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El nuevo Ministro de Magia


Mackenzie Malfoy
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Hito 1 -- (Post 1 de curación)

Mackenzie Malfoy - Hannity Ollivander Evans
 
Mackenzie Malfoy, Sebastian Crowld, Veronika Karanov, Hannity Ollivander Evans
Ministerio de Magia (Londres)

 

Cuando todo parecía que iba bien, que habían logrado vencer a aquellas veinte abominaciones y la entrada al Ministerio estaba libre, sintió un agudo dolor en el costado y la sangre comenzó a manar a borbotones. Sebastian, Vera y Hannity no estaban mucho mejor. Contempló con horror a la Abominación que se les había escapado y que ya corría en busca de refuerzos. 

Pensó antes en atacar que en curarse, pero tuvo que desistir al ver que el engendro estaba ya demasiado lejos. Fue Hannity la que curó la herida de su costado. Pero ella tampoco estaba ilesa. - Curación -murmuró mirando a Hannity, mientras el resto de sus compañeros trataban de recuperarse. Sebastian estaba malherido. - Episkey. -Mackenzie apuntó con la varita a su amigo, aunque sus heridas eran críticas y le vio aplicarse otro hechizo sanador a continuación.

Vio que Hannity estaba preocupada, parecía echarse la culpa de no haber detectado a la abominación que les había atacado, pero no había sido su culpa. En absoluto.

-Gracias por la curación. -Le dijo, animándola con una sonrisa. Y no te preocupes, no ha sido culpa tuya en absoluto, esa Abominación se nos escapó a todos.

Más les valía prepararse, de seguro no tardarían en llegar más engendros a seguir protegiendo la entada del Ministerio de Magia.

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Hito 1:

Ada Camille Dumbledore

Balderik Von Alexandros

Luke Abbott

 

No había nada en el cielo estrellado esa noche, que hicieran sospechar las cosas extrañas y misteriosas que irían a suceder pronto. Mientras los confiados muggles dormían, el viejo Luke se adentraba por las oscuras calles londinenses hasta llegar a las inmediaciones del Ministerio. Había escuchado los rumores, si, pero no creía que realmente alguien pudiese tomar por la fuerza el poder. Tenía que confirmarlo con sus propios ojos.

Paso tras paso, comenzó a oír a lo lejos las explosiones y los gritos desgarradores de dolor. Corrió siguiendo sus oídos como si no hubiese un mañana, con el corazón atravesado en su garganta preso del pánico. No podía perder otro segundo sin luchar junto a sus compañeros.

Al llegar al terreno lo contempló. El campo de batalla era un baño de sangre y mas de la que él hubiese deseado pertenecía a sus amigos. La ira se incrementaba rápidamente en su interior al imaginar la posibilidad de que ella también estuviese… no. No debía pensar en eso.

Ya con varita en mano divisó su objetivo. Los encapuchados eran cada vez mas y debía frenarlos sea como sea. –¡Desmaius!– gritó apuntando al mas cercano antes de que este pudiese reaccionar. El segundo se acercaba sigiloso a un joven de torso desnudo con manchas de sangre. –Illidan? ¡Me cago en el Inquisidor! ¡Impedimenta!– dijo antes de que pudiesen causarle otro daño.

¡¿Estás bien?!– le gritó a lo lejos pero antes de que pudiese obtener una respuesta mas Abominaciones se acercaban para proteger a su líder. –¡Sectusempra!– agregó rápidamente apuntando al siguiente blanco que fijó, mientras que la blanca túnica se le empapaba de sangre.

Mirando a todos lados buscó sin éxito las figuras de Ada y Balderik. Necesitaba su ayuda desesperadamente. –¡Serpensortia!– la serpiente materializada se disparó directamente al cuello de su víctima. De pronto aquel rostro que tanto disfrutaba contemplar pasó por su mente, mientras un calor invadió repentinamente su pecho. –¡Incendio!– dijo mientras las llamas encendían rápidamente las ropas del siguiente agresor.

El olor a sangre en el ambiente iba en aumento y sólo buscaba la forma de terminar con la matanza. Vio por el rabillo del ojo una sombra blanca que apuntaba en su dirección y apuntándole rápidamente dijo: –¡Langlock!

De pronto la imagen que se cruzó en su camino le heló la sangre de imprevisto. Una niña pequeña vestida con la misma túnica se acercaba a él con una varita en la mano. –Esto ya es… demasiado.– Suspiró levantando el brazo para apuntarle. –Obliviate– susurró suavemente mientras los recuerdos de la niña encapuchada abandonaban su mente, y esta terminó por alejarse corriendo de aquel hórrido escenario.

