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Edicto #2 sobre la Educación en las Escuelas Mágicas


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"Yo, Sagitas Ericen Potter Blue, en condición de Primera Ministra Mágica de Inglaterra, elegida por voto popular en septiembre del 2020 y, por tanto, con derecho a la toma de decisiones para el Bien de la Nación, dicto el siguiente

EDICTO

Interpretamos inadecuada la actual Ley de Educación que rige en todo el territorio nacional, por lo que queda modificada bajo los siguientes criterios:

* Creación de un Departamento de Educación Mágica que proteja nuestra educación de forma exclusiva a magos descendientes de magos.

Se prohíbe la entrada en los Centros Educativos, Escuelas, Universidades y Ateneos, públicos, concertados o privados, a estudiantes con ancestros muggles hasta, al menos, en la cuarta línea sanguínea por ambos padres. 

* Los considerados "mestizos" tendrán acceso a una cultura restringida en "centros educacionales especiales" controlados por el Departamento de Educación Mágica, que no tendrán relación con nuestras escuelas propias.

* Se potenciarán los estudios en los que se ensalce nuestra historia mágica sobre el resto de las comunidades. La asignatura de "Estudios Muggles" queda relegada a optativa en clases superiores a los EXTASIS y bajo autorización expresa emitida por el Director del Departamento de Educación Mágica.

* Los miembros del Claustro de profesores de nuestros centros de enseñanza serán seleccionados por el Departamento de Educación Mágica, siguiendo criterios de consanguineidad, dominio mágico certificado, predisposición y aceptación a seguir el Protocolo Educacional que deberán firmar antes de adquirir su puesto, y otros valores propios que cree necesario la Dirección del Departamento.

* Todos los profesores que deseen seguir en sus puestos, tienen un máximo de 15 días para acudir al Ministerio y firmar su Acta de Aceptación del Protocolo Educacional y realizar el examen de dominio mágico para poder ejercer. A cuanta mayor nota, mayor grado de implicación en los procesos internos de decisión de los centros en los que impartan clases, así como elección del centro en el que hacerlo.

* Cualquier literatura de no magos o mestizos está prohibida en el interior de los centros educacionales, sea de alumnos, profesores o cualquier otro empleado no docente del mismo. La falta a esta regla implica la salida inmediata del centro de estudio presente y futuros así como una posible condena, según la legislación vigente.


Y para que conste, firmo la presente en el día de hoy, en Londres, 29/04/2021.


Fdo.
Sagitas Ericen Potter Blue
Primera Ministra de Inglaterra.

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Sean en el atrio...conferencia de prensa.

No me tomo por sorpresa que Sagitas lanzara un nuevo edicto..ya lo habiamos hablado y reconocia que algunos aspectos seria dificil de justificar la intension de la Ministra. Pero no habia trabajo imposible...y ya que con este nuevo edicto poniamos de nuevo de cabeza a la Comunidad Magica....porque no seguir bombardenadola con noticas halagadoras. Asi que habia convocado a una rueda de prensa para anunciar nuevas medidas...mas acorde con la realidad que se estaba viviendo. En fin que acomode los papales y me dirgi al atrio cerca de la fuente donde una tarima me esperaba.

-Este...-me lleve la varita a la garganta y mentalmente me lance un Sonorus- buenos dias tengan todos....-me acomode en la tarima y me dirigi a los periodistas presentes, en una pose de fria tranquilidad....evidentemente para salir bien en la foto..pues varios flashes ya se apreciaban en el amplio espacio que teniamos. -Se que el plato fuerte de preguntas vendra bien cargado por la promulgacion del nuevo Edicto pero consideramos que en consonancia con este y dado el clima belico que tenemos en las comunidades hace falta hacer mas. - sin mas saque un pergamino que abri en plena asamblea para leerlo.

 

DECRETO MINISTERIAL #XXXX-002

Por medio del siguiente decreto y dada la situacion caotica de la Comunidad Magica Inglesa, la eliminacion del Wizengamont y la hostilidad belica creciente de la comunidad muggle se establece el ESTADO DE GUERRA en la nacion. A continuacion se regulan ciertas actividades bajo este termino.

1- Se convoca a la movilizacion obligatoria de toda la comunidad magica para la conformacion de un Ejercito Magico. De acuerdo a las habilidades magicas del mago este sera ubicado donde mas provecho sea.

