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Prueba de Parsel #16 ~ Juv Macnair Hasani


Lawan Nguyen Thanh
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— Pronto dará comienzo su prueba—la voz del Arcano se dejaba sentir como un trueno azotando un suelo árido. La lluvia era el menor de los obstáculos para la rubia, adentrarse en ese bosque plagado de toda clase de reptiles, si que era la verdadera travesía que debía enfrentar para llegar hasta donde le esperaba el Encantador de Hanói. Todo lo aprendido durante el desarrollo de la clase eran armas poderosas, pero la única arma que necesitaba mantener afilada y presta en todo momento era esa férrea determinación que se encargó de demostrar ante los ojos de las serpientes y el Arcano que confiaba en sus capacidades.

 — Las arenas del tiempo, no dejan de correr dentro del inmenso reloj de arena que es su existencia—apareciendo dicho artefacto en la entrada del bosque. No reparó en hacer que el elemento arenoso descendiera por el orificio que estaba dispuesto para dicha tarea.— Aprendimos demasiado uno del otro, pero ahora le toca darse una lección a usted misma y aprenderla—el cielo se oscureció como si una mano siniestra se encargará de cubrir con un manto la claridad del celeste cielo. El sol no podía colar sus rayos a través del escudo creado por Lawan. 

La Oclumante provenía de las sombras y de ese modo sortearía cada una de las pruebas impuestas por el Vietnamita. Sabía a la perfección que contaba con armas poderosas, no por nada la energía que brotaba de la anatomía de la vampiro estaba cargada por una fuerte conexión con la Nigromancia— Aprendió bien de mi colega, Báleyr. No puedo negarle que sus alianzas con los seres de esos planos son difíciles de controlar por magos comunes y corrientes—el tratar con los muertos era un arma de doble filo. Pero al parecer la fémina descifró la forma idónea de lidiar con tan maquiavélicos espectros.

— El primer hito esta ligado a sus padres, específicamente a su madre. Aquella mujer que perdió la vida bajo el yugo de su coraje descontrolado y le costó a usted tener que perder la poca humanidad que residía en su interior—la seriedad con la que hablaba el Arcano, no era un simple tramite entre ambos. La primera vez que la tuvo dentro de su hogar, indudablemente detectó en ella ese aire vengativo que era capaz de llegar hasta las últimas consecuencias con tal de cobrarse el daño que le hubieran hecho, ya fuera de forma directa o indirecta. 

— Por ahora solo sabrá sobre los hitos que debe enfrentar—asintió enviando ese mensaje a la Neozelandesa. Comprendería todo a su debido tiempo, retándola a que se volviera un poco más analítica de lo que ya era. Atar y desatar parecía una tarea sencilla, pero no lo era cuando eran los hilos de tu propia vida los que estarían sometidos a ese proceso. Arrancarse la piel seca del cuerpo se semejaba a desterrar la mala hierba de un jardín que desea verse habitado por nuevos frutos, arboles frondosos que con el pasar de los años serian una buena sombra para reposar sobre verdes pastos. 

— No es necesario desearle suerte, porque nació con ella y le corre por las venas—caminando hacia la pirámide. Recorría con las yemas de sus dedos su mejilla, sintiendo esa energía renovada, que adquiría cada vez que un nuevo aprendiz deseaba atesorar como suyos los secretos que tenía en su origen la habilidad de los hablantes del Parsel. Escuchar los siseos era lo de menos, interpretarlos era el verdadero significado de ellos solo estaba reservado para los que lo heredaron de sus antepasados o por elección de los ofidios que le salvarán la vida al vampiro.
 

@ Juv Macnair Hasani

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— ¿Mi madre?—aquella interrogante escapó de sus labios intempestivamente. El arcano sabía como mover las fichas sobre el inmenso tablero de ajedrez que era el destino de la Malfoy. Aquel apellido abrió más de una vieja cicatriz en su anatomía, surcos por donde corría el líquido vital dotado de una pureza que era difícil de igualar. 

— Mi madre, aquella malnacida que optó por intentar matar a mi mellizo. Agradezco que escarbe en mi pasado, indagando dentro de pasajes que hace tiempo se sellaron con mi más sincero y profundo odio—le gustaba como se esta dando el escenario. La oscuridad que desde siempre le acompaño y ahora estaría ahí nuevamente para ella. 

— He aprendido más de lo que deseaba, pero será una vivencia agradable, para rememorar en la comodidad de mi habitación en la mansión Malfoy—apareciendo su varita en su surda, dedicándole una mirada cómplice al par de acompañantes  que le obsequiará con antelación el Vietnamita. 

Poco a poco todo lo que le rodeaba mutaba por completo. Ya no se encontraba dentro del bosque elegido por el Arcano, sino dentro de la zona más alejada de la mansión Malfoy. Donde las montañas servían para perderse por horas, para sumirse en una profunda meditación o simplemente para practicar los hechizos prohibidos que aprendiera tras hurtar un libro que perteneció a su padre en su época de estudiante. 

