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Gala de Premiación de la Superliga Europea I


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27 de junio, 9:00 PM. Kampus de Vitosha. Sofia, Bulgaria.

 

Las restricciones del gobierno británico habían supuesto un obstáculo a sortear para la organización de un torneo internacional de quidditch. Contar con una de las ligas más poderosas del mundo y no poder postularse como sede de la reunión deportiva era algo con lo que Black debió lidiar. Las propuestas del resto de Europa no pararon de llegar: Alemania, Francia, Rusia, Luxemburgo y otros países querían albergar la competencia. La resolución fue Bulgaria, un país con gran tradición.

A las afueras de Sofía se encontraba uno de los estadios de quidditch más modernos del mundo, una completa obra de arte de la arquitectura mágica. Para colmo la ubicación era inmejorable, a los pies del monte Vitosha y sus espectaculares vistas, donde terminaría alojándose el campus de los jugadores.

El torneo comenzó a fines de mayo entre Montrose Magpies y Vratsa Vultures, con una importante victoria para los escoceses. Luego continuó con un clásico del Reino Unido: Tutshill Tornados venció a Montrose Magpies. Los ingleses que visten elegantes túnicas celestes alcanzaron su segunda victoria frente a los locales, Vratsa Vultures. El partido del debut volvió a reeditarse a mediados de junio, con una nueva victoria para Montrose Magpies. Asimismo, el conjunto nativo de Escocia se impuso en la revancha sobre los Tornados, alcanzando la cima de la tabla de posiciones a falta de la última fecha. Pero una nueva victoria de Tutshill Tornados frente a Vratsa Vultures hizo que fueran los celestes los nuevos campeones por diferencia de tantos tras la igualdad en puntos.

Los vítores de los Tornados y sus fanáticos alcanzaron el punto máximo en el instante en que el Director Internacional de Quidditch le cedió la enorme copa a Aedis “Mosquito” Greengrass, la destacada capitana. El estadio rugió de forma aturdidora y unos pequeños papelitos celestes y azules se combinaron a unas chispas de varita mágica de tonalidades similares.

Un par de horas más tarde en esa misma noche, los magos y las brujas de elegantes túnicas negras con detalles en plata, encargados de la organización, acondicionaban las extensiones del Kampus de Vitosha con cómodas sillas y un sinfín de detalles que rodeaban la escena. En ese lugar, pocos minutos más tarde, se llevaría a cabo la Gala de Premiación de la primera edición de la Superliga Europea. El reconocimiento individual y colectivo de la comunidad internacional del quidditch se volvería formal.

—Sean todos bienvenidos a este maravilloso encuentro internacional de nuestro amado quidditch. —Los cortos cabellos negros de Black estaban peinados como nunca. La camisa blanca se asomaba apenas tras la túnica negra y sus detalles plata, a tono con la mirada gris del galés—. Quiero felicitar a Tutshill Tornados por su enorme conquista, pero también a Montrose Magpies y Vratsa Vultures por las grandes batallas deportivas que nos han brindado en estas seis semanas de competencia.

Con la mirada buscó a Mael Blackfyre, Aedis Greengrass y Mica Gryffindor, grandes responsables del nivel de sus equipos, los capitanes, los líderes dentro y fuera de los terrenos.

—Quiero felicitarlos, chicos. Han demostrado un quidditch por todo lo alto. —Black regresó a la generalidad de todos los presentes y continuó su discurso deteniéndose en Bulgaria, sus autoridades y aquel estadio hermoso. En breve comenzaría a destacar a las individualidades en diferentes rubros de la competencia, algo que siempre generaba controversia pero que, al mismo tiempo, a todos les agradaba.

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La pelirroja estaba hecha una euforia, el final del partido había sido tan abrupto y a la vez tan satisfactorio que había lanzado un grito doble, frustración por ver como de nuevo Kalevi se quedaba mirando los cuartos traseros de la rubia buscadora. Pero el grito de alegría al darse cuenta que el partido había finalizado con los Vulture atrapando la snitch pero ellos ganándolo era lo más genial.