2- Se reconfiguraran los Departamentos magicos de Ministerio de acuerdo a la nueva situacion.

3- Se exige la movilizacion de los estudiantes de Hogwarts de quinto año en adelante para la creacion de milicias magicas. En este contexto y teniendo en cuenta lo definido en el Edicto #2  se le impartiran disciplinas enfocadas al estado de guerra actual.

4- El sistema judicial magico se supeditara  al Ministerio. Siendo Sagitas la Comandante en Jefe de la nacion. Por lo que cada juicio tendra caracter militar y carecera de jurado. 

5- Se castigara con amplias penas en Azkaban la desercion o el motin.

6- Se supervisara las publicaciones informativas con vista a que la informaciones en ellas sean veraces y contribuyan a elevar la moral de nuestra comunidad, ahora en guerra.

Termine de leer el decreto y mire a los interlocutores...algunos aun seguian con la boca abierta. Sin dudas si este decreto no hacia olvidar lo del decreto de Sagitas nada lo haria. -En fin...alguna pregunta??? -evidentemente un aluvion de manos se alzo para escrarecer las dudas.

 

Dias antes del Edicto.

Habia terminado de organizar los papeles cuando recibi la invitacion. Me rasque la cabeza pensando que tal vez habia metido la pata en algo. O sea por lo general @Sagitas Potter Blue si queria la presencia de alguien con quien tenia esa confianza departamental de antaño...pues se lo tomaba a gritos...sin embargo ahora era solo un simple momoramdum. Y por que pensaba que eso era malo??? Pues simple....las aguas calmas siempre presajian lo peor....y como sabia que esa conducta formal no estaba entre las habilidades sociales de Sagitas para conmigo...ya podria ir temiendo. En fin me encogi de hombros y fui hacia alla. Toque la puerta y abri sin esperar respuesta...mala maña mia.

-Me mandastes a llamar Sagitas???  

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Días antes del Edicto:

Me había vuelto a despertar con aquel frío al ver las cenizas flotando sobre Ottery, cenizas de los muertos que eran quemados para ocultar tantos cuerpos. Me estremecí y me giré entre las sábanas, buscando un sosiego que no llegaba. Al final, me levanté a mirar por la ventana para intentar convencerme de que era necesario dar un paso más, que debía cerrar Hogwarts y todos los centros educativos al alcance de los descendientes de muggles. Me mordí la lengua y pensé que, hacía un año, yo había luchado contra el Ministro de Magia por ser un tirano y maltratar a los no-mágicos y que, ahora yo..., me iba a convertir en lo peor de la historia de la Magia. ¿Cómo recordarían mi nombre? ¿Cómo una tirana que cerró la comunidad mágica en la defensa de los puros de sangre?

-- Pero es necesario -- murmuré, a la luz de la luna llena, que iluminaba con tristes jirones de plata a través de la noche nublada. Mi voz sonaba cansada y firme, a la vez, consciente de que todo aquel esfuerzo estaba dejando huella en mi interior.

No importaba, mis pesadillas no acabarían nunca, al menos que impidiera lo que había visto en aquella visión que me atormentaba. Y si tenía que acabar con medio Londres, o con media Inglaterra, o con medio mundo, me daba igual. Pararía las visiones, pararía de alguna manera todo aquello. No me volví a dormir así que el amanecer me pilló en el despacho del Ministerio de Magia con el borrador de mi segundo edicto en la mano y con la carta de Mackenzie Malfoy, que me había leído mil veces desde que me la había enviado, en la otra.

Spoiler

Sagitas, ¿estás bien? ¿Sigues viva? ¿Te han raptado? ¿O es que ahora militas en donde tu ya sabes? ¿Te escribe Aaron los discursos ahora o qué rayos pasa? No pretendas convencerme de que esa mi**** de Edicto la has escrito tu xD —últimamente, con eso de la caída del Estatuto, Mackenzie escribía demasiado en las redes sociales, por lo que no pudo evitar el signo muggle—. Obviamente, jamás me casaría con un muggle, pero en todo el resto que sepas que no pienso hacerte ni puñetero caso. Y no porque no esté de acuerdo con algunas cosas, sino porque me parece ridículo. Levanta el Secreto de nuevo y no harán falta más memeces. Y otra cosa, me conoces de sobra. Por más que esté de acuerdo en eso de no compartir magia con los muggles, que por cierto, tu siempre fuiste firme defensora de ello, ¿dónde han quedado tus principios, mujer? xD A lo que iba. Por más que esté de acuerdo en algunas cosas, me revienta que nadie me toque mis libertades. Así que lo dicho, espero que estés raptada o muerta o algo por el estilo, porque si estás viva y esa monstruosidad ha salido de tu pluma, ni caso voy a hacerte. Déjame saber de ti, aunque estés muerta, eh? Recuerda que ni a los muertos deberían hacerles escribir contra sus principios.

