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Alianzas inesperadas


Rory Despard
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Horace Nott, un nombre corto y un apellido de noble tradición mágica, que hace pensar a Rory en que, si él lo hubiese querido, en lugar de estar esperándolo junto a una típica cabina roja de teléfonos en la estación de Sheffield, intentando confundirse entre la gente, le habría visto en portadas de El Profeta junto a los emperifollados funcionarios ministeriales del gobierno de Sagitas, compartiendo  con ellos no solo titulares, sino también las mismas políticas discriminatorias de exclusión que ya no alcanzaban únicamente  a los muggles, sino también a los propios magos "no puros".

Sin embargo Horace, a su modo, está siendo reconocido. Es solo que muchos ya han olvidado (quizás hasta él mismo) ese nombre, su nombre, y en su lugar, desde que el estatuto mágico cayera, el mundo solo lo llama el yuppie  o el anarquista. Una figura, de tintes escurridizos, que bajo el lema de “comunidades en acción solidaria”, ha llevado acabo un trabajo de hormiga en las ciudades, asegurando refugio, cooperativas de alimentos y hasta panfletos políticos contestastarios. Trabajo que asombra a Rory, que ha pensado cada vez más en que la Orden del Fénix necesita moverse en esa dirección, porque ahora no tienen que lidiar solo con los mortífagos sino también con mandatos que ha criminalizado tanto los orígenes de las personas, que ni siquiera los magos pueden ya sentirse seguros entre los suyos.

El predicador, tímido y todavía sin la confianza suficiente como para preguntar a Horace si se siente a gusto con ese apodo, solo espera que esa alianza funcione. Si todo marcha bien, podrían dar un cambio de timón a las cosas. Con la cantidad de adolescentes y jóvenes de todas partes que se han sumado al movimiento de Horace, fácilmente podría impulsarse una educación paralela para todos los que se han quedado sin la formación de Hogwarts por causa del edicto.

Pero ¿y si todo falla, quienes pagarían las consecuencias? ¿y si resulta que es él mismo el que termine no pudiendo lidiar con un hombre como el anarquista?

Sus principios se van a poner a prueba esa misma noche, y quizá allí tendrá a tiempo de juicios de conciencia. Por lo pronto, sonriente, con el cabello hasta la altura de los hombros, lentes de montura de carey y el cabello negro entreverado con mechas naranjas, el anarquista le muestra efusivamente el volante para el evento que se hará esa noche.

A Rory le espanta leer “encuentros sexuales para promover la vida” en brillantes letras rojas alternado a otras actividades que encuentra más coherentes como “pronunciamiento antibelicista para el mundo” y “recital de poesía subversiva por una nueva nación”, pero persignándose le da la mano al hombre y avanza. Tan solo 24 horas atrás ha informado al resto de La Orden del Fénix, de que todos se movilicen a Graves Park para asistir a aquel encuentro.

Él va ponerse en acción y el resto lo dejará en las manos de Dios.

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La misiva de Rory no la asombra, pero como con todo no la mira al minuto que la recibe, ni la lee tan concienzudamente como debería, esta preocupada por la continuación de la Gryffindor y pensando en como unir a todos sin perder su lugar allí, sin Elvis esa casa es de todo menos un hogar, así que chasquea la lengua preocupada y se desordena sus cabellos pelirrojos, sin importarle que alguien la vea así de despeinada, pensando en una forma de unir a su familia y de que todo vuelva a su cauce natural, algo imposible porque pareciera que son rompecabezas sin tener una unión real, porque solo el patriarca les daba esa unidad que parece ahora un sueño lejano de momentos mejores que lamentablemente ya no podrán volver jamás y debe aceptar eso, pero aceptar eso le cuesta más de lo que puede decir en realidad, así que espera ilusamente que Elvis aparezca en algún lado a ayudarla, algo del todo improbable y para nada lógico por demás.  

 

Para cuando mira el pergamino y se da cuenta de la hora, el reloj ya pasa por la medianoche así que se apresura a caminar rápidamente hacía Graves Park, no se aparece porque quiere pasar desapercibida, aunque es difícil cuando se es alta, se tiene el cabello pelirrojo con rulos y los ojos más azules que el mismo océano, pero su ropa es discreta y para nada colorida como suele ser, tan solo lleva una camisa negra, un pantalón negro y unos zapatos con taco alto negro, anudado a su cintura lleva un buzo rojo y dorado, con una gran G y un león en su interior, pero eso no se ve a simple vista, lo que si se ve es su sonrisa y su ceño fruncido en clara muestra de concentración absoluta, porque sabe que esta por presenciar algo inusual y su vena curiosa esta a la vuelta de la esquina, agazapada y a la espera de que le den una cálida bienvenida. 

