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El nuevo Ministro de Magia


Mackenzie Malfoy
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 HITO 5: Horrocrux 

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Hobbamock escucha lo que Melrose tiene que decir. En ella también borbotea la magia sagrada, su alma está conectada con El Templo y su magia es fortalecida gracias al poder ilimitado del Mjölnir. Por un momento no comprende, su cerebro está aletargado, confuso, lleno de ideas inconexas a las que no puede darle sentido. La maldad y la miseria que flotan en el aire lo confunden, no le dejan pensar de forma lógica. En otro situación se hubiese conectado al templo, le hubiera pedido su magia, hubiese sido capaz de deducir todo sin ayuda.

Úsenlo

¿Usarlo? ¿El qué? Piensa, porque en la situación en la que se encuentra necesita pensar mucho. Hasta que en su cabeza algunas ideas se conectan. Reconoce la magia sagrada, la siente, la comprende y la imita; usa el Divine Intelect para darle a su cabeza un empujón, para darle la capacidad de analizar las cosas que normalmente se le pasan por alto.

Pero ya no. Ahora lo comprende todo. Y le da miedo. Todos deberían tener miedo, todos deberían estar muy asustados. La confianza de Laura, sus criaturas mágicas genéticamente modificadas, esos aires de superioridad. Incluso, ahora lo ve, la mirada de aquellos cuya alma está fragmentada. ¿Cómo no se dio cuenta de esos detalles antes? El guinda del pastel: la oscuridad que cubre a todos y cuyo epicentro ahora es bastante claro.

—Lo se

Es lo único que puede contestar cuando Melrose habla.

Porque el miedo se apodera de su cuerpo.

No puede quedarse así, quieto. Deben salvar a Sebastián, deben alejarlo de la bruja.

—¿Leíste los libros de historia de la magia, inquisidor? ¿Te inspiraste en Tom Riddle? ¿También usaste tu tecnología para hablar Pársel? ¿Tuviste las agallas que él tuvo y creaste también 7 horrocruxes?

 

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Hito 5: Horrocrux

Era altamente probable que, por la mañana o en cuestión de horas, se arrepintiese de su decisión: con su orden de captura aún vigente, algunos dirían que era una misión suicida aparecerse por el Ministerio de Magia. Y, sin embargo, el llamado había sido claro acerca de la posibilidad de derrotar al Inquisidor de una vez por todas, ¿cómo podía negarse a ayudar en semejante hazaña? ¿no había él, exactamente un año atrás, vigorizado a toda la comunidad mágica a alzarse frente a él durante su candidatura a Ministro de Magia? Sería hipocrítico de su parte quedarse escondido mientras sus compañeros peleaban y, por más que no se consideraba innatamente valiente, aún así emprendió la marcha hacia el punto de reunión.

Iba muy demorado. Demasiado demorado, para su propio gusto. Ya hasta podía escuchar en su mente el comentario de Madeleine, quejándose de que sólo venía a figurar. Una sonrisa se curvó en su rostro ante esa idea: cuanto menos tosca e innecesariamente hostil, aún así era una de sus más compañeras dentro de la Orden del Fénix y, Nathan no podía olvidar, quien lo había guiado hacia la Orden Oscura. Allí, había encontrado una forma de transformar todo el dolor y la oscuridad de su pasado en algo productivo; había aprendido a sublimar la oscuridad en magia oscura capaz de utilizarse para un bien mayor. Ella, sin embargo, no le había advertido sobre los grandes desafíos que suponía controlar aquel tipo de magia y, aún a pesar de eso, se encontraba agradecido.

Para cuando llegó a lo más recóndito del Departamento de Misterios, era claro que una gran parte de la acción se había desarrollado en su ausencia. Lo vió, en la medida que se acercaba a algunos de ellos, en sus rostros: éstos plasmaban algo que iba más allá del agotamiento y el cansancio físico, algo experimentado casi a diario por todos los que contribuían a la Orden, pero algo más. ¿Qué era ese algo? No lo podía precisar. Miedo, quizás, pero en su forma más visceral y cruda, del tipo que o bien te paraliza o te fuerza a emplear tus últimos recursos. Es en ese estado que ve a Mackenzie, Hobbamock y Kaori, enfrascados en distintas artimañas para controlar criaturas extremadamente peligrosas. A lo lejos, también divisa a Mica, la nueva líder de la Orden del Fénix. No muy lejos de ella se encuentran Melrose y Madeleine. Ciertamente, la Orden del Fénix había traído a la caballería pesada.

A pesar de todo lo que ve, no logra atar cabos y darle sentido a lo que sus ojos procesan. Basiliscos, dragones, hechizos cruzados en una y otra dirección y Laura, sembrando al parecer todo aquel caos. << ¿Qué demonios está pasando aquí? >> piensa, frunciendo el ceño, y se pregunta si el resto estarán tan perdidos como él. En este momento se maldice por haber dudado tanto acerca de la sensatez de estar allí: independientemente de lo que estuviese pasando, no había rastros de la Ministra Potter Blue, y el Weasley no estaba seguro de que eso fuese mera coincidencia. Sus teorías conspirativas fueron interrumpidas por Vera, con quien había compartido algunas misiones de Bando varios meses atrás, y un muchacho a quien no conocía y en cuyo rostro no había otra cosa que pánico. Nathan no sabía que le sucedía, pero su discurso apenas inteligible no le sembraba demasiada confianza.

Apretó la marcha detrás de ellos, temiendo que Vera eventualmente necesitase ayuda para safarse de aquel maniático. Su mano estaba fuertemente aferrada a su varita, lista para utilizarla ante la menor necesidad, más se permitió relajarse un poco al ver a Mackenzie acercarse a ellos. Por lo que podía ver y escuchar, había una cierta relación entre ella y el muchacho, una relación que Vera no parecía comprender del todo a juzgar por el escepticismo en su rostro. 