Tras el festejo entre bambalinas y en los vestuarios había llegado el día de festejar en forma más formal. La Potter Black había dejado en el Ministerio a Luna y Kimberly a cargo de todo lo que era seguridad para poder estar ese mes y medio participando del torneo. Lamentaba no poder tener presente a su pareja viéndola volar en el campo de quidditch pero sabía que él en cierta forma siempre estaría a su lado.

Por eso esa gala se le hacía extraño llegar sola al lugar del evento, luciendo  un vestido de satín celeste, como los uniformes de su equipo pero mucho más elegante aún.  Los hombros descubiertos y un tajo que iba casi hasta por encima de la cadera, facilitando el andar en las sandalias plateadas pero sin por ello mostrar en exceso. En los bolsillos llevaba oculta su varita y el bolso de piel de moke con algunos pequeños objetos que siempre llevaba por seguridad.

Su mirada castaña pasó por todo el lugar notando en su reflejo en los espejos del salón que un par de rizos rojizos se habían escapado del peinado de rodete en alto que había elegido para lucir unos largos aros de gotas de zafiro. Se acomodó uno de los rizos tras de su oreja derecha mientras avanzaba adentrándose en el festejo.

Minutos después un personaje elegante vestido con una túnica negra con bordados en plata le ofrecía una copa de champagne rosado que la Potter Black aceptó con gusto, justo segundos antes que Martín Black comenzara a felicitar a los campeones del torneo, los capitanes de todos los equipos y a las autoridades locales. Todo un Black, sin dudas. Y hablando de Blacks, Darla recorrió el salón buscando con la mirada a Kalevi y a su padrino.

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La Eurocopa de naciones de quidditch, solo lás mejores selecciones llegaban a esta instancia y en esa celebración había estado nuestro grupo, estaba orgullosa del lo que habíamos formado, todos habíamos llegado con nuestra habilidades individuales y ahora éramos un equipo. Esa era la mejor recompensa que nos quedaba, pues era de esas cosas que no compran los galeones.


Después de la competencia era el momento de los reconocimientos y los organizadores habían hecho una gala de premiación, estaba preparada para ir junto a mis queridos compañeros para disfrutar un rato de convivencia fuera de las canchas.

 

Pará la ocasión había elegido un vestido negro por uno de los colores de los Vratsa Vultures, quería hacerle homenaje a mi querido equipo. Constaba de una falds semitrasnparente en tejido de flores y un top negro con los hombros destapado. 

 

Arribe al salón de la gala de premiación y me adentre a el esperando a poder  compartir este momento con mis compañeros del equipo Búlgaro 
 

Editado por Ada Camille Dumbledore
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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Respiraba la tensión en el campo desde que había montado su Cometa 290 y se había unido a sus compañeros. Ver la cara de cada uno de ellos le recordó la poca justicia que les había hecho en una entrevista realizada a Quidditch Time, la revista deportiva por excelencia, e hizo que la presión y las exigencias que imponía sobre sí misma fuesen a mayor grado. Producto de su ansiedad fue aquella protesta desmedida que puso en peligro a los Tornados de un gol, el cual Maida supo defender con total maestría; además de aquella jugada peligrosa que hizo Vizcacha y que la tuvo al borde del ataque de nervios. No era un partido cualquiera, era el partido final de un campeonato que podría coronarlos como campeones o podría darles un segundo lugar. Cuando el silbato del árbitro dio por finalizado el partido, y los chicos de "La Snitch Dorada" anunciaban que la escurridiza pelotita estaba en manos de la buscadora de Vratsa Vultures, sus propias palabras hicieron eco en su memoria: ¿De esto se trata, no? De pasarla bien, ganando.

La capitana del equipo inglés vio cómo todos y cada uno de sus miembros bajaban y celebraban a su modo; porque sí, la snitch no había ido a parar a manos del pequeño Kalevi, quien había quedado una vez más lesionado, pero aunque hubiese sido la cereza del postre, atrapar la pelota dorada, ellos eran campeones. Así que allí estaban todos, gritando a todo pulmón por los colores de su equipo: el uniforme celeste. Y Aedis Greengrass se había unido al festejo, a pesar de que se perdía entre todos ellos por lo menuda que era. Ayudó a Jeremy a sostener a Kalevi mientras se dirigían al podio en donde les entregarían la copa de la liga, mientras sonreía de oreja a oreja. Estaba feliz.

