Jump to content

Edicto #2 sobre la Educación en las Escuelas Mágicas


 Compartir

Publicaciones recomendadas

Recordaba la última conversación directa con Sagitas, en el ministerio. Sean había interrumpido aquella reunión familiar en el despacho de la ministra, pero fue lo qeu aproveché para dejar aquella sala, en un furioso silencio. Mientras escuchaba a Sagitas dar instrucciones sobre el edicto y los pasos a seguir tras la proclamación del mismo, yo me alejaba con los puños apretados, recordando como me echaba en cara las enseñanzas a Ithilion...si, era cierto, el niño en el futuro usaría aquel poder, precisamente frustrado por negarle el conocimiento.

 

Aquella mañana se abrieron varios frentes para mi, las palabras de Sagitas, la idea de un nuevo edicto que le granjearía más enemigos...y el regreso de mi mujer, algo totalmente inesperado.

 

Mañana del ataque a King Cross. Mansión PB

 

- Harpo también tiene derecho a acercarse a nuestra hija. - dije, desde la entrada al salón.

 

Las cosas entre @ Helike R V PB  y yo eran...un poco extrañas. Habíamos hablado...o bueno, discutido...un poco, supongo, el día de su regreso. Después de dos años, era lo mínimo. Ahora teníamos que volver a hacernos a la idea. Teníamos que recuperar viejas dinámicas poco a poco. Al menos la pequeñaja se llevaba bien con Helike, aunque seguía haciendose raro que alguien más estuviera para ayudarme con ella.

- Sabes que no me gusta qeu esos dos ronden por la potter black. - dije. Ya habíamos tenido malas experiencias con extraños en casa, con el descontrol que terminaba provocando - Elentari tiene la mejor protección durmiendo a los pies de su cama. 

 

Había elegido una camisa azul, remangada por encima del codo y un pantalón oscuro para ir a trabajar aquella mañana. Me crucé de brazos junto al sillón en el qeu se sentaba Helike, mirando por la ventana. Me rasqué la barbilla, pensativo. Había alcanzado ese punto en el que, cuando me acercara a mi hija, exclamaría riendo "papiii inchaaa" con aquella risita infantil. Pero no era aquello lo qeu me hacía pensar, sino...

- Que extraño. - aquella niebla era muy conveniente, desde luego. - No parecía que fuese a llover hoy.  - di la espalda a la ventana, mirando un momento a Helike. Me alegraba ver que parecía un poco más recuperada que cuando llegó a casa, pero todavía necesitaba algo de tiempo para que estuviera bien y pudiera volver al ministerio, si es lo que quería hacer. - voy a ver a la niña antes de irme. Seguramente estaré pronto de vuelta. 

 

Como la niña dormía, me aparecí en su habitación, junto a su cama. Entre las protecciones qeu había establecido, nadie podía aparecerse con la niña en brazos o en su habitación salvo Sagitas, Helike y yo. Me agaché observando aquella cabecita de pelo violeta que dormía, tranquila, con su pequeña lobita a los pies. Sonreí de medio lado, cuando escuché pasos en la puerta.

- Harpo, no hace falta que montes guardia. La enana está bien - murmuré, girándome hacia el viejo elfo. La niña siempre me sacaba el tono más afable. - Está la señora ministra ya en su despacho? O está esperando a que me marche para salir de su habitación? - pregunté. Aun estaba dolido con ella. 

Pero  en lugar de contestarme, vi que alzaba la vista y se frotaba las manos, nervioso. Dudó un segundo, lo vi...

- N..no, Amo Matt. Su madre se ha marchado temprano al ministerio.

- Qué mal se te da mentir, Harpo. - me levanté, acercándome hasta él, cerrando la puerta de la habitación de la niña con cuidado. - Se que Sagitas no quiere verme, pero tampoco tienes que mentirme por ella. Puede avisarla para qeu salga, me marcho ya

Pero la mirada qeu Harpo me dirigió comenzó a preocuparme más de la intranquilidad que ya sentía aquella mañana. No, Harpo no esperaba a que me marchara para avisar a Sagitas, como hizo otras veces. Algo le estaba causando remordimientos, y rondaba la habitación buscando como decirme lo que le estaba reconcomiendo.

- Donde está Sagitas?

- No...

- Donde, Harpo. - exigí, con un tono seco.

Nervioso, comenzó a balbucear, pero distinguí Obscurus y King Cross. Abrí los ojos, entendiendo al instante que quería decir, o imaginando que algo tramaba. Algo malo, a juzgar por como se comportaba el elfo. Asi que varita en mano, como patriarca qeu era, me aparecí desde el mismo pasillo.