¿Pero de qué hablas, Sebastian? — le escuchó decir a Mackenzie.

¿Por qué tuvisteis que viajar en el tiempo? ¿Por qué? 

<< Demonios >> pensó, entiendiendo instantáneamente de qué hablaba el muchacho. Meses atrás, y de la mano de un giratiempos con el que Goderic se había hecho, varios miembros de la Orden del Fénix — él, entre ellos – habían viajado al pasado para averiguar algo más sobre la existencia del Inquisidor. A pesar de que no necesariamente fue una misión fallida, les fué de inmediato evidente que cambiar el espacio y tiempo era una muy mala idea, y en una revoltija de eventos habían sembrado un caos y desorden cuyas repercusiones, el Weasley temía y ahora le eran evidentes, aún no se habían desenvuelto completamente.

Náuseas, y una corriente de hielo por sus venas, lo sorprendieron como una cachetada al ver a Laura abrazar al muchacho. << ¿Qué demonios está pasando aquí? >> vuelve a pensar y es evidente que, a juzgar por las expresiones en sus rostros, nadie entiende del todo que está pasando allí. Aún peor son las declaraciones inmediatas de Laura, asegurando que nadie puede matarla, masculladas en un tono que le pone los pelos de punta: el miedo, visceral y crudo, se apodera de él también mientras su cabeza baraja frenéticamente posibilidades sin fin en busca de una explicación lógica a todo lo que está sucediendo allí. Una vez más, Nathan piensa en lo difícil que es controlar su energía en aquellos momentos: el enojo es una emoción secundaria al miedo, y sin embargo efervesce en su interior queriendo brotar por sus pros y ser libre. 

Procura mantener la calma e inhalar hondo, hacerlo sería catastrófico. Su energía es poderosa, pero maldita, y cualquiera de los allí presentes salvo quizá Madeleine sufrirían tremendamente bajo su influencia. Es consciente de que no podrá contenerla indefinidamente y, por tanto, medita rápidamente cuál de sus poderes convocar, cómo ayudar, cómo hacer algo. Se siente inútil, el haber llegado tarde le ha costado poder hacer un análisis crítico de la situación, y en virtud de ello debe valerse del juicio de sus compañeros para saber como proceder.

En medio de sus debates internos, ellos parecen haber atado algunos cabos. Por lo que puede escuchar de Madeleine, Melrose y Hobbamock, están en presencia de un Horrocrux. Una parte de su mente quiere a toda costa comprender cómo es que lo ha hecho, cuántos ha creado y de qué manera sus viajes al pasado generaron semejante lío. Por el momento, es evidente que aquel muchacho que los ha acusado, el que Laura (o el Inquisidor) ha llamado "cachorrito" está en grave peligro, no sólo a manos de ella pero también de sí mismo. 

– Ilusionismo – susurra, en cuanto le es evidente una forma de ayudar. A los ojos del Inquisidor, un doble de quien luego conocería como Sebastián ha aparecido exactamente donde su original estaba. Este último podría moverse con total libertad, lejos de allí, sin que Laura lo supiera. Nathan mira a Vera, y por momentos quiere gritarle, pero ruega a todos los dioses que no sea oclumante cuando le susurra en su mente: – Llévatelo, ponlo a salvo.

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HITO 5: Basilisco 

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Con desesperación y con una vena marcándosele en la frente, Madeleine observa el intercambio ocurrido entre Melrose, Graves y Vera. Para ella, la idea que tiene de los paladines son algo ajeno y lejano, alimentado más por los rumores que hay de aquellos caballeros sagrados que de auténtico conocimiento. Lo cierto es que, para Madeleine, los paladines son... algo irritante. Algo que le molesta. Si en la Orden del Fénix de verdad hay héroes, entonces ellos serían los paladines. Siguen un estricto código moral, que siempre anteponen ante sus acciones y nunca —o casi nunca— pueden quebrantar. En el fondo, sabe por qué odia tal convicción y tan compromiso; y es que, quizás hace falta más valentía para mantenerse auténticamente leal a idea, que la que tiene ella como oscuro para rechazar casi cualquier restricción. Frunce los labios, intentando controlar la expresión en su rostro, pero no los interrumpe porque se da cuenta de que cuando los ve, puede comenzar a sentir algo parecido a la esperanza.

Observa que los labios de Melrose se mueven, pero oye lo que dicen, pues se dirige hacia Graves.

—¿Qué es lo que...? —no le gusta hacer preguntas, prefiere que le expliquen, pero en tal situación está dispuesta a lastimar su propio orgullo. Sin embargo, su voz se ahoga cuando Graves alza la voz para dirigirse a Laura.

«Horrocrux».

Aquella es la palabra que Madeleine necesita para terminar de comprender la idea que había comenzado a formarse, vagamente, en su mente, pero que era incapaz de unir en una idea razonable. Entonces, encaja perfectamente. La confianza de Laura, sus palabras («no pueden matarme») y, especialmente, aquella energía que Graves había mencionado, que claramente Madeleine podía percibir por ser algo tan parecido a su propia esencia. Cuando levanta la mirada una vez más hacia la Inquisidora, está convencida de que puede verlo. Puede reconocer el halo de oscuridad que la rodea, su esencia mancillada y corrupta... la monstruosidad en la que se ha convertido. Pues aunque todavía parezca en su mayor parte una mujer hermosa y poderosa, cuando el alma se manipula de aquella forma, te conviertes en uno. 

Madeleine advierte que Weasley ha hecho acto de presencia y aunque percibe la oleada de magia de la oscuridad, no puede adivinar qué es lo que ha hecho. Sin embargo, le parece que la prioridad de todos en aquel momento debe ser en primer lugar, poner a salvo a Sebastian, y en segundo lugar, separar a Laura de su horrocrux. Hace unos momentos un mago había intentado atacarla, pero Laura ni siquiera se había movido para evitar el hechizo. Madeleine rápidamente recuerda lo que ha estudiado de Artes Oscuras y recuerda que éstos pueden "defenderse" e incluso "atacar". Aunque supone que de alguna forma todos lo saben, ya que en lugar de buscar matarla y luego destruir su Horrocrux, en primer lugar están queriendo destruir el artefacto oscuro para luego acabar con ella; porque, además de resguardar una parte de su alma, sirve como una especie de barrera.