 

Cuando llega a donde su amigo Rory la cito lo primero que ve es a muchas personas reunidas alrededor de alguien, busca con su mirada al predicador y lo encuentra esperanzada y feliz, esperando que le explique exactamente que hace allí, aunque entendiendo que están para pararle los pies al famoso Edicto y ayudar a que la educación siga siendo para todos, como siempre había sido en los tiempos en que la bruja era una simple aprendiz, aún se siente así algunas veces, pero suplanta sus inseguridades, sonriendo a todo el mundo y ayudando al que pueda, así que por eso está ahí, porque confía en Rory y sabe que su buen amigo jamás la invitaría a algo muy peligroso, solo se pregunta si esto servirá de algo o por el contrario caerá en saco roto, solo espera ayudar de alguna manera y entender porque se reunieron en Graves Park, algo curioso y por demás divertido, se promete preguntarle a Rory luego o al menos cuando pueda hablarle o decirle algo por supuesto, por lo pronto solo alza su mano y lo saluda en un movimiento rápido, con la sola esperanza de que sepa de que esta allí por él y para ayudar en lo que haga falta. 

 

 

- ¿Por qué escucharemos a alguien que no conocemos? ¿qué hacemos aquí? Aunque adoro esta reunión y escuchar hablar para ayudar a las personas, sigo pensando que deberíamos hacer algo para que el edicto de Sagitas no siga molestando, sobretodo por la educación mágica, quiero que todo vuelva a hacer como antes y que la educación sea para todos, por cierto, ¿tienes alguna novedad más? solo leí el profeta y esta todo aún patas para arriba, me preguntó donde quedo la payasa feliz que conocíamos y me temo que ya esta siendo demasiado totalitaria por demás ¿no lo crees? por el resto, solo vine a ayudarte en lo que sea y pues aquí me tienen si me necesitan para algo - Le digo a Rory, con mi repique de campanas más alto de lo habitual y preguntándome si realmente podría ayudar en algo o no -  

 

Sabe que se había prometido no hablarle pero ella no puede no hacerlo, lo quiere y es su amigo, así que pese a su resolución de mantenerse callada y escuchar no puede evitar hablarle porque intenta entender que hace allí y para que es buena, sabe que todo esta del revés y que su ayuda podría ser de utilidad, pero a veces siente que no sabe como ayudar muy bien, aún así y con todas sus dudas internas, ella esta allí porque jamás dejaría a su amigo solo, así que espera poder ayudarle en lo que pueda y porque no entender como hacer que el mundo mágico vuelva a ser tal cual ella lo conoció en un principio.      

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Me encontraba en plena faena. Declarar el estado de Guerra, incluso con la aprobacion de Sagitas (cosa que no tenia y que ya la habia cabrado) constituia un asunto importante. Principalmente por la restructuracion en los Departamentos que habia que realizar. Lo primero..y era algo en lo que habia tomado cartas en el asunto era crear un servicio de inteligencia magico ascrito al Departamento de Seguridad Magica, con @ Scarlet Akane  Darla aun en la cabeza. No olvidaba aun el episodio de King Croos. Pero eso seria un asunto a tratar despues. Volviendo al servicio de inteligencia, principalmente estaba enfocado en el uso de habilidades magicas de transformacion e infiltracion, para permear por ahora el ambito muggle.

Intenresante como un conflicto como estos obligaba a uno como institucion a replantearse las prioridades. Si hace unos años el Ministerio se debatia ante la inoperancia de actuar contra los de la Orden y los Mortifagos. Ahora uno hasta podria usar a elementos de ambos grupos para fines medianamente decentes. Con los Edictos atraiamos como abeja al polen a aquellos que seguidores de las ideas de Aaron, querian el bienestar de los magos por sobre todo lo demas y veian como inferiores y ahora amenaza a los muggles. Por otro lado, aunque no lo quisieran tal vez aceptar. El hecho de que nos enfocasemos en la lucha contra el Inquisidor, podia ser un buen motivo para atraer a los de la Orden. O incluso para tenerlos cerca con vistas a tal vez incidir en las politicas Ministeriales. Todo valia por un fin comun. El Inquisidor.