 

King Cross

 

Lo qeu me recibió fue la marca oscura, brillando en el aire, proclamando claramente la organización causante del ataque. El tornado formado por el Obscuros entraba y salía a su antojo, destrozando el lugar.

No pensé demasiado. Eché a correr, abriendo un agujero en la pared al tiempo que saltaba al interior de la estación de tren. Recordaba, por aquel breve período como fenixiano y mis años de auror, que siempre se enfrentaba a los mortífagos con la cara cubierta, pero...qué más daba? Sagitas había dado manga ancha para que la magia se utilizara en cualquier lugar, y no iba a ponerme escrupuloso con mi aspecto. Que me vieran si querían.

- Eh! - exclamé, mirando un grupo de chicos. Sujeté al que parecía más mayor del brazo y lo obligué a levantarse. - Coge a los que puedas y sácalos de aquí. Largaos tan lejos como podáis. Por ese agujero. Ya - ordené. El chico me miró un momento, hasta que reparó en la identificación qeu, como siempre, colgaba junto a la hebilla del cinturón y me identificaba como director de Accidentes. Asintió tímidamente y comenzó a levantar a sus amigos.

 

Les di la espalda, los dejé, esquivando cascotes aquí y allá, saltando muros medio derruidos o abriéndome paso. Cuanto más directo el camino, mejor. El cúmulo de sensaciones que percibía allí dentro, concentrados, amenazaban con embotarme la cabeza. Tenía que centrarme si no quería que me cazaran desprevenido.

A lo lejos, vi una figura oscura pasar. Los gritos llenaron el lugar, justo antes de tirarme al suelo para evitar el obscurus a su paso. Había intentado guiar hacia el exterior yy sacar de alli a todos los que podía, a los que encontraba. Seguí el rastro de aquella sombra oscura, decidido. 

Tomé un atajo, y cuando detuve la carrera, me di cuenta que había llegado a uno de los andenes de la estación. Al lugar donde muggles tomarían sus trenes o los magos recorrerían buscando el anden correcto. Vi al mortífago alzar la varita frente a un grupo de chicos aterrados. No se me ocurrió otra cosa que aparecerme justo delante de ellos, desviando el hechizo a tiempo.

- Largaos. Os cubro. - ordené, mirando fijamente la máscara que cubría el rostro de aquel mortio. De nuevo, desvié el hechizo dirigido a los chicos, que corrían para tratar de huir.

- Y si pruebas a dejarles en paz - gruñí, mirando fijamente la máscara, con la varita firme en la mano derecha.

Editado por Matt Blackner
  • Me gusta 4
  • Love 1

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Fz48VOF.jpg

¡Ataque en King Cross!

Había aguantado el tipo durante toda la conferencia que hizo la tía Sagitas a toda la familia en su despacho del Ministerio. En mi habitación de la Mansión Vladimir, varios días después de lo sucedido, recordaba el enfrentamiento inicial de los primos Matt y Darla a los comentarios de la tía. También entró Heliké, para sorpresa de todos, incluso para mí. Hacía tanto tiempo que había abandonado a Matt y a su hijo y huido de Inglaterra, que me sorprendió verla, demacrada y algo diferente, pero muy ella, conservando aquellos arranques que tanto me recordaban a la familia.

Había mantenido mi apoyo en todo momento, silenciosa, dejándoles exponer sus quejas, tal como le había prometido a Sagitas. Ella y yo habíamos hablado del tema mucho tiempo antes, desde que ambas decidimos entrar en La Marca, con el esfuerzo que suponía abandonar todo aquello que antes defendíamos y ahora, actuar en la contra. Lo que perdíamos no era nada con lo que esperábamos ganar, algo que no parecían entender los primos.

Cuando Sagitas explicó sus motivos, no la creyeron, o tal vez no parecieron creerla. Y cuando lo creyeron, estuvieron en contra de sus decisiones. Seguí en silencio, todo lo que pude, porque yo sí la entendía. Ella hacía lo mismo que yo haría, defender la vida de cuanta más gente, aunque para ello cayeran algunas. Era un cambio de concepción de la vida que me había costado aceptar, pero ya era una idea fija en mi mente, ayudaría a la tía en todo, sin discutir sus medidas.

Cuando acabó todo, tuve la sensación que Sagitas tendría el apoyo de la familia, aunque no totalmente. En realidad, todos parecían entender sus motivos, pero no sus formas. Sólo Sean, que entró después, no le llevó la contraria. Aunque le conocía, seguro que el primo se estaría aprovechando de la situación para su propio interés. En eso, no cambiaba. Ahora sólo quedaba esperar.

