Jump to content

Château de Rune (MM B: 115221)


Helene Eloise Bellerose
 Compartir

Publicaciones recomendadas

DEsmond - elfo

 

Ya solo estaba aburrido y quería terminar con esa tortura, debían haber puesto a Artemis a hacer esta tarea, ella siempre estaba alegre y de buena cara. Nunca tenía problemas con lo que le mandaban, no como el que todo le causaba pereza y una gran inmensa aversión en estar fuera haciendo alguna diligencia. 

 

Se encamino hacia la puerta de la siguiente mansión y simplemente tocó nuevamente, una vez más un elfo lo recibió y le entrego la única carta que tenía para aquella familia, se veía que está gala eran algo elitistas porque no invitaban a la familia completa o sería que no tenía familia,. No lo podía Saber a ciencia cierta.

 

-Entregasela a tu amo, dile que el ministerio de magia italiano lo invita s uns gsls de beneficiencia- concluyó y simplemente dió la vuelta para dessparecer.

 

received_690206988601629.jpeg

 

 

 @ Martin N Roses

 

 

g9l8Gjc.png

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Leonid

 

Era increíble que a pesar del tiempo que llevaban juntos el ruso aún no conocía el castillo de la familia Rune. El apellido Rune se remontaba a siglos en los anales de la historia francesa y un antiquísimo lazo de sangre el que ligaba a Helene con aquel nombre tan reconocido en la crónica gala y la hacía por derecho natural, actual matriarca de la familia.

 

El castillo medieval y parte de su entorno había sido trasladado desde Francia hasta el condado de Devon en el suroeste de Inglaterra, donde los nuevos descendientes de tan ilustre apellido decidieron comenzar una nueva etapa en la rica historia familiar. 

 

Leonid esquivó un charco de agua sucia que ocupaba buena parte del pequeño camino de tierra que atravesaba el bosque de abetos, robles y pinos que formaban parte de los terrenos familiares. Las lluvias recientes tornaron la tierra en barro y de las ramas aún rebosantes de hojas verdes caían frías gotas provocando la sensación de que el mal tiempo aún no había terminado. 

 

El pelirrojo se subió un poco más el cuello del largo saco que llevaba puesto y abrazó más contra su pecho el pequeño bulto revoltoso que cargaba - Ya casi llegamos - le recordó en un tono no exento de dulzura al sentir al pequeño animal gimotear molesto por verse cargado tanto tiempo.

 

Era un pequeño cachorro de grandanes que adoptó en un refugio en Londres, después de haber trabajado los últimos días actualizando la vieja dacha en Rusia pensó que sería bueno por fin conseguir el tan ansiado perro que ambos querían, ahora tendría el espacio para tenerlo y no había otro mejor momento. 

 

La pequeña bola de pelo que llevaba contra su pecho se acurrucó finalmente dispuesto a dormir por un momento mientras el perfil del piedra y mármol del castillo se alzaba imponente más adelante en los lindes del bosque, el animal por el momento no tenía nombre, el ruso quería que la Bellerose la nombrara, sería una sorpresa y el ojiazul estaba ansioso por ver su reacción.


 

El camino de tierra pasaba a ser uno pavimentado al salir del bosque y llevaba directo a la entrada del castillo por una serie de prolijos jardines, el resto del trayecto el pequeño animal durmió plácidamente entre los brazos del mago, ni siquiera cuando Leonid golpeó en la entrada esperando que alguien lo atendiera el cachorro se inmutó.

 

@ Helene Eloise Bellerose  

 

Firma-Nueva.md.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 meses más tarde...

Pasos en falso. Parecía que desde hacía bastante tiempo que los venía dando. Las bajas temperaturas que acompañaban a los días no estaban siendo del todo amigos, había menos gente en las calles, con más ropa. En las noches como aquella, la luna se escondía detrás de las tupidas nubes que llenaban el cielo. Había sospecha de lluvias, ideal para quedarse en casa y dejar de lado los compromisos sociales. No es que tuviese alguno, pero cualquier excusa era buena para resguardarse en su hogar y no ver a la gente. Cuando veía gente se ponía violenta. Bueno, en realidad, también se ponía violenta cuando estaba sola.

Candela estaba de pie frente a aquel castillo, jugando con los dedos mientras contemplaba la enorme entrada que tenía ante sí. ¿Qué hacía allí? Ella se preguntaba lo mismo. ¿Cómo había llegado? Era un misterio que se negaba a resolver. Probablemente se debiera a que siguió a sus instintos, a los que culpó como dañados. Quizás se tratase de pequeños impulsos que le habían jugado en contra toda su vida. Un auto boicot. Sí, tenía que ser eso. Pero si era eso, ¿por qué seguía allí, de pie, como si esperase algo? Debería marcharse. 

