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Astronomía & Primeros Auxilios


Kahlan Blackthorn
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Las estrellas eran como los seres humanos, cambiantes en muchos aspectos y siempre mostraban caras diferentes ante los que les rodeaban. El inmenso cielo que ofrecía una postal digna de recordar, plagado de pequeñas lucecitas de diversos tamaños, foquillos que tintineaban anunciando posiblemente algún cambio dentro de la sociedad mágica o simplemente dentro de la vida de alguna persona influyente dentro del ámbito político. Siempre le admiro como las constelaciones eran capaces de cambiar el destino de las personas o las antiguas sociedades, celtas, nórdicos, griegos y los mismos romanos, creían en cada presagio que aparecía en el cielo.


Muchos de los antiguos brujos, dejaban en manos de esos presagios la cosecha o el nacimiento de un nuevo dios. Pensando en que varios de ellos reencarnaban en seres humanos comunes, pero sin perder la esencia que desde siempre les había acompañado. Alistando una mochila con lo necesario, no perdió de vista el escudo de Gryffindor colocando este en la solapa de su chamarra de piel, por la zona interna, no deseaba dejarlo a la vista por ningún motivo— Iremos de paseo—esbozando una amplia sonrisa en sus labios, metía dentro de su equipaje un huevo de dragón. Desde que lo tuvo en sus manos, jamás volvió a separarse del mismo— No podes quedarte solo, ni un instante—recordando las recomendaciones de James.


— Telescopio, mapa astral, compás, cartas estelares y lo más importante—guardando un trozo de pergamino en la bolsa de su chamarra, no olvidaría sacarlo en el momento justo. Todo estaba listo, acomodando su cabellera dorada sobre su hombro izquierdo cubría la marca de Caín, no era el momento propicio para dejar que hiciera de las suyas a sus anchas. Llevando el kit de sanación para la clase de primeros auxilios, además de su grimorio de Slytherin y el de Nigromancia. Nunca se podía descartar el uso de la magia antigua, pero esperaba no tener que hacerlo, porque esos menesteres le competían a otra clase de profesor. Ella solamente se enfocaría en demostrar las enfermedades que podían aquejar a los magos y brujas, aunque los muggles siempre sabían como colarse en esa lista.


El cuerpo que eligió ya se encontraba dentro de la Torre de Astronomía, justo en la zona baja de esa edificación. Sus alumnos tomarían la catedra al aire libre, salvo por el Señor Macnair, el si que tendría que mantener ese espécimen a buen resguardo o se echaría a perder como un bote de leche mal refrigerado. Sacándose una pelusa inexistente de sus jeans, alisaba con elegancia la remera que dejaba descubierto su abdomen plano, acariciando con suavidad los cuadritos que saltaban a la vista. Era una mujer sumamente atlética y ágil, posiblemente usaría esas habilidades a la hora de intentar pillar a la osa mayor o menor en el firmamento.


Desapareciendo de su oficina dentro de Castelobruxo, no tardó demasiado en verse absorbida por un vórtice oscuro, siendo este el conducto que le dejo justo delante de la Torre de Astronomía. Volver a ese sitio luego de varios años, no hizo más que remover parte de su vida como estudiante dentro de Hogwarts, años que marcaron su vida de una forma especial— Aquí vamos—escuchando a sus espaldas el aleteó de su dragón Kreston. El Vipertooth peruano que se ganará dentro de la gala de San Valentín, digno regalo para el esfuerzo que hizo como guardiana de los Jupiter Justice—Quédate cerca, puedo necesitarte pronto—se comunicó mentalmente con el imponente animal.


De un tiempo a la fecha, le entusiasmo la idea de conocer otra clase de lenguajes e idiomas. Teniendo cuatro dragones, como no sentarse a leer la forma más idónea para entablar una comunicación fluida con ellos. Esperaba que sus alumnos, no se demorarán demasiado en llegar, ya tendría tiempo para presentarse más adelante.




Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Variar entre el rol de docente y estudiante era algo que le resultaba agradable. Le encantaba poder enseñar aquellos conocimientos adquiridos previamente a quienes se interesaran por ellos y, al mismo tiempo, siempre se encontraba interesada por aprender algo más.

Había recientemente adquirido conocimientos de adivinación y, sintió revelador, que la misma finalizase en manos de un centauro quien, a pesar de haber criticado los métodos usuales de adivinación, les habló de las estrellas y sus mensajes. Eso había sido para ella más que una revelación, había despertado su genuino interés en el tema y la había llevado a inscribirse para lograr ese nuevo conocimiento.

Apenas su solicitud fue aceptada, se dirigió nuevamente al prestigioso Castelobruxo, colegio encargado de impartir esas importantes clases. Una vez en el lugar, la Gryffindor se dirigió a la Torre de Astronomía, lugar propicio para observar el sinfín de astros y cuerpos celestes que se hallaban en el firmamento.

Lucía para la ocasión una túnica de color beige, y calzaba botas de cuero marrón claro cómodas y sencillas. Llevaba el castaño y ondulado cabello suelto a sus espaldas, desprolijo a ojos de los demás, “natural” ante su vista.

Fue la primera en llegar, así que saludó amablemente a la profesora. La conocía desde hacía tiempo, aunque ciertamente había interactuado más con ella en forma reciente, ya que había sido la subcapitana de su equipo de quidditch. Ya pronto llegarían los demás y la clase iniciaría. Estaba ansiosa por ello.

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— Es un placer verte, Mica—le saludó dedicándole una ligera reverencia. Sacando de su mochila el telescopio y algunas cartas astrales. En ellas estaba plasmado el Universo, aquel sitio que escondía más secretos de los que se habían podido revelar a través de los años de investigación dedicados por varias entidades de la ciencia y la magia. El pequeño huevo que le acompañaba fue colocado en una bolsa que llevaba anudada a su cintura, no deseaba perderlo de vista por nada del mundo— ¿Cuáles son las estrellas o constelaciones que conoces?—le preguntaba acomodando sobre una mesa improvisada todos los pergaminos que utilizarían para el estudio de los astros.
— Como bien debes saber y sino, pues te lo aclararé en ese preciso momento. La astronomía es la ciencia que se encarga de estudiar todo lo relacionado con los astros, los movimientos de estos y las leyes que los rigen—comentó señalando a los nueve planetas. Aunque no se podía descartar que aparte de esos existieran mucho más, porque el universo era lo suficientemente grande como para albergar sistemas solares similares al que ambas brujas habitaban. Sus ojos se desviaron por un momento delimitando el terreno, decepcionada al ver que solo la Gryffindor respondió al llamado de la Nigromante.
— El campo que abarca es inmenso, pasando por el estudio de los planetas, estrellas, satélites, asteroides y los sistemas de materia estelar. Es la ciencia del universo físico y de los fenómenos que ocurren dentro de este. Ejemplos tenemos varios, entre ellos los eclipses del sol y luna. Las lluvias de estrellas o la caída de los asteroides, además de las estrellas fugaces a las cuales suelen pedírseles un deseo—explicaba abriendo las patas de su telescopio para ponerlo sobre el suelo y admirar con mayor detalle el oscuro firmamento. Recordando tomar el libro que hablaba de las ramas que acompañaban a la Astronomía en su estudio.
— La astrofísica estudia las características de los cuerpos celestes, la astronomía de posición mide y determina la composición de los astros, la mecánica celeste, está se enfoca en el movimiento de los astros y la cosmología que suele teorizar sobre la formación y evolución del Universo—explicaba esperando no sonar demasiado teórica o sistemática a la hora de tocar esos temas— Diversos elementos químicos componen a los cuerpos celestes, no nos meteremos mucho con ese tema a menos que te interese ahondar en el mismo—indicó tomando un compás marcando algunas coordenadas sobre una de las cartas.
— Cualquier duda que te surja, házmela saber en el momento. Iremos en busca de un nuevo grupo de estrellas, quizás podamos darles nuestros nombres o el de alguna persona importante para nosotras—bromeó para romper un poco el hielo. Dejándose esa clase de detalles para más adelante, observando los pequeños foquitos que seguían destellando en el firmamento. Captando levemente parte de la osa menor, aquella constelación que siempre le generaba cierta curiosidad cuando no se podía apreciar del todo en el cielo.

