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Conmemoración del 232 aniversario de la Revolución Francesa


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Harmony Gryffindor Dumbledore 

 

 

La tarde había transcurrido tranquila, aunque Harmony no tenía idea de que ponerse, en la habitacion habían varios vestidos por todos lados, cada uno con cierto encanto y todos le entallaban de forma perfecta a su cintura.

Comenzaba a anochecer y con el vestido que más habia gustado la joven comenzaría a arreglarse. Le gustaba su actual empleo, al ser la aprendiz de la directora del departamento de cooperación mágica internacional y la hermana de la ministra de magia francés le daba una amplia seguridad de asistir a las mejores fiestas y reuniones del mundo mágico,  seguramente algunas serían aburridas y llenas de protocolos, pero  ¿había algún empleo mejor que el suyo para una joven de 17 años recién graduada? Por supuesto que no, aquel empleo, de eso estaba completamente segura, le abriría las puertas hacía las mejores oportunidades del mundo mágico. 

 

Al salir de la habitación la joven pelirroja traía un vestido rojo quemado con escote en barco, la parte del torso tiene bordados en el mismo tono con algo de pedrería,  además de una delgada cintilla que al frente forma un moño delineando la cintura del corte que llaman en forma de cola de pato, su cabello va suelto con algunas ondas en las puntas, todo de acuerdo a su corta edad.

 

Al llegar al lobby del castillo que ahora será la embajada francesa puede distinguir a algunas personas que van llegando, entre ellas a su nueva jefa y a quien su hermanita le presentó como la embajadora, esperaría por ahí cerca hasta que Camille estuviera visible para incorporarse a la reunión junto con todo el equipo de trabajo de la ministra francesa.

Editado por Hannity Ollivander Evans

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La invitación me había sorprendido, recordaba a la bella joven que me había pedido ayuda en la Luxure para que cargara con su amiga desmayada. Luego de eso habían pasado cosas. Lo que nunca hubiera pensado entonces que me encontraba ante una alta mandataria francesa. Oh la la, pensé divertido mientras giraba en mis manos la invitación, era de verdad, no cabía dudas, que sorpresa más extraña en realidad, pero agradable. 

Me preguntaba si la bella Lady iría. Nuestro último encuentro había sido ¿infortunado? Bueno, ¿cómo se describe que a uno le dejen desnudo frente a la mujer que le gusta? Al menos no con una tosí ahogándome con la taza de café al pensar en aquella idea. Mi simpático portero me había dicho que la niña era algo de una de las socias propietarias de mi edificio. Ya hablaría, cuando la encontrara, con su madre.

Pero ahora era otra cosa lo que me ocupaba, revisé el vestuario que mi elfo había elegido ese día para mí, cóctel, vaya lujo, me había rebajado la barba para no parecer un pordiosero. El cabello no lo recortaría, solo lo peinaría con algo de más esmero y magia. El traje negro constaba de tres piezas, pantalón saco y chaleco, me parecía extremadamente formal que los botones fueran forrados, pero según mi elfo se usaba y el detalle del borde del bolsillo rojo, a juego con mi corbata que lucía como una llamarada de fuego sobre una fina camisa blanca era como para sentirme un modelo de línea. Zapatos clásicos era lo único que Kato me había permitido elegir. Un elfo que supiera de moda era útil, pero molesto.

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—Se trata de la Embajada Francesa —había repetido como mil veces —su tío estaría orgulloso igual que su padre —ahí me arrancaba un gruñido grosero.

Finalmente la idea era ir en  mi Nimbus 3000, otro grito en el cielo de mi elfo. Elevé una ceja.

—¿Y cómo diablos se supone que llegue hasta este lugar? —pregunté mientras le sacudía en la cara la invitación en el llamativo castillo.

Kato lo llevará —dijo con cordialidad el elfo tomando la invitación, leyéndola, bendito el día en que se instruyó a los elfos y tomándome segundos después de la muñeca desaparecíamos en forma conjunta hacia el lugar en cuestión.

Cuando el amo me necesite Kato regresará por él —y me sonó a una madre dejando a su niñito en la fiesta de la escuela mientras me tendía la invitación y tras yo tomarla él desaparecía. No sé por qué pensaba que no podía aparecerme solo, había aprobado dolorosamente ese examen y el de vuelo, maldición. Y no pensaba emborracharme, o eso creía.