 

No tardó mucho. Sentí un ardor en el hombro que era nuevo para mí, aunque no dudé sobre su significado. Enseguida, la voz de Sagitas invitándome al lugar: King Cross. Estaba preparada. Llevaba días preparada para lo que íbamos a hacer, aunque no sabía que sería en ese lugar muggle tan emblemático. Me vestí de verde, era el color que más me gustaba ahora, con un pantalón estrecho y un jersey de cuello alto. Y, sobre todo, con mi máscara puesta, del mismo color.

Cuando llegué a King Cross, el techo de la estación parecía haber saltado por los aires. La imagen de la Marca Tenebrosa, tantas veces vista desde otra perspectiva, ahora lucía en el cielo. Vi a varias figuras. Una era Sa...Nemétona, los otros eran Caelum y Goldor, a quien conocí en aquel bosque antiguo. Parecía que nadie más había acudido. 

- ¿Habéis empezado sin mí? - pregunta muy tonta, se veía que Goldor estaba maltratando a unos muggles. Era lo que conllevaba estar allá, demostrar que éramos superiores a esos humanos que, en algún momento, se habían levantado contra nosotros, apoyando al Inquisidor. ¿Nos estaría viendo?  -- ¿Entramos?

Lo hice, sin esperar la respuesta, abriéndome paso con una Proyección Mágica, avanzando a través de la turba de muggles que se escapaban de King Cross. Estaba tan educada en la concentración, al ser una gran sacerdotisa, que no me costaba empujar a la gente y tirarla al suelo, alejándolos de mi camino. Había naturalidad en mi ejercicio de aquel poder, como si fuera una mortífaga de toda la vida, aunque era la primera vez que acudía a un llamado.

Esa confianza la perdí, de golpe, al ver al primo Matt en aquella escena.

- Baja la varita... - No podía traicionarme, él no me reconocería con mi máscara. - Baje la varita y espere fuera. Cuando hayamos acabado, podrá rehacer lo que quiera, señor Director de Accidentes.

Esperaba que no se negara. Nunca había planteado qué sucedería si un miembro de la famliia nos impedía hacer nuestro trabajo.

  • Me gusta 3
  • Love 2

YyV85FY.jpg

7sfPjxW.gif NiqQIUZ.gifidFgtQA.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

FJfifyT.png

Con la marca ardiendo sobre el antebrazo y la máscara en su lugar, me abrí paso entre los destrozos del obscurus, aquella turbulenta nebulosa negra que golpeaba todo a su paso, haciendo parecer que fuesen simples ramas secas de un árbol muerto. Sirenas se oían a lo lejos, sirenas de carros muggles para intentar reducirnos o ayudar a los heridos, de hecho las divisé a lo lejos, a un par de cuadras rectas. Me me detuve a medio camino mientras la gente corría por los costados a varios metros de mi posición, elevé una mano a palma abierta y, concentrándome en los cables y postes de luz, les di vida... ¡cobraron vida!... Parecían serpientes que azotaban todo a su paso, agarrando muggles por la cintura para lanzarlos lejos o golpearlos contra murallas y carros. Destruían todo a su paso incluidas las radio patrullas de aquellos inconsecuentes sin magia. 

¡Éramos inevitables! ¡los muggles habían declarado la guerra primero y este sería uno de los primeros acontecimientos que sufrirían!. Algunos polis a cubierto apuntaron sus armas de las cuales solo oí disparos, proyectiles que cuando entraron en la cúpula donde el tiempo se ralentizaba avanzaron irrisoriamente lentos. Tomé uno entre mis dedos y lo observé ante las miradas de asombro, de temor, ¡de impotencia!, entonces la puse en la punta de la varita con un encantamiento básico que le permitió pegarse a su punta y la disparé junto a las otras, hacia uno de ellos. Les dieron entre ceja y ceja, en los torsos, en donde cayesen... 

-¡Fuego maldito!- exclamé enarbolando la varita a mi alrededor. Dos llamaradas se unieron entrelazándose entre sí para formar una gran serpiente de casi quince metros de largo, criatura de fuego que se abalanzó contra la resistencia surcando el concreto hasta enrollarse en los carros y explotarlos uno por uno. Por cada pulso de fuego parecían verse las fauces de mi creación. La gente gritaba ¡estaban desesperados!

Goldor, el joven con quien había compartido aquella reunión en la montaña, parecía divertirse. Así le observaba a lo lejos cuando una de las murallas cedió permitiendo ver los andenes desde plena vía pública. Elevé la vista hacia el cielo y vi como un par de helicópteros negros aparecían desde la nube que formaba el morsmordre. No pasó ni medio segundo cuando unos cohetes parecieron venir en contra mía y de Nemétona... no estaba ahí para salvarle y de seguro ella sabría como protegerse de un simple ataque de esos ínfimos seres sin magia. 

