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Aventura VII - ¿Quién tiene el poder?


Dana Gryffindor
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Los desvaídos ojos de Cassian contemplaban la pieza que yacía en sus manos, manos gruesas pero suaves al tacto, manos que se la pasaban entre páginas de libros, en rollos de pergaminos y manipulando códices ancestrales. Pero ahora sus manos tenían la razón por la que los ojos cansados recuperaban su brillo dejando ver el color que el vacío ocultaba, un color intenso y alucinante  del cual solo eran testigos los viejos libros que descansaban en los estantes del archivo.

Finalmente, la pieza que faltaba para el despertar de la verdadera magia yacía en su poder, un pedazo de plata incrustado en una gran piedra de basalto encontrada en Los Andes Patagónicos, al sur de América, esa pequeña incrustación en forma de esfera era lo que necesitaba para completar su búsqueda junto a una pequeña pepita de oro encontrada en el cuello de una dama en Estambul. Estas piezas eran lágrimas de dos sacerdotisas que habían sido separadas a causa de su amor, una de ellas residía en la luna y protegía las noches con su magia y la otra descansaba en el despiadado sol que la había transformado en polvo permitiéndole dejar caer su última lagrima convirtiéndola en oro. Fueron encontradas tras siglos de búsqueda e investigación, vagando entre fragmentos de un mapa, papiros de ancestros y códice perdidos en el tiempo. La lágrima de sol de Isha y de luna de Petra solo eran nombradas en antiquísimos códices en idiomas extintos como sánscrito y acadio, incluso en algunas pinturas rupestres con distintas representaciones según la cultura.

En medio de la sala, sobre un pequeño tapete con la imagen de la luna estampado en él, extendió su diestra al centro de aquella figura y esta luna empezó a menguar lentamente hasta desaparecer llevándose consigo la luz de las velas encendidas sumiendo el archivo en dantesca oscuridad. Sin embargo el tapete se elevó dejando escapar luminosos rayos, como si un sol se ocultara allí, y descubrió un pequeño cofre que apareció girando en espiral hasta llegar a la altura de los ojos del líder del clan de la noche.

Colocó ambas manos al rededor del cofre y lo abrió con suavidad ayudándose con los pulgares, y enseñando la pepita de oro que no paraba de vibrar en el lugar. El anciano colocó a su lado la incrustación de plata y ambas piezas se atrajeron como si fuera arte magnético y su fusión dio lugar a una piedra uniforme, forma redonda y con puntas similares a las de los rayos de sol, dando la apariencia de una esfera de fuego color anaranjada. Esta piedra empezó a brillar con tal intensidad que Cassian tuvo que apartar la vista pues sus ojos le quemaban.

-Su luz... es la de una estrella- dijo cerrando a ciegas el cofre y encontrándose a oscuras.

Un movimiento de su diestra bastó para que las velas vuelvan a encenderse y con el cofre en sus manos la alfombra recobró su forma habitual y el bibliotecario salió del archivo y tocó con la larga uña de su índice el borde del tatuaje.

Las figuras encapuchadas se presentaron ante él formando un círculo, algunos eran miembros honorables de las generaciones más antiguas del clan Discípulos de Nosferatu, cuyos tatuajes cubrían casi en su totalidad el brazo elegido para el mismo, estos eran quienes habían conseguido las lágrimas. Otros eran miembros de generaciones nuevas, hambrientos de sabiduría y conocimiento.

-He aquí- dijo elevando el cofre aferrado a sus manos -la fuente capaz de otorgar magia ancestral, quienes observen su luz no solo conseguirán magia en caso de carecer de ella, también otorgara conocimientos natos que deberían ser descifrados y aprendidos. En definitiva, vuelve poderosos a magos débiles y otorga magia a quien carece de ella. La mantendremos con nosotros, con esta fuente de poder erradicaremos esa magia pedestre a la que someten a las nuevas generaciones, esa magia que tanto Lucan como Asra veneran.

Dicho eso, el viejo regresó el cofre al lugar de donde lo había sacado, debajo del tapete y anunció:

-Proteged este cofre de quienes vengan con manos usurpadoras a hacerse de él, defendedlo con su vida de ser necesario.

Sus pobladas cejas se fruncieron y sus ojos nuevamente se sumieron en el vacío al que estaban acostumbrados. Sin embargo lo que Cassian no percibió a causa del artefacto que poseía, porque hacía tiempo que algo no lo animaba o quizás también porque los años empezaban a pesar sobre sus hombros, no vio ese pequeño escarabajo que salió rápidamente de la habitación y que en los terrenos de la fortaleza cobraría la forma de un senescal de alto rango que le comentaría a Asra sobre el la fuente de poder.

-Dicen que el amor es la fuente más poderosa de magia- rugió la nómada -Y ese viejo Cassian ha dado sentido a esa frase.

Asra tocó su gran tatuaje llamando a todos los miembros del clan Senescales del Caronte, debían presentarse de inmediato en el Puerto de La Muerte y les habló sobre los planes de los discípulos de Nosferatu.

-¡Traed el cofre!- rugió.