-- ¡VAMOS TORNADOS! --gritó eufórica cuando sostuvo la enorme copa.

******

Aedis se sostenía la cara con ambas manos para calmar la sensación incómoda que le provocaba tanta risa, le resultaba una mujer bastante graciosa Darla, aunque no había tenido oportunidad de conocerla abiertamente, se había permitido hacerlo en los vestuarios mientras intercambiaban historias y momentos emotivos del partido. Las prácticas entre partido y partido presentaban oportunidades terribles para conocer a su equipo, al menos para ella, así que ya fuera de la presión del campeonato se había dado cuenta de que habían personas que, aunque muy distintas, compartían su misma pasión por el juego. Y eso le agradaba. Bah, le agradaban todos en sí, desde el momento mismo en el que empezaron a entenderse como equipo y sus señales estratégicas.

Cuando Greengrass ingresó sola al salón donde se llevaría a cabo la gala, aún tenía ambas manos en su cara, se las quitó torpemente cuando escuchó el nombre de su equipo de parte del Director Internacional de Quidditch y le dedicó una reverencia desprolija. Fue a reunirse con Darla, la había visto a lo lejos, mientras esperaba que llegaran los demás. Su poca sociabilidad podría salir a relucir si se quedaba demasiado tiempo sola, así que prefirió evitarlo y resguardarse con la gente que conocía. Además, le ponía un poco nerviosa encontrarse rodeada de tanta gente.

Se veía distinta, claro, su cabello rojo no estaba trenzado sino que caía en bucles por sus hombros y espalda. El vestido que llevaba no era tan llamativo como los que había visto hasta el momento, se trataba de un modelo sencillo, largo y de color azul marino que hacía juego con sus ojos. Los zapatos, del mismo color, sí le proporcionaban un poco más de altura, aunque no la suficiente pues tenía que inclinarse un poco cada vez para espiar a quienes iban llegando.

-- ¿Los demás aún no han llegado? --preguntó a la Potter Black a modo de disimulo. No estaba esperando a sus padres, desde luego, ellos le habían dejado muy en claro el día anterior que no querían tener nada que ver con lo que su hija había elegido como carrera. Así que sólo le interesaba ver a alguien que, de por sí, ya estaba llegando tarde.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Se entretenía en girar su copa, había probado un poco y se dedicaba a escuchar el discurso del Black cuando la joven Mosquito se acercó a ella. Le sonrió, admirando la elegancia y sencillez de su vestido.

—No he visto a nadie aún, salvo a la buscadora de los Vultures ¿te he contado que es hija de una sobrina del corazón? Debería ir a la Dumbledore al regreso a casa, no sé qué está ocurriendo allí desde que... —se quedó en silencio y miró hacia donde lo había dicho Aedis poniéndose en puntillas —no, no es él —agregó alegrándose de poder cambiar de tema sin darse cuenta de lo que le hacía sentir el hecho de que la Dumbledore poco a poco iba cerrándole también las puertas.

Se giró hacia Aedis y se alejó un paso para apreciarla, observándola de pies a cabeza, siempre había creído que a las pelirrojas les quedaba genial el azul, de hecho ese era su color favorito y más para vestidos. Había elegido el verde desde que se había puesto de novia con el Granger, ya que era su color favorito, pero esa noche había elegido el vestido de un tono más claro, al contrario de su compañera.

—¿Te han dicho que te ves genial con ese vestido? Creo que las túnicas del Quidditch no le hacen justicia a nuestros cuerpos —dijo encogiéndose de hombros, aunque no podía negar que ella las prefería a los vestidos, los cuales solo usaba en ocasiones como esas.

En ese momento hizo un gesto hacia una de las damas de túnica negra y dorada que pasaba con una bandeja llena de copas con diversa variedad de bebidas para ofrecer a los comensales.

—Vamos Aedis, no seas tímida, nos merecemos un brindis, tú lo hiciste más que genial —dijo guiñándole un ojo a la pelirroja mientras terminaba su copa y tomaba otra más de la misma bebida que antes, champagne rosada.