Caminé observando a mi alrededor, las mujeres lucían un más bellas que otras y sus escotes, delanteros y traseros, madre mía. Lástima que ninguna lucía sus piernas, me hubiera encantado verlas pero supuse que eso implicaba la ropa de cóctel, una pena, aunque ¡lo que veía! Mis ojos se fueron unos segundos tras una espalda más que reveladora, una corta cabellera rubia dejaba ver más belleza que de la Luna a la Tierra.

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~ Muchas gracias Mi Reina ~

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Me encontraba inquieto mientras me daba una refrescante ducha en agua de rosas con la tina llena hasta el tope. Me gustaba oler a rosas todo el tiempo, era algo muy mío, una marca personal. Mientras el agua lavaba mis pecados con el polvo mi mente corría a mil por hora, pensando en si la invitación había llegado, en si ella asistiría en caso de que si. No me quedaba muy claro que tipo de situación buscaba, pero quería que ella estuviera ahí para descubrirlo. 

Salí de la tina con el cabello pegado a mi espalda y parte de mi cara, por lo que decidí secarlo rápidamente con magia. Ya era tarde, la fiesta debía estar empezando y el jefe de seguridad se encontraba en la tina aún, que apropiado. El traje que recién había llegado de Italia recordaba a los trajes usados en los 1800 en Francia pero con algunos toques modernos y satinados. 

Resaltando lo obvio, mi sastre conocía de primera mano los trajes de 1800 porque había vivido más de 600 años. Ese hombre seguramente cosió para gente importante de Francia. 

La sobriedad sería un aliado indispensable aquella noche, aunque la embriaguez pudiera llevarse por dentro. El traje de 3 piezas era totalmente negro, los zapatos a juego y nos guantes negros de cuero me hacían parecer casi una sombra. Si no fuera por mi color de papel que resaltaba del cuello de la camisa y mis blancos cabellos parecería un auténtico cuervo. 

Até mi cabello con un listón de un color verde profundo y lo dejé un poco suelto para que pudiera revolotear. Me puse la indumentaria completa y decidí llevar un pequeño colgante que había adquirido recientemente con una esmeralda facetada... Me recordaba sus grandes ojos, era cómo tenerla conmigo siempre. 

Una vez listo salí a los jardines de la mansión y aparecí justo afuera del sitio dónde se llevaría acabo la celebración. La gente se encontraba llegando y ya había algunas personas dentro. No me detuve a saludar ni a ver si alguien conocido ya se encontraba ahí. Sin duda eso podría hacerlo dentro una vez que se me informara de la lista de asistentes y que mis grandes ojos violetas pudieran recorrer aquellas caras de propios y ajenos. Al parecer nadie se había dado cuenta que al entrar una pequeña brisa caía sobre todos los invitados. Un método muy eficaz para poder disolver pociones multijugos o algún otro método para hacerse pasar por alguien más. 

En todas las esquinas del lugar había guardias apostados en sus lugares y expectantes ante cualquier amenaza. Había 5 guardias más escondidos entre la gente, a plena vista y 2 guardias más entre los muebles del sitio. Toda una obra de arte en cuanto a seguridad se refiere. 

A lo lejos pude ver a Ada cotilleando con gente, por lo que decidí dejarla disfrutar de aquél momento mientras yo recorría el lugar, esperando poder ver a Maida por aquél sitio.

Manten los ojos bien abiertos, no queremos perder a la pequeña bruja de vista si estamos aquí, ¿Verdad?. 

 

Maldita Rita con sus comentarios tan puntuales que dolían. 

 

@ Ada Camille Dumbledore

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Una leve brisa de verano entró por la puerta y meció mi cabello haciéndome sonreír, pero me alegraba el corazón ver la pareja que estaba delante de mí: Helené y Leonid venían tomados de la mano. En nuestros años de colegio siempre fantaseamos con el futuro y sobre quien estará en nuestras vidas, pero estoy segura que ellos vivían algo mejor que el sueño de cualquier adolescente, era simplemente necesario ver esa sonrisa y ese brillo en sus ojos.

 

- Bienvenue dans votre nouvelle maison, Madame l’Ambassadeur j’espère que tout vous plaira.

 

Me adelante y bese en las mejillas a Bellerose y a Leonid, ahora ella sería la señora que habitaron esta porción de Francia en otro país y la conocía lo suficiente para saber que con honor y valor iba a dejar el nombre de nuestro país en alto.

 

-Monsieur Leonid bienvenido a su nueva casa, espero que sea de su agrado, por el momento por favor pasen al salón de los espejos allí esta adecuada la mesa para la cena, aun faltan invitados así que pronto iré a reunirme con ustedes. Sigan por el pasillo al fondo la señora Ministra Británica ya esta junto a su esposo, deberías ir relacionándote con ella, en el próximo tiempo tendrás muchos lazos.