Lo mismo pasó con Lucan, cuyo espía era el fragmento resquebrajado de un espejo situado entre una pila de antigüedades que adornaban el archivo, desde allí espiaba al viejo que siempre se mantuvo al borde de conspiraciones en contra el actual manejo de la magia. El Caballero de Walpurgis tocó también su tatuaje y llamó a los miembros de su clan para encontrarse allí, en El Bastión Salvaje.

-Hemos sido traicionados, los Discípulos de Nosferatu esconden de nosotros las lágrimas de las sacerdotisas del sol y la luna, creímos que eran mitos pero Cassian ha descubierto la verdad y la oculta en un cofre en su archivo, justo bajo el tapete de la luna. Invadid la Biblioteca de la noche y traedme ese cofre, no mencionaros ni una palabra a los Senescales, pues no sabemos en quién confiar.

 

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Bienvenidos a una nueva aventura

Como verán, hemos dado un enorme giro a la trama de las aventuras para darle otra frescura e incentivarlos a participar.

Espero que les gusta esta propuesta y de no ser así... siempre pueden acompañar la trama y llevarla a donde ustedes quieran ;)

 

MISIÓN

Cada clan tiene su propia misión, aprovechemos que son 2 o más los inscriptos por clan, lo ideal sería ponerse de acuerdo entre ustedes y lograr el objetivo impuesto por cada líder de clan. Si ven necesario traer más gente de su clan al rol, bienvenido sea :)

OBJETIVO

5 roles y uso de todas las habilidades de su nivel de conocimiento

---

-Utilizar el conocimiento que les corresponde, de ser posible marcarlo con negrita para facilitar la lectura del mismo.

-Deben tener al menos 5 roles utilizando su conocimiento de clan.

-Lean la ficha de los jefes de los clanes para una historia más enriquecida.

-Cualquier duda aquí.

 

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Caballeros de Walpurgis

@ Arya Macnair Conocimiento 3

@ Crazy Malfoy Conocimiento 3

@ Eterno Black Triviani Conocimiento 3

Senescales del Caronte

@ Sagitas Potter Blue Conocimiento 2

@ Juv Macnair Hasani Conocimiento 3

@ Aaron Black Yaxley Conocimiento 3

Discípulos de Nosferatu 

@ Helike R V PB Conocimiento 1

@ Sybilla Macnair Conocimiento 3

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Editado por Arya Macnair
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Estaba cansada. Sí, habían pasado unos días desde que estuve en aquella taberna con Crazy y más compañeros, al finalizar aquella extraña aventura; sin embargo, el cansancio no había desaparecido del todo. Supongo que algo que ver tuvo la bebida post-adrenalítico para celebrar el buen resultado, aunque también aquel horrocrux que había conseguido efectuar en ella. Mi rana estaba a buen recaudo, siempre vigilada, por contener aquella parte de mí que nunca hubiera creído capaz de arrancarme de forma tan fácil. Estaba avanzando en unos hechizos que nunca creí que iba a utilizar y que, muchas veces, había repudiado cuando veía en libros que grandes magos los habían usado.

Había cambiado, sí. Lo notaba yo y lo notaban los otros, sobre todo mi familia. Ya no les dedicaba tanto tiempo; procuraba esconder a sus ojos en lo que me estaba convirtiendo. Y bebiendo. No alcohol, eso lo dejaba para las noches de taberna en los terrenos de la Fortaleza. Allá bebía mucha agua (por la deshidratación de las resacas) y muchas pociones revitalizantes en las que intentaba encontrar un buen método para que desaparecieran de repente, sin huellas. Pero el cansancio y las ojeras persistían. Tal vez debiera dormir un día entero para notar alguna (breve) mejoría.

La llamada me pilló en ese momento, bebiendo una poción espumeante y de color grisáceo nada atractivo, cuando sentí el picor en el brazo izquierdo. Como tenía que ser, me fui a rascar de forma instintiva, derramando aquel líquido apestoso en la manga blanca de seda que aún llevaba puesta desde que había vuelto del Ministerio. Gruñí y lancé el vaso al suelo, quitándome la blusa de forma violenta antes de lanzarla también al suelo.

Miré al espejo. Lo que una vez fueran manchas grises se habían convertido en un tatuaje de un barco sin acabar pero reconocible, moviéndose a ondas en unas ola imaginarias. Sabía lo que significaba, ahora tenía experiencia. La Maestra del Puerto llamaba a los Senescales. Miré el estropicio y me encogí levemente de hombros. Me desvestí. Seguro que si aparecía en el punto de encuentro con aquella ropa tan elegante, Asra Boswell me mandaba un hechizo que me rompía en trocitos, seguro.

Así que aparecí allá con unos pantalones oscuros, cómodos, al igual que el calzado, unas botas de tacón corto y cuadrado, con el que podría moverme sin dilaciones. Para arriba, un sencillo jersey de lanilla. Era casi verano, pero ya sabía que, en el puerto, hacía algo de frío. Y acerté. Sentí un frío lacerante recorriendo mi espina dorsal al sentir a nuestra Maestra de Senescales explicándonos la traición de los miembros del Clan de Nosferatu. No había oído nunca hablar de las lágrimas de las Sacerdotisas de la Luna y del Sol, pero mis ojos se achicaron al escuchar el gran (aunque temible) poder que tenían.