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Hito 2

Abrirla, debía abrirla. Era la única puerta que le faltaba al Ryddleturn por abrir después de haberse separado momentáneamente de su grupo en un acto desesperado por volver al lado de Ludwig y Ashley. ¿En qué momento se habían vuelto tan importantes para él? Su respiración era agitada pero aún así mantenía un paso rápido y seguro a la vez que intentaba ser lo más cauteloso posible para no llamar la atención de los Redentis.

Logró abrir la puerta sin hacer ruido y por fin estuvo de nuevo con el grupo. ¿Contra qué abrían tenido que enfrentarse en aquel lugar para que logara alcanzarlos después de haber vuelto a luchar dos veces contra aquellas horribles abominaciones. Lo primero que hizo al reincorporarse al grupo fue darle un largo beso a Ludwig y después un tierno abrazo a Ashley.

Se alegraba de comprobar que estaban con bien y que ahora estaban de nuevo juntos para seguir avanzando hacia la posición de El Inquisidor, pero lo que Cillian no esperaba es que una vez superada aquella prueba volvería separarse de ellos. Volvió a besar a Ludwig y una vez terminó se posiciono a su lado, sin dejar de estar en guardia. 


--

Dado de finalización de hito 1

Illidan Black Lestrange, Mica Gryffindor, Cillian Ryddleturn

 

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Hito 2

Guardia en alto cruzaría la puerta principal, llevaba a Mica de la mano, iban detrás de Cillian, agazapados intentando no hacer ruidos innecesarios. Sus pantalones negros tenían tajos en los costados, producto de la batalla. Avanzaba con el torso desnudo, dejando a la vista un atlético, pero no exagerado cuerpo. Jalaría a Mica de la mano, para que esta queda en medio de ambos. Quedando Illidan al final de la cola, y Cillian encabezando la marcha.

Pudo ver al grupo, Aly, Lud, Ash y su hermano, junto a ellos dos individuos más. Podrían notar el pésimo estado del trío que acababa de cruzar la puerta. Aun así se mantuvieron unidos dando una excelente batalla. - ¿Estás bien? - Le preguntaría a Mica, un tanto preocupado por ella, acariciando levemente su rostro, y analizando que no tuviera heridas.

Aprovecharía para llevar una mirada general al grupo, al parecer todos estaban bien. Eso lo reconfortaba en cierta manera. Se preguntó que pensaría su hermano al verlo en ese estado, producto de una difícil batalla. 

- Por poco no la contamos... - Diría mirando a la Gryffindor, recordando que ahora debía cumplir una promesa. De salir vivos de allí, le pediría su mano. 

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Hito 1 :

Ada Camille Dumbledore

Balderik Von Alexandros 

Luke Abott

 


Kraven Von Alexandros

Había llegado el día, el nuevo ministro de magia de Inglaterra seria elegido nuevamente.  Tras terminar la administración por parte de la Ministra anterior Sagitas P. Blue, los magos de toda Gran Bretaña tendrían en sus manos elegir ya fuera para bien o para mal el destino de la magia. El mundo vivía un cambio catastrófico en una guerra muggle/magica en todo sentido.  Por ello cada vez que algún país elegía a su líder mágico el mundo tenía un clima tenso. Kraven como regente magico aún de el país Germánico tenía un voto, extraño pero era justificable al ser su madre Inglesa. Por ello también estas elecciones le competían. Había dejado un poco su estatus de Canciller para arribar sin llamar la atención al ministerio de magia.

El clima en un día tan temprano estaba de lo peor que podía esperar el castaño. Alzaba la vista hacia las nubes de un color gris oscuro, el aire en ventiscas comenzaba a ondear, dejando nuestra que una tormenta estaba a punto de formarse. La gente muggle estaba desaparecida, no había nadie en las calles, por ello al entrar en el ministerio no fue problema alguno. Había tenido la oportunidad de comunicarse con la ministra de Francia, que a su vez asistiría a las elecciones pero no la veía por ningún lugar. Entro en los baños que servían de traslador y tras un corto viaje llego al atrio del  ministerio, pero lo que vio no se lo esperaba en lo absoluto. Kraven sacó de su chaqueta la varita de roble y apuntó a lo que sus ojos observaban. Al menos veinte Abominaciones estaban cercano a él, en los alrededores magos de todos lados se batían contra ellos. Era una completa batalla en el ministerio. Con toda su experiencia comenzó a apuntar su varita contra ellos.