Aun recordaba el intento de negociar con @ Aaron Black Yaxley  y @ Nate Weasley . Se habia ido al caño, sin embargo habia otras vias para llegar al mismo fin. En fin....mejor dejar a un lado la esperanza de algo y centrarme en el trabajo. Sin duda habia noticias importantes. El hecho de garantizarle la seguridad a toda rata callejera magica, squib o incluso muggle...valia la pena. Sin duda eso de reordenar los Ministerio..fue una idea preclara...no me besaba a mi mismo...porque de seguro los cuadros me lo sacarian en cara despues. 

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Se sentía incómoda,  tras su salida de King Cross había evitado por todos los medios encontrarse cara a cara con Sean Linmer, no quería darle explicaciones sobre quién era Caelum Black y cómo había logrado escapar. Pero no había tenido tanta suerte con esquivar a Rory Despard, el predicaror, sobrepuesto al último encuentro que habían tenido en la Casa de los Potter la había mandado llamar. Darla aún se preguntaba cómo es que no le temía. Claro, que el encuentro en Graves Park es para todos los miembros de la Orden, no solo para ella.

Sus ojos estaban rojos y no eran precisamente por llorar, se vio en el reflejo de un espejo antiguo que le había regalado su amigo Van Helsing, «No te preocupes por lo que refleja, es real» Sí, igual el anillo que ella lleva tan cuidadosamente junto a su alianza de compromiso provoca en parte esa misma magia. Cansada se gira y busca algo más que hacer, falta aún para la hora de la reunión.

Por otra parte, se arrepentía ahora de haber buscado otra ocupación, mal que mal había acordado con un auror de confianza que le hiciera llegar los papeles de los que tuviera que ocuparse a su local. Lo malo, es que si había algún pedido personal no había tenido más remedio que dar la cara allá, como había ocurrido con el hollow de la Ministra. Lo peor, las ideas del Linmer, no eran malas, del todo, pero no entendía por qué el mago se empeñaba en ponerla en el centro de todo. ¿Acaso la ponía como el blanco que le cubriera o esperaba que fuera una cara confiable y desconocida tras la cual realizar sus maniobras? Lamentablemente ocultarse de él no ayudaba a dilucidar el tema. Sabía que era ilógico, ella era mejor desmemorizadora que él, estaba segura de ello, pero no quería tener que atacar al hombre que solo era culpable por estar en medio de sus encuentros con el líder mortífago.

Dejó a un lado todo el proyecto de espionaje y seguridad, no podía negar que la idea de utilizar metamorfomagos y pociones multijugo más algunos elementos externos que por unos buenos galeones y una promesa extra les entregaran su fidelidad era buena. Las circunstancias mágicas eran relativamente manejables, los muggles ya eran otra historia, aunque ella había intentado desviar el mayor foco de daño en King Cross, la ONU y la OTAN seguían queriendo obtener sus cabezas.

King Cross, el oscurus y su conocimiento de quién había adquirido uno en la subasta de San Valentín era otra de sus preocupaciones. Que el oscurus hubiera desaparecido en un portal era un problema, no podía verificar que se tratase de la misma pobre criatura. Hablar con Sagitas del tema debería ser una prioridad, igual que localizar al Black en su mansión. Claro que eso era peligroso si el Linmer descubría lo que inútilmente había intentado informarle en su momento y que ahora, tras conocer la verdad de lo que le afectaba no quería que supiera.

Miró el reloj y luego el panfleto que ya no recordaba, ni le importaba si había llegado a sus manos gracias a los espías de Sean y la buena obra del predicador. Una sonrisa divertida se dibujó en sus labios al leer una de las consignas. ¿En serio Rory había dejado pasar eso? Quiso imaginarse al pelirrojo leyendo esa nota y terminando más rojo que las mismas letras en que estaban escritas. Mejor ir aprontándose, no quería llamar la atención, volvería negros sus cabellos, lacios y con un corte clásico, hasta los hombros, un suéter de hilo azul, sandalias de tacón bajo y un pantalón de mezclilla con bolsillos ocultos en los cuales llevar su varita y algunos artilugios mágicos.

—Bien, veamos qué nos espera —murmuró la ahora pelinegra que había abierto un portal a un callejón a pocas cuadras del lugar del encuentro y se encaminó hacia el lugar, echándose un chal de hilo plateado sobre los hombros.