Suspiré y me miré reflejada en la bandejita de plata donde reposaban varias plumas exquisitamente decoradas con el sello del Ministerio. Tenía la piel grisácea y con muchas ojeras, aunque bien pudiera deberse al color de donde se reflejaba. Después, escribí varias notas, dirigidas a @Matt Blackner y a @Xell Vladimir Potter Black, en las que le citaba en el Ministerio para hablar con ellos. Después, mordisqueé mi pluma, sí, la mía, la de siempre, la vieja y ajada pluma de color verde vistoso, con la que me sentía más a gusto que con las extremadas y elegantes de mi mesa, y me decidí por fin a enviar una tercera, a @Darla Potter Black:

Cita

 

Hola, Darla:

¿Sigues siendo una Potter Black? ¿Harías lo que fuera por defender a la familia?

¿Quieres...? ¿Quieres saber qué está pasando por mi cabeza para hacer cambios tan drásticos en nuestras vidas? Te espero cuanto antes en mi despacho en el Ministerio. Te dejarán pasar sin impedimentos.

Sagitas

 

 

Por último, escribí un memorandum un tanto formal a mi yerno. Ya estaba bien que @Sean -Ojo Loco- Linmer, en un intento de ayudar, se estuviera haciendo dueño de la situación. Sus actividades se me estaban hiendo de las manos y me costaba controlar su euforia. Debía intentar frenarle o aquello se escaparía por completo a nuestro control. Y, ahora mismo, necesitaba manos que me ayudaran, no que me torpedearan más de lo que la comunidad mágica internacional estaba haciendo.

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Días antes del edicto:

Sabía que iba a ocurrir en algún momento, aunque esperaba que Sagitas lo pensara, tal vez encontrara una solución diferente a lo que tenía que suceder. No es que entendiera mucho lo que ella hacía, pero se lo dije en su momento: "yo te sigo a donde sea, tiita. Sé que lo haces por la familia, así que no preguntaré nada". Aún así, he de reconocer que era un cambio muy drástico de la Sagitas de hacia seis meses a la Sagitas actual.

Recibí su lechuza en mi casa, aún en la cama. Mi elfina Taga, la elfina doméstica de la Mansión Vladimir, me la trajo cuando me subió el desayuno y me puso bien la almohada para que pudiera tomarlo allá mismo, sin levantarme. Era un encanto de criatura y sabía que estaba allá para ayudarme, como le había mandado mi mami Reena, aunque hay cosas que una ha de hacer toda solita. Es por eso que, tras aquel suculento manjar, pastitas de leche, chocolate en batido y un zumito natural, me metí en el baño para adecentarme un poco. Tenía que acudir a la cita con la tía. Estaba preocupada por ella, descansaba mal, estaba demasiado ocupada con los demás para pensar en sí misma. Si pudiera hacer que descansara, ayudarla más...

Vestida, con un pantaloncito gris acampanado, que casi parecía una falda larga, con un jersey suave para la primavera aún fría que sufríamos estos días, de color gris claro. En realidad, yo también había cambiado y me enfrentaba a una nueva situación, en apoyo a la tiita. Había madurado, supongo.

Entré en el Ministerio y la Guardia que custodiaba el Atrio y la zona de los ascensores, me dejó pasar sin más. En la primera planta, recibí ojeadas pero todos sabían que yo podía acceder al despacho de la Ministra. Seguro que ya sabían que me habían citado. Golpeé varias veces la puerta con su nombre en una plaquita dorada y abrí la puerta. Asomé primero la cabeza. Ella estaba allá, sola y cabizbaja, como si el mundo pesara mucho sobre sus hombros.

- Hola, tía Sagitas. Vine lo antes que pude. ¿Qué tal te encuentras? Te ves desmejorada.

Pasé y cerré la puerta. Me daba pena y miedo verla así.