Rápidamente, reflexiona, ¿habría alguna forma de debilitar al propio horrocrux, para poder tomarlo? ¿Hacer uso el Poder Destructivo serviría de algo? ¿O es mejor ir por un plan más seguro e intentar debilitar a Laura? Madeleine rápidamente decide que tomará la menor cantidad de riesgos posible. El hechizo del mago había recorrido un espacio físico y no había servido, así que debía intentar de otra forma.

Clava la mirada en Laura Nielse, concentrándose a la par que sus ojos se entornan y un leve resplandor rojizo los ilumina. La Inquisidora puede sentirse superior a ellos, pero todavía tiene el cuerpo de un humano. Madeleine se concentra en lo que puede sentir, como si se tratase de una extensión de su propio cuerpo: siente sus dedos aferrados a la Vara de Cristal, el extrañamente tranquilo palpitar de su corazón, el roce de la túnica contra su piel... Pero va más allá. Intenta percibir cómo la sangre corre por sus venas, cómo sus órganos trabajan ajenos a lo que sucede a su alrededor, cómo sus pulmones se llenan de oxígeno. Y cuando es capaz de percibir hasta lo más mínimo, cuando tiene control de todo su cuerpo, se atreve a hacer el siguiente movimiento. Gradualmente, hace que la presión arterial baje y entonces siente lo que debe sentir la Inquisidora: la debilidad, la leve pérdida de sentido, la sensación de desfallecer, el dolor físico recordándole que no es un ser superior...

Si es capaz de mantener aquel vínculo lo suficiente, quizás alguien podría tener la oportunidad de arrancarle el horrocrux.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Hito 5: Horrocrux 

 

El egipcio comenzo a notar cierta magia extraña y se comenzo a preocupar, lo cual no era muy comun en el. Aunque,  su mente se encontraba bombardeada de imagenes producto a sus marionetas, este escuhaba, veia e incluso habla por ellas. Y sin esperarlo mucho Sia se le acerca. 

 

-Estamos en peligro. - Le expresa la serpiente espectral a su amo.

 

-Ve y busca eso que emana oscuridad, deseo destruirlo. - Responde e parsel.- Cronos.- Siseo y su elfo domestico aparecio a su lado. -Busca el objeto oscuro.- Ordeno y sus marionetas escucho cierta conversacion de @ Ellie Moody  con otro seres. Asi que al escuchar la misma mira rumbo a esa mujer,  quien segun comprendio se llamaba Laura o Maura, sin embargo eso no le importaba,  sino destruir la causa de su predicamento.

 

Y fue asi que las treinta marionetas se detuvieron,  las mismas tenian forma de payaso de circo con un cuchillo en la mano. No obsante,  el nigromante se encontraba sorprendido de como alguien pudo usar sus creaciones en su contra, esto era algo que jamas perdonaria y por eso mataria al Inquisidor.  Y si fuera poco opto por atacar, pero no a los seres que buscaban ayudarla o ver como salvarla,  sino que sus marionetas de hielo fueron a matar a Laura en un combate fisico, y se equibocaba de persona eso no era un problema para el. 

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Hito 5 - Horrocrux

 

Agosto 2011

Existen momentos en la vida que te cambian para siempre, acciones mínimas que pueden llevar a tu vida al límite, situaciones que pueden condenar a todos tus seres queridos sin posibilidad de ser salvados. Aquella mañana Ludwig Malfoy fue un condenado más, un daño colateral causado por las maquinaciones de alguien más quien decidió viajar en el tiempo y alterar la línea temporal y creando una infinidad de versiones alternas.

Aquel día, parecía ser normal con sus hermanos haciendo ruido por toda la mansión Malfoy mientras el rubio se preparaba para otro día normal en San Mungo. No imaginaba que sería la última vez que vería a todos ellos con vida. Se apresuró para llegar y como siempre se desapareció para llegar a su trabajo. Sin embargo algo ocurrió durante aquel pequeño instante. Una grieta se abrió exactamente al momento que él se había desaparecido llevándolo a otro lugar y momento en el tiempo. Fue totalmente incapaz de escapar de aquella situación simplemente desapareció y al ser inconsciente de lo que le había ocurrido, apareció como si nada en el año 2021.

Durante aquel viaje lo único que pudo observar eran imágenes sin sentido, una mujer dando a luz, rayos de color rojo como una tormenta apocalíptica, imágenes de Mack, Elvis y otros más que no alcanzaba a reconocer. Pero también pudo verse a si mismo, viviendo la vida que le estaba siendo arrebatada, una versión malvada de Ludwig quien nunca fue arrancado de la línea temporal y había llegado a ser líder de la marca tenebrosa haciéndose llamar Mordred Deschain. Todas esas imágenes parecían ser producto de un sueño que había olvidado.

De vuelta al 2021

Ludwig apareció y totalmente confundido comenzó a vivir su vida, tratando de recuperar el tiempo perdido, por alguna razón sus deseos malignos cada vez eran menos y comenzó a vivir en el lado de la luz. Conoció a Cillian, se unió a la orden del fénix y pudo recuperar contacto con aquellos que aún vivían, sin embargo aquel anhelo de recuperar su pasado nunca se fue. Fue por ello por lo que al escuchar las palabras de Sebastián, Vera, Mack y Laura lo único que lograron fue recuperar esa parte de su mente que había quedado bloqueada. No solo eso ahora sabía que ellos eran los responsables de que el rubio ahora viviera en esa época por lo que el enojo y odio regresaron.