Contemplé a mis compañeros y fruncí el ceño.

-- Traer el cofre... Parece sencillo...

Era mentira, sabía que esto iba a provocar un cisma en el Bando, que los unos iban a defender a muerte la posesión y el resto íbamos a rescatarlo para nuestro propio clan. Un bando enfrentado por unas reliquias antiguas. ¿Merecerían el sacrificio que íbamos a hacer? Eso esperaba porque estaba decidida a que fuera a manos de la Maestra de los Senescales.

@ Juv Macnair Hasani  + @ Aaron Black Yaxley

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La figura de Lucan Lawless se recortaba, sólida, contra los dorados rayos del crepúsculo. Era un hombre fornido y achaparrado, de piel negra y rostro cincelado en piedra, alrededor del cual parecía deslizarse, sin tocarlo, el resplandor provocado por los estertores del día moribundo. Iba vestido con ropa de entrenamiento, apenas unos desgastados pantalones de cuero y un chaleco que dejaba su torso al aire. A su alrededor se extendía Bastión Salvaje, el campamento fortificado que servía de lugar de reunión al clan que dirigía. Entre las ordenadas hileras de tiendas de tela blanca correteaban, ajetreados en mil quehaceres, sus subordinados, e incluso los vigías del perímetro, apostados en elevadas torres de madera, parecían observar con especial celo los alrededores. 

Crazy observó tranquilamente el campamento y no le gustó demasiado lo que vio. Aquel ambiente frenético y concentrado, muy distinto del habitual buen humor y liviandad del campo, le recordaba mucho al de un ejército preparándose para la guerra. Y los Walpurgis eran un ejército muy bueno, pero que destacaba en una única cosa. Matar.

Se había vestido con unas ropas sencillas, ya que sus camaradas rara vez apreciaban la ostentación o los lujos, apenas unos pantalones negros de cuero flexible y una camisa azul claro de corte marcial. En el costado izquierdo de su cinto colgaba la varita, el derecho estaba reservado para el colmillo del clan, si es que alguna vez llegaba a ganárselo. Llevaba ya bastante tiempo entrenando y aprendiendo los caminos de los caballeros, y aunque todavía le quedaba un enorme trecho por recorrer, al menos ya no era considerado un novato. Ese era el motivo por el que algunos de los mercenarios más jóvenes se paraban al pasar a su lado para saludarlo llevándose el puño al pecho. La jerarquía era un concepto cambiante y caprichoso allí dentro, pero la fuerza se respetaba. Precisamente por eso no pudo evitar tragar saliva al acercarse al que era conocido como Alfa.

- ¿Ya te has enterado?  - la voz de Lucan reverberaba con un timbre similar a un desprendimiento de rocas -

- Tendría que estar sordo y ciego, los cachorros no hablan de otra cosa, parecen emocionados por su primera batalla en meses

Lucan asintió, girándose para mirarlo. Parecía satisfecho.

- El cachorro que no ansía luchar nunca se convertirá en lobo

- Los lobos no atacan a los suyos, eso es más propio de los perros rabiosos

Lawless encajó el reproche sin pestañear, duro como el granito, sosteniendo la mirada de Crazy con serena tranquilidad. A pesar de todo, detrás de sus ojos oscuros parecían atisbarse los remolinos de una tempestad.

- Me imaginaba que dirías algo así  - suspiró -  Todavía estás a medio camino, por eso no lo entiendes.

- ¿Entender qué? ¿Que vamos a atacar a un aliado porque tiene un juguete que nos gusta?  - la voz del Malfoy era gélida, dura, sin rastro del humor socarrón que lo caracterizaba - ¿Qué importa que tenga las lágrimas? Son suyas, él las ha encontrado.

Lucan tardó unos instantes en responder. Uno de sus oficiales, un Walpurgis de pleno derecho con el tatuaje de Ouróboros completo, se acercó para que firmara un legajo repleto de palabras en una columna. Parecía una lista de intendencia, más preparativos.

- Ha roto el código, es avaricioso, arrogante y ladino  - respondió el Alfa - Sí, también poderoso e inteligente, y un aliado, pero eso no lo exime de cumplir sus compromisos. Dime, ¿Qué harías con un recluta que incumple una de tus órdenes?

Lucan lo observó de nuevo, despidiendo a su oficial con un gesto. Su expresión parecía transmitir un desafío, y sus palabras encerraban un doble sentido. Un recluta que desafía a su superior debe ser castigado,  ¿Iba por lo tanto Crazy a desobedecer a su comandante? La amenaza no era muy sutil, pero no solían serlo entre los Walpurgis, ni siquiera entre viejos amigos como lo eran ellos dos, que se conocían desde mucho antes de que Lawless fundara el clan, de los tiempos de la Compañía Gris.

