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Prueba de Parsel #16 ~ Juv Macnair Hasani


Lawan Nguyen Thanh
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Se sentía satisfecho por el crecimiento de la Oclumante, el verle convertida en una mujer mucho más sabia y conocedora del mundo de los ofidios. El trato con ellos le brotaba de forma natural, volviéndose uno mismo con el par que le acompañará dentro del portal que era la puerta de la pirámide. Cada uno de los pasajes que reviviera era una forma idónea de lanzarlos al pozo del olvido— Confíe en ellas, no hay nadie más que pueda darle la ayuda que pueda requerir dentro de está prueba—la voz del Arcano se escuchaba a lo lejos. Le acompañaría luego de que la áspid transformará parte de su anatomía en la alianza que le ligaría a la Habilidad de los Hablantes de Parsel. 

Su lucha interna comenzaba a pasarle una factura demasiado alta, debía soltar de una buena vez el nexo que tenía con su finado esposo. No lanzarlo al olvido del todo, pero si darse el descanso que ambos merecían y necesitaban— No es una traición como tal, sino un paso que debe dar para continuar sin esa historia atada a su tobillo, aquella que yo considero un lastre—el ser duro con ella. No iba de la mano con obligarle a nada en particular, solamente deseaba que fuera plenamente libre, para poder vincularse con la habilidad sin tener demasiados obstáculos de por medio. Fue demasiado duro ver la decepción plasmada en su rostro, al saberse abandonada por su mellizo.

— Deje toda la piel muerta, no siga cargando culpas que no fueron necesariamente provocadas por sus acciones—extendiéndole una mano amiga. Si la necesitaba el estaría conectado con ella por medio de la alianza que llevaba en su dedo corazón, el Arcano buscaba mantenerse al tanto de cada uno de los movimientos y no perderse ninguno de los acontecimientos que estaban por desatarse dentro del portal. Cerrando sus ojos se concentraba en su basilisco, ordenándole proteger a toda costa a la Nigromante. Las pruebas se irían presentado poco a poco y finalmente se toparía con su peor enemigo en esa contienda que durante mucho tiempo se vio forzada a postergar. 

@ Juv Macnair Hasani

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Leonardo había sido una experiencia maravillosa en la vida de la Nigromante, pero el Arcano tenía toda la razón. Arrancarse el sentimiento que le unía en cierto modo a su finado esposo, sería parecido a tirar de una vendita adhesiva, dejando expuesta una cicatriz que era la prueba de lo que vivió a su lado. Pero ahora otro hombre ocupaba los pensamientos de la Oclumante, para fortuna de dicho mago las cosas parecían pintarle de maravilla luego de tener que escabullirse entre las sombras, dejando un cúmulo de dudas que de forma irremediable le hicieron pensar cosas erradas a la fémina— Siempre he confiado en ellas—sonreía al notar la alianza que apareciera en su dedo corazón. El nexo se afianzaba con cada segundo que pasaba, sentir la piel áspera de los ofidios  rozar la suya y tenerlas como aliadas era el mejor obsequio que le estaba llegando su maestro.

— James—mecánicamente ese nombre escapaba de sus labios. Sentir la sola presencia de ese grabado cerca de su corazón, el movimiento de las alas de los dragones y el mismo calor que brotaba de lo más profundo de su ser— Sucedió lo que sucedió, pero eso no cambia el hecho de que te ame, te amo y te amaré...—brotaban de su boca esas palabras como una tonada. Cargadas de un sentimiento que estaba amparado bajo el calor ardiente de una hoguera que jamás vería extinta su llama. El soltar el recuerdo de la traición de su mellizo, no le había costado el menor esfuerzo, secundado por el recuerdo de la perdida de su esposo Leonardo. Pero el Fleamont era otro cantar en la existencia de la Vidente, sentirse compenetrada con el, al grado de sentir su sola presencia sin tener que mirarlo directamente a los ojos. 