Dio media vuelta, dispuesta a irse. Se volvió hacia la puerta. Debería marcharse, sí. Si se quedaba podría arrepentirse. Siempre lo hacía. La voz de su conciencia le estaba diciendo que no era una buena idea. Entonces, ¿por qué no se movía? No, tenía que verlo. Giró su cuerpo hacia la entrada. ¿Para qué? No, tenía que irse. No era buena idea estar allí. Podrían encontrarla, además. Sin embargo, el paso que dio no fue hacia la calle, sino que subió el escalón hasta la entrada. Preparó los nudillos para golpear un par de veces, pero terminaba retirando la mano.

Agg... Te detesto tanto. ―balbuceó y se sentó en el piso, las piernas estiradas, la espalda y cabeza apoyadas a la puerta.

Sabía perfectamente lo que estaba haciendo allí, sólo que no tenía ganas de recriminarse a sí misma volver al mismo patrón del que ya había salido alguna vez. Algunos pares de veces, de hecho. 

«Maldita noche de Halloween... Maldita feria de gitanos... Maldito París... »

 

Flashback

¡A mí no me estafes, bruja! ―gritó el gigantón que estaba bajo las piernas de la mujer que, aparentemente, era parte del staff que manejaba la feria.

La celebración de la noche de brujas había sido la excusa perfecta para mantenerse en contacto con algunos mercaderes en París, así que la tienda montada en medio de las carpas de los gitanos le había servido de pantalla para pasar desapercibida. Pero Candela no podía pasar desapercibida, su temperamento era demasiado inestable y lo estaba demostrando en ese momento. El hombre que tenía bajos sus piernas era uno de los mercaderes a los que había descubierto queriendo timarla. ¿O había sido al revés?

¡Y tú a mí no me llames mentirosa o te cortaré la lengua y haré que te la tragues! ―tenía la daga en la mano en el momento en el que se fijó en una muchacha de cabello rojo y ojos azules. La similitud en esos colores con los de su madre le hicieron dar un brinco para atacarla― ¿Qué estás mirando? ¡Lárgate antes de que te arranque los ojos por espiar lo que no te incumbe!

¿Y qué si la habían descubierto? Al menos ya podría dejar de fingir que esa feria le importaba.

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

~ [Flashback] ~

Dar una vuelta por la feria no parecía un mal plan. Máxime cuando el torneo de quidditch había entrado en un pequeño receso antes de disputarse las semifinales. Black se había enterado de una banda musical que estaría presente: Les Erratiques, y la curiosidad por conocerlos le ganó a la pereza.

Desapareció del hotel tras un giro para reaparecer en una de las calles laterales del lugar, no muy lejos del centro de atracción. Avanzó de forma lenta, contemplando todo a su alrededor e intentando pasar desapercibido. Era de noche y, a pesar de la iluminación, la penumbra era su mejor aliada. Con una capa a sus espaldas y capucha negra que apenas dejaba visible su mirada perla, nadie podría saber quién era aquel sujeto. Lo prefirió así.

Cuando fue aproximándose a la multitud, le pareció escuchar una voz amenazante pero conocida. Muy lejana, pero conocida. Black se frenó en seco y buscó activamente a la propietaria de aquella voz. Una vaga sonrisa surcó su parcialmente oculto rostro cuando contempló aquella figura: iba descalza, como si podía ser de otra manera. La oyó balbucear una amenaza a una jovencita de cabellos rojos.

«¿Acaso no es Aedis?», se preguntó a sí mismo. El mago galés terminó quedándose con la duda, porque la joven bruja se fue. Sin embargo, la otra figura amenazante, quien al parecer había tirado al suelo a un hombre un tanto robusto y de altura considerable, continuaba allí. Con la mirada fija en aquel anónimo sujeto, que parecía un comerciante.

—No deberías tratar así a las personas —dijo entonces el mago de cabellos negros, con un dejo divertido en su voz. Caminó hacia ella y le susurro—: Candela. —Hacía muchos años que la había visto, muchísimos, y no esperaba una buena reacción por parte de la temperamental bruja. Así que retrocedió un paso, preparado para cualquier cosa. (?)

Cuando se enteró que la familia de la bruja había decidido fundar un equipo de quidditch para participar en la Superliga, Black pensó en ella. Pero no sabía de su paradero, así que tampoco veía bien forzar las cosas. Sin embargo, el destino la había puesto delante.

- - -

El bosque era enorme y las criaturas que lo habitaban, en su gran mayoría, desconocidas. Black amaba sentirse rodeado de aquella naturaleza y si bien se trataba de un recinto de su propiedad, jamás iba a poder decirle a los demás que conocía cada rincón. Era parte de su magia y parte de su encanto. Unas gotas amenazantes comenzaron a caer. Black se encontraba al resguardo de algunos árboles, por lo que se dio cuenta tarde del fenómeno. Cuando estaba a punto de maldecir aquello, que iba a terminar con su tranquilidad y su intento de pasar desapercibido para examinar a más criaturas salvajes, recibió una señal del castillo: tenía visitantes.

Sabía que las personas que habitaban el castillo eran de su confianza y si habían dejado entrar a alguien, era porque lo valía. Giró sobre sus talones y apareció en la sala principal, donde acostumbraban a recibir a los invitados.

—¿Quién es? —inquirió entonces el mago de cabellos negros a uno de sus sirvientes.