¡Sectusempra! — Grito Kraven para dañar a uno de ellos, así el hechizo impactó en una de las criaturas que enseguida al verlo llegar comenzaron a atacarlo. — Morphos — Dijo el efecto para así transformar una gran repisa que contenía libros cerca de donde estaba, para transformarse en un elefante. —Engorgio— Para así hacerle crecer aún más de lo que ya era. La bestia enseguida con sus cuernos cargos contra dos de las abominaciones y las lanzo lejos con sus cornadas.

"Flechas de fuego" Penso con rápido a una abominación cercana a él, rápidamente salieron  disparados una andanada de filamentos de fuego  uno tras otro he impactaron en un cuarto  enemigo.

¡Petrificus Totalus! — Con fuerza lanzó el rayo con fuerza contra  otra abominación, esperando que cayera inerte 

¡Cinaede!— De la varita de Kraven emano un gas tóxico contra otra abominación cercana a el. Pero esto lejos de terminar estaba poniéndose más dificil..

Se que esto es obra tuya inquisidor, solo quiero ver correr la sangre de tu cuerpo muerto a mis pies.

¡Avada kadavra!—  y otra Abominación cayó muerta a los pies del Alemán.

 

 

(Dado salió 2 caras, 20/20 hechizos)

Editado por Monica Malfoy Haughton
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Hito 1

Azrael Lycan y Malum Luxure 

Captura de dado

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Hito 2

Mano dura era lo que había hecho falta con esos seres horribles, mi compañero Azrael había realizado un trabajo estupendo, no podría quejarme de él nunca, pues su iniciativa y energía deberían ser motivo de envidia de los otros magos. Comprendía su restricción de pensamiento pero no su manera de actuar, siempre fui tolerante para ciertas cosas y otras no, solo lo hice por que así fue su pedido.

La vigilancia de los Redentis en el ministerio parecía minuciosa, era claro que estarían divididos en varios grupos para abarcar más terreno, el haber podido entrar era un paso pero no era ganar, cumplir la misión contra el inquisidor era el objetivo Real de todo esto, ahora jugaba el ingenio y el silencio luego del desastre que armamos anteriormente, sinceramente una contradicción pero útil.

Así que me fui deslizando por las paredes aprovechando mi atuendo de asalto totalmente negro, cerré la boca y solo me concentré en respirar lentamente, sin dejar de moverme lo más rápido que pudiera, no tenía conciencia de cuantos magos estábamos batallando, pero esperaba que fuéramos los suficientes para superar este inconveniente en nuestro camino, llevaba la varita en la mano derecha, me picaban los dedos por volver a usarla, había olvido lo maravilloso que era sentirse vivo, tener magia y poder llevar a cabo una misión tan importante.

Estaba segura que llegaría al final o por lo menos lo intentaría...no soy de rendirme fácil y ni aun vencida me entregaría.

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Hito 2

Entregaría lo que fuera necesario para lograr aquella difícil misión. 

 Tomada de la mano de él todo parecía más fácil. Caminando detrás de Cillian ingresaron al Ministerio. Pudo notar al grupo que habían visto previamente, los cuales habían ya recorrido cierta distancia. Sintió el impulso de Illidan para hacerla caminar entre ambos caballeros, protegiendo él sus espaldas. 

La dulce voz del rubio la hizo detenerse y voltear, él preguntaba por su estado, siendo en realidad quien había resultado más malherido. Sonrió levemente cuando sus dedos le recorrieron el rostro y se acercó a darle un beso muy suave -Ahora estoy bien -lo tranquilizó. 

Lo cierto era que su cuerpo estaba tan plagado de heridas como el de los demás, tras tantos intentos fallidos de enfrentar a esas abominaciones, pero no quería preocuparlo, mostrando un paso firme y la postura "de siempre". 

-Pero lo logramos, es lo que importa, amor -respondió tranquilamente y lo abrazó con cuidado, antes de voltear para continuar el avance, prefería no mirarlo demasiado pues le resultaba difícil contenerse al verlo con el torso desnudo. 

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Hito 1 (Reinicio)

Mackenzie Malfoy - Hannity Ollivander Evans
 
Mackenzie Malfoy, Sebastian Crowld, Veronika Karanov, Hannity Ollivander Evans
Ministerio de Magia (Londres)

 

 

Mackenzie vio llegar un nuevo grupo de Abominaciones para proteger la entrada ministerial. Apenas habían tenido unos minutos para curarse y menos mal que les había dado tiempo.

