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El nuevo Ministro de Magia


Mackenzie Malfoy
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Hito 3' - Salida exitosa de la camara cerrada 

 

El Archimago regente habia logrado liberarse y cae Al abismo profundo, esto provoca in su mente ok paso de un millar De recuerdos y con la ultima imagen del beso que le plasmo a su see amado,  y fue justo alli donde la inusual camara key déjà ir,  porque no fue por sus conocimientos,  poderes o habilidades magicas que libran sino ese amor incondicional que sentia y esperaba el que fuera reciproco. 

 

-Este lugar me ha dejado exhausto y es major que recupere las fuerzas, pero antes es major que intente comunicarme con ella. - @ Malum Luxure  y por medio de sus saberes como Senecal de Caronte le fue posible establecer ese dialogo por el alma. -¿Sigues con vida? Si es asi dime donde esta o permite ver por tus ojos, ya que la vinculacion necesita cierto permiso de la persona.- Le explico lo major que pudo. 

 

Link Del dado 

https://rolhl.foroactivo.com/t29p100-el-nuevo-ministro-de-magia#3384

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HITO 4

Cillian Ryddleturn
Mica Gryffindor
Illidan Black Lestrange
Ashley Emily Black Lestrange M.
Ludwig Malfoy

Dos de aquellas abominaciones habían caído, y sus compañeros habían logrado acabar con varios pares más. Esta vez estaban lográndolo con más facilidad, aunque lo cierto era que esta vez eran más trabajando juntos para lograrlo, al haberse incorporado Lud y Ashley al equipo inicial. Eso la hacía sentir más segura, pronto lograrían superarlo. 

-Sectusempra- dijo una vez más, pero el hechizo pareció no hacer el daño suficiente -Desmaius -agregó para quitar de combate a aquel adversario para que no pueda dañarla ni a ella ni a sus compañeros. 

Buscó que todos estuvieran bien, así era, podrían continuar pronto... solo un par de esos seres más...

 

 

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Hito 3 - La Sala de la Muerte

- ¿Qué hacen?! YA BASTA! - El licántropo los empujó a ambos hacia atrás y se quedó observando como sus cuerpos se estiraban y doblaban en contorsiones irreales, casi como marionetas. Sus articulaciones giraban en modos que la vida no les permitía... Se levantó y al enderezarse notó que su nariz comenzaba a estirarse.- Oh no...

 El calor de sus mejillas le indicaba que la pelambre comenzaba a aparecer. Sus dedos se estiraban frente a sus ojos y notaba cómo sus botas se partían en dos bajo la presión del animal. Escuchó unos ruidos detrás de él y se encontró con otros miembros del desaparecido Deitas Requiem. Lo miraban todos quietos, pululando como entes en el vacío. En un silencio sepulcral digno del velorio más cuidado. Un paso hacia él.

 Notaba cómo la conciencia iba y venía. No podía dejarse dominar por el lobo. Sabía que no sería nada bueno para el resto de los que había visto en la sala... y en ninguna sala. <<¿Qué sala?>> Le preguntó una voz en su cabeza mientras la masa de enmascarados se acercaba otro paso, sin titubear. Serían unos diez, acercándose y cercándolo contra sus hermanos, que ahora solo aguardaban. Sus tiempos parecían no preocuparles. La turbación que reflejaban sus ojos parecía solo el acto de horror más grande que conlleva el levantar muertos de la tumba.

- Ni un paso más.- su voz sonaba gutural, el hocico le daba otra resonancia y, al salir, solo escapaba un gruñido. Otro paso.- ¡Ya basta dije! - alzó la varita apuntando al grupo, pero esta se había convertido en una burda rama sin poder. La lanzó lejos con rabia y, por un segundo, el lobo tuvo el impulso de correr a buscarla. Pero todavía tenía el control... Todavía.

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Hito 3 -- Cámara del Espacio 

 

¡No! No podía permitirse aquello, tomó su mano izquierda con fuerza para alejarla de la sombra que quería poseerla, había visto el daño que hacía.