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Releí de nuevo la nota, escrita por Sagitas. Me citaba en el ministerio, en su despacho. Gruñí, dejándola sobre la mesilla de noche. Ni siquiera me dirigía la palabra en casa, y me citaba en el ministerio? Para qué? para echarme?

En aquel momento, acudir al ministerio a ser el centro de las miradas me parecía un suplicio. Pero permanecer en casa, en aquella tensión aislada, tampoco me lo hacía mejor. No lograba pegar ojo, no por la niña....ella dormía más o menos bien. No, los sueños de videncia habían regresado, aunque no los entendía. Solo alcanzaba a visualizar una bruma, a oir gritos y a sentir el olor de la sangre. No lograba controlarlo como Sagitas, aquellas visiones me atacaban descontroladamente a veces....como ayudaría a la pequeña a controlarlo?

 

Con un suspiro, me levanté. Nadie diría que yo rehuía a mi madre. 

- Eh, pequeña...vamos a la cama. - murmuré, tomando a mi hija en brazos. la niña hizo pucheros un momento, antes de acomodarse en mi hombro y volver a dormir. Cuando la dejé en su cuna, sonreí de medio lado. Aquella enana era en aquel momento lo único que me movía para seguir adelante. 

 

Elegí camisa negra y pantalón y botas del mismo color. durante un instante, miré fijamente el anillo de casado qeu descansaba sobre la mesa. La imagen de @Helike R V PB me asaltó. La misma duda cada día. Lo tomé y me lo puse, una vez más. "Idio.ta" pensé, mientras me desaparecía desde mi propia habitación.

 

Ignoré los murmullos de los magos a mi alrededor, mientras recorría con paso firme el ministerio. Para ellos, desde qeu habíamos vuelto, era el director malhumorado de accidentes. Un director malhumorado, con su identificación colgando del cinturón, vestido con ropa muggle en lugar de "lucir con orgullo la túnica de mago". Antes de abrir la puerta del despacho de Sagitas, ya había sentido a la rubita, @Xell Vladimir Potter Black. También la habían citado a ella? Bueno....supongo que al menos vería una cara amigable antes de recibir las noticias, fueran las que fueran.

 

Tan solo di un golpe seco en la puerta antes de abrir. Xell miraba a Sagitas, preocupada, mientras que mi madre permanecía sentada tras su escritorio. Me dolía verla asi, me rompía...

- Pensaba que me llamabas para echarme. - dije - Pero supongo qeu si Xell está aquí es por otro motivo. - me crucé de brazos, mirándolas a las dos. - Que pasa?

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Italia, en algún lugar de la Toscana 

Después de dos años de ausencia, era hora de regresar. Me encontraba agotada, casi en los huesos, si podía estar más de lo que mi físico me permitía y tenía unas ojeras profundas que daban miedo. Las consecuencias de la guerra habían llegado a Italia por supuesto, cada uno enfrentado al vecino de enfrente, e igualmente, pasaba con el mundo vampírico. Algunas facciones que no me apoyaron en su momento, se rebelaron aprovechando el momento y con lo cuál corrió la sangre como si no hubiese un mañana. Había perdido de disfrutar de dos años con la pequeña Elentari. Sabía que estaría segura con Sagittas y con Matt y más aún, cuando la nombraron ministra. Me sentí orgullosa del poder que había adquirido la Potter Black en éste tiempo, ahora formábamos parte de la élite política inglesa e internacional. Pero, ¿servirían de algo las influencias familiares en la política? ¡Un cuerno! No al menos en mi caso. Después de esa masacre, necesitaba descansar y para mí, era mejor hacerlo en casa, en los nexos comunes que teníamos en Inglaterra. 

Acostada en la cama con dosel de la fuerte fortaleza, había intentado descansar gracias a una pócima del sueño proporcionada por uno de mis maestres, pero en vano. Los remordimientos no cejaban en su empeño en mi cabeza. "Era lo que tenía que hacer" me repetía en mi cabeza y más si quería mantenerme en el trono y que mi hija heredera un reino... Existieron pérdidas por supuesto, e importantes. Las mejores familias del sur, fueron masacradas hasta el punto de que no quedara ninguno "vivo". Así que, entendía perfectamente las últimas noticias dada por la primera ministra inglesa y por ende, mi suegra. A veces para protegernos era menester aplicar medidas duras, sin condiciones, pero igualmente me sorprendía su actitud. ¿Sagittas en contra de los muggles? Eso me sacaba fuera de onda, de lo que habitualmente era ella. ¿Qué había pasado en mi ausencia? 