— Jamás podré soltarlo, no a él—cerrando los ojos apretaba los puños con fuerza. Realmente le amaba como jamás amo o podría amar a nadie. Estaría presente como el hombre de su vida, para la mala suerte de este, nunca se rendiría y le daría la libertad de escaparse de nueva cuenta— El amor de verdad no abandona y yo jamás te abandonaré, no pienso perderte por nada del mundo—tirando de la piel de su brazo arrancaba parte de la misma. La sangre brotaba como lo hace el agua de una cascada, arañando la gravedad con su fuerza, cayendo en picada al fondo del sitio que fungía como un hogar improvisado. Aquel par de ojos azules, le devolvían por momentos una mirada cómplice y que le hizo sentir lo mismo que cuando le conoció— Es más fuerte que yo, no puedo controlarlo—ladeaba la cabeza al sentir otra mordida por parte del áspid. 

— No, no pienso dejarle ir. Le amo demasiado, no puedo verme dentro del mundo mágico sin tenerle a mi lado—se mantendría en la misma postura por el resto de su eternidad. Se alejaba de la realidad que le rodeaba dentro del estadio de quidditch, solamente estaba en su memoria el recuerdo intacto del partido donde le tuvo como rival. Ahí le había dado su primer beso, aquel que sellaba de forma por demás especial la unión entre ambos hechiceros. El anillo que el, le obsequiará dentro de la gala de San Valentin, permanecía en su dedo, destellando al traer a su mente la imagen de su amado. Recuerdos que latían como lo hace un corazón consagrado al sentimiento que le llena de emoción y alegría, no encontraba mejor forma de representar lo que eran juntos como pareja. 

Saliendo del estadio, se perdía entre los vestidores. Encontrando una cometa 280, alargando la mano para tomarla emprendió el vuelo lejos de la carpa. Realmente necesitaba despejarse por completo, lanzar los trozos que quedaban de las memorias que Lawan, le hizo comprender que eran solo piel muerta que estaban ocupando un sitio innecesario en su vida actual. Para ella caminar esa nueva senda, no aseguraba el evitar un tropiezo inconsciente y quizás involuntario— No pienso rendirme por nada del mundo, pelearé con todas las armas que poseo—escuchaba el siseo de las serpientes. Le incitaban a elevar mucho más el vuelo, perdiéndose por momentos dentro de las nubes oscuras que abrazaban sus anhelos. Acabaría contra cualquier obstáculo que osará ponerse en su camino, nadie le frenaría y se haría con la habilidad costará lo que costará. El perderse en lo más alto del oscuro firmamento, afianzaba sus ganas por caer en picada y romperse una y mil veces la cabeza contra el suelo— Ya lo intenté una vez y solo saque un brazo roto como recompensa—se burlaba de la inexperiencia que mostró en su primer partido contra Hufflepuff. 

No fue lo mismo cuando le toco jugar contra Gryffindor, aquello si que era posible compararlo con la batalla entre Griegos y Troyanos. Ella siempre llevaba la espada bien afilada para lanzar los golpes justos contra sus adversarios— Ha sido un momento de diversión, no les matamos del todo—saboreando aquel veneno que brotaba de sus labios, atrajo a su paladar el sabor que poseía el aliento del Fleamont. El néctar más dulce  y embriagador que se quedo grabado en sus papilas gustativas— No suelo darme por vencida, no por nada siempre lucho con uñas y dientes, conservando a mi lado lo que amo de verdad—afirmaba asegurando que se mantendría al lado de su hombre costará lo que costará. 

Saltando al vació respiraba con tranquilidad, eliminando todo rastro de temor infundado en su persona. Estaba lista para continuar con su prueba, soltando otra parte de su piel, aquella que ya no sangraba y simplemente era un trozo carente de color o vida en el. El peso que llevaba sobre sus hombros, poco a poco se iba aligerando conforme iba cayendo, juntando sus piernas aterrizó firme sobre el suelo— Ustedes dos han sido parte de mi vida, pero es momento de soltarlos. Jeriel eres mi mellizo, no puedo cortar el lazo que me une a ti, pero si puedo olvidar tu traición en parte—lanzaba ese mensaje como un cuervo. Esperando que el destinatario lo recibiera a tiempo, porque estaba a nada de salir por el portal y transformarse en toda una Hablante del Parsel. 