- ¿Cómo pudiste Mack? – dijo reprochando - ¿Cómo pudieron?, no puedo creerlo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no, no, no, no, no – se repitió tantas veces mientras se ponía las manos en los oídos tratando de silenciar las voces que llegaban a su mente – ¿así que esto es lo que soy? Solo un error de cálculos, un daño colateral de ustedes tratando a ser Dios - el rubio quien estaba en shock no sabía que hacer o a donde ir, ya no le interesaba más luchar, si por el fuera el inquisidor y todo su teatro se podía ir al ca***o, era como despertar de una pesadilla solo para darse cuenta de que estaba en una pesadilla peor. Su coraje y odio eran justificados y lo peor era que no podía hacer nada ¿o sí?

- ¿Así que quieres regresar a tu tiempo? – dijo una voz la cual parecía provenir del colgante de la inquisidora – si ese es tu deseo yo te lo puedo cumplir pero para ello primero deberás jurarme lealtad a mi - la voz que salía del horrocrux le pedía que trabajara para él, que le ayudara a escapar de aquel enredo para poder ser libre. E incluso el Malfoy sabía que ella no mentía, que tenía el poder necesario para regresarlo justo al momento en que había sido sustraído como si nada hubiera pasado.

El rubio sacó su varita y miró a Cillian el chico al que ahora amaba más que a nada en este mundo. Luego volteó a ver a Laura quien le ofrecía aquel trato y por primera vez en mucho tiempo sintió esa incertidumbre de no saber que hacer, tenía que seguir a su corazón y hacer lo correcto. Por otro lado todos los demás ya estaban atacando a Laura pese a la solicitud de Sebastian de no hacerlo, era claro que ya todos querían acabar con aquella pesadilla.

- Lo siento pero yo ya no pertenezco a aquella otra época, ustedes me sacaron y por más que desee regresar ahora tengo una vida diferente, una que quiero continuar – dijo mientras apuntaba a Laura – quiero dañarte, torturarte, hacerte sufrir pr lo que me hiciste, pero no lo haré, nadie debería lastimarte pero si debemos destruir ese horrocrux, incarcerus – dijo mientras tres cuerdas salían de su varita y se dirigían hacia la inquisidora tenían la intención de atarla de pies, manos y brazos para así dejarla inmóvil y con ello poder dejar que los demás la destruyeran – Cillian, mi lugar es contigo no pienso irme de ti nunca.

Ludwig Malfoy quien seguía furioso únicamente pudo controlar su impulso y deseo de matar al ver a Cillian, también viendo a sus hermanos y amigos que estaban luchando. Incluso a Mack con quien estaba furioso, sabía que lo que ella había causado no había sido premeditado por lo que poco a poco la rabia se fue y supo que la lucha había terminado. Acto seguido volteó a ver a Cillian ignorando la escena que ocurría, sabía que Laura estaba perdida y nada de lo que hiciera la salvaría, tomó la pequeña caja del bolsillo de piel de moke de su enamorado y la abrió. En su interior había una sortija de oro la cual había guardado desde hacía mucho tiempo. Miró a su novio y le sonrió, estaba nervioso y a la vez atemorizado por lo que pudiera hacer. Se colocó de rodillas y sonriendo le dijo.

-Cillian, te conocí en el momento en que más necesitaba a alguien, me llevaste al camino de la luz, me enseñaste que podía volver a amar y a creer en los finales felices. Hoy deseo preguntarte ¿te casarías conmigo?
 

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Hito 5.

Horrocrux.

— Estoy bien, estoy bien —Cillian temblaba, no era de mucha ayuda en aquella parte de la misión ya que el impacto de adrenalina que había tenido al principio de la misma se había ido agotando poco a poco hasta llegar a ese momento en lo que lo único que lo mantenía en pie era la necesidad de salir de aquel lugar con vida —. Por suerte ellos han logrado calmarlos antes que yo cometiera la tontería de intentar salvarla —señaló a Kaori y Hobbbamock aunque seguro que Ludwig ya sabía a quién se refería y acto seguida le mostro la cajita algo maltratada.

Había pensado que la perdería y eso lo había puesto en una situación desesperada lo cual logró darle un poco más de impulso durante aquellos minutos, pero ya no podía más razón por lo cual al sentir los labios de Ludwig sobre los suyos tuvo un momento de completa debilidad en el que se dejó caer sobre su pecho y le pidió al rubio que lo rodeara con sus brazos y no se separara nunca más de él. Pero no era el momento ni el lugar adecuado para ello, Cillian se había olvidado del nuevo peligro al que tenían que enfrentarse y que los demás magos y brujas en el lugar estaban intentando combatir.

— Ten cuidado —murmuró una vez que el momento de tranquilidad terminó y Ludwig volvió a ponerse en guardia, Cillian por su parte se retiró a la parte más alejada de la zona de batalla dejando a los demás trabajar en vencer al basilisco. ¿Qué más podía hacer él? Había conseguido un poco de poder mágico estudiando los libros y algunos conocimientos, pero lo cierto es que poco a poco había olvidado como utilizarlo correctamente así que no era la persona indicada para inmiscuirse en aquella batalla.

Observó a Thanathos, Ludwig, Goderic, Illidan, Adrián  y otros tantos luchar contra el basilico hasta que el momento en que Kaori y Hobbamock utilizan un portal para deshacerse de él momentáneamente. Cillian estaba sorprendido, ¿desde cuándo un mago podía tener tanto poder? Se había perdido demasiado en el mundo muggle como para entender todo aquello, pero ya no había vuelta atrás, las cosas eran así ahora y tenía que comprenderlas.

Desde  su posición, Cillian pudo observar todo lo que sucedía y no perderse ni un solo detalle, el rostro de La Inquisidora no dejó entrever ni un atisbo de coraje al ver como rompían con la última de sus barreras, pero eso era porque él no sabía que había una más. Una que la protegía de cualquier ataque que cualquiera de los presentes pudiera efectuar en su contra. Aunque al parecer había en el grupo un mago que tenía un poder superior al de cualquiera o por lo menos eso pensaba él y había descubierto el gran secreto de La Inquisidora.