La no respuesta lo hizo dudar. ¿Acaso era alguien desconocido? Black se dirigió hacia la puerta y tras abrirla, una sonrisa apareció en su endurecido rostro. Si bien tenía como habilidad resguardar los sentimientos que lo invadían de forma repentina, tener frente a frente a Candela Triviani no era algo de todos los días. Pues bien, no era exactamente frente a frente: la bruja se encontraba sentada, como si nada importara.

—Terminarás mojando tus pies y pescando un resfrío —dijo de forma serena mientras estiraba uno de sus brazos en su dirección, para ayudarla a reincorporarse.

Girando su cuello y con un gesto de su rostro, hizo que todos los presentes en aquel lugar desaparecieran hacia otras áreas del castillo. Black tenía una invitada especial y quería que todo saliera a la perfección.

—Me alegra que hayas acertado a mi hogar —confesó un momento después de haber cerrado las puertas de entrada.

kkjlPfo.png  gfPUyue.gif   rZ5F4q3.png
sQiPXMh.png
#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

~ Flashback ~

No les quitó la mirada de encima a ninguno de los dos, ni siquiera cuando le dieron la espalda y emprendieron camino lejos de donde ella se encontraba. No le había gustado nada la mirada altanera de esa muchachita y mucho menos que apareciese en compañía. Es que claro, todos se hacían los valientes cuando tenían a alguien al lado, ninguno era capaz de enfrentarla solo, ejemplo de ello era el espécimen que tenía bajo sí misma. ¿Cómo se las había ingeniado para aprisionarlo? Sólo ella sabía. Lo que sí era seguro, es que el tipo estaba luchando con mucha fuerza para deshacerse de las manos y piernas de la gitana, pero sin éxito alguno. Y su expresión era de desconcierto al saberse presa de una bruja que estaba más loca que una cabra.

La voz que escuchó en ese momento podría habérsela imaginado en otras circunstancias, en otro lugar. Pero lo cierto es que nunca habían tenido una oportunidad de encontrarse en condiciones mucho más aceptables. Ella ya se había acostumbrado a ese tipo de situaciones, a lo que no estaba acostumbrada era a que él apareciese cada tanto en su camino. Así que se apartó ante el susurro y aflojó la cárcel que suponía todo su cuerpo para la víctima que tenía tirada en el suelo. El hombre se incorporó rápidamente y comenzó a sacudirse la ropa mientras Candela hacía lo mismo con la falda de su vestido.

-- Agradece que soy una dama y tengo visitas. --amenazó con el gesto serio al hombre gigante.

-- Amigo, esta tipa está loca... Está... --advirtió a Black y escupió al piso antes de perderse entre el tumulto de gente.

La gitana esperó a que desapareciese por completo antes de girar sobre sus talones para enfrentar al recién llegado. Lo primero que vio fue una cinta llena de imágenes del último encuentro que había tenido con él. ¿Cuánto tiempo había pasado ya? Por lo visto, no el suficiente pues se sentía ligeramente afectada. Y lo odió.

-- ¿Nadie te enseño a no meterte en los asuntos ajenos, Black? ¿O vienes, de casualidad, para una lectura de té? --fue lo primero que se le ocurrió preguntar. 

Tenía una pequeña carpa dispuesta a llevar a cabo su "negocio". Detrás de la precaria puerta que había improvisado con una alfombra había otro mundo, aunque la mesa y dos sillas de tradición estaban. También habían allí dos sillones que había adquirido en el mercado de pulgas a un excelente precio. O bueno, en realidad, los había robado. Pero ¡hey! las fundas sí que eran pagadas de su bolsillo. Bah, del bolsillo de Jeremy, más bien. En fin. En los muros, tapizados con distintos motivos que hacían juego con el ambiente y con la actividad que estaba realizando, habían pequeñas lámparas que le conferían algo de misticismo al lugar.