— Ha sido mi mejor maestro, no pude pedirme nada mejor —sonreía recordando la vez que recibió como obsequio una varita por parte de su padre. Aquella que permanecía guardada dentro de una caja, acompañada por varios objetos que agregó a su innumerable colección. Libros, trozos de pergamino y un par de escudos de una casa de Hogwarts. Slytherin era lo que habitaba dentro de ella, aquella serpiente que reptaba de forma incesante por la anatomía de la Oclumante. 

— El día que ella le dio esa noticia a mi padre, el volvía de un largo viaje por tierras desconocidas por la humanidad—caminaba sin dejar de hablar— Le dijo que esperaba mellizos, pero que no estaba lista para lidiar con el poder que ambos poseían—ladeaba la cabeza sintiendo esa emoción en su interior. Ella tuvo gemelos y jamás, le paso por la cabeza poner fin a la existencia de sus pequeños. 

— Creo que eso de ser madre, no es para todas—encogiéndose de hombros. Percibía la esencia de sus hijos en la yema de sus dedos, aquella gallardía y el tesón que heredaron de su padre. La muerte jamás fue compasiva con nadie y la rubia, no era la excepción a esa regla. 

Sus orbes de dos tonalidades diferentes, arañaban el oscuro cielo, tal y como lo hacen las uñas de un felino con la corteza de un árbol. Afilando sus armas para salir de cacería, si le mato y no sentía, ni el menor remordimiento— No me arrepiento de nada, porque por culpa de ella, el desapareció hace 10 años. No tiene idea de lo que es vivir a medias, deseando que la otra mitad esté sana y salva o al menos que haya podido volverse tan poderosa y dominante como yo—se sincero tras esa confesión. 

Jamás le perdonaría el haberle separado de Jeriel y lanzarlo a la fauces de los lobos. Hogwarts había sido el inicio del fin de la estrecha relación entre el par de hechiceros, ella ya no le veía como su hermanito, sino como un cobarde que salió corriendo, al ver al demonio que el mismo invoco llegar y cobrarle la ayuda que me prestara durante su época como estudiante de excelencia. 

@ Lawan Nguyen Thanh

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El escuchar la forma en la que se refería a su madre, no le causó la menor emoción o sensación. Lawan entendió desde el principio, aquel sentimiento de resentimiento que nació alimentado por la progenitora de la Oclumante. El nacer dentro del seno de una familia tan unida, no era un privilegio que se le obsequiará a todos. 

El tuvo la buena suerte de crecer rodeado de amor y cuidados, aunque desde pequeño le tocó aprender las duras lecciones que la vida le ponía en su andar— Ella me enseñó parte de lo que se, yo lo perfeccione con el paso de los años—se comunicaba con la Nigromante  por medio del áspid que llevaba enroscada en su muñeca. Su madre era el tesoro más grande que el Encantador de Hanói, poseía en sus memorias, aquella mujer que le heredará el idioma que le permitió comunicarse con fluidez con las serpientes.

— Cada uno es libre de elegir las batallas que desea pelear o a lo que rehuye por instinto de supervivencia—se mostraba reacio a ahondar demasiado en ese tema. No estaba ahí para juzgarla, pero tampoco podía pasar por alto las marcas que dejará en ella su odio por la mujer que ya yacía a más de tres metros bajo tierra. 

— Soltar el exceso de equipaje es una buena opción, asegúrese de tenerla en la lista de prioridades a considerar—el consejo quedo flotando en el aire, tal y como lo hacen las hojas que caen de un árbol en el otoño. La vida de su alumna era un abanico plagado de diversas tonalidades, azules oscuros que empataban a la perfección con su ojo derecho y el verde que resaltaba en izquierdo.
 
— El nacer o morir, no depende directamente de nuestros progenitores. Recuerde que somos como los peces dentro del inmenso mar, debemos ser cuidadosos y evitar ser devorados por una especie depredadora—cerrando sus ojos la invitaba a reflexionar. Sería difícil hacerla entrar en razón o ver las cosas del modo que las veía el vampiro, pero era tan terco que no se daba por vencido tan fácilmente. 

El ha huido, pero aún vive en este mundo. No se deje cegar por su rencor insensato, el y usted deben permanecer unidos pase lo que pase—acariciando su barbilla se apoyaba contra en tronco de un árbol— Un sacrificio seria una ofrenda de paz ideal, arranque lo que considera un peso muerto y envíelo a las fauces de mi basilisco—la enorme serpiente fue a su encuentro, tras mirarla de arriba a bajo decidió no atacarla por orden del Vietnamita. 

@Juv Macnair Hasani

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— El sigue vivo, porque así lo he decidido—la voz de la Oclumante era un eco que retumbo como lo hace un tambor de guerra. Aquel sonido poco a poco iba aumentando, abrazando los sentidos de la rubia como lo hace una madre con su pequeño, buscando darle consuelo ante el temor que lo acecha. Ella hace tiempo dejo de sentir esa clase de temor o temblor en el cuerpo, ya no significaba nada para ella percibir ninguna clase de sentimientos, ahora era abrazada por las almas de los que arranco del mundo de los vivos. Su hermano seguía dentro del mundo, pero no habitaban en el mismo tiempo y espacio, no ante sus ojos.