Se alejó, lo más que pudo y como pudo (aún flotaba), no quería tener que vivir toda su vida encerrada en su propio cuerpo sin saber todo lo que había, si estar consciente de lo que hacía.

 

Se acercaba a la puerta, poco a poco dejaba de flotar en el espacio y cuando sintió que sus pies tocaron el piso comenzó a correr hacía la puerta, pensaba que llegaría pronto,  pero no era así, corría pero no llegaba a la puerta y aquello estaba más cerca de ella.

 

Alzó su mano hacía la nada, esperando encontrar algo para defenderse, la varita, por ahora inservible, agarrada con fuerza en su mano derecha, tocó algo, algo circular, ¡la perilla de la puerta! Había encontrado la salida, la giró y por fortuna esta cedió, por fin estaba afuera y la pesadilla había  terminado. 

 

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Hito 3 


Cámara del espacio 

 

Estaba flotando en un lugar que no conocía y no sabia que leyes de la naturaleza regían en ese recinto, no me sentía muy cómoda y mis pensamientos no estaban muy ordenados de como debía salir de este lugar, de pronto note un leve olor, un gas se había filtrado de algún lugar llenando el lugar en donde yo estaba. Trate de llevarme la mano al rostro, pero el movimiento había salido lento y tardío, ya había absorbido el gas, pero no sentía que hubiese ninguna reacción adversa en mí.  Tras esto me percate que mi varita de seguro me permitiría moverme hacia algún lado con un hechizo simple. 


-    Aguamenti


Musite suave, pero la varita no reaccionó, me sorprendió pero espere unos minutos más a esperar la razón por la que la varita no reaccionaba. Acerque a mi rostro la varita, con un movimiento mucho mas lento de lo que hubiera deseado, y la observe: la madera no tenía ninguna grieta y se veía en perfecto estado el instrumento mágico que me había acompañado por tanto tiempo estaba bien. Si no era la varita era de seguro algo más lo que estaba fallando y como decía el viejo adagio “si no es la varita, es el mago” logre ver que no era que la varita no funcionará, yo no tenía magia. 


Convulsione casi con violencia, y me di cuenta que mis movimientos aun así eran lentos y me hacían desplazarme mas al hacerlos. Si quería salir de allí definitivamente no iba a poder hacerlo con ayuda de magia y debía controlar mis emociones, no iba a dejarme vencer así no más sin conocer quien era el inquisidor y mínimo darme el placer de ver como la luz se escapaba de su mirada mientras moría. 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Hito 3 - Cámara de la muerte

Iban un poco más rezagados en comparación al resto de magos y brujas que también habían decidido entrar al ministerio y enfrentar al inquisidor, pero cuando las puertas del departamento de misterios se cerraron, una súbita oscuridad impidió ver que sucedía alrededor. Los chorros del cangrejo de fuego aportaban una luz incandescente, pero sin poder reconocer nada en el espacio,  de repente fueron a dar contra algo ¿un muro? ¿otro ser? No tuvo tiempo de averiguarlo, pues el impacto hizo que automáticamente resbalase del lomo de la criatura.

Y cuando intentó subirse, le sorprendió que el contacto mínimo le provocase una quemadura ¿pero qué estaba pasando? No había pasado tanto tiempo como para que la protección del polen de lirios de fuego terminase, pero aun así, como precaución Rory tomó distancia del animal, para no ser impactado por las llamas, y desde allí llamó a la bruja.

— Eitʃ ¿se encuentra usted bien? 

Antes que pudiese escuchar alguna respuesta, una nueva llama del cangrejo en el espacio aparentemente reducido donde se encontraban generó una enorme explosión. La onda de choque alcanzó al predicador que salió despedido varios metros, y terminó cayendo con un severo golpe en la cabeza en alguna clase de cámara, cuyas puertas se cerraron al instante en cuanto ingresó dentro. 