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Se lo había pensado bastante, no era una persona muy social y tras la tragedia lo era menos. Solo el quidditch había logrado sacarla del hoyo oscuro en el que se había escondido y solo este le había proporcionado el control que estaba perdiendo a pasos agigantados antes de que el torneo empezara. Tenia que agradecerle a Mica y Martin por obligarla a jugar en cuanto los viera. Mientras tanto, bajo tranquilamente del carruaje que había contratado para que la llevase a la gala y ahora, se encontraba en la entrada pensando si entrar o no. Se había recogido el cabello y solo algunos rizos multicolor rodeaban su pálida cara. Escogió un Vestido Negro con un corset en transparencia mezcla de terciopelo y encaje y una falda esponjosa en corte A en tul. Bajo este  unas zapatillas en color plata y lo mismo con la joyeria que adornaba su cuello largo.

 

Finalmente suspiro y se dirigió con paso lento al salon principlal de la gala y pudo ver que había llegado temprano, aun no había demasiada gente, de hecho solo podía ver a dos brujas aunque solo una le era conocida. Darla parecía cómoda en  presencia de la otra mujer por lo que se quedo parada pensando si acercarse o no, no quería ser imprudente o eso se decía a si misma para ocultar su propia inseguridad, ya no se sentía buena compañía para nadie aunque aquello era tal vez su tristeza y melancolía hablando. Una mesera paso con unas copas y tomo una para no estar parada sin hacer nada.

 

esto fue un error, no se que demonios hago aqui...-se dijo a si misma mientras buscaba con la mirada donde acomodarse. 

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Cuando escuchó el pitido final y se supo parte del equipo campeón del torneo, Maida sólo pensaba en una cosa: Regresar al Reino Unido. La alegría, la euforia de ver a Mosquito alzar la copa la contagió un poco, lo suficiente para que diera unos cuantos planeos alrededor de sus preciados aros de quidditch. ¿Quién hubiera pensado que la iba a pasar tan bien sobre una escoba? Hasta antes de ese torneo, la bruja de ojos azules le rehuía a toda forma mágica de trasladarse, poco a poco le había cogido cariño a la escoba. Para cuando terminó la algarabía tenía la melena inundada de los papelitos cortados pero estaba lista para llegar a su habitación y empacar. Poco sabía Maida de la Gala de premiación nocturna y que debía al menos hacer acto de presencia o Mosquito la tendría de aguatera en la siguiente temporada quidditchera.

Dos horas más tarde, se apareció en el lugar indicado, vistiendo de manera ligera, un poco casual, un poco elegante. Con un vestido de estilo romano en gasas de tonalidad grises y negras, dejando el hombro derecho al descubierto y las curvas de su cintura ocultas a las miradas indiscretas. Iba descalza aprovechando el largo de su vestimenta y lleva el cabello recogido en lianas de fibra metálica, dándole un aire fresco y ligero a sus mechones. Poco a poco, la Yaxley comenzaba a arreglarse cada vez mejor y cada vez con menos ayuda de su elfo doméstico. De todas maneras, eso no la hizo sentirse más cómoda, todo lo contrario, apenas llegó al evento buscó a los miembros de su equipo para no sentirse tan fuera de lugar.

— ¿Puede ser que llegué muy tarde?

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La victoria final de los Tutshill Tornados los había dejado automáticamente en segundo puesto. Si bien había sido tan solo por diferencia de puntos, merecían aquella victoria. Era un equipo fuerte y la unidad entre sus jugadores era indiscutible. No obstante, también las Urracas habían demostrado un gran desempeño, aún más del esperado siendo un equipo reunido tan recientemente. Estaba orgullosa de ellos, de “los suyos”. Al pensar en cada uno y en la entrega con que había jugado no podía hacer más que sonreír y querer acudir a consolarlos por una derrota que le había dolido tanto como a cada uno de ellos. 

Por ellos asistía a la gala, por sus compañeros, quienes hasta el último minuto de partido no se habían rendido. Apenas unos puntos los habían separado de ser los ganadores de la Liga, tan solo eso. 

