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Maestría en Escobas


Mica Gryffindor
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Maestría en Escobas

Era muy temprano, el sol se alzaba en forma perezosa, como pidiendo “5 minutos más para continuar descasando”. Era mejor así, puesto que una vez terminase de asomar, el calor podría resultar algo molesto.  Una suave brisa soplaba en los terrenos de Castelobruxo. Recientemente había llovido y el aroma a tierra mojada y vegetación recibía a quienes llegaran. Ya no llovería, no había rastro alguno de nubes en el cielo que comenzaba a variar entre un azul oscuro nocturno a un bello celeste. 

La Gryffindor había llegado unas horas antes, no conocía las escobas que había en el lugar y había preferido probarlas una a una, para asegurarse de que sus alumnos estuviesen seguros a la hora de volar. Claramente no solo dependería de las escobas, ni siquiera de que supiesen seguir sus precisas instrucciones. Una vez en el aire importaba más sentirse seguro y poder transmitir a la escoba la dirección que se deseaba. 

Si bien no contaban con escobas último modelo, escogió las que se mantuviesen más estables y las dispuso en el patio, donde aguardaría a sus alumnos. Sabía que esperaba a tres personas, conocía a dos de ellas, con una solía intercalar el rol de docente, compañera y alumna con bastante frecuencia; con otro se había cruzado cursando algunas clases. Del otro sujeto no sabía nada. No se había molestado en averiguar, no era una persona que se amigaba con los prejuicios. Para ella las personas eran como se presentaban, confiaba en la palabra de los demás y ya, aunque era una actitud que muchas veces la llevaba a cometer equivocaciones bastante graves. 

Unos momentos antes de la llegada de sus estudiantes, escogió una de las escobas y la montó, permitiéndose un breve recreo antes de comenzar. Últimamente, aquel pasatiempo era uno de sus mejores aliados, un momento en que no requería pensar en nada y podía dejarse llevar solo por sus impulsos. Allí los esperaría, desde allí los vería llegar desde un mejor plano. 
 

@ Juv Macnair Hasani   @ Jeremy Triviani  @ Hessenordwood Crouch

Editado por Mica Gryffindor

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— Te quedarás en casa, no puedes acompañarme en este viaje—miraba fijamente a Kreston. El Vipertooth Peruano, le miraba fijamente soltando una bocanada de fuego que alcanzó algunos árboles que estaban a espaldas de la Nigromante— Ya tendremos tiempo para salir a pasear en otro momento, pero ahora la clase es fundamental, aunque no vital para mi existencia—restándole un poco de importancia al asunto. Eso de volar en escoba se le daba de lo mejor, porque en sus años dentro de Hogwarts, solía escaparse para sobrevolar el oscuro firmamento. Guardando tan celoso secreto con su mellizo Jerel, aquel que compartía la misma simpatía que la rubia por el Quidditch.

— Creo que me decantaré por la saeta de fuego, aunque alguna otra sería menos llamativa—soltando una carcajada se ajustaba la chamarra de piel— Por los viejos tiempos dentro del estadio de Quidditch. Además me agrada la idea de revivir mi lado competitivo como cazadora, aunque ser guardián ha sido una grata experiencia—echando en saco roto esa última memoria. Realmente no estaba en sus planes volver de momento a jugar ese deporte, ya que sus expectativas se enfocaban a asuntos con el mundo muggle. 

— Más pronto que tarde nos iremos de viaje, nos iremos todos—recordó a sus otros cinco dragones. Seres magníficos que para ella significaban algo más que solo un par de alas o escupe fuego— Me voy, pórtate bien o al menos inténtalo—sonrió montándose en su saeta de fuego. Sintiendo el aire golpear su marmóreo rostro, apreciando sobremanera la sensación de libertad que eso le brindaba— Algunas cosas suelen enseñarnos que no todo lo que creemos es real y la verdad nos golpea con una fuerza descomunal—girando un poco su cadera enfilaba la punta de su escoba hacia las nubes. Escondiéndose detrás de esos cuerpos esponjosos, dándose el tiempo para arribar a la clase. 