 

Los vi irse juntos de la mano y al vera entrada vi la llegada de Matt, el era hijo de Sagitas y aunque no tenía precisamente un lazo Sanguíneo, pues lo que nos unía como familia era que mi madre había estado casada con el hermano de Sagitas, los consideraba familia querida. Me acerque al caballero @ Matt Blackner

 

-Bienvenido a la embajada Francesa primo, es agradable recibirte, espero te sientas como en casa, la Ministra está en el salón con su señor esposo por el pasillo al fondo. Disfruta la velada…

 

Pensé que no había más personas cerca y entonces vi a la pelirroja, dulce y tierna mi pequeña hermanita llegaba apresurada, vestida de rojo me recordaba cuando éramos infantes y ambas nos divertíamos en el Chateau de Malmaison junto a nuestros hermanos, disfrutaría verla empezando su vida laboral en el ministerio.

 

-¡Harmony Cherí!

 

La abrace fuertemente y bese su frente era como si mis ojos no pudieran verla como una adulta y sonreí besando sus mejillas.

 

-Petit bienvenida, el salón de los espejos queda siguiendo este pasillo al fondo, tu conoces el protocolo y los platos así que si llegase a demorarme algo podrías manejar el menú. Ya sabes mi elfo Francoeur es el preciso para informarte todo si lo necesitas. Ve diviértete y nada de licor fuerte, todo mesurado.

 

Acaricie su mejilla y la vi seguir el camino al salón del evento. Unos minutos sola y aproveche para mirar las esculturas de la entrada del edificio a la entrada al lado de la puerta estaba una escultura de Camille Claude era su Vertumne et Pomone, siempre me había atraído ese sentido trágico que se veía en aquellos amantes. Era como un recordatorio de mi propia vida.

 

Estaba distraída y logre ver al rubio ya ingresando a la fiesta, el italiano @ Gabriel W Diggory  estaba muy elegante y le sonreí, no estaba segura que vendría, pero tenía un presentimiento que así sería.

 

-Monsieur Diggory, bienvenido a la embajada, me alegra ver que accedió a venir a la cena de estado. Será una celebración muy cálida, ya verá

 

Apenas había terminado de hablar y la Señorita @ Hannity Ollivander Evans   se acercaba por las escaleras, ella sería otro nuevo elemento del Ministerio y estaba muy agradecida de su experiencia.

 

-Hannity bienvenida, que bueno que has arribado

 

Los mire a ambos y no demore en presentarlos

 

- Gabriel ella es Hannity, la nueva directora del departamento de cooperación mágica internacional de Francia. Hann el caballero es un conocido, viene de Italia Monsieur Gabriel Diggory

 

El espectro de Maximilien Roberpierre llegó con su actitud desafiante, casi pareciera que el fantasma estaba dispuesto a lanzar un discurso en contra de la monarquía me acerque a él dejándolos un momento, tratando de evitar un conflicto. Me apresure a acercarme al fantasma para evitar cualquier agresión hacia los invitados, ya estaba visto su carácter radical contra los Giróndinos y podía confundirse.

 

-Maximilien François Marie Isidore de Robespierre por favor no queremos violencia hoy, solo queremos calma y una cena tranquila. Recuerda que la revolución ya pasó y todos vivimos tranquilos y en paz

 

Le sugerí mientras que esbozaba una sonrisa digna de una vela, hizo una venía y siguió camino del salón de los espejos, suspiré tranquila de saber que sería un momento placentero para todos. A lo lejos logre a ver al jefe de seguridad e inteligencia del Ministere @ Albus Renaldi Macnair  observaba todo, casi traspasando con vista de rayos x la estructura y fijandose que todo estuviera en su lugar. 

 

Editado por Ada Camille Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Apenas tuve que esperar a que mi sobrina nos recibiera, de forma personal, pues el protocolo dictaba que nos viéramos dentro, en el lugar de la cena. Pero le dio tiempo de atendernos y dirigirnos unas palabras, que no acabaron de gustarme y, por eso, torcí el morro.

-- No, mi marido se sentará a mi lado y no levitará con fantasmas extranjeros. -- Sí, me daba cuenta que era celosa, pero miré de reojo a Jack y le vi taaaaan guaaaapo con su traje frac que me convencí que no iba a dejar que una fantasmucha me lo quitara. -- Gracias, Ada, ya seguimos al servur ese.