Sin poder echar el sueño como yo quería, recogí los pocos enseres que me había llevado de nuevo a mi hogar ancestral. Desperté a los otros señores y les avisé de que iba a regresar, sus caras lo decían todo, pero me dieron el apoyo necesario. Se lo agradecí con una sonrisa y prometiendo regresar en cuánto descansara. El regente me prometió en mi nombre, que reconstruiría el país yo en mi caso, le proporcionaría el oro necesario para eso. Era lo que tenía que hacer. Aunque reconociéndolo, había obtenido mucho capital al pasar las posesiones de esas familias tanto al consejo como al mío propio. Podía sacarle un buen provecho. 

A pesar de la debilidad de mi cuerpo, necesitaba volver a casa. Tendría que dar muchas explicaciones, sobre todo a Matt, que no entendería que hubiese abandonado de ésta manera a la familia. Pero no entendería, los deberes de estado eran lo primero. Recogí mis documentos y los coloqué en el morral de cuero que llevaba al cuello, el baúl de caoba lo metí también en su interior y que, gracias a la magia, no pesaría tanto. Además, portaba las valiosas varitas de todos los integrantes de las familias destruídas, eso me ayudaría a no olvidar, era como "un trofeo de guerra". Me puse un jersey negro con unos pantalones tejanos del mismo color y por supuesto, mis botas de piel de dragón. Puse los guantes y la capa con la capucha en cabeza y el resto del cuerpo.

Antinoo y Cesarión me acompañaron en esa noche montando guardia en la habitación. No habían dormido pero, era a los únicos que permitía estar, eran mi guardia personal, entendieron con un gesto y con ambos, nos desaparecimos del lugar. 

Reino Unido, primero Ottery y después en dirección al Ministerio

Habíamos aparecido delante de la mansión Potter Black, todo parecía en calma, demasiado en calma, mi elfina Galadirel que estaba en los jardines, lanzó un chillido de alegría al verme...

- ¡Ama, ama! - se abrazó con fuerza a mi cuerpo, tanto que casi me tira - qué alegría tenerla en casa, no lleva equipaje por lo que veo - comentó tras echar un breve vistazo, después de separarse de mí. Negué con la cabza.

- Montad guardia en los terrenos, a cualquier novedad, ya sabéis - los dos magos inclinaron la cabeza y sacaron sus varitas para ir a revisar los terrenos.

- ¿Qué tal las cosas por aquí? - pregunté a mi sirviente- veo que no han cambiado mucho las cosas...

- Sí ama... - la elfina pareció dudar un momento, la verdad es que después de tanta ausencia, era más de Sagitas que mío, pero siempre me había mostrado más lealtad que algunos de los que se hacían llamar magos - la ama Sagittas últimamente se está reuniendo con gente de lo más "rara"...

- ¿Rara? - y en mi cabeza vino la palabra al intante ¿serían mortífagos? Porque ella era los definía así, a su manera. "qué extraño" pensé para mí.

Nos encaminamos hacia el interior de la mansión

- Los demás están en el Ministerio mi señora, ya sabe, el tema de los edictos - asentí con la cabeza... 

- Bien, entonces prepara las cosas para cuando llegue - le hice una carantoña en la cabeza. Últimamente me prodigaba más en cariños que en otra época. El mundo se había vuelto loco...

- Me voy al Ministerio, cualquier cosa que necesiten mis guardias ya sabes - le dije, mirándola a los ojos...

- Sí mi señora, descuide, estará todo como indique...

Volví a salir a la calle principal de Ottery, por las dudas de que, con la desaparición, pudiese sufrir una despartición. Algo de lo que sería realmente doloroso. No quería probarlo nuevamente. Nuevamente, llegué a las viejas oficinas que teníamos en Londres, me había aparecido en una calle aledaña y después de pasar todos los trámites necesarios regresé al atrio y de ahí directamente a la oficina de la Primera Ministra. Sentí un vuelco en el corazón al sentir los aromas de Sagittas, Xell y Matt, sabían que estaban dentro, ¿cómo me recibirían? Sentí cierta inquietud. Toqué la puerta tres veces y esperé respuesta. 

Editado por Helike R V PB
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Días antes del Edicto.