- Espero que sepas lo que haces, si esto se nos va de las manos será el caos

- De ti, y de tus camaradas, depende evitarlo. Queremos que Cassian acepte su error, nada más  - hizo una breve pausa, meditando sus siguientes palabras -  No queremos una guerra, pero estamos preparados para ella

Crazy asintió. No tendría sentido discutir, los Walpurgis eran obstinados y daban importancia a los contratos y las promesas. Las transgresiones se castigaban y las ofensas eran respondidas. Esperar lo contrario era como pedirle al viento que dejara de soplar. Sin decir nada más, se alejó del centro de Bastión Salvaje, dejando que los sucesivos círculos de empalizadas defensivas que iba cruzando bloquearan los rayos del sol en su ocaso. Allí donde se encaminaba no encontraría más que sombras.

 

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

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  • 2 semanas más tarde...

Un momento como este era de esperarse, ¡un enfrentamiento de clanes! ... por magia. El poder era algo a lo que genuinamente me había entregado ¿quién no lo haría?, sobre todo por la contingencia que atravesaba el mundo mágico. Sin embargo, no había apostado por los líderes de clanes, aquellos nuevos maestros de conocimiento que habían llegado a la ciudadela de magos tenebrosos; sin ir más lejos, habían tomado posesión del puerto, el bosque y la biblioteca de la Torre Negra ¡nos tenían a su merced! ... y no me gustaba para nada. A pesar de ello, era cauto y observaba a menudo sus quehaceres, después de todo y gracias a uno de ellos, la capitana Asra Boswell, había conseguido dos horrocruxes, pergaminos y rituales que se habían perdido desde la guerra mágica de Tom Riddle y el niño que sobrevivió. 

- Sería más sencillo con Cassian muerto... -comenté a Sagitas- así como con muchos otros. Vámonos de aquí, todo esto será útil para el bando... - les dije tras dar media vuelta y murmurar una seca despedida a la maestra del puerto bajo una sutil muestra de indiferencia. 

Los pasos de mis botas resonaron por la sala de capitanía dentro del barco en que nos encontrábamos y justo al llegar a la puerta, sentí el reproche de madame Boswell. Una cortina de hielo se interponía bajo el umbral

-Por cada pago, un día menos Aaron Black...

Eso había dicho tras mirarle por el rabillo de la gris mirada que me caracterizaba, observando la punta de sus dedos apuntando hacia la salida con un degradé de hielo compacto que se evaporaba como disparo de cañón muggle. Eso era lo que había venido a aprender, el pago del alma por el uso de aquellas condenadas al sufrimiento eterno. 

¿A qué se habrá referido con un día menos teniendo un par de horrocrux de por medio? ¿Sería el destino algo real ante los diversos caminos que la adivinación pudiese enseñar según y la suerte del individuo?... Que curiosa y filosófica era la naturaleza que nos daba la vida, aquella que nos había formado como seres distintos del muggle, aquellos idílicamente especiales.

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Me preguntaba qué estarían haciendo ahora los otros clanes. Al menos uno de ellos defenderían su posesión ante los otros dos, pero... ¿Nos podríamos unir de alguna manera con el otro clan para conseguirlo, antes de pelearnos por ver quién se lo quedaba? La verdad era que tenía poco conocimiento de los clanes que había en mi bando. Desde mi entrada, mis ojos se habían posado en aquel barco que fondeaba en el puerto. Era extraño, pues mi idea inicial siempre había sido meterme en la biblioteca de la Fortaleza y quemarme los ojos y los codos leyendo y leyendo en busca del hechizo que necesitaba, de aquel que pudiera ayudarme con el problema que tenía, aquel que había provocado el cambio en mí misma en su búsqueda y me había hecho más inflexible en mi entorno. Lo necesitaba.

Entonces, ¿cómo es que había sido atraída por el movimiento insinuante de aquel barco oscuro en cuanto entré en el Bando? Inexplicable, pero conocer a Asra Boswell fue un zarandeo en mi decisión de seguirla en el Clan de Caronte. Y estaba dispuesta a todo, como conseguirle esas reliquias, sin preguntar, sin juzgar, sólo cumpliendo su deseo. Le sería fiel al clan y actuaría en consecuencia, aunque fuera lo último que hiciera en esta vida. Del otro clan, apenas sabía nada de nada. En realidad, sólo había encontrado a un miembro del otro clan, @ Crazy Malfoy , quien me había sorprendido con su aspecto animal acorazado y con su trasparencia en la aventura anterior.

La voz irritante de @ Aaron Black Yaxley  me sacó de mi reflexión interna. Saber que él estaba a mi lado provocó media sonrisa. Aún antes de saber que era el Líder del bando, le odiaba. Mucho. El hecho de haber entrado en La Marca no había apaciguado ese rencor y, por lo contrario, el saberle líder y al que supuestamente le merecía Lealtad, provocaba en mí la necesidad de hacerle desaparecer. No, no congeniaba mucho (¡nada!) con su forma de pensar, pero, de momento, era útil obedecerle, conocer el intrínculis de la dinámica de bando y seguir avanzando en él. Él sólo era una persona más, alguien que podría acabar muerto como cualquier otro si se interponía en mi camino, en mi finalidad. Aún así, le respetaba, aunque podría parecer hipócrita en ese sentido. Él era como yo, obstinado en un fin, firme en sus ideas.