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Leonid

Nueva York, Estados Unidos. 

 

Se limpió los pies en la desagradable alfombra de la entrada mientras la puerta se cerraba a su espalda, el ruso estaba cargado con las bolsas de las compras para aquel fin de semana, el apartamento recientemente comprado recibiría su primer visita y necesitaban estar bien provisionados. 

 

Recorrió el largo pasillo con los pisos de madera que tanto le gustaban hasta el final, donde se abría hacia la habitación más grande y luminosa del nuevo hogar, la cocina moderna y amplia estilo americano que se abría a la mezcla de comedor sala donde pasaban la mayor parte del tiempo. 

 

Pese a lo grande del espacio, las varias cajas de cartón desperdigadas por todos lados hacían mella en la sensación de espacio abierto del diseño. Lo positivo era, que cuando alguno se sentía ahogado por el ajetreo de la mudanza solo bastaba con levantar un poco la mirada y dejarse maravillar por la vista de los rascacielos de Manhattan que se extendían hasta la bahía que les regalaba el enorme ventanal que se podía ver desde cualquier lugar de la habitación. 

 

Vista que se regaló Leonid antes de dejar las bolsas de compras junto a la mesa y sacar con cuidado de una de ellas la pequeña sorpresa que encontró en la tienda al otro lado de la calle. Apoyó la esbelta caja como si de cristal se tratase sobre la madera lustrosa de la mesa y con habilidad sacó la botella de vino francés para dejarla bien centrada, para que luciera. 

 

Sonriendo juguetonamente se giró hacia la cocina donde Helene estaba muy concentrada desempacando unas cajas y guardando su contenido en los gabinetes. Tratando de ser lo más silencioso posible cruzó los metros que los separaban y cuando estaba detrás de la bruja la abrazo por detrás mientras rodeaba con su brazos la cintura de la francesa.

 

-Que sexy te ves con la ropa de la mudanza - le dijo al oído mientras sonreía jocosamente y le daba un beso -¿Los platos presentan batalla? - bromeo antes de darle otro beso y con cuidado hacerla girar hacia el comedor - Mira lo que encontré en la tienda cruzando la calle, un vino de Bordeaux, para cuando mis padres vengan el sábado de Texas - señaló la botella que junto con su caja era lo único que había sobre la mesa - Igual necesitamos la aprobación de calidad de una francesa - sonrió mientras apoyaba la cabeza sobre el hombro derecho de la castaña

 

-Amor dentro de una hora tendremos que partir a Sheffield - le comentó como si hiciera falta recordarle la misión que el día anterior recibieron por parte del líder de la Orden, al parecer no sería nada muy complicado, simplemente una reunión con un mago cabeza de un nuevo movimiento nacido de las turbulencias que vivía el país de los anglos y que tendrían muchos puntos en común con los ideales que defendían los hijos del fénix. 

 

-Es media tarde pero ¿te gustaría comer algo ligero antes de partir? - le preguntó a la Bellerose aun manteniendo el cálido abrazo.

 

@ Helene Eloise Bellerose

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Rory está intentando, sin éxito, ignorar los vestidos de amplios escotes de las jovencitas, y los pantalones con patrones psicodélicos de los hombres, rezando una larga letanía de ave marías, pero es la presencia de Lunita, saludándolo a la distancia, la que consigue realmente devolverle la tranquilidad. Tras esquivar un grupo que ha acampado con una fogata y con ukeleles en mano, tocan alegremente una canción, por fin consigue saludar a la joven Gryffindor.

Ella es la primera en hablar, exponiendo las dudas que ese encuentro le trae, y Rory cae en cuenta que no ha especificado al mandar el mensaje el por qué de citarlos en Graves Park. 

Esto tiene todo que ver con el tema del Edicto Lunita. Ves todos estos jóvenes, tooooodos ellos están aquí por ese hombre— estirando el brazo su índice apunta hacia el escenario que está montándose donde el anarquista alegremente dirige la colocación de los tablones, con una botella de cerveza en la mano— él tiene estas ideas respecto  a que la gente no necesita de escuelas, que lo único que hacen es deformarles el pensamiento a los jóvenes, haciéndolos dependientes en exceso de su magia en lugar de fomentar sus otras capacidades. Observa.