Cillian no entendió lo que Azrael decía, él no sabía hablar en parsel así que decidió utilizar aquel momento para volver junto a Ludwig y tomar su mano, solo para descubrir un momento después que el intento del archimago de la muerte por terminar con la vida de Laura había sido en vano. Y fue entonces cuando dos personas que Cillian no conocía hicieron acto de presencia y al parecer estaban bastante relacionadas con aquella historia.

¿Sebastián? ¿Veronika? ¿Laura? Dejó escapar un suspiro, era bastante difícil el seguir aquella historia. No entendía porque aquel hombre defendía a la mujer que tanto daño quería causarle al mundo mágico. Cillian estaba bastante sumido en aquella historia a sabiendas de que él no era parte de ella, como al parecer algunos otros de los presentes sí. ¿Un horrocrux? ¿Cómo era posible? Y entonces, James comenzó la batalla. Cillian soltó la mano de Ludwig y se puso en guardia, estaban en medio de algo que no entendía y por su parte ya no buscaba terminar con la vida de Laura, solo quería salir con vida de aquel lugar.

El ataque de James fue lo que movilizó todo una vez más después de la participación de aquellos dos extraños y todos los magos y brujas presentes que se habían quedado un poco sorprendidos ante la petición de Sebastián, volvían a intentar terminar con la vida de Laura. — ¿Qué debemos hacer Ludiwg? ¿Crees tener el poder para luchar contra ella? —por su parte no creía tenerlo, pero sabía que su pareja no se detendría y trataría de ayudar en lo que le fuera posible—. Está bien si quieres ayudarlos, pero ten cuidado, ¿sí?

Cillian no se había separado ni un solo metro de Ludwig cuando sucedió, el rubio había entendido lo que había sucedido con su vida y no parecía gustarle demasiado. ¿Error en los cálculos? ¿Cómo podía ser todo aquello un error? Si Ludwig no hubiera aparecido justo en aquel momento frente al Chateu Dumbledore  ellos dos nunca se hubieran conocido. Para Cillian el viaje de Ludwig no había sido un error si no el destino que se había empeñado en juntarlos. Fue en ese momento que Cillian volvió a dudar, ¿Ludwig era realmente feliz a su lado?

Estaba siendo bastante egoísta, lo sabía. Quizá Ludwig había perdido demasiadas cosas debido a todo aquel problema, pero en ese momento no podía verlo de esa manera. Así que al escuchar aquella extraña voz, Cillian sintió como su vida pendía de un hilo. ¿Qué debía hacer? ¿Pedirle que no la escuchara? Negó, no debía influir sobre aquella decisión, no era algo que le gustara pero era sin duda lo correcto. Se mantuvo en silencio observando a su amado, esperaba que tomara la decisión correcta.

Y sí, no consideraba que el quedarse en el presente lo era, lo entendería. O por lo menos lo intentaría. Justo en aquel momento la batalla contra Laura continuaba, todos estaban demasiado inmersos en lo que hacían.

Por su parte, Cillian había decido no participar más en aquella lucha. No podía escapar, lo sabía, pero por lo menos se mantendría al margen todo el tiempo que le fuera posible. Intentaba seguir todo lo que pasaba frente a él, pero le era imposible, las cosas sucedían mucho más rápido de lo que su nivel de compresión le permitía entender. ¿Qué? ¿Había escuchado bien? No lograba entender la historia pero Cillian escuchó claramente la declaración de amor de Mica hacia Illidan.

¿Sería acaso qué? No, era imposible, Cillian había comprendido en el callejón que aquellos dos no pasarían nunca de las insinuaciones. Y entonces, las marionetas llegaron al lugar de la batalla. ¿qué demonios? Cillian evitó a una al momento que paso junto a él, Azrael seguía decidido en ser quien terminara con la vida de Laura así que utilizaba todo lo que estaba a su alcance para lograrlo. Mientras Azarael hacía uso de sus marionetas, los demás estaban intentado comprender las acciones de Laura lo cual era de mucho más ayuda.

Las cosas seguían cambiado a cada minuto, había quienes hacían algo realmente necesario para cumplir con su objetivo y quienes simplemente utilizaban medidas desesperadas que de poca ayuda serían así que al ver al ejercito de marionetas dirigirse hacia la posición de Laura no pudo más realizar un leve gesto de negación, Cilian no sabía que quien las manejaba estaba también buscando la forma de destruir el horrocrux.

Si bien Cillian había prestado un poco de atención a lo que ocurría a su alrededor, solo fue por un par de segundos ya que lo que realmente le interesaba era lo que sucedía entre Ludwig y aquella extraña voz. ¿Era Laura? No, aquella voz parecía venir del Horrocrux. ¿Cómo era posible? Se acercó un poco más a Ludwig, no quería perderlo ya que su vida ahora estaba estrechamente relacionada a la de él. Sintió un gran alivio al escuchar la respuesta, Ludwig se había negado y acto seguido había lanzado incarcerus contra Laura, lo cual posiblemente sería de ayuda para aquellos quienes seguían intentando destruir el horrocrux.

Mi lugar es contigo, no pienso irme de ti nunca, Cillian pudo escuchar las palabras de Ludwig repetirse una y otra vez en sus pensamientos, logrando que comenzara a llorar. Pero no estaba triste, al contrario, Cillian se sintió por primera vez completamente seguro de haber encontrado al chico indicado. Había perdido la capacidad tanto de hablar como de moverse, estaba totalmente impresionado, pero no necesito hacerlo porque fue Ludwig quien se acercó a él para rebuscar entre sus partencias, extrayendo de ellas pequeña y maltrecha cajita que le había entregado un par de horas antes.