 

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Preparándose para la clase en House of Books

 

La vampiresa no se sentía bien, había tenido que poseer al mago mexicano para poder huír con vida de la Gala de San Valentín, había podido estar apenas con Danny y para colmo de males había tenido que hacerse cargo de una Dirección que nunca había pedido ni deseado. Sus ojos castaños observaban por la ventana de su departamento en la parte superior de House of Books, hacía meses que no iba allí, pero sus elfos se habían ocupado de todo. Ahora necesitaba estar en ese lugar.

 

—Ama Darla —dijo Tommy a sus espaldas y la pelirroja se volvió hacia su elfo con una sonrisa resignada, él la llamaba así cuando había desconocidos presentes.

 

—Dime Tommy —dijo dedicándole una mirada afectuosa y agradecida.

 

—Leto y Tommy ya han preparado todo.

 

Darla asintió, la seguridad se había incrementado y los dragones tienen su lugar en el cobertizo, la magia que los unía al mismo a través del portal que creara estaba asegurada. Pero ahora tenía un problema y es que debía asistir a la clase de Astronomía, se había anotado antes de saber que viviría todo aquello.

 

—Gracias Tommy, todo queda en sus manos, los hechizos de seguridad han sido doblados y he puesto algunas gotas de presencia en lugares estratégicos. Debo ir a la clase —murmuró y el elfo asintió alargándole una mochila, había una botella de agua en el costado y varios objetos mágicos en su interior —gracias de nuevo Tommy —el elfo asintió mientras ella se colocaba la mochila a la espalda y tras darle una palmada en el hombro desapareció rumbo a la Torre de Astronomía en Hogwarts.

 

Hogwarts - Torre de Astronomía

 

Su llegada fue más bien cerca de los jardines exteriores con paso vivaz recorrió el camino que la llevaba a la torre, sus botas hacían leves chasquidos sobre la granza, sus cabellos estaban trenzados y caían sobre la chamarra oscura que cubría su remera blanca y hacía juego con sus jeans gastados, en cuyo bolsillo lateral llevaba su varita. Se detuvo de pronto observando una sombra en el horizonte. ¿Había un dragón? Vaya, sí que era extraño, pero no anormal en el mundo mágico. Cuando fue llegando al lugar elegido, dos figuras femeninas se distinguieron y de inmediato reconoció a Mica y a Juve, era extraño, tantos años hacía que conocía a ambas brujas y tantos años hacía que no coincidía en algo así con ellas, salvo quizás con Juv, quien le había dado clase antes cuando cursara junto a Seba.

 

—Lamento llegar tarde, espero no interrumpir —su voz sonó cansada, era consciente de ello pero la realidad es que no había nada que pudiera hacer, hacía casi cinco meses había iniciado una carrera autodestructiva que la había llevado más a una locura generalizada, ahora, a punto de cumplir ocho años de conocer al hombre de su vida, estaba por enfrentarse a los recuerdos sola y por eso necesitaba llenar su mente de otra cosa.

Editado por Darla Potter Black
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Oliver terminó de comer un enorme desayuno en el Gran Salón y se dirigió a la Torre de Astronomía. Le parecía raro tener que volver al castillo a tomar una clase después de haber aprobado el curso acelerado de Hogwarts un tiempo atrás, pero no era nadie para discutir las indicaciones. Aprender de Astronomía lo acercaba un poco mas a la teoría que venia manejando sobre que la vida en la tierra no era una casualidad y que la existencia de la magia sobre algunos seres, venia desde la propia composición del universo. Oliver no era dado a estudiar otro campo del cual trabajaba, pero creía con firmeza que si encontraba respuestas a esas peculiares preguntas sobre la vida humada, podría responder mas sobre la magia que habitaba en cierta razas de dragones.