En el ala este, una serie de postes eran colocados, para soportar las telas que se colgarían a modo de tiendas de campaña. Era admirable como todos esos jóvenes usaban al mínimo su magia, e iban aprendiendo de sus pares muggles, la forma de hacer eso con sus propias manos. Los rostros exultantes de felicidad cuando la primera de las tiendas estuvo lista parecía reforzar la idea de el anarquista de que la cooperación para gestar cosas nuevas era la clave para que esas barreras que el gobierno alentaba se destruyesen.

En el trabajo codo a codo, ellos aprendían a verse como iguales, a pesar de sus diferencias de origen.

— Yo no fui educado en Hogwarts, y durante mucho tiempo creí que por eso era inferior, Lunita— no le resultaba sencillo hablar de esos temas, dada su timidez, pero Lunita tenía la extraña cualidad de relajarlo y hacerlo sentir en confianza, razón por la cual siguió compartiéndole las razones que lo alentaban a tener esperanzas en todo eso—  sé que volver a como era antes podía ser ideal a tus ojos ¿pero que hay con las personas como yo que en esa "normalidad" no podían costearse esa educación? No conozco a esa señora Sagitas, sé que mucha gente se sorprende por su actitud, pero solo el Dios único la juzgará el día del juicio final por los actos viles que ha cometido. Ella no me importa tanto, incluso si decide meter su nariz en este asunto, que seguro de algún modo ya lo debe estar haciendo.

Era sorprendente, porque todos esos jóvenes sabían perfectamente la incontable cantidad de normas que estaban quebrando con su reunión, pero eso lejos de asustarlos, parecía el incentivo definitivo para estar allí.

— El Hogwarts que hoy tenemos por culpa de la ministra, no creo que sirva para absolutamente nada. Y si un cambio puede ser generado, este no vendrá allí sino de estos espacios, ellos presionarán ¿no lo crees?

En medio de la muchedumbre, Rory percibió una esencia familiar, el aura de una persona conocida, casi podía asegurar que se trataba de Darla pero aunque se esforzó por buscarla con la mirada su intento no prosperó. Así que permaneció junto a Lunita, esperando que más miembros del bando se sumasen.

@ Luna Gryffindor Delacour  @ Scarlet Akane

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Darla miraba a su alrededor con curiosidad, seguía sorprendida del manejo que estaba logrando de la magia. Desde que había dejado que los conocimientos del clan de los oscuros hicieran mella en su cuerpo había temido que no pudiera manejar la magia  más elemental. Claro, el poder de los Uzzas no era nada elemental, pero ella con paciencia había ido hilvanando uno y otro conocimiento para potenciar uno con otro. Y ahora, esa potenciación se hacía más visible para ella al haber llegado de una punta a la otra del mundo, bueno, medio mundo o menos, pero había atravesado el portal como quien cruza una puerta y estaba en otro lado, hasta podría atravesar el océano.

Su mirada recorrió una vez más el lugar, pero ya no asombrándose con el paisaje distinto por el cambio de locación sino buscando una cabellera pelirroja imposible de confundir. Para su sorpresa fueron dos las cabelleras que reconoció en la distancia y sonrió. Lunita no dejaba de sorprenderla, había reportes de lo ocurrido en King Cross que la habían dejado boquiabierta y ahora estaba allí. Bueno, seguramente como iban a estar todos los miembros de la Orden.

Mientras se acercaba a la pareja se alegró de haber cambiado al menos sus cabellos, o parecerían un trío de fuego tan llamativo que podrían ser el blanco de cualquiera. Una sonrisa se mantenía en sus labios cuando se acercó, había más  picardía en ella de lo que hubiera deseado.

—Hola Lunita —saludó a su compañera de bando y trabajo acercándose a ella le dio un abrazo cálido y un beso en la mejilla para luego dirigirse al pastor, a quien también abrazó y susurró al oído —no dejas de sorprenderme Despard —y con descaro le dio un beso tan cerca de su oído que estaba segura que el sonido del mismo había reverberado en él, dedicándole un guiño mientras lo soltaba y le observaba con curiosidad y luego hacia alrededor, señalando con la cabeza —¿nuestros nuevos socios?