Se alistó rápidamente para asistir a la gala. Había escogido con anterioridad un vestido color verde musgo sencillo con escote en forma de corazón y una falda larga de gasa. Recogió unos mechones de su castaña cabellera en una cola media, dejando libre el resto de sus hondas. Las sandalias plateadas que acompañaban su atuendo no tenían tacón, como de costumbre, para evitar posibles incidentes. 

Pronto estuvo en el sitio en que habían sido convocados, alegrándose de lograr llegar a tiempo para el inicio de la ceremonia. Al llegar su mirada buscó de inmediato a su equipo, viendo que muchos aún no habían llegado. Divisó entonces a una aislada Sophia que parecía no estar dispuesta a acercarse al resto y, negando tranquilamente con la cabeza se acercó a ella y le quitó la copa que acababa de acercarle una camarera.

Gracias prima– bromeó fingiendo brindar hacia ella y bebiendo un sorbo de lo que fuera que había en la copa, antes de tomarla del brazo y llevarla con ella hacia más adelante. 

Saludó con una inclinación de cabeza a cada uno de los presentes antes de encontrar dos lugares para ella y su prima, justo en el momento en que Martin empezaba a hablar, felicitando a los tres equipos. Sonrió hacia él y le guiñó un ojo, desde el final del partido no había logrado conversar con él y quería transmitirle que estaba bien más allá de la derrota. 

Miró alrededor, a la espera de que más de su equipo llegara, sabía que no demorarían, o al menos eso esperaba. 
 

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Elizabeth Afton

La Gala ya había comenzado y ella ni sus luces, su invitación llegó tarde ya que su mayordomo de su gran mansión no le había pasado la voz a ello,  "si pues siempre echando la culpa a los demás" pensó para si para dejar en corriente a sus compañeros en su retraso, ya ella estaba lista y esperaba que su limo llegara al lugar pactado según lo que tenía escrito en aquella invitación, apretaba sus dientes en nerviosismo mientras jugaba con sus dedos sobre sus ropas y esperaba no se arrugasen. Pensando en la ocasión.. Ah! para esto, ella llevaba un lindo Vestido negro el cual recién había llegado hace pocas horas y le sentía algo apretado pero se le acomodaba muy  bien a su figura, ni que decir de sus tacones super agradables al caminar. Abrió poco los ojos bajo su maquillaje esperando no olvidarse nada. 
Se quedo pensando como serían estos eventos ya que ella nunca había participado en alguno y mucho menos siendo su equipo vencedor. Pero aun así le llenaba de curiosidad verse frente ante los flash de las cámaras que tanto le encantaban y quizás modelar para los paparazzis que posiblemente estuvieran ahí merodeando, esperando alguno le prestase atención o algún descuido por ahí. Sonrió pensando en ello llevándose luego la mano suavemente por sus cabellos  rubios terminando de arreglarlos después de ajustar su pequeño medallón. Miró luego hacia afuera en la autopista, imaginando que llegaría mas rápido con trasladador dejando un breve suspiro.

 

Cuan ansiosa estaría la Capi de los TTornados, @ Candela Triviani  y ahora molesta por su demora, arrugó el entrecejo para sonreír después imitándola brevemente con uno de sus gestos. Al momento ya había llegado al evento, espero que la limo se estacionase para poder bajar, tomando su manite en mano dejándolo caer y colgar en su hombro. Su pie toco el suelo saliendo del móvil una vez abierto una de las puertas mostrando su pedrería siendo ayudada luego por uno d los presentes, sonriéndole al bien intencionado joven, tomándole la mano  que le había ofrecido, caminó a su lado una corta distancia dejándola casi en la entra, muy guapo 😋 , unas luces por aquí y otras por acá  sin dejar de sonreír y agitar la mano con dulzura, terminando el poco tramo que le faltaba hasta llegar a la entrada.

 

Estando ya dentro, notó que el lugar se encontraba todo repleto y ella perdida en el lago de gente, levanto el rostro esperando no tropezarse. Vio a lo lejos una mesa entre los presentes trazando su ruta en su mente y cerca a ella diviso a uno de sus compañeras de equipo @ Darla Potter Black  pero ella se encontraba entretenida y la dejó por un momento hablar y entretenerse alardeando sus cosas con  su copa de champagne en mano, "espero no beba mucho y no se le suba tan pronto" rió para si en su mente y acercándose a ella a corta distancia, se quedó parada esperando, observando las copas vacías pasar y ella sedienta. 