— El legado que nos dejaron dentro de Hogwarts, no tiene nada que ver con la educación que recibimos durante nuestra estadía en ese recinto—la confesión era como un balde de agua helada. Sus palabras iban mucho más allá de revelar un secreto que mantuvo sellado a piedra y lodo junto a su mellizo— Teníamos un trato y él lo ha roto sin importarle las consecuencias que eso nos acarreó a ambos—lanzando un golpe al aire contenía sus ansias de matarlo una vez más. Tener el mismo ADN, no era nada comparado con respirar ese aire que le laceraba el pecho como pequeñas cuchillas afiladas. 

— Pude enterrarlo en  la prueba de Nigromancia, pero ahí salde otra clase de cuentas. Digamos que necesitaba soltar el recuerdo de mi finado esposo, puede entender a la perfección mi accionar—la sonrisa que afloraba en sus labios se semejaba a un atardecer a la orilla del mar. Cada uno de sus gestos iba acompañado por el misterio que le rodeaba desde que decidió ofrendar su existencia al bando de la magia oscura. Simplemente dejaba fluir lo que llevaba en las venas, liquido vital que se fortalecía con cada nuevo golpe que lanzaba contra algún enemigo o el recuerdo del pasado que deseaba convertir en cenizas. 

— Desde que entre a este bosque, no poseo ninguna clase de memoria que esté relacionada con mi llegada a su morada. ¿Será que perdí parte del hilo de mi vida?—encogiéndose de hombros, no le quedaba más que mirar hacia adelante. Restándole una raya menos al tigre, reconociendo que eso era lo que verdaderamente daba un cambio radical a su existencia, no aferrarse a lo que jamás tuvo pies o cabeza. Jamás se enamoraba como solía hacerlo en su infancia, cautivada por palabras bonitas que el viento se llevaba como lo hacía con las hojas que caían de los árboles en Otoño. 

— He soltado demasiado equipaje durante toda mi estadía en este mundo, pero los pesos muertos son otro cantar—avanzaba tomando entre sus dedos a la áspid. Su fiel amiga siseaba enviándole ese mensaje al Arcano, reconociendo y admitiendo que al salir de ese lugar, no sería la misma mujer que conoció la primera vez que aspiró a convertirse en toda una Hablante del Parsel. Sus ojos delineaban cada uno de los detalles de la piel de la serpiente, aquellas grecas que le obsequiaban una bocanada de aire fresco. Keops estaba tatuada en su costado derecho, impresa como una cicatriz que escoce al más mínimo roce.

— A mi madre la enterré el mismo día que la mate, si desea puedo darle incontables detalles de como lo he planeado y llevado acabo—soltaba con una frialdad que era capaz de erizar la piel de cualquier muggle— Me arrancó a mi hermano como si fuera una mala hierba que se extrae del suelo sin compasión alguna. Condenándonos a volvernos acerrimos enemigos, fuimos aliados al pertenecer a la casa de Slytherin, pero ella lo echó todo por la borda—saboreó la sangre que escapaba de sus labios. 

No experimentaba ninguna clase de dolor, sino todo lo contrario. Odio y desprecio era lo que impulsaban cada uno de sus movimientos y pensamientos— Continuaré con la tarea que me ha encomendado—dejando ir el último recuerdo que le quedaba de su progenitora en su cabecita loca. La locura para ella era como irse de compras a un Mall, solamente se gastaba el dinero, porque lo poseía y no por tener un interés real en lo que se enseñaba en esos recargados aparadores. 

@ Lawan Nguyen Thanh

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— Finalmente lo entendió, parece que la compañía ha sido más benéfica de lo que ambos esperábamos, ¿no lo cree?—la pregunta del Encantador de Hanói era como un bálsamo que buscaba subsanar viejas heridas de guerra. La Oclumante era una mujer inteligente y decidida, impulsada por el deseo de afianzar mucho más su conexión con los ofidios que habitaban dentro y fuera del mundo mágico. Admirable era la forma en que dejaba ir como un buque al fondo del mar, aquel sentimiento de odio que permaneció demasiado tiempo anidado donde debía estar su corazón y no una roca que le impedía desprenderse del todo de eso que ya no le era de ninguna utilidad.

— Le felicito, no esperaba menos de su persona. Ha sorteado con éxito el primero de cinco hitos que tengo en mente—la malicia estaba implícita en sus palabras. Tal y como se lo vaticino al inicio de su enseñanza dentro de los terrenos que conformaban el hogar del Arcano. Nada sería sencillo y era mejor que cada uno de los que desearán aprender la lengua Parsel, se tomarán muy en serio las advertencia del vampiro. La edad lo había vuelto mucho más arisco y exigente, ya no era tan benevolente como en otros tiempos.