Obsistens, ideé en mi mente. Un cerco de luz me cubrió de pies a cabeza, cuestión que para cuando admiré los gigantescos proyectiles dentro de la barrera de tiempo, se absorbieran sin dejar rastro. Sin más elevé la varita con sutileza y utilicé el hechizo de las semillas de hielo, direccionando una ventisca tan gélida como los mismos polos de la tierra para detener las hélices de dichas máquinas de guerra, frágiles artefactos muggles que perdieron el vuelo cayendo en distintos puntos de la ciudad. 

  • Me gusta 2
  • Love 2

ISh3z7l.gif

1yVXGup.png
xV0xd.gifmdbNxIw.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Andenes de la estación King Cross. Enfrentando a Ix Chel (@ Xell Vladimir Potter Black )

Ladeé ligeramente la cabeza, observando al mortífago. Tal vez había confundido la figura que vi, puesto que vestía de negro. Ahora los mortífagos usaban colores? Que novedad.

 

La destrucción de los agresores y aquel obscurus había causado gran cantidad de suciedad, cascotes de muros y pilares derruidos, trozos de madera, el metal de las vías y miles de cristales por las vidrieras y cristaleras rotas. Avancé un paso, alzando la barbilla, fijándome atentamente en aquella máscara de color verde. Sus serpientes me hicieron pensar en medusa, aquella criatura de la mitología griega qeu contaba con serpientes en lugar de pelo.

 

Entre aquella maraña de sensaciones, de terror, oscuridad, una pasión y felicidad que me resultaron repulsivas....creí percibir cierta duda y confusión. Venian de quién tenía delante? por qué? Reí de forma irónica, guardando la varita en el bolsillo trasero del pantalón, abriendo los brazos y alzando las manos, como si me rindiera.

- Claro, discúlpeme señor mortífago - contesté. - me apartaré a un lado mientras abusan de civiles y destruyen este lugar. - avancé otro paso, notando el crujir de cristales bajo la suela de mis botas, y me incliné muy ligeramente, en un intento de reverencia burlona - cuando terminen, si no es molestia, podrían avisarme para comenzar el trabajo.

 

De forma brusca, di otro paso y moví las manos hacia delante, proyectando toda la energía concentrada, lanzando hasta la figura verde cristales, escombros, metal y pedazos de columna. Toda metralla que se encontraba a nuestro alrededor salió disparada en su dirección utilizando la proyección mágica, al tiempo de rápidamente volvía a tomar la varita del bolsillo con la mano derecha y apuntaba directamente .

- Acaso ahora los mortífagos utilizan novatos? - Grité - No le pidas a alguien que entra voluntariamente al caos que se retire a esperar amablemente.

"Fuego púrpura" - pensé, apuntando directamente al pecho de quién se encontraba delante de mi. La llamarada, de color violeta intenso, salió de la punta de la varita, enfocada a noquear a mi oponente.

  • Me gusta 4
  • Love 1

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Fz48VOF.jpg

Aquella estación conocida por mí desde hacía mucho tiempo, la que había aprendido a arreglar mil veces ante el ataque de los mortífagos, ahora caía en mil pedazos por mis compañeros. Me encontraba en la zona que daba a los andenes pero veía que el pánico se había extendido por todas partes, cuerpos caídos, cascotes de paredes y techo resquebrajados, la mancha oscura de algo que no reconocía, destruyendo los accesos de los andenes. Era algo malo, lo intuía, nos estaba ayudando. ¿Quién podría estar dominando aquello? ¿Quién tendría tanto poder para gobernar una forma etérea, gaseosa, móvil, imprevisible, como era aquella mancha? Sin dudarlo, Sagitas.

Pero no podía detenerme en contemplaciones. Matt se revolvía contra mí y yo no quería luchar contra mi primo. Él era lo suficiente bobo como para guardar su varita en un bolsillo (del pantalón, gesto que hacía siempre), ante un mortífago. ¿Es que tan listo se creía? Si yo debía proteg... ¡Un momento? ¿Se burlaba de mí con aquel comentario irónico?

Me subió un leve ataque de rabia y reaccioné rápido, de manera que, cuando él movió la mano para tomar su varita y empezó a moverla, yo ya invocaba un Cyclone Máximus, con lo que todo aquello que me mandaba con una proyección mágica, se dispersó hacia todos los lados, sin alcanzarme. Era bueno, había usado el mismo que yo antes... Cualquier reflexión se cerró en cuanto me llamó "novata". Si antes me había dado rabia su comentario, ese insulto hizo que me enojara. Tal vez porque yo tenía poca fe en mí misma y en verdad me sentía una novata. El ciclón se puso en medio de los dos y elevó al primo Matt, alejándolo de mí, lo suficiente para que su siguiente acción se perdiera en cuanto alcanzó los 7 metros de distancia, casi llegando a tocándome, por poco.