Soltó una exclamación al ver al Vipertooth Peruano en la entrada a la Torre de Astronomía. ¿Quién traería un feroz animal a un sitio lleno de niños? Extrajo su varita y se fue acercando despacio a la criatura. La comida favorita de esa especie era la humada, y sin nadie que estuviera ahí para controlarlo, era un potencial peligro para todos. No por nada tenia una clasificación peligrosa e el mote de ser imposible de domesticas. Si hasta draconólogos sumamente experimentados aun tenían problemas para mantener el control de esta especie. Sus medidas pequeñas, en comparación a los demás dragones, los hacían aun mas peligrosos.


El dragón viro sus ojos maliciosos hacia el mago con atención, mostrando sus dientes venenosos como una amenaza que Oliver entendió perfectamente. Dejo de caminar y tomo otro de los caminos para entrar a la Torre. La distancia que recorrió le permitió bajar su enojo lo suficiente para no increpar a nadie cuando tocara el tema de un peligroso dragón en los terrenos de un colegio lleno de niños. Escucho la voz de una mujer disculpándose por la tardanza.


-No eres la única que esta demorado -Dijo estirando su mano para estrecharla -Soy Oliver Gaunt -Se presentó posicionándose en su lado izquierdo. Se dirigió a la clase con el tono mas calmado que logro reunir - Un dragón de categoría cinco no debería estar suelto en los terrenos de Hogwarts. Pone en peligro a mas de mil personas, sin contar las criaturas que viven en el bosque prohibido.


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Una voz masculina se dejó oír tras Darla, haciendo referencia que ella no era la única demorada, no podía negar que eso era un leve alivio, más ante Juve y Mica. Se volvió para observar al recién llegado, era bastante más alto que ella, aspecto muy cuidado, ojos azules que le hicieron recordar a los de su prometido, todo su pulcro aspecto se lo recordaba, salvo por el color del cabello, que era castaño.

 

Quiso desviar la mirada pero él le tendía la mano y se la estrechó con una efusión algo mayor a la esperada, dado los nervios que la habían invadido.

 

—Un placer señor Gaunt, Darla Potter Black es mi nombre, que bueno que no soy la última —bromeó intentando no sentir el latido que venía desde el hombre a su izquierda ¿por qué estaba tan nervioso? Sus siguientes palabras le revelaron el motivo. El dragón en Hogwarts.

 

—Bueno, me temo Señor Gaunt que con las guerras mágicas y muggles nuestros niños han sufrido cosas peores, supongo que el dragón estará de custodio o para servirnos de referencia para encontrar la constelación draconis —apenas había oído alguna vez hablar de la constelación y no podía negar que eran leyendas infantiles las que le habían hecho creer que los dragones que morían valientemente iban al cielo como estrellas para formar parte de esa constelación.

 

Claro que todo lo que pensaba podía estar influenciado por la otra clase que había empezado a tomar donde Badru le enseñaba a utilizar el talismán de comunicación con dragones.

 

—¿Usted le teme a los dragones señor Gaunt? —preguntó con curiosidad, consciente de que la Macnair podría en cualquier momento querer que volvieran a prestar atención a las estrellas, por lo que había hablado apenas articulando las palabras y sin despegar la vista del telescopio que brillaba en medio del lugar. ¿Era por eso o por el palpiltar de un corazón humano? Ufff, había varios a punto de caer por allí y encima había aroma a sangre, aunque no entendía bien por qué.

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Saludó cordialmente a Juve, estaba contenta de verla. No había tenido tiempo suficiente para conocer a esa mujer, pero se notaba que era una gran persona. O al menos esa era la sensación que tenía la Gryffindor sobre ella. Apenas tras saludarse, la dama fue al grano, tomando cartas astrales y demás elementos que serían útiles para el conocimiento en cuestión.