Realmente no tenía prisa por comenzar con su enseñanza, no teniendo toda la eternidad para poder tomarse las cosas con calma— Volver sobre nuestros pasos, siempre nos da sorpresas inesperadas que debemos aprovechar o dejar pasar—cerrando los ojos continuaba con su viaje, sintiendo un ardor conocido en su antebrazo izquierdo— El dominio de algo tan poderoso, no puede tomarse a la ligera—se refería al alma. Aquello que era capaz de fragmentarse en un millón de pedazos y al mismo tiempo volverse polvo que era arrastrado por el viento. ¿Qué era realmente el alma para una mujer como ella?. Eso que dicen que te hace estar dentro del mundo de los vivos o algo mucho más complejo de entender con solo leer un libro.

— No es momento para reflexiones—ladeando la cabeza descendió hacia donde estaba la profesora—Un placer—le saludó con un movimiento de la mano. Sujetando su escoba se apoyaba sobre el mango de la misma, deseando que toda esa faena comenzará lo antes posible. No porque el tiempo apremiará, sino porque detestaba toda clase de impuntualidad.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Quintel Guillam

Tiene mucho tiempo que no sube a una escoba, exactamente desde que dejó Ilvermoorny para mudarse a Londres y rentar un piso con Benjamín, ahí en Europa, con ayuda del britanico, terminaría el resto de sus estudios mágicos y se haría de un inicio diferente, aunque tampoco era como que dejará muchas cosas atras despues de la muerte de su padre nomaj. De todo eso ya casi han pasado un par de años y medio, la transición de perder a George e irse a vivir de una tierra a otra lo había despegado demasiado de lo que era su vida en California; ahora se había dedicado a los estudios más que nada y a trabajar para poder autoabastecerse sin necesitar la ayuda de Whisper o alguien más. No era tan simple, pero era mejor, sin embargo, apenas le quedaba tiempo libre para dedicarse a algo extracurricular o no laboral.

La excusa de tomar esta clase había sido lo único que pareció convencer a Ben sobre devolverle su vieja escoba. No es un artefacto sofisticado ni mucho menos de nueva generación, su padre se la debió haber regalado hace casi diez años, cuando apenas le enseñaban clases de vuelo en el colegio, y él se las había ingeniado para mantenerla en buen estado durante todo este tiempo, aun cuando conforme pasaban los años las prácticas de vuelo se volvieron algo extremas. Había decidido llevarla consigo para ese curso de maestría en escobas, y rezaría a los Dioses por mantenerla en una sola pieza, le haría falta algo de ayuda extra para recuperar la práctica en el vuelo.

No está realmente atrasado en tiempo como para tomar cualquier otro transporte que lo lleve hasta el colegio de Castelobruxo, sin embargo, justamente tiempo de sobra es lo que menos tiene el niño si quiere completar los galeones para el fin de mes que le hacen falta para pagar la mitad del alquiler del piso que ocupa con Ben, es de ese modo que prefiere mejor esperar hasta casi la hora para abrir un portal y aparecerse rápidamente desde los jardines del palacio hasta las explanadas del Castelobruxo. Era bueno volver a América y sus climas cálidos y soleados (aún cuando la cita para la clase es muy temprana y no hace mucho que ha dejado de llover ahí), era bueno volver y poder subirse a una escoba de nuevo. 

Buen dias-, siseó, alzando la mano y saludando alegremente al par de hechiceras que ya sobrevolaban por los terrenos. Las ha visto a la distancia que luego tiene que recorrer desde donde se ha aparecido a través del portal. —¿Será que podemos subir ya a las escobas?-, casi lo gritó para hacerse escuchar. Aun con los pies sobre tierra firme, el brujo inspeccionó las escobas que estaban dispuestas sobre la cancha, quizá no sería mala idea dejar su propio viejo equipo y tomar uno prestado, solo para evitar catástrofes tempranas.
 

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Jeremy se presento en Castelobruxo con ganas de aprender. Si bien, gozaba de tener la licencia de vuelo aprobada, y no era ajeno a usar escobas de ningún tipo, quería tener más conocimientos sobre la materia. Obviamente que llevarse una maestría, por adquirir conocimiento en algo que le gustaba, no venia para nada mal. El cielo estaba despejado luego de la lluvia y pintaba para tener un buen día volando. El clima parecía ser favorable.
 
Y eso que el calor agobiante, era insoportable en la selva amazónica, mas que todo para Jeremy que era un vampiro. Sin embargo, ignoro el clima, como tantas veces lo había hecho. Su llegada fue apenas retrasada por unos minutos. Observo a sus compañeros presentes, haciéndoles un gesto de saludo antes de enfocar su atención directamente en la profesora.
 