-- Cassian es el líder de... -- ¡El bibliotecario! Alguien a quien me hubiera gustado conocer. Su fama como Bibliotecario se extendía con mil murmullos entre los miembros de La Marca, pero quienes no le conocían, le temían; quienes le conocían, no hablaban de él. Me contesté a mí misma. -- ... del Clan de los Nosferatu. ¿En serio es necesaria su muerte?

Hablaba mi curiosidad infinita, mi deseo de perderme en los miles de libros y pertenencias que se suponía que tenía en posesión en algún lugar oculto, ojalá que dentro de los límites de la Fortaleza porque lo buscaría y me enterraría en sus deseos. ¿Había dicho que aquel hubiera sido mi clan si no me hubiera sentido llamada por el agua del puerto? Tal vez en ello estaba mi potencial de animaga, de origen marino.

Me distraje. Nuestra capitana dijo algo críptico a Aaron y me la quedé mirando fijamente a sus ojos. ¿Lo que le había dicho era sólo para él o también podría servir para los presentes? Algo parecido había oído durante el estudio de mis Habilidades. La Magia se paga..., algo que había podido comprobar en Nigromancia y, en cierta manera, en Videncia... La Magia se paga... Por cada pago, un día menos... Era algo en lo que valía la pena detenerse a reflexionar.

¡¡Pero no ahora!! Aaron ya había dado media vuelta y salía de nuestra vista. Puse la mano por delante (como si ese gesto hiciera funcionar mejor el hechizo) y murmuré un Círculo Astral que dilatara el tiempo alrededor del líder mortífago, para poder alcanzarle. Avanzaba ahora mucho más despacio y su movimiento hacía de él un personaje algo ridícul0. Sonreí tras mi travesura y azucé a @ Juv Macnair Hasani  para que nos alcanzara.

-- Vamos, Juv, que se nos escapa. Vayamos juntos a buscar ese cofre tan chungo... ¡Eh, Aaron, espera!

Le alcancé, por supuesto, en el momento justo que sus movimientos volvían a ser reales y caminaba con paso firme.

-- Esto... ¿Sabes dónde esta la Biblioteca? ¿A dónde vamos?

Pregunta est****a. Era el líder de la Marca, debía conocer todo los terrenos de La Marca.

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Torre Negra

El insoportable goteo de una filtración estaba a punto de volverme loca, llevaba allí algo más de cuatro días y Aaron aun no se había dignado a bajar, me preguntaba cuánto más tardaría en hacerlo. Mis emociones a estas alturas habían pasado por todas sus fases, cuando Mael cerró la reja frente de mi grité iracunda —después de una conversación acerca de Elvis— más tarde me cuestioné si habría hecho bien en enfrentarlo, en dejar que los sentimientos hablaran por sobre mi razón y me arrojaran a traicionar al Líder de La Marca Tenebrosa ante varios ojos expectantes, y por último lloré, sí, lágrimas de conmoción por las noticias procesadas, de dolor por la pérdida, de desazón por comprender que posiblemente había perdido a Black para siempre. 

Abrazada a mis rodillas en un rincón del calabozo que me servía de reflexión sentí el insoportable chirrido de una rata, no le temía a ningún animal, aunque estos me resultaban repugnantes al igual que los murciélagos.

El animalejo con sus pequeñas patitas se rascó la cara, me miró con una profundos ojos negros como la noche y se coló por las hendijas de la puerta de madera, parecía intentar comunicarse conmigo pero no conseguía comprender qué estaba diciendo. De pronto mi oído agudizado por ser una cambiaformas captó el chasquido mecánico de la cerradura accionándose, me paré de un salto con la espalda pegada a los húmedos y fríos ladrillos de la pared, del otro lado de la puerta la oscuridad absoluta. 

"Lucan te está esperando" Sorpresivamente el roedor volvió a chillar, pero ésta vez dentro de mi cabeza sonó a palabras. 

No estaba lo suficientemente entrenada como para emplear la voz del amo, pero hube practicado, eso seguro. En cambio, utilicé mi piel de camaleón para volverme una con la mazmorra y poder salir de allí sin ser vista, los mismos bobos a los que Aaron había amenazado junto conmigo en la taberna era quienes velaban por mi allí; gusto me habría dado ver cómo los volvía ceniza debido a la desaparición de la reclusa. Silenciosamente me escabullí, siguiendo el zumbidos de los cuervos por fuera de la Torre Negra, me recibió una noche cálida que impregnó mis pulmones de aire veraniego, debería de tratarse de algo sumamente importante para que un Líder clan rompiese la orden de un Líder d Bando ¿O quizás nadie sabía nada aun? estaba algo confundida pero aun así me zambullí en el bosque. 

—¿Cuánto tiempo ibas a dejar que me pudriera allí abajo?

Le pregunté al Alpha tras abrir la puerta con violencia y cerrarla tras de mi. 

