago. La magia que despiden las maldiciones solemos sentirlas con mayor intensidad, al ser magos y brujas nuestros cuerpo tienen ondas vibratorias diferentes a los muggles, siendo nosotros más sensibles a la presencia de la magia, sobretodo cuando se trata de una tan oscura y maravillosamente particular como las maldiciones - agregó, invitando con la mano al Wild a que se posicionara a su otro lado.

 

- Oliver y Adrian, antes de aprender a lanzar una maldición, deben de saber percibir la oscuridad de estas, el conocerlas engloba un todo que es imprescindible saber. Principalmente el conocer esas pequeñas variaciones en el aire que les dirán la magnitud de la maldición, que tan cerca está y el tiempo. Este hombre, lleva un tiempo aquí, lo seco de los árboles a su alrededor lo muestran y confirman, la maldición es de un mago que sabía de maldiciones pero hay un pequeño detalle que este no tomó en cuenta, que serviría para que un mago más poderoso si se lo propone la rompa ¿Logran visualizar que es? - habló la bruja, invitándoles que usaran la visión, una cualidad que siempre era útil en estos casos.

 

- Estos pequeños detalles dicen mucho de tu magia, de cómo la aplicas y del uso que le das. Esto ha de haber sido por venganza, enojo del momento - agregó al final, invitándoles a que observaran con detenimiento el árbol en todo su explendor.

 

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Sabía que su elección de ingredientes había sido poco arriesgada, sin embargo, le gustaban mucho las hierbas aromáticas y no se arrepentía de haberlas tomado. Zoella le indicó tres frascos más, en los cuales debería abrir y utilizar. Las dudas sobre qué habían sido sus primeras elecciones fueron dispersadas: alas de hada y aguijones de Billywing. La bruja también le aclaró los usos más comunes de los mismos.

Las nuevas instrucciones de la profesora fueron preparar la poción vigorizante, de la cual no tenía idea. Así que prestar atención al paso a paso que le darían sería sumamente importante.

Con cuidado, tomó el par de alas de hada. Se sentían suaves y frágiles. Se acercó al caldero para dejarlas caer en el agua, muy de cerca, según la habían instruido. Sonrió al ver cómo el agua tomaba el esperado color verde para luego ir cambiando al turquesa. Lo siguiente era encontrar los huevos de doxy, aunque solo un frasco contenía “piedritas negras”, que encajaran con la descripción. Tuvo mucho cuidado de tomar tan solo uno.

Luego de arrojar el pequeño huevo en el agua del caldero y observar el bello color índigo, observó cómo su preparación se seguía calentando. No dejó de contemplarla pues temía que de hacerlo podría pasarla de “¿cocción?” no sabía si ese era el término, pero fue el que más se asemejaba. Debía esperar a que tomase un tono rosa, y eso hizo, sin apartarse.

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Zoella pareció percatarse del escalofrío que había recorrido mi cuerpo. Es más, casi parecía que se había introducido en él, pues describió la sensación a la perfección; sentía como si me hubieran reducido el estómago al tamaño de un guisante. De no ser por mis conocimientos en Artes Oscuras, en los cuales había profundizado últimamente, aquello me parecería extraño. Pero no había elegido aprender más sobre maldiciones de forma arbitraria. Había comenzado a investigar más sobre temas que, durante muchísimo tiempo, había decidido no remover. Todos aquellos que guardabana relación con mi padre.

 

No fui consciente del dolor de mi tobillo hasta que caminé para ponerme al lado de la mujer y cojeé sin pretenderlo. Apreté los dientes aguantando el dolor y me paré frente al árbol, contemplándolo mejor, mientras escuchaba las palabras de la Triviani. A medida que la escuchaba, fui observando con más atención. Miré alrededor cuando mencionó la sequedad del resto de árboles y la comparé con la de aquella especie de hibridación de hombre-árbol. También estaba muy seco y no parecía poseer vida fluyendo en su interior. Ni en sus ramas, ni en el tronco, ni siquiera en algunos trozos de raíces que sobresalían curvadas de la tierra, tenían algo de verde.

 

— No está muerto, ¿verdad?

 

Pretendía simplemente corroborar lo que percibía. Por lo que sabía, las maldiciones que alteraban el estado y la forma de una persona no tenían por qué ser mortales. De alguna forma, mantenían al afectado en una especie de parálisis biológica, aunque si la maldición se rompiese, los años pasados podrían correr en su contra. Traté de prestar atención a los detalles, para descubrir aquel "punto débil" de la maldición que Zoella nos insinuaba. No pude dejar de pararme a observar la rígida expresión que presentaba a la altura de lo que sería el rostro del afectado. Fui descendiendo por la corteza del tronco, recorriendo con mi mirada los diferentes surcos que la recorrían, hasta llegar de nuevo a las raíces que sobresalían.

 

— ¿Las raíces? —pregunté, en un intento de respuesta. Luego, quise aclarar mi suposición—. No estan completamente enterradas en la tierra.

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✤ Viajero de la noche ✤

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Los ojos de la visión realizada por la calva observaban a Mica con atención, estudiando sus movimientos y expresiones mientras realizaba las instrucciones al pie de la letra. Particularmente ella, era una de las alumnas que más había estado estudiando desde su llegada, Triviani siempre tenía una referencia para cada nombre de cada mago y bruja al que había alcanzado a instruir en sus saberes con las clases de Castelobruxo, pero esta era una de las poquísimas por no decir ninguna, que no conocía de nada, y aquello la hacía tener menos exigencias, posiblemente las tuviera pero no sería tan severa.