Cillian había pensado mucho en qué podía ser quizá para muchos su contenido era algo obvio, pero conocía a Ludwig y sabía bien que aquello podía ser cualquier cosa. La cabeza del rubio era un mundo inmenso y lo que pasaba dentro de él  era en parte un misterio para Cillian. Lo observó ponerse de rodillas y abrir la pequeña caja. Y al ver su contenido no pudo evitar llorar aún con más fuerza, intentaba dar una imagen diferente pero lo cierto era que era una persona realmente débil e inestable.

Se dejó caer de rodillas al piso en medio de todo aquel caos, no le importaba ya el resultado de todo aquello. Tomó entre sus manos el rostro de Ludwig y comenzó a besarlo, aquella era su respuesta, obviamente aceptaba casarse con él. ¿Cómo podía negarse? Si bien tenían poco tiempo de conocerse, las cosas que habían pasado juntos habían logrado completarles hasta el punto en que ninguno de los dos podía imaginarse una vida sin el otro.

— Acepto, Ludwig, claro que acepto —murmuró al separarse sus labios un par de segundos, solo va volver a besarlo un instante después—. Tu compañía también me hace una mejor persona y lo sabes.

Si bien también era cierto que ambos tenían un par de manías que no eran del todo bien vistas por la sociedad, lo cierto es que mientras ellos estuvieran de acuerdo en todo aquello realmente no importaba. Tomó una de las manos de su amado, después de que este introdujera el anillo en el dedo anular de su mano izquierda, para volver a ponerse de ambos de pie. Laura continuaba atrapada entre las cuerdas que Ludwig le había lanzado y aunque para Cillian el tiempo se había detenido por un instante, la batalla a su alrededor continuaba.

— No soy el mejor para este tipo de situaciones, tampoco es que me importe el resultado final de la batalla, lo único que me importa es salir de vivos de esto…. Todos. Debemos vencer a Laura.

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HITO 5: Horrocrux

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No está segura de cuánto tiempo ha transcurrido, bien podrían haber sido unos segundos como un par de minutos, cuando se da cuenta de que el control corporal que está efectuando comienza a dar resultado. Poco a poco, Madeleine "regresa"; había estado concentrada canalizando el control de energía, que las voces de los demás se habían convertido en ecos lejanos, aunque de todas formas percibe que el ambiente está mucho más turbulento que hace unos momentos. De cualquier forma, cuando observa a la Inquisidora, ve que está atada con unas cuerdas mágicas; asiente levemente, satisfecha del apoyo que pudo haber brindado para aquello. Laura de inmediato comienza a resistirse, pero todavía está afectada físicamente, así que estos esfuerzos son en vano; y ahora, Madeleine sabe que deben aprovechar la oportunidad de intentarlo una vez más.

Rápidamente, guarda la flecha que tiene en la mano y se vuelta el arco en el hombro, pues necesita tener ambas manos libres. Una vez más, canaliza su magia oscura con el fin de manipular la energía que la rodea, pero ésta vez en lugar de concentrarse en el cuerpo de alguien más, se enfoca en el suyo propio. Se concentra en manipular la energía que la rodea, para así activar su poder phantom. Entonces, cuando salta hacia adelante, lo hace con un movimiento rápido y fantasmagórico, para nada propio de un humano; se acerca a Laura y, aprovechando que está atada y es incapaz de usar su Vara de Cristal, y arranca la fina cadena que cuelga de su cuello. Madeleine siente el ardor en su mano, pero aprieta el colgante con fuerza en su puño y sigue corriendo; la cadena se rompe y sabe que quizás lastimó el cuello de Laura.

Contiene las ganas de abrir la boca para decir "lo tengo" y, en cambio, frunce los labios mientras aprieta el puño con más fuerza, resistiendo el dolor. Debe destruir esa maldita cosa y teme que, abriendo mínimamente los dedos, pueda escaparse de ella. Así que enfoca la mirada en el colgante y concentra su energía psíquica, concentrándose en percibir las partículas que componen el objeto y en acelerarlas... Confía en su dominio de la fragoquinesis y en su entrenamiento de oscura, está segura de que puede destruirlo definitivamente de aquella forma. 

Pero lo que sucede, es que Madeleine suelta un grito y se ve obligada a soltar el colgante, que cae en el suelo a un par de metros de ella y parece ser que queda cubierto por una especie de campo mágico. Se da cuenta de que tiene los ojos llenos de lágrimas y, cuando ve su mano, entiende por qué: la palma de su mano está en carne viva, sangrante, quemada. El dolor aparece sólo después de que observa la herida y se extiende por todo su brazo. Maldice por lo bajo, frustrada y todavía más enojada.

Levanta la mirada para observar a los demás y observa que, mientras aquello sucedía, había una pareja besándose felizmente. Madeleine pone los ojos en blanco y sacude la cabeza con reprobación, preguntándose dónde se supone creen que están. Para ella, el campo de batalla es algo casi sagrado, donde no está permitida la más mínima distracción; ella misma se ha esforzado en mantener sus pensamientos alejados de las cosas banales, por más que éstos intenten manifestarse. Luego de emitir un suspiro, con una mezcla de enojo y dolor, vuelve a mirar el colgante inerte.

Después de todo, destruir un horrocrux no es tan fácil como pensó que podría haber sido. En un intento de evitar que pueda "escaparse", levanta la mano sana y encierra el colgante en una masa de hielo. Pero, en su interior el horrocrux palpita sordamente...

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Hito 5: Horrocrux 

Escuchaba a las personas hablar y me era completamente irrelevante, había comprendido que fue una terrible idea venir e intentar ayudar, si para que? Ellos hacían todo entre ellos, sinceramente pensé en guardar mi varita e irme, total ni siquiera lo notarían, se conocen entre todos y yo solo tenía a Azrael y Ada, esa cámara me hizo comprender lo mucho que me había equivocado con todos...y también con lo que refiere a este asunto.