El en sus años como estudiante, sorteó innumerables obstáculos luego de ser salvado por las serpientes que lo encontraron agonizando. Ahora ocupaba un sitio que se gano con algo más que sangre, sudor y lagrimas, porque el verdadero valor de las cosas o dones que se poseían, radicaba en algo más que apostar la vida en ello. La vampiro debía confiar en una persona que se ganó su recelo y desprecio sin merecerlo, vería que tan bien se complementaban el par de mellizos, al obligarlos a trabajar en equipo— Dele la bienvenida a su compañero de viaje, al menos dentro del segundo hito—la serenidad en Lawan era comparable con un lago habitado por peces de diversos colores.

— Debe aprender a trabajar en equipo, dejando de lado cualquier rencilla del pasado, que pueda desatar su furia contenida. No tome mis palabras como un lastre, sino como la oportunidad de volver a sentirse en contacto con su mellizo, porque le guste o no ambos existen porque el otro sigue con vida—remembrando la historia de dos magos que eran rivales a muerte. La profecía que trascendió a través de los tiempos, abriendo un parteaguas dentro de la vida mágica antigua y actual. Si ellos se enfrentaron hasta morir, no debía ser la excepción la joven que estaba siendo custodiada por su basilisco. 

— Alianzas y confiar uno en el otro, no existe otra arma más que esa. Piénselo mientras el llega a su encuentro, verá su silueta delante de un tronco grueso con algunas hojas secas en la copa de un cedro—quedándose en silencio, no emitió una sola palabra. Su encomienda estaba dictada, dándole a la rubia el tiempo necesario para aceptarla o volver sobre sus pasos y salir de ahí rumbo a su hogar. La pirámide aguardaba por la Nigromante, pero antes de eso debía despojarse de algunas cosas que el consideraba exceso de equipaje innecesario en su vida.

En el caso de la primer ministra de Nueva Zelanda, no dejaría de insistir hasta dar con el antídoto que ella necesitaba. El veneno no siempre era el principal causante de la muerte de una persona, sino la necedad que se empecinaba en no dejarles ver lo que era realmente bueno o malo para mantenerse latentes dentro de su entorno personal— Tómelo con calma, no se precipite por nada o por nadie— acomodándose sobre la rama de un árbol seguía admirando la oscuridad del horizonte. No había una sola estrella en ese manto que escondía detrás de este una sorpresa para la Vidente.

@ Juv Macnair Hasani

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  • 2 semanas más tarde...

Como siempre Lawan sabía como lanzar una nueva punta contra la Oclumante, dándole la oportunidad de saborear el néctar sanador que la misma llevaba plasmado en su interior. Soltar la mala racha que paso con su madre, jamás fue considerado por ella como una tarea sencilla de concretar con éxito— Tal y como lo dije antes, sabe donde golpear y lo ha hecho en el mismo sitio una vez más. Vaya tino que posee, maestro—le obsequiaba una sonrisa colmada de sinsabores. Era su forma de agradecer a su modo todo lo que le estaba enseñando en tan poco tiempo, experimentando una sensación que la hizo ver las cosas desde una nueva perspectiva. Se había tomado demasiado tiempo para responder al llamado de los ofidios, dejándose engatusar por nimiedades que le encaminaron por senderos errados durante años.

Ahora debía trabajar codo a codo con su hermano Jeriel, aquel que era su mejor amigo a pesar del desprecio que ella anidaba en lo más profundo de su ser. Era como un pozo plagado de cuerpos mutilados, trozos de carne sin una forma definida, pero que en algún momento conformaron a un ser humano que habito dentro del mundo que ella miraba desde su perspectiva y solo eso contaba— Que así sea, no pienso oponerme a ello—aceptando sin chistar las ordenes del Arcano. La admiración que le profesaba solo se podía comparar con la que le ofrendó desde siempre a su padre Crazy. Ver en los ojos del vampiro a su maestro de vida, hombre que desde siempre le dio la aprobación a pesar de que nunca dejo de ser la misma mujer rebelde y caprichosa. 

Cualidades que a ella le jugaban a favor sin lugar a dudas, ahí era donde todo el centro de su personalidad tomaba la forma que ella deseaba. Tal y como lo hace un prisma que cambia de color, al ser tocado por la luz natural o artificial, desprendiéndose del cuerpo de cristal las tonalidades que conforman al arcoíris— No brillan como solían hacerlo, posiblemente por todos los actos nefastos que he cometido desde que puedo recordar, matanzas incontables y torturas que aún resuenan a mis oídos—el confesarse de ese modo, no implicaba que estuviera adoptando una postura de arrepentimiento. Jamás sería capaz de hacerlo, porque aquello era traicionarse a ella misma y a toda la historia que construyó en base a sus macabros actos. 

Asesinar era una diversión para ella, beberse el dolor de sus enemigos o de esos seres no mágicos que deseaban poner a toda costa el pie sobre el cuello de los magos que consideraban un mal innecesario dentro de la comunidad mágica y muggle. Desde siempre les tuvo un inmenso odio a pesar de que su padre, negociaba con varios de ellos en su años como Ministro de Magia. Ahora ese titulo era soportado por los hombros de la Nigromante, volviéndose una persona sumamente influyente al convertirse en Ministra de Nueva Zelanda— Los mate de la peor manera que usted pueda imaginarse. Pero, ¿Qué más podía hacer si ellos se lo ganaron a pulso?—la frialdad que brotaba de sus palabras era similar a un iceberg que flotaba sobre el océano. 