 

Abrió los ojos, había tenido pesadillas, sueños cálidos y más pesadillas, ni estaba segura si a eso se llamaba dormir. Había llorado, algo increíble, sus ojos irritados y la almohada húmeda en un lugar que era imposible fuera baba lo demostraban. Parpadeó, sintiéndose extraña, hacía más de seis meses que no ocupaba aquella cama, de hecho había regresado a su hogar exactamente a los seis meses de la última vez que había pisado aquel lugar.

 

Se había refugiado en la Dumbledore, pero ese día había decidido que era hora de regresar, pero no era hasta aquella noche que había vuelto a dormir en su cuarto, todas las noches se quedaba dormida en el sillón del comedor, en la biblioteca, en los sillones del primer piso. Donde fuera menos en el cuarto que habían compartido, no hasta esa noche en que se obligó a volver, después de todo, las pesadillas nunca se irían…

 

Extrañaba el aroma a café, a té, tostadas, jugo de naranja y rosas… Pudo sentir como Lualú… ahhh… no, seguro era Leto, ella seguía solo acomodando libros y encerrada en su habitación. Darla se levantó y fue al cuarto de baño, una ducha, la rutina e higiene matinal y un poco de maquillaje, después de todo, los vampiros eran pálidos pero ella últimamente se sentía transparente y gris.

 

Con un vestido gris mangas largas y amplias, más unas botas altas a pesar de la primavera, completó su look luciendo una cabellera de rizos hasta los hombros. Como pensaba el desayuno la esperaba en el comedor, junto a un par de periódicos y para su sorpresa una esquela. La observó con curiosidad mientras tomaba asiento, sostuvo la taza de té y ésta quedó a mitad de camino cuando descubría la autora y contenido de la nota.

 

—Sagitas… —susurró con una expresión de sorpresa que no necesitaba disimular, dejó la taza sobre el plato y tomó la nota en sus manos, tuvo que leerla tres veces para terminar de creer que lo que leía era real.

 

—Por las barbas de Merlín, ¿cómo puede preguntarme eso? —se dijo aún sorprendida, guardó la esquela en el bolsillo de su vestido, junto a su varita y se puso de pie, miró el desayuno, sus elfos se pondrían una vez mal… sacó la varita —evanesco —susurró antes de elevar la voz para que sus elfos se enteraran —Tommy, ya me voy, ha surgido algo, vuelvo tarde… si es que regreso hoy… —y segundos después un crack anunciaba su desaparición rumbo al Ministerio de Magia.

 

La pelirroja había empezado a utilizar descaradamente la moneda que había pertenecido al formar parte del Wizengamot, nadie lo sabía y gracias al puesto que le había asignado Sean nadie se había animado a cuestionar sus misteriosas apariciones sin pasar por el Atrio, muchas veces lo había hecho, aunque de vez en cuando se permitía actuar como un miembro ministerial normal, pero no hoy. En su despacho utilizó la llave que celosamente guardaba en su bolso de piel de moke, al revisar su otro bolsillo había descubierto que había olvidado traer una capa para su regreso, esperaba tener alguna discreta en su habitación secreta, pero por lo pronto solo quería revisar que su reflejo se viera pulcro y su rostro, bueno, podría utilizar metamorfomagia pero ese día había elegido maquillarse, no estaba mal, sus labios lucían un rojo apagado y sus ojos tonos rojizos y lilas, que contrastaba con el rosado pálido de sus mejillas.

 

—Bueno, vamos a ver de qué se trata todo esto —cerró el cuarto con magia y tras dejar su despacho dirigió sus pasos hacia la oficina de la Ministra.

 

—Buenos días señorita Potter Black —la saludó el miembro de la seguridad que hacía las veces de secretario y recepcionista —la Ministra la espera, aunque no es la primera en llegar —le comentó mientras ella observaba las notas que el joven le había tendido apenas llegara, frunció el ceño antes de responderle, dedicándole un gesto de aceptación y una sonrisa.

 

—Gracias Marck —el mago pareció halagado de que ella recordara su nombre, pequeño detalle que hacía que a veces los humanos, al sentirse tomados en cuenta fueran más colaborativos.

 

Darla avanzó hacia el despacho de Sagitas guardando en el bolso de piel de moke la información que el mago le había entregado. Su mirada castaña se posó sobre la figura frente a la puerta, parecía que esperaba la atendieran. Dudo unos breves segundos antes de acercarse, del otro lado se sentía el murmullo de voces, las cuales reconoció al igual que la esencia que flotaba en el aire, pero no le hacía falta usar sus poderes, la información estaba ahora oculta en su bolso y estaba segura que la vampiresa frente a ella también lo sabía.