No sabía lo que dijo pues era no verbal, pero por el color púrpura supe que era un Fuego Púrpura. Yo sí llegaba a él, así que, con voz algo rabiosa e impropia de mí, invoqué un Kiorke contra él, que empezaba a moverse en el aire. Un látigo de color azul neón se movió hacia él y lo rodeó, aprisionándolo desde el pecho hasta la cintura, dejándole la mano de la varita atada de manera que no podría usarla apenas. O eso esperaba.

- ¡No soy una novata, Director! - Casi sonaba a mí misma aunque la voz era tan rabiosa que seguro que no me reconoció. - ¿Quiere acatar las órdenes o prefiere que lo mate?

El ruido era inmenso en la Estación de King Cross, pero ni lo sentía. Mis oídos zumbaban ante sentimientos encontrados. Era mi primo y acababa de gritarme novata delante de todo el bando presente (que no sabía cuántos estaban en ese momento cerca de mí y podrían haberlo oído). ¡Me daban unas ganas de matarlo por eso...!

  • Me gusta 4
  • Love 2

YyV85FY.jpg

7sfPjxW.gif NiqQIUZ.gifidFgtQA.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

55ECdUt.jpgAtaque a King Cross (antes de Conferencia de Prensa)

Mi cabeza se giró completamente en 180º al ver como aquellas llamaradas demoníacas salían de la varita de Caelum contra los otros autos, que desgraciadamente para ellos, se habían acercado o no podían retroceder. Tenía que admitir que él junto a Nemétona habían podido atraer demasiadas miradas. Era un lindo show que esperaba poder firmar también con su nombre.

 

Mi varita no titubeaba durante ningún segundo. Mis ojos iban depositándose en cada rincón, en cada persona, las cuáles cada vez eran menos porque se estaban escapando de todo aquello. Las únicas que estaban mucho más cerca eran las dos levitando sobre mi cabeza y los que había lanzado contra el piso con el tobillo quebrado, que ahora se querían alejar arrastrándose.

 

Paralelo a todo aquello, un intruso se había metido dentro de King Cross. ¿Algún empleado del Ministerio? Tal vez, me llamaba la atención que solamente hubiera llegado uno, cuando tenían que habernos emboscado como mínimo una docena de ellos. Gracias al agujero que había quedado de ése lado, pude notar que una de mis compañeros ¿IX Chel? O algo asi, ya se estaba encargando.

 

Levicorpus

 

Un tercer muggle se vio afectado por mi encantamiento y se levantó en el aire. Había pasado de estar alejándose como un gusano, a retorcerse como uno en el aire. Sonreí. Y me reí en voz alta. Eran completamente unos inútiles. ¿Qué sucedía si se los daba de comer al Obscurus? ¿Comía carne humana? Tal vez podía experimentar con eso. Avancé unos pocos, el cuarto que aún quedaba en el suelo se vio detenido por mí.

 

— ¿Dónde crees que vas? ¿Ya te quieres ir? Podemos jugar un rato si quieres…

 

Lo tomé por el tobillo roto. Le dolía. Pero lo arrastré nuevamente donde los otros tres levitaban de cabeza al suelo.

 

Tenía una simple misión y usaría a ésas cuatro personas como souvenir y entretenimiento, mientras el fuego consumía el auto a un costado, y la marca tenebrosa brillaba por el cielo. King Cross estaba siendo reducido hasta sus cimientos. Y nadie más llegaba. ¿Podía colgar los cuerpos de los cuatro muggles? Seria un interesante mensaje para ambas comunidades. Me mordí el labio por segunda vez.

 

— Sectusempra

 

El rayo verdoso fue contra el cuerpo del muggle sostenido por mi y abrió algunas heridas en su pecho. La sangre manchó el suelo a su alrededor. ¿Por qué no se quedaba quieto? No me dejaba pensar.

 

@ Sagitas Potter Blue  @ Aaron Black Yaxley  @ Matt Blackner  @ Xell Vladimir Potter Black  

  • Me gusta 2
  • Love 1

|| 1yqixEK.gif || Marca-1.gif.664cbd85ef4de2f10b959916cce5||
Chw3Ljs.png
GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

MbOM8Vu.jpg

Matthew Black Triviani (primera aparición como Mortífago sin mascara

 

—¿Quién esta hablando en mi cabeza? —la voz melódica de una mujer había resonado en lo más profundo de su cabeza, no le gustaba para nada que navegasen por sus pensamientos sin permiso alguno, —Te mataré cuando sepa quien eres, no lo dudes. —amenazo a aquella voz desconocida, pero aunque odiara admitir, su idea era muy buena y por eso blandió su varita para ir hacia King Cross. 