Delante de ella un conocido apareció inclinándose, ofrendando ese gesto como un signo de paz— Diez años exactos y no cambiaste nada. Bueno, quizás te volviste un poco más sanguinaria e inhumana—la voz de su hermano le hizo hervir la sangre sin demasiado esfuerzo. El verlo con ese porte altanero que poseían todos los Malfoy, le devolvió de golpe a los jardines de la Mansión. Ahí donde ellos solían practicar en conjunto toda clase de hechizos, pero lo que más les interesaba era el dominio de las maldiciones imperdonables— No escape por mi gusto y creo que mereces saber mi parte de la historia—cruzándose de brazos le miraba con desdén. 

El escuchar la hueca perorata de su hermano, no le hizo olvidar que le abandonará dentro de Hogwarts a su suerte— Habla lo que tengas que hablar, pero eso no cambia el veredicto que te he dictado hace años—la rubia desvió la mirada hacia el oscuro firmamento. Ahí donde aparecieron un par de enormes alas extendiéndose por completo y el grito furioso de una hidra que se acercaba peligrosamente al par de magos. Un Vipertooth peruano parecido a Kreston lanzó una llamarada sobre las copas de los arboles desatando un incendio voraz.

— Unidos o muertos, vos eliges, hermanita—le retaba apareciendo su varita en su surda. El sabía como defenderse sin poner su integridad en peligro, pero no diría lo mismo de la testaruda que se quedo petrificada de un momento a otro— ¡¡¡ Malfoy reacciona !!!—el grito del castaño le dio una sacudida— Hazte a un lado—abalanzándose sobre su compañera de batalla, le libraba de verse transformada en un corte de carne al carbón. Sentir esa cercanía con el cuerpo del vampiro, revivió cada uno de los momentos en los que el le protegió dentro y fuera del colegio mágico, incontables viajes que compartieron plagados de vivencias que desfilaban como trozos de una película antigua delante de sus ojos. 

— Como en los viejos tiempos, pero no creas que todo esta olvidado—dando un fuerte latigazo con su varita pensaba sin temor alguno aquel conjuro—Obsistens—apareciendo un cerco oscuro que la rodeo de pies a cabeza. Era la viva imagen de las almas de todos los caídos por su mano, el poder que concentró en esa protección fue tal que absorbió por completo la llamarada desapareciendo junto con la misma— Aprendí demasiado en tu ausencia, quita esa cara de falso asombro—le recriminó dándole una colleja se mofaba de su gesto.  Sintiendo como las serpientes presionaban la zona de su cuerpo donde estaban plácidamente acomodadas, enviándole ese mensaje a Lawan para darle la buena nueva. 

@ Lawan Nguyen Thanh

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— El perdón es un sentimiento difícil de entregar o recibir, recuérdelo siempre—la voz de Lawan era como un murmulló en medio del silencio que le rodeaba— Le felicito, aprendió a darle la mano a su hermano en un momento arriesgado y viceversa, no puedo estar más que satisfecho al respecto—acomodándose en una rama para mirar con más detalle la lejanía que le separaba de la Oclumante. Ahora poseía un arma más dentro de su bien dotado arsenal, caminar al lado de su mellizo era el segundo hito y lo concreto con nota excepcional. Excelso era para el aquel cuadro pintado en blanco y negro, dotado de muecas de reproche y recuerdos en medio de un apremiante atardecer que les atrapará dentro de la mansión donde ambos magos habitaban.

— El tercer y cuatro hito van de la mano, tal y como va usted unida al joven que tiene a su derecha—la explicación no era del todo enredosa. Seria fácil de captar por parte de la rubia, porque era ahí donde el último golpe del Encantador de Hanói, buscaba dar. El clavo era la diana y la flecha era el martillo que dentro de poco asestaría un impacto que cimbraría la anatomía de los dos hechiceros. El soltar o no soltar, arrancarse la piel del pasado, acompañada por el puñado de recuerdos que ella le compartiera desde que abriera la boca por primera vez. La herida que su madre le propinará, comenzaba a cicatrizar, posiblemente no con la rapidez que el deseará, pero ya era un avance ver que ni un solo rastro de esa mujer quedo dentro de las memorias de su alumna. 

— Debe replicar con exactitud, el momento en que ambos se decidieron tatuarse el mismo símbolo en el cuerpo. Si desea omitir alguna clase de detalle, está en la libertad de hacerlo—se conectaba de nueva cuenta con el áspid— Le recomiendo que con ella, si lo comparta todo. No me dirá nada que no sea autorizado por su persona, solamente me dará acceso limitado de momento—la pequeña siseó rozando con su lengua la piel de la fémina— Ese es el tercer hito, el cuarto es mucho más intimo y personal. Quiero saber, ¿Qué paso realmente con su esposo, justo antes de morir?. Cuénteme como fue el conocerlo y recibir el mejor regalo que le ha dejado tras su precipitada partida del mundo de los vivos—estaba pisando terreno minado. Pero su papel como Arcano, le daba el poder de indagar dentro de la vida de cada uno de sus aprendices. 