Vera no se lo pensó dos veces y en rápida sucesión atacó a tres de las abominaciones que corrían al frente del batallón, aproximándose hacia ellos con las varitas levantadas. A pocos metros de que les cayeran encima invocó un Avis y 12 pájaros pequeños salieron de su varita dispuestos a picar en los ojos a la Abominación más adelantada.  Un Confringo provocó una explosión de dos metros cuadrados, haciendo explotar un grupo de estatuas, cuyos cascotes hirieron a varias abominaciones. El suelo había quedado horadado por la explosión, retrasando a las Abominaciones. Apuntó a unos cuadros que adornaban las paredes de la entrada y con un Descendo los dejó caer sobre la avanzadilla, entorpeciéndoles aún más su avance.

Hannity lanzaba hechizos a diestro y siniestro y, a su derecha, Sebastian envió un Desmaius que dejó inconsciente a uno de los atacantes, para a continuación lanzar un Engorgio a otro que le provocó hinchazones en el rostro. Con un Expelliarmus desarmó a una Abominación que ya se le echaba encima.

Mackenzie, por su parte, tampoco paraba de lanzar hechizos contra la fuerza de engendros que se les venía encima. Con un Expulso, lanzó con fuerza una estatua de metal contra sus atacantes y a continuación un  Furnunculus cubrió el rostro de otro de los atacantes con forúnculos y ampollas. Un Incárcerus envió 3 gruesas cuerdas a las manos, pies y boca de otra de las Abominaciones y un Incendio lanzó llamas a otra de ellas, que comenzó a quemarse poco a poco.

Miró hacia su otra compañera, Hannity, y vio que se las apañaba muy bien. Confiaba que esta vez tuvieran suerte y lograrán matar a aquellos engendros.

@ Hannity Ollivander Evans

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D1RcHu3.pngEl día había llegado antes de lo previsto. Incluso llegué a pensar que el Sr. Toloveus me había hecho trampas y había ido girando el reloj del tiempo más rápido de lo que debía porque no podía ser que ya estuviéramos en septiembre. ¿En qué se me había ido el año? ¡Me había resultado  pequeño para todo lo que quería hacer! Si me había quedado sólo en un par o más de Edictos. Ya casi había conformado todo el panorama político y... ¿Ya había llegado el día en que su puesto de Ministra desaparecía?

-- Merd... Tengo que dejar vacíos todos los cajones y sacar mis patatas fritas de su escondite, antes de que el nuevo ministro aparezca. Por si acaso, si vuelvo a salir yo lo devolveré todo a mi sitio.

Me puse la capa marrón oscuro con cuello de ante. El tiempo había refrescado y septiembre estaba siendo más frío de lo habitual. Abrí la puerta de mi cuarto y...

@ Sean -Ojo Loco- Linmer  estaba sentado delante de la puerta, en una posición indolente, sobre las dos patas traseras de la misma y los pies apoyados en el linde, dejando unas huellas de olor algo extraño sobre la madera. Levanté una ceja y entorné los ojos, en una batalla dialéctica que se hizo sin mover la boca. Tanto su expresión como la mía fueron tan intensas que podríamos haber abrasado un mosquito o cualquier tipo de insecto que se hubiera cruzado entre nuestras miradas. A pesar que fruncí los labios en un rictus severo, no tardé en ceder a su seguridad y su sonrisa de batalla ganada.

-- ¿No? -- Inquirí, cediendo un paso atrás. No sé porqué preguntaba, si ya sabía la respuesta desde hacía días, desde el supuesto "secuestro" entre Sean y mi hijo @ Matt Blackner . -- ¿Irá "ella" entonces...?

No pude evitarlo, estaba muy disgustada con la opción que habían creado para estos días de incertidumbre. Odiaba que otra ocupara mi lugar. Siempre me había defendido sola, sin necesidad de nadie. Así que Sean me hubiera conseguido a una copia casi idéntica de mí, me molestaba, muchísimo. Volví a torcer el ceño y me quité la capa, dejándola encima de sus rodillas, como si se tratara de una percha. Su voz sonó demasiado divertida cuando me contestó: "Recuerda que ella es Sagitas. Tú eres Ericen, sólo Ericen; no puedes salir de aquí para nada".

-- No creo que funcione, ex-yerno -- le dije, sabiendo lo que le dolía que le dijera eso. -- Y como Perenela se entere de que me tienes aquí retenida, no quedará de ti ni los huesitos del pie.