En vano Rory intentó aporrearlas primero y conjurar un alohomora después. Ninguno de los hechizos respondía. Desde que habían puesto un pie en el departamento de misterios, no habían dejado de sucederse cosas extrañas, y ahora separado de quien había sido su acompañante hasta entonces, y sin tener idea exacta de la situación en que se encontraba todo lo que podía pensar era en salir cuanto antes de allí.

Se dio la vuelta entonces, para apreciar por primera vez ese lugar a detalle, una sala rectangular, de superficie irregular, pues tenía un número indeterminado de bancos que iban a la par de escaleras en una inclinación hasta una tarima en el centro de una fosa. A medida que Rory se iba acercando al centro, todavía con la cabeza adolorida por el impacto, notó también que había un pozo hundido, y en medio de todo ello, una piedra antigua sin ningún apoyo, y un arco con una cortina vetusta agitándose levemente, aunque no hubiera ninguna ráfaga de aire.

— ¿Hay alguien más aquí? — expresó lo más alto que pudo pero todo lo que pudo obtener fue el eco de su propia voz.

Sin pistas sobre qué más hacer, Rory siguió caminando en dirección a aquel misterioso trozo de tela que por alguna extraña razón se hacía más y más atrayente cuanto más cerca estaba de él. Pero cuando no más de un metro lo separaba, y creía (por increíble que pudiera ser) que más de una voz le susurraba cosas desde el otro lado, desde las cuatro paredes de la estancia, un gas comenzó a dispersarse. 

En vano intentó hacerse un casco burbuja, pues una vez más su magia no funcionaba. Todo lo que pudo hacer entonces fue cerrar los ojos y orar porque aquello no contuviera ninguna sustancia letal que terminara matándolo ahí mismo.

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Hito 3. Sala de las profecías.

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No se había esperado el último de los ataques de Rory que impactó contra una figura redentis que estaba dispuesta a hacerla caer del cangrejo de fuego, ella, que casi se ha colgado del pescuezo del animal mientras lanza hechizos a diestra y siniestra contra estos seres, se vio de pronto arrastrada por el peso de uno de ellos colgado a la espesa capa de viaje que cubre todo el pequeño cuerpo de la bruja. Tonta criatura, de no ser por Despard hubiera caído por debajo y el cangrejo seguramente la hubiera aplastado. Se siente apenas a salvo, pero igualmente tiene que pegar un brinco grande, fuera del cangrejo tras la vibración de aquel ataque o de otro modo terminaría perdiendo el equilibrio y el destino final sería el mismo.

Así que tras una acrobacia que no es del todo limpia, si no que se tropieza haciéndola caer al final y con la falda de la capa en llamas es que se separa de Rory.

Estoy por aquí Despard, continúa en esa dirección, sigue al último grupo, yo me encargo del cangrejo-, le llama desde el otro lado, pero con la enorme criatura en medio de ellos, haciendo quejidos dolorosos y expulsando llamaradas de fuego descontroladas en todas direcciones es difícil asegurar que él puede escucharla. Primero que nada intenta lanzar un hechizo para atontar a la bestia, sin embargo el brillo que los cristales sobre el caparazón obtiene de pronto le advierte de una detonación que, por las quemaduras que ya tiene en sus manos, está segura de que su cuerpo no lo podrá soportar, por lo que sale de ahí tan rápido como puede, esperando que Rory hubiera sido tan listo y ágil para haber conseguido escapar igualmente.

La detonación del enorme cangrejo de fuego hace vibrar las paredes, ella es arrojada de último momento por la fuerza de la explosión, en su último intento por escapar de las llamaradas, se escabulle entre los escombros hasta alcanzar una cámara casi escondida tras una gigantesca puerta. Una vez adentro, las llamas aún la siguen cómo si quisieran alcanzarla, Eitʃ  hace un intento de cerrar la puerta del otro lado, pero es inútil, el fuego es contundente y quema la superficie. Retrocediendo un poco es que acude a la magia, pero por más que lo intenta nada funciona. Entre dientes murmura una blasfemia, lo que parece conseguir que la puerta cierre de golpe separándola del fuego, pero también dejándola encerrada en esa habitación.