-¿La clase constara de parte teórica o solo practica, profesora? -Preguntó esperando que fuera la segunda opción.
 
Jeremy apenas recordaba algunos breves detalles de la linea de tiempo en la evolución de las escobas voladoras. Suponía que releer no le habría hecho ningún mal, pero tampoco se había tomado el tiempo de hacerlo.

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Vio llegar de a uno a sus alumnos desde donde estaba, decidida a dejarlos interactuar hasta que el grupo estuviese completo. Sabía que todos ellos lograrían volar sin esfuerzo, estaba segura de que ya lo hacían de manera informal, así que no pretendería sentarlos a charlar de cosas que ya tenían por sabidas, aunque sí se aseguraría de que todos estuviesen a salvo antes de dejar el piso.

--Muy buenos días. --saludó alegremente, descendiendo de la escoba en forma grácil y mirando a cada uno. Volar la ponía de buen humor, no podía evitarlo. --Claro que no será una clase teórica, de lo contrario los habría citado dentro de un aula... vamos a ir a lo que a todos nos interesa antes de lo que creen... pero antes, necesito saber ¿Todos ya saben volar en escoba? ¿Quién les ha enseñado? ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de vuelo? 

Dejó su escoba a un lado y se sentó en la hierba, invitándolos a todos a hacer lo mismo antes de empezar a compartir las respuestas. No permanecerían mucho quietos, pero de sus respuestas podría evaluar el hecho de que todos estarían aptos para montar las escobas cuando así debiesen o si alguno necesitaría un seguimiento más personalizadol.

--Empezaré yo. En mi paso por Hogwarts vuelo fue una clase más, si bien la pasé sin problemas no me hice muy amiga del vuelo ni del Quidditch entonces. En mi juventud conocí a mi verdadera familia y fue una de mis primas la que me enseñó lo bello que es volar realmente, y me entusiasmó por el Quidditch, me enseñó su reglamento y lo comprendí realmente. Ella había estado casada con un jugador profesional, pero a él no llegué a conocerlo... creo que para ella fue salir un poco de su tristeza por la pérdida de él, mientras que para mí fue un despertar. Desde entonces, elijo volar cada vez que necesito despejar la mente y pensar con mayor claridad... Bueno, quiero escucharlos...

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Jeremy asintió a las palabras de la profesora, observando el cielo. Eran buenas condiciones para volar y disfrutar del aprendizaje. Las preguntas que le siguieron, dejaron al vampiro pensativo. No tardo en ponerse a rememorar su lejano pasado en los fríos bosques de Siberia donde se había criado. Ser hijo de un guardabosques, siempre le había traído beneficios con respecto al lugar y las múltiples condiciones para tomar una escoba y volar. Pensando que era lo mas común del mundo en un mundo donde no lo era.
 
El Triviani se había sentado en la hierva, como todos, a escuchar la historia de la profesora y le había parecido interesante. La curiosidad que le había despertado eran mas que todo por los orígenes, que había detallado vagamente. ¿Los Gryffindor eran su verdadera familia? ¿Seria miembro de la Orden como se había rumoreado que eran ellos? La empezó a mirar con otros ojos, un poco mas duros.
 
-Podría decir que volé por primera vez de manera oficial en el examen para la licencia de Vuelo -Dijo Jeremy, cuando le llego el turno - Me crie en Siberia, en los bosques rusos donde las bajas temperaturas hacen que se te congele el aire en los pulmones, allí y en aquellas condiciones de manera no oficial, empecé a volar de pequeño en una barredora. Me entusiasmaba ayudar a mi cuidador, que era guardabosques, a cumplir con sus tareas de cuidar la fauna. Tiempo después volé en Hogwarts como cualquier chico y di mi prueba de vuelo para obtener permiso de volar donde yo quisiera.
 
Jeremy guardo silencio, esperando que la clase continuara. 

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Quintel Guillam

El grupo, en su mayoría, está conformado por personas conocidas, aunque sea de vista, lo sabe cuando las ve finalmente descender de sus escobas, ha compartido otras clases con algunos de ellos, por lo que se siente solo menos desconfiado, aunque ciertamente Guillam no era tampoco alguien tímido. Al igual que todos, luego de dejar su escoba sobre el terreno, se unió a la conversación sentándose junto al grupo sobre el césped, al niño le había parecido bastante fresco este método menos informal al que estaba ya casi acostumbrado por Whisper de llevar una clase.