 

- Toma dos libélulas y con el cuchillo vas a quitarles todo hasta dejar el tórax nada más. Vas a sostenerlas con la pinza al fuego hasta que veas que toman una coloración marrón - instruyó, señalando el frasco donde los cadáveres de estos insectos estaban - Las preparaciones de las pócimas deben ser exactas, precisas y realizadas con la mayor dedicación posible, algo así como la pastelería para los muggles - habló, realizando una comparación que jamás pensó que lograría decir en voz alta.

 

- Añadirás a la poción un solo tórax y esta se pondrá naranja. El otro, lo colocaremos más adelante. Luego añades también a un caballito de mar volador y sabrás que vas bien porque la poción se pone amarilla - habló Triviani con suavidad, mientras evaluaba las expresiones de la bruja, que observaba como la poción se cocinaba hasta colocarse rosa - Hecho eso, la dejas calentar hasta que sea roja. A penas esto suceda, coloca otra vez tres huevos doxy y pasará a verde, el otro tórax de libélula se lo pondrás y nuevamente se tornará de color índigo - instruyó suavemente, el viento sopló y la bruja cerró suavemente los ojos, aunque fuera una visión sabía la sensación placentera que daba el viento al soplar y como este traía mensajes de otros lugares.

 

- Para terminar, tendrás que colocarle tres caballitos de mar voladores, la poción se hará roja y dejaremos hervir hasta que se vuelva verde. Una vez esto pase la vas a apagar y la dejaremos asentar - terminó de indicar para esperar a que su alumna hiciera lo indicado. La calva tenía un pequeño obsequio para su alumna, pero que se lo ganara dependía del resultado de la poción.

 

Triviani la dejó terminar de realizar esto y mientras le dejaría una pregunta en el aire que contestaría al final - Piensa bien tu respuesta mientras preparas todo ¿Por que escoger pociones por sobre los demás conocimientos? ¿Qué es lo que más te llama la atención de ellas? ¿Que quieres saber con exactitud de esto? - la visión de la nigromante cruzó los brazos y se quedó ahí parada, a la espera de que su alumna realizara lo indicado y respondiera.

 

Por otro lado, Willd, Gaunt y el cuerpo de Triviani aún estaban frente al árbol. La bruja dejó que ambos observaran en completo silencio lo que antes era un hombre que estaba pagando lo que en su pasado hizo. La bruja observaba en silencio el rostro, que se encontraba ahí casi sin vida. Negó ante la primera pregunta del pelinegro - Escucha en silencio, todavía respira. A duras penas, sus pulmones no son más que madera vieja que se niega a detenerse y su corazón es solo un puñado de raíces enredadas en su interior, que todavía bombean - realizó un suave silencio, para que ambos escucharan el muy sutil aliento de respiración que aquel hombre-árbol soltaba.

 

- La historia de este hombre nadie la conoce, solo aquella joven mujer que lanzó la maldición hace unos siglos atrás - relató, rememorando aquellos días - No solo sus raíces no se integran con el suelo, su interior conserva sus órganos vitales aún en funcionamiento, sus manos se pueden observar al final de las ramas más pequeñas, los Legilimante pueden entrar en la mente del hombre que se encuentra intacta y en actividad. Pero su cuerpo es un árbol casi sin vida - explicó, para girarse a Adrian.

 

- Un episkey arreglará tu tobillo - mencionó, para que este recordara curarse la lesión - Cuando lanzas una maldición necesitas ser fuerte, tu mano debe moverse firme y decidida. En tu interior no debe de haber cabida para arrepentimientos o siquiera un lamento por la acción. Una maldición una vez lanzada puede herirte de gravedad e incluso matarte, o incluso dejar secuelas. Este hombre puede ser sacado de este estado, pero no duraría más de dos días con vida - expresó - Las maldiciones siempre afectarán de forma negativa, el nivel de esto se medirá por la razón de ser lanzada, por el poder del mago que la lanzó y por los sentimientos que guarde el invocador de dicha magia - agregó, mientras giraba su cuerpo en busca de algo.

 

- Hay maldiciones que son lanzadas a generaciones futuras de una persona, o que se traspasan de generación en generación con la herencia - explicó, mientras se alejó algunos pasos para seguir buscando - A diferencia de los maleficios que son usados de forma defensiva, las maldiciones tienen una razón de ser bastante maligna - agregó, encontrando el objeto entre las raíces de otro árbol más cercano.

 

Tomó la inmensa aguja con la mano y se acercó al árbol - Cada año vengo a este claro, para comprobar que este hombre haya muerto pero siempre lo encuentro igual - agregó, acercándose a mínimos centímetros del árbol - La maldición la lancé a la corta edad de 23 años, este hombre me había comprado en el mercado negro y buscaba que le diera un hijo - relató, mientras miraba el rostro doloroso del hombre - Vivía en una casa, a algunos kilómetros de aquí. Esa noche huí, y me encontró en este bosque. No sé explicar cómo salió la magia de mi, pero toda la ira guardada cayó sobre él - mostró la aguja en su mano - Lo voy a pinchar, y verán como la sangre todavía brota de él - mencionó, llevando la aguja a una de sus raíces.

 

Triviani con suavidad la introdujo, para luego sacarla y que el pequeño brote de sangre saliera de la zona punzada - En este mundo hay infinidades de maldiciones, y esta es una pequeña de tantas que existen y se inventan cada tanto - agregó, para levantarse - ¿Quieren aprender a lanzar alguna? - interrogó, como una niña que quiere mostrar un nuevo juego.

 

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