-- Te haré un precio-amigo (?), la primera lectura será gratis.

~~~~~

Candela giró la cabeza hacia arriba para ver a Black detrás de ella, tendiéndole la mano. Se encogió de hombros como toda respuesta en cuanto él mencionó el resfriado y aceptó la ayuda para ponerse de pie. Cuando terminó de incorporarse le soltó la mano y su mirada mercurio recorrió, de arriba a abajo, la figura del mago galés, quien había despedido ya con una señal a los que se encontraban rodando cerca. Ella asomó la cabeza por la puerta y contempló con evidente curiosidad esa parte del castillo. No se animó a entrar hasta que el último de los sirvientes hubo desaparecido de su visión periférica.

Es enorme... ―murmuró entonces― La casa, ¿no? ―le dirigió una significativa mirada y sonrió.

La gitana puso un pie dentro y miró el suelo, tratando de decidir si era seguro ponerse bajo un techo desconocido y en la compañía del hombre que tenía a su lado. La historia entre ellos había sido algo compleja, básicamente, Candela se había dedicado a alejarlo cada vez que coincidían en el camino (?). Quizás no a conciencia, quizás a conciencia, pero el resultado era siempre el mismo: Black terminaba alejándose y ambos perdían el contacto uno del otro. Bueno, en realidad, ella creía que él perdía contacto, porque Candela generalmente sabía cosas de él pues era una figura pública. Sin embargo, aquella ocasión era distinta. Candela lo necesitaba.

― Creí ver un par de criaturas aladas cuando entré. Podía entrar, ¿no? No tengo idea del protocolo de las familias mágicas, casi nunca voy a una... ―se distrajo observando el techo y luego volvió los ojos hacia su acompañante. 

Le resultaba difícil pedirle algo a alguien, y más si ese alguien era Black.

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

~ [Flashback] ~

La expresión del rostro de la bruja era de inconfundible odio. Pero Black no se molestó con eso, al contrario, la situación se le antojaba divertida. Inesperada, sí, pero sumamente divertida.

—Casualmente me gustaría beber un té —dijo ante el no ofrecimiento de aquello—. Tal vez me revele por qué nunca robas zapatos.

Sin saber muy bien la razón, el mago de cabellos negros se encaminó hacia la tienda improvisada de la gitana. Caminó con lentitud, dándole tiempo de sobra a que le prohibiera el ingreso. Eso no ocurrió. Las lámparas daban una iluminación justa y necesaria, las sombras que proyectaban parecían devorarse todo lo demás. Black observó las dos sillas y también los sillones. Los tapices, los colores, el olor... Todo le resultó de cierta forma agradable y reconocía en todo aquello a su dueña.

—Así que has aprovechado la Gala de Halloween para hacer tu trabajo... ¿Al menos te has enterado de los partidos de quidditch o eso ya no está dentro de tu interés? —Candela había jugado quidditch, así como él también, en la liga de Gran Bretaña e Irlanda. Varios años atrás, por supuesto, pero eso no quitaba el hecho del amor que aquella mujer había tenido con el principal deporte de la comunidad mágica.

Se sentó sin más en uno de los sofás.

—Es cómodo.

La miró con disimulo. Los años habían pasado para ambos pero al mismo tiempo parecía que no. ¿O acaso era un autoengaño para sentirse mejor?

A decir verdad, Black era bastante escéptico a los métodos mágicos para intentar adivinar el futuro o desmenuzar los laberínticos caminos del destino. Un hombre o una mujer con una decisión podían cambiarlo todo. Ahora, bien, había personas que creía que todo estaba escrito, incluso aquellos giros inesperados de las historias. La gitana se ganaba la vida así, pero también de otras maneras. De hecho, él creía, con una certeza bastante pronunciada, que las hojas de té eran la excusa perfecta para... ¿Para qué?

—¿Acaso puedo escoger un sabor o viene en gusto único? —Sonrió tras sus propias palabras—. Mírate... —Mordió su lengua para no continuar lo que estuvo a punto de decir.

- - -

—Entre otras cosas —respondió Black, con una media sonrisa apareciendo en su endurecido rostro. Sonrisa que así como llegó, se evaporó.

Cuando caminó hacia el centro del vestíbulo, notó que la recién llegada no parecía muy convencida del lugar. Él no terminaba de definir si sería miedo a lo desconocido o que en realidad terminaría tendiéndole una trampa.

—¿Acaso tienes prohibida la entrada a otros castillos, Candela? De este, y hasta que piense lo contrario, eres bienvenida. Usualmente llevamos zapatos pero... —Se frenó en su camino y giró, para quedar frente a frente— puedo hacer una excepción.

Si en el exterior había comenzado a llover con mayor intensidad ni Black ni la bruja se percataron de ello. El castillo de Rune era enorme y se encontraba en el centro de una pequeña isla, rodeado por aguas cristalinas que se mantenían custodiadas por unas cuantas criaturas mágicas acuáticas. El salón de bienvenida, donde se encontraban ahora, era espacioso y adecuado. Sin embargo, y dada las personas que habitaban el castillo, Black prefería mayor privacidad.

—Acompáñame —le pidió.

Extendió su mano, a modo de ayuda, aunque sospechaba que la bruja iba a rechazársela. Caminó con paso seguridad hacia las escaleras, subiendo lentamente los escalones. Se dirigía hacia otra de las secciones del castillo, en donde tenía mayor seguridad de que se encontrarían solos. De un momento a otro, se encontraron en la improvisada oficina del mago de cabellos negros, donde detalles antiguos de quidditch y otras ramas de la magia decoraban las paredes, el escritorio y un par de estantes enormes.

—Aquí estaremos cómodos. —Se dirigió hacia el sitio donde guardaba unas copas, y comenzó a llenar dos. Luego le extendió una a la bruja y comenzó a beber la propia—. Si quieres té o café, también puedo ofrecértelo. Eso sí, lamentablemente no podría leer tu futuro en ellos... Como lo haces. —Bebió un nuevo sorbo y tomó asiento a medias, apoyando su trasero contra el escritorio. En el escritorio había una serie de papeles en diversos idiomas, algunos con firmas oficiales de ministros o directores de deportes de varios países.

Ciertamente el mago nacido en Gales tenía curiosidad por saber a ciencia cierta qué había llevado a Candela a visitarlo. Su último encuentro en la gala de Halloween, en un evento bastante particular, había sido divertido. Por eso las expectativas del mago eran altas. ¿Qué buscaba la bruja en aquel lugar? ¿Estaría él posibilitado a ayudarle de alguna forma? ¿O sería que, simplemente, la bruja quisiera su compañía?

—¿Cómo lo haces, Candela? —dijo de repente Black—. Apareces y haces tambalear mi mundo. —No era una crítica o una protesta, todo lo contrario. Pero quería saber si ella se daba cuenta de eso. ¿Le divertía? Seguramente. La conocía, se veían poco o muy poco, pero la conocía.

kkjlPfo.png  gfPUyue.gif   rZ5F4q3.png
sQiPXMh.png
#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

~ Flashback ~

¿Por qué lo había invitado a entrar? No lo sabía. Tal vez hubiese sido mejor que lo dejase seguir su camino. O echarlo. ¿Por qué no lo había echado? Al fin y a cabo, podría haber hecho lo mismo que hizo con el cliente anterior, darle una patada y que se marche. Pero no, allí estaba ella, controlando la temperatura del agua en una tetera para prepararle un té al mago de cabellos negros. Puso una taza blanca sobre la mesa y vertió el agua caliente en ella, previo haber echado las hierbas dentro. El aroma que despedía era una mezcla de frutos rojos y maracuyá, curiosamente, su sabor favorito. 

-- No lo sé. --respondió cuando preguntó por el sabor, algo distraida-- ¿Tú crees que puedas elegir el té, siendo gratis? --dejó la tetra sobre una esterilla destinada para sostenerla cuando estuviese caliente y se giró hacia él, con el gesto incrédulo en la cara.

¿Mírate?

Candela se había quedado en silencio, como aguardando a que Martin terminase su frase inconclusa. Pero él no lo hizo y la dejó bastante confundida. ¿Mírate? Mirarse, ¿qué? ¿Cómo estaba vestida? ¿Mirarse los pies sucios? Aunque se los miró disimuladamente, estaban impecables cómo siempre. Entonces, ¿qué debía mirarse? Aggg... ¡Black idi***! Debería matarlo y que parezca un accidente. Aunque, seguramente, ya lo habían visto entrar a la carpa de la gitana muchas personas.

-- Se supone que debería ser un poco sociable con mis clientes. Pero tú no me vas a pagar, ¿cierto? Por tanto, no estoy en la obligación. --comenzó a hablar mientras le daba la taza de té. No le pidió cambiarse de lugar hacia la mesa, prefirió dejarlo cómodo en el sofá.-- Pero, venga, cuéntame un poco de tu vida mientras te bebes eso, le eché algunas hierbas que pueden no gustarte y es mejor que te distraigas con la charla. --Candela acercó una silla para sentarse frente a él, tomó asiento y se cruzó de piernas, con la mirada mercurio fija en Black.--¿ Empiezo yo? Bien. Sí, me entero de los partidos de quidditch. Aunque suelo rehusarme a prestarle más atención de la necesaria, puede que haya perdido el interés. --mintió.

No le gustaba pensar en sus años como cazadora de los incontables torneos en los que había participado, le sabían a poco. De hecho, todo en su vida le sabía a poco. Pero había magia en su mundo, magia oscura, y no podía hacer nada para cambiarlo.

-- ¿Y tú? Gran paso, señor director. Escuché que estabas en pareja, la hubieras traído. Me encantaría hacerle una lectura de té también a ella.
 