Hubiera sido sencillo usar la Legilimancia, para leerle la mente y obtener la información que deseaba a placer. Empero respetaba la vida de los que le rodeaban, además de los secretos que muchos de ellos mantenían a buen resguardo— El puede ser su pilar, no lo eché de su vida una vez más. Escuché los verdaderos motivos que le hicieron alejarse de Hogwarts en medio de una noche de tormenta, puede que obtenga aquella pieza que le falta para completar, aquello que usted ha denominado el “puzzle de su  vida”—cerrando los ojos entraba en un trance que le permitiría ahondar más profundamente en las vivencias de Malfoy. El conocer la punta del Iceberg que desatará toda esa marea de sinsabores y actos atroces en contra de otros seres vivientes. 

El mismo experimento en carne propia, el deseo de acabar con los que quemaron su aldea, reduciendo a un puñado de cenizas a su familia, amigos, esposa e hijos. Pero los ofidios supieron como sanar cada una de las heridas que el tiempo y la desgracia, abrieron en su cuerpo, sangre que se impregnó en la tierra dejando una profunda huella que su maestro plasmó con sabiduría y conocimiento dentro del alma, corazón y espíritu de Lawan. Perdió la cuenta del tiempo que transcurrió dentro de sus memorias y todo lo que le rodeaba, dándole espacio a su pupila de dar inicio al siguiente hito, acortando un poco más su cercanía con la pirámide que la probaría de una forma que era desconocida para el hombre. 

@ Juv Macnair Hasani

Editado por Lawan Nguyen Thanh
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— Estábamos en el último año dentro de Hogwarts, recuerdo bien que ganamos la copa de quidditch y la de las casas. Además de eso viene a mi memoria, cuando un desconocido me contó que Slytherin se alzaba por todo lo alto dentro de esos muros, aplastando a las otras tres casas—se regodeaba al notar que Gryffindor quedaba sepultado por la derrota aplastante que le obsequiará Slytherin. El volar por los aires, siempre le causaba una sensación por demás catártica y renovadora— Soy amante del peligro, sumamente competitiva en todo lo que me propongo obtener. Ya sabe, cuando uno es pequeño desea comerse el mundo a puños, yo no fui la excepción a esa regla y me ganaba a pulso una que otra reprimenda por mi descabezado accionar—añoraba escuchar la voz de su padre dándole una perorata digna de la inquisición. 

Así era su vida ir y venir dentro de un torbellino, que jamás se detenía y que con el paso del tiempo adquirió más fuerza de la que ya poseía, llevándole lejos de Nueva Zelanda— Al terminar el partido de la copa de quidditch, decidimos plasmar ese momento de una forma inolvidable. Mi mellizo era fanático de las serpientes y yo de los dragones, intuyó que ya puede darse una idea de para donde va mi anécdota—se arrimaba un poco más a su hermano para sentir aquella cercanía que echó en falta por diez años. Años en los que tuvo que hacerse a la idea de que indudablemente la muerte lo alcanzó de forma irremediable, arrastrándolo a un mundo donde le seria imposible tener contacto con la Oclumante. 

Tras enterarse de la partida de su contra parte, deslizaba con frialdad su surda por la zona donde estaba aquel tatuaje—No están entrelazados ahora, solamente se mantienen uno cerca del otro. Aprendí a separar las emociones de actos como esos, tal y como lo hice con otro dibujo que tengo impreso en el cuerpo—la referencia no era del todo exacta, pero el áspid detectó cierto recelo en la Nigromante—Apareció de la nada y puede irse del mismo modo, ya recurriré a la Nigromancia, para ponerle fin a este error dentro de mi vida—pocos sucesos eran catalogados por ella como errores. Pero como todo en su existencia, siempre había un negrito en el arroz que afeaba de forma grotesca ese paisaje. 

— La magia oscura tuvo que ver con la realización de dicho grabado, pero no le dijimos a nadie el conjuro que empleamos para lograr tan perfecta obra—intercambiando una sonrisa cómplice con su mellizo recitaban aquel hechizo mentalmente— No le aparte de mi vida por gusto, simplemente hice lo que cualquier persona sensata hubiera hecho. Reaccione a la traición que perpetró contra el juramento que hicimos, aquel que suelen llamar inquebrantable—la sonrisa se esfumó como lo hace un conejo al verse amenazado por la escopeta de un cazador—Puede verlo ahora, ya las criaturas conforman un mismo ente y así será por el resto de nuestra eternidad, habitando cerca de nuestro cerebro—el choque eléctrico que se desatará en aquella mazmorra se dejaba sentir una vez más dentro del grabado. El separarse de nueva cuenta, no figuraba en los planes de los Malfoy.