Una ola de caos y destrucción pasaba a pocos pasos de él. 

Morsmordre, pensó al ver como el cielo se iluminaba con aquel vivaz color verde y su tan característica calavera. —Caelum...—medio dibujo una mueca. 

Había decidido no utilizar su mascara, su tan preciada mascara de hueso, rasgada y decorada con exquisitos filamentos escarlatas; aquellos que habían quedado por sus sangrientas batallas fuera de la Fortaleza contra las míticas criaturas nocturnas lideradas por los embusteros -resoplo- con solo pensarlo sus puños se cerraban, —Maldito Augustine, siempre tan débil con su raza, que no me permite torturarlos hasta la misma locura—revoleo sus azabaches y caminó entre la multitud de personas que estaban ahí, poco entendía lo sucedido, pero no era demasiado complicado comprender que los Muggles habían generado una revuelta, sus AR se encontraban haciendo estragos y una de ellas, Nemétona manejando a su voluntad un Obscurus. 

La sensación que le provocaban al gitano era de que en cualquier momento podían ceder bajo su propio peso y enterrarlos bajo madera y objetos posiblemente malditos. Eran sus compañeros, pero ahora mismo eran sus lacayos, quienes limpiaban su desastre y seguían sus ordenes, claro, nunca las daba, detestaba tener que conversar con ellos, simplemente con mirarlos les generaba repugnancia, los odiaba, ¡LOS MATARIA! si Caelum se lo permitiera... 

Necrohands—pensó y una mano espectral surgió del suelo al paso que Matthew caminaba, para alzarlo entre la multitud, casi a la misma altura que aquel Muggle que levitaba por los aires con ayuda de Goldor, la otra mano simplemente cuidaba su cuerpo de las cosas que arrojaban. En su mente sonó un Blues... Y con una sínica y lúgubre sonrisa en su rostro levanto ambas manos y sujetando firmemente su varita —FUEGO MALDITO—conjuró y de ella salieron dos serpientes gigantes para consumir gran parte de la multitud que yacía bajo sus pies... El aroma a piel quemada estimulo su sistema nervioso y volvió a sentirse con vida. 

Sus ojos inmediatamente ascendieron hasta un metro por encima de su cabeza donde tres figuras resaltaban por su exquisito tallado y sus brillantes ojos enjoyados. Uno de ellos era Caelum, parlando cual dictador, como siempre... Poca es la importancia que le dio, Black solo había aparecido por dos razones, volver a vivir, y asesinar a aquella melódica voz. 

—¿Alguien me puede explicar por qué solo hay uno de esos?—señalo al Obscurus—Y no dos? o cuatro.

 

@Todes? xD

  • Me gusta 2
  • Love 2

x2YiSbT.png

HdDMuO2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Enfrentando a Ix Chel (@ Xell Vladimir Potter Black )

Bueno, supongo que mi pequeño comentario llamandole novata (porque a  pesar del grito furioso, había cierto timbre femenino en su voz) delante de sus amigos oscuritos había despertado cierta molestia en mi oponente, que convocó a tiempo un ciclón para desviar la metralla que había proyectado hacia su cuerpo, lanzando aquel pequeño tornado hacia mi. Antes de poder desviarlo, noté que mis pies perdían contacto con el suelo, y para cuando me quise dar cuenta, un látigo azul se enroscó alrededor de mi pecho, atrapando el brazo de la varita a mi espalda, justo cuando terminaba de sacarla. Era una posición incómoda, que desde luego me dificultaría utilizarla y apuntar con ella

 

En aquella posición elevada apreté la mandíbula, notando la presión en pecho y brazos causada por el látigo de color neón. Seguía escuchando gritos por todas partes, llantos, súplicas. El olor a quemado y sangre me hizo gruñir. Aquella maraña de dolor, terror y gozo me embotaba definitivamente los sentidos y me hacía imposible rastrear o identificar quienes eran....

 

Nadie más pensaba acudir? Era imposible que ningún empleado del ministerio se hubiera dado cuenta. O acaso los que si se enteraron formaban parte de aquel show del terror?

 

Me removí en el agarre, furioso. Al permanecer en el aire, noté como uno de los mortífagos coleccionaba muggles haciéndolos levitar a su alrededor, como trofeos, mientras otro ingresaba en el lugar, como si llegara tarde a una fiesta, invocando lo que parecía un fuego maldito. Pero nada de fenixianos o aurores. Nadie iba a mover un dedo.

- Lamento decirle que no se me da bien acatar órdenes. Puede preguntar a la señora ministra si quiere - contesté, observando alrededor. - Y si le soy sincero,  ya he estado muerto antes. El infierno no es un lugar agradable, si le interesa saberlo.