— Leonadro, te ame y me amaste. Pero nuestra historia, jamás tuvo a la eternidad como aliada—soltaba el último recuerdo que le quedaba de su esposo. Alejándose por completo de los terrenos de Hogwarts, para adentrarse en un sitio que le era sumamente familiar. Ahí donde el compartiera un secreto especial con la Nigromante, divisando a lo lejos un pequeño osito que jugaba dentro de un estanque— Se dice que unen a las personas que se aman, creo que por eso los denominan mediadores—esbozaba un gesto cargado de franca alegría. El recuerdo de caminar bajo la capa de viaje que le pertenecía al mago, no hizo más que avivar la llama del amor que sentía y sentiría por el eternamente—Dijimos que para siempre y por siempre, pues de ese modo será—sentándose sobre el pasto aspiraba el aroma que brotaba de las flores. 

Perdiéndose en la inmensidad del paisaje, arañaba con las yemas de los dedos las facciones del castaño. Envolviéndose en el aroma que su cuerpo despedía, aquel que era su compañero en las noches que su presencia invadía sus sueños— Esto es el amor, lo queramos ver o no—tumbándose sobre el césped cerraba sus ojos, dejándose seducir por el beso que le entregará dentro de las gradas del estadio de quidditch. Momentos antes de que el partido diera comienzo, gracias a él volvió a tomarle el gusto a dicho deporte y no descartaba volverse a enfrentar en el futuro y llevar las cosas a un nivel de competitividad demasiado alto. Saliendo por el portal, dejaba detrás de ella a dos personas importantes, pero se llevaba a la más valiosa con ella y por la que valía la pena luchar sin pensárselo dos veces. 

Mirando los ojos del Arcano, esperaba que le diera su aprobación y marcharse finalmente con la habilidad impresa en la alianza que la serpiente el obsequiará.

@ Lawan Nguyen Thanh

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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— Finalmente lo ha entendido, no pudo suceder en mejor momento—el basilisco de Lawan cumplió con la misión que este le había encomendado. Cuidado en todo momento del único sentimiento que debía permanecer intacto dentro de la vida de la Oclumante, le veía complacido al liberarse de la piel muerta que permaneció demasiado tiempo unida a su cuerpo. Lleno de orgullo admirado por  cada una de las acciones de la Nigromante, sintiéndose como en sus buenos tiempos. La juventud era un tesoro que pocos sabían valorar realmente, personas que estaban condenadas a vivir su eternidad en soledad, no eran capaces de vivir todo lo que tuvo que pasar Malfoy y Lawan. A él le arrancaron a sus seres queridos, condenándolo a purgar un dolor que le abrió profundas heridas en el cuerpo. 

— Ama de forma incondicional—expreso al verle salir del portal— Y  solo usted  y el hombre que ama son capaces de comprender. No creí que eso fuera posible, pero me ha cerrado la boca, viva por lo que realmente vale la pena darlo todo—señalaba el anillo que la rubia llevaba en su dedo corazón. Varias serpientes enroscadas daban forma a la nueva joya que pertenecía a la nueva Hablante del Parsel— Lo ha conseguido con éxito, jamás puse en tela de juicio las capacidades que posee. Solamente era necesario probarlo de forma dura y lacerante, enseñarle que era lo mejor desprenderse del pasado y darle paso a un desconocido pero prospero futuro—le entregaba el dominio de la habilidad que el poseía desde que estaba dentro del vientre de su madre.

— Luche por el hombre que ama, no se deje vencer por nada y demuéstrele al mundo que nacieron para estar juntos por siempre—asentía mirando al par de ofidios que se volvieron uno mismo con la Neozelandesa. Las entrego a su nueva propietaria, despidiéndose de los momentos que compartiera con ellas mientras las observaba como se alimentaban con los peces que extrajo del cuerpo de agua que estaba dentro de su morada— Son el uno para el otro, permita que el tiempo y la madurez haga su trabajo—tocando con su mano el anillo que el portaba terminaba de vincular este con el de su alumna.

— Es hora de despedirnos, pero recuerde que siempre puede recurrir a mi cuando lo necesite—dándole una palmadita al áspid se despedía de la rubia. Volviendo a su morada, esperando la llegada de un nuevo aprendiz. Aprovechando ese tiempo en ponerse al día y charlar como solía hacerlo con el resto de sus serpientes— Vamos viejo amigo—perdiéndose en medio de la espesura del bosque se vio acompañado por su basilisco. Su tarea estaba concretada con creces, lanzando al mundo mágico a una poderosa mujer que haría un uso adecuado del reciente poder que le corría por las venas. 

@ Juv Macnair Hasani

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