~~~~~

Vaya, qué honor que hagas una excepción por mí. ―respondió después de encogerse de hombros tras la primera pregunta que le hizo. La verdad era que no tenía idea de si tenía la entrada prohibida en otros lados pero hazte la fama y échate a dormir, decían. Candela sabía que no era muy bienvenida en muchos lugares. Por lo demás, había dado un paso hacia atrás y se inclinó para el mismo lado en cuanto él la enfrentó. El corazón, ¿tenía? Bueno, eso que probablemente tenía dentro del pecho, dio un brinco. Imperceptible.

La gitana no aceptó la mano de Black. Una sí, ya dos era abuso. Así que observó el camino que él tomaba y lo siguió. Cuando vio que tomaría las escaleras, ella comenzó a llevarle la delantera dando saltos, escalón por escalón. Cada tanto se detenía y giraba hacia el mago para corroborar que estuviera haciendo el recorrido correcto, él no le dijo nada y ella tampoco preguntó. En el último tramo, la mortifaga adivinó, se frenó y dejó que él liderase la marcha. Sentía curiosidad, desde luego, por saber a dónde la estaba llevando. Black también tenía mala fama, al menos de esa fama que ella evitaba porque las relaciones entre personas se le daba fatal. La experiencia le había demostrado, y Candela se había convencido, de que el involucrarse con la gente de formas que no fuesen meramente negocios, era perjudicial para la cordura humana. Así que sí, en cierto modo, tenía la sensación de estar metiéndose en la boca del lobo. Bueno, aunque quizás estaba siendo un poco presuntuosa.