Apreté los dientes ante todo lo que sucedía, pude ver a esa mujer, la tal Laura pero mi rol aquí es relleno, era gracioso incluso, podía verlos llenos de altanería, lo que me llevó a ponerme lo más lejos de ellos, de si querían matarla o no ya no me importaba, habíamos ido demasiado lejos, por supuesto que las decisiones las tomaban ese grupito "los héroes" no quería pensar que me estaba llenando de mucho rencor y sin saber porqué, la magia oscura me podría afectar o tal vez solo era, el no sentirme parte de esto...cuando crees no pertenecer tu corazón se torna sombrío, todo el cariño y el interés por el bien de los demás se quema hasta ser cenizas, tal vez ni siquiera eso.

Habían atado a la mujer pero no iban a lastimarla, las fuerzas oscuras "puede" que la manipulen, se dieron cuenta que sobre su cuello descansa la cadena que es casualmente el horrocrux, otra valiente toma la osadía de arrancarselo del cuello y correr sin preocuparse si la lastimaba, para mi ver esto esta una película entretenida en vivo, su trayecto es corto pues soltó aquella pieza, está al caer hizo un ruido sordo, la mujer que la sostenía notó su mano lastimada y los demás pudimos ver el aura que desprendía, por último lo cubrió con una masa de hielo, como quien pretende cuidar a los demás que no tropiecen con eso...destruirlo no sería un juego de niños, eso era más que seguro, pero para que preocupase si estoy segura que casi ya alguien tendría la solución al dilema.

Lo que le pasará a Laura me valía nada, quería ver si esto terminaba de una vez, pues yo no creo en ellos, ni ellos en mi, tampoco soy una víctima, pero tampoco soy un aliado...estoy como un decorando bonito y peligroso por partes iguales.

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Hito 5

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Observó al mago a su lado con el rostro contraído de dolor. Era evidente la lucha interior que mantenía por controlarse. Había estado a punto de recibir un Sectusempra de un mago por evitar que impactara en Laura, pero al mismo tiempo,  tampoco arremetía de forma agresiva contra los atacantes. A Vera no le hacían falta sus poderes paladines para comprender la tortura interior en la que aquel pobre hombre se debatía. Mackenzie, también a su lado, parecía igualmente torturada por alguna clase de debate interior. 

En ese momento, escuchó la pregunta de Hobb, inquiriéndole por lo que está ocurriendo. Pero no había una respuesta fácil a esa pregunta. ¿Cómo resumir todo lo que había visto en la Sala del Tiempo? ¿Cómo interpretarlo? Era demasiada información. Y todavía se le escapan infinitos detalles que seguía sin comprender. Iba a responderle, al menos, lo fundamental para que lograra comprender lo complicado de la situación, cuando escuchó a Melrose dirigirse con valentía a Laura e increparla sin un ápice de contención.

—¿Mujer, de verdad tengo que decirte quien soy? —Responde Laura con descaro a las preguntas de la paladín. —Ha salido en toda la prensa, mágica y nomaj, pero bueno, si eso es lo que quieres... —Se encogió de hombros y continuó. —Soy Laura Nielsen, también conocida como el Inquisidor y Ministra de Magia de Inglaterra. Lo que quiero es... gestionar la magia para el bien de la población de este país. Controlar quién puede y quien no puede usarla. Somos todos conscientes del poder que implica y tal poder no debe ser usado de forma arbitraria. —A Vera no se le escapó el instante de duda de la mujer, casi como si hubiera estado a punto de decir otra cosa. A juzgar por las visiones que había experimentado en la Sala del Tiempo, bien podía encajar ahí la palabra venganza.

Mackenzie se le acercó, agarrando a Sebastian y apartándolo a un lado, pero el mago se revolvió y volvió a acercarse peligrosamente a Laura. Si no tenía cuidado, iba a conseguir que lo mataran los hechizos cruzados, pues Laura había empezado a defenderse de aquellos que la atacaban.

—Tienes que ayudarme a sacarlo de aquí. —Le dijo Mackenzie. —No me perdonará nunca esto, no olvidará que no le haya dejado intervenir, pero debemos hacerlo, Vera. Antes de que lo maten o de que pierda completamente la razón. Parece que está atrapado entre dos líneas temporales.

Vera asintió a Mackenzie y, entre las dos agarraron a Sebastian, que de nuevo, se revolvió. Iba a tener que tomar medidas más contundentes, por el propio bien del mago. Apuntaba con su varita a Sebastian, cuando escuchó a Melrose. Usenslo.

No tardó en entender a qué se refería. El aura de poder que emanaba su compañera paladín era perfectamente distinguible para ella. Hobb también lo notó y, al momento, percibió la misma aura en él. Usando el mismo poder que ellos, también el aura del Divine Intelect envolvió a Vera. ¡Qué claras se veían las cosas a la luz de aquel poder! Percibió la energía oscura y corrupta que emanaba de Laura y, vio con sus propios ojos, lo que las visiones de la Sala del Tiempo, ya le habían mostrado. 

—Sí, ha creado un hocrux. —Confirma Vera. 

A Hobb no se le ocurrió otra cosa en ese momento que increpar a Laura y Vera vio con claridad las intenciones de la mujer, antes de que apuntara a Graves. Un protego salió de la varita de Vera para cubrir a su compañero paladín y miembro de la Orden del Fénix. Todo se estaba sucediendo demasiado rápido. Sabía que tenía que encontrar un momento para informar a los demás de lo sucedido, pero lo más relevante, ya lo habían averiguado. Lo demás podía esperar. Observó a Weasley y a Madeleine utilizar poderes que ella no conocía, pero que sin duda era conocimiento adquirido en el Clan de los Oscuros, al que ambos pertenecían.

Vera miró a Mackenzie de forma cómplice. Era el momento de actuar con Sebastian. Pero para su sorpresa, Mackenzie se volvió en ese momento hacia un mago rubio al que la paladín desconocía.