Yo y mi francés, siempre tan especial.

Seguimos a aquel hombre y sonreí a Jack. Íbamos de la mano y su cuerpo se materializaba con el contacto, dejando el resto del cuerpo brillante y trasparente como fantasma que era. Nos llevo a la sala de los espejos, un lugar muy famoso del Casillo de Versailles. Aquello sí que era magia. Me paré para vernos pasar por cada uno de ellos mientras nos dirigíamos a la mesa que presidiría la Ministra francesa. Por suerte, me colocaron a su lado.

-- ¿Quedarnos un par de días, aquí? -- repetí, extrañada, a mi marido. Pero cuando Jack se explicó le sonreí de una forma picarona. -- Un par de días en España, qué gran idea. Aunque... ¿tú crees que me dejarán pasar la frontera. El Ministro español no está muy contento conmigo, piensa que soy una rebelde sin causa.

Sonreí flojito para que el resto de comensales que empezaban a llenar la sala no se rieran. Si alguien intentaba retenerme en mi país de origen, lo iba a llevar claro. Ahora mismo sí que me apetecía irme a la playa de la Petit Potter Black y pasar unos días descansando del mundo de la política.

-- Este viaje es de trabajo, pero espero que me des algo de placer para subsanar la tediosa política, maridito mío. Un beso de vez en cuando, si ves que me duermo, me vendría muy bien --le susurré al oído, entre risitas de nuevo.

Pero un olor primero y una presencia después me hizo cortar en seco los arrumacos al oído de JAck.

-- ¡Oh, no, Darla! ¿Es que me va a perseguir hasta aquí. Estoy harta de la vigilancia. Un día de estos me escapo. -- Si ya lo había decidido, dos días en España con mi marido.-- Oye, ¿aquel que entra por...? ¡Es Matt! Demonios, ¿es que va a ser una reunión familiar en vez de una reunión de Estado?

No estaba enfadada, ni mucho menos, es que me gustaba protestar.

-- Vaya, ésto está muy animado, hay mucha gente por aquí. Viva y muerta...

Y lancé una mirada de advertencia hacia Jack, quien parecía mirar hacia un espectro airada que salía de la habitación atravesando uno de los espejos, que se quedó levemente con vaho como si alguien hubiera soplado cerca.

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Me había tirado horas y horas escogiendo vestidos en aquella Boutique para acudir a la fiesta de la embajada francesa en Inglaterra. Con motivo de la celebración de la Fiesta Nacional de Francia, habían invitado a una cena de gala en ella, contando con la presencia de la Ministra del país galo, mi prima Ada. Supongo que por eso recibí la invitación, pues no me esperaba que pensaran en mí, siendo una empleada tan poco importante en el Ministerio de Magia Inglés.

Nunca había acudido a una fiesta tan elegante, así que mis vestidos era demasiado pintorescos para la formalidad que suponía que había que  usar en este tipo de eventos. Pero los que me probé tampoco me gustaban. Los encontraba todos muy recargados y grotescos, de una elegancia extrema que no pegaba con mis gustos. Mi forma de ser, mucho más sencilla, hizo que me quedara, finalmente, con un vestido largo de crepé, con mangas tres cuartos en volante, completamente liso excepto en la cintura, en los que se insinuaban unas flores del mismo color. No era informal, como me gustaba ir siempre, pero lejos de la sobriedad que había visto en el resto de vestimentas probadas.

Llegado el momento, salí de la Vladimir y me trasladé al punto de reunión. Me habían ofrecido un carruaje, pero vamos, que esas entradas triunfales estaban hechas más bien para las grandes personalidades. Yo no me consideraba tan importante como para entrar de esa manera. Así, me personé en la entrada y atravesé las verjas caminando, sobre mis pies enfundados en unas zapatillas planas que no se veían con la largura del vestido, pues rozaba el suelo e incluso tenía un palmo de cola que ocultaba los zapatos tan simples que me había puesto.

Alguien vestido de negro me preguntó el nombre y me indicó el camino para llegar hasta la mesa. Yo no paraba de mirar a mi alrededor. Allá había demasiada gente con ropa súper elegante, no estaba dentro de mi estilo y estuve tentada de dar media vuelta para escapar de todo aquel alboroto. Hasta que le vi.

Matt también había llegado y se le notaba tan perdido como yo. Me acerqué a él intentando no correr, para no llamar la atención.