 

—Buenos días Helike, un gusto verte, tanto tiempo ¿también te ha citado Sagitas? —preguntó con un tono casi neutro a la bruja que esperaba, dándose cuenta que había utilizado más las formas de dos familiares que van a encontrarse con otra pariente que como dos brujas citadas por la Ministra.

 


 

Editado por Darla Potter Black
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Días antes del Edicto:

Supe al instante quién era por la forma suave y discreta de llamar a la puerta. Xell apareció al instante. Sonreí ante su figura estilizada, cualquier ropa le sentaba bien a la chiquita, sin tener que hacer esfuerzos como yo, que tenía que quemar energía en el Circo, una hora diaria, antes de conseguir dormir. Y ni ésto servía últimamente. Mi sonrisa desapareció al instante cuando dijo que estaba desmejorada. Tenía razón, ya me veía cada día en el espejo para que  viniera ella a recordármelo.

-- Pasa, Xell, gracias por venir.

Aún no tenía asumido que, cuando yo citaba a alguien, nadie se oponía a mi llamada. Casi al momento, apareció Matt. Fruncí levemente los morros al ver su atuendo tan poco mágico. No hacía falta llevar sombrero de punta ni capa, pero esa forma de vestir era tan "muggle" que me dificultaría hablar de lo que iba a hacer. Levanté levemente la barbilla en un gesto con el que intenté aparentar más autoridad de la que sentía.

-- ¿Echarte? Pues me lo estoy pensando con esos... tejanos deshilachados. -- ¿Es qué olvidaba que apenas hacia seis meses yo gustaba de vestir de forma similar? -- Un miembro del Ministerio debe dar mejor imagen. Y tú eres Director, no lo olvides.

Curiosa manera de decirle "hola" a mi hijo. La tensión entre ambos había crecido desde que yo había entrado en La Marca; aunque ese detalle él aún no lo supiera, sí había vislumbrado el cambio al que se oponía. Y su pregunta lo demostraba. Ese "¿Qué pasa?" me había sonado altanero.

-- ¿Es qué no puedo querer hablar con mi familia? -- Respondí también con cierta molestia, un octavo más alto de lo necesario. -- Pasar y tomar asiento, poneros cómodos. Aún esperamos a una persona más, si es que quiere venir.

¿Por qué dudaba con Darla? No estaba segura; cuando habíamos estado juntas en el bando, siempre habíamos tenido buena relación y más de una vez me había demostrado la lealtad hacia la familia. Tal vez era yo la que dudaba más de mí que ella misma. Así que miré la puerta un instante y apreté la mandíbula durante un segundo.

Nada.

-- Bueno, puedo ir comenzando... -- Dudé, ¿merecía la pena esperar por Darla? ¿Y si no venía...? Miré por encima de la mesa, como buscando alguna nota o manuscrito importante mientras ordenaba el caos de mi cabeza. Sin mirarle, pregunté a mi hijo por mi nieta: -- ¿Y Artagracia? ¿Quedó dormida?

Alguien llamó a la puerta y la miré, entre sorprendida y aterrorizada. ¡Darla había contestado a mi pregunta! ¿Cómo iba a reaccionar cuando contara todo lo que iba a decir? Tragué saliva y, entonces, sentí dos tipos de voces tras la madera. Moví mi varita y la puerta se abrió, enseñándome a Darla, sí, pero también a Heliké, bastante demacrada. Abrí la boca con sorpresa.

-- ¡Demonios! Esto no me lo esperaba...

Una forma muy burda de decir "Pasar y sentaros", pero no era para menos. Hacía como dos años que no veía a mi nuera y habíamos criado a la niña entre Matt y yo. No sabía si liarme a gritos con ella y su desaparición o, sencillamente, volver al tema principal de la reunión (a la que ni le había llamado, había casi olvidado que quisiera estar con nosotros, después de tanta ausencia) y pedirles ayuda. La necesitaba, así que decidí dejar toda pelea para la intimidad de la mansión.

-- Pasar, por favor...

Tragué saliva. Lo peor estaba, ahora, por llegar.

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Días antes del Edicto.