En verdad no tenía idea de lo que ocurría, notaba la magia y el trabajo muggle a la vez. Una integración que en sus tiempos había aprendido de Matt y Sagitas, bueno, más de ella, Matt les había enseñado junto a su madre transformaciones, pero esas dos clases entre los muggles habían sido para ella y Seba una de las experiencias más agradables de sus vidas. Tanto así que habían tomado la costumbre de viajar como muggles y hacer compras como ellos, por eso, en una pequeña bandolera oculta bajo el chal la Potter Black tenía un puñado de dólares, libras y euros, prolijamente separados según su lugar de uso, además de la moneda latinoamericana que a veces utilizaban ella y Seba. Ese recuerdo la obligó a utilizar su capacidad para no reflejar sus sentimientos y pensamientos, a pesar de que por dentro mordía su labio para no soltar una lágrima.

Se recompuso rápido y volvió a mirar a Lunita y el Despard, sonriendo como si aquella sombra jamás hubiera pasado por su mirada perdida en la lejanía.

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Las horas habían transcurrido sin ningún tipo de registro por parte de la castaña, que se encontraba absolutamente ensimismada intentando que todo quedase organizado y perfecto antes de la visita de los suegros. Llena de ilusión, la joven francesa no había parado a descansar desde que las cajas de la mudanza habían llegado al bonito departamento en el que estaban por instalarse, completamente concentrada en que todo quedara impoluto. Con la varita dirigía las cajas, que se iban desempacando a medida que muebles y accesorios iban colocándose en sus sitios definitivos, aunque había tenido especial esmero en desempacar lo frágil ella misma, para evitarse cualquier accidente de coordinación mágico. 

En medio de la tarea, sintió un par de brazos rodearla por la cintura y sonrió de inmediato, sabiendo que Leonid habría ya regresado. Se ruborizó ante el piropo, y en medio de risitas de absoluta felicidad, giró para corresponderle el beso de saludo.  —Un par de platos más y la cocina estará oficialmente terminada. —Comentó con orgullo mientras le mostraba lo organizados que habían quedado los estantes. 
Se dejó girar hacia la mesa, sorprendiéndose y al mismo tiempo conmoviéndose ante la elección que había hecho el cosaco con respecto al vino. Desde que estaban juntos, y a sabiendas de la nostalgia que ella sentía al estar lejos de casa, siempre había algún detalle de su parte que le ayudaba a recordar a Francia. ¿Cómo no amarlo?

—Te extrañé, guapo. —Admitió, rodeándole el cuello con los brazos. —El vino es perfecto, de hecho, creo que combinará muy bien con el Palmeni que quería servir el sábado. Encontré la receta en un libro de cocina entre tus cajas el otro día y quiero intentarlo. —Sonrió, quería impresionar a los padres del pelirrojo con una delicia típica de Rusia. —Así que tendrás que probar y probar para darme el visto bueno, hasta que estén perfectos. —Anunció entre risas.

Asintió ante el recordatorio, sin poder evitar soltar una risita al recordar vívidamente una línea que destacaba entre las demás en aquel panfleto que habían recibido. —No es una mala idea, ¿será de pedir algo de comer? Vi el otro día un restaurante chino a dos manzanas que parecía rico. —propuso, maravillada aun de toda la amplitud culinaria que se encontraba al alcance de sus manos en aquel barrio en el que se habían instalado. 

—Y eso me recuerda, tengo algo para ti. —Deshizo el abrazo con delicadeza y se dirigió hacia un pequeño cofre que reposaba en la mesa. Al abrirlo, extrajo dos frascos de poción multijugos. Se acercó con ellos nuevamente hacia Leonid, mostrándoselos. —Con el ministerio de Francia completamente en apoyo a la reforma antimuggles, debo extremar precauciones para no ser reconocida. No creo que les haga mucha gracia enterarse que tienen un funcionario de alto rango participando en reuniones clandestinas… —Suspiró. —Tengo una reserva de cabellos que podemos utilizar, aquí. El kit completo. —Sonrió, dejándole ver el resto del contenido del cofre.
 

@ Syrius McGonagall

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Leonid

Nueva York, Estados Unidos

 

-Con que Pelmenis ¿eh? - descubrió sorprendido el menú que la francesa tenía planificado para la visita de sus padres -Me muero por probarlos, encantado de ser el conejillo de indias - le sonrió deseoso de ya degustar uno de los que posiblemente fueran de sus platos predilectos de la culinaria rusa. 