Comienzan entonces con un ejercicio que deja pensando distraídamente al joven brujo, primero en cómo esto puede ayudarlos a obtener esta maestría en escoba, después se enfoca en prestar atención, a Gryfindor porque de ese modo explica mejor qué es lo que le interesa saber y, al otro brujo, porque lo que ellos cuentan sin duda parece tener más contenido y experiencia de lo que él podría hablar.

La historia de él es aún más simple que eso. Supone.

También tomé clases de vuelo en el colegio, en el Ilvermorny-, comenzó cuando su turno llegó. —Solo volaba durante las prácticas de la clase, no había oportunidad de hacerlo en otros horarios o fuera del colegio-, habitaba un conjunto urbano nomaj, eso lo hacía guardar su escoba todo el verano durante las vacaciones. —Tampoco participé mucho en los equipos, torneos o competiciones que se hacían en relación a volar escobas-, no es que no le gustara, solo habría tenido otro tipo de intereses entonces. Malamente. —P-pero me castigaban a menudo-, se apuró a decir. —Y parte de eso implicaba ensuciarse las manos un poco dándole servicio y preparando las escobas para las clases de vuelo de primero, segundo y tercer año, ¡ah sí!, y para los equipos de deportes-, sonrió satisfecho, casi con orgullo. —Así que se puede decir que aprendí más de las escobas limpiándolas que volando en una-, concluyó. 

Resopló una risa, recordar todo eso, que no había sido hace tanto tiempo, había provocado que sintiera, ahora más que antes, las ganas de volver a subir a su escoba.

Su mirada se paseó por el campo, casi pudiendo imaginarse una trayectoria de vuelo libre por ese cielo ahora despejado de nubes. Al final guardó silencio cómo los demás esperando por la respuesta que faltaba de @ Juv Macnair Hasani .

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No le gustaba hablar de ella, ni de su pasado, porque todo aquello estaba relacionado con la desaparición de su mellizo. Momentos increíbles disfrutando de una sesión de vuelo furtiva, porque no tenían permiso para estar a deshoras fuera de la cama. Siempre se escapaban a hurtadillas, arrastrando el cepillo de sus escobas dejando una huella que pronto era borrada por la fría brisa que agitaba la parte baja de sus túnicas.

Slytherin era la estampa que llevaban tatuada en la piel. Yendo contra la orden de su padre Crazy Malfoy, prohibiendoles marcar de alguna forma sus cuerpos, salvo por la marca que llevaban en ellos desde antes de su nacimiento — La primera vez que monte una escoba fue dentro de los jardines de mi familia, todo para intentar escapar de un regaño de mi padre —repasaba ese recuerdo como se intenta memorizar una receta para la creación de una nueva poción.

 — Después de eso me escapaba con mi hermano, arriesgandonos a ser un expulsados de hogwarts —saboreaba es confesión como se degusta un platillo de alta cocina acompañado por un buen vino. Observando el cielo sujetaba con fuerza el mango de su escoba— Ambos fuimos cazadores en el equipo de Slytherin, dándole infinidad de triunfos a la casa que se convirtió en algo más que y sitio plagado de ocios para pasar el rato entre clase y clase —mirando a Quirrel le resultó interesante su relato.

 — Daría más detalles, pero prefiero dejar un halo de misterio. No me complace demasiado escarbar en mis tiempos como estudiante y mucho menos en lo que me impulso a volar por primera vez —apareciendo en sus labios una lóbrega sonrisa, infructuosamente no pudo disipar los recuerdos que reviviera tras ese corto relato.

Esperando que eso bastará para continuar con la sesión de estudio, porque el tiempo apremiaba y le interesaba tener ese conocimiento entre sus posesiones. Quizás no las más valiosas, pero si le sería útil a la hora de fraguar su siguiente jugada dentro del mundo mágico. Se tomaría su tiempo, para que todo quedara alistado sin contratiempos innecesarios.

Levantándose del pasto sacudía su ropa, detestaba tener cualquier clase de mancha o pelusa afeando de forma descarada su indumentaria — Es todo por mi parte —remató quedando en silencio sin mirar a nadie en particular. A veces se cuestionaba, porque era necesario tomar esas clases y la respuesta siempre era la misma. 

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Escuchó las experiencias de cada uno de los estudiantes, era cierto que casi toda la comunidad mágica aprendía a volar informalmente y ese grupo era una clara evidencia de ello, aunque de un modo u otro todos habían pasado pro el proceso de enseñanza "formal" que seguramente les daría las alertas respecto a seguridad a la hora de iniciar el vuelo. 