—Eso no es problema mío, Macnair

Respondió lanzando a mi rostro un pergamino.

Al parecer era la última del clan Walpurgis en llegar, por lo que la manada estaba dispersa en pos al plan. Ese no fue para mi problema alguno, saber de qué se trataba era más bien la espina. Miré al moreno, volví a leer su orden y arrugué el papel entre mis manos ¿Se había vuelto loco? por curioso que fuera la marca tenebrosa en mi antebrazo no ardió indicando el límite —la traición— así que me encontraba en una disyuntiva.  La Arya Macnair de hace cuatro días atrás, encabronada con Aaron, habría cumplido la misión al pie de la letra, no importaba el costo ni a quién se llevase por delante. Pero había pasado tiempo conmigo misma y mis pensamientos, no solo sabía que era incorrecto, yo sería incapaz de traicionar a mis compañeros. 

—¿Qué es esto? Nada puede ser tan importante como para traicionar a los demás clanes ¿Tú te has vuelto loco?

Levanté la voz lo suficiente como para que mis últimas palabras se confundieran con un gruñido animal, mis ojos verdes se volvían caninos, de un amarillo oro fundido. Lucan se paró de un golpe, me tomó por el cuello y cuestión de segundos mis pies ya no tocaban el suelo, estaba claro quién mandaba allí. Su mirada penetró mis pensamientos, hizo que me ruborizara. 

—No eres más que un cachorro.

Me soltó, escupió las palabras. Caí contra un mesón de madera frotando la garganta, ahí donde la piel quemaba todavía, sin apartar la mirada. Sabía que me dolía que lo dijera. 

—Te esperan en el campamento, aquí nadie está jugando la carta de traición, así que mejor calma tus ideas y piensa antes de actuar, Macnair. Tu impulsividad jamás va a llevarte a ninguna parte. 

Hablaba el de instinto animal, pensé, pero intenté seguir, entonces, su consejo y me mantuve en silencio. 

Campamento Walpurgis

Seguí sus órdenes también, a pesar de no estar de acuerdo, y pisé territorio de caballeros horas más tarde. No recibí noticias de Lucan luego de nuestra discusión por lo que supuse que estaría molesto. Caminaba lentamente sobre suelo pedregoso observando las tiendas de campañas dispuestas de manera circular y estratégica, no recordaba haber visto tantos miembros del clan juntos desde mi bautismo por lo que la situación ya olía raro para mi. 

Deslicé mi andar rumbo a la carpa central, la que se veía más grande y flameaba por encima la bandera del clan. Todos me miraban, resaltaba pero no por ser mujer, sino por ser la única que no portaba uniforme de guerra ni armas a la espalda. Rodé los ojos y no permití que me afectara hasta llegar donde quería y correr la tela de un manotazo, dentro me encontré a dos hombres cruzando palabras y miradas, ninguno de los dos parecía estar contento con la situación y a duras penas alcancé a capturar frases de Lucan.

¿Quién era el mago junto a él?

—Será mejor que salgas allí y les digas a tu manada eso mismo, porque yo los veo bastante deseosos de una guerra, Lucan. 

El otro sujeto se volteó por mi intromisión, abrí los ojos como platos, agaché sutilmente la mirada y me incorporé tan rápido que ninguno debió notarlo aunque mi aroma hubiese cambiado.

—Señor Malfoy. 

Saludé con educación. 

@ Crazy Malfoy

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La súbita interrupción cortó el duro comentario que estaba a punto de escupir Crazy. Se alegró al instante de ello, porque no era el momento de dejarse llevar por la frustración y poner un nuevo elemento de caos en aquel maremágnum. No haría cambiar de opinión a Lucan, y enfrentarlo cuestionando su autoridad no sería un paso inteligente. Los Walpurgis no necesitaban una lucha de poder, al igual que no la necesitaba la propia Marca.

Se giró y descubrió que la recién llegada era alguien conocido. Una joven pelirroja y pecosa de rostro atractivo. No la conocía demasiado, pero sabía que era una de sus compañeras, uno de esos mortífagos que se encontraban aprendiendo los caminos del clan y a quienes Lucan siempre denominaba cachorros. Verla allí le recordó, por algún motivo, cómo otra mujer pelirroja de ojos verdes había desencadenado una sucesión de acontecimientos que culminó en la caída de cierto señor oscuro. 

- Vamos Arya  - dijo esbozando una sonrisa cansada -  Al parecer tenemos órdenes

Ambos caminaron a través del campamento en silencio. Crazy sabía que en Bastión Salvaje no existía nada remotamente parecido a una conversación privada. Lograr una en un campamento repleto de cambiapieles era prácticamente imposible, y mucho menos en una situación de alerta como aquella. El resto de clanes los subestimaba en ocasiones, considerándolos un grupo animal y poco dado a sutilezas, pero ser capaz de proyectar tu mente en cualquier animal de forma indetectable era una habilidad de espionaje que ya quisieran para sí el resto.

Al traspasar la última barrera de empalizadas, su acompañante se giró, observándolo con una expresión que Crazy no supo descifrar.