—¡Ludwig! Querido hermano, ¿cómo podíamos saberlo? —Le respondió Mackenzie con lágrimas en los ojos. —Hasta ahora creíamos que aquella misión no había tenido ninguna trascendencia. ¡Cuanta razón tuvieron las voces de advertencia que no quisimos escuchar aquel día!

Quería hablar y contarles lo vivido en la Sala del Tiempo. Pero imposible en medio de aquel caos. El mago a quien Mackenzie había llamado Ludwig lanzó un Incarcerus hacia Laura y ésta quedó atrapada en el suelo. Vera vio la sorpresa en el rostro de la Inquisidora, como si no esperara aquello. Seguramente, los poderes oscuros que estaban utilizando Nate y Madeleine también habían contribuido a que el Incarcerus la alcanzara sin tiempo de reacción.

Vera vio gruñir a Laura en el suelo y a Sebastian revolverse de la garra de uno de sus clones, invocados con un Thunder Clone. Era difícil que Sebastian consiguiera soltarse del clon que proporcionaba fuerza extraordinaria sin utilizar magia y, hasta el momento, había sido plenamente consciente de que, en su situación era mejor no utilizar la varita. Al menos la locura no lo había alcanzado del todo, quizás pudieran hacer algo por él. Dio la orden a su clon de llevarse a Sebastian de allí, cuando un Desmaius perdido alcanzó a Sebastian. Bueno, quizás fuera mejor así —se dijo Vera.

Ordenó al Clon que sujetaba a Sebastian que lo sacara de allí y lo llevara a un lugar seguro y, al ver que Mackenzie los acompañaba, Vera decidió quedarse a ver el final de la Inquisidora. Al otro clon, el dotado con el arte de la percepción, le trasladó sus recuerdos de lo sucedido en la Sala del Tiempo. 

—Cuéntaselos a quien necesite saberlos. —Le ordenó al clon, a sabiendas de que en aquella batalla iba a tener poco tiempo para relatar una historia tan larga. Los acontecimientos se sucedían con demasiada rapidez.

Madeleine se acercó hasta Laura y le quitó el colgante del cuello, pero poco después, éste cayó al suelo y, en ese instante, Vera percibió con claridad el campo magnético que lo rodeaba. La energía era la base del conocimiento de todo paladín. Un campo magnético como aquel no les pasaba desapercibido. Vio como Madeleine lo envolvía después en una masa de hielo. Vera se recubrió inmediatamente con Fortress, reuniendo su energía corporal y endureciendo su piel. Su piel se volvió ligeramente más azulada bajo los efectos del poder paladín. Ahora podría resistir mejor cualquier efecto del campo magnético que rodeaba al objeto recogido por Madeleine. Invocó un Tambō y apuntó con el bastón corto capaz de controlar esos campos al objeto, estudiándolo.

Un grito desgarrador interrumpió su examen. Laura se había recuperado y apuntaba con su varita hacia ella. Fue consciente del encantamiento convocador lanzado por la inquisidora hacia el objeto tirando de él en sentido contrario a lo que lo hacía la atracción del Tambō. Vera apretó los dientes, concentrándose más, invocando todo su energía para no perder el control del objeto. No podía perderlo. La fuerza de los dos hechizos sobre el objeto, repeliéndose, la impulsó hacia atrás y tropezó. El objeto salió despedido a las manos de la persona con la que había tropezado. 

—¡Cuidado! —Advirtió Vera a una joven alta y sensual de cabellos pelirojos a la que no conocía, pero sabía que era una Luxure. —Ese objeto es un horcrux y está rodeado de una potente energía. Protégete o te causará terribles heridas. 

Laura avanzaba hacia la joven Luxure, dispuesta a quitarle el colgante que contenía su horcrux. Vera observó a la Inquisidora abriendo un portal, con la mano extendida hacia el objeto...

Apuntó el Tambō hacia el objeto, dispuesta a atraerlo, pero una fuerza que no logró identificar, se lo impidió. Miró a los ojos a la joven de quien ahora dependía el horcrux...

 

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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HITO 5 — Horcrux

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Desde las alturas todo parecía estar más resguardado de lo que estaba ocurriendo abajo. En todo el rato que me había mantenido al ras del techo, había intentado bajar en picada contra los ojos del basilisco pero no lo había logrado, solamente había rasguñado algunas de sus fuertes escamas, que claramente con su resistencia, no le hizo nada. Choques, gritos, rayos, iban y venían desde todas direcciones. Incluso tuve que esquivar un rayo desviado.

Pero todo quedó en silencio, en el tiempo que lograron hacer desaparecer al basilisco.

Sobrevolé el techo y me mantuve expectante de lo que sucedía con la Inquisidora. Pero una alteración entre dos brujas, un joven mago y la Inquisidora, provocó que me dirigiera hacia uno de los costados de las paredes y me posara y aferrara a un metal sobresalido. Tal vez allí había estado colgado alguna lámpara o algo así. Miré, agradecido por la vista espectacular que tenían los búhos.

Todos querían terminar con aquello. Su postura lo mostraba. Pero eso se hacía mucho más lento por lo que hablaban y se gritaban. Al parecer no todo era como creían y solamente pensé en una cosa (la cual podría equivocarme): parecía que nos estaban usando. ¿O era mi impresión? No sabía sus nombres, pero esos altercados estaban retrasando nuestra misión: La Inquisidora.

Me lancé en picada en el aire, gruñí fuerte con mis alas estiradas y mis garras hacia adelante. La maldita quería escapar.

La Inquisidora había ya sido atacada por un sectusempra. Y aquellas cuerdas. Ahora simplemente quería aferrarme a su cara y arrancársela con mis garras. Había provocado demasiado daño, un caos en toda la comunidad mágica y solamente quería cumplir con mi promesa. Era mi derecho.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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