- ¡ @ Matt Blackner , tú también aquí! ¿Podemos estar juntos, primo? Me siento algo intimidada entre tanto lujo y sombreros algo grotescos que llevan algunas mujeres. ¿Has visto ese tipo fucsia? Es feísimo. ¿Tú crees que todas debíamos traer algún ornamento en la cabeza? Yo es que me he hecho un recogido sencillo y... ¡¡Ay, por las barbas de Merlín!! Si es tu madre. ¡Por favor, por favor, que no haya oído lo que he dicho de su cabello o me destierra de Inglaterra!

 

😁

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Al final, había decidido quedarme en un rincón, cerca de una de las ventanas, ligeramente alejado del barullo de la habitación, mientras observaba los grupitos qeu se habían formado. Estaba verdaderamente incómodo entre todos ellos, sintiéndome ligeramente solo. Hasta que...

 

- @ Xell Vladimir Potter Black  por favor, no me dejes aquí solo. - pedí, con una media sonrisa, aliviado por ver al fin una cara conocida entre tantos desconocidos. La rubita había elegido un sencillo traje de color azul claro que hacía contraste con todo el lujo y la ostentación del resto de invitados, pero daba igual. Era Xell, y por lo menos tendría alguien con quien hablar.

 

- Yo ni siquiera conozco a los que están por aquí. Míralos, todos elegantes, todos tan acompañados...oh dios, mira que sombreros.... - hasta que me fijé en la persona que Xell señalaba, con un vestido fucsia tremendamente llamativo, acompañada por un ente tr... - oh dios, es Sagitas. - murmuré, abriendo los ojos mientras los dos nos girábamos. Aquello fue tan ridículo, viendo como Xell había criticado el atuendo elegido por Sagitas, que reí entre dientes, aguantando para no acabar en carcajadas. - si nos ve juntos y se entera de lo que dijiste, a ti te desterrará, y a mi aprovechará para expulsarme también, seguro. 

 

Miré de reojo, pero ella y Jack (ahora que me fijaba, venían juntos, claro) nos daban la espalda, y hablaban entre ellos, muy cariñosos entre los dos. Aquello me dio una ligera punzadita que preferí ignorar. 

- Tranquila, está hablando con Jack. No creo qeu nos haya visto. - le dije, observando los jardines a través de los cristales. - por cierto, sabes de qué va la celebración? No leí del todo...mi hija acabó convirtiendo la invitación en confeti.

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El traslador me llevó directamente hacia el destino que estaba programado. Aquel edicto que había emitido Sagitas era realmente molesto, más que nada para aquellos actos oficiales como lo era la fiesta a la que había sido invitado. Porque si íbamos al caso, el resto del tiempo, era el único edicto que actuaba como si no existiera. ¿Quién iba a decirme algo? ¿O quién iba a hacer algo cuando lo supieran? Era algo que se arreglaba con un movimiento de mi varita. El traslador me lanzó contra aquel patio y coloqué ambos pies para no perder el equilibrio y caerme.

Cuando me puse derecho, pude ver que enfrente de mí, estaba aquella hermosa edificación. Jamás había visitado Francia así que todo era realmente asombroso. Y jamás había estado en un evento de ése calibre. La cantidad mayor de magos y brujas con los que había estado presentes, había sido dentro del Ministerio de Magia, en el Atrio. Por es que no sabía cómo actuar, qué hacer, como desenvolverme. Lo descubriría.

Para empezar, me había puesto aquella ropa lo más coherente posible (y cómodo, especialmente). Me gustaba vestir simple, pero aquella ocasión te obligaba a acomodarte un poco mejor. Eran ropas más ajustadas, de cuero. Tenía muchas cadenas que me gustaban. Terminaciones, broches, botones y bordes de plata lo terminaba de decorar muy hermoso. Era algo que solo iba a utilizar por ésa vez. Avancé hacia el edificio, asegurándome que mi varita se encontraba cerca.

No saludé a nadie. No conocía a casi nadie o no sabía ni cómo hacerlo. ¿Con un “hola” alcanzaría? Solo necesitaba a una persona, Ada, la culpable de haber estado presente allí. Luego de nuestra derrota en aquella liga de Quidditch, me había enterado que nuestra buscadora estrella era la Ministra de Francia. Era increíble. En el equipo habíamos tenido dos figuras políticas internacionales y jamás lo habría adivinado. Así que quería que me viera, saludarla e irme en cuanto pudiera. No estaba seguro si era bueno para todo aquello. Necesitaba mi máscara. Ella me protegía del mundo.