- ¿Y ahora qué hacemos?  - preguntó -

Crazy estudió su rostro durante unos instantes, parecía tímida pero resuelta. Algo le dijo que ella tampoco estaba de acuerdo con aquel disparate. 

- ¿Asumo que también deseas evitar la guerra?

El Malfoy se giró hacia un bosque cercano, colindante con Bastión Salvaje. Lucan no había elegido el emplazamiento de su campamento fortificado allí por mera casualidad. Aquel bosque estaba repleto de animales.

- La Biblioteca es un lugar peligroso, los Nosferatu son taimados  - señaló los árboles -  Necesitamos ojos y oídos allí dentro que nos hagan de avanzadilla

Entrar a ciegas en la guarida de Cassian era comprar todas las papeletas para un fracaso absoluto.

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

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— ¿Es un cambia que?—le cuestionaba sacándose el polvillo inexistente de su capa de viaje— Eso no cambia, ni aunque lo muelas a palos con un marro—se mofaba ajustando el cintillo de su pantalón de vestir. Las acciones de Cassian, si que estaban catalogadas dentro de lo más poco ético y profesional, pero para seres como ella esos adjetivos no le calzaban al líder de los Discípulos de Nosferatu. Era como sacarle la vuelta a lo más elemental, pero matarle sería prácticamente un suicidio anunciado para la Senescal de Caronte. El navío le quemaba la piel, tal y como lo hacen las brasas ardientes, sobre el metal que se desea moldear a altas temperaturas— Asra me convoca y no puedo decirle que no—echándose un mechón de cabello detrás del hombro, le restaba un poco de importancia a salir como caballo desbocado por la puerta. 

Solía decirse que los últimos eran los primeros, aquella aseveración se volvió una de sus máximas de un tiempo a la fecha. Ya no era la misma que se alejará del mundo mágico hace un par de meses, ahora veía las cosas con mucho más frialdad que antes y si debía asesinar a uno que otro miembro de otro clan, indudablemente no se lo pensaría dos veces. No era fanática de la traición, atrayendo a su mente viejas memorias de los juicios que solían realizarse en contra de los que habían osado atreverse a traicionar al linaje oscuro que la vio nacer y crecer como la poderosa hechicera que era en la actualidad— Es hora—cubriendo su rostro con aquel lienzo blanco dejaba que Hysy tomará las riendas de momento. 

Chasqueando la lengua invocaba aquel vórtice conformado por cráneos de diversos tamaños, añorando aquel conjuro que jamás volvería a utilizar dentro del campo de batalla. Morisoseo Ánima era como un remanso de paz inesperado para ella, el ver a esos pequeños causar un daño severo en el cuerpo de sus enemigos y algunas veces en los pobres infelices que tenían la desdicha de cruzarse en su camino—Viejos y buenos tiempos, porque es lo que eran y lo que seguirán siendo—posiblemente estaba viviendo en una época fuera de su espacio natural. Echando en falta la compañía de Misty y Glenin, aquel par de magos que le enseñaron varias de las tácticas que destilaba con orgullo allá donde sus pasos le llevaban. 

Desapareció para aparecer con un crack en el puerto de la muerte, sitio que le encantaba visitar para beberse unas buenas copas de ron a la orilla del mar— Sin duda está loco, quizás la edad, ya le esta pasando factura. Yo jamás me fie del todo de Cassian, pero quien era yo para saltarle al cuello y arrancarle la yugular de un solo mordisco—parafraseó notando la mirada del Black en ella— ¿Qué?—levantando las manos como si fueran las alas de un cuervo que busca emprender el vuelo— Y luego te preguntas, ¿Por que me odian?—agregó con un tono similar al que usan los niños antes de iniciar un berrinche. Sagitas estaba ahí con ellos, pero eso no aligeraba la carga de tener que soportar al Líder del bando. 

Vaya lápida que le tocaba soportar sobre los hombros, pero todo era por el bien común y hacerse antes que los Caballeros de Walpurgis con el dichoso cofrecito. Ordenes eran ordenes y el estilo de Boswan sin duda era del agrado de Malfoy. Arrebatada en los momentos justos, pero astuta cuando debía colarse, cual serpiente que busca clavar los colmillos e inyectar la ponzoña en su victima arrancándole la vida sin remedio— Ahí va el que vive con prisa todo el tiempo—rodando los ojos pensó — Haz de la Noche—abriendo un portal para seguirle la pista a Aaron y Sagitas, no les sacaría los ojos de encima por nada del mundo. 

@ Sagitas Potter Blue  @ Aaron Black Yaxley

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Me sentí bastante avergonzada al notar cómo Crazy me trataba y cómo absurdamente reaccioné al verlo dentro de la carpa, más él no dejó margen para comentario alguno, casi como si supiera que Lucan se aferraba hasta a la más mínima de mis debilidades para degradarme. Aun me consideraba un miembro del clan débil pero se mantuvo en silencio observando como le dábamos la espalda y salíamos hacia un cielo que nos recibió nublado y mal augurio. Le seguí el paso sin titubeo, podía sentir como los demás cachorros volteaban a vernos, susurraban entre ellos palabras que mis oídos agudizados captaban a la perfección, y continuaban afilando dagas, flechas y espadas. 