No es importante, por lo menos le da el tiempo de respirar un poco antes de intentar salir en busca de Rory. No obstante, una sensación horrible recorre su cuerpo, los huesos y la piel le duele cómo si se estuvieran estirando, lo que solo podía significar una cosa. Una punzada de terror la invade, le da la adrenalina suficiente para volver a intentar atacar la puerta, esta vez para abrirla, pero los nuevos intentos no funcionan. El cuerpo le duele aún más tras cada segundo que continúa en esa habitación, un tanto ya frustrada arroja su varita contra la puerta e intenta golpearla con sus manos, pero no sucede nada. Resignada a que parece que no hay otra salida, cede, deja caer su cuerpo sobre sus rodillas, ahogando un aullido de dolor mientras que los efectos de la magia demoníaca, que le habían otorgado esa bonita forma femenina, están terminado.

Después de un par de minutos, las quejas cesaron, el cuerpo un poco adolorido quedó oculto debajo de aquella capa que ahora no es tan grande, pero que cubre bastante bien. Da gracias al infierno de que su ropa está preparada para un cambio repentino.

Lentamente se levantó, acomodando la ropa que es incómoda por lo ajustado que le queda, su cuerpo es casi tres veces más grande ahora y aunque es tela flexible tenía que tener un punto máximo de elasticidad.

Lo siento, Barbatos. Entre en pánico, supongo-, dice mientras recoge la varita del suelo. —Veamos, pero ¿qué es este lugar? Hay que salir rápido-, nuevamente intenta hacer magia para invocar un lumos, pero es inútil. Aun así avanza un par de pasos descalzos (se ha tenido que deshacer de ellos, fue la única prenda que no se pudo ajustar) en la oscuridad. —Hola, creo que quedé atrapado en medio de todo esto cuando comenzó el ataque del inquisidor, ¿hay alguien más aquí?-, llamó, aunque aún no puede ver a su alrededor se escuchan pasos, cómo si alguien corriese por pasillos aledaños. Quizá alguien más había quedado en este lugar, pero ¿era amigo o enemigo? —Maldición-, a pesar de lo tranquilo que parece lo cierto es que la idea de no tener magia, sobre todo en este momento, lo tiene demasiado preocupado, necesita volver a cambiar antes de encontrarse con Rory nuevamente. 

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Hito 3 - Cámara de la muerte 

A medida que aquel gas iba introduciéndose en su organismo, Rory sentía que se sumergía  contra su voluntad en un pesado sueño, en el que justo antes de caer,  el cúmulo de sucesos de lo acontecido en esa incursión se sucedían con rapidez en su cabeza.

¿Había hecho lo correcto?

Los chillidos de las abominaciones que habían acribillado a las puertas del ministerio hacían eco en sus oídos más y más fuertes y se entremezclaban con recuerdos mucho más antiguos del tiempo en Dublin, cuando en lo alto de la Iglesia cantaba a coro con otras docena de muchachos.

"Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres"

¿Realmente lo que había estado haciendo era en nombre de conseguir esa ansiada paz?  Si exploraba en lo profundo de su corazón y sus motivaciones ¿No había sido la supuesta muerte de Aries lo que le había llevado a la Orden del Fénix? Una razón de lo más egoísta, superficial y nacida de un deseo imbuido de pecado, que atentaba a los principios con los que había llevado su vida hasta entonces. 

Rory se retorció ante aquellos pensamientos. Durante tanto tiempo, desde niño, había buscado una identidad que lo arrancase de ser el común y más anodino de sus hermanos, del que jamás se esperaría nada, nunca lo suficientemente bueno para los negocios con los muggles, ni inteligente para adiestrarse mágicamente. Entregarse a Dios y la palabra le había devuelto la esperanza de que había para él un propósito para él, uno que solo él podría cumplir, signado en lo alto en el momento mismo de su nacimiento y que con el aprendizaje adecuado podría llevar a término.