Le pareció ver a una chica conocida quien se acercaba a la puerta de salida o de entrada como se le vea, y no sabia si era o no aquella persona con quien había estado saliendo hace un largo tiempo, dando unos tanto pasos le tomo por la espalda y le dijo:

 

Hola, ¿me recuerdas guapa ?... estas igualita !  - 

Volvió a sonreir con agrado y espero a que ella voltease @ Malum Luxure

 

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Bajé la varita. Mi cabeza me latía por cada latido de mi corazón, como si estuviera a punto de explotar. Respiraba entrecortadamente y allí, solamente allí, pude darme cuenta que me había cegado por completo. Me había dejado llevar por mis instintos y eso era realmente malo. Veía todo rojo, como una niebla que no me dejaba ver más allá. Olía a sangre, mucha. Y un resoplido en mi respiración resonaba desde mis pulmones. Miré nuevamente, ésta vez dándome cuenta de dónde me encontraba.

Estaba detrás de unas gradas, como en un pasillo interno. Solo había una antorcha que iluminaba aquel sendero, de piedra tanto el suelo, como las paredes y el techo. Hice unos pasos para atrás al ver que estaba pisando un rastro de sangre, que venía marcado en el suelo desde el principio de aquel pasillo hasta donde estaba, Fui corriendo hasta allí. Estábamos en el gimnasio. Solos. No había nadie. Ya era de noche.

¿Por qué “estábamos” y por qué “solos”?

A mitad del pasillo, doblado sobre si mismo, estaba tendido Kenzo Ito. Apenas respiraba. Se notaba. Había rastros de sangre en casi todo su cuerpo, principalmente en su pecho. Sus ojos miraban a la nada, estaban en blanco. Y un hilo de baba caía por una de sus comisuras de su boca. Miré otra vez para abajo. Mi brazo mostraba algunas heridas y me dolía la espalda. El jugador japonés había dado una buena lucha. Pero había perdido.

Levanté mi varita. Los rastros de mis huellas se borraron. La luz se apagó y desaparecí de allí. Esperaba que Kenzo Ito entendiera el mensaje y supiera que había tenido piedad. Si, lo había dejado con vida.

 

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Llegué al sitio donde se realizaba la celebración, unos minutos más tarde. En ése momento el Director le estaba entregando la copa a Aedis, capitana de los tornados. Mi respiración aún estaba agitado, la adrenalina me recorría todo el cuerpo. Aún sentía aquella energía, estaba sediento de sed de sangre aún. Había abandonado a Kenzo en el gimnasio. Y de ahora en más tenía que disimular. Había vigilado que no tuviera sangre en mi ropa. Nadie me había visto entrar ni salir.

Me acerque a Ada, nuestra buscadora de los Vratsa Vultures. Ya tenía una bebida en la mano. Me puse a su lado y le ofrecí una copa, como la que tenía en la otra mano. Estaba realmente hermosa. Yo solo vestía un simple traje, con una capa que ondeaba a mis espaldas y un broche con un buitre con dos V que brillaban en rojo. Rojo como la sangre que había perdido el japonés.

Pude ver a modo de flash, como nuestras varitas se habían enfrentado. Luchaba pero no era suficiente. Un golpe, un grito, un hueso quebrado. Otro flash mostrándome cómo había tomado el cuerpo del joven y lo había trasladado a la vista de nadie, en el gimnasio. Todo el mundo estaba concentrado en los preparativos de la premiación. Había dado el golpe crítico en el momento justo, cuando más de la mitad del personal de seguridad se habían retirado. Y los pocos que quedaban estaban centrándose en el acto. Pestañeé algunas veces y volví a escena.

¿Y el resto no llegó? —negué con la cabeza, dándole unos sorbos a aquel whisky que tanto necesitaba. Mire fijamente a Aedis. Otra desgraciada, pero habían jugado muy bien.

 

@ Ada Camille Dumbledore  @ Dana Gryffindor  @ Cillian  @ Lisa Weasley Delacour  @ Malum Luxure  @ Arya Macnair

Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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