Caminé y entre a una hermosa habitación, gigante, decorada como nunca antes había visto nada. Había mucha gente, toda vestida de gala. Me quedé a un costado de ése sitio, una larga mesa era la encargada de recibir a todos los invitados para que cenaran. Me quedaría un poco apartado hasta encontrarme con la muchacha (y de paso vería qué hacía el resto)

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Muy bien Idylla, murmure para mi misma, mientras salia de la bañera de la habitación. Había estado más del tiempo previsto sumergida en aquella agua tan deliciosa, pero tuve un día de locos y solo quería relajarme. 

 

Camine por la pequeña habitación y tome la toalla para secarme el morado cabello que traía en aquellos momentos, por la oscuridad que entraba de la habitación contigua, supe que ya era entrada la noche. Ada iba a matarme, siempre trataba de llegar a las fiestas temprano para poder socializar, pero ahora no sabia que excusa iba a inventarle para decirle porque estaba llegando tan tarde a aquella reunión. Aunque ni siquiera sabia que ponerme para un evento tan elegante como aquel.

 

Entre al cuarto con una sonrisa de oreja a oreja, encima de la cama estaba un extraordinario vestido de un exquisito color negroreceived_2844181462498066.jpeg, la tarjeta estaba encima y antes de siquiera verlo ya sabia quien lo había enviado. Tome la tarjeta y sonrei de oreja a oreja, a @ Ada Camille Dumbledore  nunca se le escapaba nada y en aquel momento ella era la que se encargo de dejarla preparada para la velada. No sabía que esperar de aquella noche, solo que seria una gran velada si estaba organizada por ella.

 

-¡Artemis!- la elfina llego con un ligero puff justo frente a mi -asistire a una fiesta en unos momentos, así que necesito que cuides a sebastian por mi, no dejes que se meta en lios y que se duerma temprano-

 

-Si señora, delo por hecho- comento la criatura y con un movimiento de mi varita me puse el vestido que estaba en la cama y un maquillaje ligero, con unos tacones que hacían juego. Preferia no cargar bolso por lo que la varita la escondi en una de mis piernas con una banda especial para sujetarla. 

Me despedí de la elfina y desaparecí de la mansión, solo para aparecer nuevamente en los jardines de una hermosa edificación, se escuchaba música tranquila dentro y sonreí para mi misma. Solo esperaba no haberme perdido el banquete, ya que estaba famélica.  Entre por las puertas de la recepción y mientras me adentraba en el lugar comencé a reconocer varias caras, entre ellas las de la ministra de magia, Ada, Matt, y por supuesto su hermano postizo @ Albus Renaldi Macnair . Así lo llamaba para sus adentros porque en realidad no eran nada de sangre, pero su mamá lo había adoptado como su protegido, cosa que a ella no le disgustaba y lo había llegado a querer.

-Hola Ada, espero no haber llegado tarde- comento mientras llegaba a su lado y le sonreía. 

 

 

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Mansión Luxure.

 

-Libertad, igualdad y fraternidad. –

 

Expresa el egipcio a su sobrina Lady Luxure (@Malum Luxure ), mientras sus orbes se clavaba en un poster de cierto jugador (@Ernest Dumbledore ), el cual había conseguido después del partido, y se le había olvidado pedir su autógrafo, pero en sus adentros deseaba algo más de aquel jugador, sin embargo, este se conformaría al menos con verlo más a menudo.

 

-Lady, sabes que no soy de asistir a eventos sociales, pero creo que será muy divertido si nos aparecemos en cierto evento francés, creo que eso te ayudará en tus relaciones diplomáticas. – Hace pausa. -Además, ese apellido Dumbledore que me comienza a interesar ¿acaso conoce alguien de ese linaje? - Este preguntaba aparte de Ada, o su hija adoptiva.

 

Y bajando la mirada, para que no fuera tan evidente lo que el mago sentía por ese hombre, ya que sus orbes tenían cierto brillo y esperanza al verlo, solo clavo su mirada en su pariente, aquella hija de su hermano.

 

-¿Entonces te animas a ir?-

 

La invito, pero su mirada volvió al poster. Además, que si ella aceptaba el tenía la esperanza de toparse con él, esperando no encontrarse con otra persona que pudiera sentir algo, ya que si bien eran contadas lo que cautivará su corazón, no podía negar que más de uno le hacía lanzar algunos suspiros, pero nadie como ese jugador. Además, que para muchos era un secreto que el egipcio había hecho socio a ese jugador, sin antes formalizar nada, de así de loco estaban sus sentimientos por ese jugador.

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