 

-Quiero advertirte que soy un experto en Pelmenis, no tendré piedad en las críticas - bromeó con la castaña atrayéndola más hacia sí para besarla con cariño, se sentía muy agradecido de que la bruja se animara a prepararles algo con lo que no estaba familiarizada, era un gesto que sus padres apreciarían enormemente. - A mis padres les encantará - Leonid le reconoció una vez el beso finalizó.  

 

Helene estuvo de acuerdo en comer algo antes de partir rumbo a la misión que los aguardaba en Inglaterra y propuso que pidieran algo del restaurante chino que habían descubierto en uno de sus escasos recorridos por el nuevo vecindario. - Entonces será comida china - estuvo de acuerdo el pelirrojo que creía haber anotado el número del restaurante. 

 

Mientras el ruso luchaba por recordar donde anotó el número, la bruja se alejó hasta la gran isla de la cocina y abrió un pequeño cofre del que extrajo dos pequeños frascos de vidrio que el ruso miró extrañado. No tenía idea de qué era lo que podría llegar a contener hasta que la castaña se acercó con ambos en las manos, no hizo falta que le explicara qué era aquello, el color desagradable y la consistencia lodosa de la poción multijugos eran inconfundibles. 

 

El cosaco escuchó las lógicas precauciones de su novia mientras observaba detenidamente uno de los pequeños frascos que había tomado - Estoy de acuerdo, sería lo mejor para nosotros - reconoció pese a que la idea de ir transformado en otra persona no era de sus predilectas, pero lo que le gustara o no poco importaba, la situación en Reino Unido era muy compleja y uno jamás podría asegurar que no lo estuvieran observando. 

 

Siguió a la Bellerose hasta la isla donde reposaba el cofre con el kit para las transformaciones y se inclinó para observar el minucioso y organizado interior del mismo - Bueno - admitió al final mientras dejaba el frasco que sostenía en su lugar - Espero que al menos podramos elegir quién seremos - sonrió mientras rodeaba con su diestra la cintura de la bruja y apoyaba la mano en su cadera derecha - ¿Ya has utilizado este cofre? - le preguntó mientras observaba los estrechos cilindros de vidrio donde cabello de distintos colores y texturas se mantenían resguardados. 

 

Hacía tan solo un par de días el cosaco tuvo que estudiar los casos adversos y potencialmente peligrosos que las pociones añejadas podían hacer en el organismo para su clases de venenos en el Prebisteriano, no quería correr ningún riesgo. 

 

 Ambos acordaron que sería mejor comer antes de probar la poción, por lo que el ruso fue hasta el teléfono de línea que tenían en la sala y tras rebuscar un poco entre el montón de papeles que se acumulaban en la pequeña mesita del teléfono di con el número del restaurante chino. Pidió un Chow Mein para dos y en menos de veinte minutos ya sintieron el timbre del delivery que los aguardaba con su improvisado almuerzo en la entrada del edificio. 

Leonid bajó sorprendido con la velocidad del servicio pero también reconoció que a media tarde no era la hora más ajetreada para los restaurantes. Pagó con su correspondiente propina al sonriente trabajador y subió nuevamente hasta al apartamento lo más rápido que pudo para que no se enfriara la comida. 

 

Comieron en la mesa del comedor acompañados por la impresionante vista de la movida Nueva York que el gran ventanal les ofrecía hasta que ambos quedaron satisfechos, mientras Helene se encargaba de ultimar los detalles de la poción multijugos Leonid se ocupó de limpiar los platos y cubiertos mientras esperaba que el desagradable sabor de la pócima no le hiciera devolver el exquisito almuerzo que acaban de tomar.

 

@ Helene Eloise Bellerose

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Tarda un poco en entender de lo que habla su amigo, así que le frunce el ceño a Rory pensando que el pelirrojo se volvió loco, pero luego parpadea porque entiende a lo que va y entenderlo le hace sonreír como nunca antes, ¿dice que podemos aprender magia sin instituciones? ¿lo estaba entendiendo bien? incluso él le sigue hablando y explicándole todo, pero la bruja no necesita saber mucho más, él tiene razón en todo y se asombra concordando como siempre, pero es verdad que todos deberían de poder tener ese conocimiento y el pensamiento la hace feliz, la hace sentir menos sola y mucho más en compañía que momentos antes y no sabe si es el tema a defender o es la compañía de su buen amigo.