¿Y si al final, después de todo, había caído en la vorágine de la perdición de Ottery? ¿No había bebido, y tomado y perdido la conciencia? Incluso aquellas salidas con Crouch, como enviado de Bel Evans ¿No habían dejado en algún punto de ser una obligación para convertirse en algo que disfrutaba de una forma que no estaba dispuesto a admitir en voz alta? Recurriendo a él antes que a cualquier compañero de bando, añorando la compañía de esa bruja con la que habían cruzado las puertas del ministerio, a pesar de que sus métodos no fuesen del todo legales, se había comenzado a rodear de la gente más insospechada, como prueba de humildad de no tener el derecho de juzgar a los demás, pero también podía ser que simplemente...

Estaba disfrutando de ese lado mundano que nunca hasta su llegada a Ottery había estado tan al alcance de su mano.

Entonces paró. De algún lugar de su mente, el pensamiento que lo había levantado cada día hasta entonces afloró con fuerza: Nadie era perfecto. Y él aún si se había caído, aún si a pesar de sus esfuerzos, era ganado por pensamientos o acciones a veces rozando el límite de la moralidad, lo cierto era que ni un solo día desde que la palabra le había sido revelada, había dejado de actuar deseando y haciendo lo mejor por el prójimo.

Construyendo, genuinamente y con esfuerzo, un mundo mejor para todos. 

Y Dios lo sabía, su único testigo en esa soledad, sin amigos y sin magia, la presencia que siempre lo iba acompañar, porque esa era su promesa: Nunca dejar abandonado a su rebaño. Movido por esa fe, sintió que poco a poco todo aquel dolor y toda esa culpa se alejaba de él, y volvía en si mismo, lentamente.

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Hito 3. Sala de profecías.

Una luz se enciende al fondo de la habitación, es lo único que puede ver sin embargo, pero por los murmullos y pasos que aún se escuchan alrededor, de pronto parece una terrible idea cruzar todo aquel largo tramo que le queda para llegar ahí. Hace el intento de relajarse, él es fuerte aun sin magia, tiene toda esta crianza mestiza y experiencia viviendo entre los muggles por mucho tiempo, se dice un par de veces a sí mismo que estará bien y, de cualquier forma, pase lo que pase, tiene que volver y ayudar a Rory a salir de aquí también. Avanza entonces con pasos inseguros, aún aferrado a la vieja varita familiar que, aunque es inútil, su presencia al menos le devuelve algo de confianza, le hace sentir que no está solo ahí adentro.

Pero no podía ser tan sencillo, nada tratándose de intentar asesinar al inquisidor podría serlo. La mitad del camino estaba hecho cuando un sonido fuerte cómo si fuera  algún atacante o alguien batiéndose cerca lo acorraló haciéndole pensar que podría causarle daño. Esto provocó que se desviara de su camino y que tropezara con un estante a sus espaldas haciéndolo temblar con el choque. Permaneció inmóvil ante el sonido del cristal rodando por una superficie de madera, su respiración inexplicablemente se forzó y los cabellos de su nuca se erizaron cómo el peor de los presentimientos. Entonces, volviendo rápidamente a la razón, se giró para intentar atrapar aquello que caería el suelo en cualquier momento, pero igualmente la esfera de cristal resbaló de sus manos y cayó con un ruido que hizo eco y al mismo tiempo silenció la sala. 

De entre los cristales rotos un espeso humo brillante comenzó a salir, cómo si la profecía que guardara en su interior buscará escaparse de él, o de todo el mal que este sitio contiene a estas alturas. Intentó hacer algo al respecto pero el humo creció rápidamente cubriendo el piso e iluminando el resto de la habitación a su alrededor. Solo de esa forma pudo ver mejor donde se encontraba atrapado; grandes y altas columnas cómo estantes lo rodeaban, repletos de profecías amontonadas unas sobre otras, todas y cada una de ellas tenían la misma fecha, el mismo nombre, el suyo. Su corazón se detuvo y dolió más de la cuenta. De fondo, la voz de su padre se escuchó llamándolo una sola vez, en dirección a donde se había encendido una única luz.