 

Helike no había tenido tiempo de responder cuando la puerta se abrió, la mirada de Darla se dirigió hacia el interior de la oficina y no pudo evitar una expresión de sorpresa ante las primeras palabras de Sagitas. ¿Es que acaso no la esperaba…?  Momento, si la había citado, sus ojos siguieron su mirada al notar que antes de invitarlas a entrar observaba con sorpresa a la demacrada Helike.

 

Para Darla no era sorpresa su estado, podía sentir la adrenalina si es que se podía llamar así, la esencia de ancestrales, el aroma de la sangre y no precisamente humana que había impregnado los colmillos de la vampiresa junto a ella. No pensaba preguntar, ella misma había tenido en el pasado sus propias batallas… se sobresaltó… ese recuerdo momentáneo no había sido de ella sino de Scarlet, quizás por eso había podido comprender con más rapidez el estado de la bruja.

 

Con amabilidad le hizo un gesto para que pasara y la siguió al interior de la habitación tras lo cual cerró la puerta tras ella. Así que sí era una reunión familiar, Matt y Xell estaban allí, no sabía por qué esperaba encontrar a alguien más, pero obviamente no era así. Evitó fruncir el ceño recurriendo a la metamorfomagia, disgustada consigo misma por la confusión mental.

 

—Buenos días Xell, Matt, Sagitas… ¿a qué se debe tan cálida reunión familiar? —una vez más mordió su labio por dentro, esa frase era muy Scarlet, no era de ella, pero haciendo caso omiso a sus propios pensamientos se aproximó al escritorio eligiendo una silla libre a la izquierda de su primo quien tenía un gesto enfurruñado con los brazos cruzados. Era muy loca la situación, pero a pesar de conocerlos a todos desde hacía años y de ser de la familia se sentía tan fuera de lugar…

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Días antes del Edicto:

Me las quedé mirando fijamente, en actitud hierática, mientras se adentraban en el despacho y se sentaban junto a los otros, alrededor de mi escritorio, detrás del cual yo me resguardaba de todos. No es que quiera mostrarme fría o impasible ante la presencia de los miembros presentes de la familia, aunque mi figura así lo pareciera. En realidad, me sentí petrificada ante todos ellos, mejor dicho, como si un basilisco me hubiera mirado a los ojos y me hubiera convertido en piedra por fuera y por dentro estuviera llena de sentimientos que chocaban unos contra otros y contra la coraza que era mi piel, sin que salieran al exterior, provocando un colapso interno.

No sabía qué hacer, qué decir, soportando sus miradas que me pedían explicaciones en silencio. Bueno, Darla había introducido un adjetivo "cálida" a la pregunta, lo que me daba a entender que estaba irritada o, como mínimo, contrariada, no sé si por la reunión, por mi actitud o ambas cosas a la vez. Apreté la mano derecha en una actitud de miedo y un ruido de pergamino aplastado me hizo reaccionar. Era la carta de Mackenzie que aún llevaba en la mano. Me tomé un tiempo en ponerla sobre la madera y alisarla con las dos manos, antes de enfrentarme de nuevo a mi familia.

-- Hola... Gracias por... por venir... Quería deciros que... -- Yo, habladora innata por los codos, me veía imposibilitada a juntar dos palabras sin titubear. Fijé los ojos en Xell, la única de las presentes que había accedido a ayudarme en todo sin necesidad de explicaciones y lo intenté de nuevo. -- Ithilion va a matar a todos. Le influirá un Nigromante de padres muggles, juntarán sus poderes en un rito iniciatorio de un clan oscuro y yo... Debo impedirlo.

Así, de golpe, estaba segura que me creerían una loca.

-- Todas las medidas actuales que estoy publicando tienen una finalidad y, creerme, por muy malas que parezcan, no lo son tanto como el futuro de dentro 10 años, cuando cumpla los 18. Según lo que sé, dos tercios de la población inglesa morirá en cuestión de horas en cuanto despierten a la Bestia y tendrán que incinerarlos para evitar que el otro tercio muera por contagios. Nosotros estaremos muertos antes de que suceda así que no podremos hacer nada en ese futuro. Ottery será gris durante años por la ceniza de los muertos y...

Me mordí los labios. Sabía que sí, me estaban tomando por loca.

-- No soy tirana, no soy mala persona. Sólo... Quiero evitarlo, yo... No sé pararlo y... Necesito ayuda.

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