 

No podía apuntarle directamente sin arriesgarme a fallar, pero tenía que zafarme primero de su trampa, y luego, tratar de deshacerme de ella para alcanzar a sus compañeros. Además, si mis cálculos no fallaban...

- Vitae - gruñí, apuntando a un vagón qeu había sido, en algún momento seguramente gracias a la masa de oscuridad que comenzó el ataque, partido por la mitad, pero qeu era lo bastante grande como para alcanzarlo sin problemas, convirtiéndolo en un lobo de gran tamaño, que se lanzó directo a mi agresora. Si mi pensamiento era correcto, me libraría de aquel lazo qeu me atenazaba...

 

Y en la caida, probablemente, me daría un buen trompazo. Pero si se defendía del ataque, me libraría del lazo. Cualquier hechizo que utilizara me libraría, y en este momento era mi objetivo principal

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

wx6ftxl.png

 

 

Desde que me había marchado y dejado a Aaron presidiendo el Wizengamot, nunca me había imaginado que podían llegar a ocurrir tantas cosas. Elvis Gryffindor había muerto y yo sabía que Black había sido el responsable, lo que no sabía era cómo había logrado acabar con el mejor Auror de todos los tiempos, ex jefe mío, una de las personas que yo más admiraba a pesar de que no estábamos en el mismo bando. El viejo Elvis... Por ello, había algunas personas que querían disolver el Wizengamot, sospechando quizá de la participación de Aaron en la muerte de Gryffindor. Sea como fuere, quizá mi regreso en aquel momento era precisamente lo que se necesitaba; relevarlo en el cargo quizá daría seguridad a los que pensaban en disolver la corte suprema mágica.

La marca ardió en mi antebrazo derecho y tomé la varita con fuerza, la cual había permanecido en el escritorio a mi lado desde que había comenzado a trabajar aquel día. Había llegado dos horas antes al ministerio con la clara intención de ponerme al día, puesto que Aaron no había hecho ningún papeleo en los últimos tres meses, así que me tocaba a mí la tarea de ver qué casos se habían estado tratando en el Alto Tribunal Mágico. Dejé los papeles a un lado al escuchar aquella voz de mujer y toqué la marca con la punta de mi varita, cuya magia puesta por el bando me transportaría justo donde se encontraban mis compañeros. Pero en vez de aparecer junto a Nemétona y Caelum, lo hice junto a Matt Blackner, del otro lado de la trifulca contra una mortífaga a la que reconocí por su máscara como Ix Chel.

Yo no vestía máscara alguna, mi tatuaje tampoco era visible, así que quizá aquella sería mi oportunidad para recuperar credibilidad ante funcionarios ministeriales... si es que alguno además de Matt aparecía. Una masa negra, parecida a un nubarrón, entraba y salía de la estación con precisión quirúrgica, haciendo estallar cristales y tirando vagones como si se tratase de juguetes para niños. Del lado opuesto de la plataforma destruida, Caelum había invocado un Fuego Maldito que se había extendido por la calle, quemando autos, negocios y peatones por igual. Serpens, a su lado, hacía otra táctica terrorista similar y un tercer mortífago a quien no conocía, levitaba a dos muggles, mientras que otros dos yacían tirados en el suelo con claro signo de haber sido víctimas de un maleficio. Nemétona mantenía cierta compostura, como si manejar al Obscurial requiriera toda su concentración o como si esperara un momento propicio para promulgarse como atacante. Yo, por mi parte, actuaría otro papel.

-¡Matt!- grité-. Vine en cuanto sonaron las alarmas en el Ministerio. ¿Dónde demonios está el Departamento de Seguridad Mágica? - ellos deberían ya haber acudido.

Cuando se gestaba algún ataque en algún centro mágico importante (King's Cross, Hogwarts, Ministerio de Magia o similar), una serie de alarmas parecidas a las que sonaban durante la Segunda Guerra Mundial daban aviso a todas las autoridades ministeriales competentes, lo que ayudaba a la rápida acción ministerial. El único motivo de que nadie hubiera acudido era que no hubiera nadie para atender el llamado, lo que era absurdo.

 

@ Matt Blackner  

@ Sagitas Potter Blue

@ Aaron Black Yaxley

@ Xell Vladimir Potter Black

@ Mael Blackfyre

@ Matthew B. Triviani

 

  • Me gusta 1
  • Love 2

https://i.imgur.com/g1G6WRb.gifhttps://i.imgur.com/kYY7Ngy.gif
vjewzeJ.jpg
NiqQIUZ.gifGxQq8SZ.gifiAGBpD8.gif
nqOolSA.gif

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Aún en la Mansión Potter Black...