Black tenía una personalidad bastante particular, cabía la posibilidad de que se estuviera imaginando cosas. No tenía por qué ser así... No...

«¿Cómo lo hago? ¿Hacer qué?»

Candela se quedó en silencio intentando procesar lo que acababa de escuchar. Apretó la mano alrededor de la copa que él le había dado, pero aún no había bebido nada de ella. Esa ¿declaración? bastó para que bebiese el líquido de un solo trago. ¿Estaba nerviosa? No, no podía estar nerviosa. Capaz era porque ya de por sí era medio alcohólica y ante cualquier signo de alteración bebía. ¿Se había alterado? No podía alterarse. Pero ¿por qué siempre volvía al mismo patrón? Ok, respiremos. Pasaría lo de siempre. En cualquier momento esa reunión terminaría y ella seguiría su camino, cualquiera que sea, y él haría lo mismo. Perderían el contacto por otros años más y volverían a encontrarse dentro de...

¿Tres, cuatro años? ―murmuró. Mas bien, pensó en voz alta. Cuando se dio cuenta de que él la observaba, Candela recordó por qué estaba allí: Necesitaba un corazón.― Si quieres puedo sostenerte, porque te podrías caer. ―bromeó repentinamente. Caminó hacia él, de frente, y depositó su copa vacía sobre el escritorio en el que el galés estaba apoyado. Se atrevió entonces, manteniendo el contacto visual que casi siempre evitaba, a rozarle el dorso de la mano de forma distraída, antes de retroceder un par de pasos.― O podrías arriesgarte y caer, simplemente. 

Editado por Candela Triviani

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

~ [Flashback] ~

—Pues no lo sé, si lo ves de cierta forma, no voy a pagarte porque tú no has querido que te pague. Eso me convierte en un cliente especial, no en un cliente de baja calidad. Pero confío en que el sabor elegido ha sido el mejor... —Mantuvo una expresión seria mientras decía aquello, pero internamente comenzaba a divertirse. La bruja no tenía inconvenientes en decir las cosas de forma ácida o directa, y eso en cierto punto a él le agradaba.

Black tomó la taza con cuidado, rodeándola con ambas manos. Se encontraba caliente pero logró soportar aquella sensación. La taza era blanca y el color de la infusión era una mezcla variopinta que no tenía mal aspecto. Decidió esperar un par de minutos antes de comenzar a beberlo, tiempo en el cual podrían platicar un poco del pasado, de lo que se habían perdido el uno del otro.

Ciertamente, él no creía que Candela hubiese perdido por completo el interés por el quidditch. El quidditch era algo demasiado importante para algunos miembros de la comunidad mágica. Magos y brujas amaban aquel juego y él tenía la certeza de que Candela formaba parte de aquel grupo. Lo había jugado, se había divertido, seguramente también sufrido... Pero ser indiferente al quidditch, tras aquellos profundos sentimientos, para Black era imposible.

—No puedo quejarme —admitió entonces, cuando llegó su momento de responder—. Nunca imaginé alcanzar este puesto y me encanta. Son muchos viajes pero es algo a lo que ya estaba acostumbrado por... mi antiguo trabajo. —Buscar objetos encantados y presencia de magia antigua en cualquier punto del mundo era una de las grandes aficiones del mago. Durante muchos años había pasado así, yendo y viniendo, y prácticamente sin parar por Ottery.

Respecto a la mención de su pareja... Esperó, en silencio, tratando de buscar las palabras adecuadas.

—Incompatibilidad de tiempo —dijo sin más—. Distanciamiento en buenos términos puede resumirlo bastante bien, así que no, no es posible que pudieras leernos el futuro de forma conjunta. Mi actual pareja, diría, se encuentra en Brasil... —agregó lentamente—. Pero no es una mujer... ni un hombre. —Sonrió—. Es la organización de un evento sobre el que ando trabajando con discreción.

Decidió que era el momento indicado para comenzar a beber el té. Mientras lo saboreaba, miró los largos cabellos castaños que caían por delante de los hombros de la bruja. Las piernas cruzadas, sus pies descalzos que solían estar en perfectas condiciones a pesar de las continuas bromas que Black solía hacerle.

—¿En qué piensas, Candela? —Preguntó de repente el mago de cabellos negros, teniendo ya la taza por la mitad.

- - -

La vida y sus caminos enigmáticos solían tener un guion bastante irónico. Aquella mujer de largos cabellos pero de pequeña estatura, con sus palabras o pequeñas acciones podía hacer dudar al hombre de cabellos negros, que rozaba el metro noventa, que usualmente se veía seguro e irradiaba lo mismo hacia el entorno. Black se mantuvo en silencio, contemplándola. Disfrutó el contacto directo de la mirada gris, semejante a la suya. También del pequeño roce sobre su mano que, a pesar de ser durante una fracción de segundo, dejó internamente una replica de emociones.

