Prueba del Libro de Merlín

[Asenath]

No necesitó decir nada a su alumno para que éste supiese que lo había logrado. El Vínculo era algo único y difícil de confundir. Era todo lo que podía enseñarle, el resto estaba ahora en sus manos, el demostrar que era realmente digno de hacerse acreedor definitivo de esos poderes. Lo miró fijamente unos momentos, en busca de alguna señal de duda, antes de girar sobre sus pasos y abrir un portal con un simple movimiento de varita. Sin esperar ni dar indicaciones, lo atravesó con paso decidido, a la espera de que el joven comprendiese que había llegado el momento de su prueba. 

Al otro lado del portal, la noche parecía haberse marchado por completo. Asenath requirió unos segundos para acostumbrar la vista a la nueva luminosidad. Se hallaban de pie en un amplio templo. Tanto el suelo como las paredes y el techo eran de blanco mármol. No se sabía de dónde llegaba la luminosidad, tal vez simplemente era mágica. Mientras caminaba, su mente empezaba a jugar con el recinto, creando objetos que antes no se hallaban allí: una puerta al fondo, por detrás de donde el portal se hallaba, un gran candelabro sobre sus cabezas lleno de velas encendidas, muebles anticuados pero que claramente no pertenecían a la misma época que el recinto...

—Tienes unos minutos antes de que el escenario se termine de definir. Lo que crees se quedará fijo, pero cuidado que puede volverse en tu contra. —dijo tranquilamente, ubicándose a unos ocho metros de distancia del joven. No atacaría en primer lugar, le dejaría  a él hacerlo en cuanto estuviese del todo listo. 

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REGLAS:

• No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
• Duración del duelo: Del 17 al 27 de Mayo.
• Nos guiaremos por las reglas Nuevas de duelos existentes.
• Lista de Hechizos (con especial énfasis en el Libro de Merlín)
• Están prohibidos los Off y las ediciones. Consultas, dudas o sugerencias, al topic de Dudas.

[Nate Weasley]

Poco a poco su mente fue adaptándose a la magia del vínculo que, sorprendentemente, aportaba un influjo constante de nuevos pensamientos producto de su extraña y recientemente forjada relación con la Guerrera. De alguna manera, aquellos pensamientos eran poco definidos y casi etéreos, propensos a desaparecer sino prestaba la atención suficiente al segundo que aparecían en su mente. Quizá luego, con más tiempo y práctica, podía intentar hacer un mejor análisis de los mismos. Ahora, sin embargo, debía enfocarse en el nuevo reto que tenía por delante: la prueba final. Al menos supuso que se trataba de eso: ¿qué otra cosa podía estar esperándolo del otro lado del portal que la Uzza había convocado?

Suspiró y procuró aunar todas sus energías para con lo que tenía delante, el último reto que los Uzza le propondrían a excepción de que decidiesen compartir nuevas magias y libros con los magos de su pueblo. No dudaba que los hubiese, pero tampoco dudaba que aquellos guerreros tuviesen reticencias con compartirlos. Después de todo, siempre habían sido bastante explícitos en el repudio que sentían hacia ellos. Negó con la cabeza, bregando por concentrarse, y atravesó el portal listo para enfrentar su destino.

Su primera reacción fue llevar la mano a sus ojos, buscando atajar la andanada de luz que se había materializado de la nada misma. Conforme sus ojos fueron acostumbrándose, apreció que se encontraban en una suerte de templo y que ambos magos habían aparecido sobre una plataforma que se elevaba varios metros por encima del suelo. Por encima de ellos, un enorme candelabro se alzaba y brindaba parte de la luz que lo había cegado. Había una... dos... tres.. cuatro puertas para salir de la habitación, pero la plataforma estaba separada de las mismas por un río de aguas negras y calmas que Nathan hacía bien en sospechar no eran inocuas. 

– Allá vamos – pensó, mientras rebuscaba en su bolsillo por el amuleto Caudex, colocándoselo y pasándolo dos veces por su propio corazón, dejándolo así activado. No tenía planes de usarlo aún, sino que esperaba le fuese de utilidad más tarde. – Cinaede – murmuró, apuntando con su varita a la guerrera. Nathan aguardó a ver como la mujer se defendía del gas invisible que ya estaba filtrándose por sus fosas nasales y que le produciria irremediablemente el colapso de sus vías respiratorias. Si bien aquella maldición no era parte del Libro de Merlín, si era parte de su estrategia al utilizar la magia Uzza para encaminarse hacia su victoria final.

[Asenath]

Los ojos de la Guerrera pasearon por cada detalle que se incorporaba a la habitación, más puertas, aguas extrañas... aparentemente estaba frente a un imaginativo individuo. Eso le resultó bastante interesante, pues siempre que enfrentaba a un mago solo buscaba colocar objetos que sus "hechizos de siempre" le permitirían transformar para utilizar contra a la Uzza, como si de algo les sirviese...

Él comenzó, era hora de dar una respuesta. 

—Vara de Cristal — invocó, haciendo que la vara de madera comenzase a retorcerse y retraerse, dejando emerger la resplandeciente vara de cristal de plata, la cual brillaba como si estuviese siempre siendo iluminada. La apoyó tranquilamente, mientras sentía cómo el veneno invocado por su alumno empezaba a afectarla. —Expavescerent — una chispa en su vara bastó, el efecto que acababa de afectarla fue eliminado por completo, de hecho ya no podría utilizarse durante el resto del duelo. 

Estaba frente a un muchacho que aprendía rápido, había notado el uso de aquel amuleto y decidió hacer lo mismo, nunca estaría de más estar lista para aplicarlo. Deslizó sobre su pecho el Caudex antes de volverlo a colocar en su sitio. 

—Sectusempra— pronunció aprovechando el uso de su vara de cristal para hacer su hechizo instantáneo. De este modo, heridas sangrantes surgieron en el cuerpo del joven que la enfrentaba, pudiendo agravarse y resultar letales si éste no se defendía a tiempo. 

[Nate Weasley]

En los pocos segundos que habían acontecido luego de que Nathan ejecutó su hechizo, hizo un rápido cálculo de las alternativas con las cuales la Uzza podía responder. Sabía que la mujer tenía los mismos conocimientos que él, menos los hechizos de la magia de la Orden del Fénix, más no dudaba que tenía un arsenal de otros maleficios de su pueblo que él no conocía y a los cuales jamás tendría acceso. No obstante, los Uzzas eran conocidos por su nobleza, y estaba igual de seguro que la mujer haría del duelo uno con igualdad de condiciones. Vió su varita elongarse en una vara de cristal, y para cuando la mujer buscó que el Expavescerent mitigara los efectos de su Cinaede, Nathan ya había replicado en contra-ataque.

– Fuego Compacto – aseguró, invocando la magia del Libro de Hermes Trimegisto. Una barra de fuego salió despedida de su varita, su magia eclipsando y borrando el efecto del hechizo recién convocado, tanto el propio como el de la mujer, por lo que la Uzza debería arreglárselas para librarse del Cinaede. La velocidad de la mujer, sin embargo, era sorprendente, y en cuestión de segundos su cuerpo sufrió heridas profusas correspondientes a un sectusempra.

Nathan sonrió para esconder el dolor de las mismas, y se apresuró a elevar su varita hacia las heridas mientras murmuraba el contramaleficio que recientemente había aprendido.

– Vulnera Sanentum –  dijo, una y otra vez, mientras su varita recorría el trayecto de los sendos cortes que la Uzza había infligido sobre su cuerpo.