-Perfecto, esto me dice que nadie es un novato en esto... así que los invito a cada uno a tomar una escoba -dijo tranquilamente la Gryffindor. Era una realidad que se le había ido bastante tiempo en escuchar a sus estudiantes, pero sabiendo que todos eran duchos en el tema no le preocupaba, solo era cuestión de verlos en acción para saber si la maestría sería o no un hecho para cada uno de ellos. 

Sin esperar a que cada uno lo haga, tomó también su escoba y dio una patada al suelo para despegar lenta y grácilmente. Miró a cada uno con sus verdes ojos pera intentar deducir en las expresiones de sus rostros si estaban preparados. Lo siguiente sería simple pero mostraría las capacidades de cada uno. 

-Vamos a dar un paseo, yo guiaré la primera parte, luego uno a uno tomará la delantera. Quiero que varíen las direcciones y velocidades para lucirse en su vuelo. Si alguien tiene alguna dificultad simplemente regresa hasta aquí y espera a la vuelta del resto. ¿Entendido? -no esperó respuestas, pues en el camino podría saber si habían entendido o no. 

Se movió entonces para ascender unos cincuenta metros, dejando atrás el castillo y volando por encima de lo que parecía ser una verde alfombra, pero que estaba conformada por las miles de copas de árboles que componían la selva. Solo se oía paz desde aquel sitio, y la cálida brisa matutina golpeaba su rostro. Jugó un poco acelerando la velocidad al tiempo que se adelantaba, mirando de reojo al grupo que, sin dudarlo, la estaba siguiendo. Voló en forma rápida como un buscador en pleno partido y haciendo varias curvas amplias que cada uno debería seguir. 

Luego se detuvo, dejando que el siguiente tomase la delantera. 

@ Jeremy Triviani  @ Juv Macnair Hasani  @ Hessenordwood Crouch

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— El volar es pan comido—siseó dejando que esas palabras se las llevará el viento. Montándose en su escoba dio un certero golpe contra el suelo, elevándose como lo hace un ave al extender sus alas. Aquellas instrucciones fueron procesadas por la Oclumante sin problemas, aferrándose con sus muslos al mango de la escoba ejercía fuerza considerable contra este. Ver el cielo debajo de ella, remembró sus años dentro del estadio de Quidditch de Hogwarts, incontables partidos que disfruto al lado de su hermano mellizo. 

Tiempos que supieron como plasmar una huella en sus recuerdos y anatomía, porque aún no desaparecía del todo la cicatriz que se extendía desde su rodilla hasta la mitad de la espinilla. Le gustaba la forma que la misma adquirió semejándose a una serpiente que zigzaguea sobre su nívea piel— Ya te cobraré está pasada en algún momento—impulsando un poco su cuerpo hacia adelante adquiría un poco más de velocidad. La adrenalina iba en aumento, recorrer con las yemas de sus dedos su angelical rostro, desataba en ella esa vena competitiva que poseía desde pequeña.

— Ir a mi ritmo es lo mío—dejando un tramo atrás de ella a sus compañeros de clase, movía su cadera de un lado a otro, dándole un efecto de vaivén a cada uno de sus movimientos. Era como ver un dragón chino danzar en el firmamento, dando un espectáculo digno de los dioses que esa cultura acostumbraba venerar— Como en los viejos tiempos—dando un volantazo giraba quedando estática en el firmamento. Cerrando sus ojos se montaba sobre el mango de la escoba, atreviéndose a surfear con los ojos cerrados.  

Consciente de que Mica podría reprenderle, pero así era ella cuando tenía entre sus manos una escoba— Malos hábitos—dejando escapar una risita picara de sus labios continuaba con su osada maniobra. Sintiendo sus piernas firmes sobre la madera, no tendría miedo de irse contra el suelo de bruces, porque era más fácil perder el sentido de las cosas que el equilibrio— Mi mente es lo más poderoso que poseo en estos momentos, no hay nada que valga más que eso—levantando su pierna izquierda quedaba aún más expuesta que hace unos instantes. Perdiéndose en la inmensidad de ese instante, reduciéndolo a una experiencia simplemente catártica y excepcional.

Su labor estaba hecha, quedaba en la profesora aprobarla o enviarla con la falsa decepción entre sus pasos. 

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