Escuchando con atención el cuarto hito, no calibraba con claridad el choque de emociones que se agolparon en su cabeza. Era un huracán que amenazaba con arrasar con todo a su paso, perderlo a manos de su más acerrimo enemigo, no hacía más que encender la llama de la hoguera que era su desenfrenada sed de venganza— Antes de eso, deseo saber lo que mi contraparte tiene para compartir con la clase—le invitaba a departir con las serpientes y el Arcano— La omisión es traición, recuerda eso hermanito—saboreando el aroma que se desprendía de la piel del Neozelandes. Ese aroma varonil que le protegía en sus noches de desvelo dentro de la sala común de Slytherin.

— Justamente el fue el que me hizo salir disparado del colegio, haciendo llegar a mis manos una misiva que anunciaba, que le buscaban para ponerle un final definitivo a su existencia—la sinceridad estaba plasmada en sus palabras. Leonardo se puso en contacto con su futuro cuñado, pidiéndole una mano amiga que le auxiliará para encontrar un sitio donde no le pudieran rastrear con facilidad. El desconcierto apareció como una sombra sobre el angelical rostro de la Nigromante, proyectándose en sus ojos el momento en el cual se comprometiera con el Licantropo— ¿Me estás diciendo que me traicionaste a mi, para ponerle a salvo a él?—intentando modular un poco su tono para disfrazar sin éxito la ira que aflorará tras esa confesión— Dejaste ir lo más por lo menos—ladeando la cabeza buscaba como apaciguar su malestar.

La cobra real siseo apoyando en cierto modo la reacción de la Vidente, comprendiendo a la perfección que perdió de un solo golpe a dos personas sumamente queridas e importantes para ella— Lo asesinaron en medio de una guerra de razas, no pude hacer nada pata evitarlo y desde ese entonces, no hay nada y mucho menos nadie que pueda hacerme sentir lo mismo. No me refiero al amor, sino algo mucho más profundo e imposible de entender para cualquiera que no lo haya experimentado—acariciaba la greca que representaba su conexión con su finado esposo. Aquel par de gemas verde esmeralda, destellaron al mismo tiempo que sus orbes de dos tonalidades diferentes. Soltaba parte de su pasado, pero no para liberarse del mismo, sino para dar un paso más y acortar la distancia que le separaba de su prueba final. 

@ Lawan Nguyen Thanh

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— Duro el trayecto que tuvo que andar, pero ha válido la pena cada caída y tropiezo—la voz de Lawan se escuchaba como un eco lejano, no podía tocar a la Oclumante, ni por error. Verla en ese trance le hizo comprender la verdadera esencia que resguardaba tan celosamente, vengativa e incapaz de dar segundas o terceras oportunidades. Vaya forma de protegerse de tanto daño lanzado contra ella, pero ese era el costo por ser grandioso y poderoso dentro del mundo mágico. El mismo lo experimento en carne propia, perderlo todo para luego recibir el regalo más valioso que el destino colocará en sus manos— No lo podrá soltar jamás y ambos lo sabemos—la crudeza de su confesión era justamente eso un palazo lanzado sin pensar las consecuencias que eso podría acarrear.

— Le ha traicionado por una causa benéfica para usted y su esposo, no lo vea como una puñalada trapera o algo similar. Muchas veces las personas que amamos, no saben valorarlo y nos juegan malas pasadas—rascando su barbilla asimilaba la confesión del mellizo de su alumna. Sanar heridas causadas por las personas que son los pilares de nuestra existencia, no siempre era una labor sencilla. Requería de una dedicación y predispoción por parte de la persona afectada— No se ha ido del todo y jamás se irá—la voz de Leonardo le golpeó certeramente en el estomago. Estaba ahí a pocos metros de ella, alucinación que tomaba una forma definida al extender la mano e intentar tocarla con la yema de los dedos. 

—Los muertos deben permanecer de ese modo, pero solo ha sido una muerte fisca y no espiritual—no entraría en temas religiosos, pero si en el asunto de que la energía de una persona no trascendía del todo del plano que habito cuando contaba con un cuerpo humano. La esencia del sentimiento que aquel hombre despertará en la Nigromante, no era más que un cúmulo de sentimientos que el supo como expresarle de una forma que solo ellos podían conocer o experimentar—Almas creadas para ser un mismo ente o ser que permanecerá unido a pesar del tiempo y la muerte misma—esperaba que su analogía le dejará un poco más en claro el proceso que vivió de forma errada. El quinto hito estaba a nada de dar comienzo, justamente tenía que ver con los grabados que llevaba plasmados en su cuerpo la Ministra de Nueva Zelanda. 

— Parece que su cuerpo tiene historia que desea contar, tatuajes que suelen retratar pasajes que han calado profundo en la persona que los posee—la observación del vampiro, no iba ligada directamente a meterse en sus vivencias más privadas. Solamente quería que ella soltará la piel muerta que algunos de ellos representaban, recordando la mención de que uno de ellos seria removido con el poder de la Nigromancia— Cuénteme sobre eso que ha llamado error, ¿realmente lo ha sido?—el cuestionamiento era certero y sin medias tintas. Porque era directo y sincero, jamás se iba por las ramas o daba rodeos para llegar al meollo del asunto. 