-Conozco la Cruz del Sur, escuché que quienes viven en el hemisferio Sur del planeta la utilizan como guía. El Cinturón de Orión es también muy reconocible… pero no sé mucho más -se sentía muy novata en el tema, pero quería intentar dar una respuesta ante las preguntas de su profesora.


Luego de ello, mencionó diferentes temas, muchos de ellos le eran completamente ajenos. Al parecer el campo de estudio elegido era más que amplio y eso le generaba mucha curiosidad. Todo lo que la bruja mencionaba parecía sumamente interesante, solo aguardaba que su mente retuviese toda esa información. Finalmente, la Macnair bromeó acerca de ponerle su nombre a un grupo de estrellas, de verdad era más que interesante el simple hecho de pensar que aún en el cielo había tanto por conocer.


Fue entonces cuando otra bruja llegó, aparentemente también alumna de la misma clase. Le sonrió tranquilamente, la conocía de su bando y, tras ella, otro joven de nombre Oliver. Los saludó a ambos con la mano mientras esperó que la clase avanzara. Aparentemente la charla entre ellos se había desviado hacia el dragón que estaba circundando los terrenos.


Fueron sabias las palabras de Darla, al mencionar que había peores circunstancias que lastimaban a niños. Lo más probable era que ese dragón no causara daño alguno ¿verdad?

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El joven Ernest fruncio el ceño, ya era una costumbre para el llegar tarde a todos lados y era algo que no era de su agrado, llevaba varios libros relacionados a primeros auxilios tanto muggles como magicos en la mochila que tenia colgada a la espalda.

 

Desde la gala sus planes se habian complicado bastante, Enoc habia sido victima de lo que podria decirse una posesion y secuestro, pero el plan de joven no habia rendido frutos o no los que habia esperado.

 

Por fortuna la mascara y el pergamino de runas seguia a buen resguardo y era imposible que alguien las encontrara.

 

Habia llevado una playera bastante vieja que ya no planeaba usar despues de las clases, pues al ser algo de primeros auxilios sabia que era posible mancharse de sangre y no planeaba llevar sus mejores galas a esta clase.

 

Llego a la torre de astronomia en donde habia sido citado por la profesora para la clase a la que se habia inscrito.

 

No tardo mucho en llegar en donde se oia bastante alboroto y lo primero que llamo la atencion del joven fue un dragon que estaba en el escritorio de la maestra y eso lo sorprendio un poco mas no lo sobresalto, pues ya estaba bastante acostumbrado a ver dragones sobrevolando diagon o algunos castillos. Separo la mirada del dragon y miro el aula, que se encontraba ya llena de otros alumnos y por un momento penso que se habia equivocado de clase, entonces dirigio la mirada a la profesora

 

-Perdone profesora, ¿Esta es la clase de Primeros Auxilios? Porque...- pero sus palabras se detuvieron en seco pues con el rabillo del ojo pudo ver un rostro conocido y su semblante cambio por un momento a uno tosco. Sin decir nada saco la varita y se acerco a la joven. - Porque si no es primeros auxilios, alguien pronto aca los necesitara- dijo apuntando a una de las alumnas que Ernest reconocio como Darla- Me dejaste desmayado y te llevaste algo mio, lo que menos pienso hacer es quedarme de brazos cruzados...Asi que ¿Donde esta?- pregunto amenazadoramente, mientras no dejaba de apuntarle, respirando tranquilo. La ultima vez que habia perdido el control en si habia resultado catastrofico con un alumno muriendo en el momento, no dejaria que eso se volviera a repetir...o eso esperaba.

 

 

 

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El mago no había hecho tiempo a responder cuando el sonido de la llegada de un nuevo estudiante sobresaltó a la pelirroja, su esencia había llegado hasta ella instantes antes de su propia presencia. Sin darse cuenta la bruja se tensó y apareció su varita en la diestra en el momento en que el mago comenzó a hablar con Juve. Quizás por dicho movimiento o quizás solo porque él la vio allí que giró hacia ella y le apuntó a su vez con su varita, mientras ella mantenía la suya en ristra hacia abajo, pero atenta a su accionar.