 

- Amigo mío, tienes razón, todos esos jóvenes hacen bien en escucharlo, siempre pensé que podríamos tener magia sin necesidad de que nos enseñaran a como usarla, pero francamente no se si podríamos estar sin cierto orden, usar la magia para el bien me parece genial e incluso usarla como queremos también, que nadie nos limité el como la usamos y el edicto lo que hace es limitarla, pero siempre que eso no atente contra nosotros ¿no? y contra nuestros amigos por supuesto - Le digo sonriéndole alegremente y feliz de poder darle mi opinión al respecto - 

 

Lo miro asombrada cuando dice que él no se matriculo en ninguna escuela, pero su asombro da paso a la admiración instantánea, si antes lo admiraba y lo quería mucho, ahora esta decidida a apoyarlo en esta lucha, tiene razón y nadie debería de hacerlo sentir inferior, en ese momento no puede evitar darle una palmadita en la espalda y mirarlo preocupada, es su manera de decirle que lo apoya y lo ayudará en lo que pueda y además para eso es que está ahí en primer lugar, sin contar que cree que tiene razón hasta cierto punto, aunque no sabe muy bien como decírselo en realidad.

 

- ¿Sabías que considero que eres el mejor mago de aquí? ¿sabías que muchas veces tus conocimientos me sirvieron para entender mucho más este mundo? Tu sabes mucho más que cualquiera Rory, no necesitas educación para eso y tienes razón en todo, que quedará para el resto que es autodidacta y estudia por su cuenta, además es verdad que no deberían de limitarnos a usar la magia, por cierto que no creo que el Hogwarts que yo conocí en mis tiempos sea como el que tenemos ahora, eso no se conseguirá en ese extraño colegio, si no aquí en estos lugares en donde podremos apoyar una libertad más justa y mucho más verdadera ¿no crees? - Le pregunté devolviéndole la misma pregunta que me había hecho y sonriendo feliz de que pensemos lo mismo -

 

No llego a decirle más nada de lo que hubiera querido, el saludo de su amiga y compañera de trabajo la hizo sonreír, supuso que se asombraría de verla allí, pero pasará lo que pasará conmigo jamás dejaría solo a su buen amigo en aquella tertulia con tantas personas, por lo pronto, correspondió el abrazo de su amiga y le dio un beso en la frente, preguntándose si Darla habría olvidado o no lo de Kings Cross y rezando porque no lo mencionará, solo quería ayudar al pelirrojo y además pasar una buena velada y se imagino que su amiga podría hacer una excepción y no mencionarlo en lo absoluto o al menos intentarlo aunque sea un poco.  

 

- Si son nuestros nuevos amigos por así decirlo, según tengo entendido ellos están aquí porque creen que no necesitan de escuelas que les enseñen como pensar o como hacer magia y que creen que eso pueden hacerlo sin enseñarles nada, a lo que creo que podría hacerse sí y pues por eso están en esta tertulia escuchando a ese señor que no sé que dirá, pero estoy intrigada de que pasará luego, además de que la verdadera enseñanza esta aquí y no en esos colegios que supuestamente te enseñan todo lo que ellos quieren que sepas, hay algunas cosas que de no ser por misiones de la Orden jamás hubiera aprendido, así que pues solo me resta decir que esta tertulia parece interesante y espero aprender algo de todo esto, además de que el Edicto me resulta autoritario y para nada lógico, ¿no lo creen así? - Dije repitiendo mis palabras para Rory y diciéndole por primera vez lo que pensaba a Darla preguntándome si aquello podría hacerse o solo era otra de mis utopías que nunca se cumplirían -

 

Explicarle a Darli porque estamos aquí no es complicado, lo que si me resulto complicado fue entender el concepto, pero una vez que entendí lo que pasaba y porque apoyaríamos esto, me aboque a ayudar en lo que pudiera, muchas veces se aprendía mejor en estos sitios lleno de gente que en centros de educación y mucho más si ahora por decretos y demaces la escuela para los pequeños magos terminaba siendo de todo menos un lugar lógico de aprendizaje diagramado, se preguntó si ella hubiera notado algo así en su época de estudiante que hubiera hecho, seguramente estaría allí apoyando a su amigo y porque no entendiendo que la magia nunca debe limitarse a simples conocimientos y que todos pueden obtenerlo de alguna manera, así que sonrió feliz pensando en que realmente podré ayudar de alguna forma y que por eso esta allí, deseando que nada malo pasé y poder llevar una velada en paz y tranquila con sus dos buenos amigos. 

 

@ Rory Despard  @ Scarlet Akane

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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