Ambos caminamos sin cruzar palabras hasta traspasar los límites del campamentos y adentrarnos en el bosque. —¿Y ahora qué hacemos?— pregunté.

Malfoy escudriñó mi rostro, casi analizando mis facciones, lo que me dijo podría poner en riesgo nuestra permanencia dentro del clan pero no le vi remordimiento alguno por lo que la respuesta no se hizo esperar. Asentí sutilmente, fruncí un poco el ceño y arrugué los labios; al expresarme tenía algunos rasgos infantiles, cosa de la que solo estaba enterada porque Aidan lloraba de risa cuando discutíamos en lugar de molestarse, lo que me enojaba aun más. 

—No sé cuál es el problema de orgullo que tienes estos tres sujetos, pero no estaría dispuesta a permitir la traición entre miembros de La Marca para ver quién de ellos es más poderoso. 

Seguí su mirada hacia lo alto, un grupo de aves se posaba en las ramas de un árbol que comenzaba a poblarse de hojas verdes debido a la estación del año que transitaba. Suspiré, la conversación seguía un rumbo inevitable. 

—Yo no los subestimaría, Crazy. Ellos saben que somos animales de fuerza, estarán esperando el ataque. Lo mejor que podemos hacer es violar el perímetro de manera camuflada y...

Un pájaro sobrevoló nuestras cabezas, tuve que agacharme unos centímetros para que no me chocara. 

—... conseguir un par de ojos y oídos que nos guíen hacia la mejor entrada.

No hacía falta que le dijese a qué me refería, entrenábamos juntos para convertirnos en Caballeros de Walpurgis, sabría perfectamente que hablaba de emplear nuestra voz de mando sobre criaturas pequeñas que pasasen desapercibidas, como aves y roedores. 

@ Crazy Malfoy

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Crazy escuchó tranquilamente a su nueva compañera. Analizaba sus expresiones y tono de voz casi de forma automática, era una costumbre producto de décadas inmerso en las arenas movedizas de la política, y estaba ya tan intrincada en su comportamiento que lo hacía sin pensar. Parecía sincera, desde luego, pero precisamente los rivales más peligrosos eran aquellos que parecían ser sinceros. Cuando uno llevaba la vida que había llevado el patriarca Malfoy, no se llegaba a viejo sin un pequeño punto paranoico.

- Yo no los subestimaría, Crazy

Aquella frase lo hizo parpadear, y comprendió que su interlocutora intentaba convencerlo de evitar un ataque frontal contra la Biblioteca. Diablos, ¿Acaso transmitía una imagen tan temeraria? Era un hombre de acción, eso era cierto, pero no sentía inclinación alguna hacia el suicidio. Al menos casi nunca.

- Apruebo tu prudencia  - dijo sonriendo -  

Se concentró durante unos instantes y expandió su mente, como había sucedido en otras ocasiones sintió al instante la presencia de una cantidad de animales que se le antojó prácticamente infinita. Casi podía sentir sus pensamientos, o al menos los impulsos primitivos que regían su consciencia y los impelían a satisfacer sus necesidades vitales. También tenía la sensación de poder comunicarse con ellos, o atraerlos, pero eran tantos que le resultó imposible concentrarse en alguna forma de vida concreta. Los animales más grandes, como los mamíferos, sí eran fáciles de localizar, pero aquel trabajo requeriría algo más discreto. Algo como...

- Cuando Lucan lo explica parece sencillo 

Arya lo observaba ligeramente confundida, la forma en que fruncía los labios tenía un cierto aire infantil. Crazy se esforzó por componer una expresión de enfado, frunciendo todos los músculos faciales de los que fue capaz, y dijo con la voz grave de Lucan:

- Todas las formas de vida están atadas a ti, la naturaleza respeta la fuerza  - hizo una pausa dramática -  Llámalos y te obedecerán

Entonces una mosca pasó zumbando a su lado y comenzó a dar vueltas alrededor de su cabeza. Curioso, justamente había estado pensando en convocar insectos. A la primera mosca le siguió una segunda y luego una tercera, hasta que un pequeño enjambre de dípteros orbitaba sobre él. 

- O huelo más mal de lo que pensaba  - dijo -   O el secreto está en poner la voz de Lucan

Extendió entonces de nuevo su mente y a aquella distancia le resultó más fácil separar la mente de los insectos del mar de criaturas vivas que lo rodeaban. Comprendió que estaban expectantes, habían acudido a la llamada pero carecían de un propósito. Si no se lo daba, su limitada capacidad de comprensión las haría irse volando de la misma forma en que habían llegado. Probó a darles una orden sencilla y el pequeño enjambre obedeció elevándose un par de metros en el aire, sin dejar de volar en círculos. Satisfecho, lo intentó con una instrucción más compleja y media docena se posaron sobre sus pantalones oscuros, donde serían prácticamente invisibles. 

- Vale, ya tengo varios pares de ojos, nos vamos cuando quieras

 

 

 

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

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