 

—Estás errado de clase, ¿no ves el telescopio? Acá daremos astronomía —sus ojos se entrecerraron unos segundos —no me amenaces Ernest, creía que Sophie iría por ti al Templo de Marte ¿no era allí donde se encontraban las almas gemelas? —tragó despacio antes de responder a lo siguiente —no te pertenece nada de lo que me llevé y si hablamos de quien se lleva lo ajeno creo que de ti podrían decir lo mismo ¿no crees? —no se atrevía a despegar la vista del Macnair y no quería ni imaginar la reacción de Juve ante aquello.

 

—Vamos Ernest, este no es el lugar ni el momento para que arreglemos nuestros problemas, los presentes no tienen la culpa de nada, guarda tu varita antes de que apliquen los primeros auxilios en ti, yo solo quiero ver las estrellas hoy y todo lo que tengamos que discutir, ya te dije, no será ahora ni aquí —su diestra se cerró sobre Edelweiss y permaneció en tensión esperando que el mago entrara en razón.

 

—Vamos Ernest —bajo la voz para que la discusión quedara entre ellos —se razonable, la profesora no dejará que nos enfrentemos aquí y ahora, tú me tendiste una trampa primero y te salió mal, acéptalo y negociemos —era una locura, sentía la mirada de Mica y de Oliver sobre ellos y no dudaba que la de Juve sería la más asesina en ese momento. ¿Cómo había pasado aquello? ¿Cómo una sencilla clase sobre estrellas, constelaciones, nebulosas y quizás algún agujero negro había terminado de esa manera? Peor aún, no había iniciado siquiera y ya estaba discutiendo sobre la inseguridad de un dragón en Hogwarts y sobre quién había traicionado a quién, si ella a Ernest o él a Darla.

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-Estoy de acuerdo con usted, señorita Darla, los niños con la tensión política que estuvimos teniendo no deberían de tener miedo por un simple dragón, pero... -Oliver no ocultó su molestia - tampoco por ese terrible motivo uno, como adulto responsable, los expondría a un peligro tan mortal. Todos nos olvidamos que son animales con instintos primarios de ataque, ademas, este ejemplar tiene por dieta la carne humana como una de sus comidas favoritas -El mago hizo una negación con su cabeza dispuesto a defender sus argumentos - No, no les temo. Soy respetuoso de su conducta y un estudioso, en este país, sobre ellos. Mi profesión es la de prospecto de Draconología dentro de este país, en otros sitios donde las leyes no son tan estrictas les doy cuidado e intento centrarme en modificar sus procesos conductuales.


La tensión de los hombros de Oliver se relajó cuando él los movió con un movimiento. La clase estaba resultando inesperadamente exasperante. El placer por adquirir el conocimiento que ayudaría ampliar sus investigaciones, había desaparecido. Debería usar los fondos de su familia para continuar con otros estudios, o mejor, podría embarcarse en una nueva aventura fuera del país.


La atención de los presentes fue desviaba ante la aparición de un hombre que mostró una inestabilidad emocional bastante grande al sacar una varita mágica y acusar a Darla, delante de todos, aumentando la tensión. Oliver cruzó mirada con Mica antes de levantar la varita hacia el hombre, en clara posición defensiva. igual que la compañera atacada, el hombre debería ser rápido si quería matar dos pájaros de un tiro.


-Estamos reunidos para aprender, señor, nadie va a morir hoy -El hombre debía darse cuenta de inmediato, que no era el lugar indicado para una pelea - Pueden dejar sus problemas ajenos, para cuando hayamos terminado con la clase, señor, de lo contrario deberá sufrir las consecuencias de sus actos.


Oliver era un mago pacifico, siempre amigable y metido en sus propios problemas. Había sufrido lo suficiente durante su adolescencia y parte de su primera adultez, al perder a su primera esposa, como para aprender que la violencia era un gasto innecesario de energía y el bien siempre triunfaba por sobre el mal.


-No lo repetiré, señor, baje la varita -Repitió.

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