Tuvo un fuerte impulso por abalanzarse sobre ella, olvidando el sitio donde se encontraban y todo lo que pudiera ocurrir después, pero logró contenerse. No quería asustarla ni que la situación se volviera insostenible. Bebió un nuevo trago de la bebida que había servido. El whiskey de fuego siempre le permitía reflexionar con mayor tranquilidad, al menos esa era la sensación que le quedaba.

—No quiero caer —dijo y dejó su copa junto a la de la bruja. El sonido de los cristales se dejó escuchar. Más allá de la enorme ventana que daba lugar a las extensiones traseras del castillo, y desde donde se apreciaba el tupido bosque, la lluvia se desataba con toda la furia, cayendo de forma copiosa.

De repente, la sala se iluminó más de lo normal por un relámpago que ingresó por la ventana. En ese mismo instante, donde el ensordecedor sonido pareció instalarse en la habitación, el mago de cabellos negros se había aproximado a su acompañante. Tuvo el suficiente cuidado como para no pisarla. Que Candela anduviera descalza por la vida no facilitaba las cosas.

Las manos del mago se aferraron a las muñecas de la bruja. Él había vuelto a mirarla a los ojos, como pidiendo respuestas.

—Explícame —dijo sin más. La diferencia de altura se evidenció por la cercanía. Pero aún así, él por alguna razón se sentía vulnerable. Necesitaba entender la razón de por qué había aceptado la visita al castillo, necesitaba entender por qué siempre que se cruzaba con ella sucedían cosas. Le gustaría comprenderla, aunque se antojara una utopía.

kkjlPfo.png  gfPUyue.gif   rZ5F4q3.png
sQiPXMh.png
#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

 ~ Flashback ~

En nada, realmente, y en todo al mismo tiempo. ―se había quedado con la mirada un poco distraída― Y de todo lo que pienso, sólo hay algo que podría interesarte. ―sonrió a medias y descruzó las piernas para levantarse.

Candela comprendió que podría ser que hace mucho tiempo lo había visto llegar. Bueno, lo habían visto llegar a su carpa. Sólo que, cuando se lo comentaron, ella creyó que se trataba de otra persona. ¿Se habría confundido de Black? Ciertamente, era una probabilidad bastante grande dadas las acciones últimas de Aaron. Detestaba no saber de Videncia, quizás habría interpretado mejor las señales y las palabras del brujo que le dio la información que necesitaba. 

¿Terminaste? ―se acercó hasta él y estiró la mano para pedirle la taza. Cuando Martin se la dio, la gitana volvió a su lugar en la silla. Fijó los ojos grises en las hojas de té dispersas, fingiendo -y bastante bien- que sabía lo que estaba mirando.― Un corazón roto... 

«Un corazón roto, las agujas detenidas de un reloj, un pacto en medio de la noche y la rosa...» 

Levantó la mirada mercurio y la posó en él. La verdad era que no tenía ni idea de lo que estaba tratando de venderle. Bueno, no le estaba vendiendo nada, pero había mentido sobre saber leer las hojas del té. Mas bien le gustaba adivinar y suponer como exitosas las palabras acertadas. Sin embargo, no era el caso y nada más pensaba en lo que tenía que solucionar. Así que le faltaba la conexión con la rosa.