— Ese es el quinto hito, al cumplir con el quedará delante de la pirámide y no podrá ser acompañada por nadie más que por los ofidios que están bajo su custodia—no pudo darle mejores aliados que ese par. Keops estaría fascinada, al ver que contaría con dos nuevas colaboradoras para llevar las riendas de la vida de la Vidente— No omita detalles, ya que está será la última vez que nos veamos antes de que sea probada por ese poder que conoció en el pasado. Pero que no siempre reacciona del mismo modo, no cuando un Arcano se aventura a otorgar la alianza que ligará a su aprendiz de forma permanente a la habilidad que este busca legarle—finalizó dejándola con la libertad para contarle lo que deseará. 

@ Juv Macnair Hasani

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La idea de indagar dentro de su pasado, no siempre le pareció del todo apetecible. Sumergirse de nueva cuenta en ese pozo plagado de sinsabores y derrotas, pero justamente de eso aprendió que el caerse y levantarse una y otra vez era la mejor forma de darle una estocada final al asunto— Porque lo ha sido, no se puede confiar demasiado en las personas, no sin tener un motivo real y palpable para hacerlo ciegamente—se explicaba sintiendo cada uno de sus tatuajes vibrar en su cuerpo— Tienen demasiada historia, pero ellos no poseen la voz para relatarla, tal y como la han vivido—aquella sonrisa pícara no volvería aparecer jamás en sus labios. No era la misma mujer que volvió tras dos meses en Nueva Zelanda, no quedaba el más mínimo rastro de la Nigromante que lo hubiera dado todo por la persona amada.

— Lo ha sido en cierto aspecto, porque luche por lo que deseaba tener con ese hombre especial—indicó deslizando las yemas de los dedos sobre el lado izquierdo de su pecho. Sintiendo aquel grabado dormido por un breve espacio de tiempo, traer a Kreston a su memoria revivió una parte del mismo— Fue cosa del destino o como suelen llamarlo, almas gemelas o quizás lazos que se cruzaron, pero nunca se entrelazaron del todo—se mostraba meditabunda en cada palabra que emanaba de su boca. Aquellos ojos azules eran su mar en calma, aquel rocío de la mañana que le arrancaba una sincera sonrisa de los labios, el motivo por el cual valía la pena dejarlo todo sin pensar en lo que se podía perder o ganar. Simplemente dejarse llevar como lo hacen los navíos en medio de la tormenta, sufriendo los embates del enfurecido mar, pero al final saliendo victoriosos de tan dura prueba. 

— No voy a mentirle, lo ame muchísimo. Ahora puedo decir sin miedo a las represalias contra mi misma que le amo y le amaré, no puede dejarse de lado algo que nos ha golpeado con la fuerza de un huracán  y esperar que no dejará daños que en mi caso, puedo decir que son benéficos—el áspid reaccionaba con la confesión de la rubia. El abrirse de capa, no era de sus mejores cualidades a decir verdad, exponerse ante los ojos del Arcano, si que estaba siendo una tarea titánica para la vampiro. Pero el escudo que acompañaba al de Sly, siempre se mantenía en el mismo sitio— Era de Gryffindor, no puedo decirle más—la serenidad comenzaba a desvanecerse en su persona. Keops custodiaba el huevo de dragón que el dejará bajo su cuidado— Demasiadas cosas nos unen actualmente, pero no creo estar del todo lista para charlarlo amenamente—dejando a medias ese intercambio de palabras con su maestro.

— Las cosas suceden por alguna razón, no siempre se obtiene una explicación sensata o satisfactoria. Pero es lo que hay y uno debe vivir con ello, ¿no lo cree?—soltando parte de su carga se encaminaba con seguridad hacia la pirámide. Ahora estaba convencida del reto que se avecinaba, sentirse tentada de nueva cuenta por esa edificación que le arrancará de tajo la poca humanidad que quedaba en ella— La cicatriz jamás acabará de cerrar, Báleyr lo dijo cuando abandone este mismo sitio hace algunos años—recordando su nexo con la habilidad de Nigromancia. Era como sentir ese calor quemarle desde lo más profundo de su ser, volviendo a desatarse en su anatomía unas inmensas ganas de matar todo lo que sobraba en su vida. 

— Vayamos pues, no hagamos esperar al destino—abriendo por completo su mente entraba sin temor alguno al portal que le llevará lejos del sitio donde habitaba el Arcano. Estaba dentro del estadio de quidditch de Hogwarts, ¿Cómo demonios fue a parar a ese lugar sin tenerlo presente en sus memorias en ese momento—Pero que...—sintiendo los colmillos de la cobra real clavarse en su muñeca una sensación de cansancio la invadió por completo. Perdiendo la noción del tiempo y el espacio, recorría con la mirada perdida las gradas vacías del sitio donde tuvo tantos momentos gratos para ella y su mellizo.

@ Lawan Nguyen Thanh

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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