Tks, ¿por qué siempre tienen que ser profecías?-, se quejó mientras respiraba inevitablemente el humo que inundó la habitación. La voz se escuchó entonces con más fuerza, le habló de todas direcciones, decían tantas cosas al mismo tiempo y, aunque podría ser inentendible, él sabía perfectamente lo que decían, lo que querían de él. En un intento casi desesperado lucha por ignorarlas, cubre sus oídos con ambas manos, pero es inútil, aquellas voces están dentro de su cabeza, y cierra los ojos tan duramente que casi duelen, los lagrimales arden, pero aún tiene suficiente fuerza en sí mismo para no dejarse humillar más por la magia de esa sala. 

Lo peor era la razón que lo tiene en tan mal estado en poco tiempo, aquella que no solo golpea duro su vulnerabilidad, si no que además, si lo razona, nunca ha sido del todo capaz de hacer mucho ella. Ignorar sus problemas no los resolvía después de todo. Y él se había esforzado tanto por dejar todo eso tan atrás, pero ahora era evidente que ante sus esfuerzos de volver a comenzar, fuera la vida que fuera, resultaba inevitable luchar contra lo que realmente era él.

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Hito 3 - Escapando de la Cámara de la Muerte

- Requiem aeternam, dona eis domine et lux perpetua. Luceat eis. - El canto se intensificaba mientras los sentidos del licántropo vacilaban en su forcejeo mental por mantener la conciencia. Notó sus garras apretando su sien mientras intentaba hacer que frene toda aquella locura. Miró el velo al que lo arrastraban las manos gélidas entre harapientos ropajes. Reconoció incluso algunos anillos mientras su espalda rebotaba contra los escalones.

¿Cómo había llegado allí?

Recordaba el momento en que se había sacado de encima a los inferis pero parecía estar adormeciéndose por el cántico. Un cántico que, para seguir sumando males, no parecía salir de ninguna fuente cercana, sino más bien de la cámara. ¡La cámara! Sintió una fuerte presión en sus pulmones y comenzó a toser. De su garganta emanaban unos gases violetas. Y entonces recordó.

 Sabía qué hacía allí y lo que tenía que hacer. Notó que ni Mica ni Ashley estaban donde las había visto, y no parecía haber tanto espacio como para desaparecer sin más. Era solo una psicosis. El calor comenzó a subir por su cuerpo y lanzó un zarpazo que alcanzó a una de las células de energúmenos que lo transportaban. Lanzó otro al segundo. Cayó su capucha y pudo ver, aterrado, cómo uno de los niños del barco que lo llevó a Inglaterra lo miraba... ¿con lástima? Eso solo enfureció más al lobo, que lanzó patadas a diestra y siniestra y se alzó en toda su imponencia.

 Lanzó un aullido que rebotó contra las paredes y volvió como un eco aún más fuerte. El velo, impoluto, había comenzado a temblar bajo la resonancia del alarido, mezcla de dolor y rabia. Una lágrima cayó sobre su mejilla mientras se encargaba de los que lo rodeaban. Finalmente solo eran cinco. Tres hermanos rubios, los reconocía. Los... Lestrange? 

- Lysander, Tara y Agatone.- Lanzó con voz de ultratumba. Notó que esta volvía a tomar la forma humana. Comenzó a deslizarse fuera de ese sueño. - Felias, Lucifer... - añadió, volteando a los dos hermanos, que ahora yacían inmóviles ante el encuentro. Sus cuencas vacías se relajaron mientras lo miraban, con una mezcla de tristeza y lejanía.- Gracias... - suspiró.- Lo siento. Adiós.

 Jamás podría hablar de lo que había pasado allí dentro. Aún sus ojos derramaban lágrimas, aunque ahora no sabía si provenían de sus emociones o del gas, que comenzaba a dispersarse. La cámara parecía vacía, ya ni los fantasmas del pasado podrían hacerle daño pero... ¿dónde estaría el resto? Alzó la varita y sintió el hormigueo característico. Tomó el pomo de la puerta y se abalanzó a lo desconocido.

Nada podría superar el horror vivido. Y alguien debería pagar dolor por dolor...

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