No había escuchado bajar a mi señor esposo. Pero la verdad es que a pesar del rugir de la chimenea, que parecía que llevaba horas encendida, yo miraba al fuego, sin ver nada. Llevé mis dedos índices a mis sienes para relajarme un poco. Tenía mucha tensión acumulada de tantos años y encima, la marca de mi brazo, no dejaba de palpitarme. Sabía que venía algo potente. Lo notaba. En Italia había conseguido "desactivarla" en cierta manera, pero a la gente que la enseñaba, le provocaba tal terror que me daba mucho gusto el verlo en sus caras reflejadas por el pánico. Conocían perfectamente su significado...

- Toujours purs - susurré por lo bajo y la voz de Matt hizo que diera un respingo...

- ¡Hey! No te escuché bajar... 

Escuché su primer reproche. No podía culparle. Había estado tanto tiempo lejos que no era para menos. Pero era evidente que había escuchado mi conversación.

- Por supuesto que tiene derecho - le dije con una sonrisa triste - pero son mis mejores soldados de confianza y magos muy habilidosos con las defensas. Te sorprenderías. En la Toscana, estábamos con el castillo rodeado, por mucho que intentaron entrar no lo consiguieron. Si no llega a ser por ellos, quizás yo no estuviese hoy aquí y el rumbo de la guerra, sería completamente diferente. Esposo, entiendo perfectamente que no te gusten, pero me profesan lealtad y han jurado servirme, hasta ahora lo han hecho bien... Pero haré todo lo posible para proteger a Elentari - tanto si te gusta como si no, pensé para mí.

<< No, es cierto, será una neblina pasajera nada más, el tiempo está tan loco como nosotros... - sonreí por lo bajo- está bien querido, te veo más tarde entonces...

Llevé mis dos dedos índices a las sienes para relajarlas. Sentía cierto palpitar en ellas. Entre tanta tensión acumulada, me extrañaba mucho que no rebentara antes. Subí a nuestras habitaciones y mientras no dejaba de sentir la marca palpitante y molesta. Me di una buena ducha y me puse unos tejanos azules, un jersey fino negro y unas botas de piel de dragón. Tomé mis guantes de piel he hice una coleta alta para que no me molestara el pelo en la cabeza. Aún parecía algo temprano, hasta que sentí cierto ardor en el antebrazo. Sabía lo que significaba, al menos en eso no había cambiado. Menos mal, que aún me había dado tiempo a cambiarme. Una voluta de humo negro, salió disparada por la puerta principal hasta llegar a King's Kross. La estación... Y cuando la niebla se disipó pude ver cómo el caos y el desastre estaban plena ebullición...

Dentro de la Estación.

Con pasos rápidos y con la varita en la mano me adentré al interior del edificio. Todo estaba destruido, o casi. Muggles gritando, llorando, varios de mis compañeros parecían que se lo habían pasado de lo lindo. Olfateé el ambiente y me sorprendió notar el aroma de Xell además de Matt. Estaban entremezclados, dirigí mi vista y vi a mi marido tumbado en el suelo, me fui corriendo hasta a él...

- ¿Estás bien? - grité ante el bullicio del interior - por favor... no quiero perderte a ti también... - dije con cierta congoja. No sabía qué compañeros estaban ahí dentro pero parecía que la locura había estallado. Elevé mi vista hacia arriba y vi ¿era eso un obscurus? ¿Quién sería el loco que lo había invocado? Una vez sueltos, eran impredecibles y para retenerlos hacía falta mucha magia. Vi la debastación y parecía cómo si un tornado hubiese desperdigado mucho de los cascotes tirados por esa cosa...

- Por favor esposo, vete a casa y cuida de nuestra hija. Éste no es sitio para ti, no quiero que te hieran por pura diversión. Vente cuando todo haya terminado - terminé con una súplica, aunque no sabía si me haría caso- son muggles y crees que si te detienen ¿les importará muy poco quién seas? Suerte tienes si acabas en una celda. Nuestra hija te necesita - esperaba que con esa última súplica le ayudara a reaccionar. Era cierto que era un poco para manipular sus sentimientos pero si con eso conseguía mantenerlo a salvo, mejor que mejor. 

El crujir de lo que parecía una viga estaba a punto de derrumbarse, por el rabillo del ojo vi como caía lentamente hacia nosotros.

- ¡No! - rodé con él hasta ponerlo a salvo en el interior de un hueco, que debía ser la cabina en dónde se dispensaban los billetes, no estaba segura. Pero el ruído era ensordecedor. Rotura de cristales y más cachivaches y puse mis manos y mi pecho para proteger su cabeza- ahora espero que captes el mensaje - solté en un tono amenazante - y si no quieres, al menos hazte el muerto - susurré por lo bajo.

@ Matt Blackner

Editado por Helike R V PB
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.