Le cerré la puerta con violencia y me tiré a la cama, vestida. ¡Malditos días de inseguridad ciudadana...! Si salía reelegida, se iban a enterar en mi siguiente edicto...

 

Dentro del Ministerio, Despacho de la Primera Ministra:

Sagitas, la copia, reseguía los pliegues del escritorio, los armarios, los libros y los cuadros que parecían vigilar sus movimientos. Con una clase en el vestido y una soltura sobre unos tacones altos que la verdadera dueña nunca tendría, retiraba carpetas y memorandus que iba guardando en un bolsito de moke. Adoraba la magia y no se cansaba de guardar cosas en él, musitando un "por si acaso" aunque no estuviera en la lista que le había dado su jefe, el adorable (?) Linmer. Para ella, que no conocía la magia más que en las escasas demostraciones públicas que había visto, gracias a la caída del Estatuto del Secreto, adoraba aquel puesto. Cuando contactaron con ella en la Escuela de Actrices, para un "trabajito esporádico", nunca pensó en lo maravilloso que era aquel trabajo.

Siguió poniendo (no, rateando, no; cogiendo lo indispensable) de aquel despacho, cuando algo sucedió. Un enorme estruendo y la oscuridad provocaron que lanzara un grito de susto. Las paredes parecían temblar y la luz no volvía. Sagitas quedó allá, de pie, sin ver nada, sintiendo pasos, gritos, explosiones...

-- Esto no estaba en el guión -- susurró.

Buscó en el bolso y le costó encontrar un mechero. Aunque imitaba en todo a la mujer de pelo violeta, no fumar era algo que le costaba muchísimo olvidar, así que siempre llevaba algo escondido en un bolsilito. Menos mal, porque la luz seguía sin aparecer por ningún sitio. Sabía donde esconderse, sí. La Ministra de Magia tenía una habitación súper secreta y desconocida por (casi) todo el mundo y le habían ordenado que, de suceder un imprevisto, se quedara en ese habitácul0 hasta nuevo aviso. La forma de abrirlo era fácil, porque llevaba un trozo de papel con la firma de la verdadera Sagitas, sólo tuvo que ponerlo al alcance de uno de los cuadros que vigilaban y éste le abrió la zona donde permanecería hasta que la sacaran. Sólo cuando se cerró y la puerta desapareció, como si nada, pensó si no estaría atrapada en algún fuego cruzado.

De todas maneras, aquel Linmer le había prometido muchas cosas, incluso algunas más allá que el dinero. ¡Y era tan guaaaa... pooooo! Así que se acomodó en aquella habitación. Era mucho más grande de lo que esperaba y estaba preparada para esperar el tiempo que fuera necesario. Todos los memorandums, papelajos, objetos raros que le habían pedido, los tenía ella allá dentro, así que,..., en algún momento, la sacarían.

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Hito 2

Malum Luxure y Azrael Lacan

 

Desnudo era la realidad en que todo marchaba y el plan de ambos mortifagos comenzaban a dar frutos, estos esperaban que no se le presentara alguna dificultad mayor o le seria oportunidad del mago tenebroso de emplear todo su poder mágico para destruir a sus enemigos, esta aventura tenía una doble misión una que su compañera conocía y otra para acabar con aquello que había dejado inconclusos con cierto ser sin Magia. Y fue así, que buscando ocultarse dé los aliados o criaturas que seguían protegiendo ese recinto le fue algo tedioso con lidiar con ello y más porque se había prometido permanecer bajo perfil. 

 

Y clavando la mirada en Luxure en mago se apresura para que ella no resulte lastimada bajo ningún concepto, esto era en parte porque le era obligado por la promesa de su hermano, además que si se volvía a casar le gustaría qué ella fuera parte de la organización de su boda con su hija, a pesar que a ella le ocultaba que seguía vivo. Sin embargo, el nigromante solo tenia mente para la persona que amaba y por él daría hasta su vida. En ese sentido, la oscuridad del mago se nublada por ese sentimiento y valiéndole de sus conocimientos de los Uzzas, Arcano, Senecales de Carente y los comunes pensaba hacerle frente a todo. No obstante un ruido le llamo la atención y giro su varita a se lugar. 

 

Y desde una indicación a su cómplice le advirtió que no estaban solos, por esa razón deberían estar silencioso y aguardar un poco, este pensó que no están solos y quizás las alimañas de la orden del fénix estarían como ratas en ese lugar,  a lo cual enfrentaría con valentía y coraje, pero se cuestiono si era de día o de noche, ya que el tiempo es algo efímero y por eso deberían estar en guardia.

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