La rosa... ¿Qué rosa? ―fue una pregunta vaga, en realidad, porque no sabía qué podía significar para él una rosa y esperaba que, de alguna forma, él la nombrara.

~~~~~

Le sostuvo la mirada durante un momento y deshizo el agarre con un poco más de brusquedad que la que le hubiese gustado emplear. Una vez más, no había notado el instinto de alejarse. Tenía la cabeza hacia atrás y un pie casi listo para marcharse en caso de que fuese necesario. Cuando se dio cuenta de su posición, se enderezó y acomodó unos mechones de cabello detrás de la oreja. Los impulsos que tenía solían ser violentos, fuese quien fuese la persona que tuviese enfrente. Claramente, Martin no era una excepción. Pero ella quería que lo fuera.

Explicar, no hay mucho que explicar. Sólo soy alguien que necesita de otro alguien para poder sobrevivir. ―"Necesitar" era una palabra bastante fuerte en el vocabulario de la bruja, pero era importante en ese momento.

Candela estudió la reacción de Black un instante antes de decidir por fin hablar. ¿Cómo le decía que si no la ayudaba podría morir? Entonces todo su esfuerzo de años podría terminar en absolutamente nada. ¿Cuánto podría decirle? Y mucho más importante, ¿cuánto podría confiar?

Te voy a contar una historia, es un poco corta, pero creo que resume la razón por la que hoy abriste tu puerta y me encontraste del otro lado de ella. ―esta vez fue la gitana quien se apoyó en el escritorio y le dio la espalda a la ventana por la que se podía visualizar relámpagos a lo lejos, que iluminaban de tanto en tanto la habitación, de una forma diferente― Hace muchos años hice un trato con un brujo. Este brujo me facilitó un elemento que me permitió solucionar algunos problemas. Lo que me pidió a cambio no se lo pude dar porque... Bueno, no importa. ―decidió guardarse esa información un rato más― Cuestión, escapé. Y ahora este  brujo está intentando cobrarme el trato con algo de intereses, supongo. Y yo...

Se encogió de hombros antes de volver sus pasos hacia él, quedando peligrosamente cerca.

Yo sólo quiero vivir... ―habló en voz baja, con peligro de no ser escuchada por la cantidad de truenos que se iban escuchando. Sus manos se habían agarrado de los brazos del galés, en un intento por ver de más cerca su reacción. Aún quedaba un poco más de historia, pero no creyó conveniente soltarla toda tan rápido. Primero quería ver el interés de Black en lo que le había dicho.

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

~ [Flashback] ~

La enigmática respuesta de Candela alentó la inquietud de Black. Pero se mantuvo en silencio, expectante y terminando la bebida que la bruja amablemente le había preparado. Había llegado el momento de conocer lo que aquel resto de té tenía para delatar, en boca de la bruja.

—Un corazón roto... —repitió, un instante después—. Eso no dice mucho, aunque dudo que sea cierto. —Su relación anterior había finalizado, era cierto, pero los buenos términos en que había quedado con Gryffindor no lo hacían creer que se tratara de un corazón roto. Tal vez fuera por otra cosa...

Ahora acababa de mencionar una rosa. No estaba seguro de si se refería a lo que él estaba pensando.

—Supongo que puedo enseñártela. —Sin más se reincorporó cuan alto era y le dio la espalda. Lo primero que hizo fue quitarse la capa de viaje oscura, que solía llevar a todo sitio en aquella época del año. La dejó sobre el respaldo del sofá que había escogido hasta ese momento.

Se giró, para quedar frente a Candela. El rostro endurecido del mago de cabellos negros no podía transmitir ningún tipo de emoción, pero le divertía el hecho de observar a la bruja al mismo tiempo que comenzaba a sacarse la camisa. Cuando finalmente lo hizo, el torso del mago con sus diversas cicatrices quedó al desnudo. En el pecho podía apreciarse un fénix negro, ¿Candela le diría algo al respecto? Y antes de que pudiera hablar, se dio media vuelta. En la espalda estaba el tatuaje más grande de su cuerpo, una rosa espinada que comenzaba desde lo más alto de las cervicales hasta poco más allá de las lumbares. No era un tatuaje más, se trataba del resultado de una maldición.

—¿Puede que fuera esto? —inquirió sin más. No estaba seguro, si quiera estaba seguro de si debía creerle a Candela todo aquel negocio de las hojas de té. ¿Pero qué más daba? Volver a verla era algo positivo para Black, no era una mala compañía, todo lo contrario.

- - -

Notó cómo la bruja se había soltado de sus manos con algo de brusquedad. Black temió haber dado un paso en falso y que Candela terminara yéndose. Sin embargo, la bruja no lo hizo y comenzó a hablar. Black decidió escucharla en silencio, quedándose a un par de pasos de ella.

«Necesita» y «sobrevivir» no parecían dos palabras que Candela utilizara con frecuencia. Eso lo sorprendió. Debía ser una historia demasiado complicada como para que terminara recurriendo a ellas. La mención de un extraño brujo no le sorprendió. Él también había terminado en situaciones semejantes, en donde por obtener un objeto mágico o un conocimiento bastante poco conocido, las circunstancias le obligaban a salir huyendo del sitio en cuestión, con más de un enemigo anotado en su lista negra. Pero al parecer esto iba unos cuantos pasos más allá.

Cuando el relato terminó, notó cómo la bruja se acercó a él. Ahora había sido ella quien inició el contacto, tomando los brazos de Black. Él se mantuvo en silencio. Su mirada perla se encontraba clavada en aquel rostro. Había demasiadas cosas que quería decirle, pero en ese momento decidió callarlas todas. Todas menos una.

—Este castillo protege a todo aquel que lo necesite. —Podía parecer una tontería, pero la runa mágica de la protección se encontraba incrustada con un potente encantamiento en los límites de la morada. La memoria, la protección y la voluntad eran los tres pilares de la familia de Rune. Pero sobre todas las cosas, la protección era el principal—. Y de más está decirte que te ayudaré en lo que necesites.

¿Por qué había accedido tan fácilmente? ¿Por qué en esta oportunidad le había creído sin titubear y no como con las hojas de té?

«Porque ha accedido a venir, algo que nunca hubiera hecho antes. Porque puedo notar cómo la verdad ha florecido en su interior esta noche.»

—Candela... —comenzó a decir al mismo tiempo que sus brazos intentaban rodear la menuda figura—. ¿Qué es lo que necesitas? —La mirada gris del mago de cabellos negros no había dejado de contemplarla; atenta y con la intención de captar el más pequeño de los atisbos de lo que pudiera pasar por su mente.

Los truenos siguieron rugiendo en los terrenos exteriores del poblado mágico. ¿Pero qué más daba? Había cosas más importantes aquella noche.

kkjlPfo.png  gfPUyue.gif   rZ5F4q3.png
sQiPXMh.png
#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.